Capítulo 6: La muerte la rodea.
BTS- Dynamite
EIDEN
Mis dedos pican mientras observo el lienzo blanco delante de mí, el olor a pintura y el lápiz dando vueltas en mis dedos me hace sentir inquieto, tengo tiempo sin sentir la necesidad de pintar, pero la siento, mi cuerpo lo pide a gritos, mi mente es una maraña de pensamientos y sentimientos que presionan con fuerza dentro de mi pecho.
Dejo salir un largo suspiro y cierro los ojos por un momento, un par de ojos avellana llenan mi mente, el marrón y el verde se mezclan, chocan y se convierten en una misma creación, puedo ver las largas pestañas, lo poblada que son sus cejas.
Hago el primer trazo, luego hago el segundo trazo de lo que supongo que es un rostro, puedo recordar su mirada soñolienta cuando la desperté porque ya era tarde y empezaba a estar oscuro, puedo recordar cómo sus ojos se quedaban viendo un punto fijo sin ninguna razón y parpadea lento como si intentara recordar dónde estaba.
Ambos bajamos la colina sin mucha prisa y en completo silencio, me agradeció por por haber llevado a Yeon, como se despidió de él con una enorme sonrisa en sus labios y luego entró sin ver atraś.
Dejo que mis dedos se deslicen por el lienzo mientras que mis oídos son llenados por la música que está tocando Min, la melodía del piano con la imagen que tengo en mi cabeza se mezclan y me inspiran; dejando como consecuencia a una Saori sonriente, aunque en sus ojos no hay emoción, es como si no tuviera vida.
Busco mi paleta de acuarelas y luego de mojar ligeramente el pincel comienzo a pintar, lo hago delicado, mezclo los colores que creo que van a poder representar el color peculiar de sus ojos, el color de su cabello marrón con algunos mechones rojizos y el color tostado de su piel.
Cuando termino me alejo del lugar para ver el retrato y una sonrisa se desliza por mis labios, sí, definitivamente es ella, su nariz pequeña, sus dientes en una amplia sonrisa, dejando ver como sus dientes frontales están ligeramente torcidos, hay vida en los colores, pero sigue sin haberlo en sus ojos.
Me dejo caer en el suelo y suelto un suspiro brusco.
No creo que haya logrado hacer un lienzo digno.
—La loca ya te volvió loco con solo unos contados encuentros. —Escucho que dice Min.
No volteo en su dirección y sigo observando el retrato.
—Creo que he perdido el toque, ella no luce feliz en el lienzo.
—Yo la veo feliz.
Volteo a verlo incrédulo y luego señalo el lienzo.
—Sus ojos lucen tristes.
Min observa el cuadro con la cabeza ladeada y frunce el ceño, luego baja la mirada hacia mí.
—Sigo viéndola feliz.
Veo el lienzo por un breve momento y luego vuelvo la mirada hacia él.
—¿Por qué no ves la tristeza en sus ojos?
Se encoge de hombros.
—Quizás personas rotas pueden ver a personas rotas.
No todas. Quiero decir, pero no lo digo, no cuando él no lo ve, porque Min no está completo, no desde que su madre lo abandonó cuando era un niño en la puerta de la casa de mis padres. No cuando dejo la música debido a su lesión en las cuerdas vocales, no cuando su mundo también en una época se vino abajo.
Todos estamos un poco rotos por dentro, unos más que otros, pero no creo que alguien esté completo.
Me quedo contemplando el retrato mientras que Min anuncia que se irá a dormir. La última vez que pinté un rostro fue hace cinco años, estaba tan entusiasmado por hacerlo, por llenar de vida un lugar que estaba vacío, pero ese mismo día todo se fue a la mierda. Dejo salir un suspiro tembloroso y respiro profundo, caigo sobre mi espalda y cierro los ojos, tarareo una vieja canción una y otra vez, mientras siento como el frío comienza a hacerse dueño de la habitación.
—¿Sabes qué es lo más bonito de la vida? —inquiere la abuela mientras como mi manzana.
—¿Qué?
Me observa de reojo y sonríe.
—Intenta adivinar, hijo.
—¿Qué existe la comida? —digo con la boca llena y trago para proseguir con mi explicación—. Podemos comer desde cosas agrias hasta dulces, como la manzana que es muy buena.
La abuela se echa a reír y niega con la cabeza. Le sonrío con entusiasmo, me gusta verla riendo, me hace saber que estoy siendo un buen nieto, fue lo que mamá me pidió que hiciera, ser bueno con los abuelos mientras vivía con ellos. Ella se acerca a mí y limpia las migajas de la fruta que quedaron en mis labios, acuna mi rostro entre sus manos y susurra con cuidado:
—Que siempre lo podemos volver a intentar.
Me siento en el piso y vuelvo a ver el lienzo enfrente de mí, recorro cada parte de la pintura y dejo salir un suspiro tembloroso, gruño por lo bajo y me levanto en busca de otro lienzo. Quizás si la pinto de nuevo esta vez logre lo que quiero. Hago los primeros trazos y dejo que mi mano se mueva sobre la superficie blanca, la cual poco a poco se llena de colores cuando aplico sobre ellas las acuarelas.
Cuando me alejo, noto que el retrato está lleno de vida, pero sus ojos siguen igual de sombríos que el anterior, dejo salir un bufido lleno de irritabilidad y lanzo sobre el retrato pintura, cubriendo la mitad del rostro, cierro los ojos con fuerza y suspiro pesadamente, camino hasta el minibar del lugar para sacar una botella de vino y servirme un vaso, tomo del líquido y lo saboreo con calma antes de volver la vista a los dos retratos.
—¿Qué es lo que no dejas ver? —inquiero a la nada—. ¿Qué es lo que no quieres que vean?
No obtengo una respuesta, no obtengo nada que no sea el silencio en la habitación. Cuando la observas, luce feliz, llena de vida junto a su familia, junto a Yeon, pero cuando la pinto, solo puedo retratar un rostro sonriente con una mirada llena de dolor. El maullido de un gato llena mis oídos y busco el autor del sonido, la gata de ojos azules y pelaje blanca de la señora de al lado está junto a las puertas corredizas, sus ojos no observan en mi dirección, sino en dirección de Yeon, quien la observa desde su cama antes de caminar hacia ella.
No le ladra, no se gruñen entre sí, sólo se miran fijamente y cuando el cachorro voltea en mi dirección, sé lo que quiere que haga. Camino con calma hasta la puerta y la abro, dejando que la gata de nombre desconocido entre. Ambos se huelen y luego van hacia la cama, dónde se acurrucan y quedan quietos.
Todas las noches ocurre lo mismo, ambos duermen juntos mientras yo intento pintar, aunque no logro hacer nada digno, la amistad de Yeon y la gata es extraña, debido a que un gato y un perro no se llevan bien, pero ellos van en contra de ello.
Busco un lienzo blanco y me acerco a dónde están ellos, comienzo a pintar dos mundos diferentes, dejo que la gata tenga un color azul de fondo, mientras que Yeon tiene el rojo, en el medio ambos colores se mezclan, formando violeta, ambos mundos se rozas, como si fueran una suave caricia, pero no se logran mezclar por completo.
Al terminar dejo salir un gruñido y lanzo pintura sobre el retrato, sintiéndome inconforme, sigo sin volver a llenarme, sigo sin poder pintar y sentir que es arte, solo siento que es basura. Salgo del lugar y cierro los ojos cuando el aire choca contra mi rostro, las luces de la casa principal están apagadas, eso quiere decir que Min se ha dormido.
Me siento en la grama y observo el cielo, no hay muchas estrellas, pero si hay una hermosa luna brillando, logrando que la noche sea una obra de arte. La última vez que estuve enamorado de mis cuadros fue hace años, hice arte, me enamoré de ese arte. Hay una frase que menciona que romperle el corazón a un artista hace que este haga arte.
Quizás funciona con otros, pero conmigo no fue así, mi corazón fue destrozado y desde entonces, pintar no es lo mismo, no soy capaz de hacer algo que me llene por completo, que me haga sentir orgulloso.
Y aunque he pegado cada parte, sigue habiendo grietas, todavía hay espacios vacíos, porque una vez que te rompen el corazón, esas personas se llevan pequeños fragmentos que no vuelves a recuperar y debes vivir sin ellos.
SAORI
—Esa es su sobrina —escucho que dicen a mis espaldas—. Es una malagradecida con Louise, si yo tuviera una sobrina así, no la hubiera recibido en mi casa después de que lo hizo.
—¿Entonces es verdad? —dice otra mujer con la voz aterrada.
—Lo es —dice la primera voz—. Dicen que es una asesina, parece que todo lo que la rodea muere; no me sorprendería si Louise o Calvin mueren por culpa de ella.
Aprieto mi mandíbula y cierro los ojos con fuerza mientras siento como la ira se extiende por mi cuerpo, mis hombros se tensan con violencia y dejo salir un suspiro tembloroso. Dejo la bandeja con los pedidos sobre la mesa y volteo en dirección de las viejas chismosas.
La mirada de ambas se clava en la mía, ambas sonríen de manera hipócrita y hago lo mismo, me acerco en dirección de ellas y ladeo la cabeza hacia un lado, mientras que sin dejar de sonreír hablo con la voz más dulce y filosa que tengo.
—Ustedes también deberían tener cuidado, ya que soy una asesina y puedo matarlas. ¿No creen? Viejas chismosas.
La boca de ambas mujeres se abre sobre manera y la que tiene el cabello de color rubio pollo, color que se le ve ridículo, me señala con el dedo.
—¡Acaso no le enseñaron a está malcriada a respetar a los mayores! —vocifera y varias cabezas que se encuentran en el lugar voltean en nuestra dirección.
—¿Y a usted no le enseñaron a no ser chismosa y a no generar comentarios maliciosos?
—No estamos diciendo nada que no sea cierto —dice la segunda mujer que tiene el cabello pintado de rojo.
—Nada de lo que está diciendo es cierto, lo único cierto aquí es que son dos viejas chismosas que no tienen nada más que hacer en sus casas, y vienen aquí a hablar del culo de otros.
Me observa ofendida, indignada y se levanta de la silla, cruzándose de brazos y mirándome con los ojos llenos de fuego, creo que está planeando en su mente mi muerte. Su piel blanca está roja de la ira y combina con el pintalabios del mismo color que tiene.
—¡¿Quién cree que es para que me hable tan groseramente?! —grita y me tenso, Calvin no va a tardar en salir para ver qué ocurre—. ¡Niña malcriada y grosera! ¡Sus padres no la criaron bien!
—No meta a mis padres en esto —mascullo.
—Solo digo la verdad, niña insolente.
Sonrío, lo hago con veneno y sintiendo como mi cuerpo está cada vez más tenso.
—Entonces si usted dice la verdad, yo también la digo. ¡Vieja bruja! —exclamo y veo la ira en sus ojos creciendo—. ¡Si quiere hablar de mi culo hágalo lejos de mí! Porque si algo me enseñaron, es que a viejas chismosas y metidas como usted hay que pararlas, vaya a meterse en su propia vida, critique su existencia antes de hacerlo con la de los demás. —Doy un paso en su dirección—. Así que vuelva a decir que la muerte me ronda, vuelva a decir que mi tía o el señor Calvin van a morir y olvidaré que tengo modales. ¿Entendió?
—¿Me estás amenazando? —inquiere entre dientes y me observa con los ojos entrecerrados.
—Lo estoy haciendo.
Mi rostro voltea hacia un lado y siento el ardor y el dolor extendiéndose rápidamente por mi mejilla, el sabor a metal llena mi paladar y paso mis dedos por la esquina de mis labios, veo la sangre. Veo en dirección de la mujer y luce satisfecha, complacida, no la golpeo, no lo hago porque no pienso levantarle la mano a una mujer mayor, pero cuando mis ojos ven el batido de fresa que hay en la mesa no tardo en lanzárselo en el rostro, borrando la sonrisa de mierda que tenía en el rostro.
—¡Maldita insolente! —grita e intenta lanzarse sobre mí, pero dos brazos la detienen, mis ojos dan con los del Calvin y veo la confusión bailar en sus ojos.
—¡Marina, calmate! —vocifera Calvin mientras la anciana se revuelca entre sus brazos—. ¡Basta!
—¡Esa infeliz me echó el batido encima y me golpeo! —grita la bruja llamada Marina.
Miro hacia Calvin, quien me observa con inquietud.
—No la golpee, lance el batido, pero no la golpee, en cambio, ella lo hizo conmigo. Me golpeó.
—Eso es cierto, Calvin —dice una voz masculina a mi espalda y observo a un señor de edad avanzada sonriendo—. La señora Marina, fue quién la provocó y la chica solo se defendió. —Mira hacia la mujer con una ceja arqueada—. Ya tienes canas y una edad avanzada y sigues siendo la misma mujer chismosa y maliciosa de siempre, no me sorprende que nadie se acerque a ti de manera honesta.
—¡Mentira! ¿Por qué te colocas de su lado Castiel? —exclama la bruja—. ¡Yo estaba tomando la bebida y hablando con Susan y esa malcriada vino a atacarnos!
Dejo salir una risa llena de burla, la mujer deja de moverse como sanguijuela entre los brazos de Calvin y me observa confundida y con ira. Me cruzo de brazos y niego con la cabeza.
—Aparte de vieja chismosa y alimaña, es una puta mentirosa de mierda. ¿Por qué no habla con la verdad, bruja? —inquiero y hago una pausa para luego mascullar—. Cierto, porque ser hipócrita es al parecer una hermosa cualidad que usted tiene. —Veo hacia Calvin, quién me observa con calma—. No la golpee, si soy culpable de lanzarle el jugo encima, lo acepto, pero fue porque me golpeó, luego de que le reclamé porque estaba hablando mierda sobre mí y metiéndose con mi tía Lou y conmigo. —Vuelvo la mirada hacia la bruja—. Tan vieja y tan ridícula, feliz tarde, vieja chismosa.
Escucho el chillido que lanza la anciana y sin prestar mucha atención me doy la vuelta y camino hacia el interior de la cafetería, cierro los ojos con fuerza y dejo salir un suspiro tembloroso cuando estoy lo más alejada de todos. Maldita vieja hipócrita, en cada lugar siempre hay una vieja chismosa y metida, son como víboras que solo se alimentan de los chismes.
Olvidan que están hablando de la vida de otra persona, alguien que siente, que tiene miedos e inseguridades, alguien que lucha con sus propios demonios y mierdas así, solo alimentan los demonios de las personas.
—Calvin, ¿dónde las dejo? —escucho que dicen y levanto la mirada, observando a Eidan entrando por la puerta trasera con varias cajas que tapan su rostro, el cual se encuentra ladeado hacia un lado.
—Hacia la izquierda —digo por lo bajo y parece que tarda unos momentos en reaccionar.
Me acerco a la mesa y observo las cajas, son la fruta fresca que debía de llegar esta mañana. No sé si fue buena idea aceptar venir a ayudar a Calvin en su cafetería, la mujer que lo ayudaba ha dado a luz, y tía Lou le mencionó mi título en gastronomía y no dudó en pedirme ayuda.
—Conocerás a muchas personas del pueblo —dijo Calvin sonriente—. Y quizás hagas amigos, cielo.
Cierro los ojos con fuerza, acabo de montar un espectáculo en su cafetería y no creo que quiera más mi ayuda, dejo salir un suspiro tembloroso y vuelvo la mirada hacia las cajas, están todos los ingredientes que quería para hacer diferentes postres.
La he cagado en grande.
Calvin debe de estar enojado.
—¿Estás bien? —inquieren.
Parpadeo varias veces antes de ver a Eidan, sus ojos cafés me observan con inquietud, tiene pintura en el cuello y parte de su rostro, sus ojos lucen cansando y, aun así, está de pie y me observa con curiosidad, no parece preguntar por preguntar, sino porque de verdad le importa.
—Estoy bien.
Frunce el ceño.
—Tienes la mejilla roja y el labio partido —dice.
—No es nada.
Arquea una ceja y me da la espalda, lo veo buscar entre la nevera algo y no le presto atención, comienzo a sacar las cosas de las cajas y acomodarlas sobre la mesa, clasificando para poder guardarla.
—Toma —lo escucho decir y cuando volteo, observo el trapo que tiene en la mano.
—No necesito eso —digo con calma.
—Se está inflamando tu rostro.
Lo sé, sé que se está inflamando, mi piel es sensible y me golpeo con todas sus fuerzas la vieja chismosa. No espera a que me acerque y se acerca él, toma mi mano y coloca el trapo con hielo, luego lo lleva hacia mi mejilla y clava sus ojos en los míos.
—Déjala así.
No deja que responda nada y se da la vuelta, busca el botiquín de primeros auxilios y saca algodón y alcohol, lo moja y se vuelve a acercar a mí. Doy un paso hacia atrás, intentando alejarme, porque ya veo su intención.
—Estoy bien —susurro.
Sonríe de lado.
—No, no lo estás —dice y se acerca de nuevo.
Me tenso cuando siento su mano acercándose a mi labio, presiona el algodón con el alcohol sobre la herida y mi cuerpo se estremece por el ardor, hago una mueca y cuando termina de limpiarla, aplica una pomada, luego de retirar el trapo con el hielo de mi mejilla, desliza la pomada en círculos pequeños, estremeciendo mi cuerpo. Me quedo inmóvil mientras lo hace, está tan cerca que puedo percibir el olor a pintura y ver las formas irregulares que tienen estas.
Son salpicaduras.
Sus dedos dejan de tocar mi piel y mis ojos buscan los suyos. La sensación cálida y de tranquilidad que me transmite me deja helada, hace que mis pensamientos se callen y lo comprendo, es la misma sensación que tuve en el hospital cuando desperté de las pesadillas.
Fue él quien me consoló.
—Saori —dicen detrás de Eidan.
Ambos nos apartamos y los ojos de Calvin se encuentran con los míos.
—¿Se debe hacer primero el relleno o la harina para las tartas? —inquiere con calma y mi ceño se frunce.
—¿Disculpa?
Me observa de reojo.
—Hoy haremos las tartas de prueba. ¿Cierto, cielo?
Me siento confundida, porque pensé que me gritaría o estaría enojado conmigo por lo sucedido, pero su actitud es como si no hubiera ocurrido absolutamente nada. Asiento con la cabeza cuando me vuelve a preguntar si hacemos las tartas de prueba y murmuro como empezaremos. Lo veo moverse por la cocina y luego ir hacia el frente de la cafetería cuando la voz del señor de antes—la cual reconozco al instante—. Lo llama.
—No está enojado —musito por lo bajo.
—¿Debe estarlo? —inquiere Eidan.
Levanto la mirada hacia él y asiento con la cabeza.
—¿Tiene algo que ver con el golpe en tu mejilla?
—Sí.
Mira en dirección de la puerta y luego vuelve la mirada hacia mí.
—Quizás quiere hablar.
—O quizás está intentando controlarse para no enviarme a la mierda.
Sus labios se ensanchan, formando una linda sonrisa y niega con la cabeza.
—Solo espera y verás como saca el tema.
Frunzo el ceño.
—¿Lo conoces muy bien? —inquiero.
Se encoge de hombros.
—Nunca conoces por completo a una persona, pero sé que no es un hombre impulsivo y siempre escucha y averigua todo. —Sus ojos se dirigen brevemente hacia mis labios—. Intenta que la herida no se abra.
—Lo haré.
Sus ojos suben hacia los míos y se quedan ahí por un momento, veo como su mano se eleva por el aire y coloca detrás de mi oreja un mechón de cabello. Ese simple gesto se siente íntimo, delicado, no sé cómo explicarlo, pero hace que el aire sea retenido en mis pulmones y sienta los vellos de mis brazos y nuca erizarse.
—Bien, feliz tarde, Saori.
Asiento con la cabeza.
—Feliz tarde, Eidan.
Lo veo sonreír ligeramente y se da la vuelta, mis ojos lo siguen y trago saliva cuando sale de mi campo de visión, dejo salir un suspiro tembloroso, y de manera inconsciente me encuentro cerrando los ojos por la calma que Eidan transmite.
Calma, aquella que viene después de la tormenta, aunque muchas veces, la tormenta se extiende y consume todo.
N/A
Buenaaaaaaaaas, buenaaaaaaas. ¿Cómo me los trata la laif?
Espero que bieeeeeeen. ¿Ya escucharon la canción de multimedia? Si no es así, se andan perdiendo un graaaaaaaan arte 7uu7 En otras noticias no tengo adelanto del próximo cap, but ¿ya vieron? Estos dos van cayendo lento y sin freno gente 7uu7
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