Epílogo
5 años después...
Jungkook no paraba de reír. Y podía sentir a través del lazo, la furia de su alfa. Era la quinta vez, ¡la quinta vez! Que le ganaba una carrera de snowboard.
—¡Quiero la revancha!, ¡estoy seguro que ahora sí podré vencerte! — caminaba con dificultad por la pista, pero su orgullo no le permitía aceptar que una vez más, Jungkook era el indiscutido ganador. Cada año, venían a practicar el deporte que amaban y cada año, el omega era el vencedor.
En estos años, había recuperado toda su fuerza y su cuerpo era una masa preciosa de músculos perfectos, que Seokjin adoraba recorrer cada noche..., pero en la cancha...era otra cosa...ese mocoso...se reía en su cara cada vez que lo vencía.
—¿No crees que ya estás muy viejo para andar compitiendo Jinnie? —el omega se burlaba todavía más del alfa.
—Eres un omega atrevido. ¡Voy a usar mi voz de mando para vencerte!
Jungkook entonces se puso a reír todavía más. Jin jamás la había utilizado y sabía que no lo haría. No era necesario. Él no era un omega sumiso, pero respetaba sobremanera a su alfa de la misma forma que lo hacía su alfa con él y siempre cuando tenían desacuerdos, conversaban sus puntos de vistas, entre medio de besos y mimos. Por eso, sabía que las palabras de Jin se las llevaría el viento.
Cuando alcanzó al omega, Jin trató de derribarlo. Pero sabía que era una lucha perdida. Era en esos momentos que sentía envidia de los otros alfas de la manada, cuyos omegas, eran más pequeños y delgados. Su Jungkook en cambio...tenía más pectorales que él y sus piernas gruesas y musculosas hacían lucir las suyas delgadas y largas. Sin embargo, al parecer, ese día la suerte estaba de su lado, pues logró doblegarlo. Lo que no sabía era, que el omega lo había hecho intencionalmente. No estaba bien herir tanto el ego de su compañero. Era el alfa de la manada y debía mantener una imagen.
Estaban rodando en la nieve, cuando el teléfono de Seokjin vibró. Vio el mensaje, pero no soltó a Jungkook.
—Sung Yeung está aquí. Pero no creas que te libraste omega. Más tarde, cuando traigamos a Hope a sus clases, competiremos otra vez...
—Por supuesto mi amor...lo que tú digas—. Claro que Jungkook le daría esa oportunidad.
—Vamos por Jennie y Hope—. El sol golpeaba sus caras, era un hermoso día de primavera. Pronto la temporada de nieve terminaría.
Jennie, había estudiado educación y ahora trabajaba en la guardería de la empresa, pero sin duda su niña favorita era Hope, a quien había ayudado a cuidar desde que llegó a casa de los Kim-Jeon. Por eso los había acompañado, para que la pareja también tuviera tiempo a solas. Ahora ya no vivía con ellos, sino que con su novio beta, Ki Sung Yeung, a quien había conocido en Inversiones Kim. Por eso había llegado hasta el centro de sky, para disfrutar un tiempo con ella.
Cuando llegaron a la zona de trineos, Jennie y Hope, acababan de aterrizar de un deslizamiento. La pequeña al ver a sus papás corrió hacia ellos.
—¡Papás! ¡¿Me vieron?! Íbamos muy rápido. Jennie estaba asustada. Pero yo le dije que no se preocupara, porque yo la cuidaría.
—Esa es mi pequeña y valiente hija—Seokjin le sacudía la nieve que cubría su gorro, mientras la pequeña Hope lo miraba atenta. Todavía se estremecía frente a su mirada. Eran los ojos y el brillo de su Kookie.
Aunque sus mejillas un poco abultadas y sus labios rellenitos, la hacían "igualita a su papá alfa", como le decía su papá omega.
Fueron hasta el restaurante, donde los novios se encontraron. El almuerzo fue muy agradable, riendo con las aventuras que contaba la pequeña. Cuando terminaron, Jin y Kook se retiraron con Hope y dejaron a la pareja sola.
Hope resultó ser una excelente esquiadora. A pesar de sus cortos cinco años, había crecido fuerte y sana. Nadie sin conocerla, sospecharía que había nacido con cinco meses y con sólo 670 gramos de peso.
Cuando la pequeña subió a la tabla, sus padres la acompañaron. Era una pista para principiantes, pero se sintieron felices de disfrutar ese momento junto a su hija.
Habían sido años hermosos, lleno de aventuras, alegrías y uno que otro problema. El juicio de Heung-Min había acabado ya hacía tres años y lo habían condenado a cadena perpetua, por secuestro, intento de homicidio y fraude. La empresa Kang desapareció. El resto de la familia pagó con la pérdida de sus riquezas, el haber callado tanto tiempo.
Hoseok, recibió sin embargo, una herencia que su padre le había dejado y que se comprobó era legitima. Pero el chico no quería ese dinero, tampoco su madre y finalmente de acuerdo con su alfa, decidieron donar el dinero a la fundación que ayudaba a omegas, aquel lugar donde Namjoon había conocido a Jungkook. El omega estuvo satisfecho y ahora miraba a Yoongi, sentado frente a su escritorio, esperándolo que terminara su trabajo.
—-Quiero un helado de fresas...
—Pero bebé, recién te comiste un muffin...
—Alfa...tu hijo quiere un helado de fresa.
Yoongi rodó sus ojos. Su omega era un manipulador. Apenas tenía un mes de embarazo y ya estaba con antojos. Era su segundo hijo. El alfa recordaba aquel día, hacía 3 años, cuando el omega muy nervioso, le dijo que no quería estudiar una carrera larga, pues quería que fueran padres. Y él estaba interesado en quedarse en casa, cuidando su hogar y los bebés que esperaba darle.
Al principio había tenido dudas. Sus modelos de omega, eran Jimin, Chi Yeol y Jungkook. Todos padres y exitosos profesionales, que parecían combinar perfectamente cada aspecto de su vida. Habló con ellos y grande fue su sorpresa al ser Jungkook quien más lo apoyó.
—Nadie puede decidir por ti, lo que quieres para tu vida. Ni siquiera tu alfa, por mucho que te ame. Puede aconsejarte, pero la decisión final es tuya—Jungkook le hablaba calmadamente. No quería ser mal interpretado.
—Pero tú dices que los omegas no sólo están para criar hijos...
—Hoseok...lo digo por aquellos que no valoran a sus omegas. Que los humillan y los tratan como seres inferiores. Así como pensaba tu abuela. Pero es maravilloso que quieras quedarte en casa, si eso te hace feliz.
Claro que lo hacía feliz. Quería disfrutar de una vida tranquila, en casa, pintando que era su afición y cuidando los muchos hijos que deseaba tener.
Cuando se lo dijo a Yoongi, el alfa le preguntó un millón de veces si estaba seguro. Quería que fuera su decisión.
—Estoy seguro. Pero quiero saber si a ti te incomoda...
—Mi amado omega. Siempre te lo he dicho. Estoy orgulloso de ti. Por eso me encanta llevarte a todas esas cenas de negocios. Para que vean el hermoso, valiente e inteligente compañero que tengo.
Yoongi recordaba esa conversación y ahora miraba a su omega caprichoso que con un puchero rogaba por un helado.
—¡Hobi! Es imposible resistirse a esa carita—cerró su laptop y dejó un beso en la nariz de su amor—vamos a casa y compramos helado en el camino. Al salir se despidieron de Taehyung y Jimin, que ahora trabajaba con su alfa.
Estaban contentos, pues los días de vacaciones de los Kim-Jeon llegaban a su fin y sería su turno. Sus hijos serían cuidados por los padres del omega y sería como una nueva luna de miel. Después sería el turno de Nam y Chi Yeol y luego de Yoongi y su omega.
Todos se volverían a reencontrar un mes después, en la noche de luna llena. A pesar de ser jóvenes, de buena educación y ricos, mantenían la tradición de salir a correr en su forma de lobo, la noche de luna llena. Por
esos sus casas estaban rodeadas de un bosque inmenso. Lo hacían juntos, como una manada, donde Seokjin los lideraba.
Por eso cuando al fin llegó aquella noche, todos estaban expectantes. Sería además la primera vez para Min Tae hyun, quien con sus tres añitos ya sabía convertirse en un adorable lobezno gris.
—¿Entonces, ya estás listo para tu noche desenfrenada de sexo con hyung?
—Jimin... los niños te pueden oír...—luego de decir eso, Jungkook sonrió avergonzado.
—Vamos, por eso me llevaré a Hope a casa. No queremos traumar a la criatura...
—¡Jimin, basta! —su rostro estaba rojo—tampoco es que sea un omega bullicioso.
—Pero hoy es luna llena. Nuestros alfas sólo quieren cazar y Jin buscará a su presa, más aún si estás en celo.
Jungkook lo había planeado. Había llegado el momento de aumentar la familia y esta noche era perfecta.
Cerca de las ocho, todos se reunieron al calor de una fogata. Todos en su forma de lobo. Alfas, omegas y los cachorros. Darían una vuelta al bosque con ellos antes que se fueran a dormir. En cada casa había una beta que los cuidaría.
Hope con su lindo pelaje blanco, con manchitas negras, no pudo evitar acercarse al hermoso Soobin, que lucía su pelaje caramelo. Le mordió una oreja, pero el lobito no reclamó. Feliz de ver a su mejor amiga.
—Estos dos son destinados... nadie me lo saca de la cabeza—Jungkook miraba a su hija que estaba sobre Soobin jugueteando.
—No lo sabremos hasta que estén grandes. Recuerda que Jin y yo éramos iguales y ya ves no éramos destinados.
—Pero estoy seguro que mi Jinnie jamás lamió tu lomo de la forma que Hope lo hace con Soobin.
Bueno, en eso Kookie tenía razón. A pesar de la intimidad que ambos desarrollaron, Seokjin jamás había hecho algo así.
El alfa líder se puso al frente, imponiendo la presencia de su gran lobo negro y comenzó a correr junto a su lobo blanco y su hija. El resto de la manada lo siguió y dieron una vuelta por el bosque, mientras la gran luna brillaba. Los pequeños estaban felices y aullaban bastante fuerte. Con sus lengüitas afuera volvieron a su punto de origen, donde sus padres se los entregaron a las betas para su cuidado.
Ahora empezaba lo interesante. Cada pareja había dispuesto un lugar, para el encuentro. Ellos corrían juntos, pero llegado el momento, los alfas buscarían a sus parejas para aparearse. Así, en su forma animal, pudiendo elegir la pareja el volver a su forma humana.
La carrera comenzó y al mirar la luna en lo más alto Jungkook lo sintió. El calor invadiendo su cuerpo. La excitación formando una erección y el lubricante mojando su entrada. Seokjin se había adelantado al grupo, cuando percibió el aroma. Al estar enlazados, sólo él lo podía percibir. Su omega estaba en celo. Y lo llamaba. Corrió a través del bosque hasta llegar al punto de encuentro. Jungkook había traído colchas y almohadas, para estar más cómodos.
El lobo negro jadeó cuando vio al hermoso lobo blanco, que tenía los ojos vidriosos por la excitación del celo. Entonces se abalanzó sobre él poniendo sus patas pesadas sobre su cuerpo liberando sus feromonas que aumentaron el deseo del omega.
El lobo blanco se dejó envolver por el exquisito aroma. Sentía la lengua rasposa en su cuello y cabeza. Pero ellos, necesitaban más. Seokjin le pidió tomar su forma humana y Jungkook accedió.
Ahí a la luz de la luna, el cuerpo masculino de Jungkook parecía brillar todavía más. Su pecho agitado producto del deseo de ser tomado por su alfa.
Seokjin tomó su forma humana e igual que su lobo se lanzó sobre el cuerpo del omega. Hundió sus dientes en su cuello, masajeó sus pezones y su clavícula. Sus labios gruesos comenzaron a recorrer el cuerpo de su Jungkook.
—Tu olor es maravilloso. Quiero hacerte muchos cachorros esta noche. Voy a poner mi semen en ti y te haré llegar al cielo.
Las palabras del alfa sólo excitaban más al omega quien sentía como por sus piernas corría el lubricante natural. Necesitaba a su alfa dentro.
Jin comenzó a besar su pecho, su ombligo y la punta de su miembro. Jungkook tenía un sabor exquisito. Ahí en el bosque, con la luna llena de testigo, Seokjin saboreaba el pene de Jungkook en un movimiento rápido que abarcaba toda su extensión. El omega abría sus piernas y hundía sus dedos en el cabello del alfa.
—Jin... por favor tómame, te necesito tanto... —Jungkook sentí como su entrada se ponía cada vez más húmeda. Seokjin metió sus dedos solo para causarle más placer al omega, que comenzaba a gemir.
Tomó a su alfa y comenzó a besarlo frenéticamente. Necesitaba su boca, su cuerpo y manos sobre y él, pero por sobre todo, lo necesitaba dentro. Seokjin no lo hizo esperar más y lo penetró con pasión y fuerza. El movimiento era rápido y necesitado. Los besos se escuchaban en el silencio del bosque igual que sus cuerpos chocando una y otra vez.
Cuando al fin Jungkook sintió que su orgasmo venía, el alfa aceleró sus movimientos y se corrieron juntos. Seokjin lo anudó y mientras el omega gritaba de placer pudo ver en sus ojos la llama de su amor. Y entonces, ambos lo supieron: tres hermosos cachorros se formaban en el vientre de Jungkook.
Se quedaron abrazados, Seokjin cuidando a su amado, mientras el nudo duraba. Luego al separase, se vistió y envolvió a su omega en una de las mantas y lo llevó a casa. A su dormitorio.
En la cama, ambos se miraban. Sabían que esa noche había sido especial. Jungkook se había embarazado y serían trillizos. Sonreían felices.
—Gracias por hacerme tan feliz. Por darme tanto Kookie...siempre estaré contigo, siempre.
—Gracias a ti también por hacerme feliz. Por permanecer aquí a mi lado.
—¿Caminaremos juntos el resto de nuestras vidas Jungkook?
—Siempre Seokjin, siempre caminaremos juntos.
—Te amaré toda mi vida.
—Te amaré esta vida y las demás...
Así, susurrándose dulces palabras y acariciando sus rostros, alfa y omega se quedaron dormidos, juntos, soñando con los nuevos cachorritos, con su vida feliz, dejando atrás todo el pasado. Caminando juntos, entrelazando sus pasos. Siendo una sola alma.
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