8- "Raro"
Tenía solo cuarenta y ocho horas para estar cerca de él. Así que los aproveché al máximo.
Luego del desayuno, lo seguí en sus quehaceres. Pensé en ayudarlo. La vida que llevaba no era fácil. Y después de todo, usar mis poderes de Serafín no era más grave que mi propia presencia allí.
Lo vi juntar leña, lo vi pararse en casi completa quietud un par de horas en el muelle a la espera de que algún pez se tentara con el anzuelo de su caña improvisada, lo vi treparse a un frondoso árbol de manzanas, sin importarle la piel lacerada o los jirones de su ropa por el tronco duro y astillado. Lo vi con envidiada paciencia llenar un canasto con aquella fruta madura. Lo vi enmendar su ropa con aguja de hueso a la pobre luz de la chimenea, lo vi preparar los famélicos pescados y agregarle hierbas y más agua de lo debido al guiso para que su invitado pudiera comer abundante...
Miles de veces había yo visto a miles de criaturas humanas haciendo lo que había hecho él y aún así me sentí raro. Raro porque aunque lo intenté de todas las formas posibles no pude ayudarlo ni una sola vez. Mis poderes allí abajo no funcionaban. Raro porque sabiendo que el planeta estaba atestado de humanos por doquier, él tenía que hacer todo sólo, tenía que proveerse el sustento sólo, tenía que arreglárselas sólo, tenía que curarse las heridas sólo. Y me sentí raro porque al mirar al Cielo en busca de consuelo para mi corazón no vi a nadie y comencé a comprender lo que es estar sólo...
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