Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 1: Todos merecen ser feliz, Saori.

Joel Adams - Please Don't Go 

SAORI

Melancólico.

Esa palabra puede describir el firmamento en estos momentos, su color es completamente gris, opaco, sin vida, mientras deja caer finas pero abundantes gotas de lluvia que chocan contra el vidrio junto a mí, las veo caer, unirse unas con otras e ir hacia abajo. El lugar dónde estoy es iluminado por un relámpago que es seguido por un estruendoso trueno que hace vibrar el vidrio.

Cuando niña me asustaban las tormentas, solía esconderme debajo de la cama, mientras que lloraba en silencio y pedía que mi madre viniera a verme, y cuando llegaba, me abrazaba y prometía que todo estaría bien, me susurraba al oído que pronto todo acabaría.

Me daba calma en medio del miedo.

Ojalá ella estuviera aquí, así me abrazaría, me envolvería con su olor característico a cítrico, quizás prepararía chocolate caliente para ambas con algunos malvaviscos por encima, nos colocaría una manta y veríamos alguna película divertida.

Una lágrima solitaria recorre mi mejilla izquierda y pronto es acompañada por otra, no hago ningún sonido mientras salen, solo me quedo inmóvil, viendo el cielo lleno de nubes que lloran. Eso es algo que mi padre una vez me contó, las nubes lloraban cuando estaban cansadas, los relámpagos eran una señal de que su dolor iba a salir y el sonido del trueno era el grito de ayuda que pedía el cielo.

Soy una nube, he sido una nube durante mucho tiempo.

Soy pedazos, fragmentos que si intentas unir te van a herir, lo he hecho, he herido a personas que me aman, he alejado a personas que me querían ayudar y no lo hice de manera intencional, sin darme cuenta lo hacía, ya fuera con mis actitudes o con mi forma de hablar.

―¿Tienes insomnio? ―el susurro llega a mis oídos por lo bajo.

Veo una luz amarilla y sé que ha encendido una lámpara, sigo el trayecto de la luz y lo veo, alto, de ojos oscuros y con una incipiente barba decorando su mentón, su cabello está desordenado y se acerca a mí con cautela.

Otra vez llega tarde, otra vez su ropa está desordenada. Esta es la tercera vez en lo que va de la semana.

―So...

―¿Por qué seguimos juntos? ―Es la pregunta que sale de mis labios.

Se detiene en seco, frunce el ceño y me observa confundido. Esa pregunta ha estado rondando mi cabeza durante las últimas dos semanas, me ha estado carcomiendo el cerebro.

Somos dos personas que en algún momento se amaron con locura, fueron felicidad en la vida del otro, pero ahora, ahora somos dos desconocidos que duermen en la misma cama, quienes se miran a los ojos y no sienten el latir desesperado o las mariposas revoloteando en el estómago.

―Porque nos amamos ―responde en un sutil susurro.

Niego con la cabeza.

―No hay amor.

―Saori —reprocha sin agregar nada más.

Sonrío de lado con nostalgia.

―En algún momento existió entre nosotros pero ahora solo hay costumbre. Yo me acostumbre a ti y tu crees que si te vas me hundiré.

Termina de acercarse, deja que su peso caiga en el espacio que hay en el lado derecho de mi cuerpo, sus manos calientes toman las mías entre las suyas y las frota en un intento de calentarlas, están frías debido a la lluvia que toma cada vez más intensidad afuera.

―Podemos solucionar esto, amor.

―No hay nada que solucionar.

―So...―su voz se quiebra y no dice nada más.

Cierro los ojos por un momento, lamo mi labio inferior y niego con la cabeza. Volteo a verlo con lágrimas en los ojos, veo las suyas siendo retenidas y llevo mi pulgar hasta su mejilla para quitar la primera que cae.

Fue mi primer amor, mi primer todo, pero no es el amor de mi vida, aunque tampoco me interesa encontrar a esa persona.

Solo quiero salvarme a mí misma.

—Pronto me mudaré ―susurro.

—No tienes que hacerlo —murmura con la voz ronca.

—Debo hacerlo.

—Saori...

Niego con la cabeza y me coloco de pie, alejándome de la ventana y de él. Sus ojos cafés buscan mi rostro y ladea su cabeza hacia un lado.

—Podemos solucionarlo... —musita y también se coloca de pie, obligándome a tener que levantar la cabeza para poder ver su rostro—. Podemos volver a ser los mismos de antes.

Frunzo el ceño.

—¿Los de antes?

Asiente.

—Podemos seguir juntos, podemos...

—No.

—Saori...

Niego con la cabeza y doy un paso hacia atrás.

—No hay un futuro juntos, solo nos haremos más daño si nos aferramos a un nosotros que no funciona.

Su rostro se transforma en uno lleno de dolor, como si acabará de darle una bofetada. Y aunque no toque su rostro, mis palabras fueron ciertas. Intenta acercarse y doy otro paso hacia atrás.

—Saori...

—Ves a alguien más —musito y se queda inmóvil—. Lo sé desde hace tiempo, pero no tenía ni la fuerza ni las ganas de enfrentarlo. Y no voy a mentir, dolió como la mierda, sentía que el mundo estaba en mi contra y solo quería herirme.

—No veo...

Alzo la mano para que se detenga.

—No necesito que me mientas o inventes excusas, las veces que llegas tarde es porque estabas con ella. Los vi juntos, besándose, sonriéndose, estabas feliz junto a ella.

No me responde, no dice nada para justificarse y sabe que nada me hará cambiar de opinión. No quiero estar en este lugar, quiero irme, necesito alejarme de él.

—No he encontrado un lugar, pero lo haré pronto, así no tendremos que ver nada con el otro.

—Saori...

—No necesito que estés conmigo por lástima o costumbre, tampoco que finjas amor...

Se acerca rápidamente y acuna mi rostro entre sus manos. Está llorando, tiembla como si tuviera frío y cuando me ve a los ojos, mi corazón se contrae con fuerza.

—No finjo nada, yo te amo, me importas.

Llevo mis manos hacia la suyas y niego con la cabeza.

—Cuando amas, no engañas.

Da un paso hacia atrás.

—Tú no eres la mujer de la que me enamore, cambiaste —reprocha—. Me alejaste una vez y, aun así, luego de lo que ocurrió me preocupé y éstos meses he estado intentando que estés bien, y ahora quieres alejarme, otra vez.

Frunzo el ceño y una sonrisa triste y temblorosa se desliza por mis labios.

—Aunque ya no sea la persona que alguna vez amaste no te da el derecho de serme infiel —mascullo y siento ira—. Te agradezco por la ayuda, en serio, sé lo mucho que te has esforzado, pero tu hiciste tu elección, tu decidiste quedarte y yo no te obligue a hacerlo. Y ahora yo estoy haciendo mi elección y es dejarte.

Parpadea, da un paso hacia atrás y abre la boca para luego cerrarla de golpe. Observo como comienza a llorar y mi corazón se apretuja con fuerza dentro de mi pecho, se acerca al mueble para terminar sentado, frustrado frota su rostro con las palmas de sus manos y deja salir un suspiro brusco antes de verme de nuevo.

—Creía que íbamos a estar siempre juntos.

Lo observo con tristeza.

—A veces planeas una cosa y la vida te da una completamente diferente.

—Saori...

—No soy la misma. La Saori que llegaste amar ya no existe.

O quizás nunca existió.

Me observa con dolor.

—Una parte de ti sigue siendo la misma, pero no quieres dejarla salir por miedo. La Saori que todos conocimos está ahí, en el fondo.

―No, ya no hay rastro de ella.

—¿Por qué nos estás haciendo esto? ¿Por qué?

Hay desesperación, quiere respuestas y no soy capaz de decir nada en voz alta. No soy capaz de decir que no puedo seguir fingiendo que todo está bien, no puedo seguir aceptando esto cuando no es justo. No puedo estar aquí sin sentir que me estoy ahogando en una red de mentiras.

Siempre fue una red de mentiras donde dices amar para no sentirte solo.

―Saori, no nos hagas esto ―dice ante mi silencio.

Niego con la cabeza.

―Es lo mejor para ambos.

Hay dolor en su rostro y antes de que logre reprochar me voy en dirección de la habitación de invitados y me encierro allí. La vida te destroza en muchas ocasiones, después renaces, te haces más fuerte, eres alguien que ve las cosas de una manera diferente.

Pero no fue mi caso. Me quede en el suelo, hecha fragmentos y no intente renacer. Solo dejé que la tristeza fuera tomando territorio y en parte lo hacia para sentir algo y no sentirme vacía.

Esa fue la peor parte, sentir mucho al principio y luego no sentir nada.

Cierro los ojos con fuerza por un momento y escucho el trueno que resuena, luego como la lluvia se intensifica. Apoyo mi espalda a la puerta y me deslizo hasta caer al suelo.

Sí, soy una nube y estoy cansada.




―Puedes vivir conmigo ―dice Hera con calma.

―Puedo alquilar un pequeño apartamento ―digo mientras me quito la camisa mojada.

Miro mi pantalón y también está mojado, estoy empapada debido a que un imbécil en auto se le olvidó que había personas a su alrededor y pasó rápido, mojándonos a todos los que estábamos en la parada del bus.

―Deberías llamar a tu tía.

Me quedo inmóvil por un momento, trago saliva y niego con la cabeza mientras me cambio la ropa para salir del cubículo del baño. Cuando abro la puerta sus ojos cafés me observan con calma, le sonrío de lado y alzo mis hombros.

—No tengo su número telefónico.

—Yo sí.

―No es necesario llamarla, Hera.

Me observa con reproche.

—También tengo su dirección.

Arrugo el ceño.

—No pensé que hablaras con ella.

Ella sonríe. Sabe que estoy mintiendo, sabe que sé que habla con ella, que le dice como estoy, que le cuenta cómo volví a trabajar en el restaurante que me dejaron mis padres, el cual ella supervisa en mi ausencia, le cuenta que mis citas de terapia han disminuido, ya no son tan frecuente, que he salido cada vez más de casa.

Sé que le ha dicho que estoy retomando mi vida, que lo intento todos los días, también sé que mi tía le pidió que me cuidara.

―Te extraña, Saori.

Lo sé, sé mejor que nadie que me extraña pero también sé mejor que nadie que debe de estar mejor sin mí. Salgo del baño con Hera siguiéndome, no quiero hablar de mi tía, no quiero ir corriendo hacia ella y pedirle que me reciba después de haber sido una hija de puta.

Aunque quiero correr hacia ella, quiero abrazarla y pedir disculpas, quiero volver a estar en su vida si ella me deja, pero me da miedo el rechazo.

―Ella estaría encantada de volver a verte, So ―dice cuando entramos en el ascensor del centro comercial, al cuál se supone que veníamos para comprarle ropa a su bebé.

―Lo sé, Hera —musito con cuidado—. Pero no sé si es lo mejor.

La veo mirarme con reproche, más no me dice nada. Observo como saca un papel en blanco y escribe algo, luego lo coloca en mi mano antes de cerrar mi puño, da una palmada en mi dorso y me sonríe.

―Eres una chica inteligente y hermosa, Saori, y aquí no eres feliz ―susurra y quiero decirle que está ella, que no estoy sola, pero sé que es una mentira. Solo he vivido una mentira estos últimos meses―. Piensalo un poco, linda, deberías ir a casa.

No me deja decir nada y sale del ascensor cuando varias personas se quedan en el cuarto piso, trago saliva y veo el papel entre mis manos cuando las puertas de metal se cierran y me dejan básicamente sola en el lugar.

Huir lejos, buscar ayuda, rodearse de amor.

¿Y si no funciona y llevo caos a su vida?

¿Y si sigo haciendo daño?

¿Y si sigo perdiendo?

¿Y si gano?

¿Si soy feliz?

No lo sé, no tengo idea de nada y a la vez creo que sé todo y tengo las respuestas a lo que va a ocurrir. El ascensor hace un chirrido y levanto la mirada al techo, como si pudiera ver algo más aparte del metal.

Se ha detenido en medio de dos pisos.

―Esto debe de ser una broma ―dice una voz gruesa a mis espaldas.

Me giro con rapidez y hay un hombre con un tapaboca negro y su cabello cubre sus ojos, me acerco más hacia una esquina por qué no lo había visto, veo como se mueve y presiona el botón de emergencia, haciendo saber que estamos atrapados. Luego voltea hacia dónde estoy.

―No voy a hacerte daño ―dice con calma―. No soy esa clase de persona.

―No creo que lo sea.

Escucho su risa por lo bajo.

―Tienes cara de pánico.

―Creo que es algo normal luego de estar atrapada en un ascensor. ¿No?

Se encoge de hombros.

―Quizás sí, quizás no.

El hombre vestido completamente de negro se apoya en la esquina del ascensor que esta diagonal a mí, lo veo echar la cabeza hacia atrás y por mi mente cruza la pregunta de cuanto mide, es realmente alto y sus manos son grandes, aparto la mirada cuando mueve la cabeza en mi dirección y me quedo estática en mi lugar.

Siento el móvil vibrando en mi bolsillo y es una llamada de Asch, observo como se cae y a los segundos llega un mensaje.

Asch: Llegaré temprano, deberíamos ir a comer y charlar, So. No hemos terminado nuestra conversación.

No respondo el mensaje y guardo el teléfono, luego veo el papel entre mi mano derecha y la posibilidad de ir hacia dónde indica la tinta recorre mi mente de manera fugaz. Quizás pueda hablar con ella, quizás una herida sane.

Tengo miedo.

Dejo salir un suspiro tembloroso y muerdo temblorosa mi labio inferior.

―Los ojos son el reflejo del alma ―escucho susurrar al hombre―. Y los tuyos están siendo una gran pintura llena de emociones.

―Eso es mentira. Los ojos no reflejan nada.

Veo un poco sus ojos cuando menea la cabeza hacia los lados, sus ojos son rasgados, debe de ser asiático, siento su mirada en mí y chasquea la lengua.

―¿Quieres saber lo que veo en los tuyos?

―¿Nada?

Se aparta del rincón y da un paso hacia adelante, luego otro y queda a una distancia prudente de mí, mi cabeza llega a la altura de sus hombros. No me intimido, todo lo contrario, alzo mi barbilla y lo miro en dirección de dónde deben de estar sus ojos, los cuales veo muy poco debido a su cabello negro.

―Veo tristeza ―dice con cuidado y ladea la cabeza hacia un lado.

Sonrío y niego con la cabeza.

―No hay tal cosa ―digo con voz firme e intentando sonar convincente.

―Esa sonrisa no llega a tus ojos y subiste los muros para que nadie vea nada ―hace una pausa y me siento acorralada―. Una vez alguien me dijo que no debes quedarte en un lugar donde no puedes respirar con calma, porque si lo haces, te marchitas como una flor sin agua.

―Huir no soluciona nada.

Se encoge de hombros.

―No es huir ―reprocha.

―Si lo es.

―Desde mi punto de vista no lo es, siempre es necesario buscar el camino que perdiste, si hacerlo te ayuda a que sonrías de manera real y no con una sonrisa falsa y vacía como la tuya, entonces está bien.

Tenso mi mandíbula.

―No me conoces para decir que es falso y que no.

Ladea la cabeza hacia un lado.

―Lo siento si te estoy ofendiendo, pero no necesito conocerte mucho, Saori ―dice con calma y mi cuerpo se tensa al escuchar como mi nombre sale de sus labios―. Ya lo dije, eres una pintura llena de muchas emociones, las cuales se fusionan entre sí y crean una tormenta.

Cuando voy a reprochar, un sonido metálico inunda mis oídos y en menos de un parpadeo el ascensor se mueve, las puertas del lugar se abren y un hombre pregunta si estamos bien. El hombre frente a mí da un paso hacia atrás y responde que estamos bien, luego voltea en mi dirección por un breve momento y susurra:

―Todos merecen ser feliz, Saori.

Lo veo salir del ascensor y me quedo en mi lugar mientras las demás personas entran en el ascensor para ir hacia la planta baja. Mi teléfono vuelve a sonar y veo el nombre de Asch como remitente, cuelgo la llamada y luego apago el teléfono.

Miro de nuevo el papel dentro de mi mano y trago saliva.

Debería empezar por ahí.

N/A

¡Buenaaaaaaaaas!

Si son nuevos ¡Hola! Mi nombre es muy largo y algo jodido de pronuncionar, pero me puedes decir Nair, Cealena o el amor de tu vida :* Soy un ángel, así que no se preocupen, cuidaré sus corazones y luego los rompere. ¡Ahhhh! Tranquilos, es bromis, no se asusten *guiño, guiño*

Si ya vienes de las demás historias, gracias por seguir aquí.

Nos vemos luego, cambio y fuera <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro