25.
—¿Quieres que pare bonito? —pregunte a la par que comenzaba a desabotonar la camisa blanca con rosa que traía puesta Jin y con la cuál se veía más hermoso de lo normal.
—N-no, no lo sé —contestó entre pequeños y suaves jadeos. Su contestación era entrecortadamente, su respiración un tanto agitada, con sus brazos largos y delgados rodeando mi cuello caliente por la circunstancia en la que nos encontrábamos, situación que yo mismo había provocado pero que para nada me arrepentía de haberlo hecho.
Lentamente, separé mis labios del cuello cálido de Jin, el cuál tenía un olor a rosas, tan magnífico como siempre imaginé que sería, algo que inevitablemente lo había soñado un par de veces después de conocerlo. Mi grado de resistencia ante la presencia de Jin, era increíble, pero ahora mismo había roto aquella resistencia. Mis largos y fuertes brazos sostenían su pequeña cintura con dedicación, con calma deposite un par de besos húmedos sobre su cuello tan perfectamente elegante, haciéndolo soltar un par de gemidos algo bajos, sabia que se estaba conteniendo para no gemir más fuerte por el lugar donde estábamos, mis toques de caricias suaves hacía su fino cuerpo, le hicieron inevitablemente hechar su cabeza para atrás, dándome una mejor vista de tan maravilloso cuello. Su manzana de Adán era de que ahora mismo me tenía completamente hipnotizado.
—¿Sí o no? —pregunté de nueva cuenta, sólo que está vez, siendo un tanto más directo, separando mis labios de su cuello, haciéndolo sentir mi ausencia, recorriendo con la mirada sus labios rojizos y gruesos de tanto que había estado mordiendoselos segundos atrás.
Los momentos que compartía con Jin. Todos, eran absolutamente únicos. No podría pedir otra cosa nunca, que no fuera estos preciados momentos a su lado. Al lado de mi ahora novio.
Los ojos de Jin, por un momento se dejaron de centrar en mí y viajaron rápidamente a la parte trasera del salón.
—Profesora... —exclamo velozmente Jin, de manera que hasta su rostro se volvió pálido, generándome un gran suspenso. Inmediatamente mis nervios se hicieron presentes, sin más giré mi cuello, centrando mi vista, en la parte trasera del salón, olvidando torpemente la puerta que había atrás, la qué muy seguramente se encontraba sin seguro.
Una risa algo estruendosa, se hizo presente, constante y sonante por parte de Jin —Es increíble que cayeras —canturreo Jin, dejando escapar de sus ojos, un par de lágrimas, demostrándome lo divertido que le había parecido engañarme, mientras se abrochaba rápidamente su camisa.
—Te crees muy gracioso, ¿no? —rápidamente, atrape entre mis brazos, a Jin, colocando mis dedos sobre su pequeña y angosta cintura, listo para empezar una guerra de cosquillas —Me las vas a pagar Kim SeokJin.
Luego de una larga tortura de cosquillas hacía Jin, me ofrecí para llevarlo hasta su casa, algo insistentemente. No había pasado nada sexual. Es cierto que deseaba ser el primero en la vida de Jin de esa forma, pero no lo obligaría a nada, claro que no, sería cuando el quisiera, cuando se sintiera seguro de dar ese pasó y eso es algo que él me haría saber.
Jin, se negaba una y otra vez a qué lo llevará hasta la puerta de su casa, vaya hasta por querer dejarlo unas cuadras antes.
El sólo hecho de que los padres de Jin, no supieran de nuestra relación, era un tanto frustrante. Teníamos que vernos a escondidas o durante clases, sin poder siquiera mirarlo durante mucho tiempo, por cuestión de llegar a levantar sospechas, sobre mis sentimientos.
—Aquí está bien, Gi —mencionó mi bonito novio, con la mirada puesta fuera del auto, en alerta, preocupado porque algún conocido lo viera saliendo del auto de un hombre.
Claro que yo no era cualquier hombre.
—Bonito... —tranquilamente mire sus manos, las cuáles se movían consistentemente por los nervios —Quisiera dejarte hasta la puerta de tu casa... —mis manos algo frías y nerviosas, se posaron sobre las manos calientes de Jin, llamando su atención.
—Gi —por unos instantes sus ojos y los míos se encontraron, se admiraron, se adoraron pero sabía que no vendría nada bueno, pues su noto era un tanto nervioso —Sabes que... —un toqué fuerte en la ventanilla del lado del copiloto, dónde se encontraba Jin, nos asustó a ambos, fijando nuestra vista de inmediato hacía afuera.
Con algo de nervios pero más que nada con miedo, las manos de Jin, rápidamente se apartaron de las mías, dirigiendolas al botón sobre la puerta del auto, precionandolo, haciendo su ventanilla comenzar a bajar.
—Bajen ambos del auto... Tenemos que hablar —susurro la madre de Jin, quién en ningún momento nos dimos cuenta se encontraba por ahí, en nuestra espera y digo en nuestra espera porqué sus palabras no iban solo para Jin, sino para mí también.
—Mamá...
—Hablaremos Jin, pero no aquí —comentó su madre, sin más que agregar, emprendiendo su caminar en dirección a su casa, sin mirar atrás ni una sola vez.
Los ojos de Jin rápidamente se volvieron cristalinos, al momento de posarse sobre los míos podía darme cuenta de lo nervioso que estaba, de lo asustado que se sentía y se veía y no era para menos. Su madre prácticamente había estado esperando por nosotros quien sabe dónde puesto que en ningún momento la vimos cerca de donde aparcamos, a una cuadra de su casa.
—¿Crees que ella ya...? —Sin dejar salir una palabra más de la boca de Jin, coloque mis brazos sobre su no tan pequeño cuerpo, acercándolo lentamente al mío, uniendo el calor de nuestros cuerpos.
—No lo sé —me apresure a responder —Pero si es que lo sabe, no estás sólo Jinnie —estaba nervioso también pero mi ahora novio necesitaba apoyó, cariño, seguridad y yo me iba a encargar de dársela.
Jin, estaba asustado.
Yo, estaba asustado pero enfrentariamos lo que fuera a pasar, juntos.
—Tranquilo —susurre, uniendo mi frente con la suya —Yo estoy aquí, todo va a estar bien —con gentileza deposite un beso en sus gruesos y rosas labios, logrando que su labio inferior dejará de temblar.
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