Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

26.


He pasado tres días sin salir de mi cama. Mamá ya se imagina que pasó y trató de explicarle a mi papá, cosa que lo volvió furioso y no quiere volver a ver a Adam.

Desde el primer día que desaparecí, Mía y Mateo se quedaron conmigo después de salir de clases. Diego odia a Adam, y Liam me dijo que tratará de hablar con él.
Como sea, no quiero saber nada de él.

También he recibido apoyo de Nate, pero no personalmente ya que ha tenido prácticas en el hospital. Aunque, creo que siempre estaré agradecida por estar conmigo en ese momento.

— Hola. —Mi madre aparece en la puerta de la habitación.— Mía, Mateo, Diego, ¿se quedarán a cenar?
— Lo siento, no podemos. Ya estoy invitada a la casa de Diego. —Dice Mía.—
— Yo tampoco, tengo que ir donde mi madre, usted sabe. —Dice Mateo.—
— Está bien. Julieta, hija, sé que estás mal, pero hoy tienes que bajar a cenar.
— Mamá...
— Hoy viene a cenar George, ya sabes el amigo de tu papá.
— Ah, el padre de Nate.
— Te hará bien salir de esta habitación linda, cena con nosotros.
— Tu madre tiene razón. —Mía acaricia mi cabello.— Ese imbecil no merece tu tristeza.
— Ok, cenaré.

Más tarde, mis amigos se van. Diego me deja una barra de chocolate, según él, sube el animo. Mateo me deja revistas de chicos desnudos y Mía llena de flores y colores mi habitación.

Me ducho y mi madre me deja un vestido. Como si fuera pequeña, me desenreda el cabello.

— Debes saber, que eres una mujer hermosa Julieta, y nadie, pero nadie, ningún hombre, merece que tú estés en este estado. Ya verás, como pronto, saldrá un rayo de luz en medio de toda esta oscuridad.
— Gracias mamá... Lo que me duele, es que muchas personas me lo advirtieron, y aún así yo seguí. ¿Como fui tan ingenua? Es obvio que los hombres como él no cambian...
— Las personas no cambian hija. Y tú, te mereces un hombre maravilloso.

Mi madre besa mi frente y me abraza. Creo que los mejores abrazos lo dan las madres al momento de una tristeza amorosa. La amo, y ella tiene razón. No dudaré más de su palabra.

— Te ves hermosa, hija, ahora bajaré a terminar la cena.
— Ok, bajaré luego y pondré la mesa.

Cuando bajo, Matt ya está sentado en su silla de mickey. Sonrío y él me muestra sus pequeños y primeros dientes.

Pongo la mesa con cuidado y siento un aroma delicioso. Amo la comida de mamá.

Papá se acerca y me abraza. Yo sonrío, ya que no es un hombre muy afectivo, pero viniendo de él, esto es muy importante. Sé que él está conmigo.

Suena el timbre, y mi madre va abrir. Lo primero que veo, son dos gemelas de cabello castaño. No sabía que Nate tenía hermanas pequeñas. Son adorables.

Su padre es una copia de él. Con su cabello castaño, ojos cafés y nariz respingada. Nate se acerca a mi y me abraza.

— ¿Qué tal? ¿Cómo va todo?
— Mejor, gracias.

— ¡Vaya! Que hija más guapa tienes, eh.

La madre de Nate no para de alabarme y su padre también.

Nos sentamos a cenar y yo me siento algo ausente, apenas escucho lo que hablan, de vez en cuando mi mirada va donde Nate, ya que se aseguraba que sus hermanas comieran, logrando sacarme una sonrisa.
Apenas terminan de comer, pido permiso para irme a la habitación.

Las gemelas se ponen a jugar en el cuarto de Matt junto a él. Yo llego a mi habitación y saco mis zapatos. Suspiro y me siento en mi ventana de esquina.

A los minutos después aparece Nate en mi habitación.

— ¿Puedo entrar?
— Adelante.

El prende la luz y yo cierro mis ojos. Al parecer he sido un animal nocturno estos días.
Nate recorre mi habitación y luego se lanza a mi cama.

— Cómoda. Me podría quedar dormido.
— ¿Muy agotador el hospital?

Me acerco a la cama y me siento a su lado.

— Ni te imaginas, sobre todo porque a los estudiantes nos mandan a todos lados.
— Me imagino.

Miro el cielo de mi habitación y me quedo en silencio. Nate tampoco dice algo, y creo que lo agradezco. Luego de un rato, él habla.

— No debes estar triste Julieta. Siempre hay cosas peores.
— ¿Cómo que? —Digo cansada.—
— Ok, por ejemplo. —Nate se apoya de lado y me mira.— Ok, solo lo diré si prometes no decirle a alguien.
— Lo prometo. —Hasta decir esa palabra me produce dolor.—
— Bien, una vez, estaba con la chica más deseada del colegio, al fin me había funcionado la táctica de seducción y no adivinas que.
— ¿Qué?
— Estábamos en la cama, en el acto y ¡no se me paró! ¡Dios!

De un momento a otro, me pongo a reír. El tono en que Nate contó la anécdota es lo mejor.

— Ok, eso es malo. —Digo aún riéndome.— ¿Y qué hizo ella?
— Se fue decepcionada.
— Woow, fue la única vez que te pasó, ¿cierto?
— La única vez, yo creo que fue porque mi amigo nepe estaba muy emocionado por salir, vio a la chica y se asustó.

Me río nuevamente y me imagino la situación. Para los hombres eso es bastante traumático.

— Sabes, no me había reído en días.
— Si, y reírte de esto te vuelve una pésima persona.

Me río una vez más y él empieza a empujarme, hasta botarme de la cama.

— ¡Oye!
— Tú te lo buscaste, hoy dormirás en el sofá, ¡estás castigada!
— ¡Nate! No es mi culpa que no se te pare.
— ¡Qué acabas de decir!

Se pone una mano en el pecho y se hace el ofendido. Empezamos a jugar luchas, como si fuéramos hermanos pequeños y amigos de toda la vida.

— Nate, hay que irnos. —Su madre aparece en mi habitación. — ¡Dios Nate! No tienes 8 años.
— Julieta empezó mamá.
— Eso no es cierto. —Digo rápidamente y lo boto de la cama.—
— Ok, cuando paren de jugar, baja a despedirte. Hasta tus hermanas son mas maduras Nathaniel.
— Ok mamá.

Miro a Nate y él me lanza una almohada.

— ¡Nathaniel! —Imito la pose de su madre y él se pone de pie.—
— Ok, me rindo. Iré a despedirme.
— Está bien, te acompaño.

En el camino, casi me caigo debido a Nate. Me despido de las gemelas y sus padres. Luego Nate me abraza y me da vueltas.

— Nos vemos pequeña. No sufras más.
— Trataré Nathaniel.
— Dios, no me digas así.
— Adiós.

Le muevo la mano y sonrío. Mi madre me mira alzando una ceja.

— Es un chico divertido, que bueno que te haya subido el animo.
— Yo también me alegro mamá.
— Así me gusta verte hija, feliz.
— Lo sé mama.

La abrazo una vez más y luego vuelvo a mi habitación.

Cuando vuelvo a clases, se hace mejor junto a la compañía de mis mejores amigos. El colegio me sirve para despejarme, pero la idea de que Adam esté justo fuera del colegio en este preciso momento, no ayuda para nada.

— Ok, Julieta, le diremos que se vaya. —Dice Mía.—
— No se merece ni tocarte un pelo, linda. Estarás bien.
— Solo quiero que se vaya. —Susurro.—

Caminamos y Adam trata de acercase a mi, pero Mía y Mateo se ponen delante mío.

— Necesito hablar con Julieta.
— ¡No me digas! Pues vete a la mierda Adam. —Dice Mía, y yo me sorprendo.—

Mi amiga puede ser otra persona cuando se enoja.

— Mía...—Dice Adam extrañado.— Mateo...
— ¡Ni lo pienses! ¿Acaso crees que fue muy bonito lo que hiciste? ¿Qué tal las rehabilitaciones? De nada te sirven Adam si tú no quieres cambiar.
— No puedo...
— El que quiere, puede Adam.
— Julieta...

Yo levanto la mirada y lo miro a los ojos. Siento rabia dentro de mi.

— No tenemos nada más que hablar Adam. Rompiste tu promesa, dos veces. Sería muy idiota de mi parte darte otra oportunidad. Vete al demonio, anda a vivir con sus amigos y amiguitas. Déjame a mí en paz.
— ¡Fue un error!
— ¿Error? ¡Lo tuyo no fue un puto error Adam! No quiero volver a verte, antes de que entre la universidad, quiero pensar que no existes.
— ¡Eres tan injusta!
— ¡Desaparece!
— ¡Después andarás rogando por mí! —Grita.—
— Rogare por qué te pudras...

Adam tiene la intención de acercarse, pero otros chicos que estaban atentos lo separan de mi. Lo miro con mi mayor decepción posible y me voy. Mía levanta el dedo de al medio y toma mi mano.

Siento que quiero llorar, pero no dejo caer lágrimas. Él no se las merece.

¿Como pude llegar a pensar que él podía cambiar?
Las personas como él, son egoístas y el amor, es solo una opción...

No me interesa cambiar al chico malo o enamorarlo para hacerlo cambiar, eso no pasa en la realidad. Tengo que enamorarme de mi misma, y ser feliz.

Y con él... No lo seré.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro