La tarde y él
El mundo es de los dos,
sólo suyo y mío...
Lo he visto pasar sin prisa, sin falta,
cada tarde de Junio, pero sólo a través de un cristal.
Carece mi corazón del valor suficiente para hablarle,
¡siempre fui cobarde! Es la verdad...
¿Cómo decirle que también lo veo en sueños,
y que en sueños, yo no soy una extraña que se resigna con sólo verlo pasar?
¿Cómo confesarle que ya he vivido más de mil vidas con él, y aún sueño otras mil más?
¿Qué en mi sueño no le molesta mi cobardía,
para hablar, para vivir, para amar?
Y así como todos desaparecen,
y el mundo es de los dos,
cada tarde, cuando lo veo pasar,
desaparece en una esquina
y entonces el cielo se nubla, y cierro la ventana,
y me escondo en mis sueños,
hasta otra nueva oportunidad,
y le juro a mi cobardía que la próxima tarde al fin será...
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