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Capítulo 11:Amigos rotos.

Sweet Night- V

SAORI

El chorro de agua choca directo contra mi nuca, cierro los ojos y no me muevo por largos minutos, intentando que el agua se lleve todo lo malo. Hay una sensación de pánico adueñándose de mi pecho, clavando sus garras en mi corazón y apretando. He aprendido a lo largo de mi corta vida que no todo es alegría y flores amarillas, a veces, está llena de tristeza y rosas marchitas, en algunos casos lo bueno que está ocurriendo lo arruino yo, otras veces lo hacen terceros y de vez en cuando, es la vida diciéndome que no lo tendré fácil.

Las lágrimas comienzan a correr por mi rostro mientras que la presión en mi pecho se intensifica, estaba bien, por Dios que lo estaba, pero de la nada, mientras me encontraba sentada en medio de una reunión sobre los postre, me sentí vacía, sola, esa sensación de no lograr encajar en el mundo, de tener un hueco en el pecho en vez de un corazón latiendo.

Estoy harta del sentimiento.

Estuve siendo amable, dibujé mi mejor sonrisa ante las personas a las cuales le tuve que explicar la razón de los postres que había seleccionado para el aniversario, lo intenté cada momento, cada segundo que quise irme, que vi miradas furtivas y murmullos que no decían nada bueno.

Quise irme corriendo, quise huir lo más lejos posible. Y no lo hice, no cuando vi la sonrisa de orgullo de Calvin, no cuando alardeaba ante todos que tiene una sobrina muy hábil en la cocina. Sentí, que si decía que me quería ir, lo iba a decepcionar y no quería hacerlo.

Gimoteo en medio del llanto y me hago un ovillo en el suelo, siento que me ahogo, siento que no puedo escapar y cubro mi boca con mis manos para evitar que el llanto se escuche, dejo que el dolor salga en forma de lágrimas y lloro hasta que mis ojos arden y mi cabeza igual, vivir se siente tan agotador.

He estado luchando toda mi vida, intentando ver lo bueno en cada problema o situación, y a veces llega al punto en el cual no soy capaz de ver otra perspectiva, solo hay una enorme escena negra delante de mis ojos.

No importa si intento luchar contra la sensación de ahogo que me abruma, no importa si quiero con todas mis fuerzas escapar, nunca se va, no sin antes hacerme pedazos.

A veces pienso que morir hubiera sido la mejor opción y cuando lo pienso, me siento miserable por no seguir intentándolo y dejarme hundir.

No sé cuánto tiempo transcurre, pero cuando salgo de la ducha y veo mi reflejo en el espejo, mis ojos están rojos e hinchados, luzco como una papa, hago una mueca y dejo salir un suspiro tembloroso, mi cabeza está doliendo y cierro los ojos con fuerza antes de salir a cambiarme. La casa está en silencio debido a que tía Louise y Calvin ya están dormidos, no creo que alguien esté despierto, son casi la una de la mañana y no soy capaz de dormir.

Jeremy.

No lo he visto en todo el día, sé que va a la escuela, luego al trabajo de medio tiempo y después se pierde durante horas hasta volver a casa. Me visto con un pantalón deportivo y un suéter grande, quizás si está despierto, quizás podamos charlar o ver algo hasta que pueda dormido. Trago saliva con fuerza y salgo de la habitación.

Voy hacia la de Jem, la cual es la última del pasillo, doy dos toques y no obtengo respuesta, pero veo la luz encendida por debajo de la puerta. Me debato entre entrar o no hacerlo, pero termino haciéndolo, la luz está encendida, pero Jem está tumbado sobre la cama y hay varios papeles a su alrededor, una guitarra y un peluche.

Está dormido.

Me rio por lo bajo y entro en la habitación, debe estar realmente cansado. Recojo los papeles y los apilo en el escritorio, son letras de canciones y hay notas musicales, tuvo que estar componiendo, sé que le gusta cantar, de vez en cuando lo escucho haciéndolo. Guardo la guitarra y lo arropo, sus manos buscan algo en la cama y cuando da con el oso blanco lo abraza con fuerza contra su pecho, acurrucándose como un niño pequeño.

Adorable.

Me acercó a la lámpara cerca de su cama para apagar la luz, pero veo sobre la mesita de noche una fotografía. Es una mujer de ojos negro y cabello negro, junto a una niña de los mimso rasgos, mientras que, a su lado, sale Jeremy sonriendo con lo que parece ser el uniforme de alguna escuela.

—Ella debe de ser tu mamá y hermana —musitó con cuidado y volteó a ver a Jeremy—. ¿Dónde están ellas ahora? ¿Qué pasó con tu familia, Jem?

No hay una respuesta. Apago la luz y salgo de la habitación en completo silencio, me quedo en el pasillo por un largo momento antes de tomar las llaves de Calvin y salir de la casa. El frío de la noche choca con violencia contra mi rostro y me hago un ovillo dentro de la ropa. Cuando entro en el garaje veo la camioneta de Calvin y luego veo la bicicleta de Lou la cual saco del lugar y me monto a ella.

Debo encender la luz de la bicicleta para poder ver por dónde voy, siento bastante frío debido a mi cabello mojado, pero en sí el clima está templado, pasan largos minutos antes de que logre llegar al centro del pueblo, paso por el parque y escucho a chicas riéndose y las veo caminando, son como cinco mujeres que están por las calles a altas horas y van con calma. Si estuvieran en la ciudad, no estarían solas, no cuando la ciudad es tan peligrosa y este pueblo parece ser la otra cara de la moneda.

Mientras recorro el pueblo veo una patrulla rondando el lugar. Cuando veo hacia el frente veo dos figuras en una bicicleta antes de caer abruptamente en el suelo, escucho la maldición de alguien y luego la risa de otra persona, disminuyo la velocidad cuando me voy acercando y al reconocerlos me acerco.

—Eidan, Eidan, Eidan —canturrea Min con diversión mientras mueve su mano hacia los lados—. El hermoso Eidan no es capaz de mantener el equilibrio.

—¿Quién podría mantener el equilibrio cuando te mueves como una sanguijuela? —masculla Eidan mientras se soba la mano, luego resopla y ve con detenimiento a Min—. ¿Te golpeaste muy fuerte?

—Me duele el culo.

—Eso es bueno.

Escucho el gruñido de Min.

—¿Por qué eso es bueno? Voy a tener un hematoma en mi trasero.

Dejo salir una risa por lo bajo y la mirada de Eidan se dirige hacia mí, me observa sorprendido por un momento y luego confundido. Está en pijama y su cabello parece un desastre con tantos rizos desordenados, mientras que tiene una mirada soñolienta.

—¡Pero miren quién está aquí! —vocifera Min—. Es la ladrona de perros —se ríe y tapa su boca—. No, espera, no eres una ladrona, así que no me grites como una loca, eres Saori, tu salvaste a mi pequeño sobrino canino —sonríe amplio y luego hace una mueca—. Te ves horrible.

Arqueo una ceja.

—Tú igual, Min, te ves horrible.

Me observa con el ceño fruncido.

—¿De qué hablas? Soy hermoso —gira hacia Eidan—. ¿Cierto que soy hermoso?

Eidan lo observa con burla.

—Luces como la mierda, Min.

El nombrado sonríe amplio y luego voltea en mi dirección.

—Luzco como tú, al parecer ambos decidimos llorar hoy y ser fuertes mañana —hace una pausa—. Ahora, creo que sí deberías ser mi amiga por una noche, ya mañana volveremos a odiarnos.

Sonrío burlona al verlo así, tiene los ojos hinchados y casi han desaparecido debido a que no son muy grandes, Min también parece una papa pero está papa viene con olor a alcohol. Miro hacia Eidan.

—¿Por qué está tan ebrio?

—Es...

—¿Por qué lloraste? —inquiere Min antes de que Eidan responda—. ¿Sabes que sé? —cuestiona y se coloca con torpeza de pie—. No dices tus secretos, pero si conoces los de los demás, no es muy justo, así que si quieres saber porque estoy así —se señala—. Deberás decirme porque tú estás así.

Me quedo estática mientras lo observo en silencio, está ebrio, pero no parece nada estúpido el hombre. Sonrío amplio y me encojo de hombros.

—¿Por qué las personas lloran, Min? —inquiero por lo bajo.

—Porque algo les duele.

—O porque solo quieren dejar salir aquello que no saben cómo expresar con palabras —añade Eidan.

Volteo hacia Eidan.

—Exacto, el llanto es una manera de expresar aquello que acumulas en tu pecho y termina saliendo en forma de lágrimas, es una manera de desahogarse.

—¿Y qué es lo que no eres capaz de decir con palabras, Saori?

Le sonrío.

—Eso es un secreto que algún día diré o quizás nunca lo haga —musito y volteo hacia Min—. Sube a la parte trasera de la bicicleta, si te vuelves a montar en los conos de la bicicleta de Eidan lo más probable es que vuelvas a moverte y hagas que se caigan.

Min sonríe burlón.

—¿Quién dice que no lo haré contigo?

Le devuelvo la sonrisa con la misma expresión.

—Si me lastimo, Calvin va a partirte la madre junto a mi tía. Y no creo que quieras eso. ¿Cierto?

Me observa pensativo unos momentos para luego negar con la cabeza y acercarse.

—Buen punto —dice con voz de bebé pequeño y regañado.

Eidan se echa a reír y sonrío orgullosa, sigo desde atrás a Eidan mientras vamos hacia la casa de ambos, Min está sentado en la parrilla de la bicicleta y tararea una canción. Creo que cuando llegué aquí lo último que pensé es que estaría ayudando a Min a llegar en una sola pieza a su casa, cuando llegamos a la casa bajo de la bicicleta al igual que ellos.

—Guardaré la bicicleta y sacaré el auto para llevarte a casa, Saori —dice Eidan.

—Puedo ir sola.

Me observa serio.

—Ya es muy tarde.

—Pero...

Alza la mano y niega con la cabeza, no creo que me deje ir sola. Lo veo irse en dirección del garaje y escucho la risa de Min.

—Así es Eidan, siempre vela por los demás.

Volteo hacia Min.

—¿Dónde estabas metido que te fue a buscar?

—Estaba en tu casita de árbol y cuando lo llamé, no dudó en ir a buscarme. Él es un buen hermano menor —entrecierra los ojos—. Ahora, lo importante. ¿Quieres ser mi amiga hoy? —inquiere con una enorme sonrisa en los labios.

—¿Por qué quieres que sea tu amiga? —cuestiono con los ojos entrecerrados.

—Porque tampoco te quieres ocultar —musita—. Hay que ser amigos rotos.

—¿Solo por hoy?

Asiente con la cabeza.

—Solo por hoy. Tengo una bonita botella de vino y un césped perfecto para echarse en él mientras se bebe —ve hacia el garaje; donde las luces de un auto se encienden y luego vuelve la mirada hacia mi—. ¿Vienes?

Es tentador, demasiado y no tengo la menor idea de porque lo hago, pero acepto en un pequeño susurro, antes de que pueda decir algo Min le grita a Eidan que no saque el auto y tira de mí hacia la casa, Yeon nos recibe contento y se mete entre mis piernas, lo alzo y me deslizo dentro de la casa.

Todo está pulcro y ordenado como siempre.

—¿Por qué no puedo sacar el auto? —inquiere Eidan en mi dirección—. ¿Llamarás a Calvin para que te venga a buscar?

Niego con la cabeza.

—Seré la amiga rota de Min por hoy.

Eidan frunce el ceño.

—¿Qué?

Le sonrío y escucho el grito de Min llamándome, salgo de la casa principal para ir en dirección de la casa que hay en el patio, al entrar en esta veo a Min abriendo una botella de vino con una enorme sonrisa y sirve en tres copas. El lugar huele a pintura y tiene varios lienzos cubiertos por mantas blancas, menos mi cuadro, ese está descubierto.

Viendo el cuadro otra vez, lo entiendo, esos ojos pintados son los ojos de la Saori rota, mientras que la sonrisa enorme es de la Saori feliz que no tiene nada por lo cual llorar, ella está bien, es feliz, nada la hiere, es la falsa yo.

—No, Eidan no es un acosador, solo es un artista —dice Min acercándose a mí con mi copa de vino a la cual le da un sorbo y luego me la extiende—. Para que no creas que le eche algo.

—No creo que seas esa clase de persona.

Sonríe.

—No, no lo soy.

—Min... —escucho que dice Eidan a mis espaldas—. Ya bebiste suficiente.

Su amigo niega con la cabeza.

—No es suficiente alcohol si no quedas inconsciente luego de olvidar la pena.

Asiento con la cabeza y tomo del vino, el cual se desliza por mi garganta como si fuera agua y sonrío amplio cuando le extiendo la copa vacía a Min.

—Otro por favor.

Min sonríe y voltea hacia Eidan.

—Ella será mi nueva acompañante de tragos, hermanito.

Veo la mirada reprobatoria de Eidan hacia Min y luego voltea en mi dirección.

—¿Estás segura?

—Sí.

Asiente con la cabeza.

—Bien, unas copas y luego te llevaré a casa. Y lamento que Min este tan hablador, pero ebrio parece un loro.

—Mira el lado positivo, no me está lanzando miradas desafiantes o de odio.

Niega con la cabeza.

—Es Min, no odia a nadie, conoces solo su cascarón de chico malo —sonríe burlón—. Por dentro es un gatito en realidad.

Sonrío.

—Un gatito gruñón.

—Y él es un león muy cariñoso —dice Min cuando me entrega la copa de vino y luego ve hacia Eidan—. Hay que hacer música. —Voltea a verme—. Estando ebrio y con el corazón hecho pedazos haces siempre arte, Saori. Así que yo toco y tú —señala a Eidan—. Cantas.

Los ojos de Eidan se iluminan y asiente repetitivas veces con su cabeza, Min se sienta delante del piano mientras que Eidan se para al lado. Me acerco a un cojín negro que hay en el suelo, me lleno el vaso de vino y me quedo expectante a ambos. La delicada melodía que emite el piano comienza a llenar el lugar, cubriendo cada rincón con cuidado. Me quedo hipnotizada mientras escucho la melodía y mi cuerpo se estremece cuando comienzo a escuchar a Eidan cantar.

Estoy cansado, exhausto, estoy harto de ser quién soy.

¿Dónde está mi ángel? ¿Dónde está el paracaídas que evita la caída?

No hay nada, solo hay oscuridad, solo hay dolor y gritos silenciosos llenos de agonía.

¿Puedes verlo? ¿Puedes ver los pedazos de mi corazón? ¿Puedes ver las heridas que cubren mi alma? No, no lo ves, miras una resplandeciente sonrisa, escuchas una voz suave y amable, no entiendes mi grito de ayuda.

Estoy ahogándome, estoy hundiéndome, estoy tratando de salvarme, estoy intentando ser mi propio héroe, pero estoy agotado de intentarlo una y otra vez. Estoy harto de luchar por las mañanas en busca de una razón para seguir aquí.

No soy yo, no soy un ser humano, soy pedazos que intentan mantenerse unidos, soy fragmentos que sangran al intentar encajar en su viejo lugar, soy heridas que a pesar del tiempo siguen sin poder sanar.

Estoy cansado, exhausto, estoy harto de ser quién soy.

¿Dónde está mi ángel? ¿Dónde está el paracaídas que evita la caída?

No hay nada, solo hay oscuridad, solo hay dolor y gritos silenciosos llenos de agonía.

La voz ronca y baja de Eidan hace que la canción suene melancólica, desgarradora, no creo que estuviera planeada, no creo que fuera algo que ya sabían que iban a cantar, es espontánea, sincera y cuando termina la canción, mis ojos buscan los de Eidan, ¿así se siente? ¿Así es realmente? ¿Está conformado por un montón de pedazos?

Y, sobre todo, porque siento que me describe tanto, hace que un nudo se forme en mi garganta y apriete con fuerza, que cada parte de mi cuerpo se sienta expuesto, es como si su voz hubiera tocado mi alma y la hubiera consolado sin intentarlo.

—Creo que le llegó —dice Min—. La hiciste llorar, Eidan. Y creer que pensé que ella te haría llorar a ti.

Los miro extrañada y luego toco mis mejillas, sintiendo las lágrimas que caen con cuidado por mi rostro, sonrío apenada y las seco.

—Eso significa que es un buen cantante.

Eidan sonríe.

—Quizás lo hubiera sido, pero preferí los lienzos y las pinturas antes que la música.

Min sonríe.

—Yo lo hubiera llevado al mundo de la fama si se hubiera dejado —menea la cabeza—. Pero está bien, eres un fantástico artista. ¿Cierto, Saori?

Sonrío amplio.

—Lo eres.

Se queda estático en el lugar y sonríe lentamente hasta formar una enorme sonrisa que cubre por completo sus labios, se aleja del piano y hace una reverencia, robándome una carcajada y haciendo que Min también se ría y lo golpee en el hombro.

Verlos interactuando, me hace ver que no se aman solo como hermanos, son mejores amigos y una punzada de envidia atraviesa con violencia mi pecho porque verlos así me hace recordarla, me hace saber lo que perdí y no podré recuperar.




EIDAN

Está babeando.

Me rio entre dientes al ver como su boca está entreabierta y como está acurrucado en el mueble, dejando espacio para Yeon, quién está en la curva que hace con su estómago. Arropo a Min y salgo de la casa del jardín, estuvo bebiendo y hablando con Saori durante horas, hasta que se quedó dormido.

Salgo de la casa y veo a Saori sentada en el césped, está meciéndose hacia los lados y tararea la canción que canté antes, tiene una manta cubriendo su cuerpo y su cabeza gira en mi dirección, sus ojos ya no están tan inflamados, pero están pequeños debido al sueño y el cansancio que debe de tener encima.

Da dos palmadas a su lado, invitándome a sentarme, cosa que hago sin dudar. No fui un tonto al creer que ella y Min se llevarían bien, aunque no sé cómo se comportaran cuando dejen de tener tanto alcohol en las venas, Min cayó inconsciente y ella está a punto de hacerlo, lo noto en la forma en la que ve su entorno, está luchando por nos dormirse.

—Entonces —dice mientras arrastra las palabras—. Cuando eras un niño partiste la colección de tu abuela —voltea a verme—. Eres un chico muuuuy malo, Eidan.

Me rio entre dientes.

—Eso fue un accidente.

—Le echaste la culpa al gato.

—La abuela ya lo perdonó.

—El gato es inocente —murmura con calma y luego me señala con el dedo—. Y tú eres culpable. —chasquea la lengua—. Muy mal, eres un niño malo.

Le sonrío y aparto el cabello que cae sobre su rostro.

—¿Nunca hiciste algo por accidente?

Frunce el ceño y se queda viéndome en silencio por un momento antes de sonreír con pereza.

—Rompí el trofeo de béisbol del ex esposo de tía Lou —arruga la nariz—. Aunque no lo hice accidentalmente, se lo merecía por cabrón —masculla y sonríe orgullosa—. Ah no, cierto, fue un "accidente".

Dejo salir una enorme carcajada y vuelvo a quitar el mechón de cabello que sigue cayendo sobre su rostro, sus mejillas están rojas debido al alcohol, pero a la vez su piel es fría por el leve aire que corre. Así de cerca y verla tan despreocupada luce como una niña pequeña.

—También eres una niña mala.

Sonríe amplio hasta el punto en el cual sus ojos se cierran.

—Quizás lo soy un poquito.

—¿Solo un poquito?

Asiente.

—Solo un poquito —se acerca a mí, extendiendo su cuello para poder verme directo a los ojos—. Pero no le digas a nadie, es un secreto.

Sus manos están sobre mis hombros y puedo oler el alcohol que emana su cuerpo, sus ojos están abiertos de par en par y su nariz casi roza la mía, le sonrío y parpadeo por un momento, dándole a entender que guardaré su secreto.

—No lo haré.

Acerca su mano a la escasa distancia que hay entre nuestros rostros y me deja ver su meñique.

—Lo prometes.

Entrelazo mi dedo con el suyo.

—Lo prometo.

Sonríe amplio y luce satisfecha. Aparta la mirada de mí y acerca su cabeza a mi hombro, apoyando su frente en él. ¿Cómo voy a llevarla a su casa en estas condiciones? Cierro los ojos por un momento y trago saliva, van a golpearme es a mí cuando la vean así. Ambos nos quedamos en silencio por un largo momento, ella luce relajada y sigue tarareando mientras mueve sus pies.

—Eidan.

—Sí.

—Extraño cuando era una niña.

—¿Por qué así podrías hacer travesuras? —inquiero burlón y escucho la risilla que suelta.

Aparta la cabeza de mi hombro y sus ojos se fijan en los míos, se toma unos momentos para recorrer con la mirada mi rostro y luego eleva su mano hacia mi cabello, intentando peinarlo con sus dedos, luego baja hacia mi mejilla izquierda y mueve su dedo pulgar, acariciando mi piel.

—Extraño cuando era feliz —confiesa y aparta su mano—. Extraño ser una niña que no conocía lo malo de la vida, extraño cuando podía sonreír y no sentirme culpable por hacerlo. Extraño eso. Supongo que nunca podré ser feliz otra vez.

—¿Por qué no puedes ser feliz?

Se encoge de hombros.

—Culpa, remordimiento, recuerdos transformados en pesadillas que rompen todo lo bueno —hace una pausa—. Era feliz de niña, tan plena, tan pura. Mi madre siempre me cuidaba y mi padre me protegía —traga saliva con fuerza y deja salir un suspiro antes de seguir hablando—. Él murió primero, no recuerdo mucho, solo sé que su corazón dejó de funcionar y estuve sentada a su lado en espera de que despertará —suspira con pesadez—. Luego mamá murió cuando tenía más conciencia, fue en un robo que salió mal, un chico de catorce años le disparó.

—Ramé...

Sonríe con pereza, aunque no llega a sus ojos la sonrisa, solo es un gesto vacío en un intento de demostrar que no le afecta lo que está diciendo, sin embargo, sus ojos lucen tristes.

—No todo fue oscuridad —prosigue antes de que pueda decir algo más que su apodo—, tía Lou se encargó de cuidarme, fue mi todo, mi única familia. Y yo la estaba lastimando al ser egoísta, solo porque creía que.... —se calla de manera abrupta, chasquea la lengua y mueve la cabeza hacia los lados—. A lo largo de mi vida he cometido errores, he perdido a personas, he perdido muchas oportunidades, a veces por miedo a ser insuficiente, otras por mis inseguridades y la más común: por estar triste. He tenido a que aprender que no todos los días son malo o buenos, sin embargo, hay días en los cuales respirar se siente una verdadera tortura, en los cuales despertar parece más una maldición que una bendición, días en los cuales el dolor gana la batalla y se adueña de mi alma, días en los cuales odio ser yo, odio dónde estoy, lo perdida que me siento —la voz se le está rompiendo mientras habla y está llorando—. Hay días en los cuales odio estar en mi propia mente y vivir en mi propio cuerpo, y lo intento, estoy intentando estar bien, intento sonreír y ser amable, y aún así, cuando la tristeza viene, solo quiero llorar y dejar de existir.

Limpio las lágrimas que se deslizan por su rostro cuando solloza.

—¿Hoy es uno de esos días?

Asiente con la cabeza.

—Estaba bien, lo juro, pero...siento que me hundo, Eidan, siento que no puedo respirar, siento que no estoy avanzando y estoy estancada —me observa con dolor y la desesperación en su voz es palpable—. Estoy intentándolo y si lo estoy haciendo. ¿Por qué siento que no es suficiente?

—Lo estás intentando, Ramé —susurro con cuidado—. Y eso es más que suficiente, avanzas a pasos pequeños, mira, justo ahora estás dejándome ver un poquito de ti, eso que tanto te esmeras en ocultar —le sonrío—. Debes estar orgullosa de ti, no todas las personas tienen la voluntad de salir de dónde están, poco a poco, paso a paso, aunque parezca que no lo haces, realmente lo estás haciendo, estás avanzando.

Deja salir un sollozo y se quiebra. Me acerco a ella para envolver su cuerpo entre mis brazos, acarició su espalda con suavidad, mientras que la dejo llorar, no le digo que mañana estará bien, no le digo nada más, solo la consuelo en silencio y la dejo ser. Los espasmos que azotan su cuerpo debido al llanto van disminuyendo, sus manos, las cuales apretaban con fuerza mi camisa dejaron de hacerlo.

Se ha quedado dormida.

La alzo como si no pesara nada y entro con ella en la casa principal, subo las escaleras y la llevo a la habitación de huéspedes, quito sus zapatos antes de abrigarla bien y antes de que pueda apartarme su mano toma la mía.

—No te vayas —susurra soñolienta y sonrío al ver como intenta abrir los ojos—. ¿Me haces un favor?

—Todos los que quieras.

Sonríe con los ojos cerrados.

—Canta para mí.

—¿La canción de hace rato?

—Esa misma —murmura por lo bajo—. Vuelve a consolar mi alma.

Me siento en la cama aún con su mano agarrandola la mía y comienzo a cantar, ella tararea la canción por lo bajo y con mi mano libre acaricio su cabello, pasan varios minutos antes de dejar de escucharla y la veo completamente dormida.

—Gracias por confiar en mí y contarme lo que te duele —susurro en su oído antes de darle un beso en la frente y apartarme de la cama.

Luce adorable, en calma, antes de poder pensarlo dos veces busco mi cuaderno de bocetos y me siento en el sofá para dibujarla, dibujo cada trazo de su rostro, cada curva, sombreo los lugares que lo necesitan y al terminar el dibujo, me siento feliz, es una Saori en calma, sin remordimientos, sin dolor.

No quiero escarbar en su pasado y obligarla a decirme que le ocurre, todo lo contrario, quiero mejorar su presente, quiero que esté relajada, en calma, que nada la dañe, quiero que tenga la sonrisa que antes no tuvo, quiero que sea feliz.

Me debato entre si dejarla sola o estar pendiente por si necesita algo, Min nunca vomita cuando bebe y no sé si ella lo hace. El mueble luce tentador así que disminuyo la intensidad de la luz de la lámpara, para no dejar el cuarto completo a oscuras, me acuesto en el sofá junto una almohada y cobija para luego susurrar en dirección de la persona que duerme profundamente:

—Feliz noche, Saori. 

N/A

¡BUENAAAAAAAAAAS!

¿Cómo están? 

Espero que bien. Ya estoy devuelta.

No traigo adelantos xD Lo sientooooooooooo, por cierto, si quieren saber como me imagino la voz de Eidan, escuchen la canción de multimedia, que el chico que la canta, el besho Tae-Tae es a quién me imagino como Eidan xD

¡Nos vemos pronto!

¡LEE Y DISFRUTA!

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¡CAMBIO Y FUERA!

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