Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 18: Ámame con tus miedos y yo te amaré con los míos.

Bad reputation- Shawn Mendes


SAORI

Tu tienes una buena vida y ella está tres metros bajo tierra por tu culpa.

Cubro mis oídos con las palmas de mis manos, intentando callar lo que mi mente repite como una vieja canción, porque me duele el alma, me duelen sus palabras. Hay personas que conocen las palabras exactas que pueden destruirte, conocen tus secretos más oscuros y tienen la opción de hacerte pedazos.

Y Dawin conoce todo de mí.

Igual que Ayla lo hacía. Éramos los tres mosqueteros, tres mejores amigos que se amaban como hermanos, inseparable, unidos como la uña y la mugre. Y nunca dejamos de serlo, sin importar que él se fue de intercambio a la universidad y volvió meses después, meses antes de la muerte de Ayla.

—Saori...

No respondo al llamado de tía Lou, me mantengo debajo de las sábanas con Yeon acurrucado en mi espalda baja, dejo salir un sollozo ahogado, sintiéndome pequeña, la policía llegó al lugar y separó a Eidan de Dawin, quién ya estaba inconsciente, el rostro de él estaba lleno de sangre, una nariz rota y pómulos de igual manera, mientras que Eidan tenía menos golpes en su rostro.

La culpa vino muy rápido, tan rápido que no fui capaz de mirar a Eidan, no fui capaz de dar la cara y me acobarde. Fue mi culpa que Dawin se acercara a nosotros, por mí comenzó a gritarnos, por mí...

No fue tu culpa. No controlas las acciones de otros y nunca lo harás.

Lloriqueo por lo bajo, recordando lo que decía la doctora Danvers.

No fue mi culpa y aún así, no soy capaz de sentirme mejor. No cuando mi mente se ha encargado de culparme, se ha encargado de creer lo que los demás dicen. A veces te señalan tanto que terminas cuestionando lo que ellos dicen, terminas creyendo lo que piensan y pierdes tu propia opinión, hasta el punto en el que olvidas quién eres, te olvidas de tu versión y te ahogas en un mar de suposiciones y de historias mal contadas, te conviertes en el villano de una historia en la cuál eres la víctima.

—Cariño, Eidan ya está libre. Dawin no colocó cargos. Él está bien.

Y estaría mejor sin mí.

No hay más insistencia al cabo de unos minutos. Mi cabeza duele por el llanto que soy incapaz de controlar, mi corazón va muy deprisa, como si me fuera a estallar dentro del pecho, gimoteo en busca de aire y aparto las sábanas de mi cuerpo, escucho a Yeon ladrar, llevo una mano hacia mi pecho, el mundo da vueltas, me ahogo.

Voy a morir.

Mi respiración es agitada, incontrolable, no soy capaz de pensar en nada que no sea en la necesidad que siento de respirar, necesito poder hacerlo. Suspiro temblorosa, lloriqueo por lo bajo e intento levantarme para ir al baño, sin embargo las sábanas se enredan en mis pies y caigo al suelo en un golpe seco, gimoteo del dolor que atraviesa mi cadera y me arrastro por el suelo.

Necesito ayuda.

Moriré. No quiero morir.

Eres una puta asesina, Saori.

Sí muero todo sería mejor.

Pero no quiero morir, no aún. Quiero vivir, anhelo vivir.

Me ahogo, el aire no es suficiente, no soy capaz de respirar y mi pecho duele. Lloro aterrada, miro desesperada hacia los lados, estoy sola, solo hay oscuridad en la habitación, solo...cierro los ojos con fuerza.

Estoy aquí, estoy aquí, no estoy sola.

Me intento calmar y si intentarlo no es suficiente me obligo a hacerlo, tomo una gran bocanada de aire, me acerco a una de las paredes y apoyo mi espalda en está. Coloco mis brazos sobre mi cuerpo en forma de x; abrazándome a mi misma, cierro los ojos, me imagino lejos, estoy en un campo lleno de flores amarillas; igual al que mi madre me llevaba cuando niña, el aire es puro, el cielo está despejado, todo está en calma.

Estoy a salvo. Estoy segura, el dolor es pasajero.

Respiro profundo por la nariz en tres tiempos, retengo el aire y lo suelto por mi boca en tres tiempos.

Repito la acción varias veces hasta que mi respiración se ha calmado por completo.

Mis manos acarician mis hombros como si se tratara de un abrazo, me consuelo, me calmo, me salvo a mi misma. Lo he hecho muchas veces y está no es la excepción. Escucho el lloriqueo de Yeon a mi lado, volteo a verlo entre lágrimas, luce asustado.

—Estoy...estoy bien —logro murmurar—. Estoy a salvo, nada malo ocurre.

Ladra. Le sonrío temblorosa y me acerco para alzarlo y apretarlo contra mi pecho. Le transmito mi calma, le susurro al oído que estoy bien, lo repito tanto que termino olvidando si es para él o es para mí. Quizás es más para mí.

Me quedo en la misma posición en la que estoy, no me muevo en ningún momento y siento el pasar de las horas, siento como mi cuerpo se entumece por la mala posición en la que me encuentro. Mi garganta está seca y el dolor de cabeza sigue presente.

Me siento exhausta.

Dejo a Yeon sobre la cama y me dirijo al baño para darme una larga ducha con agua caliente. Mi cuerpo la recibe con agradecimiento y lloro en la ducha, dejo salir lo que aún queda estancado en mi alma, me limpio el corazón y me dejo ser.

Me dejo sentir y no me obligo a ser fuerte.

Al salir de la ducha veo mi reflejo en el espejo, tengo los ojos rojos por el llanto e hinchados. Y aún así, me sonrío, estoy orgullosa de haber llorado, en otros casos hubiera dejado que el dolor se convirtiera en un peso en mi alma, me hubiera aislado por completo y no me hubiera levantado de la cama.

Hubiera dejado que el dolor me hundiera.

Ya no soy la misma chica de antes. He avanzado, he evolucionado, he aprendido a salvarme a mí misma, he aprendido a dejarme sentir, he aprendido que soy humano y la vida es una montaña rusa llena de emociones inexploradas y situaciones desconocidas.

Conozco el camino a sanar, conozco el camino a la liberación.

La doctora Danvers me ve con calma, no sé inmuta aún cuando veo de manera negativa cada cosa que dice, ha estado llevando mi caso durante meses, me ha visto caer y volver a levantarme. Me ha tenido paciencia cuando exploto y digo que no hay avances, cuando digo que soy una lata vacía.

Me ha visto llorar más que nadie, me ha visto frágil, ha visto mi cascarón hueco y aún así, me da una cálida sonrisa y extiende su mano en mi dirección para volver a comenzar.

—El dolor es como la energía, Saori. Puedes transformarlo, puedes convertirlo en arte, música, palabras, puede ser llanto, gritos, puede ser caos y luego, luego puede ser liberación.

—¿Liberación?

Una palabra que puede sonar imposible. Difícil de alcanzar cuando luce tan lejos, cuando he estado viviendo en el infierno durante mucho tiempo. Cuando las pesadillas vienen cada noche, cuando la culpa me carcome la mente, cuando muchas personas me señalan.

Cuando dicen que yo soy la culpable y no el otro conductor que se quedó dormido sobre el volante.

En situaciones así la liberación parece inalcanzable.

—Sí —asiente con la cabeza—. El hombre está hecho de sentimientos, de emociones, y es fundamental aprender a dejarlas salir, aprender a sentirlas y aprender de ellas. Puedes aprender a transformarlas, puedes liberarte, y el camino a esa liberación puede ser doloroso, asfixiante, puede parecer aterrador pero luego hay un paisaje brillante a tu alrededor.

Un sollozo sale de mis labios. Me da miedo tener esperanza, perderla, caer y no lograr volver a levantarme. Me da miedo sentir y ahogarme en tantos sentimientos. Me da miedo hundirme y no ser capaz de flotar en dirección a la superficie.

—Tengo miedo.

La mujer sonríe.

—Y es válido sentirlo, Saori. Es válido sentir, sobre todo, tener miedo. Este es parte fundamental del proceso a sanar.

—¿El miedo?

Me mira y asiente con la cabeza antes de acomodarse en el lugar.

—Te coloco un ejemplo: ¿Cuándo estás aprendiendo a andar bicicleta que sientes?

—Miedo de caer.

—Exacto. Y aún así sigues intentando con todo el miedo incrustado en los huesos. Vamos a sentir miedo en diferentes etapas de nuestra vida, miedo a un nuevo trabajo, miedo a cambios de país, miedo al fracaso, miedo al amor. El miedo es una pieza más en la vida más no es el puzzle completo y tú decides que hacer con ese miedo, ¿Quieres avanzar? ¿Quieres sanar? ¿Quieres liberarte? Aprende a aceptar el miedo, aprende a tomar las riendas, aprende a vivir aunque estés atemorizado del futuro.

»Aprende que...el miedo es una emoción y tú eres quien decide qué tanto crece en ti, tu eres quien decide cuánto poder tiene. Solo tú.

Recuerdo que ese día lloré durante horas, me rompí en pequeños pedazos y luego me sentí en calma. Ese día dormí en casa de Hera, la amiga de Lou y me sentía libre, como si mi corazón hubiera sido consolado luego de una larga espera.

Y lo había sido. Había sido la primera vez desde el accidente que lloraba y me dejaba sentir, dejaba que todo saliera y no lo detuve en ningún momento.

Salgo de mi habitación cuando ya estoy cambiada, el pequeño cachorro me sigue por el lugar y al estar de pie frente a la puerta de la habitación 308 toco dos veces, espero paciente, luego escucho que quitan el seguro de la puerta y mis ojos dan con el rostro de Eidan.

Tiene roto el pómulo izquierdo y la ceja derecha, gran parte de su rostro está magullado y mi corazón da un vuelco, elevo la mano por el aire y acaricio su piel con cuidado, lo veo cerrar los ojos ante el contacto y soltar un suspiro tembloroso.

—Debe de doler —murmuro.

Me mira con cariño, obligándose a sonreír de lado pero termina en una mueca.

—Un poco —se acerca y me abraza—. ¿Estas mejor? Tu tía me dijo que era mejor dejarte sola.

—Estoy mejor. ¿Tú lo estás? —me alejo y le sonrío apenada—. Esa fue una pregunta estúpida.

Me sonríe.

—He estado mejor pero no me quejo.

No está mintiendo. Está siendo honesto. Y envidio eso, el ser honesto y no mentir sobre lo que piensa, sobre cómo se siente. Porque quizás si fuera más abierta, si supiera expresarme todo sería diferente. Yo sería diferente, nosotros lo seríamos.

No tendríamos sombras en el pasado que nos van acechando, no tendríamos miedos esperando en la oscuridad para poder atacarnos. Seríamos libres.

Debería ser honesta. Hablar libera.

¿Y si cree que soy un desastre?

Suspiro temblorosa y Eidan me abraza, me estrecha contra su cuerpo y me adentra en la habitación. Mientras él camina en retroceso yo lo hago normal, aferrada a su torso, su cuerpo cae sentado en la cama y con delicadeza me coloca a horcajadas sobre él. Mi rostro se oculta en la curvatura de su cuello y sus manos acarician mi espalda.

—Lo que dijo Dawin —murmuro con un nudo en la garganta—. Lo que él dijo sobre mí...—Niego con la cabeza—. Todo es cierto.

Me aleja de su cuerpo para verme a los ojos. No luce enojado, solo hay calma.

—¿Es cierto por qué él lo dice?

—Eidan...

—Saori, no. Te lo dije una vez y lo diré todas las veces que necesites que te lo recuerde. —Acuna mi rostro entre sus manos, hay determinación en su mirada—. No estás maldita y la muerte de otros no es tu culpa, y no me importa lo que él piense o crea, me importa lo que pienses y creas tú, solo tú.

Mis ojos pican por las lágrimas, siento mi labio inferior moverse ligeramente y mi corazón duele, se hace una bolita contra mi caja torácica. No soy capaz de evitar las lágrimas, tampoco soy capaz dejar salir el dolor en pequeños pedazos.

—No fue mi culpa —murmuro con la voz en un hilo, me estoy rompiendo en fragmentos—. El otro auto vino a nuestro carril, intenté evitarlo, lo juro, Eidan, pero no pude evitar el accidente.

Me abraza. Lo hace con fuerza y me rompo entre sus brazos. Y aunque estoy siendo fragmentos que pueden herir el me abraza sin miedo a lastimarse. Confía en que no lo lastimare.

—Te creo, pequeña. No fue tu culpa.

—No quise que ella muriera, prefería morir yo...—lloriqueo con la voz ahogada por el llanto—. Y Dawin...él me ha culpado por la muerte de Ayla, nunca escuchó mi versión, él sólamente me echó la culpa...ellos iban a casarse...ellos iban a tener una vida junta y yo...

No soy capaz de seguir hablando. Los sollozos no me dejan hacerlo y solo salen balbuceos. El dolor sale a flote, solo es una pequeña parte de la historia y aún así, me quema el alma.

Cuando desperté en el hospital, primero ví a Dawin, antes que a mi tía Lou, el enojo y el odio en su mirada fue lo primero que me recibió al abrir mis ojos.

Asesina.

Fue lo primero que escuché, luego sus manos comenzaron a zarandear con brusquedad mi cuerpo, mientras me pedía que le devolviera a Ayla, que le devolviera la vida.

Pero no soy Dios y mis súplicas no fueron escuchadas. Y ella murió y yo viví.

Irónicamente pasó todo lo contrario a mis plegarias. Ocurrió todo lo contrario a lo que creía que ocurriría.

—Lo siento...lo siento, nunca desee que nada de esto ocurriera. Él no debía aparecer, tampoco decir...—Hago un pausa, tragando saliva con fuerza—. Lo siento, Eidan.

—Tranquila, todo estará bien —susurra contra mi cabello—. Ambos estaremos bien.

Me aferro a sus palabras. Si estás fueran una superficie estaría enterrando mis uñas en ellas e intentando no perderlas. Porque son una pequeña chispa de aliento, porque me susurra al oído que estaremos bien, que todo estará bien.

Y quiero que eso ocurra.

Tengo miedo y lo estoy intentando. Lo estoy transformando.

—¿Quieres dar un paseo nocturno? —inquiere con la voz ronca.

—¿Ahora? —me alejo para verlo. La idea de salir hace que sus ojos brillen—. ¿No es muy tarde?

—Nunca es tarde para dar un paseo.

Le sonrío. Quiero ese paseo nocturno.



Cierro los ojos, el aire frío de la noche choca contra mi rostro con suavidad y menea mi cabello hacia los lados, y sé que quizás se está enredando pero no le doy importancia. Escucho el sonido de la campanita de la bicicleta de Eidan y me río entre dientes al verlo pasar fugazmente por mi lado izquierdo.

—¡Vas muy lento, Ramé! —grita desde la distancia.

Me echo a reír y comienzo a pedalear más rápido, en un intento desesperado de evitar que gane la carrera. Siento el ardor que se extiende por mis muslos y hago muecas. Mis nudillos se vuelven blancos mientras apretó con fuerza el manubrio de la bicicleta debajo de las palmas de mis manos, miro con burla a Eidan cuando lo paso y sonrío amplio cuando llego al punto de las farolas de primera.

—¡Muy lento, Eidan! —vocifero.

Me bajo de la bicicleta para esperarlo y viene sonriendo y andando con calma. Viste una camisa blanca que me deja ver los formado que están sus brazos, tiene un shorts negro que me deja apreciar lo largo de sus piernas, mientras que su cabello está escondido debajo de una gorra negra, también tiene lentes puestos. He descubierto eso hoy, que tiene mala vista y normalmente usa lentes de contacto.

Y con lentes luce intelectual y muy apuesto.

Entrecierra los ojos al llegar hasta donde estoy y chasquea la lengua a medida que se acerca. Es alto, imponente.

—Te he dejado ganar —sentencia con total seguridad.

Arqueo una ceja.

—Mentira. Yo gané.

Menea la cabeza hacia los lados y sé inclina hacia mí, quedando a centímetros de mi rostro y sonriendo.

—¿La revancha?

Lo observo burlona.

—Pensé que habías dicho que me habías dejado ganar.

—Y quiero revancha para demostrarlo.

Me río entredientes y coloco mis manos sobre sus hombros, dando un ligero apretón.

—¿Y si vuelvo a ganar? ¿Qué me das?

Veo la diversión brillando en sus ojos.

—¿Qué me das tú si gano?

—Lo que quieras.

Sonríe, satisfecho con mi respuesta. Hay un brillo en sus ojos que no logro descifrar pero que me gusta, asiente con la cabeza y se quita la gorra, desordena su cabello y luego se la vuelve a colocar.

—Eso es mucho poder.

Lo veo burlona.

—¿Asustado que una chica más pequeña que tú te gane?

Una chispa de desafío se desliza por su mirada.

—Para nada —extiende su mano en mi dirección—. ¿Tenemos un trato?

—¿Y qué obtengo yo?

—Lo que quieras, solo debes pedirlo.

Estrecho su mano. El apretón que me da sella nuestro trato y le sonrío amplio, sabiendo que ganaré otra vez. Ambos revisamos en nuestros teléfonos las ubicaciones a las cuales podemos ir y revisamos que las bicicletas que alquilamos no se bloqueen por falta de dinero ya que son del gobierno y estaban en el parque.

Nuestra ubicación está a unos cuantos metros. Es un parque más grande que en el que estamos y según Google maps, tiene pequeñas montañas y está rodeado de árboles por todas partes. Luce bonito en las imágenes que vemos, hay farolas por todas partes y hay bancas en lugares estratégicos que dan privacidad, pero el lugar donde queremos ir es donde hay un quiosco musical, dónde normalmente se instalan las bandas musicales en eventos, aunque esté está en medio de árboles y hay farolas en el camino que guían hasta el lugar.

—¿Lista? —escucho que pregunta.

Volteó a verlo, en su bicicleta hay una canasta, igual a la mía y en está está Yeon, mirándome con la lengua por fuera y con la cabeza ladeada. Pobrecito, estuvo corriendo Y manteniendo el paso de las bicicletas y luego ya se cansó.

—Siempre.

Lo veo sonreír. Ambos nos colocamos a la par del otro, tragó saliva con fuerza y miro hacia adelante, el camino es largo y sobre todo, pronto va a amanecer. El cielo se ha estado aclarando poco a poco, escucho la voz de Eidan enumerando del 3 al 1 en retroceso y me echo a reír cuando antes de decir: Fuera. Él ya está pedaleando.

—¡Eres un tramposo, Fellner!

—¡La vida no es justa, cariño! —grita de regreso.

Me echo a reír y comienzo a pedalear. Mi corazón comienza a acelerarse por la adrenalina que recorre mi cuerpo, mi respiración se vuelve superficial y siento las gotas de sudor ir bajando por mi espalda mientras que el calor se extiende por mis piernas debido al esfuerzo físico.

Me gusta estar afuera, el aire puro, escuchar a los pajaritos cantando y como el cielo va cambiando de color lentamente. Me gusta ver cómo va amaneciendo, me gusta la sensación de tener una nueva oportunidad, un nuevo chance de mejorar las cosas. A veces estamos tan enfrascados en el pasado que no somos capaces de vivir el presente, estamos tan aterrados del futuro que no somos capaces de disfrutar el ahora.

Porque todos nos sentimos perdidos en distintas etapas de nuestra vida. Sobre todo, cuando los veinticinco vienen en camino, algunos de tus amigos están casados, otros tienen hijos, otros tienen negocios propios, algunos viajan por el mundo o viven con sus papás. Y muchas veces, te sientes estancado en las cuatro paredes de tu habitación, te sientes ahogado.

He conocido esa sensación de estar enterrado en el lodo durante mucho tiempo.

Y también he aprendido que solo yo puedo sacarme de allí.

—¡Voy a ganar, Ramé! —lo escucho gritar.

Y es cierto, tiene mucha ventaja y en vez de enojarme solo me río. Porque parece una niño pequeño que no le gusta perder y quiere ganar a toda costa, Eidan Fellner, el chico que me parece intimidante, que es mucho más alto y fornido de lo que yo soy, tiene un lado que parece al de un pequeño niño.

Lo veo llegar al punto final para bajarse de la bicicleta y bailar, me rio de lo que está haciendo y siento pequeñas gotas comenzar a chocar contra mi piel, está comenzando a llover y a la vez está amaneciendo. Sonrío al ver hacia el cielo y siento un pequeño brinco en la rueda frontal, luego pierdo el control y suelto un grito antes de caer al suelo.

Mi costado recibe todo el golpe y hago una mueca al sentir las piedras clavándose en las palmas de mis manos. Y a la vez, siento el ardor en mi rodilla derecha, dando con un raspón.

—¡Saori! —grita y lo veo venir corriendo hacia mi.

Me levanto con torpeza del suelo y levanto mis manos en su dirección, enseñando las palmas de mis manos, las cuales están algo magulladas por las piedras y aún así, la piel está intacta.

—¡Estoy bien, estoy bien!

—Tienes un raspón —dice y sé inclina para verlo.

—Es pequeño, nada grave.

Me ve con reproche en los ojos y sonrío burlona al ver la preocupación.

—Tranquilo, no se me van a salir las tripas.

Lo veo reírse de mi comentario. Se coloca de pie y tengo que alzar la mirada para dar con sus ojos, las gotas de lluvia hacen que entrecierre los ojos porque chochan contra mi rostro.

—Nunca se sabe.

—Es poco probable.

Se encoge de hombros.

Me río por su exageración y me coloco de puntas, dejando un beso en su mejilla y sintiendo el ardor en mi rodilla por estirarme.

—Tan bonito que se ve y tan tramposo que es.

Lo escucho reír.

—La victoria de otros debe ser dolorosa.

—Una victoria con trampa.

Lo veo reírse y levanto la mirada hacia él. Mis ojos se entrecierran por el choque de las gotas de lluvia sobre mi rostro y lo veo sonriendo pequeño, deja un beso en mi frente y caminamos hacia el lugar que posee un techo para resguardarnos de la lluvia. El pequeño quiosco de música es acogedor, tiene un candelabro pequeño colgando desde el medio y en su estructura tiene enredaderas de plantas, mientras que el suelo es de una madera oscura, pero espectáculo es la vista que nos otorga, dándonos una vista perfecta del amanecer que se situa en el firmamento, mientras que la nube de lluvia comienza a pasar.

Ambos nos sentamos en el sueño y Yeon se acurruca en medio de ambos en busca de calor, mis dedos están entrelazados con los de Eidan y mi cabeza se encuentra apoyada en su hombro. Cierro los ojos, disfrutando el momento, disfrutando la calidez de todo.

Escucho el cantar de las aves, el sonido de las gotas de lluvia cayendo y veo el amanecer, el cielo está pintado de colores amarillentos que se mezclan con colores anaranjados y el sol va saliendo, los rayos comienzan a iluminar y mi corazón se calienta ante la imagen tan bonita que tengo ante mí.

—¿Quieres saber un secreto? —lo escucho preguntar con la voz ronca a medida que va haciendo pequeños círculos con su pulgar sobre el dorso de mi mano.

Volteo a verlo. Él ya me está mirando, sus ojos escudriñan mi rostro y luce nervioso.

—¿Un secreto sucio?

Sonríe y niega con la cabeza.

—Es más una confesión.

—¿Sobre qué?

—Sobre lo mucho que me estoy enamorando y lo aterrador que es hacerlo.

—¿Aterrador?

—Aterrador. Lo que siento va creciendo muy rápido, tanto que me aterra. Hace años me enamoré y esos sentimientos terminaron hundiendome.

Está siendo honesto. Está mostrándome su terror.

—¿Quieres evitarlo? ¿Quieres evitar enamorarte otra vez?

Niega con la cabeza.

—No quiero detenerlo. Quiero que crezca, se expanda y me cubra por completo.

—Pero tienes miedo.

—Y aún así me atrevo a sentirlo. —Hace una pausa—. El miedo paraliza, evita que te atrevas a salir de la zona de confort, evita que quieras sentir. Lo que quiero decir, es que con todo y miedo estoy dispuesto a amarte, estoy dispuesto a ser tuyo, estoy dispuesto a arriesgarme y tener un corazón roto, porque sé, que aunque tenga miedo, vale la pena sentirlo como tal de amarte.

—Ámame con tus miedos y yo te amare con los míos —musito y veo el brillo en sus ojos—. No voy a romper tu corazón, no podría hacerlo, no cuando romperte a ti sería romperme a mi y no quiero causar daño, todo lo contrario, quiero aprender a amarte.

Sonríe.

—Con todo y miedos

Le devuelvo la sonrisa.

—Con todo y miedos.



N/A

Creo que se está volviendo uns tradición para mí publicar un capítulo en mi cumpleaños, Shi, aquí su fiel servidora está cumpliendo 21 vueltas al sol, ya soy legal en todas partes y sigo con cara de niña de 15.

 En fin.

¿Podemos hablar de lo fuerte que es Saori? Es una de mis protagonistas con más demonios y aún así, la chica lo está haciendo de puta madre. Los miedos y prejuicios de otros son una mierda y espero de todo corazón, que ustedes sean sus salvavidas y recuerden que importa lo que piensen y sientas ustedes, no terceros.

La canción me recuerda a Saori y he de decir que es una de mis fav del cantante, sobre todo en live. Es arte 💜

Gracias por la espera, por la paciencia y por leerme.

¡NOS VEMOS LUEGO!

¡CAMBIO Y FUERA!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro