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Despertar y conocerte

Aún con los ojos cerrados sentía que las luces perforaban sus párpados, le
hacían mal. Escuchaba gente a su alrededor hablando en un idioma que no entendía y se preguntaba dónde estaba, porqué tenía ese terrible dolor en el cuerpo y su boca estaba reseca.

Con un poco de miedo, entreabrió sus ojos y las blancas luces de la sala hirieron su retina.

Todo era blanco allí, desde las paredes, el techo hasta los ambos de las personas que deambulaban cerca suya.

-¿Où suis-je? ¿parce que je suis ici ?
(¿Dónde estoy? ¿Por qué estoy aquí?)

-No le entiendo, joven... aguarde...

La enfermera apresuró sus pasos hasta la sala de espera y buscó al muchacho que había traído al herido, sería fácil reconocerlo, aún vestía su ropa ensangrentada.

-Disculpe joven...

Shura se dio vuelta, esperando novedades del chico

-El muchacho despertó pero no puedo entender lo que dice, habla en francés por su acento...

-Sí, debe serlo, yo lo escuché pedir auxilio en ese idioma.

-¿Usted podría hablar con él? Por favor

-Sí, claro...

Caminaron presurosos por el pasillo hasta la habitación donde el joven pelirrojo miraba a todos lados como un niño perdido y asustado.

-Bonjour, je m'appelle Shura et je suis celui qui vous a sauvé de ces hommes. comment tu t'apelles? comment vous sentez-vous?
(Hola, me llamo Shura y soy quién te rescató de esos hombres. ¿Cómo te llamas? ¿Cómo te sientes?)

-Je m'appelle Camus. Merci beaucoup de m'avoir aidé là-bas. Ils ont volé le peu que j'avais. J'ai mal et je ne sais pas pourquoi.
(Me llamo Camus. Muchas gracias por ayudarme allá afuera. Me robaron lo poco que tenía. Me siento dolorido y no sé porqué.)

La enfermera utilizó a Shura de traductor para poder explicarle a Camus de su delicada situación y que necesitaría mucho descanso y tranquilidad, además de que no podría moverse durante unos días.

Camus se puso muy nervioso, las lágrimas amenazaban con salir de sus hermosos rubíes.

-Je n'ai personne pour m'aider, je suis à peine venu vivre en Espagne et je suis seul. Je ne comprends même pas la langue.
(No tengo nadie que me ayude, apenas he llegado a vivir a España y estoy solo. Ni siquiera entiendo el idioma.)

Shura suspiró ante tales palabras, eran dichas con desesperanza y miedo...

Él podía desear partir de este mundo pero, si ese chico había llegado a España sin compañía, sin conocer el idioma y ahora sin nada, debía tener una razón muy poderosa y se sentía en la necesidad de ayudarlo.

-Je prendrai soin de toi jusqu'à ce que tu guérisses et que tu puisses te débrouiller seule. Je vais t'emmener chez moi.)
(Yo te cuidaré hasta que sanes y puedas valerte por tí mismo. Te llevaré a mi casa.)

El corazón del joven francés latió fuerte en su felicidad, había conocido a una buena persona aunque no se confiaría, no volvería a caer en las trampas del amor.

-Merci beaucoup, mais cela ne sera pas gênant pour vous ou votre partenaire ?
(Muchas gracias, ¿pero no será molestia para usted o su pareja?)

Shura sintió una punzada en su corazón pero se repuso rápido y le respondió con una media sonrisa.

-Pas de problème, je suis célibataire et j'ai peu d'amis. Vous serez calme à la maison jusqu'à ce que vous vous sentiez assez fort pour continuer votre vie.
(No hay problema, soy soltero y tengo pocos amigos. Estarás tranquilo en casa hasta que te sientas con fuerzas para seguir con tu vida.)

Camus agradeció nuevamente con una sonrisa y volvió a cerrar sus ojos, debía descansar y pensar en lo que haría al recuperarse.

Hacían tres días desde que Camus se hallaba instalado en la casa de Shura, el español lo cuidaba, se había tomado muy en serio lo de proveerlo de cuanto necesitaba y el joven francés no tenía idea de cómo podría pagarle por tantas molestias.

A pesar de estar en convalecencia, ya podía levantarse de la cama y dar pequeños paseos por la habitación, no muy lejos por si se cansaba y tropezaba, pudiendo abrir la herida.

Estaba en el cuarto de huéspedes, con una decoración de excelente gusto, con combinaciones de detalles griegos y otros, que supuso españoles.

Ensimismado en lo que veía, no escuchó los pasos detrás suyo.

-Buenas tardes, Camus, ¿cómo te sientes?

Los días luego de su despertar en el hospital y hasta esa misma mañana, había estado estudiando ávidamente el idioma español y debía reconocer que le encantaba escuchar a Shura cuando le leía un cuento o un poema, para que aprendiera de narrativa.

La voz grave del español se volvía dulce, melodiosa, enérgica, de acuerdo al ánimo que le ponía al narrar.

Podía vivir los cuentos y volar con la poesía de Gustavo Adolfo Becquer, la que Shura disfrutaba especialmente de leerle.

Tras el sobresalto inicial, se giró con una sonrisa para saludar a su gentil anfitrión, el que a pesar de poner la mejor voluntad, no podía ocultar el gran dolor que lo consumía.

Ya no necesitaban hablar en francés, sólo cuando Camus se exaltaba y le salía su lengua madre, pero eso casi no ocurría.

-Buenas tardes Shura... me siento bien, pero yo quisiera preguntar lo mismo: ¿cómo te sientes?

Ante esta pregunta, Shura se puso a la defensiva.

-¿Por qué la pregunta? Estoy bien.

-Es que te he notado cabizbajo y tienes ojeras... no quisiera pensar que estoy demandando demasiado de tí y te enfermarás por mi culpa.

El español sonrió apenas pero su mirada mostraba un brillo intenso.

-No enfermaré y mucho menos por tu culpa, sólo... tengo algunos problemas y no he dormido bien.

-¿Puedo ayudarte en algo? Si es por trabajo, tengo conocimiento en varias materias de finanzas, contabilidad...

-No es eso... pero muchas gracias... es que-

El timbre sonó y Shura se disculpó para ir a atender.

Camus escuchó el sonido de la puerta y luego más voces masculinas.

Se sintió inseguro cuando el español regresó en compañía de un joven de cabellos castaño claro y hermosos ojos verdes y otro de cabellera y ojos violaceos.

Se presentaron como Aioria y Ángelo. A pesar de saludarlos cortésmente, sus alarmas se encendieron al notar que el castaño era griego.

No se hizo ninguna referencia al porqué de su estadía junto a Shura, pero en un momento en que el español salió de la habitación junto a Ángelo, Aioria le preguntó discretamente cómo había conocido a su amigo.

Camus le respondió sin ahondar demasiado, pero quedó sorprendido cuando el otro chico le agradeció.

-Mira, no sé qué tan amigo eres de Shura, pero-

-No malinterpretes, no hay nada entre nosotros.

-Ya lo sé, no era lo que iba a decir... te quería agradecer que hayas logrado sacarlo un poco de su depresión.

-¿Depresión? Lo he visto ojeroso pero no me dice qué le sucede.

-Hace unos días se cumplió un año desde que su prometido murió y no se abre a contar su dolor...

-¿Tenía pareja y murió?

-Sí, Aioros, mi hermano mayor... fueron atropellados y Shura casi muere también, estuvo meses en coma y cuando se recuperó debí darle la terrible noticia...

-Lo lamento, no tenía idea... siento lo de tu hermano...

-Está bien, gracias, mis papás y yo lo estamos sobrellevando pero Shura... creí que intentaría una locura, temía por su salud mental.

-Yo... él me salvó y luego, se preocupó lo suficiente como para cuidarme y darme un techo... quisiera ayudarlo...

-Ya lo estás haciendo al estar con él.

En ese momento los amigos volvían y ellos cambiaron el tema de conversación, aunque Shura pudo darse cuenta que algo raro sucedía.

-¿Sabes Shurita? En dos días llega al país un antiguo amigo de Aioros, no sé si recuerdas a Kanon Katsaros...

El mundo de Camus se dio vueltas y un estremecimiento intenso lo tomó, dando aviso a los demás de que algo pasaba.

-¿Qué te sucede? ¿Te sientes mal? Shura, llevémoslo a la cama, está pálido...

-No... no... ¿Dijiste Kanon Katsaros?

-Sí, acaso lo conoces? Era amigo de Aioros igual que su gemelo, pero vive en Francia y no pudo venir a su funeral. Llamó hace unos días para avisarme que venía.

-Yo... yo... no quisiera que él sepa que ustedes me conocen... por favor...

-¿Tan mal así? Puedes contarnos con confianza

-Éramos pareja, lo amaba muchísimo, pero se volvió tóxico, no quería que nadie se me acercara, me celaba con todos y llegó a golpearme... yo... me escapé... y me fui del país... no quiero que me encuentre.

Shura apenas conocía al gemelo porque su amistad había terminado con Aioros cuando empezaron su relación, al parecer él lo quería como cuñado.

Si ese hombre había sido capaz de levantar su mano contra alguien tan dulce y adorable como Camus, sin hablar de lo hermoso que era, no sería nunca bienvenido en su casa.

-Mira Aioria, te pido por favor que tanto tú como Ángelo, olviden que lo vieron aquí y no lo mencionen delante de Kanon.

-No necesitas pedirlo, pero también debes temer al hecho de que quiera visitarte, su motivo de visita es ir a la tumba de Aioros y tal vez, verte.

-Pues no queda otra, nos iremos unos días de la ciudad, nadie sabrá que Camus está en España.

-Perfecto amigo, puedes quedarte en la cabaña que tengo en Italia, sólo Mani y yo vamos en temporada baja y está completamente equipada, lista para habitar.

-¿En serio, Ange? eso sería genial y estaríamos lejos de Kanon y el peligro que implica para Camus.

-Claro amigo, cualquier cosa por verte bien y de paso ayudamos a tu hermoso amigo.

Camus se sonrojó y sonrió avergonzado.

-No te sientas intimidado, belleza... yo tengo a mi rosa venenosa, Aio tiene a Shaka y bueno, sólo con tu protector podrías entablar algo más que una amistad.

Ahora fue el turno de Shura de sonrojarse y mirar de reojo a Camus, que estaba en su misma condición.

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