Parte IX
Me esquivas de una manera que hace a todo mi cuerpo doler.
Si tu mirada se cruza con la mía, la corres.
Si estamos dentro del mismo cuarto, me evitas.
Si te topas en la mitad de algún pasillo, pareciera ser que no me conoces.
Lo siento, Jimin, lo siento tanto.
He querido pedirte disculpas por lo que he hecho, por el desliz que te hizo alejar. Por aquella maldita ocurrencia que te tiene tan lejos de mí.
—No ha sido cosa tuya —CEO Bang Shi Hyuk dijo horas después del concierto en una llamada telefónica. —Son muchachos, este tipo de cosas suceden todo el tiempo. A los fans les gusta. Es de lo único que se habla en las redes sociales en estos momentos "el esperado beso del Vkook", no torturen sus cabezas.
Quisiera poder tomar sus palabras y seguir de largo, si tan solo me dirigieras la palabra, Jimin y me explicaras qué está mal.
¿Es que el beso te ha hecho dudar de mí? ¿Fue demasiado? Porque yo no lo vi así, fue solo un juego. Tae me respondió como por medio segundo y luego estaba lejos, ambos limpiando nuestras bocas ante los gritos de todos los presentes. Habían risas y murmullos alrededor, los chicos de la banda gritando en sus micrófonos, mezclas entre diversión e incredulidad.
Tae me dio un golpe en el hombro y empezamos la coreografía de Am I Wrong como si nada hubiese ocurrido.
Porque no fue nada, no significó nada. Tae es como mi hermano mayor. Un hermano molesto y con hábitos peculiares, pero un hermano al fin. Ni hay ningún sentimiento romántico dirigido en su dirección y la más grande prueba de ello fue sentir el roce de sus labios sobre los míos y no sentir siquiera un cosquilleo en mi estómago.
He tenido besos con mi propia mano que provocaron más en mí de lo que lo hizo besar a Tae Hyung.
Y para todo el mundo pareció ser lo mismo, nadie leyó mas en ello de lo que se vio. Todos, excepto tú, claro está. Ya han pasado cuarenta y ocho horas del suceso y me evades como si tuviera la peste negra.
No debería costar dejarlo pasar, es solo que desconozco el motivo de tu distanciamiento y miles de ideas han cruzado por mi cabeza. Cada una peor que la anterior, todas aterrándome lo suficiente como para acobardarme de preguntar.
Es pasada medianoche y todo el mundo está dormido, la casa sumida en el silencio, pero yo no puedo conciliar el sueño. Mi estomago se retuerce en nudos y mi cabeza de vueltas al punto de tenerme mareado.
Sé que dije que no haría esto, no obstante, mis pies se están moviendo antes de que me dé cuenta. Me dirijo por el pasillo, en mis pantuflas ,directo a tu cuarto. Pego mi oído a tu puerta y no hay nada, ni un movimiento. Con todo el sigilo que puedo, entro en la habitación, mi vista cae sobre tu cama y veo la luz de tu móvil iluminar tus facciones.
—¿Hyung?
La luz se apaga.
JHope viajó hoy, se tomó el día para atender asuntos familiares y no llegará hasta la tarde del día siguiente, de modo que sé que estás despierto, Jimin, y tu silencio no hace nada por mejorar mi estado.
Lleno de pánico ante tu posible respuesta, me adentro en la penumbra hasta llegar a tu cama, a pesar del temblor de mis manos, me cuelo entre las cobijas. Estás de espaldas a mí, apenas respirando.
—Jiminie... —susurro. No me atrevo a tocarte. ¿Y si me pides que me marche? ¿Si me corres sin más?
—Si te vas a quedar, Jung Kook, duérmete, por favor.
Aunque no me estás pidiendo que me vaya, es tan fría la manera en que me hablas que siento que se adentra en mi interior, asentándose en mi vientre como un hielo.
—¿De verdad puedo quedarme? —Con toda la valentía que soy capaz de reunir, mi mano toca tu hombro, solo para sentirte estremecer. Y no respondes.
Lo jodí, Dios, lo jodí todo.
Jimin ni siquiera quiere que lo toque. Tengo que ser terrible a sus ojos, hice lo que tanto me repetí que no haría, lo que él dijo que no se hacía. Besé a un chico, besé a Tae Hyung aun cuando fuese sin intención.
Alejo mi mano, simulando que quería acomodar la sabana en su lugar.
—¿Has chequeado Twitter?
Estás hecho de piedra cuando preguntas. Tu voz apenas un hilo rompiendo la densa quietud.
—No lo he hecho, —Niego con mi cabeza, restregando mi pelo en la almohada. —yo... tengo miedo de lo que pueda encontrar.
Tu suspiro molesto te hace removerte. Te entierras más bajo en las mantas, cubriendo hasta tu barbilla con ellas. Te hace ver pequeño, más pequeño de lo que ya eres; es dulce y vulnerable a la vez.
—Solo hablan de ti y de V, es como una película de terror a la que no puedes ponerle un alto. —Juro que veo tus labios curvarse con todo el desprecio que dejas salir en solo una frase.
—¿Estás molesto?
—¿Debería estarlo?
Sí, quisiera que lo estuvieras. Quisiera que te sintieras celoso, aunque sea de un acto tan bobo y sin importancia. Quisiera que me quisieras como yo te quiero.
—No, yo solo... te alejaste de mí, hyung, y no sé lo que sucede. —Juego con un hilo suelto de las cubres, jalándolo para tener algo con lo que ocupar mis manos inquietas. Mis dientes se aprietan y me recrimino internamente antes de soltar lo que en verdad quiero decir. —¿Qué quieres de mí, Jimin?
Tu respiración es lenta, casi derrotada. El cuarto es helado, tanto como el exterior, en un raro fin de jornada que nos ha tocado. Un perro ladra en las afueras, el motor de un carro resuena. Mi pulso es desigual en mis oídos.
Por favor, por favor que no sea lo que estoy pensando...
—Nada, Jung Kook, no quiero nada. —dices al fin.
El frío cuela en mí, recorriéndome de pies a cabeza. La desilusión impregnando cada rincón de mí, atenazándome el corazón.
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