Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12: Alessia Hemsworth.

Pretty Savage-Blackpink

EIDAN

—No...

Escucho el pequeño quejido que inunda la habitación, abro los ojos con dificultad y veo en la cama a Saori, se está retorciendo, con torpeza me levanto de la cama intentando llegar hacia ella, pero mi cuerpo termina en el suelo de un golpe en seco debido a que la manta se enredó en mis piernas.

Suelto un gruñido de dolor y me quito las mantas, ignorando la punzada que empiezo a sentir en la rodilla, doy pequeños saltos hacia dónde está Saori y me siento en la cama, está sudando y temblando, murmura cosas que no soy capaz de entender y lloriquea.

Está teniendo una pesadilla.

Me acomodo en la cama, de modo que mi cuerpo queda al lado del suyo, con cuidado la atraigo hacia mí y la envuelvo en un abrazo, entierro mis dedos en las hebras de su cabello, generando pequeños mimos y comienzo a cantar en voz baja, intentando que se relaje como aquella vez.

Sólo respira, solo respira, deja que el dolor se aleje.

Es solo una pesadilla, un mal recuerdo, el dolor se ira, la tristeza desaparecerá.

Sólo respira, solo respira, deja que el dolor se aleje una vez más.

Su mano se aferra en forma de puño a la tela de mi camisa con fuerza, su cuerpo tiembla con violencia y los sollozos durán largos minutos, sigo cantando en su oído, sigo abrazándola e intentando hacer que sepa que no está sola, no sé cuánto tiempo transcurre antes de que deje de moverse, antes de que se quede en calma, siento mi brazo acalambrado y aun así no me muevo, tengo miedo de que si lo hago la despertaré.

Dejo un beso en su coronilla y cierro mis ojos, tarareo la canción una y otra vez hasta que me quedo dormido.




SAORI

Me están olisqueando.

Siento la fría nariz y percibo el pequeño sonido que hace su respiración para posteriormente sentir un lenguetazo en mi mejilla izquierda, abro con pesadez un ojo, observando a Yeon enfrente de mí, sonrío con pereza y acaricio su pelaje unos minutos antes de atraerlo hacia mí y darle mimos.

—Buenos días, bola de pelos —musito con cuidado.

El ladrido que lanza en mi dirección me hace creer que está devolviendo el saludo. Rio entre dientes antes de levantarme de la cama, he estado abrazando una almohada, al recorrer la mirada por el lugar veo una cobija extra en un sofá junto a una almohada, también observo la hora y es temprano.

Y no tengo resaca.

Mi mente recuerda todo lo sucedido anoche, lo que dije, hice y pedí, y me siento extraña, como si algo hubiera cambiado, como si hablar hubiera sido un gran respiro que necesitaba.

Anoche conocí un poco de Min, fue divertido escuchar sus historias como productor de música. Él hace esa clase de canciones que te susurra al oído que todo estará bien en un mal día, esa melodía que te consuela y hace sentir seguro, esa letra que cuenta una historia con la cual te sientes identificado.

Las letras juntas crean arte y añadido a melodías es sinónimo de perfección.

Vi a Eidan riendo a carcajadas mientras escuchaba hablar a Min, como lo miraba con adoración, como me escuchaba al hablar, la atención que me prestaba. Recuerdo el brillo en sus ojos, la felicidad emanando de él.

Me siento tranquila, me siento mejor que ayer.

Cuando le conté en medio de un impulso a Eidan un poco de mi me escuchó, no indagó más de lo que le ofrecí decir, me consoló como otros no lo habían hecho. Cuando hablas de algo que te duele, que te afecta, cómo ser humano intentas decir que lo lamentas, que todo estará bien, que la persona es fuerte por lo que pasó, sin embargo, a veces necesitas un abrazo, un consuelo silencioso.

Y él me lo dió.

Cuando entro en el baño el espejo me enseña las enormes ojeras que hay debajo de mis ojos, mi cabello está desastroso como cada mañana y el cansancio en mi rostro es evidente. Luzco como un desastre.

Lavo mi rostro y aseo lo más que puedo, intentando lucir un poco presentable, pero no logro mucho.

Cuando vuelvo a la habitación me encuentro con Eidan, está sentado en la cama y juega con Yeon, su mirada se desliza hacia mí al notar mi presencia y una sonrisa se desliza por sus labios

—Buenos días, Saori, tu cabello luce como si hubieras luchado contra un oso toda la noche.

Apenada paso mis dedos por mi cabello, logrando que su sonrisa se amplíe.

—No te preocupes, para mi sigues luciendo adorable.

Le hago una mala cara.

—No estoy preocupada por cómo luzco.

Arquea una ceja en mi dirección.

—¿No? —inquiere con calma y chasquea la lengua—. Mala interpretación la mía.

—Muy mala —afirmo.

Sus ojos cafés me observan con cuidado y luego ladea la cabeza hacia un lado, da un paso en mi dirección y me quedo inmóvil, sintiendo el latido extra que da mi corazón.

—¿Te sientes mejor? —pregunta directo, sin darle vueltas.

—Sí —doy una breve pausa—. Gracias...por todo.

Se queda en silencio por un segundo y luego asiente con la cabeza, como si tratara de buscar las palabras correctas para expresar lo que quiere decir.

—Puedes venir siempre que quieras, digo...así tengas un buen o mal día, o si quieres ver a Yeon, eres bienvenida.

Entrecierro los ojos y susurro:

—¿Así sean las dos de la mañana?

—Así sean las dos de la mañana —afirma.

—¿Eso no te molestaría?

—No. Prefiero que estés aquí a que estés deambulando por las calles de madrugada.

Me quedo callada, porque no sé qué decir ante la hospitalidad. Y aunque busco en su mirada una pizca de lástima, como si fuera una muñeca de cristal a la que hay que cuidar, no lo hay, y de alguna manera, eso me hace sentir feliz.

—Creo que te vas a terminar encariñando si vengo muy seguido —digo en un intento de broma.

Escucho la pequeña risa que se escapa de sus labios y mi pecho se llena de un calor inexplicable, da otro paso en mi dirección e inclina su cabeza para quedar a la par de la mía.

—¿Y quién dice que ya no lo estoy haciendo?

Me quedo sin palabras, sin aliento. Mis pies se quedan inmóviles en el suelo y mis ojos se quedan fijos en los suyos mientras levanta la mano y coloca un mechón de cabello detrás de mi oreja, el poco contacto que tiene sus dedos con mi piel generan un escalofrío por mi cuerpo.

—Lou sabe que te quedaste aquí y te mandó algunas cosas con Jem —susurra cerca de mi rostro y percibo el olor de café en su aliento—. El bolso está sobre la cama.

Soy un vistazo hacia la cama y veo el bolso negro, luego vuelvo la mirada hacia él.

—¿Le avisaste?

—No quería preocuparla por no verte. Ahora, prepárate, el desayuno estará listo pronto, luego te llevaré con Calvin.

Asiento con la cabeza.

—Como ordene, capitán.

Se coloca recto y lo escucho reír otra vez.

—Hoy estás muy chistosita —dice sonriendo—. Me agrada, me agrada bastante. Te veo abajo, Ramé.

Suelto una pequeña risa y me quedo mirando la puerta, luego veo hacia el cachorro que sigue sobre la cama acostado y mirándome, como si supiera algo que yo no.

—No me mires así. Solo he sido amable.

Creo que sí el perro pudiera bufar y rodar los ojos lo haría, estoy segura. Busco dentro del bolso que me envió Lou y encuentro todo lo que necesito. Antes de ir en dirección del baño abro las cortinas por completo, dejando entrar el sol en la habitación.

Cierro los ojos e inspiro una gran cantidad de aire, la retengo en mis pulmones y la suelto con calma, al abrir los ojos veo el cielo despejado, las montañas en la distancia y los árboles.

Sonrío.

—Será un buen día.

Haré que lo sea.




—¿No es difícil esculpir personas? —inquiero en dirección de Eidan.

Me ve por el rabillo del ojo antes de volver su atención a la carretera delante de él. Mientras esperaba que él buscará algunas cosas antes de irnos, estuve escudriñando la casa un poco y ví unas figuras pequeñas, estaban dispersas por la casa, y Min al encontrarme mirando me dijo que Eidan las había hecho.

—Al principio lo era. Aunque no me inclino mucho por esculpir, me gusta más pintar.

—¿Desde cuándo pintas?

—Desde niño, la abuela siempre me dejaba pintar —sonríe amplio—. En su casa había una pared blanca que era mi sitio para rayar.

—El sueño de todo niño —murmuro—. Si rayaba una pared mi madre y Lou me regañaban.

Se ríe.

—No todas las madres son iguales. La abuela creía que desde que eres niños escoges lo que quieres, algunos ven programas de animales y quieren ser veterinarios, otros juegan a la escuela, otros se inclinan por deportes y cuando alimentas ese hobbie, en algunos casos deja de serlo.

—De cierta manera es cierto —coincido con él—. Lou alimentó mis ganas de cocinar.

—¿Desde niña lo haces?

Asiento y dejo salir una risa pequeña al recordar las cosas que cocinaba y lo mal que quedaban.

—Era un desastre al principio, no tenía idea de cómo era que ella comía lo que inventaba en la cocina, pero lo hacía y me decía que podría mejorar.

—Vio potencial —afirma y voltea a verme cuando se estaciona frente a la cafetería—. Y ahora, eres una gran repostera.

Frunzo el ceño.

—No has probado nada que haya hecho.

Se encoge de hombros y sonríe.

—Cierto, pero cuando lo haga solo afirmaré lo que he dicho.

—Te escuchas muy seguro.

Sonríe.

—Siempre estoy seguro de lo que digo.

Sonrío incrédula por la seguridad que desbordan sus palabras y le agradezco por el desayuno y el aventón, cuando bajo del auto, baja el vidrio y se inclina en el asiento para verme.

—Ten un buen día.

—Igual.

Cuando se marcha giro sobre mis talones sonriendo y borro la sonrisa al ver a Calvin mirándome a través de uno de los ventanales de la cafetería, y cuando pongo un pie adentro me lanza una mirada divertida.

—¿Algo bueno ocurrió?

—¿No es muy temprano para el chisme?

Sonríe burlón.

—Nunca lo es —se acerca y deja un beso en mi coronilla—. Tengo que ir a finiquitar algunos detalles del evento, a las dos llegará la ayuda para adelantar algunas cosas, así que ve haciendo con calma. ¿Bien? Volveré pronto.

—Si, señor —digo y hago un saludo militar, acción que le roba una enorme carcajada antes de marcharse.

Me adentro en la cocina, hay ingredientes por todos lados, creo que hay más de los que alguna vez llegué a ver en mi corta vida, quizás si hubiera comenzado a trabajar en vez de viajar hubiera visto tantos ingredientes.

Comienzo a cortar las fresas para empezar a hacer el melado que irá sobre la panna cotta, es un postre de origen italiano y les dije que podíamos hacerlo como algo que tiene un equilibrio entre los sabores, haciendo que sean ligero y algo fácil de degustar, lo cual varias señoras me apoyaron, quieren innovar y otros solo quieren mantenerse en su mundo de tradiciones, y está bien mantener una tradición y algo tradicional en este lugar es el pastel de calabaza, lo cual también haremos.

Cuando termino de hacer el melado y meterlo en el refrigerador comienzo a hacer la masa para las tartas de chocolate, frambuesa y manzana, hago una mueca cuando la harina se adentra en mi nariz al echarla en una de las máquinas y retengo el aire en mis pulmones para no estornudar, me quedo quieta por un momento y antes de seguir echando más harina, respiro profundo y algunas lágrimas salen de mis ojos debido al estornudo que no deje salir.

No sé qué hora es pero mis brazos duelen y el delantal negro está lleno de harina, escucho la campana del local sonando—indicando que alguien entra— y grito lo primero que se me viene a la cabeza.

—¡Calvin! ¿Me traes una coca-cola? Por favor.

Me acerco al costal de harina para sacar un poco para la siguiente mezcla y me quedo inmóvil al escuchar el resonar de tacones, pasan pocos segundos antes de ver un par de tacones negros entrando en mi campo de visión, alzo la mirada y una chica rubia y de ojos marrones me sonríe.

—Quiero un pedazo de pastel de vainilla y una merengada del mismo sabor.

Frunzo el ceño. Se me hace conocida. Me coloco recta y entrelazo mis dedos en mi espalda, le sonrío de la misma manera, aunque no creo lucir tan tensa como la chica.

—Lo siento, pero hoy abrimos a las tres de la tarde.

Ladea la cabeza hacia un lado.

—¿No quieres atenderme?

—No es que no quiera, señorita, justo ahora no puedo hacerlo, si viniera más...

—¡Oh, cierto! —exclama y quiero echarme a reír. Eso ha sido muy fingido—. Eres la empleada que hará los postres para la feria. —Sonríe de lado con un toque de arrogancia—. Un gusto, soy Alessia Hemsworth, encargada de la decoración y organización del evento.

Me quedo quieta intentando asimilar que su sonrisa es igual a la de la vieja loca, la tal Marina y mi cuerpo se estremece, asiento con la cabeza y sonrío por cortesía. Está mujer se trae algo entre manos.

—Un gusto, soy...

—Saori Howard —dice rápidamente—. Lo sé.

Asiento con incomodidad y no tengo la menor idea de que es lo que quiere, sus ojos recorren cada parte del lugar y mi mente la recuerda, era la mujer que estaba junto a Eidan y la vieja bruja hace días, quiero resoplar con fuerza y sacarla de la cocina.

—Lo siento, señorita Alessia, pero debo volver al trabajo y como le dije no estamos atendiendo por el momento.

—¡Cierto! Sobre eso, me pasaron la lista de lo que se va a ofrecer y no creo que la panna cotta sea buena idea.

—¿Disculpe?

Sonríe.

—Verás, Saori, los lugareños están acostumbrados a otras cosas y hacer un postre como este es arriesgado, lleva tiempo y...

—No tiene mucho trabajo —la interrumpo—. A los niños les va a gustar y no dudo que a los adultos mayores igual.

Me sonríe tensa.

—Creo que no me entiendes, no van a hacer ese postre, tampoco van a hacer milhojas o el...

—Cualquiera que haya presentado —digo de manera brusca e interrumpiendo.

Se encoge de hombros.

—No lo tomes personal, linda, pero es lo mejor, así que cada postre nuevo queda descartado.

Sonrío y niego con la cabeza, me inclino y saco del costal de harina la taza medidora y comienzo a echar en la mezcladora, no hago caso a que todavía está ahí de pie, tampoco su mirada de irritabilidad, debe ser la hija de la bruja.

—¿Qué crees que haces? —inquiere por lo bajo y noto el tono tenso de su voz.

—La masa para los nuevos postres —miro en su dirección con una sonrisa en mis labios—. Ya sabe, esos postres no se hacen solos.

Está tensa, muy tensa y agarra con fuerza la cartera negra que tiene entre las manos.

—Creo que no me entiendes, no van a hacerlos.

—¿Quién dice?

Arquea una ceja de manera orgullosa.

—Yo lo digo.

—¿Y quién es usted para decirme qué hacer y qué no hacer?

—La encargada de la....

—Organización y decoración del evento —termino por ella—. No de la comida, tampoco de lo que se servirá y lo que no, si estuviera a cargo de ello, hubiera estado ayer en la jodida reunión de tres horas en la que mi trasero estuvo —hago una pausa y sonrío de lado—. No se lo tome personal, linda, pero cuando tenga un título en gastronomía y sea la directora de la junta con la que estuve ayer, puede venir y decir lo que quiera y con gusto la escucharé, pero como no lo es, es mejor que se largue de mi cocina antes de que pierda la paciencia.

—Puedo hacer que uno de ellos venga a decir lo que yo digo.

Sonrío.

—Es una junta, todos votan, no solo uno decide —miro la taza medidora con harina—. Ahora, si a eso fue a lo que vino y por ello inventó lo de querer el pedido, ya se puede ir y dejar de fingir, Alessia, eres una pésima actriz.

Arruga la nariz.

—¿Debería dejar de actuar?

Me encojo de hombros.

—Anda, haz los honores.

—Bien, humillaste a mi madre y...

—No humille a nadie —respondo entre dientes.

—Le lanzaste la bebida.

—Luego de que la bruja de su madre me golpeara —digo con calma y veo como se tensa—. Así que no venga con cuentos raros y retorcidos y ven con la verdad, si atacas a alguien, la otra persona se defiende, y para su información, no soy una jodida sumisa que se deja pisotear. ¿Algo más?

Se ríe entre dientes.

—¿Cuánto crees que vas a durar aquí? —inquiere y observa sus uñas pintadas en rojo—. ¿Una semana más? ¿Un mes? —niega con la cabeza—. Muchas personas no te quieren aquí, Saori. Ya sabes —se acerca a mí—. Estás maldita.

Hija de puta. Es igual de víbora que la madre.

—Vaya, también crees eso —digo con calma y sonrío— ¿Y qué si lo estoy? ¿Tienes miedo de terminar muerta?

Sonríe.

—No estaré a tu alrededor, no tanto como Calvin, tu tía o Eidan.

Frunzo el ceño y sonrío al entender de dónde se me hace parecida. Era la mujer que estaba en el parque con Eidan.

—Ahí está el punto. ¿Viniste por él? —inquiero con burla—. ¿Vas a decirme que amas a Eidan y no lo quieres cerca de mí o algo por el estilo?

Se encoge de hombros.

—Quizás...

—Bien, te ahorro la estupidez de seguir con esto —digo con aburrimiento en la voz—. No me interesa Eidan, no de esa forma, así que ya te puedes largar y dejarme trabajar.

—No te creo.

—Ese es tu problema, no el mío.

Gruñe entre dientes y da un paso en mi dirección.

—¿Te crees lista?

Sonrío.

—No me creo, lo soy, ahora largo.

Veo como su mano se eleva por el aire y antes de que logre lo que quiere hacer la detengo, mis ojos se fijan como dagas filosas en los suyos que parecen fuego, quiero golpearla, arrastrarla fuera del local como un costal de papas y tirarle la puerta en la cara, por Dios que quiero hacerlo, pero me estoy conteniendo de hacerlo.

—Ni se te ocurra, bruja.

—¡Suéltame, maldita estúpida! —grita y comienza a zarandearse.

Veo como su otra mano intenta hacer lo que quiso la primera y mi instinto es soplar la harina que hay en la taza medidora, la escucho toser y me alejo rápidamente de su radar, veo como está llena de harina, toda su ropa quedó blanca y luce patética.

—¡Mira lo que hiciste, idiota! —la escucho gritar y mira su ropa—. ¡Eres una estúpida!

—Largo —digo con calma.

La veo intentar acercarse y agarro el rodillo que hay cerca para luego apuntar hacia ella, logrando que se paralice en el lugar y me observe con los ojos muy abiertos, sonrío de lado y dejo salir un suspiro brusco.

—No volveré a repetirlo, lárgate antes de que te haga picadillo.

No se mueve del lugar.

—No te atreverías.

—¿Quieres averiguarlo?

Escucho la campanilla del lugar y no aparto mis ojos de la bruja enfrente de mí, mientras que el rodillo sigue apuntando en su dirección, no le haría daño ni a una mosca, primero porque no tengo puntería, segundo porque la dejaría ir, pero ella no es una mosca, es más como una cucaracha que puede volar.

—¿Saori?

—¡Eidan! —chilla la rubia.

Volteo hacia la puerta y veo a Eidan, Min y Calvin, los tres me observan con cautela y la bruja hipócrita no tarda en acercarse a Eidan como una damisela en apuros. Ruedo los ojos y bajo el rodillo.

—¡Está loca, Eidan! —chilla la rubia—. Solo vine por algo de comer y comenzó a ser grosera conmigo. —Hace una pausa—. Me amenazó con ese rodillo y me echó harina. ¡Mira mi ropa!

—Saori —dice Calvin con calma y veo en dirección de él.

—No está diciendo las cosas como son, ya sabes Calvin, las brujas tienen la misma sangre y más si son madre e hija —escucho a Min aguantar una carcajada y veo hacia la bruja—. Vino a decirme que no podía hacer mis postres, porque lo decía ella, además de decir de manera directa que te ibas a morir. —Veo hacia Eidan—. Ya sabes, estoy maldita y estás muy cerca de mí, ahora, serás mejor que saques a esta hipócrita y su pésima actuación de mi cocina o la aplastaré como un jodido insecto. Gracias.

No espero que me digan algo y me doy la vuelta, yendo en dirección de la alacena que hay en el lugar, todos se quedaron pasmados en el lugar y sé que tuve que sonar violenta y como una jodida psicópata, pero eso es lo último que me puede importar.

Primero tengo que lidiar con la madre y ahora con la hija que es igual o peor que ella.

Vaya mierda.

N/A

¡BUENAAAAAAAAS!

¿Cómo me los trata la vida?

 Espero que muy bien, beiezas y si no es así, tarde o temprano todo mejorará.

¿Opiniones?

¡QUIERO AMOR, DAME AMOR!

Es raro no leer comentario cuando es lo que más me gusta leer :c

Nos vemos prontito <3

¡LEE Y DISFRUTA!

¡VOTA Y COMENTA!

¡CAMBIO Y FUERA!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro