Comenzó a llover. Y con la lluvia, un relámpago brillante y azul atravesó el cielo y entonces lo supe. Me estaban llamando. Siempre que llueve los Ángeles somos convocados. El agua es siempre el medio de comunicación preferido del Padre Creador.

    Me asomé por la ventana y allí lo vi. Ese perro negro de largas crines brillantes venía por mí. Me dio gracia que aquella Jerarquía Celestial se disfrazara de perro para hablar conmigo. Caminamos juntos por el bosque que rodeaba la cabaña. Esperaba una reprimenda por estar rompiendo las reglas. Pero nunca habló. Llegó el amanecer y la lluvia se hizo más intensa, empapándonos a ambos.

   Antes de desaparecer detrás de un alto pino ,el perro me miró y asintió. Me costó creerlo. El Cielo estaba consintiendo mi travesura. Extendí mi mano para saludarlo pero entonces escuché en mi mente su voz:
 
   " Solo tienes cuarenta y ocho horas humanas... Luego deberás regresar..."

    Fui consciente por primera vez de cómo la lluvia acariciaba mi piel.  Y volviendo a la cabaña a paso lento, entendí por qué los seres humanos amaban tanto la lluvia. Y también por primera vez, suspiré...