Parte XIV
—Kookie —respiras sobre mi boca tras lo que parece ser el beso de mi vida.
Mantienes tus ojos cerrados; eres la imagen más pecaminosa que existe, con los labios hinchados, rojos y húmedos. Perdido y atontado. Superas todo lo que alguna vez pude soñar. Eres un sueño, mi sueño. Mis pulgares se deslizan sobre los círculos tibios del sonrojo en tus mejillas y muerdo mis propios labios, conteniéndome de besarte de nuevo. Quiero ver tu reacción, necesito ver tu reacción y esta viene cuando presionas tu manos en mi baja espalda y nos unes, dejando entre nuestros cuerpos un espacio imperceptible.
—¿Por qué...? ¿P-por qué me haces esto...? —dices con voz inestable, aunque sin soltarme. —Tú tienes a Tae Hyung, por qué...
—¿De qué estás hablando? —Tengo que susurrar. ¿Por qué entrometer a Tae Tae en un momento como este?
—¿Por qué me acabas de besar si estás enamorado de él? —Terminas por abrir tus ojos y solo veo confusión allí. Ya logro verte por completo, te haces atrás y solo te quedas allí de pie con tus manos cerradas en pequeños puños.
No logro salir de mi asombro tras lo que me acabas de decir, creo que he perdido la voz y la capacidad de gesticular.
—Eso es cruel de tu parte, y él...
—No, hyung, no. Lo has entendido todo mal. —Con las endorfinas despejando mi cerebro, la realidad de la situación me invade y asimilo todo de tal manera que me marea. Te he besado, nos hemos besado porque me has correspondido y ahora no muestras signos de arrepentimiento salvo mis supuestos sentimientos hacia Tae Tae. Me aventuro a tomar tu rostro otra vez y a pesar de que prolongas el pestañeo de tus parpados, me miras a la espera. —No tengo nada con Tae Hyung, él es solo mi confidente en... en...
—¿En? —preguntas cubriendo mis manos con las tuyas.
Y esa aceptación me hace soltar todo lo malo.
—En mi enamoramiento por ti —admito sin más. Tu respiración se atora y estoy sonriendo como el bobo más grande que puede pisar la tierra. —Estoy enamorado de ti, Jimin-ssi.
Una sonrisa tira de las comisuras de tus labios y luego tu ceño se frunce en confusión. Niegas apartándote, mirando al suelo, al techo y de nuevo a mí. El asombro escrito por todo tu rostro.
—Kook, —dices con cuidado. —necesito que repitas lo que has dicho. Lo que acabas de decir hace unos minutos.
Con gusto.
—Te amo, hyung y no es un sentimiento fraternal para nada... —Me interrumpes sellando nuestros labios juntos, lo que a mi parecer es la mejor manera de callar a una persona.
Mis manos toman tu rostro con confianza y delicadeza a la vez. Mis labios dibujan los tuyos y permiten entrar a tu lengua a mi boca, saboreo la tuya. Es dulce, suave, como algodón de azúcar. Como imaginé que sería, como todo lo delicado en ti.
Te aferras a mi cabello, tomando montones de él y el beso se torna apasionado, desesperado, una lucha entre respirar y mantenernos en la tarea. Si por mi fuera, prescindiría de buena gana del aire en mis pulmones con tal de mantenerte a mi lado. Las sensaciones novedosas que me provocas. Los escalofríos, los nervios en el estómago, lo débil que se sienten mis piernas, todo el cosquilleo que se produce ahí donde dejas tus manos correr.
Pero, por sobre todo, está el conocimiento de que me correspondes. De que no me has apartado, de que no he visto ni una resistencia de tu parte, ni una negativa. Te has entregado a mí tan pronto has escuchado las palabras dejar mi boca, has confiado en mí verdad en un segundo. Me amas, estoy seguro.
Y por eso te aparto, porque necesito escucharlo.
—Jiminie...
—Dime Kook —Con dedos temblorosos tocas mis labios, tu mirada maravillada, como si no te creyeras lo que acaba de suceder.
—Necesito que me digas... —Hago una necesaria pausa para tomar aire y tragar saliva. —Necesito que me digas cómo te sientes por mí.
—¿Por ti? —Bizqueas sobre mi rostro, hasta sobre cada una de mis facciones hasta llegar a mis ojos. Asiento para que no te quede duda de lo que necesito de ti. Pasas tu lengua por tu labio inferior, dejándolo brillante y reclamando mi atención casi tanto como la sonrisa que se forma. —Jungkook...
Mi corazón comienza a latir como loco, de pronto dejando que la incertidumbre se abra paso, la fea cabeza del miedo formándose en mis entrañas, volviéndolas tensas, tirantes.
Entonces, sonríes ampliamente.
Aquella sonrisa que había extrañado tanto, tus ojos se ven reducidos a rendijas, tus mejillas regordetas coloreadas se abultan. Todo tu rostro se transforma y tu semblante cambia.
La habitación sigue oscuras, pero bien puede ser que salió el sol, porque todo se ilumina al mirarte. Mi interior florece con la vista hermosa que me proporcionas.
—Ah, Jeon Jungkook —Te mofas tomando el último paso de espacio que nos quedaba. Tu nariz acaricia la mía, tu aliento baña mi rostro, tus labios se burlan de los míos al hablar. —Si tan solo supieras...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro