Capítulo 25: Un último suspiro antes de decir adiós
Dean Lewis- How do I say goodbye
SAORI
—Ya me duele la cabeza —dice con la voz ronca, logrando que me sobresalte porque no esperaba que hablara—. Y si no paras de verme me dolerá aún más.
—¿Te estabas haciendo el dormido?
Su rostro gira hacia mí y sus ojos verdes brillan con diversión, intenta sonríe pero lo único que consigue hacer es una mueca de dolor por los golpes que hay en su rostro, pero aún así, no deja de intentar volver a sonreír.
—Tal vez.
—Jem.
—Han venido demasiadas personas todo el día. Así que si finjo estar dormido, no veré la cara de nadie y no tendré que decir nada.
—Justo ahora estás mirando la mía.
Me sonríe.
—¿Quieres preguntar qué ocurrió?
Desde que despertó solo ha hablado con la policía de lo ocurrido, dando su declaración y sin que nadie de la familia esté presente, solo el abogado llamado Sam que lleva el caso —abogado que es familiar de la chica que lo ayudó—. Cuando Calvin le preguntó qué ocurrió, y comenzó a cuestionarlo, Jem solo le dijo que todo iba a estar bien y que por favor, ahora no quería responder las preguntas.
Y aunque no le gustó a Calvin la respuesta, tampoco insistió en más detalles.
—No —digo con sinceridad—. He estado en dónde tu estás ahora, hace meses tuve un accidente y cuando todos querían saber y preguntaban, yo solo quería que se callaran.
Arquea una ceja.
—¿No tienes una pregunta?
Asiento.
—¿Ni siquiera una? —curiosea.
—Bueno...¿duele mucho? Los golpes en la cara, nunca me han golpeado en la cara.
Se ríe, lo hace de manera honesta porque no se esperaba mi pregunta. Y sé que no la esperaba, y aunque tengo curiosidad por lo que pasó, también sé que a veces es mejor callarse y esperar, si la otra persona quiere hablar de lo sucedido está bien,y si no quiere hablar del tema, también está bien. Nadie está obligado ni debería sentirse obligado a hablar de algo que no quiere.
—Me duele hablar, sonreír o tocar mi cara —dice con recelo en la voz—. Sin embargo, estoy vivo, y si tienes curiosidad, siempre te puedo golpear para que veas cómo se siente.
Me echo a reír y alzo mis manos en señal de alto.
—No gracias, puedo vivir con la curiosidad de como se puede sentir la cara toda llena de golpes.
Sonríe.
—Por si cambias de opinión, aquí estoy, siempre disponible y sin necesidad de hacer alguna reservación.
—Muy bien, lo considerare —digo con la misma seriedad con la que él habla.
Ambos nos reímos luego de vernos unos segundos con seriedad. Jem me pide que encienda la televisión y pase los canales en busca de una película o algo bueno para ver, así esperamos que llegue Lou y Calvin, quienes fueron a descansar un poco. Ambos vemos Bob Esponja, la caricatura animada que le gusta a Jem.
Y no solo le gusta, le encanta, porque a medida que vemos, noto que se sabe algunos diálogos de memoria y me mira en espera de que responda, y no puedo hacerlo porque no había mirado Bob Esponja, cosa que él no cree y me observa indignado por ello, pero luego lo acepta y me habla de cada uno de ellos y explica un poco.
—Quiero una cangreburguer —dice con un puchero.
—No —digo de inmediato al ver los ojitos de cachorro con los que me ve.
—Por favor —suplica, alargando la r más de lo normal y juntando su mano en forma de suplica.
—No se puede. Si una enfermera me ve trayendo comida que no debes comer me matan.
—Y si no lo hacen, estarías evitando que el bebé salga con la boca abierta.
Me carcajeo.
—Primero, no eres una mujer para estar embarazada y segundo Lou me mataría también.
—Está bien —dice resignado y fingiendo que llora—. Morire de hambre por la comida insípida que dan en el hospital y no podré comer algo delicioso, porque si Lou pudiera cocinar, me haría un banquete muy delicioso.
—Y yo te haŕe los postres que quieras mientras están en recuperación —digo con calma y sus ojos vuelven a ver en mi dirección.
Lo veo entrecerrar sus ojos.
—¿Segura?
—Segura.
Alarga su mano en mi dirección, extendiendo su dedo meñique y me rio por lo chiquito que se ve haciendo esas cosas. Y cuando uno mi dedo con el de él, sonríe amplio.
—Es una promesa y voy a hacer una lista enorme de todo lo que quiero.
Me rio.
—Pareces un niño pequeño.
—Y también seré malcriado con tantos mimos que me van a dar mientras me recupero.
Me carcajeo y sé que no puedo negarlo, porque sé que entre los tres lo vamos a cuidar. Jem es el más jóven e inexperto, aunque a veces pareciera que conoce y sabe de más cosas de las que yo, y aún así, a sus dieciocho años sigue teniendo una clase de inocencia y dulzura que no todos tienen, esa manera de cuidar a los suyos, de estar ahí para los demás, eso llena.
Y eso es lo que hace la familia. Estar ahí para los otros, y es lo que nosotros somos y lo que haremos hasta nuestro último suspiro.
Soy blancanieves en la casa de los enanitos.
Lo soy sin la voz ni el poder de hacer que vengan animales a ayudarme a limpiar. Lou y yo nos adelantamos a la casa para limpiar, desinfectar y dejar todo impecable para la llegada de Jem a la casa, el doctor dijo que aunque tiene múltiples cortadas en su cuerpo, solo una fue muy profunda y es de la cual se ha recuperado bien.
Y pronto le darán el alta.
Pero, hay que mantener las heridas limpias e intentar lo mejor posible evitar que haya una infección, lo cual podría ser delicado para Jem, y es uno de los factores más riesgosos en una recuperación, que una de las heridas se contaminen, por ello es que Lou está limpiando toda la casa y huele a desinfectante por todos lados.
—Voy a cocinar —dice cuando hemos acabado y estamos sentadas en el mueble—. Haré una comida rica para Jem, algo que le de la bienvenida a casa y tu vas a hacer un postre.
—Puedo hacer un pie de fresa.
—Sería perfecto y también tendré que ir a la floristería para decorar con algunas flores bonitas y que la casa se vea acogedora y...
—Lou —llamo con calma, acercándome a ella y colocando mis manos sobre sus hombros, intentando tranquilizarla—. Todo va a estar bien. Estaremos perfectos.
Sus ojos se llenan de lágrimas.
—Es ahora mi niño pequeño.
—Lo sé, y también sé que Jem está agradecido de ese cariño que le das. —Hago una pausa—. Aunque ahora tengo que compartir más tu corazón, eh.
Se echa a reír.
—¿Estás celosa?
Niego con la cabeza, abrazándola y dejando que su aroma llene mis fosas nasales.
—No, él puede ser tu niño y yo seré tu niña pequeña.
Sus manos acarician mi espalda, luego me aleja de su cuerpo para verme a los ojos y sonríe, lo hace amplio y con los ojos llenos de amor y cariño, con algo que nunca voy a poder explicar y que sé que es la forma más honesta y linda en la cual alguien me ha visto, y nadie va a poder superar esa mirada. Porque es la mirada de una madre que ama, que cuida y protege.
—Tú siempre, siempre vas a ser mi pequeña Saori —dice con la voz un poco rota—. Así te cases, tengas hijos, seas una anciana arrugada —me rio por lo último—. Yo siempre voy a ver a la niña dulce y tierna que hay en ti. Y si no llego a estar en algún momento contigo —toca mi pecho—. Ahí voy a vivir.
La abrazo, llorando sin ningún motivo en específico y sintiéndome vulnerable. Porque no puedo imaginar mi vida sin Lou, no cuando ella siempre ha estado ahí, aunque yo quiera o no quiera, ella siempre ha estado para mí.
—No puedes faltar. Recuerda que vas a ser una viejita con buena salud —le recuerdo nuestra conversación en la floristería—. Tienes prohibido abandonarme.
Se ríe.
No dice nada y lo sé, sé que hay promesas que no puedes hacer, porque no sabemos el futuro, tampoco que va a ocurrir dentro de unos años, solo tenemos el ahora. Vivimos tan acostumbrados a pensar en las vivencias del pasado que nos olvidamos que no podemos cambiarlas, también nos preocupamos por un futuro cuando no lo tenemos escrito y nada está cien por ciento confirmado, y de esa forma vivimos preocupados, ansiosos y nos olvidamos de vivir, terminando solo existiendo.
Desde que volví a estar con Lou he mejorado, quizás hay cosas que aún debo soltar, sentimientos que tengo que aceptar para luego dejar ir, pero aún así, si veo hacia atrás, veo a una Saori tan diferente, porque la de ahora está tan llena de ganas de amar, de vivir, de estar aquí y no solo es una Saori que espera que el día se acabe y que todo desaparezca, estoy aprendiendo a volver a vivir.
Y aún así, mientras lucho por mantenerme positiva, no puedo evitar sentirme asustada o nerviosa, no cuando veo cómo las cosas mejoran y me da miedo que algo ocurra, que algo pase y lo arruine todo. Lou me hace sonríe toda la noche, comemos juntas, hablamos, se acuesta al lado mío y acaricia mi cabello mientras recordamos viejas historias, y mi corazón se siente tan pleno, tan lleno de calidez que no soy capaz de decir en voz alta que hay un temor llenando mi pecho, que hay algo, tal vez muy diminuto pero que está ahí adentro.
Y no lo entiendo. Hay muchos sentimientos que no soy capaz de entender y solo puedo dejar que salgan, que se extiendan y algunas lágrimas salen de mis ojos y Lou no dice nada, solo me abraza con más fuerza y deja varios besos en mi cabeza. Siento la necesidad de abrazarla y no soltarla, de decirle que me da miedo muchas cosas y no sé por cual podría empezar y aunque quiero decirlo, prefiero callar y dejar que las caricias que hace en mi cabeza y los pequeños besos que deja en ella, me calmen y llenen de paz.
—Duerme pequeña —la escucho decir mientras mis ojos se van cerrando—. Estoy aquí contigo, So, no estás, ni estarás nunca sola.
Me acurruco más a su lado, aspirando el olor de su ropa, huele a flores, un mezcla tan extraña y tan calmante que no soy capaz de describir pero que si soy capaz de identificar en cualquier parte. Me aferro a ella, rodeando su torso con uno de mis brazos y tras darle un último respiro a su ropa susurro:
—Gracias, Lou.
Eres una mentirosa y egoista.
No piensas en los demás, solo en ti y en ti.
Escucho la voz decir aquellas palabras que una vez dijo Ayla pero no es ella, no es ella quién habla y tampoco sé quién es, así como tampoco sé dónde estoy, todo es negro, siento frió y estoy descalza.
—So —susurran.
Me asusto, se siente como si estuviera a un lado de mi rostro, pero cuando giro no hay nadie, solo veo una carretera y más adelante lo veo, hay un auto plateado, está volcado y al otro lado hay una camioneta destrozada. Y lo peor, es que lo reconozco y no quiero ir allí.
—Por favor, despierta —musito para mí misma, tocando mi rostro, intentando pellizcarme en un intento desesperado por despertar, no quiero estár aquí, no quiero recordar, no quiero volver a sentir nada.
—Saori, tengo miedo.
Esa es la voz de Ayla.
No soy capaz de abrir mis ojos, solo siento el miedo recorriendo mi espalda y como el corazón va muy rápido dentro de mi pecho, como mis pulmones arden, como intento con desesperación despertar.
—No te duermas, So.
Un ataque de tos me lleva a doblarme en la cama en busca de aire, pero no soy capaz de hacerlo, no porque cuando intento respirar termino en un ataque frenético de tos, estoy llorando y no es por la pesadilla, sino por el humo que hay en la habitación. Hay llamas por todo el lugar y mi corazón da un vuelco al ver a un lado de mi cama y no encontrar a Lou.
Siento miedo y adrenalina corriendo por mi cuerpo.
Con paso tembloroso y mareada me levanto de la cama, sin dejar de toser y sintiéndome desorientada. Intento salir de la habitación pero la cerradura está muy caliente quemándome la mano, busco con desespero algo, cualquier cosa y uso una camisa para poder abrir la puerta, las llamas están por toda la casa, todo está inundado en humo y mis pies van en dirección de la única habitación en la casa en la que Lou debería estar.
—Lou —digo en medio de un jadeo por aire—. ¡Lou!
Cuando estoy frente a la puerta no soy capaz de abrirla, por alguna razón está bloqueada y mi corazón se rompe, la golpeo con fuerza, intento abrirla pero no soy capaz de hacerlo y me desespero, hay cosas cayendo desde el techo, escucho como la casa se va incendiando más y más, busco en el baño algo que me ayude a abrir la puerta, pero es inutil, no soy capaz de abrirla y siento que voy a perder el conocimiento.
Todo está demasiado borroso y mi cabeza da vueltas, las paredes se mueven, mis pulmones están rogando por aire limpio pero no lo hay, mis piernas tiemblan y caigo al suelo junto a un ataque violento de tos y sintiendo que me ahogo.
—¡Hola! ¿Hay alguien aquí? —escucho que dicen a lo lejos.
No puedo responder, hay demasiado humo y no soy capaz de respirar, me estoy ahogando y aún así, no dejo de golpear la puerta delante de mí. Algunas figuras entran en mi campo de visión y dicen algo, no entiendo lo que dicen y no soy capaz de hablar, no cuando me estoy desvaneciendo, mis pulmones reciben una ola de aire limpio cuando me sacan y toso desesperada y tomo el aire lo más rápido que puedo para poder hablar.
—¡Ella está ahí! —grito desesperada mientras toso—. ¡Tienen que sacarla! ¡Tienen que ayudarla!
No puedo calmarme, no cuando siento que mis pulmones van a colapsar, no cuando tengo miedo de perder otra vez, no puedo hacer esto otra vez, no puedo perder a nadie más, no puedo hacerlo, no quiero hacerlo.
No quiero.
Estoy aquí contigo, So, no estás, ni estarás nunca sola.
Pero ella no está aquí, estoy aquí sola, mirando como la casa arde en llamas, como explota y como mi corazón sangra, como mi garganta grita su nombre y no hay respuesta, mientras que los bomberos lucen alarmados mientras intentan controlar el fuego.
—¡Lou! ¡Lou, por favor! —grito mientras intento correr hacia la casa pero me detienen—. ¡Por favor, ella está allí! ¡Por favor! —suplico, ruego y no me sueltan, solo me piden que me calme, que están intentando hacer todo lo posible—. ¡No, por favor! ¡Por favor! ¡Tienen que sacarla!
No me dejan avanzar, no me dejan salvarla, no puedo hacerlo y mi corazón se parte, mi alma arde igual que esa casa lo hace y colapso, me rompo en tantos fragmentos que no soy capaz de dejar de gritar, llorar y patalear, no dejo que me atiendan, no escucho ninguna palabra razonable, y solo veo como las llamas acaban con la casa y al mismo tiempo, como acaban conmigo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro