Anoche, en un sueño extraño, como suelen ser los sueños,
te encontré - por casualidad-
y , por casualidad, frené mis pasos siempre acelerados
y me dispuse a escuchar.
No pronunciaste más que un saludo,
como al pasar,
más en tu mirada negra pude escuchar
a tu corazón palpitar.
Y mirándote más de cerca
vi un fuego abrazador de tus ojos brotar.
Anoche, en un sueño revelador,
como pocos sueños se suelen presentar,
nuestras silenciosas miradas hablaron
y se dijeron todo lo que hasta ahora osamos callar.
Hoy, justo cuando amanecía, desperté ansiosa de un sueño,
recordando sólo tu saludo, como al pasar.
Y como sucede después de un sueño
en el que dos almas se suelen encontrar,
entendí que eras tú, mi bella,
aquella a la que mi alma siempre soñó amar.
En el sueño, yo estaba ciega
y en el alba,
por tu presencia mis ojos lograron clarear.
Y ese sueño se convirtió
en el principio de una historia
que ahora entiendo comenzó hace años,
una tarde, en la que me tú me saludaste,
como al pasar...