Capitulo 4: Saori.
Bad Dreams - Faouzia
SAORI
Me estoy quebrando en miles de pedazos, sabía que esto ocurriría, sabía que no acabaría bien nada si se enteraba, pero creí que podía manejarlo, sin embargo, no puedo hacerlo, y quiero gritar de impotencia, quiero llorar, quiero arreglar todo pero no sé cómo hacerlo.
Debí haberme ido muy lejos, no debí haberme quedado, mucho menos debí haberla arrastrado a esto, porque este es mi infierno, era mi carga, era solo mío.
—¡Eres una maldita egoísta! —vocifera—. ¡Solo piensas en ti y en tu dolor! ¡Pobre, Saori! ¡¿Y qué hay de mí?! ¿Sabes cómo me voy a sentir? Voy a sentirme como tú te estás sintiendo, quizás hasta peor. Pero no piensas en mí, ni en tú tía, ni en Ash, en nadie. Solo en ti.
"Quise evitar esto" Quiero decir pero no lo hago, no hay palabras que salgan de mí, porque es cierto, fui egoísta.
Gimoteo en busca de aire y me siento con desesperación en la superficie blanda, todo me da vueltas y una arcada sube con velocidad por mi boca, me muevo rápido para evitar que el líquido caiga en la cama y cierro los ojos con fuerza. Alguien sostiene mi cabello mientras que el vómito sale, me dan suaves palmadas en la espalda y cuando ha acabado cubro mi rostro con las palmas de mis manos
Mi respiración es errática, estoy sudando y llorando a la vez, alguien me abraza, me susurra que todo estará bien y luego la oscuridad me consume de nuevo.
—¡Saori! —gritan en la distancia—. ¡Saori!
Reconozco la voz, sé de quién es y me apresuro a buscarlo, pero todo está a oscuras, no hay ninguna chispa de luz, no hay nada y estoy asustada. Pronto veo una puerta, miro hacia abajo y noto que estoy descalza, mis pies son pequeños y mi muñeca Liss cuelga de mi mano izquierda.
—¡Saori! —gritan con la voz ahogada.
Abro la puerta cuando estoy cerca, veo como mi padre está en el suelo, jadeando por aire, sus manos están en su pecho y sus ojos me observan con dolor. Mamá siempre me decía que debía darle su pastilla y eso hago, corro al cajón que hay junto a la cama y busco las pastillas, busco agua y me acerco para darle, papá las toma con fuerza, lo hace apurado y luego se deja caer al suelo otra vez.
Su respiración es errática, me observa con los ojos entrecerrados y toma mi mano y me da un apretón.
—No llores —dice en un hilo de voz—. Papá estará bien.
Grito, grito del dolor y alguien se apresura a abrazarme, arrugo la ropa de la persona y sus manos acarician mi espalda, me acarician el cabello, pero por alguna razón no puedo calmarme. Fue mentira, mi padre nunca estuvo bien después de ese día, cuando creí que estaba dormido del dolor, era porque en realidad estaba muerto y estuve sentada a su lado esperando que despertará y me volviera a sonreír.
—Tranquila —me susurra una voz gruesa y masculina en el oído—. Estás a salvo, tranquila.
Sigo sollozando y la persona que me abraza comienza a tararear por lo bajo, su voz me tranquiliza, es ronca y eriza los vellos de mi piel, sus manos acarician las hebras de mi cabello y poco a poco las lágrimas dejan de caer, luego mi respiración se normaliza y sin poder evitarlo mis ojos se cierran una vez más y le dan la bienvenida a la oscuridad.
Tengo la garganta seca y me arde, se siente como si hubiera gritado durante horas, mis ojos pesan cuando los abro, pero lo cierro rápidamente de vuelta debido a que una luz blanca da de lleno contra ellos. Gimoteo por lo bajo y me muevo sobre la superficie blanda en la que estoy, siento el cuerpo adolorido y mi cabeza duele, hago una mueca cuando me muevo y siento una punzada atravesando mi cuello de manera cruel.
Entreabro los ojos y lo primero que veo es un ramo de flores, son girasoles. Frunzo el ceño y me siento en la cama con cuidado, sintiendo como mis músculos protestan, veo hacia mi izquierda y mi tía está dormida en el sofá, luce cansada y mi pecho se contrae ante el sentimiento de que es mi culpa que esté así. Estoy en una habitación de hospital y hay una intravenosa en mi brazo izquierdo, el olor a desinfectante me hace añicos el estómago y quiero vomitar.
No me gustan los hospitales.
Detesto estos lugares.
Vuelvo la mirada hacia las flores y tomo la tarjeta en ellas, es completamente blanca con unos delicados bordes dorados, cuando la abro hay una letra corrida y muy pulcra a diferencia de la mía que es un desastre.
Gracias por cuidar a Yeon y preocuparte por él. Ya está bien, no te preocupes por ello, espero que te recuperes pronto.
Eiden.
—Yeon —musitó y dejo la tarjeta a un lado, me levanto de la cama y cuando mis pies hacen contacto con el suelo del hospital hago un mueca, está helado. Veo un abrigo sobre la silla y con ayuda del portasueros me acerco con cautela para tomar el abrigo y colocármelo.
Quiero ver con mis propios ojos que este bien la bola de pelos.
Veo en dirección de mi tía y muerdo con fuerza mi labio inferior, sé que voy a preocuparla cuando despierte y vea que no estoy. Una oleada de tristeza me invade al recordar el pasado, justo en la misma situación, en fechas distintas y en condiciones más crueles.
No lo merecías. Lo siento.
Cierro los ojos con fuerza por un momento antes de retirar con cuidado la intravenosa para luego salir de la habitación con cuidado, cierro la puerta a mis espaldas con delicadeza y me preparo para huir por segunda vez de un hospital.
—Te falta la gorra de invisibilidad —dicen detrás de mí y doy un brinco por el susto.
Volteo con rapidez y el hombre que vive con mi tía me sonríe de oreja a oreja, tiene dos envases de café en cada mano, inspecciona mi vestimenta y luego niega con la cabeza.
—No sabía que te gustaba la ropa tan grande, pequeña niña, parece que mi abrigo te ha comido de un bocado.
Bajo la mirada hacia mi vestimenta y efectivamente, parece que me han comido, me queda enorme el abrigo. Me muevo con incomodidad y el hombre ladea la cabeza hacia un lado.
—¿Quieres una gorra de invisibilidad?
—¿Qué?
Me sonríe.
—Cuando quieras huir de un lugar o pasar desapercibido, solo te debes colocar una gorra, nadie te reconoce y es mejor que la capa de Harry Potter.
Frunzo el ceño y una ligera sonrisa se desliza por mis labios, es muy estúpido lo que dice, pero a la vez es curioso y no es la primera vez que escucho esa teoría.
—¿Me darás la gorra que traes puesta? —inquiero por lo bajo.
El hombre asiente con la cabeza y se inclina hacia adelante para que pueda tomar la gorra, me rio por lo bajo y la tomo, luego me la coloco y él se echa a reír.
—Vaya, ya no veo a nadie.
No sé si es porque luce amable, o por la voz fingida y poco creíble que dejo salir una pequeña carcajada, inspecciono el lugar en busca de alguna enfermera observándonos, pero solo hay un niño que no deja de verme, sus ojos están entrecerrados y me observa con una mirada acusatoria. Aparto la mirada del pequeño para volver hacia el hombre delante de mí.
—No creo que funcione, ese niño me está viendo.
Confirma lo que digo y luego se encoge de hombros.
—Puede ver a las personas invisibles, es su trabajo.
Frunzo el ceño.
—¿Su trabajo?
Asiente con la cabeza y se acerca para susurrar:
—Es el hijo de la jefa de enfermeras y por ende ayuda en el hospital siendo los ojos de su madre.
Una pequeña "o" se forma en mi boca, cuando volteo hacia el niño hace un gesto de estar observándome con los dedos y luego se marcha. Me quedo confundida por unos minutos antes de volver hacia el hombre que no ha dejado de verme, y cuando quiero decir algo, la puerta a mis espaldas se abre con fuerza.
—¡Oh Dios, estás aquí! —escucho decir a Lou.
Giro hacia ella y se abalanza hacia mí, dándome un fuerte abrazo.
—Creí que te habías ido otra vez —musita y luego me aleja de su cuerpo para tomar mi rostro entre sus manos—. ¿Qué haces de pie?
—Yo...
—Dijo que se sentía algo asfixiada y le ofrecí que me acompañara a la cafetería —dice el hombre detrás de mí—. Traje café, cariño.
—¿A la cafetería? —inquiere mi tía con cuidado mirando a su pareja, luego me voltea a ver—. ¿Es cierto lo que dice Calvin?
Asiento con la cabeza.
—Bien —susurra—. Vamos, aún no te dan el alta.
Entro en la habitación con los dos, tía Lou me ayuda a meterme en la cama y la escucho regañando a Calvin por haber dejado que me quitara la intravenosa, aún creyendo la historia. Me dicen que tengo un fuerte resfriado debido a la lluvia, pero también es causado por mis defensas que están bajas por no comer bien.
Lou me reprocha por mi salud y repite que debo cuidarme, no le digo nada y asiento con la cabeza de manera comprensiva, no quiero llevarle la contraria.
Luce preocupada, quizás angustiada hasta cierto punto y mi corazón está estrechándose dentro de mi pecho, es curioso, llevo menos de un día aquí y ya la he preocupado, me quedó sentada en la cama cuando Lou sale de la habitación en busca de una enfermera para que me coloque la intravenosa de nuevo, cuando la puerta se cierra tengo que mirar hacia el techo para no soltar las lágrimas que se acumulan en mis ojos.
No mereces que se preocupe por ti.
No, no lo hago, no merezco muchas cosas y esa es la última cosa que debe sentir por mí.
Pero que lo haga, que se preocupe, que no me reproche nada, que me acepte, me hace sentir pequeña, me hace sentir como la niña que crió y educó, como la niña a la cual le sonreía ampliamente cuando iba a la escuela a buscarme, cuando me ayudaba en mis tareas y no se enojaba si no entendía, cuando me mira a los ojos con cariño, me hace sentir su hija.
—¿A dónde ibas, niña? —inquiere Calvin.
Volteo a verlo.
—Por ahí.
—Vaya, respuestas cortas —musita—. Lo bueno es que soy increíble adivinando. Mi hijo Jeremy también me da respuestas cortas cuando se escabulle y sale de casa. Así que adivinaré y creo que el mejor camino es que querías ver a Yeon. —Hace una pausa—. El cachorro.
Me acomodo en la cama y Calvin sonríe orgulloso de sí mismo. Las comisuras de sus ojos se entrecierran y las secuelas de la edad se marcan en sus facciones, pero sé de antemano que tuvo que haber sido un hombre llamativo en su juventud, porque justo ahora lo es, sobre todo, sus ojos verdes son llamativos.
—Quiero asegurarme de que esté bien.
—Aún no puedes salir del hospital.
—Lo sé —musito resignada.
—Pero nadie dice que no puedas verlo —añade con un tono de voz cálido.
Arqueo una ceja y lo observo curiosa, porque lo que dice me tienta y me doy cuenta, que es la primera vez en mucho tiempo que alguien me hace sentir confiada en tan poco tiempo y sobre todo, me hace querer aceptar su ayuda.
EIDEN
—¡¿Estás mintiendo?! —grita Min con histeria—. ¡Ella se robó a Yeon y tú vas y le llevas flores al hospital y la consuelas de una pesadilla! ¿Quién hace eso?
Resoplo y me saco la camisa para dejarla en el cesto de la ropa sucia, Yeon está dormido en su cama y luce calmado. Tiene gripe, si, los perros también se pueden enfermar de gripe y según el doctor, fue fuerte la gripe, pero con los antibióticos mejorará y llegó justo a tiempo debido a que la fiebre estaba muy alta.
—Ella no robó nada —musito mientras entro en el baño para ducharme y Min me sigue.
—¿Ella te dijo que no lo robó y le crees?
Gruño por lo bajo y giro sobre mis talones para observar a Min, no luce para nada feliz y ver el morado que hay en su ojo me hace sentir un poco culpable por haberlo golpeado, pero luego recuerdo que por su culpa Yeon se perdió, el pánico que sentí al no verlo y se me pasa.
Se lo merecía. Por imbécil.
—No culpes a otra persona de tu irresponsabilidad. Tú soltaste la correa de Yeon.
—¡Porque me miraba y lucía como un perro que quiere ir a correr libre! ¿Quién soy yo para privar a un animal de su libertad?
Escucho la risa de Jeremy detrás de Min y este lo observa con mala cara, pero el menor no se mueve, tampoco le tiene miedo a Min, algo curioso es que siempre que puede lo desafía, ambos sabemos que Min no le hará nada. Es más lo que ladra que lo que muerde.
—Ella no robó nada, llegó a casa en la madrugada con el cachorro, hasta pasó por la tienda para alquilar una bicicleta —dice Jeremy mirando a Yeon acostado en su cama—. Además, es la hija de Lou, ten más respeto con ella.
Min se cruza de brazos.
—¿Cómo no reconociste a Yeon si fue a la tienda?
—Estaba ocupado con otras cosas. Además, Calvin dice que Saori es una buena chica, no es una ladrona.
—Apenas te enteraste ayer que tenías una hermanastra.
Veo como Jeremy hace una mueca.
—Bueno, hace tres meses me enteré que Calvin era mi padre. Así que lamento si no estoy informado sobre mi nueva familia.
—Eso...
—Cállate, Min —reprocho—. Ella no robó a Yeon.
Resopla.
—¿Y las flores? —inquiere entre dientes—. ¿Acaso se va a morir que le llevas flores?
Lo observo con mala cara.
—Si no hubiera encontrado a Yeon; podría estar muerto, ahora, deja de cuestionar todo y ve a ver si la marrana puso huevos. ¿Bien? Gracias.
Escucho la risa de Jeremy, empujo a Min fuera del baño y cierro la puerta antes de que diga algo más, gruño entre dientes y niego con la cabeza. Nunca voy a entender porque nunca acepta que se equivoca. Lamo mi labio inferior y cierro los ojos con fuerza por un momento mientras me apoyo en la puerta del baño.
Saori, es la misma Saori del ascensor. Qué curioso es la vida, ese día la vi con sus muros alzados, y hoy; cuando la volví a ver tenía sus muros abajo. No me equivocaba, sus ojos son un caos, hay una tormenta en ellos.
—¡Eidan, te llaman! —grita Jeremy.
Busco mi teléfono y no hay ninguna llamada. Abro la puerta y lo veo con el teléfono en la oreja, luego me lo extiende, frunzo el ceño antes de tomarlo y llevarlo a mi oreja. Mientras que Jeremy sale de la habitación y le grita a Min que tiene hambre.
—¿Sí?
Silencio, escucho un susurro en la distancia y cuando voy a colgar porque no dicen nada hablan.
—¿Puedo ver a Yeon? —inquiere una voz suave y baja.
—¿Disculpa? —inquiero confundido por un momento.
—Soy Saori.
—Estás despierta —musito por lo bajo.
—¿Disculpa?
Niego con la cabeza.
—Que justo ahora está dormido.
Hay un breve silencio.
—¿Puedes enviarme una foto? —pide con duda en la voz.
—Sí, creo...sí, seguro.
—Gracias, Eidan.
No me deja responder y cuelga la llamada. Miro la pantalla del teléfono de Jeremy y me doy cuenta que ha sido una de las llamadas más extrañas que he tenido en mi vida. Sonrío burlón y me acerco a Yeon, le saco una fotografía y le explico a Saori el estado de Yeon.
Observo que las flechas se tornan de color azul y luego veo el escribiendo. Está escribiendo desde el teléfono de Calvin.
Pa:
Y estará perfecto? ¿Como si no hubiera ocurrido nada?
7:30 pm
Eidan:
Lo estará, solo debe descansar
7:30 pm
Pa:
¿Podré verlo luego?
7:30 pm
—¿Se ha encariñado contigo, campeón? —susurró en dirección de Yeon, quien sigue durmiendo plácidamente.
Miro la pantalla del teléfono y observo que sigue en línea, quizás esperando una respuesta.
Eidan:
Cuando salgas del hospital quizás pueda llevarlo a tu casa, si quieres
7:32 pm
No se demora en responder.
Pa:
Perfecto, gracias.
7:32 pm
Mi intención es no responder y antes de que pueda lanzar el teléfono hacia algún lugar de la cama para irme a bañar, vuelve a sonar y es un mensaje de ella.
Pa:
Y gracias por las flores, Eidan
7:33 pm
Eidan:
De nada, descansa, Saori.
7:33 pm
Dejo el teléfono a un lado y suelto un suspiro brusco. Mi abuela siempre decía que debíamos agradecer las buenas acciones de otros, porque no siempre van a existir esa clase de personas, por eso lleve las flores, quería agradecer.
Y cuando entré a la habitación ella estaba en medio de sus pesadillas, y no había nadie cerca que la calmara, y para cuando volvió su tía, el dolor se había terminado de ir.
—Caos, tristeza, cansancio. Hay muchos colores azules alrededor de ella —susurro hacia Yeon, quién duerme plácidamente—. Y sé lo que se siente estar pintado de ellos.
N/A
Buenas, buenas, buenas.
¿Cómo los trata la laif?
¿Primera impresión de Eidan
¿Impresiones de Saori?
#NoLectoresFantasmas
Lo siento compa pero una estrella y un comentario motiva a cualquiera
Nos vemos lueguin c:
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