Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

━031 ❝DE ACUERDO AL PLAN❞























El ser una emperatriz encerrada en la Isla de los Perdidos, era la cosa más abominable y patética de la historia. Pasar a dominar el mundo entero de las tinieblas, a cambiar totalmente su apariencia y ocultarse dentro de una casa secreta.

¿Cómo volvió a la forma humana? Una sola respuesta:

Odio.

El odio es igual de fuerte al amor. Tan fuerte, que es capaz de destruirlo por completo.

Aquel sentimiento hizo que poco a poco recuperara su forma natural, sin que su hija se diera cuenta. Y aún así, el día que logró volver a ser la que era siglos anteriores, decidió tener un bajo perfil para no ser reconocida por nadie y así escaparse bajo la sombra de la luna.

Mil y un veces, maldecía a su hija. Todo por no seguir sus pasos, todo por ser débil, todo por el amor. Sí, ese sentimiento que llegó a convertirla en alguien vulnerable frente a Stephano en sus años de juventud, ¿y qué logró? perder sus alas. Sin embargo, no obstante, cuando volvió a dejar que su corazón sintiera algo fue cuando su unigénita nació; pero, el odio opacó nuevamente, el poco amor que quedaba en su oscuro corazón, y ocasionó la crianza tan cruel y vil que le dio a Mal.

Su corazón ya se estaba preparando para dejar de latir, pues la oscuridad lo estaba terminando de ocupar por completo. Así que decidió buscar sangre nueva, alguien que pudiera manipular a su antojo, para que así, pudiera cumplir sus designios malvados.

—Alexa.— susurró la mujer rubia, mientras arrullaba con suavidad a la criatura—. Tienes un futuro prometedor: poder, ambisión, liderazgo. Cosas que la escoria de mi hija nunca logró.

La pequeña de ojos claro-oscuros, la miraba con atención. 

Maléfica suspiró, se sentía tan satisfecha ver como había podido manipular una mente débil como la de la hija de Aurora. Ni siquiera la propia Bella Durmiente se había dado cuenta de aquel control mental que su preciada hija tenía.

Ahora, su plan iba a pasar a la segunda etapa: matar a su hija.

—¿Se puede?— preguntó una voz femenina.

La rubia curvó sus labios al saber de quién se trataba. Le hizo un ademán para que se adentrara a la habitación.

—¿Qué quieres, Audrey?

—No sea hostil conmigo, vengo con buenas nuevas.— habló la castaña, su voz tenía una pizca de maldad y cinismo. Maléfica le dio la palabra—: Son tres herederos al trono.

La emperatriz levantó su mirada de inmediato, sus ojos verdes penetraron la mirada oscura de su visita. 

—No le estoy mintiendo.— añadió, al mostrar el periódico real.

Claramente en la portada se podía ver a la familia real en su pasada rueda de prensa. Con un gran título: ¡Los reyes nos han de dar tres herederos al trono!

Maléfica arqueó una ceja, su mente comenzó a maquinar algo más macabro todavía. Sonrió finalmente.

—Huhm.

Audrey dobló el periódico y lo guardó nuevamente en su cartera. Esperaba con ansias la declaración final de la emperatriz de las tinieblas.

—Qué triste que a la escoria de mi hija no le quede mucho tiempo de vida.— declaró la mujer, acomodó en sus brazos a la pequeña que se había quedado dormida—, Es una lastima... Un final muy cruel, para los reyes de Auradon, ¿no crees querida?

Audrey sonrió.

—Muy cruel, sí... En fin, ¿necesita alguna ayuda con Alexa?

La rubia negó con la cabeza.

—No, la llevaré a la cuna.— dijo, con delicadeza se levantó para dejar a la pequeña criatura en su cama. Después de hacerlo se devolvió a Audrey—. Tienes la misión de reconciliarte con mi hija para la siguiente fase del plan acordado, ¿entendido? O tu precioso cuello será decorado de una hermosa línea roja llamada sangre.

La ex-princesa de Auroria tragó grueso. Su corazón le pedía a gritos parar, pero su ceguera debido a la sed de venganza ganaba aquella batalla interna.

Era un demonio irresistible.

—Se supone que debo reconciliarme con ella, pero... ¿Qué ocurrirá si ella no quiere hacerlo?

—Sencillo.— pronunció Maléfica, mientras acariciaba las suaves mejillas de Alexa con el dorso de su mano—: Te mueres tú, y se muere ella.

Audrey sacudió su cabeza repetidas veces. Con detalle analizó la respuesta de la mujer, sin embargo, todo giraba en torno a esa palabra: muerte.

—¿Por qué he de morir yo?

—Porque eres una patética jovencita que lo único que le importa es hacer las cosas sin coherencia.— expresó la Emperatriz del mal, al dirigir su mirada a Audrey—. Tú solo eres una niña con inseguridades. ¿Por qué accediste a esto? Porque al lograr la victoria, te creerás "importante", cuando la única que decide eso verdaderamente, soy yo.

Humillada completamente, había quedado la pequeña chiquilla insegura de la princesa. No lo había de admitir, pero aquellas palabras de Maléfica tenían la total razón.

Los ojos de Audrey comenzaron a ser nublados por las lágrimas. Maléfica al darse cuenta de ello, hizo una nueva de asco y ordenó:

—Vé, y no me falles. Si es que no quieres morir peor que lo que tenía planeado para tu madre.

He perdido la cabeza... pensó la castaña al salir del lugar.



🔥






Primer paso para solucionar todo: ir a donde sus padres.

Antes de ir a reconciliarse con aquella pelimorada, debía ir al que era su castillo, para hablar una vez más con sus padres. Y explicar el supuesto mal entendido que había sucedido cuando se creyó muerta a la reina de Auradon.

Como siempre, portando su característica elegancia y aire de diva, entró a aquel palacio medieval.

Todo estaba exactamente igual.

A excepción de unos cuantos cuadros nuevos en las paredes, que de seguro su prima los había mandado a poner.

Claro, ahora es la nueva reina.

Dirigirse al despacho de su padre, sería su primera opción. Pues con él fue con el que inició toda esta locura.

Comenzó a dirigirse hacia allí, pensando en qué palabras había de decir, y de vez en cuando saludando al personal. Cuando ya estuvo frente a la gran puerta a punto de tocar, escuchó el llanto de su madre.

Me duele aplicar la ley del hielo con ella, Felipe.— sollozó la reina—, Odio que por culpa de mi madre y tuya, ella ahora sea casi una psicópata.

Los ojos de Audrey se abrieron por completo al oír la última palabra.

Aurora, era por el bien de nuestra hija.— se escuchó la voz firme de Felipe.

No... no, eso terminó siendo lo peor.— dijo Aurora—, ¿O por qué crees que tengo sospechas de que está siendo manipulada por ella?

Otro balde de agua fría.

—¿Por quién?

Por Maléfica, idiota. Siento que ella está con vida.

El instinto maternal de Aurora, o el sexto sentido, o las vibras que sentía, o llámese como se llame aquella intuición, era totalmente correcto.

Ella necesita ayuda, nuestra ayuda.— prosiguió—. Siempre la dejamos sola, no cumplimos bien nuestro rol como padres.

Se escuchó un golpe en el escritorio después de aquel reclamo por parte de Aurora.

—¡Mi hija está peligrando hoy más que nunca, y a ti te importa un carajo!

Audrey llevó a sus labios una de sus manos. Sus padres se estaban peleando por ella, eso hizo que su corazón latiera demasiado.

—¿¡Qué mierda quieres que haga, Rosa!?— gritó Felipe—: ¿¡Quieres que le siga acolitando las fechorías que ha venido haciendo desde hace tres años!? ¡Ella ya es un caso perdido!

—¡No lo es!

Las palabras de su padre, penetraron fuertemente su corazón, quebrando así, todo el cariño y el respeto que tenía por él. Fue entonces, cuando decidió entrar.

Pero... su expresión era muy diferente a la que tenía hace un momento.

—Buen día.— saludó, sus padres se quedaron inmóviles al escucharla—. Me fue imposible no oír esta... agradable conversación.

—Audrey, tienes restricción de venir al castillo...

—¡Silencio!— exclamó, interrumpiendo así a su padre.

Aurora comenzó a tener un mal presentimiento. Le dio una mirada de advertencia a su marido.

—Mami, ¿dime qué ves en mí?— le cuestionó a su progenitora, con aires de cinismo y orgullo, dio una vuelta sobre su propio eje—. Sí, estoy perdiendo mi cabeza. Qué triste.— hizo un puchero con sus labios.

Los ojos violeta de Aurora, comenzaron a llenarse de lágrimas. Odiaba ver la nueva versión de su hija.

La Audrey tierna, obediente, inteligente, y demás calificativos buenos... estaba muerta.

Había salido a la luz, una Audrey llena de rabia, odio, resentimiento, ambición por la venganza.

Los ojos oscuros de Audrey, se dirigieron a su padre.

—Papi, ¿piensas que seré libre de esta supuesta prisión mental? Porque siento que... he cruzado la línea, ¿no es así?

—Audrey, te estás metiendo en algo peligroso.

—¡Quiero ser peligrosa!— encaró a su madre—. Mi vida era perfecta, a su manera. Pero mi abuela, quien ahora debe estarse retorciéndose en el mismo infierno; y ustedes dos, me la arrebataron.

Las palabras de Audrey, fueron saetas de fuego para ambos adultos. Tristemente, descuidaron su rol, y en ocasiones creían que ser estrictos con ella iba a ser de buena ayuda.

Al contrario, definitivamente Audrey estaba al filo de perder su cordura.

—Creo que es hora de darles una lección.

Dichas estas palabras, la castaña abandonó el castillo. Dejando a sus progenitores con un sabor amargo, y con el miedo impregnado en su piel.


🔥




La castaña iba en su auto, rumbo al castillo. Su mente iba en otro lado, menos en lo que debía estar: fijándose que en ningún momento se fuera a estrellar con nadie.

La poca cordura y control sobre sí misma, le permitían cuestionarse sobre todo lo que había planeado, y lo que había de hacer. Cómo llegué a mencionarles, la sed de venganza era mayor a cualquier cosa.

Ver a Mal vuelta pedazos, como llegó a estar ella tiempo atrás, era lo que más deseaba en su vida.

—Tú me quitaste aquello que me pertenecía, Malsy.— murmuró, al estacionarse frente al castillo. Acomodó el espejo retrovisor para poder ver su rostro—. Y ahora es momento que me lo devuelvas.

De un momento a otro, las lágrimas comenzaron a deslizarse por sus mejillas.



👸🏼




Mal se encontraba frente al espejo mirando como le quedaba uno de los vestidos de maternidad que le había diseñado Evie. Su mejor amiga se encontraba arrullando a su pequeño.

—Te ves preciosa, mujer.

—¿Lo dices porque estoy modelando uno de tus diseños o porque sí me veo linda?— cuestionó la reina, después de reír.

—Por ambas cosas.— respondió la peliazul. El bebé comenzó a balbucear, lo que provocó que su mamá riera—, Ay, ¿qué tanto me hablas mi vida?

La pelimorada dejó escapar una risa.

—Siendo chismoso desde chiquito.

—Eso viene de familia, y tú lo sabes, Igna.

—Sí, lo sé.— dijo Mal, después de mirar a su amiga de manera confidencial y guiñarle el ojo.

La pelimorada dejó finalmente de verse al espejo, fue a recostarse en su cama. El embarazo ya comenzaba a ser un poco duro con ella: casi no podía colocarse la ropa, las náuseas matutinas eran horribles, los tobillos se hinchaban mucho al punto de que no podía caminar, el nervio siatico se inflamaba mucho, etc. Síntomas comunes del embarazo.

Y más al ser un embarazo de trillizos.

—¿Estás cansada?— preguntó Evie.

—Uhum.— pronunció Mal, con la boca cerrada. Dió un bostezo, y posteriormente acarició su vientre—. Estos jóvenes me dejan agotada.

—¿Y cuándo sabrás ya el sexo de los bebés?

—En tres días.— respondió la reina—. Ben dice que por la forma de mi barriga son niños, ya hizo apuesta con Chip sobre eso.

La hija de la Reina Malvada comenzó a reírse, ya era muy habitual que como amigos apostaran por todo. Cómo la apuesta que hicieron sobre si Mal estaba embarazada o no: los que votaron no, tuvieron que pagar cuatrocientos dólares. Cada uno.

—¿Qué piensas tú?

—Siento que, son dos niños y una niña, o son dos niñas y un niño.— respondió Mal, mientras le acariciaba las mejillas a Nícholas—, Pero de sentir que los tres son iguales, no.

—Mi instinto de bruja me falta, así que no sé.

Dicho esto, Evie y Mal comenzaron a reír. El bebé de Evie se sumó a las risas, lo que enterneció a las chicas.

—Ese pedacito de hombre es muy chismoso.— dijo Mal, con un tono de voz juguetón.

—Él es hermoso.

—Te creo.

Unos golpes en la puerta interrumpieron la charla.

Mal se levantó con cuidado para ir a abrir. Al ver de quién se trataba frunció el ceño.

—¿Audrey, que haces aquí?

Evie se alarmó en cuanto escuchó ese nombre.

—¿Puedo hablar contigo?— le preguntó la castaña, su aspecto describía que estaba realmente mal.

Mal abrió la puerta en su totalidad haciéndole una señal para que entrara.

—Oh, Evie...

—¿A qué viniste?— preguntó la peliazul, con seriedad.

Audrey bajó la mirada, y soltó un sollozo.

Mal miró confundida a su mejor amiga. Y viceversa.

—M, quería venir a disculparme por lo de hace meses...— sollozó—, En serio, nunca fue mi intención hacerte daño.

—Eso no dicen las pruebas.— masculló Evie, Mal la miró con desaprobación—. Es verdad.— añadió, mediante un susurro.

Mal cerró la puerta.

—Mira, Aud.— instruyó, la susodicha la miró atenta—. Eso ya es pasado, se cometió un error sí. Pero se puede empezar de nuevo, ¿okay? Tienes mi perdón, si es eso lo que quieres oír. Sin embargo, debes ganarte de nuevo mi confianza.

Audrey asintió, y limpió de nuevo sus mejillas.

—Lo lamento mucho, en serio.

—Ya, tranquila.

La conversación entre la castaña y la reina siguió, sin embargo, la consejera real no tenía un buen presentimiento sobre aquello que estaba pasando.

No se resignó al hablar con Audrey como si nada hubiera pasado. Como diría su madre: cuando se siente una mala vibra, en ocasiones es bueno mantener un bajo perfil, para averiguar lo que ocurre.

Palabras sabias.

Mientras ocurría esto, al otro lado de Auradon, Maléfica miraba a través de su cetro lo que ocurría en el castillo real.

—A veces me arrepiento de no haberme desecho de ella.— masculló.

Mad Maddy arqueó una ceja. En ocasiones se preguntaba porqué tanto odio de una madre a su hija.

La chica de mechas rosadas miró a la niña que estaba durmiendo plácidamente en su cuna.

—¿Cuándo me devolverá a mi hija?

Maléfica dejó de ver el cetro.

—Nunca.— respondió, su tono de voz fue frío y cruel.

—Usted me dijo que me la iba a devolver si yo era capaz de demostrarle mi lealtad, y eso he hecho.

Maddy se sentía realmente mal por todo lo que estaba ocurriendo, pero la razón por la cual estaba en ese plan, era por su hija.

—Aceptaste tarde, querida.— habló la Emperatriz—. Además, ¿cómo le dirás a tu esposo que tu hija no murió?

Buen punto.

Anthony Tremaine ha vivido con esa mentira durante un buen tiempo, el duelo que ha hecho ha sido en vano. Sería un impacto grande al enterarse de eso, podría morir.

La sobrina de Madam Min bajó la mirada.

—Es mejor que sigas con lo que te corresponde. Y este tema de conversación no se volverá a tocar, ¿quedó entendido?

—Como ordene.

La rubia fijó nuevamente su vista en la conversación de Audrey y Mal.

Todo estaba saliendo de acuerdo al plan. Ahora era momento de planear la muerte de la reina.









.
.
.
.

Compas tengo miedo por lo que se viene, en serio.

.
.
.
.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro