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cap 2: primer dia.. con problemas

En el capítulo anterior...

Vimos lo que podría ser el inicio de la relación entre Louise, Tn y Saito: tres individuos completamente opuestos que apenas pueden tolerarse mutuamente (especialmente Louise y Saito). Ahora, ¿qué les deparará el futuro a las "mascotas" de Louise?

Ya era de noche.

En el cuarto de Louise, la chica dormía profundamente en su cama, mientras que Saito y yo compartíamos el pequeño puñado de paja que servía como "cama". Aunque era incómodo, al menos lograba cerrar los ojos... hasta que todo cambió.

En el sueño de Tn...

Me encontraba en la playa de mi ciudad. Era el día en que todo estaba en paz, cuando mi hogar aún no había sido destruido. Podía ver a mis amigos a lo lejos.

Tn: (Vaya... si hubiéramos tenido más cuidado, aún podríamos estar así...)

Mientras los observaba, una versión de mí más joven apareció entre ellos.

Tn (joven): –¡Eh, Neuro! Al final sí viniste.

Reconocí ese día. Fue cuando descubrimos el localizador en el brazo de Neuro... y cuando enviaron al primer súper soldado contra nosotros.

Mientras el recuerdo se desarrollaba, el agua tranquila de la playa comenzó a agitarse. El solado emergió de la orilla, justo como ocurrió aquella vez, y el sueño empezó a desmoronarse. La escena se distorsionó, convirtiéndose en mi ciudad destruida, ahora cubierta de escombros y humo.

??? –¿A dónde crees que fue enviado?

Tn: –¿Uh? (Vaya, no sabía que mis sueños podían llegar hasta mi mundo... Bueno, al menos sabré qué está pasando allá.)

Mis compañeros estaban reunidos, estudiando lo que parecía ser un mapa.

Lilybell: –No aparece en ningún lugar del mundo. Parece que el portal lo llevó a otro...

Crayon: –Es como la vez que lo enviaron a MLP... aunque entonces volvió en un día.

De repente, una voz resonó por la radio.

Radio: –¡Atención a todos, vienen por el sur!

Hana: –¿¡Qué!? ¡Pero si no ha pasado ni un día!

Michu: –¡Carajo! ¡Y yo pensando que esto no podía empeorar!

Todos comenzaron a moverse, subiendo a sus vehículos y dirigiéndose al sur, hacia la playa. Como no podía interactuar con nada, me limité a seguirlos.

Cuando llegué, vi sus rostros de sorpresa y horror. Frente a ellos, en el horizonte, había una flota masiva de barcos gigantes transportando tanques. El cielo estaba cubierto de cazas y helicópteros, y un enorme buque lleno de soldados parecía liderar la operación.

De repente, una luz roja cubrió toda la zona. La alarma comenzó a sonar, un ruido penetrante que no me dejaba pensar.

Tn: (¡Ahh! ¿Qué es ese ruido?)

Reconocí el sonido.

Tn: –Un momento... es mi despertador.

Fin del sueño

Abrí los ojos y me encontré en la misma habitación. Mi celular, que marcaba las 6 de la mañana, había despertado a todos los presentes... excepto a Saito.

Louise: –¡Ahh! ¿¡Qué es ese ruido del mal!?

Tn: –Perdón, es mi celu.

Louise se levantó, me quitó el celular de las manos y comenzó a tocarlo con su varita.

Louise: –¡¿Cómo se desactiva este aparato?!

Suspiré y tomé el celular de vuelta. Le mostré cómo apagar la alarma deslizando un botón en la pantalla. Sin embargo, la luz brillante del celular, que estaba al máximo, la dejó momentáneamente cegada.

Louise: –¡Ahh! ¿¡Qué es este aparato mágico que me está cegando!?

Tn: –Es un celular, y no es mágico. Es solo ciencia.

Louise: –Ugh... ¿Y qué es esa cosa llamada "ciencia"?

Tn: –Se nota que aquí están atrasados con esto... Mejor te lo explico otro día.

Louise: –Vale. Pero recuerda que tienen que lavar mi ropa.

Tn: –Sí, ya entendí. Cuando despiertes estará limpia...

Louise me miró con una ceja levantada, esperando algo.

Tn: –...ama.

Con una sonrisa satisfecha, volvió a dormir mientras yo me dirigía a la puerta con la ropa. Antes de salir, desperté a Saito.

Saqué una de mis garras y desbloqueé su correa.

Tn: –Arriba, dormilón. Tenemos que lavar la ropa.

Saito: –¿Qué? Pero es muy temprano...

Tn: –Vamos, si no quieres que reduzcan nuestra comida aún más.

Saito: –Ugh, está bien...

En el pasillo

Ambos caminábamos por el pasillo en silencio, hasta que Saito rompió la tensión.

Saito: –Oye... Te vuelvo a pedir perdón por no haberte escuchado antes. Solo vi la oportunidad y la tomé.

Tn: –Está bien. Si yo estuviera igual de desesperado, seguramente habría hecho lo mismo.

Le pasé parte de la ropa mientras bajábamos las escaleras.

Tn: –Tú lavarás la parte inferior, yo la superior.

Saito: –De acuerdo.

Tn: –Y ni se te ocurra olerla. No me dejes mal parado como hombre.

Saito: –¡Ja! Por supuesto que no lo haré.

En la fuente

Una vez en la fuente, comenzamos a lavar la ropa. Como crecí en Latam, estaba acostumbrado a lavar ropa en los ríos, así que terminé rápido y me aseguré de enseñarle a Saito cómo hacerlo correctamente.

Cuando terminé, tomé mi arco. Con un poco de barro, hice una diana improvisada y comencé a practicar, disparando flechas al centro casi siempre.

Saito, que estaba terminando de lavar, me miró impresionado.

Saito: –Eres bastante bueno con eso.

Tn: –Gracias. Estoy buscando sacar todo el potencial de este arco. Es muy especial.

Saito: –¿En serio? ¿Qué tiene de especial?

Tn: –Aparte de que pertenecía a una amiga de mi mundo –dije con un tono melancólico–, este arco tiene la capacidad de disparar flechas verdes luminosas que explotan al impactar. El problema es que aún no sé cómo activarlas cada vez que quiero.

Saito: –Oh... Bueno, espero que pronto lo domines.

Horas después

Con la ropa ya lavada y seca, regresé al cuarto de Louise. Sin ceremonias, le quité la sábana y la desperté lanzándole la ropa doblada directamente a la cara.

Louise: –Ugh... ¿Quiénes son ustedes?

Tn: –¿Cómo que te olvidaste de mí? ¡Si ayer tuvimos una batalla!

Saito: –Y nos mandaste a lavar tu ropa.

Louise: –Ah, cierto... Hice la invocación ayer... –Se frotó los ojos con pereza.– Bien, ustedes dos se ganaron su desayuno.

Ambos chicos se miraron, chocando los cinco con entusiasmo.

Saito: –¡Al fin! No vamos a morir de hambre esperando al almuerzo.

Louise, sin prestar mucha atención, se quitó el pijama y les extendió la ropa.

Louise: –Ahora ayúdenme a ponerme esto.

Tn: –¿Qué? ¿Por qué nos das esto?

Louise: –¿Para qué más? ¡Para que me vistan!

Saito: –¡Puedes vestirte tú sola!

Louise: –¡Los nobles no se visten solos! Para eso están sus sirvientes.

Saito: –¡Olvídalo! No haremos eso... ¿Verdad, Tn? ... ¿Eh, Tn?

Al mirar alrededor, Saito notó que yo ya no estaba. Había aprovechado la oportunidad para escapar del cuarto, dejando a Saito solo con Louise.

Minutos después

Ambos salieron del cuarto, encontrándome recostado contra la pared.

Saito: –Oye, ¿por qué me dejaste solo?

Tn: –Mira, yo lavé su ropa interior, la desperté... Lo único que tú tenías que hacer era vestirla.

Louise: –Dejen de quejarse y caminen.

Saito bufó, pero no tuvo más remedio que seguirla.

Otros minutos después

Llegamos a una gran sala con mesas increíblemente largas. Todos los alumnos estaban ya sentados en sus lugares, conversando animadamente.

Kirche: –Miren quién llegó. El famoso guardián que retó a su dueña, el segundo guardián fugitivo, y su ama, la "Zero".

La sala se llenó de risas y murmullos mientras caminábamos hacia el lugar de Louise. Al llegar, el desayuno nos dejó sorprendidos: panqueques con jarabe, pan tostado, y una copa de champán.

Tn: –Si esto es el desayuno, no quiero ni imaginar cómo será el almuerzo.

Saito: –Vaya, esto se ve delicioso.

Louise: –¿Qué esperas? ¡Corre la silla! Qué descortés...

Saito: –Está bien, está bien. No te enojes...

Mientras Saito ayudaba a Louise, observé la sala y noté el ambiente algo festivo.

Tn: –¿Oye, están celebrando algo especial o algo así?

Antes de que pudiera obtener una respuesta, Louise nos miró con expresión de desagrado y señaló el suelo.

Tn: –¿Eh? ¿Qué pasa?

Al bajar la vista, notamos dos platos en el suelo. Uno tenía panes duros y secos, y el otro... un tazón con algo que parecía cualquier cosa menos comida.

Saito: –¿Y esto para qué es?

Louise: –Solo los nobles pueden sentarse en la mesa. Los guardianes comen en el suelo.

Saito: –¿Co-como!?

Sin más remedio, nos sentamos en el suelo, mientras los alumnos nos observaban y se reían discretamente. Entonces, todos comenzaron a recitar una especie de oración.

Alumnos: –A nuestro gran creador Brimir, y a su reina, agradecemos enormemente por estos humildes alimentos.

Saito: –¿Humildes? ¿Y esto que nos dieron qué se supone que es?

Tn: –En fin... peor sería no tener nada. –Me persigné antes de empezar a comer.

Saito: –Oye, ¿qué estás haciendo?

Tn: –¿No es obvio? Me persigno. –Respondí mientras remojaba el pan en el extraño tazón.

Saito: –Eso es algo cristiano, ¿verdad?

Tn: –Sí, es un gesto para que "Dios" nos proteja... o para agradecerle, como en este caso, por los alimentos. –Empecé a comer sin mucho entusiasmo.

Nuestra conversación llamó la atención de Louise, quien dejó de comer para mirarnos con curiosidad.

Louise: –¿Dios? ¿De qué estás hablando?

Tn: –No, no es "de qué", es "Dios" en general. –Saqué algo de mi mochila y se lo mostré.– Mira, esto es la Biblia. Aquí se relata desde la creación de nuestro mundo hasta cosas como los cuatro jinetes del apocalipsis.

Louise me arrebató el libro sin dudarlo, hojeándolo con interés.

Louise: –Interesante. Tal vez en mi tiempo libre lo lea.

Tn: –Está bien, pero asegúrate de devolvérmelo, ¿sí?

Louise:Con una sonrisa burlona. Ja, todo lo tuyo es mío... y lo mío, mío.

Tn: (¡Hija de–!)Resistí las ganas de replicar y suspiré.

Minutos después...

Salimos de la cafetería y nos dirigimos al patio del instituto. Louise caminaba al frente, y nosotros la seguíamos con menos entusiasmo.

Louise: –Los espíritus guardianes suelen esperar afuera mientras los nobles comen. Ustedes lograron entrar solo porque hice una petición especial.

Tn:Murmurando. Si supiera exactamente dónde estoy, ya habría salido a buscar mi propia comida...

Saito: –Oye, ¿por qué todos están reunidos aquí afuera?

Louise: –Hoy no hay clases para los de segundo grado. El día está destinado a que los nobles conozcan mejor a sus espíritus guardianes.

Tn:Sonriendo ampliamente. Bueno, si ya nos conoces, ¡eso significa que es como un día libre para mí!

Cuando estaba a punto de correr hacia algún rincón tranquilo, Louise me agarró del brazo con fuerza.

Louise: –¡No! ¡Tú te quedas a mi lado!

??? –Vaya, hasta tu espíritu guardián quiere rebelarse...

Volteamos para encontrar a Kirche acercándose con su salamandra, cuya cola ardía con llamas brillantes.

Saito: –¡¿Qué es esa cosa?!

Kirche: –¿Es la primera vez que ves una salamandra?

Tn: –Deberías ponerle una correa, considerando que su cola está literalmente en llamas.

Kirche: –No te preocupes. Los espíritus guardianes están destinados a obedecer a sus amos. –Miró a su salamandra con una sonrisa confiada.– ¿Verdad, Flame?

La salamandra movió la cola de un lado a otro, como diciendo "si".

Kirche: –Y, por supuesto, tampoco lucharías conmigo ni intentarías rebelarte, ¿verdad?

La criatura movió la cabeza, confirmando que obedecía completamente a Kirche.

Louise: –¡Métete en tus asuntos, Kirche! Además, ya me están obedeciendo... ¿no es así? –miró a sus guardianes con confianza.– ¿Eh? ¿Chicos?

Tn: –Oye, Saito, ¿qué tal si nos tomamos un día libre dando una vuelta?

Louise: –¡No! ¡Ya te dije que te quedas a mi lado!

Tn: –Tú sabes cómo son los gatos... Se escapan cuando menos te lo esperas.

Con una sonrisa juguetona, comencé a correr, alejándome de Louise como un niño escapando de su madre enfadada.

Saito, por su parte, estaba muy tentado de seguirme. Pero Louise no iba a permitirlo.

Louise: –¡Ni se te ocurra! ¡Quédate aquí y tráeme algo para beber! ¡Oye, ¿me estás escuchando?!

Saito: –Bueno, si soy un perro... de vez en cuando tendré que salir a pasear, ¿no? Je... El perro corre tras el gato para atraparlo. En fin, nos vemos.

Sin más, Saito comenzó a correr detrás de mí. ¿Quién dijo que los perros y los gatos no pueden llevarse bien?

Kirche: –Vaya... no son muy obedientes que digamos. –rió con burla.

Louise: –¡Cállate, Kirche! –volvió su atención hacia nosotros, que ya estábamos lejos.– ¡Ustedes dos, vuelvan aquí!

Tn: –¡Atrápanos si puedes! ¡Jaja!

Louise comenzó a perseguirnos, visiblemente enfadada, mientras los alumnos observaban y reían por nuestra desobediencia. El rubor en sus mejillas delataba su creciente frustración.

En medio de nuestra "fuga", Saito y yo chocamos con una mujer que llevaba una bandeja, tirándola al suelo junto con un pedazo de tarta.

Louise: –¡Ah! Lo siento tanto, estos perros son difíciles de controlar.

???: –E-está bien... No debí haberme puesto en su camino.

Me apresuré a ayudar a la chica a levantarse.

Tn: –Lamentamos mucho lo sucedido.

Saito recogió el pedazo de tarta del suelo, lo limpió un poco y lo colocó nuevamente en la bandeja.

Saito: –Aquí tienes. Perdón por el desastre.

???: –¿Ustedes son los guardianes que invocó la señorita Vallière?

Saito: –¿Has escuchado sobre nosotros?

???: –Sí, hay rumores sobre unos plebeyos que fueron invocados como espíritus guardianes... y que uno de ellos luchó contra su ama.

Tn: –Yo tengo el orgullo de ser el que luchó contra ella. –Sonreí con cierta satisfacción.

Louise: –¡Ya basta! No hace falta mencionar ese... detalle.

???: –Oh, lo siento, señorita Vallière. Olvidé que estaba aquí.

Louise: –No pasa nada... pero, por favor, no sigas esparciendo ese hecho.

Saito: –Oigan, sigo sin entender todo esto de los nobles y los plebeyos. ¿Qué significa exactamente?

???: –Por noble, me refiero a las personas que pueden usar magia.

Louise: –Y los que no pueden se consideran plebeyos. Como ustedes.

Tn: –Quizás soy un plebeyo... pero casi derroto a una noble. Si no hubiera hecho trampa con el beso...

Louise: –¡Cállate ya!

Saito: –¿Y tú puedes usar magia?

???: –No, claro que no. Yo...

Louise: –Ella trabaja aquí como sirvienta, algo que ustedes deberían estar haciendo para mí.

Tn: –Pronto encontraré la manera de separarme de ti... y volver a mi mundo.

La chica se presentó con una sonrisa amable.

???: –Me llamo Siesta. Es un placer conoceros.

Saito: –Yo soy Saito Hiraga.

Tn: –Y yo, Tn Llabbra. También es un placer conocerte.

Siesta: –¿Tn Llabbra? ¿Saito Hiraga? Vaya, son nombres bastante raros.

Antes de que pudiéramos responder, una voz masculina interrumpió.

???: –Oye, ¿mi pastel ya está listo?

Nos giramos y vimos al rubio de la ceremonia, Guiche, sentado en una mesa junto a una rubia.

Siesta: –E-enseguida, señor...

Saito: –Permíteme, yo se lo llevo. –Le quitó el plato de las manos con una sonrisa confiada.

Siesta: –¿Pero qué? Yo...

Tn: –No te preocupes, nos encargamos. –Le guiñé un ojo, tratando de tranquilizarla.

Louise: –¡Ah, claro! A ella sí le son serviciales, ¿no?

Tn: –Bueno, es que ella es amable... Mientras que tú eres una niña caprichosa y mandona. Así que, si quieres que te obedezcamos más, tendrás que ser un poco más como ella.

Louise abrió la boca para replicar, pero yo la cerré con un gesto rápido, antes de caminar con Saito hacia la mesa del engreído rubio. Solo bastó mirarnos un instante para entender lo que íbamos a hacer. Yo lo hacía por diversión, pero Saito claramente estaba motivado por la venganza tras haber sido humillado con el hechizo de levitación.

Saito: –Aquí tiene, señor... –dijo, colocando el plato con una leve sonrisa que ocultaba sus intenciones.

Guiche: –Bien, ahora tráiganme otro té también.

Tn: –De inmediato, señor... Menudo pelotudo.

Guiche: –¿Dijiste algo?

Tn: –Dije: "Menuda suerte tiene la dama de andar con usted".

Guiche: –¡Ah, claro! No cualquiera puede salir conmigo. Quizás sea por mi delicadeza y mi belleza natural.

Montmorency: –Ay, querido, siempre sabes qué decir~

Guiche: –Querida, jamás le mentiría a esos bellos ojos.

Tn: –Ah, no me refería a ella. Me refería a la chica de café...

Montmorency: –¡¿Qué?! ¡¿Acaso estás saliendo con una chica de primer año?!

Guiche: –Eh... pero qué tontería, Montmorency. Jamás haría algo así...

Saito: –"Jamás le mentiría a esos bellos ojos", ¿no? –dijo con una sonrisa burlona, disfrutando del caos.

Nos alejamos mientras Guiche comenzaba a sudar frío, tratando de calmar a Montmorency.

Guiche: –Q-que fue lo que dijo...

Caminando juntos, Saito comentó en voz baja:

Saito: –Ya entendí. Los colores de sus mantos representan sus grados. Negro para segundo año... y la chica de ayer vestía de marrón, lo que significa que es de primer año.

Tn:Pensando. (Uff, esto se pondrá bueno.) –Saqué mi celular y comencé a grabar disimuladamente.

Guiche: –Oye, ¿qué es ese aparato?

Montmorency: –¿De qué está hablando, Guiche?

Guiche: –R-regresa a tus labores, sirviente...

Saito:Le sacó la lengua. Yo no soy un sirviente.

Guiche: –¡Espera un momento! Tú eres el guardián de Louise... ¡y el otro debe ser el que la desafió en combate!

Intentando evitar que la situación empeorara, Guiche comenzó a alejarse rápidamente, llevando a Montmorency con él. Mientras tanto, yo continué grabando a distancia, sabiendo que la situación solo se volvería más caótica.

Poco después, me acerqué a la chica de primer año que Saito mencionó anoche en la fuente.

???: –Vaya... ¿Y Guiche? ¿A dónde habrá ido?

Tn: (Menuda ingenua.) –Hola. ¿Buscas a un rubio llamado Guiche? Tienes que ver esto.

Le mostré la grabación en mi celular, asegurándome de que se escuchara claramente cuando Guiche negó estar saliendo con una chica de primer año.

???: –¡¿Qué?!

Saito: –Ah, mira... Me parece que justo está allí.

La chica se dio la vuelta y vio a Guiche junto a Montmorency. Con paso decidido, comenzó a acercarse, mientras yo la seguía con mi celular en mano, todavía grabando.

Tn: (Uff... llamen a los bomberos, que esta situación se está prendiendo.)

La tensión aumentaba con cada paso que la chica daba, mientras Guiche intentaba fingir que todo estaba bajo control.

Alice: –Guiche...

Guiche: –Ah... hola, Alice...

Alice: –Pensaba que íbamos a estar juntos...

Montmorency: –¡¿Qué?!

Alice: –Incluso preparé el soufflé casero del que te hablé anoche...

Montmorency: –¡¿Anoche?!

Guiche: –Bueno... verás... es una confusión. Yo... yo no estuve con ella anoche. Estuve... eh... en la otra noche.

Saito: –¿En serio? Porque justo ayer te escuché diciendo que te gustaría probar ese platillo algún día.

La atención de los alumnos que estaban alrededor comenzó a centrarse en la escena, algunos ya se estaban acercando.

Guiche: –P-pero... ¿de qué estás hablando, plebeyo? ¡Solo estás creando confusión en las mentes de estas damas!

Era evidente que Guiche ya no podía ocultar la verdad. La presión aumentaba mientras más alumnos se reunían para presenciar el espectáculo.

Extra: –Oye, ¿qué está pasando?

Extra 2: –Parece que Guiche está comenzando una pelea con los plebeyos.

Saito: –¿Qué? ¿Un malentendido? ¡Esto te lo ganas por salir con dos chicas a la vez!

Montmorency: –¡Entonces sí estabas saliendo con una de primero!

Montmorency estaba roja de ira, claramente a punto de explotar.

Guiche: –¡T-te equivocas, querida! Por favor, no dejes que tu rostro, tan hermoso como una rosa, se llene de odio...

Alice: –¡Qué horrible de tu parte!

Guiche: –En cualquier caso, cálmense las dos...

Alice y Montmorency (al unísono): –¡MENTIROSO!

Ambas le dieron unas cachetadas que lo tiraron al suelo. Mientras el noble engreído trataba de recuperarse, yo me acerqué tranquilamente con algo que había olvidado.

Tn: –Oye...

Guiche: –¿¡Qué!?

Tn: –¡Te olvidaste tu tarta!

Sin darle tiempo de reaccionar, le estampé el trozo de tarta en la cara, arruinando tanto su rostro como su ropa. Las carcajadas de los alumnos no tardaron en llenar el lugar.

Tn: –Lo mejor es que lo grabé todo... Así que podemos verlo una y otra vez.

Guiche se limpió el rostro, lanzándonos una mirada llena de odio.

Guiche: –Veo, plebeyo, que no entiendes cuál es tu lugar frente a un noble...

Decidí echar más leña al fuego.

Tn: –Bueno... –Le quité la capa elegantemente.

Guiche: –¡Oye, devuélvemela!

Tn: –En nuestro mundo, a nadie le importan esas jerarquías. –Comencé a limpiarme las manos con la capa.– Y a mí me importa lo mismo que tu capa: nada.

Le devolví la capa sucia y regresé junto a Saito. Guiche miró la prenda con asco.

Guiche: –¡Qué asco! ¡Ya verán...!

Guiche (gritando): –¡LES RETO A UN DUELO!

Los alumnos reaccionaron con sorpresa y murmullos.

Extra: –¡Un duelo!

Extra 2: –Esto será interesante.

¿Quién ganará este duelo?

¿Será Guiche, quien busca poner a los plebeyos en su lugar?
¿O serán nuestros protagonistas, quienes podrían darle una lección inolvidable?
¡Lo veremos ahora mismo!

No habían pasado ni dos días desde mi llegada, y ya estaba metido en un lío. Supongo que esa es mi especialidad.

Saito: –¿Un duelo?

Guiche: –Sí, eso mismo. Les estoy retando a un duelo.

Tn: –Amigo, te recomiendo que no me retes... No sabes con quién te estás metiendo.

Guiche: –Son solo unos simples plebeyos, unos espíritus guardianes sirvientes... y han insultado mi honor.

Tn:Mirando a Saito. ¿Qué, ahora viene su drama o...?

Guiche: –¡Y lo peor es que han hecho llorar a dos damas!

Tn: (Mhe, yo ya hacía llorar a todas las mujeres por mi machis–... mejor me callo.)

Saito: –Yo no las vi llorando, las vi bastante molestas. –Rió, y los alumnos que observaban comenzaron a reír también.

Guiche: –¡Espero que mantengan esa determinación! ¡Los estaré esperando en los terrenos frente a la sacristía!

El chico salió del lugar, claramente furioso, mientras los alumnos susurraban emocionados por el duelo que estaba por venir.

Tn: –Menudo baile le voy a dar, jeje.

Louise: –¡Tontos! ¡¿Qué fue lo que hicieron?!

Louise nos agarró de inmediato, sujetando la muñeca de Saito y tirándome de la oreja.

Tn: –¡Ay, ay! ¡¿Qué pasa, mujer?!

Louise: –¿¡Cómo que "qué pasa"?! ¡¿En qué estaban pensando al aceptar el duelo?!

Tn: –Mira, solo dejamos salir la verdad. El mujeriego se lo buscó.

Saito: –Por cierto, ¿a dónde nos llevas?

Louise: –¡A disculparse con él! Tal vez lo reconsidere y los perdone.

Tn: –¿Disculparme con ese engreído? No, gracias.

Louise: –¡¿Qué?!

Saito: –No vamos a disculparnos. –Susurrando. (Y menos con un mujeriego.)

Louise: –¡Necios! Los plebeyos no vencen a los nobles. Si tienen suerte, solo saldrán heridos.

Tn: –Ja, ya me enfrenté a una noble. Solo hay que quitarle la varita, y será inútil. Claro, si no nos hace su familiar antes...

Louise:Le dio un golpe a Tn. ¡La próxima vez que me llames inútil, dormirás afuera!

Tn: –Ugh... Bla, bla, bla. ¿De verdad crees que te tengo miedo a ti o a ese engreído?

Mientras Louise y yo discutíamos, Saito aprovechó para buscar a alguien que le indicara dónde estaban los terrenos frente a la sacristía.

Saito: –Oye, ¿hacia dónde queda la sacristía?

Extra: –Ah, solo vayan derecho por allí.

Louise: –¡Malicorne!

Tn: –Perfecto, gracias, gordo. –Se fue del lugar sin esperar respuesta.

Extra: –¿Me lo dijo como insulto o como apodo?

Saito: –El es argentino... nadie los entiende. En fin, nos vemos allá, Louise. –Siguió caminando detrás de Tn.

Louise: –¡Oigan, esperen!

Extra: –¡Qué bien, será un gran espectáculo!

Louise:Suspira frustrada. ¡Ugh! Son mis espíritus guardianes y no siguen mis órdenes...

Mientras tanto, en otro lugar del instituto

???: –Mmm... esta es una situación sin precedentes aquí...

Profesor: –Eso no es lo que más me preocupa, señor. No reconocí las runas que aparecieron en los guardianes, así que investigué y encontré esto. –Sacó una hoja antigua de un libro y la mostró.– Son exactamente las mismas runas.

???: –Mmm... Señorita Longueville, ¿podría...?

Longueville: –De inmediato, señor.

La mujer de cabello verde se retiró del lugar con pasos rápidos, dejando al profesor y al anciano a solas.

En los terrenos frente a la sacristía

Guiche: –Los felicito por no salir huyendo.

Saito: –¿Y por qué habríamos de huir de ti?

Antes de que Guiche pudiera responder, Louise llegó corriendo, claramente agitada.

Louise: –¡Esperen!

Se plantó entre Guiche y nosotros, levantando ambas manos para intentar detenernos.

Louise: –Guiche, no sigas con esto. Sabes que los duelos están prohibidos.

Guiche: –Cierto, los duelos entre nobles están prohibidos... pero ellos son plebeyos. No hay problema.

Louise: –P-pero... eso no significa que puedas hacerles daño.

Guiche: –Louise, ¿por qué te preocupas tanto por estos plebeyos? ¿Acaso uno de ellos ha conquistado tu corazón?

Louise: –¡¿Qué?! ¡Por supuesto que no! ¡No seas ridículo! ¿Acaso tú te quedarías de brazos cruzados mientras destrozan a tu espíritu guardián?

Tn: (Después de lo que pasé en la guerra, ya nada me puede destrozar...)

Guiche: –No importa cuáles sean tus razones. ¡Doy por comenzado el due–!

Antes de que pudiera terminar su frase, me adelanté y le solté un golpe en la cara.

Tn: –Ay, perdón... mi mano se resbaló por accidente. Por favor, continúa...

Guiche: –¡Ahg! ¡Dije que doy por comenzado el due–!

Le interrumpí de nuevo con otro golpe.

Tn: –Uy... cuántas veces se me resbala la mano. Qué mala suerte tienes, amigo.

Guiche: –¡Tú...!

No le dejé terminar y le solté una lluvia de golpes, uno tras otro, mientras él intentaba cubrirse sin mucho éxito.

Tn: –¿Qué pasa, hombre? ¿Acaso no puedes lanzar un hechizo mientras te golpeo?

Guiche: –¡Déjame...!

En un momento, logré tirarlo al suelo y comencé a golpearlo directamente en la cara. Cuando intentó usar su rosa, rápidamente pisé su muñeca, obligándolo a soltarla.

Tn: –Ese es el problema con ustedes, nobles. Dependen demasiado de una sola cosa. Sin su varita, no son más que unos inútiles incapaces de defenderse en cuerpo a cuerpo.

Por un descuido, Guiche logró tomar su rosa nuevamente y dejó caer un pétalo al suelo.

Guiche: –¡Sabes, plebeyo! ¡Iba a ser más amable contigo, pero ahora verás por qué me llaman el Niño de Bronce! ¡Valquiria, ataca!

Del suelo emergió una luz brillante, y de esta surgió una valquiria de bronce que, al recibir la orden, se lanzó directamente hacia mí.

Esquivé su ataque, pero Saito, que estaba a mi lado, no tuvo la misma suerte. La valquiria lo golpeó en el estómago, haciéndolo caer al suelo con un gemido de dolor.

Tn: (¡Tamadre! Este no dura nada...)

La valquiria dirigió su atención hacia mí, lanzando una serie de golpes que apenas logré esquivar. Cada impacto que conseguía conectar se sentía como si me golpearan con un ladrillo.

Mientras yo trataba de mantenerme en pie, Saito comenzó a levantarse lentamente.

Louise: –¡¿Qué haces?! ¡No te levantes!

Saito: –No pienso quedarme viendo desde el suelo...

Con esfuerzo, Saito se puso de pie, agarrando una rama cercana como si fuera una espada improvisada.

Tn:Murmurando. (¿En serio, una rama? Bueno, al menos tiene espíritu.)


En otro lugar

???: –Son runas exclusivas del guardián espiritual legendario. ¿Cómo es posible que la tercera hija de los Vallière haya logrado invocarlo? Esto... esto debe ser por el fragmento perdido del Pentágono...

Profesor: –Eso no puede ser...

???: –Cualquiera que descubra la verdad no saldrá de esta habitación.

La tensión en la sala era palpable, y las palabras quedaron suspendidas en el aire mientras los dos hombres intercambiaban miradas de preocupación y gravedad.

Devuelta en el duelo

La valquiria de bronce cambió de objetivo y se lanzó hacia Saito. Justo antes de que pudiera darle otro golpe, corrí hacia él y lo aparté a tiempo. Mientras lo ayudaba a levantarse, le susurré al oído:

Tn: –Trata de agarrarla, yo la estaré golpeando.

Saito asintió rápidamente, pero antes de que pudiéramos coordinar nuestro ataque, la valquiria ya estaba sobre nosotros. Logramos separarnos a tiempo, aunque Saito intentó seguir mi consejo. Sin embargo, cada vez que trataba de agarrarla, la criatura lo tomaba por la pierna y lo estampaba contra el suelo. Aproveché esa distracción para golpearla.

Tn: (Esto es como golpear una pared de metal...)

Frustrado, saqué mis garras y traté de arañar su piel, pero no lograba hacerle ni un rasguño.

Tn: –¡Si tuviera el arco, esto sería mucho más fácil!

En cuanto dije esas palabras, mi marca comenzó a brillar intensamente. De repente, por la ventana de la habitación de Louise, salieron el arco y las flechas, volando directamente hacia mí. La marca dejó de brillar en cuanto los tomé en mis manos.

El asombro en los rostros de todos, incluido el mío, era evidente.

Tn: (¿Cómo demonios hice eso?)

No había tiempo para preguntas. Sujeté el arco y comencé a disparar. Cada flecha atravesaba la dura piel de la valquiria, haciéndola retroceder. Sin embargo, eso solo parecía enfurecerla más. Estaba a punto de golpearme cuando Saito logró agarrarla por la espalda, deteniéndola momentáneamente.

Saito: –¡Ahora! ¡Acaba con ella!

Con una última flecha, atravesé su piel. Esta vez, la valquiria se desplomó en el suelo, inmóvil. Habíamos ganado... al menos, eso pensábamos.

Saito: –¡Wow! Eso fue intenso...

Tn: –Bueno, al menos se acabó.

Guiche: –Oh, no tan rápido. Creo que este "round" fue un poco injusto. Era un 2 contra 1. ¿Por qué no emparejamos las cosas?

Guiche dejó caer dos pétalos de su rosa, y del suelo surgieron dos valquirias más.

Guiche: –Ahora será un 2 contra 2... algo mucho más justo.

Una de las valquirias se lanzó directamente hacia Saito, golpeándolo en el estómago y dejándolo fuera de combate.

Tn: –¡Oh, no, hermano!

Ahora estaba solo contra dos valquirias. Corría y disparaba mientras trataba de mantenerlas a raya, pero en un momento una de ellas logró atraparme por la pierna y me estampó contra Saito, dejándonos a ambos aturdidos.

Tn: –¡Ay! ¡Eso sí que dolió!

Guiche: –¿Te rindes?

Tn: –Jamás...

Guiche: –Bueno, como quieras.

Ambas valquirias se enfocaron en mí, dejando a Saito fuera de combate. Me atacaban en conjunto, y aunque intentaba esquivar, finalmente lograron derribarme al suelo. Mientras estaba tirado, las dos valquirias se prepararon para su último ataque: cada una tomó una de mis piernas y comenzaron a girar con fuerza, dándome un cabezazo contra Saito.

Tn: –¡Ahh! ¡Tienes la cabeza muy dura!

A pesar del dolor, mi determinación seguía intacta. Mi cuerpo me pedía que me retirara, pero mi orgullo me decía que debía seguir luchando.

Louise: –¡Detente! ¡Ya basta, por favor!

Guiche: –¡A un lado, Louise! ¡Apártate!

Nunca imaginé que la chica que nos hizo sus sirvientes se preocuparía tanto... aunque estaba claro que se preocupaba más por Saito, ya que él era quien había recibido la peor parte.

Louise: –¡Oigan, lo hicieron muy bien! Derrotaron a una valquiria... algo que sería imposible para un plebeyo normal.

Tn: –E-esto... no... se acaba hasta que yo lo diga.

Louise: –¡Deja de incluirlo a él! ¡Él no es un sobrehumano como tú!

Saito: –Estoy bien... apártate.

Pero Saito no estaba "bien". Su cuerpo estaba cubierto de moretones sobre moretones, y sus intentos de cubrirse con el brazo lo habían dejado prácticamente inmovilizado. Cada movimiento que hacía iba acompañado de un gemido de dolor.

Por mi parte, aunque parecía estar mejor, sentía que mis brazos ya no daban más. Tanto bloquear ataques como disparar el arco me habían agotado más de lo que quería admitir.

Louise: –¡Si no se detienen será peor! Escúchame, Saito, deja que el sobrehumano termine esto. ¡Abandónalo y retrocede!

Era evidente que Louise sabía que convencerme de detenerme sería inútil. Su única opción era intentar razonar con Saito, el único que aún obedecía... o eso parecía.

Saito: –No voy a dejar atrás al gato. –Pausó al notar algo.– ¿Uh? ¿Estás llorando? ¿Por quién de los dos?

Louise:Le dio un golpe rápido en la cabeza. ¡Por supuesto que no!

Saito: –¡Ugh! ¡Estás loca, sabes que eso duele!

Mientras ellos discutían, no pude evitar reír un poco por la escena que hacían. Sin embargo, noté que mi arco no estaba en mis manos. Al mirar alrededor, lo vi tirado cerca de Guiche.

Tn: (Maldición... tengo que pasar por estas dos valquirias para recuperarlo... A menos que...)Levanté mi mano, intentando algo desesperado.– ¡Ven a mí!

Las runas de mi mano comenzaron a brillar de nuevo, y el arco junto con las flechas desperdigadas volvieron a mí en un destello de luz. Todas las flechas ahora estaban perfectamente guardadas en un carcaj que apareció en mi espalda.

Tn: (¿Cómo demonios hice eso?)

No había tiempo para preguntas. Tomé el arco y apunté a una de las valquirias, aunque mi brazo temblaba por el dolor y el agotamiento.

Guiche: –Vaya, parece que quieren continuar con esto...

Dejó caer otro pétalo. Pensando que invocaría otra valquiria, tensé el arco con todas mis fuerzas, ignorando el dolor. Solté la flecha, que pasó peligrosamente cerca del pétalo antes de que este tocara el suelo.

En lugar de una valquiria, del suelo emergió una espada envuelta en luz.

Guiche: –Si ese es su deseo, les ofrezco esta espada. Que alguno de ustedes la tome. Pero si no es así, tendrán que disculparse conmigo. ¿Qué dicen?

Saito y yo nos miramos. Sabía que él necesitaba esa espada más que yo. Ya tenía el arco, y Saito era quien estaba en una clara desventaja.

Louise: –¡Alto, no lo hagas! Si tomas esa espada, Guiche intentará destrozarte. ¡Es una orden de tu ama, debes obedecer!

Tn: –Ja... ¿En serio? Esto es un duelo. Es como la guerra. Aquí se muere con honor o como un cobarde. ¡Vamos, toma la espada y sigamos con esto!

Louise: –¡No lo hagas!

Saito no respondió de inmediato. Su mirada parecía perdida, como si recordara algo lejano. En voz baja, casi en un susurro, dijo:

Saito: –No puedo volver a mi mundo, ¿cierto? Estoy atrapado aquí...

Louise: –¿Por qué dices eso?

Saito: –He estado durmiendo en el suelo... y la comida es horrible. Ya lo entendí, no tengo salida.

Tn: (No mames... Acaba de describir Latinoamérica...)

Saito se acercó lentamente a la espada y la tomó con firmeza.

Saito: –Pero jamás... ¡jamás bajaré la cabeza ante nadie!

Con un movimiento decidido, sacó la espada de la tierra y la empuñó hacia una de las valquirias. Los alumnos que observaban el duelo quedaron boquiabiertos.

Louise: –¡IDIOTA!

Tn: –Vaya... A pesar de ser un humano corriente, tienes el espíritu de un sobrehumano. ¡Vamos, acabemos con esto!

De repente, nuestras marcas comenzaron a brillar intensamente.

Saito: –¿Qué es esto? Ya no siento el dolor que tenía...

Cuando una de las valquirias se lanzó hacia él, Saito reaccionó con una rapidez sorprendente. De un solo corte, partió a la valquiria en dos. Los espectadores quedaron anonadados.

Mientras tanto, yo disparaba flechas sin descanso. Cada una impactaba con precisión, debilitando a la segunda valquiria. Con un último salto, cargué una flecha verde luminosa.

Saito: –¿Es esa la flecha de la que me hablaste anoche?

Tn: –¡Sí, es esa misma!

Disparé al centro del círculo que las valquirias habían formado alrededor mío. La flecha luminosa impactó con fuerza, y una explosión resonó en el campo. Las armaduras de las valquirias salieron disparadas en todas direcciones, obligando a los nobles a crear escudos mágicos para protegerse de los fragmentos.

Extra: –¡Cuidado!

Extra 2: –¡Esa explosión fue increíble!

Cuando el humo comenzó a disiparse, Saito apareció de un parpadeo justo frente a Guiche, con una sonrisa de burla en su rostro. El rubio, pálido del miedo, retrocedió instintivamente, pero su escape fue bloqueado.

Yo ya estaba detrás de él, con una flecha cargada en mi arco, apuntándole directamente.

Tn: –¿Qué pasa? ¿No vas a invocar más de esas valquirias?

Saito: –¿O es que acaso tienes miedo...?

Guiche temblaba visiblemente, su orgullo y valentía desmoronándose frente a nosotros.

Guiche: –Yo... ya... me... rindo...

El campo estalló en gritos y aplausos de los alumnos presentes. Algunos estaban asombrados por nuestra victoria, mientras que otros festejaban como si hubieran sido ellos quienes ganaron.

Extra: –¡No puedo creerlo, derrotaron a Guiche!

Extra 2: –¡Eso les pasa a los nobles arrogantes!

Guiche: –Un noble... derrotado por unos plebeyos... Esto es humillante...

Louise, que había estado observando todo desde la distancia, se acercó rápidamente.

Louise: –¿Oigan, están bien?

Tn: –Sí... la verdad... fue algo...

Antes de que pudiera terminar la frase, solté el arco y, en el mismo instante, la luz de la runa en mi mano desapareció. Un mareo repentino me invadió, y mis piernas comenzaron a temblar.

Saito, al clavar la espada en el suelo, experimentó lo mismo. Apenas tuvo tiempo de sostenerse antes de desplomarse. Ambos caímos al suelo, hacia Louise, como si hubiéramos entrado en un profundo sueño.

Louise: –¡¿Qué les pasa?! ¡Oigan, despierten!

Por mi parte, antes de caer por completo, logré sentarme y mantener una leve sonrisa.

Tn: –Je... Esto fue... intenso...

Poco a poco, mis párpados se cerraron mientras la fatiga me vencía. No sabía qué habíamos hecho exactamente o cómo lo habíamos logrado, pero una cosa era clara: éramos más especiales de lo que aparentábamos.

Sin embargo, esta nueva fuerza y poder no me daban tranquilidad. En lo profundo de mi mente, un mal presentimiento comenzaba a surgir...



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