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Capítulo 23: Aferrarse.

 Taylor Swift: This is me trying

SAORI

Con un solo latido el corazón es capaz de mover 5 litros de sangre por todo el cuerpo humano en menos de un minuto, llevándolo a cada rincón y espacio que existe, y ese órgano es capaz de latir más de 100 latidos por minuto cuando estás emocionada, enamorada o tienes miedo.

El corazón de Lou y Calvin está yendo mas rápido que de costumbre, sus corazones deben ir a mas de 100 latidos por minuto.

Hace más de cinco horas que estamos en el hospital, los tres en pijamas y sintiendo que el aire en el lugar no es suficiente, que todo es demasiado frío. Que todo es un sueño del cual debemos despertar en algún momento.

Mientras Lou manejaba de camino a la ciudad se sintió toda una eternidad. Jem está en cirugía, perdió mucha sangre y no saben si lo va a lograr.

No sabemos qué ocurrió, solo que Jem estaba en una fiesta —cuando creíamos que estaba en su cuarto durmiendo—, también que tiene varias puñaladas en su cuerpo y repetidos golpes.

—¿Por qué tardan tanto? —inquiere Calvin con la voz temblando y mirando hacia Lou.

—No lo sé, cariño.

Calvin solo suspira tembloroso y Lou se levanta de la silla para caminar hacia él, tomando su rostro entre sus manos y atrayendo su frente a la de ella para unirlas, y mi corazón se encoge dentro de mi pecho cuando veo como ambos están intentando consolarse, como se aferran al otro.

—¿Familiares de Jeremy Lang?

La mirada de los tres se dirigen hacia el hombre vestido de cirujano, y aunque mis ojos primero se fijan en el hombre que está a su lado, me obligo a ver al señor mayor al lado de él.

—¿Está bien? —inquiere Calvin—. Por favor dígame que está bien.

—La cirugía fue un éxito, logramos detener la hemorragia, sin embargo me gustaría tenerlo en terapia intensiva por está noche, para ver su evolución y descartar cualquier complicación.

—¿Todavía está en peligro? —pregunta Lou.

—Perdió mucha sangre y siempre las primeras horas son importantes para la evolución del paciente. Y necesitamos evaluarlos de cerca para evitar cualquier complicación.

Calvin y Lou hacen más preguntas, mientras que mi mente se aleja del lugar. Estará bien, todo estará bien y aún así, por primera vez desde que avisaron lo que estaba pasando, un nudo se arma dentro de mi pecho.

Me alejo del lugar escuchando las voces a lo lejos, los latidos de mi corazón se sienten en mi sien, mientras que mis manos tiemblan y mis ojos están llenos de lágrimas. Me desbordo como lo hace un rio, arraso con cada parte de dolor que hay en mi corazón y dejo que el miedo venga y me cubra por unos minutos.

Mi madre murió en el hospital luego de ser asaltada, nos informaron que la pérdida de sangre había sido demasiada y que había órganos comprometidos. Ese día no lloré, no pude hacer nada más que sentir un enorme vacío en el pecho.

Los días pasaron y mi mente se encargó de anular el recuerdo, anular la pérdida y el dolor, se sentía como si mi madre estuviera de viaje y la tía Lou solo me cuidaría por unos días, pero los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años, y a veces, me sigo sintiendo así.

Sigo sintiendo que soy la niña que espera el regreso de su madre. Porque nadie está preparado para perder a la persona que más ama, a la única persona en el mundo capaz de calentar su corazón y llenarlo de amor y seguridad.

Los humanos no estamos preparados para la pérdida y aún así, creemos que podemos controlarlo.

Creemos que con alcohol, drogas, fiestas, obligarse a mantenerse ocupado en el trabajo, obligándose a socializar o evadiendo el dolor, logramos superar y avanzar. Sin embargo, cuando la noche cae, cuando estamos solos en casa y solo hay silencio rodeandonos, nos damos cuenta que no hemos superado.

Evadir los sentimientos no es lo mismo que superarlos.

Por eso me permito sentir. Me permito dejar que el dolor tome lugar y luego se vaya. He aprendido a ser consciente de mis emociones y no retenerlas, todo lo contrario, me permito sentirlas, entenderlas y luego dejarlas ir.

Es una de las cosas que mi psicóloga me dijo que debía hacer, está bien sentirse mal y está bien no hacer nada en el momento para sentirse mejor, solo dejar que el sentimiento salga, entenderlo y luego dejarlo ir.

Siento dos palmadas en mi espalda, son leves y siento el calor que emana la piel contra mi ropa.Me alejo algo sobresaltada y mi corazón se hace una bola cuando veo a la persona sentada junto a mí en las escaleras.

—No estoy aquí para decir nada malo —Es lo primero que dice—. Tampoco estoy aquí para hablar como doctor, solo...—hace una pausa breve antes de volver a hablar—. Solo quiero saber si estás bien.

Soy incapaz de hablar. Siendo solo capaz de verlo fijamente y sintiendo como mis ojos se llenan de lágrimas. Viejos recuerdos vuelven a mi mente y me llenan de nostalgia, esa misma pregunta me la hizo luego de la muerte de mi madre, cuando tuve mi primer corazón roto y ahora, luego de un tiempo vuelve a preguntar sobre cómo estoy. Su cabello rubio está más largo que la última vez, también sus rizos caen desordenados por su frente. Su piel está pálida, y hay ojeras debajo de sus ojos, esos ojos avellana que me observan con tanta calma, siendo muy diferente a la vez que me observaban con odio.

Carraspea y tengo que parpadear varias veces para enfocarme en la persona delante de mí, luce tan similar y a la vez tan diferente, unos cuantos meses son suficiente para cambiar a las personas que conocíamos.

—¿He cambiado mucho? —inquiere con suavidad en la voz.

—Sí.

—Tú igual —musita y una sonrisa torcida se desliza por sus labios—. Te cortaste el cabello.

—Solo un poco.

Asiente con la cabeza y aparta la mirada, pareciera que quiere decir algo que no es capaz de decir. Mis manos están temblorosas y mi corazón está yendo tan rápido dentro de mi pecho que siento que en cualquier momento se va a detener, y aún así, solo hay una misma frase rondando por mi cabeza y siento la necesidad de decirla.

—No fue mi culpa.

Mi voz se escucha como un susurro, uno tan bajo que no estoy segura si él ha sido capaz de escuchar lo que he dicho, y tampoco soy tan valiente como para voltear en dirección de Dawin. La persona que conocí cuando era adolescente hubiera escuchado mi versión luego del accidente y la muerte de Ayla, pero ahora, la persona sentada junto a mi es tan diferente de la que recuerdo, que no sé cómo va a reaccionar o qué siente.

Nos hemos convertido en desconocidos que antes eran mejores amigos.

—No lo fue —digo en un susurro quebrado—. Todo fue muy rápido. Yo no quería nada de esto.

Comienzo a llorar. Y ahora es por una razón diferente. Darwin se apresura a abrazarme y esa acción, esa pequeña acción llena de miles de sentimientos, de viejos recuerdos y heridas, hace que mi llanto empeore. En medio del llanto me pide disculpas, lo hace repetidas veces mientras solo soy capaz de llorar y decir como respuesta que no fue mi culpa.

—Lo sé, sé que no fue tu culpa y lamento haberte culpado —Sus manos alejan nuestros cuerpos y acunan mi rostro—. No debí haberte dejado pasar por todo sola.

—Yo tampoco tuve que haberte dejado solo.

—No te di otra opción, solo pensé en mi dolor y me olvidé del tuyo. Tú también la perdiste.

Un pequeño sollozo sale de mis labios.

—La extraño mucho, Dawin. Me hace mucha falta.

Una sonrisa llena de tristeza se desliza por sus labios.

—Yo también, pero también sé que de alguna manera y mientras nosotros la recordemos, ella seguirá viva por medio de nuestros recuerdos y buenos momentos.

Le sonrió con los ojos llorosos y termino dándole un abrazo, dejando que su cuerpo me consuele por unos segundos, hace unos meses no creía que volvería a sentirlo así de cerca, creía que la amistad no volvería por mucho que lo quisiera, pero sobretodo, creía que le perdón que ambos debíamos ofrecernos no sería llevado nunca a cabo.

Pide perdón por el inconveniente con Eidan, también como no puede justificarse cuando estuvo mal. Cuando pregunto qué hace tan lejos de casa me cuenta que está en un intercambio y se quedará solo 6 meses antes de irse. También como su carrera (medicina) le ha enseñado a ser más humano y entender el dolor de otros.

Dawin se va cuando escucha su nombre siendo anunciado, por los parlantes del hospital pero antes de hacerlo me dice que debería descansar para luego poder ver a Jem. Me sorprendió verlo junto al doctor que operó a Jem, nunca me hubiera imaginado que estaría aquí.

En mi camino de regreso junto a Lou y Calvin los veo en la distancia hablando con lo que parecen ser dos adolescentes y un oficial de policía, y mi mente sabe que sé quiénes pero no estoy segura de dónde los había visto y antes de poder estar lo suficientemente cerca los veo irse y el cabello rojo de la chica es lo único que termino de ver.

—¿Quienes eran? —inquiero al llegar frente a Lou.

—Los chicos que ayudaron a Jeremy —responde Calvin y deja salir un suspiro—. Querían saber cómo estaba Jem, la chica insistió en venir a escuchar de nuestras bocas que estaba bien.

Mis ojos se deslizan en la dirección en la cual se fueron y no hay rastros de ellos. Lou dice que debió de haber sido algo muy traumático para la chica que lo encontró, las condiciones en las que estaba Jem no son un buen recuerdo, no cuando la ambulancia tardó demasiado y pudo haber muerto en los brazos de la chica.

Las siguientes horas son rápidas, no hay noticias de Jem y más que ser una preocupación es un alivio, siempre las malas noticias llegan antes que las buenas, es algo que susurra Lou cuando Calvin pregunta porque nadie vendrá a decir nada. A las nueve de la mañana nos informan que Jem pasó bien la noche y que será movido a una habitación, casi a la una de la tarde Calvin y Lou pasando a verlo, aunque sigue inconsciente.

Mientras esperamos a que Jem sea movido a una habitación, Lou logra convencer a Calvin de ir a darse un baño, comer algo y volver para que Jem lo vea con fuerza y energía. De esa forma, termino quedándome yo sola en el hospital, esperando a que ellos vuelvan. En menos de una hora una enfermera me informa que ya están moviendo a Jem, luego Dawin viene por mí para ir hacia la habitación y solo hay silencio en medio.

Me siento nerviosa y ansiosa. Cuando estamos frente a la puerta tengo que tomar una honda inspiración antes de entrar en el lugar.

—Su cuerpo necesita recuperarse de la pérdida de sangre y golpes —dice Dawin mientras entramos en la pequeña habitación—. Va a tardar un poco en despertar por completo y no hay nada de qué preocuparse.

—Gracias —susurro, dándole una breve mirada y viéndolo salir de la habitación, dejándome sola.

Mis ojos dan con el cuerpo de Jem, está en la cama, conectado a varias máquinas y sus ojos están cerrados, cuando me acerco puedo ver los hematomas en su piel, las pequeñas cortadas que tiene en el rostro y mi corazón se encoge rápidamente dentro de mi pecho.

Con cuidado, inconscientemente temiendo hacer un ruido que pudiera despertarlo acerco una silla a su cama, y después de avisarle a Lou y Calvin que ya fue pasado a una habitación tomo una de sus manos. Hay moretones en sus brazos y algunos son más grandes que otros, sin embargo, su piel está tibia, como si no estuviera dentro de las frías paredes de un hospital.

—Eres demasiado fuerte —susurro con suavidad—. Aferrarse a la vida no es algo que todos hacen, algunos solo se dan por vencidos.

Yo también soy fuerte.

También me aferré.

—Muchas veces decimos que queremos morir, que la vida es demasiado para nosotros y aún así, cuando estamos con un pie en ambos lados, nos queremos aferrar y eso es lo que tu haces, te aferras a seguir viviendo. Aún tienes muchas cosas que hacer y esto, esto solo será un mal recuerdo que se convertirá en una historia, una que al principió va a doler y luego —mi voz se rompe—. Luego deja de hacerlo.

Chasqueo la lengua, mientras que mis manos acarician los dorsos de las suyas.

—No estoy segura a dónde quiero llegar o lo que estoy diciendo, solo...quiero decir gracias, gracias por seguir aquí y seguir aferrándote.

Lloro en silencio. Porque aunque mi historia ha dejado de doler un poco desde que volví a casa de Lou, hay partes que aún duelen y no he podido lograr soltar. Mi rostro termina sobre la mano de Jem, mientras que mis lágrimas siguen cayendo, no sé si le estoy diciendo gracias a él o a mí misma por seguir intentándolo cada día. Supongo que es algo que no he hecho con frecuencia, no me he agradecido por seguir intentándolo, porque sin importar dónde esté o rodeada de cuantas personas me encuentre, solo yo soy capaz de seguir intentándolo.

Mi ojos se abren de golpe al sentir un leve apretón en mi mano, es tan ligero que creo que lo he imaginado, subo rápidamente la mirada hacia Jem, no parece despierto y aún así, vuelvo a sentir el mismo apretón, como si fuera un bebé pequeño dormido que agarra entre sus pequeños dedos los de sus padres.

—Ahora vas a ser el bello durmiente —bromeo con la voz un tanto ronca.

Me quedo esperando que abra los ojos, que de otro apretón, pero no lo hace, y solo me quedo a su lado acompañando, hasta que Lou y Calvin llegan con flores, son unos claveles blancos y uno rojo y cuando le pregunto el significado a Lou, dice que las blancos representan una buena recuperación y el rojo el amor que le tenemos.

Y no puedo estar más de acuerdo.

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