Capítulo 22: Soledad.
Akon- Lonely
Saori
Una sonrisa burlona es lo primero que se extiende por mi rostro cuando entro al cuarto de Jem, su cuerpo está en una posición para nada cómoda mientras se encuentra dormido en el suelo, sus brazos están abrazando la guitarra que aferra con fuerza sobre su pecho, hay varias hojas regadas en el suelo y tiene su cuello doblado hacia un lado, mientras que entre sus piernas sostiene la laptop, puedo lograr ver hasta babas saliendo de su boca.
Con cuidado recojo los papeles del suelo y abro un poco las ventanas, para que entre suficiente luz y se despierte con calma y no de golpe. Yo odio despertarme de golpe y no quiero que él lo haga.
—Jem —llamo con cuidado mientras quito sus manos de la guitarra—. El desayuno ya está listo.
—Una más —susurra.
—¿Qué? —lo muevo con más fuerza—. Despierta, rápido.
Un balbuceo sale de sus labios antes de entreabrir sus ojos y enfocarlos en mi cara, luego mira hacia los lados con pereza y bosteza mientras abre sus brazos en par en par, pero rápidamente una mueca de dolor se extiende por sus labios y toca su cuello, me rio entre dientes y le aparto la guitarra de las manos.
—La comida se va a enfriar si no te apuras.
—¿Qué horas es?
—Casi las diez.
Gruñe y con pereza y un poco torpeza se levanta del suelo para ir en dirección del baño que está en el pasillo, pero cuando abre la puerta, hay varios gritos que provienen de la planta inferior, los ojos de Jem van rápidamente hacia los míos y luego hacia el lugar de dónde viene el ruido.
Lo que identifique como ruido son en realidad gritos de enojo por parte de Calvin, cuando entro en la sala veo al sheriff y a un oficial, mi tía está detrás de Calvin y este se encuentra en posición de defensa, está tan alerta que pareciera que se va a lanzar encima del hombre con mayor autoridad.
—¿No que no estaba en casa? —inquiere el sheriff mirando a Jem.
—Jem sube a tu cuarto —demanda Calvin dando una breve mirada a su hijo antes de volverse hacia el sheriff—. No es justo que hagas esto así, no tienes una orden, ni nada, yo lo llevaré a la comisaría y podrán hablar con él.
—¿Y cómo sé que no huirá?
—Mi hijo no es un criminal —dice tía Lou.
El sheriff la voltea a ver.
—Sus antecedentes dicen lo contrario.
Calvin dice algo bajo que no soy capaz de escuchar, mis ojos van hacia Jem, quién luce confundido, enojado y al mismo tiempo asustado, mi mano se desliza hacia la de él y tiro de su cuerpo en dirección de las escaleras, llevándolo a su cuarto mientras abajo siguen hablando.
—No he hecho nada —dice Jem cuando entramos a la habitación, mirándome fijamente a los ojos.
—Está bien.
—Lo digo en serio, So. No he hecho nada. Lo de la escuela fue una trampa, la droga no era mía.
No sé que expresión se desliza por mi rostro, tal vez es una llena de sorpresa y confusión, porque no sé nada de ninguna droga, tampoco que este relacionada con Jem, sus ojos lucen sorprendidos al darse cuenta que no sé nada y que lo que acaba de decir me ha dejado pasmada.
—Pensé que te iban a decir —susurra y luego deja salir un suspiro profundo—. Alguién metió droga en mi casillero, y ni siquiera era marihuana, o algo común, era extasis.
—¿Por qué harían eso?
—No soy muy querido en la escuela, no luego que se descubriera que estaba con Cassidy.
Frunzo el ceño y me acerco con cuidado para dejarme caer a su lado.
—No sabías que tenía novio.
—Y tampoco que era la hija del sheriff que está abajo queriendo llevarme por vender drogas.
Antes de que pueda decir algo más mi mirada se dirige hacia la puerta que se abre, dejando ver a Calvin y a mi tía detrás de él, el primero luce enojado, muy enojado y se detiene delante de nosotros, mirando fijamente a los ojos a Jem.
—Solo te voy a preguntar una vez, nada más una vez y tienes que ser honesto —dice con voz dura y sin titubear—. ¿Tienes algo que ver con las drogas?
—No.
La respuesta de Jem es inmediata, sin ningún titubeo en la voz o duda en su respuesta, ambos hombres se quedan fijamente viendo a los ojos y luego Calvin suelta un suspiro profundo antes de bajar los hombros, como si se hubiera quitado algo de encima.
—Bien, solo es un malentendido —susurra más para sí mismo que para los demás—. Iremos a que tomen tu declaración en la comisaría y aclaren lo que ocurrió en la escuela...—hace una pausa, cayendo en cuenta de algo—. ¿Por qué no me llamarón?
—Me llamarón a mí —confiesa Lou.
La mirada de confusión de Calvin es muy clara, luego me da una mirada breve como si intentara saber si yo también sabía lo que había ocurrido y niego con la cabeza.
—¿Cómo?
—No contestaste cuando llamaron, así que me llamarón a mí. Se supone que iba a llevarlo hoy a la comisaría para tomar su declaración.
Calvin solo suspira y le indica a Jem que se arregle rápido para irse, luego sale de la habitación con Lou siguiéndolo y hablando bajito con él, impidiendo que alguien más escuche lo que están diciendo. Mis ojos van hacia Jem, quién se lanza de espalda contra la cama y cubre su rostro con su antebrazo.
—Todo va a estar bien —digo en un intento de animarlo—. Eres inocente y lo vamos a demostrar. No estás solo, Jem.
No responde y tampoco insisto en que hablemos o que diga algo, al intentar ir a mi habitación escucho los murmullos de Calvin y Lou, está hablando en la parte inferior y camino hacia ellos, cuando me ven hacen silencio, Calvin sale de la casa y Lou me sonríe, acercándose para tomar mi brazo y jalarme hacia la cocina.
—Hoy tendremos que desayunar solas y tal vez luego podríamos hacer algunas cosas en el invernadero —dice con dulzura mientras nos sentamos en la mesa.
—¿No quiere ir con ellos?
Niega con la cabeza.
—Calvin prefiere que no vaya, además, nos llamará si ocurre algo.
—¿Segura?
—Sí —hace una breve pausa—. No malpienses sobre Jem, es un buen chico, solo que a veces conoces y te involucras con las personas incorrectas.
Deslizo mi mano por encima de la mesa hacia la suya.
—Está bien, Lou. Conozco a Jem, es buena persona y es solo un malentendido. ¿Sí?
Asiente con la cabeza temblorosa, como si no estuviera segura de quedarse en casa sin hacer nada y esperar que ellos vuelvan. La veo soltar un suspiro tembloroso y luego comenzar a llorar, lo cual me toma por sorpresa y me acerco para abrazarla e intentar consolarla, como muchas veces ella lo ha hecho.
—Lo siento, cielo —dice entre el llanto—. Es solo que la situación es desesperante.
—Tranquila, aquí estoy, Lou, no pasa nada.
Ver a Lou quebrarse rompe mi corazón, siempre ha sido la clase de persona que nunca llora delante de otros y prefiere aguantar el dolor y las lágrimas para la soledad. Sin embargo, que lo haga ahora solo deja saber que se está rompiendo y que le está afectando lo que está ocurriendo con Jem.
EIDAN
Cuando alguien te cuenta algo es por lo mucho que confía en tí, por la estima y respeto que tiene hacia ti, está persona está mostrando cada parte vulnerable de su historia, cada herida, lamento, enojo y felicidad, aunque a veces, no te dan ese derecho de decirlo, no te dan el derecho de contar tu historia, tu versión, tu dolor.
Y Alessia no me ha dado ese derecho, me la ha robado por segunda vez, la primera con Saori, la segunda ahora con el mundo entero.
—Voy a hacer que le caiga toda la ley —dice Min enojado.
No respondo. ¿Qué voy a decir? Que es algo necesario, que es lo justo, que no nos preocupemos. Estoy expuesto ante todo el mundo, mi nombre, mi cara, mi historia distorsionada y mal contada está siendo regada por todas las redes, por las cadenas de televisión.
Mi nombre está en la boca de tantas personas que tendría que contarlas con manos extras, tendría que durar toda la vida intentando nombrarlos a todos y tal vez ni me alcanzaría la existencia para hacerlo. Mi cabeza duele, mi corazón duele, duele que te roben algo que te pertenece y que lo usen en tu contra por una venganza.
Sé que está enojada, sé que está es su forma de herirme, de lastimarme y no quiero, no deseo que llegue hasta Saori, no deseo que se vea involucrada en mi mierda. Reviso mi teléfono, no ha respondido mis llamadas ni mensajes, no sé si hay paparazzi en su casa, no sé si hay alguien en su puerta con una cámara y tocando de manera insistente en espera de una declaración que no está obligada a hacer.
Sin embargo, supongo que no, si los hubiera ya lo sabríamos. Escucho a personas hablando afuera de la casa, escuchó las fotos que están tomando, las cosas que deberían de estar informando. Haber despertado con muchas personas tocando mi puerta no fue agradable, mucho menos ver mi nombre siendo tendencia en distintas redes. Como muchas personas sacan sus teorías del pintor fantasma que tiene una trágica historia, el pintor que perdió todo y se quedó sumido en su tristeza por tantos años.
Están sacando mis archivos del psiquiátrico, me están colocando como un mártir, como alguien a quién tener lástima, alguien por quién sentir dolor. Están usando la imagen de mi difunta esposa como un demonio, están creando nuevas historias, están usando las imágenes de mi hija para mostrar una triste historia, y sé que mi historia no es rosa, sé que he estado en el infierno, pero también sé que nadie merece que tomen una parte de sí para generar morbo o vistas, nadie merece ser usado para buscar un poco de fama.
—Conozco a un buen abogado en Australia, estoy seguro que él va a querer tomar el caso en contra de esa bruja de mierda —escucho decir a Min mientras busca en su teléfono, teclea cosas y hablaba en voz alta—. Cada persona que utilice la foto de Clarisse va a estar en problemas —dice un enojo—. No van a seguir circulando nada de ellas —hace un pausa y voltea a verme—. No voy a dejar que usen nada tuyo, Eidan, lo prometo.
Sé que lo hará, lo sé con toda certeza pero no lo digo en voz alta, me levanto del asiento y voy hacia él para darle un abrazo, lo cual lo toma desprevenido y tarda un momento en responder el abrazo, luego me aparto de él y acuno su cara entre mis manos.
—Lo sé, siempre me has protegido pero no creo poder escapar está vez.
—Eidan —murmura nervioso—. Esto es demasiado, puede ser demasiado para ti.
—Estoy bien —afirmo con calma—. Confía en mí.
Tiene miedo de que sea demasiado, que sea igual que la vez de los hechos dónde termine internado por las crisis nerviosas, por el pánico que me generaba la situación, sin embargo, la diferencia es que no tengo la edad que antes, no soy el mismo jóven que no sabía nada, no soy la misma persona que perdió a las personas que amaba y no entendía cómo confrontarlo.
—Está bien. ¿Qué vamos a hacer?
—Deshacernos de todos y darles lo que tanto quieren. Sal y busca al reportero que quieras y le daremos la primicia.
—No, no así de precipitado —dice con cuidado—. La policía se hará cargo de despejar a todas las personas, la historia la llevará una reportera que conozco y el abogado hará todo lo legal. ¿Sí? Justo ahora tienes muchas emociones encontradas y es mejor ir con cuidado.
—¿Entonces qué hago ahora?
—Alejarte de todo esto hasta que estemos listos para la entrevista y todo lo que vendrá después. Y vas a empezar saliendo de casa hacia un lugar dónde no van a ir a buscarte.
—No voy a huir.
—No te pido que huyas, solo te pido que intentes; por muy difícil que sea, mantener la calma.
—Está bien, no haré nada y voy a escuchar lo que quieras que diga —suspiro y chasqueo la lengua—, pero tienes que hacer algo.
Me observa confundido.
—¿Qué?
—No dejes que involucren a Saori en esto, no dejes que la lastimen también a ella.
Min se queda callado, se que quiere decir que no le importa los demás, que yo voy a ser su prioridad, sin embargo, también sé que So se ha convertido en una buena amiga para él.
—No te preocupes, me encargaré de ello.
No respondo nada y solo me quedo callado mientras escucho su idea, como quiere que me mantenga al margen de todo y está vez, hago lo que él pide que haga sin reprochar nada.
SAORI
Nunca he hecho jardinería en mi vida, jamás. Siempre es algo que Lou le ha gustado hacer por sí sola sin ayuda de nadie, porque para ella, sus plantas son unas de las cosas más importantes que tiene, y por primera vez en mi vida, se ha ofrecido a enseñarme a hacerlo.
—Estás son las damas de noche —dice con calma mientras corta algunas que están marchitas y acomoda otras—. Son plantas tropicales que solo se abren de noche y su aroma...—aspira profundamente y luego deja salir el aire—. Es delicioso, son hermosas y aunque necesitan agua, no debes echarla todos los días.
—Son bonitas —digo aunque en realidad, nunca las he visto abiertas, pero deben ser enormes.
Lou sonríe, sabe lo que estoy haciendo, sabe que no soy fan de la jardinería pero que lo hago porque es algo que ella ama, eso es lo que los humanos hacemos, nos desafiamos a hacer cosas que no nos gustan para lograr una sonrisa en la boca de las personas que amamos, y sé que Lou adora sus flores, no por nada tiene su floristería.
—Son preciosas y venenosas —añade en un tono de voz bajo—. Su savia es tóxica y aunque su olor es magnífico, para algunas personas puede no serlo, además de ser invasiva al crecer tan rápido. —Hace una pausa y se gira a verme, pasándome una flor cortada—. Son hermosas y eso no las hace menos peligrosas.
—Las flores son un peligro —concluyo mientras veo los pétalos blancos de la flor entre mis manos.
Se echa a reír y niega con su cabeza.
—Las flores no son un peligro, el uso que les das lo son, cariño.
Las flores son delicadas, suaves y huelen delicioso y esa dulzura, la suavidad de sus pétalos pueden ser letales y tóxicas para muchos. Chasqueo la lengua y le ayudo a Lou el resto de la tarde a limpiar la maleza, transplantar algunas plantas y dejar su invernadero hermoso, aunque sin mi ayuda lo es.
Mis ojos se deslizan hacia el mural de flores que hizo Eidan en una de las paredes y mi corazón da un apretón dentro de mi pecho, es realmente talentoso y hace cosas hermosas con sus manos, tiene el alma llena de arte y de dolor, y al mismo tiempo, es capaz de brillar como una estrella en medio de la nada.
Para cuando terminamos de limpiar y acomodar el invernadero el sol ya se ha ocultado y ambas volvemos a casa, tía Lou sube a su habitación cuando se da cuenta que Calvin ya llego y aunque tengo curiosidad de saber qué ocurrió con Jem, no subo a preguntar, solo espero que ellos me digan, que hablan primero entre ellos y luego quieran compartirlo conmigo, aunque mis dedos pican por buscar a Jem y preguntarle.
Y aún así no lo hago.
Escucho la televisión siendo encendida en la sala y salgo de la cocina en dirección de está, Jem está en el medio de la sala, con el control en la mano y con la mirada en los noticieros, mientras que su teléfono está en su oreja. Y antes de que pueda decir su nombre, mis ojos leen el titular que brilla en la pantalla del televisor.
"La trágica historia del pintor fantasma"
Y mi corazón da un vuelco al ver la foto de Eidan siendo colocada en el medio de la pantalla, como la fotografía de Min también sale, como Clarisse y Camille salen y como todos empiezan a opinar sobre su historia, sobre su dolor y como lo convierten en un espectáculo.
—Nuestros periodistas dicen que hace unas horas oficiales llegaron a la casa a despejar el lugar, para posteriormente salir en un auto junto a Eidan Feller y desaparecer del radar. Tenemos información de que ha decidido irse del pueblo, evitando los reporteros y paparazzis que quieren una entrevista —dice la mujer en el televisor—. La persona que muchos querían conocer ya tiene un nombre y un rostro, aunque detrás de sus ojos hay una historia desgarradora.
—Hijos de puta inhumanos —escucho decir a Jem—. ¿So?
Parpadeo, doy un respiro y vuelvo a pardear, observando las imágenes de el auto en el cual se supone que está Eidan alejándose de su casa, como la policía evita que los sigan, como él se va y yo estoy aquí de pie, sin hacer nada, mientras que alguien se ha metido con su pasado, con su dolor y lo ha expuesto al mundo entero.
Mis piernas reaccionan antes que mi cabeza y subo hacia mi habitación en busca de mi teléfono, no lo encuentro, no recuerdo cuándo fue la última vez que lo agarre, no sé donde lo deje la noche anterior y mi coraźon da un vuelco, comienzo a desordenar las cosas, buscar y escucho mi nombre siendo nombrado a mis espaldas.
Cuando halló el teléfono, veo los mensajes de Eidan, veo las llamadas perdidas, las palabras preocupadas sobre si habían paparazzis afuera de mi casa, si había alguien siguiendonos, sobre cómo dice que tendrá que irse mientras todo se calma, y como el último mensaje es un te amo.
Un suspiro tembloroso sale de mis labios, marco su numero, escucho los pitidos y luego la contestadora, vuelvo a hacer la misma acción, todo se vuelve a repetir y mi corazón duele, duele cuando no soy capaz de contactar con él, ni con Min o con alguien que sepa cómo está.
—Fue esa bruja —digo con enojo en la voz—. Esa maldita bruja le hizo esto —susurro con la voz temblando de enojo, ira.
—Saori —escucho a Jem a mis espaldas.
Volteo a verlo.
—No es justo que le hagan esto.
—Lo sé.
—No es justo, Jem.
Se acerca y me abraza, mientras repite que no lo es. No es justo lastimar a alguien más, no es justo que te rompan en pedazos solo por no corresponder tus sentimientos, lloro del enojo y la impotencia, me enojo con Alessia, con los reporteros y conmigo misma por no haber respondido las llamadas ni mensajes, por no haber estado ahí para él como él siempre lo está para mí.
—A mi tampoco me responden —dice Jem cuando he logrado calmarme—, pero sé que lo harán cuando todo esté un poco más calmado, ellos deben estar intentando buscar la solución a todo.
—No quiero que esté solo —musito y Jem me sonríe.
—Estoy seguro que él sabe que no está solo —me sonríe y da un abrazo antes de mirar a mi alrededor—. Hay que limpiar el desastre que hiciste.
Sigo su mirada, he tirado las sábanas, almohadas y desordenado parte de mi closet en busca del teléfono; para haberlo hallado en el suelo tirado. Mientras arreglo la habitación Lou se acerca a nosotros cuando se entera de la noticia, igual que Calvin, y no puedo dar ninguna respuesta a lo que ellos quieren que responda, no puedo hacer nada más que sentirme frustrada y enojada, no puedo hacer nada más que sentirme tan chiquita por no poder ir y consolar a Eidan, intentar ayudarlo a mantener la cama.
Las horas transcurren como un parpadeo y aunque mi familia intenta mantener la calma con todo, mi cabeza sigue yendo hacia Eidan y lo que ocurre con él, mis manos revisan mi teléfono en busca de un mensaje, en espera de una llamada o algo, pero no hay nada, y tampoco puedo dormir, mi cabeza da vueltas, gira alrededor de todo y de nada al mismo tiempo.
Las noticias poco a poco dejan de hablar de Eidan, comienzan a hablar de otros titulares, como si hace unas horas nada hubiera ocurrido, simplemente desaparece de la televisión y del internet, como si estuviera bloqueado o prohibido, y algo me dice que son ellos manejando todo.
—Sigues despierta —escucho que dicen a mis espaldas.
Mi mirada se desliza hacia atrás y veo a Calvin, está en pijama y mirándome fijamente, con paso cauteloso se acerca hacia mí, dejándose caer a un lado en el mueble.
—¿Estás bien? —inquiero con cuidado en la voz.
—Estoy intentando estarlo —dice, finalmente—. Me duele que Jem esté pasando por esto —confiesa con calma—. No he estado con él en gran parte de su vida y justo ahora, cuando está pasando por esto...no quiero que este solo.
—Ahora tiene una familia, no está solo.
Me observa con dolor en la mirada y asiente, luego chasquea la lengua y suspira tembloroso.
—Lo sé, es solo que...—hace una pausa, dudando si seguir hablando o no—. Ha sufrido, es muy jóven y ha sufrido demasiado y si pudiera quitar su dolor, lo haría —dice sin ninguna duda.
—Eso es lo que los padres harían por sus hijos.
Asiente con la cabeza.
—Nunca tuve padres —confiesa con suavidad en la voz—. Crecí en un orfanato y nunca nadie me adoptó, las personas siempre quieren niños pequeños, no niños de más de diez años —relata con calma—. Crecí entre monjas y cuando pude me fui de allí en busca de mi propio hogar.
》No hice cosas buenas, me equivoqué y tuve que aprender de los golpes que da la vida, tuve que aprender a pedir perdón, aprender a perdonar, aprender a dejar ir el dolor y sobre todo, aprender a amar y hacerlo bien y no a medias. Y con Jem —deja salir un suspiro—, con mi muchacho estoy aprendiendo a ser un buen padre, lo estoy intentando apoyar en sus sueños, estoy intentando que confíe en mí y siempre me llame a mi primero, y quiero, zarandearlo y gritarlo por no decirme lo que pasaba en la escuela —su voz se quiebra—. Por no decirme que necesitaba ayuda.
Mi mano viaja hacia la suya, aquella mano que tiene callos en sus palmas y tiene cortadas en su piel, demostrando lo mucho que ha trabajado y lo mucho que ha luchado a través de los años.
—Lo estás haciendo muy bien, Jem sabe que estás aquí para él, aunque esto sigue siendo nuevo para él.
Sus ojos llenos de lágrimas me observan con tanto dolor, con tantas ganas de romperse y no lo hace. Se mantiene firme, resiste los golpes y no se muestra débil ante los demás.
—Gracias, pequeña.
Le sonrío.
—De nada —le respondo sin dejar de sonreír y me coloco de pie—. ¿Quieres algo para beber y luego ir a dormir?
Me observa confundido y me da una respuesta afirmativa, en la cocina caliento leche y luego le echo dos cucharadas pequeñas de miel, hago suficiente para ambos y mientras lo bebemos, me cuenta más de cómo fue su niñez, me relata como tía Lou le devolvió la luz a su vida y como la ama.
Habla durante horas, horas que transcurren en un parpadeo, dónde las suaves risas y las voces bajas para no despertar a nadie se deslizan por la habitación, y solo son interrumpidas por el sonido que hace el teléfono a las casi dos de la mañana.
Veo como un Calvin confundido va hacia el aparato y responde, el color se va de su rostro de un golpe y una de sus manos busca de donde agarrarse mientras se tambalea hacia atrás.
—Calvin —susurro.
No hay respuesta, solo deja caer el teléfono y sale corriendo escaleras arriba, mis ojos van hacia el aparato y lo tomo entre mis manos.
¿Hay alguien ahí?
Escucho que dice una voz desde el teléfono.
—¿Sí? —respondo.
Veo a Calvin bajar por las escaleras a trompicones y con las llaves de la camioneta en sus manos, mientras que la voz de Lou se escucha a la distancia.
La mujer al otro lado del teléfono me repite lo que le dijo a Calvin, y entiendo su reacción, mis ojos se llenan de lágrimas cuando Lou se posiciona frente a mí, buscando alguna respuesta.
Y cuando repito lo que dijo la mujer al otro lado del teléfono, su rostro se llena de confusión y terror. Corre hacia las escaleras, mientras yo me quedo estática sin saber que hacer, escucho el grito de Lou diciendo que tenemos que irnos y ahí empieza el infierno.
N/A
¡Hola! ¿Cómo están? Espero que bien y si no es así, respira todo lo malo acaba en algún momento, gracias a las personas que sigue esperando una actualización, ya casi estamos acabando la historia y espero que este siendo de su agrado.
Con amor y mucho agradecimiento.
Nair.
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