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14| Daga.


Al despertar nadie mencionó lo que había sucedido pues temían que Brooklynn aún no lo hubiera terminado de entender, durante su habitual desayuno (Esta vez siendo acompañados por Alessia en la
mesa) el incómodo silencio junto al pasar de algunos autos era lo único que se apreciaba en la habitación.

—Joven Wolfhard... Finn.—Habló Mercé mientras recogía los platos.—No quiero ser inoportuna pero... Mis días aquí están contados.

—¿A que te refieres?—Habló curioso ante la actitud de la mujer de aspecto sumiso y amable.

—Se canceló mi contrato, por lo tanto tendré que marcharme si así lo desea.—Mencionó temerosa de la respuesta.

—Mercé.—Sujetó sus manos.—Tú no solo eres una empleada, eres alguien más en mi familia... Puedes quedarte aquí con nosotros, durante todos estos años te haz convertido en una madre para ambos.

Miró a su hermanita quien tenia a Alessia de la mano, la pequeña había sido encerrada y su única distracción durante su aislamiento fue su danza, dejarla conocer el mundo exterior de golpe le asustaba.

—Por favor, piénsalo...—Murmuró Finn mostrándole una sonrisa forzada.

La mujer asintió al mismo tiempo que el azabache se dirigía a la Pelletier, la miraba con tanto cariño que pudo notar las mejillas de su contraria enrojecerse.

—Nos tenemos que ir.–Finn se despidió de su hermana.

—Está bien.–Brooklynn habló mientras iban a la puerta principal.—Tengan cuidado... Por favor.

—Lo tendremos.—Besó la frente de la menor y atravesó el umbral.

Sin decir nada más Finn y Alessia fueron a la moto, no habían tenido tema de conversación pues ambos estaban completamente sumidos en su pensamiento debatiéndose entre sus perturbadores recuerdos, al estar en la carretera ella se sostuvo de Finn mientras comenzaban a acelerar, se sentía tan protegida a su lado que deseó con toda su alma decirle al oído que escaparan juntos y vivieran lejos de todo el mundo, en algún lugar donde nadie les hiciera más daño, quizá en una cabaña al medio de un bosque o irse a la gran ciudad.

Estando en La Ciudadela Millie se acercó a abrazarlos con una sonrisa mientras Noah saludaba a Finn, el antes nombrado se había hecho cargo de contarle a su mejor amigo lo sucedido quien por lo tanto le contó a su novia.

—Te extrañé tanto, siento qué pasó una eternidad antes de que volvieran...

—También te extrañe, Brownie.—Alessia sonrió.

—Me alegra tanto que estes ileso hermano.—Noah abrazó al Wolfhard dándole su apoyo.

—Ese idiota no volverá a ver la luz del día nunca más.—Escupió sus palabras sin remordimiento alguno.

—¡Esto merece ser honrado con una carrera!—Insinuó el de menor estatura.

—¡Mañana en la noche!—Finn continuó emocionado dejando de lado a su acompañante.

Alessia hizo un puchero de disgusto al sentirse ajena a la situación por lo cual Finn corrió a sujetarle el rostro entre sus manos para así besarle la punta de la nariz.

—Y la ganaré por ti.—Habló seguro.

—Más te vale hacerlo.—Sus sonrisa fue lo más hermoso que Finn pudo encontrar en ese momento, sentía que su vida estaba cambiando y que frente a él estaba la mujer con quien disfrutaría su fortuna, su felicidad, sus dolencias, todo lo que le podría ofrecer se lo daría.

Cuando el cielo oscureció Finn la llevó a su cuarto temprano pues una estruendosa lluvia decidió gobernar el cielo dejando la atmósfera más fría de lo normal.

—Toma.—El Wolfhard le extendió una de sus camisas a su chica, claro que era más corta y delgada de lo normal pues quería aprovechar eso para que Lessie lo abrazara toda la noche.

Para Finn ese era su plan perfecto, pero Alessia lo amenazó con la mirada cuando notó lo pequeño que le quedaba.

—¡Deja de mirar!–Le dió pequeño golpe en la cara a Finn sin lastimarlo.

—Te ves perfecta.—Halagó su contrario.

—Lo sé.—La castaña se sentó en el mueble de la habitación mientras Finn le daba la espalda para quitarse su camisa dejando al descubierto aquellas permanentes marcas.

—Ya se que son cicatrices horribles.—Murmuró cuando sintió la mirada de la chica recorrerlo al mismo tiempo que el se dirigía a sentarse al sofá.

—Jamás creería eso.—Alessia murmuró mientras acariciaba la piel levemente levantada.—Así recordarás lo valiente que fuiste...

El silencio nuevamente, odiaban quedarse sin palabras y al mismo tiempo disfrutaban la presencia del otro simplemente existiendo para hacerse feliz.

—¿Alguna vez te rendiste?

—¿De que hablas?—Finn volteó a verla.

—Fácilmente pudiste haberme echado de tu casa cuando te sintieras inseguro y temeroso de lo que pasaría si nos descubrían...

—Quizá al principio... Pero luego noté lo indefensa que serías estando sola, lo que tú madre podría hacerte o si decidías vivir en la calle... Se me revuelve el estómago de recordarlo.—Su voz cada vez se hacía más lenta.

—Agradezco que hayas sido tu quien me rescató de un infierno.—Rodeó su cuello con sus brazos.—No se que haría sin ti.

Sus labios se acercaron, aquel sentimiento de emoción los recorrió adoraban tanto estar cerca el uno del otro, pero Alessia evitó que sucediera mientras agachaba la cabeza mirando el nuevo tatuaje de su contrario, con sus delgados dedos recorrió las remarcadas líneas oscuras que formaban una preciosa daga.

—Fue el destino el que cruzó nuestros caminos, el que quiso que abriera mi alma para luego clavarme su daga... Eres como una daga, hermosa y peligrosa al mismo tiempo... Pero nunca me arrepentiré de tenerte enterrada en mi corazón, porque aguantaría cualquier dolor si eso significa amarte.—Finn murmuró recordando lo difícil que se le había hecho encontrar algo que la representara, tal vez una ardilla porque Alessia le recordaba mucho a una pero sería grosero.

—Finn...–Habló aún anonadada por lo que estaba escuchando.

—Es muy poco para expresar lo que eres para mi.–Susurró.

—Para mi es suficiente.–Dijo mientras volvía a besarlo.

Lo que nunca tendría suficiente de su parte serían sus besos y caricias, la primera vez que lo vio supo que sería un chico frío y de mal genio, no se había equivocado. Pero le encantaba el hecho de que había dejado de ser así para ella, luego de un largo beso que le demostró tanto amor recostó su cabeza en el pecho de su chico.

—¿Me llevas a la cama?—Murmuró.

—Lo que tú me pidas.—Rió mientras la cargaba llevándola a la cama para que así pueda acomodarse bajo las sábanas.

—Te quiero, Finn.

—Y yo te quiero a ti.—Le dió un beso casto.—Ahora que se que te sientes igual, puedo comenzar a planear nuestro futuro.

—¿Ah si?—Sonrió.—Pues quiero vivir contigo, no importa en donde... Aquí, en tu casa...

—Quizás te lleve a la Ciudad.—Murmuró.—¿No te gustaría?

—Tal vez, mi padre se fue a la Ciudad cuando perdió mi custodia.—Habló recordándolo.

—Pues podremos visitarlo, seguro que le caigo muy bien.—Fanfarroneo.

—Quiero tener un hijo, solo uno.—Habló con ilusión.—No importa si es niño o niña.

—¡Si es niño le enseñaré andar en moto! Y si es niña... ¡Pues también! Que intimide a cualquiera que se le trate de acercar.

—Se que eres ateo así que no tendremos que hacer nada por la iglesia.—Habló recordando aquel dato sobre el de rizos.—¿Podemos casarnos en una playa?

—En la que tú escojas.—Afirmó imaginando a Lessie de blanco y a él con uno de sus ridículos trajes.

A la mañana siguiente, ella despertó en los brazos de Finn, tendrían que salir tarde o temprano a pesar de que ninguno quería levantarse de la cama pues se habían quedado hablando durante toda la noche sobre sus sueños a futuro y cómo serían ambos viviendo casados, un sueño que estaban dispuestos a cumplir a toda costa.

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