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2.

Entrando los primeros rayos de sol por la ventana central de la recamara principal, Min YoonGi sintió una mano fría rozar una de sus mejillas con mucha delicadeza. Acción que no le asusto o siquiera incomodo al hombre mayor, puesto que sabía bien que no se encontraba solo.

—¡Despierta, dormilón! —susurro una suave y dulce voz femenina sobre los sensibles oídos de Min YoonGi, quien se encontraba cómodamente recostado de lado sobre su cama con los ojos débilmente cerrados.

—Cinco minutos más... —contestó lentamente el semidesnudo hombre con su voz rasposa, volviéndose al final un tanto sensual.

—Mgh... —se quejó bajo la pequeña pero encantadora mujer.

Entreabriendo sus ojos muy serenamente, YoonGi miro a la hermosa mujer que se encontraba al lado suyo y estiro su mano hasta a ella, fallando. —Recuéstate conmigo. —pidió bajamente a su acompañante, viendo como esta comenzaba a levantarse de la cama que había sido testigo del deseo y desenfreno de ambos adultos la noche anterior.

Ahogando un par de palabras en su garganta, el pelirrubio miro a la linda y sensual castaña durante un par de segundos, notando lo bella que esta era.

Parándose frente a YoonGi total y completamente desnuda, discutió burlesca la mujer —Nada de 5 minutos. —dándole un ligero golpe sobre la cabeza con el dorso de su mano a YoonGi, la mujer sonrío feliz. —Tienes que dar una clase en menos de dos horas. —Le recordó eufóricamente la chica haciendo desaparecer todo rastro dentro de la mente de Min YoonGi de poder de permanecer acostado un segundo más.

YoonGi, rápidamente comenzó a considerar que era un mal momento para ser profesor y peor aún que fuera de universidad, ya que era ahora él tenía que poner el ejemplo en cuanto a puntualidad y responsabilidad.

—¡Eres un flojo! —exclamó divertida la acompañante de YoonGi, al mismo tiempo en que depositaba un casto beso sobre los labios finos del mayor.

Notando tenazmente YoonGi el sabor de aquel brillo labial que traía sobre sus labios la castaña, una mueca de desagrado se instaló sobre el rostro, ahora pálido, del mayor.

—Cereza —comenzó diciendo el pálido bajamente —, tenía que ser... —finalizó, una vez más que sintió el desagradable sabor de su fruta menos favorita esparcirse por sus labios. —¿Es nuevo tu labial? —preguntó tranquilamente mientras que se tallaba perezosamente los ojos en un intento por no dar a notar su descontento con esté sabor de brillo labial.

Asintiendo sonrientemente, la castaña tomó asiento sobre la cama quedando casi a la altura de YoonGi, admirando como este tenía su vista posada sobre sus senos, los cuáles eran más grandes que el promedio habitual en las mujeres de su edad, eso sin mencionar por supuesto que eran bastante firmes sin la necesidad de un molesto sostén.

—Sí, lo compré especialmente para ti. —añadía la sensual mujer a su lado, levantándose calmadamente de la cama dejando a un más y a la vista de YoonGi, su cuerpo completamente desnudo. —¿Te gusta? —pregunto interrogante la fémina, dejando con la clara duda a YoonGi de a que se refería, si a su labial o a su cuerpo que sabia bien se encontraba recorriendo completamente con la vista.

Dando un paso tras otro, lentos y cortos, la pequeña mujer se estaba encaminando hasta el baño donde un par de segundos después se detuvo justo en la entrada del mismo. Girando poco a poco dirigió su vista a los ojos oscuros del atractivo pelirrubio frente a ella. Sonriendo e inclinando su cuello en un ángulo de 45 grados, la hermosa mujer le dedico una mirada enteramente de coquetería.

Aquello era más que obvio que era una invitación directa al mismo pelirrubio que aún se hallaba cómodamente sentado sobre su cama y atentó a cada movimiento de Kim JiWoo —su hasta ahora, mejor acompañante—, y su atractivo cuerpo.

Con calma aquella sábana blanca que cubría la hombría de YoonGi fue desprendida por él mismo, facilitándole así emprender el paso primeramente hasta el único clóset de color negro que se encontraba al otro lado de su habitación, tomando así y sin contratiempo un par más de toallas de color blanco que por al menos media hora no serían necesarias.

Una vez que el pelirrubio se paró frente a JiWoo, esta lo recibió felizmente con un beso duro y completamente necesitado, mismo que por ahora no le había excitado por aquel horrible sabor a cereza.

—¿Se cayó de la cama, profesor? —preguntó con cierta diversión uno de los tantos estudiantes del mismo, al verle entrar a la dirección de la universidad tan temprano, puesto que casi siempre solía llegar alrededor de las nueve de la mañana; siendo que tenía que dar su primera clase a las siete de la mañana.

Claro que aquello estaba justificado —al menos con algunos de sus estudiantes, a los cuáles al inicio del semestre les había propuesto un acuerdo para que la primera clase de los días miércoles se recorrería hasta el término de todas sus demás clases a eso de las 2 de la tarde—, quedándose sin protestas, ni excusas dos horas más. El recorrer la clase hasta el término de las demás, les daba un poco más de descanso a sus estudiantes, pero no lo hacía tanto por ellos sino por sí mismo. Min YoonGi amaba dormir, por lo que levantarse a la cinco de la mañana no era una opción tan agradable dentro de sus planes.

El joven estudiante frente a él formaba parte del tercer grupo de estudiantes a los que les daba clase dos horas antes del término de la jornada académica, lo cual le hacía poder torturarlos cuando lo hacían enojar, dejándolos salir hasta una hora después de la hora normal de salida.

—Buenos días, Eun Woo... —saludó cortésmente el mayor con un semblante por demás serio —¿Cómo va tu mañana? ¿Ya empezaste a hacer tu reporte? —preguntó viendo el rostro del chico palidecer —Recuerda que es para el día viernes. -le recordó con una sonrisa algo burlona.

—Buenos días, profesor —saludó cordialmente el menor, recordando que no había saludado correctamente al profesor frente a él, por lo que una pequeña pero respetuosa reverencia al hombre mayor frente a él, se hizo presente. —S-sí, ya lo empecé... —respondió pensativamente —Me sorprende verlo tan temprano aquí. —Eun Woo era uno de los pocos estudiantes que le hablaban tan bien y de manera no tan formal al profesor YoonGi.

—Amanecí con ganas de molestar a mis estudiantes, por eso he llegado tan temprano. —bromeó —Quizá haga un examen o piense en algún trabajo con valor del cincuenta por ciento sobre la calificación final. —aguardando silencio, el mayor se mostró pensativo y cuando lo creyó oportuno continúo hablando. —No lo sé, aún lo estoy pensando. —finalizó más que risueño YoonGi mientras se adentraba a la dirección general de la universidad.

—¡¿Qué?! —exclamó con susto el menor —¿A todos sus estudiantes? —indagó sin poder conseguir una respuesta.

—¿Se divierte engañando a sus alumnos, profesor? —preguntó con molestia fingida la profesora Kim JiWoo.

—Sí. —respondió cínicamente sin mirar a la castaña que se encontraba al otro lado de su escritorio —¿Cómo espera que me divierta sino es molestando a mis estudiantes? —Abriendo en silencio uno de los últimos cajones de su escritorio, YoonGi sacó una pequeña caja de metal, guardándola inmediatamente dentro de su maletín de color negro para así salir de la dirección lo más pronto que fuera posible y poder ir a dar su clase.

Sin esperar una respuesta por parte de la castaña, YoonGi salió de la dirección con un solo pensamiento abordando su mente, uno sobre la castaña con la que escasamente solía despertar y es que cada día se preguntaba si seguir con ella era un error, puesto que sabía bien que no podía quererla como ella esperaba que lo hiciera.

Al principio de su relación de amistad con aquella dama, comenzó a pensar que ella podría ser aquella persona que le ayudaría a dejar de pensar y soñar con uno de sus estudiantes, haciendo aquella relación de amistad una relación de noviazgo, involucrando sentimientos de parte de ambos. Claro que con el tiempo YoonGi se iba dando más y más cuenta que nunca podría corresponder a los sentimientos de JiWoo con la misma intensidad que ella lo hacía. Le agradaba la compañía de aquella mujer, la quería y la deseaba de una manera en especial, pero nada más. Lo que sentía por ella no era ni una cuarta parte de lo que sentía por aquella otra persona.

Sin notarlo, un dulce y delicioso aroma comenzó a adentrarse por sus fosas nasales, haciéndolo salir de ese par de pensamientos ahora irrelevantes.

YoonGi sabía perfectamente bien de quién provenía ese dulce y delicioso aroma.

—¡Buenos días, Kim SeokJin! —saludó amablemente al dueño de tan agradable olor.

El aroma a madera de cedro blanco con un toqué de coco, simplemente le fascinaba a YoonGi pero únicamente en la persona de SeokJin.

—¿C-co-como sabía que era yo? —preguntó un tanto confundido SeokJin, unos metros detrás del mayor.

Alcanzando con pasos pequeños al mayor, SeokJin diviso de reojo como los ojos negros de su profesor tenían un brillo único, uno que lo ponía un tanto nervioso.

Adentrándose nerviosamente al salón, YoonGi contemplo lo vacío que esté mismo se encontraba, algo que era más que obvio, ya que absolutamente nadie imagino que llegaría temprano. —Te vi. —mintió.

—¡Ah, vaya! —exclamó el menor, entrando rápidamente detrás. Sentándose calmadamente al final de la primera fila que se encontraba frente al escritorio de su profesor Min YoonGi.

—¿No te gusta dormir? —preguntó YoonGi, mirando con cierto detenimiento al estudiante frente a él.

—¿Conoce a alguien que no le guste dormir? —respondió irónicamente, mostrándole lo blanco de sus dientes en una extensa sonrisa.

—N-no me refería a eso —agregó, soltando una pequeña risa —Me refería a, ¿por qué estás aquí tan temprano? —interpelaba pausadamente. —Podrías estar durmiendo en estos momentos —Volvió a hablar el mayor, sacando un gis blanco de la pequeña caja de metal que hbía sacado del último cajón de su escritorio dentro de la dirección.

—Es algo complicado de explicar —comentó, cambiando el tono de su voz.

Por un par de minutos el mayor no dijo nada, simplemente se limitó a observarlo, a observar todos y cada uno de los movimientos de SeokJin. Por alguna extraña razón, Jin se veía verdaderamente nervioso estando cerca de su profesor.

Luego de algunos minutos de silencio, SeokJin volvió a hablar con la voz algo ahogada —¿Profesor? —llamó educadamente al mayor, erizando por completo cada vello de su cuerpo.

—¿Sí? —Ahogándose silenciosamente con su propia saliva, borró la línea mal realizada sobre el pizarrón frente a él.

Los nervios que Jin ocasionaban en YoonGi, no eran los mejores, ya que él casi nunca solía dejarse llevar por los nervios de las situaciones que lo rodeaban pero con este chico frente a él, era simplemente imposible no hacerlo.

—¿Creé que fuera posible que pudiera hablar con usted a la hora de la salida? —preguntó con un tono de voz bastante cambiante, por lo menos al momento de estar con el pelirrubio.

Al inició de su conversación en el pasillo su tono de voz era serio, luego paso a un tono bromista, después y de nueva cuenta paso a un tono serio pero con algo de tristeza, para finalmente terminar con un tonó más bajo, algo así cómo un tono tímido, como si la presencia de YoonGi lo incomodará de cierta forma —Es... es que no entendí unas cosas de la clase de ayer. —mentía con sus mejillas pintándose de un lindo color rosado.

—Claro Jin. —respondió un poco inmerso en sus pensamientos YoonGi, sin darse suficientemente cuenta de lo rara que sonaba la excusa de SeokJin pues él siempre entendía todo en todas las clases y la clara prueba de ello eran sus notas.

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