Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

17

—No me puedo creer que seas tan pijo y esnob como para coger un avión privado que además no es alquilado, sino que es tuyo, en lugar de ir en avión normal como el resto del mundo —bufo dramáticamente, bajando por las escaleras del jet junto a Ace.

—Conejita, si tengo un avión privado es para usarlo, no para guardarlo de recuerdo.

—¿Te suena de algo el calentamiento global? La capa de ozono, los gases de efecto invernadero..., ya sabes, esas cosas.

—Espérate que me he traído a Greta Thunberg a Los Ángeles sin querer. ¿Te vas a poner a organizar la manifestación aquí o esperamos a llegar a Rodeo Drive que haya más gente?

—Lo que voy a organizar es tu asesinato. Ya sabes, que parezca un accidente para quedarme con toda tu fortuna.

—Ay, canija, ya quisieras casarte conmigo para cobrar mi herencia —ríe recibiendo mi golpazo en el hombro sin inmutarse.

Un flamante Lamborghini Veneno color verde eléctrico nos espera a los pies del avión, reforzando la imagen de puro lujo y opulencia que da el conjunto de cosas que nos rodea. Cualquier persona que se meta en un perfil de Instagram de estética de lujo podría ver una foto como la que se tomaría de esta misma escena y me arriesgaría a decir incluso que se quedaría corto.

Hoy es Acción de Gracias para prácticamente todo el mundo en Estados Unidos menos para Ace y para mí, así que hemos decidido venirnos a Los Ángeles juntos. Él tenía que abrir un club nuevo mañana y ese era mucho mejor plan que quedarme sola en Nueva York, así que decidí acompañarle. La verdad es que estoy bastante emocionada con este fin de semana largo que vamos a pasar juntos en su ciudad natal. Ya ni siquiera trato de mentirme a mí misma diciéndome que le odio; es un esfuerzo completamente inútil afirmar algo que no es más que una mentira.

Ace me gusta, sí. Me ha costado semanas admitirlo desde que nos besamos, pero no merece la pena estirar el chicle cuando no me va a reportar ningún beneficio. Es hora de admitir que me atrae, cosa que no significa nada. ¿Me lo tiraría? Sí. ¿Me casaría con él mañana? Pues no, la verdad. He decidido que quiero pasar un buen rato con él, dejar que todo fluya y punto. No estoy para comerme la cabeza por nada y mucho menos por un tío. Paso de pensar más allá de la atracción que siento hacia él porque no hay nada más.

—Sí, sí, tú distráete un segundo que en menos de dos minutos me llevo ese Lamborghini y si te he visto, no me acuerdo.

—Antes de dejarte conducir mi precioso bebé tendrás que pasar por encima de mi cadáver —avisa con una expresión de pura seriedad.

Su brazo tatuado rodea mi cintura y me guía hacia la puerta del copiloto, abriéndola para mí. Arqueo una ceja ante tal gesto de caballerosidad por su parte y me meto en el coche, una tímida sonrisa asomando en mis labios. Joder, ¿cómo lo hace para conseguir que sonría haciendo cosas tan simples?

—Bueno, cuéntame cuál es plan de hoy. Ya son las cinco de la tarde y es Acción de Gracias. ¿Cuándo es la gran inauguración?

—Hoy mismo —comenta arrancando el coche con un rugido suave—. Ya sabrás cómo funciona el día de hoy, ¿no? Todo el mundo se reúne con sus falsas familias felices, mostrando falsas sonrisas de oreja a oreja y su falso interés por sus respectivas vidas. Van, se ponen hasta el culo de comida, se hacen la foto y vuelven a casa hasta las narices de aguantar a ese cuñado medio borracho que solo ves dos veces al año.

—Vale, sí, ¿y qué?

—A ver, ¿qué es lo que más te apetece hacer después de aguantar todo ese circo de risas falsas y comentarios pasivo-agresivos? —pregunta girando la cabeza para mirarme durante un breve instante—. Porque a mí lo que más me apetecería sería salir de fiesta hasta que salga el sol y olvidarme de mi familia hasta Navidades.

—Y ahí es donde entras tú, el señor de la noche.

—Joder, el señor de la noche suena a prostituto barato, podrías haber elegido un nombre mejor. El dios de la fiesta, por ejemplo.

Pretendo ponerme a pensar mientras conduce, ese pequeño amago de sonrisa plasmado permanentemente en mis labios sin yo darme cuenta de ello.

—No, el señor de la noche es exactamente el nombre que te pega. Y lo de prostituto barato lo has dicho tú, no yo. El que en pan piensa...

—Ya sé de una a la que voy a abandonar en la siguiente rotonda.

A pesar de que he sido yo la que ha empezado a picarle, le doy un manotazo en el brazo entre pequeñas risas. Estoy empezando a pensar que debe de echarme algo en la comida o bebida porque siempre que estoy con él tengo una sonrisa pintada en el rostro. Estoy segura de que esto no es normal, debe de ser un hechizo o algo por el estilo.

—¿Y sigues teniendo una casa en la ciudad o te sueles alquilar algo?

—Tengo mi casa, claro. No en la que viven mi padre y mi hermano, obviamente, sino una casita en Beverly Hills lo más lejos posible de la suya.

—¿Casita o mansión gigantesca con treinta dormitorios y dieciocho baños?

—Haces preguntas realmente estúpidas para lo lista que eres.

Su comentario viene acompañado por una risa maliciosa y yo me giro para mirarle poniendo los ojos en blanco, pero sin poder borrar la sonrisa de mi rostro. No solo veo lo feliz que está conduciendo su coche en la ciudad donde creció, sino que también aprecio lo sexy que se ve mientras conduce. Lleva una sencilla camiseta negra deja a la vista sus brazos tatuados y la tinta de su pecho debido al cuello en forma de uve. Su mandíbula está relajada pero aun así parece esculpida por el mismo Miguel Ángel. Pero lo que más me gusta son esos hoyuelos que emergen en sus mejillas cada vez que me regala una sonrisa.

Me veo en la obligación de hacer lo que hace todo el mundo cada vez que ve una obra de arte: sacar el móvil y tomarle una foto.

—¿Vas a presumir en Instagram de mí? ¿O vas a grabarme para hacerte viral en Tiktok?

—Fíjate, voy a hacer las dos cosas. Señor chófer, limítese a conducir y continuar estando bueno y callado para que pueda aprovecharme de usted.

Justo cuando empiezo a grabar, él se empieza a reír, contagiándome la risa a mí también. El resultado es un vídeo bastante adorable en el que ambos nos reímos y él me mira con esos ojos azules que harían desmayarse a cualquiera. Lo subo en ambas plataformas, etiquetándole y poniendo el móvil en silencio justo después. No tardarán en llegar los chascarrillos de mis amigas y no me apetece leerlos ahora mismo.

—Quiero el cincuenta porciento de tus ganancias cuando te hagas famosa gracias a mí.

—Tú eres el que va a ganar fama cuando resubas la historia, así que chitón.

Él pone esos hermosos ojos azules en blanco antes de aminorar hasta frenar frente a una verja que solo deja ver una rampa cuesta arriba. Yo trato de ver más allá, suponiendo que la casa estará un poco más lejos, pero solo consigo ver los árboles encima de la colina donde estamos. Ace pulsa el botón de un pequeño mando para que la enorme verja se abra.

El coche comienza a avanzar por la rampa mientras mi cabeza gira de un lado a otro con ganas de ver cómo demonios será su casa. Cuando le miro a él, compone una sonrisa misteriosa y me guiña el ojo antes de girar y revelar lo que buscaba tan ansiosamente.

—Joder —balbuceo con un hilillo de voz.

Una mansión gigantesca de cuatro pisos se alza ante nosotros, pero nunca había visto nada parecido. Es moderna, llena de enormes ventanales y terrazas espaciosas esparcidas por la fachada. Es la casa más grande que he visto jamás, cosa impresionante teniendo en cuenta que en Hayden todo el mundo tiene mansiones masivas. Solo estoy viendo la parte delantera de la casa, pero ya puedo imaginar lo opulenta que será la parte de atrás.

—Bienvenida a mi humilde morada —ríe Ace al abrirme la puerta.

Me ofrece la mano para ayudarme a salir del coche y yo la acepto de buen grado, sin soltarla ni cuando comenzamos a andar hacia la enorme puerta de entrada.

—¿Humilde? Pero si parece que esta casa se ha comido diecisiete mansiones, ¡es la cosa más grande que he visto en la vida!

Entre carcajadas, Ace me guía al interior de esa amplia mansión. Es muy luminosa debido al hecho de que gran parte de las paredes exteriores han sido sustituidas por cristal, así que toda la luz natural entra sin problemas. Nos da la bienvenida el enorme salón con la pantalla plana más grande que he visto, pero no es eso lo que llama mi atención de primeras.

—Te mola el jardín, ¿eh?

Mis ojos están clavados en la enorme explanada de hierba verde y fresca, como un campo de ensueño. La luz del sol baña el jardín, haciendo que el agua de la piscina infinita brille como un diamante. Hay hamacas, camas balinesas con dosel, un jacuzzi e incluso una red de voleibol. Siento como si acabara de entrar en el sueño de todos los hombres pertenecientes a una fraternidad.

—¡Siempre he querido tener una piscina infinita! —chillo emocionada, arrastrándole hacia el exterior.

Entre carcajadas, Ace abre la puerta que da al jardín y deja que tire de él hasta llegar al borde de esa piscina de ensueño que tiene. Las vistas desde aquí me quitan la respiración: tenemos toda la ciudad a nuestro pies. No supera a las vistas que tengo desde mi ático, pero nadar en la piscina de noche mientras ves las luces brillar debe de ser maravilloso.

—Puedes venir siempre que quieras a bañarte en esta. Por cien millones de dólares la hora, claro.

Yo rodeo su cuello con mis brazos y le doy un beso profundo y pasional, haciendo que sus manos bajen casi de inmediato a mi culo para atraerme más hacia su cuerpo. Nuestras lenguas se encuentran y yo me dejo llevar, saltando en sus brazos para que me coja como si fuera un koala. No tenemos ninguna prisa por separarnos, pero al cabo de unos minutos lo hacemos para coger aire.

—¿Qué tal si te doy besos en lugar de dinero?

—Con besos como este, puedes venir cuando quieras —murmura mientras trata de recuperar el aire.

Yo río y poso mi cabeza sobre su hombro, dejando que me lleve de vuelta al interior. Ace me enseña toda la casa sin dejarme en el suelo en ningún momento, cosa que me encanta. La casa tiene absolutamente de todo: una bolera, dos piscinas exteriores, una interior, un spa, una biblioteca de ensueño, una sala de juegos, una especie de discoteca y una cantidad desproporcionada de dormitorios y baños.

—Bueno, conejita, ya es hora de que empecemos a prepararnos para la fiesta de esta noche. ¿Dónde quieres dormir? —me dice mirándome con una sonrisa dulce capaz de derretir el témpano de hielo más frío del mundo.

—Solo me lo preguntas para que me ponga roja, ¡capullo!

Él me lleva a su enorme habitación entre risas malvadas, cogiendo también mi maleta. Ni siquiera sé de dónde demonios saca la fuerza para cogerme a mí también como si fuera un bebé, pero me encanta. Para mi desgracia, Ace me deja en el suelo cuando llegamos y señala una de las múltiples puertas en la sala.

—Mira, ahí tienes un vestidor libre para meter toda tu ropa —comenta antes de señalar otra puerta—. El baño está ahí por si quieres ducharte, maquillarte o hacer tus cositas. Yo me ducharé en otro.

—Gracias, ricitos.

En cuanto abandona la habitación, me desvisto y me doy una ducha rápida. Me planteo alisarme mis indomables rizos castaños, pero cuando me miro al espejo veo que me quedan bastante bien tal y como están, así que vuelvo al vestidor para elegir la ropa. He traído muchos atuendos de fiesta teniendo en cuenta que solo vamos a estar aquí cuatro días, pero la ocasión lo merece. Miro cada uno de ellos detenidamente hasta que mis ojos dan con unas piedras que brillan en el fondo de mi maleta.

Yo frunzo el ceño y saco el top de brillantes a conjunto con una falda corta, algo que podría verse perfectamente en cualquier videoclip de rap o en un club de striptease. En un contexto como el de Hayden, este atuendo podría verse completamente fuera de lugar, pero en uno de los clubs de Ace en Los Ángeles...

Me quito la toalla y me pongo el set brillante, dejando expuesto gran parte de mi cuerpo. Lo complemento con unas botas brillantes semitransparentes a la altura de mi rodilla, un maquillaje basado en purpurina sin pintalabios, y un abrigo blanco de pelo. Cuando miro el reloj veo que han pasado dos horas, por lo que deduzco que Ace ya estará esperándome en su enorme salón. Echo un último vistazo a mi reflejo, ligeramente nerviosa, pero sacudo la cabeza para sacar esas ideas de mi mente. La ropa me queda extraordinaria, estoy muy guapa y eso es todo lo que tengo que pensar. Lo que digan los demás, tanto me da.

Cubro mi cuerpo por completo con el abrigo blanco y me dirijo hacia el salón, mis tacones resonando en el suelo de mármol. Ese característico sonido anuncia mi entrada en la amplia sala, haciendo que Ace levante la cabeza de la pantalla del móvil en cuanto aparezco por el pasillo. Está increíblemente guapo con una camisa negra arremangada y varios botones desabrochados, así como el pelo ligeramente engominado y echado para atrás. Cada vez que le veo estoy más convencida de que debe de ser un dios griego porque esa belleza no es normal en un ser humano.

—¿Un abrigo de piel? Me sorprende viniendo de ti —comenta claramente confuso—. A ti te encanta ponerte ropa más... bueno, más sexy.

—Y hoy no tiene por qué ser una excepción.

Mis palabras vienen acompañadas por el gesto dramático de dejar caer el abrigo al suelo, revelando mi atuendo al completo. Los ojos de Ace duplican su tamaño y su mandíbula casi roza el suelo mientras recorre mi cuerpo con la mirada sin ninguna prisa, deleitándose con cada centímetro de mi cuerpo.

—Joder, conejita —balbucea antes de aclararse la garganta y acercarse a mí—. Vas a hacer que los ingresos en los hospitales de la ciudad suban con todos los cuellos que vas a romper. ¿Tú te das cuenta de lo espectacular que estás?

Su reacción hace que una amplia sonrisa domine mi rostro y un rubor intenso se instale en mis mejillas. Ace me coge de la mano y besa el dorso antes de hacerme dar una vuelta como una bailarina y acercarme a él para darme un beso. Yo le correspondo con gusto, acariciando su pecho suavemente. El olor de su colonia invade el aire a nuestro alrededor y me siento completamente adicta a él.

—Muchas gracias, ricitos, ¿pero tú te has visto? Ya verás como me llevo unas mil miradas de celos de mujeres y hombres que quisieran estar cogidos de tu brazo en mi lugar.

—Pues que esperen sentados porque la única que va a coger mi brazo serás tú.

La música del interior del club llega a mis oídos incluso antes de salir del Lamborghini. Ante nosotros se alza un edificio gigantesco que me recuerda vagamente a un templo griego antiguo con tintes modernos. Una cúpula domina el centro del tejado y un enorme letrero iluminado se puede leer con claridad en ella.

—"Omnia" —leo desde el interior del coche.

—El templo de la fiesta —responde Ace antes de besar mi mejilla. —Tengo algunos avisos antes de que entremos. Primero: espero que no te importen los paparazis porque esto estará lleno de ellos. Segundo: ten cuidado de no perderte con tanta gente y no te agobies porque no te voy a soltar la mano. Tercero: cualquier cosa que quieras o necesites, tan solo tienes que decírmelo, ¿vale?

Yo asiento con la cabeza con una sonrisa, gesto que el toma como señal para salir del coche. Antes de que yo pueda hacer lo propio, él abre mi puerta y me ofrece la mano para ayudarme a salir. Una lluvia de flashes me da la bienvenida en cuanto salgo al exterior, aunque yo los ignoro. Estoy acostumbrada a la atención debido al círculo en el que estoy, así que me limito a fijar la vista al frente mientras una cascada de preguntas se escucha a nuestro alrededor.

—¡¿Señor Hale, quién es su acompañante?!

—¡¿Señor Hale, es esa chica su nueva novia o solo el ligue de esta noche?!

—¡¿Señor Hale, qué opina del hecho de que su hermano vaya a heredar la empresa de su padre en su lugar?!

Ace aguanta todos esos dardos con estoicidad mientras coloca su brazo alrededor de mi cintura y me guía hacia la puerta. Una enorme cola que da la vuelta al edificio comienza allí, pero nosotros pasamos simplemente saludando a los puertas con unas breves palabras. En el vestíbulo, ambos dejamos nuestros abrigos en el ropero, haciendo que todavía más miradas si cabe se centren en nosotros. Me siento como si fuera un faro atrayendo a todos los barcos a la costa.

—¿Ves? Eres la mujer más guapa del local y ahora todos se están dando cuenta.

—¿Bromeas? Te están mirando a ti. Ace Hale, amo y señor del mundo de la fiesta en Los Ángeles. ¡El señor de la noche!

—Vuelve a llamarme así y duermes en el jardín esta noche —me avisa entre risas antes de abrirme la puerta que da a la sala principal del club.

El espacio es gigantesco, decorado con un millón de luces de todas las clases y colores. Parece un anfiteatro de varios pisos con la sala principal en el centro. Todo a mi alrededor vibra con la música proveniente de los altavoces y la gente que baila apretados unos contra otros. La sola presencia de Ace es un pase infalible para lograr abrirnos camino hasta la zona donde están los ascensores. En menos de dos minutos estamos en la última planta, la cual está reservada exclusivamente para los vip: famosos, personalidades importantes y el dueño y amigos, por supuesto.

—¿Ron con coca cola? —me pregunta en cuanto nos sentamos en uno de los grandes sofás.

—Qué bien me conoces.

En menos de un minuto viene un camarero con nuestras bebidas y nos dejan solos aunque estemos rodeados de gente que reconozco de vista.

—Joder, ¿esa no es Kylie Jenner?

—Sí, siempre se apunta a una buena fiesta —confiesa Ace con una risa, saludando a la aludida con la mano.

—Ah, ¿la conoces? No habréis...

—Pues sí. Fue solo una noche, aquí te pillo, aquí te mato, ya sabes. Ahora somos amigos, nada más. Me cae muy bien su novio y sus hijos son adorables. Si quieres te la presento algún día, creo que os llevaríais muy bien.

Su respuesta me hace boquear ligeramente, sin saber cómo reaccionar a la nueva información. Yo ya sabía que Ace es enormemente conocido en Los Ángeles, especialmente en el mundo de la noche, pero saber que es bastante probable que se haya acostado con mujeres tan espectaculares como Kylie Jenner me hace sentir... rara. Tengo mucha autoestima y por lo general no soy una persona con inseguridades, pero no puedo evitar compararme mentalmente. A mi juicio, ella es mucho más guapa que yo y eso hace que una pregunta salte en mi cabeza.

—¿Qué demonios has visto en mí?

Mi lengua se adelanta a mi cerebro y lo que iba a ser una simple reflexión interna se convierte en el pie de una conversación que, desde luego, no me apetecía tener en estas circunstancias. Ace me mira confuso, como si no comprendiese por qué le pregunto tal cosa, y yo deseo que me trague la tierra.

—¿Te estás quedando conmigo? —pregunta tras darle un largo sorbo a su copa de whisky. —¿Tú te has parado a mirarte en un espejo? Cuando te digo que eres la mujer más espectacular que he visto nunca, no estoy de broma. Pero para mí la belleza no lo es todo, a mí las chicas me entran por los oídos, ¿sabes? Y esa lengua tuya, capaz de soltar ironías, bromas, de tener mil y una conversaciones interesantes y ponerme de vuelta y media me encantó de inmediato. Eres increíblemente inteligente, interesante, fuerte, valiente y atractiva. No sé cómo me puedes preguntar eso en lugar de preguntarme por qué el resto de los hombres no beben los vientos por ti.

Su discurso, dicho de esa forma tan natural y sincera que es habitual en él, desata todas las mariposas que vuelan descontroladas en el interior de mi estómago. Jamás nadie me había dicho algo tan bonito y honesto a la cara y no sé cómo demonios reaccionar. Estoy acostumbrada a recibir mil y un comentarios por mi físico pero jamás nadie me había dicho nada sobre mi personalidad o mi inteligencia. Me hace sentir inmensamente valorada de una manera nueva y reconfortante.

—No sé, yo creo que me ves a través de buenos ojos. Creo que no soy tan excepcional como tú crees que soy.

—Ojalá pudieras verte como te veo yo.

Ace acaricia mi mejilla con su mano y atrae mi rostro al suyo para besarme, haciendo que las mariposas revoloteen con aun más fiereza en mi interior. El beso está cargado de dulzura y cariño, de un millón de sentimientos incapaces de expresar con palabras. Siento como si flotara en un mar de nubes, como si viviese en un sueño del que nunca me quiero despertar.

—Eres maravilloso, Ace. De verdad.

—Lo mismo te digo, conejita —sonríe acariciando mi mejilla—. Voy a por una botella de champán, ¿vale? Esta noche tenemos que inaugurar este sitio como Dios manda.

Le observo con una sonrisa tonta mientras se levanta y camina hacia la barra, sintiéndome la mujer más afortunada sobre la faz de la tierra. Ace es tan natural, tan gracioso, tan guapo, tan...

—¡Ace, mi rey!

Un chillido estridente rompe mi burbuja y frunzo el ceño inmediatamente. Mis ojos buscan el origen de esa voz nasal tan desagradable que acaba de llamar a mi amigo y por fin veo a una rubia oxigenada, alta y exuberante, correr con tacones hacia un sorprendido Ace, que se queda parado como un cervatillo asustado.

—¡Te he echado tanto de menos, me encanta que hayas vuelto!

Él abre la boca para responder pero, antes de que pueda decir nada, ella rodea su cuello con los brazos y le planta un beso en toda la boca.

¡Hola mis amores!

Bueno, pues ya han llegado estos dos a Los Ángeles y todo iba bien hasta que... ¿problemas en el paraíso?

Si queréis alguna referencia para imaginaros la casa de Ace, buscad lo siguiente en Google: Dan Bilzerian mansion. Esa sería la mansión 🤭

¿Qué pensáis que sucede? ¿Quién será la chica que ha besado a Ace?

Os leo! ❤️

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro