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━027 ❝Lᴀ ᴅᴇsᴘᴇᴅɪᴅᴀ...❞


















La despedida pero de solteros, no se asuste, pase a leer.






























UNA REUNIÓN DE DOS HORAS con el consejo de segundones. Lo normal.

O bueno, no tan normal, porque se iban a ver las grabaciones del día del incidente. 

En la sala se encontraban Mal y Ben, acompañados de los integrantes del consejo, los padres de Audrey, y la susodicha. De igual forma, estaban la pareja de recién casados: Kheaden y Ariana.

Era como un pre-juzgado, antes de imponer la sentencia oficial sobre la castaña de Auroria. Por ende, la tensión que se estaba viviendo en esos momentos no era para nada linda. 

—Antes de poner las cintas.— empezó a hablar Ben, en ese mismo instante, su ex formó una sonrisa ladina con sus labios, pues el manipulo de video resultó posible—, Vuelvo y te pregunto Audrey: ¿Por qué lo hiciste?

Ella rodó los ojos.

—No hice nada de lo que me acusan.— respondió, su tono de voz era cortante y seco. Respondió con tanta seguridad, y con una buena mentalidad, que si la ponían en aquel detector de mentiras, saldría invicta—, Si quieres mira las cintas. Puede que yo, Audrey Rose, le haya dado la bebida, pero, a mí me la dieron antes. Y cito lo que me dijeron: "Mira, es para Mal".

—Mentirosa de quinta.— masculló Ariana, su esposo le apretó la mano por un momento. La castaña-rubia suspiró pesadamente.

—¿En serio fuiste capaz de hacer caso a eso?— intervino Aurora—, Nunca creí que harías caso a ese refrán que nos han dicho a todos... Te dijeron que te lanzaras del puente, e hiciste caso.

Aurora podría estar diciendo eso, pero, ella presentía que Audrey realmente lo había hecho ella misma. Las actitudes de su hija últimamente no eran para nada buenas, y si no se avispaban, en cualquier momento ella haría algo peor.

Felipe por su parte, estaba deseando no haberla tenido como hija.

Muy duro, lo sé.

Mal no decía nada. Su mirada estaba sobre su pancita oculta, mientras se preguntaba a cada rato: ¿Qué hice mal? ¿Por qué? ¿Qué había hecho su bebé para que hubiera pasado eso?

Por un pequeño instante, las lágrimas intentaron salir, pero ella las contuvo. No se mostraría débil frente a los demás. No en ese preciso momento.

—Mal... tú sabes que yo sería incapaz de hacer algo así.— suplica la castaña, con ese tonito que fingía pedir piedad.

La pelimorada levantó la mirada, y relamió sus labios. Exactamente ya no sabía que decir. Ya eran muchas cosas las que estaban pasando: primero la llamada, luego el incidente donde casi se muere... Eran muchos factores que podrían apuntar a la misma persona, pero, a la vez no.

No había que negar, el simple hecho que Mal quería mucho a Audrey. No por ser solo la novia de su mejor amigo, sino porque en su momento llegó a ser una buena amiga y persona; así que, llegar a creer eso que había ocurrido, le era difícil.

‹‹tú sabes que yo sería incapaz de hacer algo así.››, resonó una vez más en su cabeza.

—Quiero ver las cintas.— ordenó. No fue capaz de mirar a la castaña, ni siquiera de mirar a su prometido. Su vista estaba fija en aquel plasma de la sala.

Ben asintió, y metió una de las cintas en el VHS. De inmediatamente, las imágenes comenzaron a correr.

Ariana fue la primera sorprendida, porque había una parte que no había visto. Los orbes verdes de la chica Facilier fueron hacia la hija de Aurora. 

‹‹Esto no fue lo que vi.››, pensó.

Después de dedicarle una mirada rápida a la princesa, inmediatamente miró a su esposo. Él por su parte, también estaba algo confundido por el video.

Se veía a Audrey bebiendo, normal. Posteriormente, alguien la llamaba y le daba un vaso de plástico. Y un escenario que no se había visto en la primera vista del cassette.

Mal solo había sido la única, junto con el consejo, en ver esos videos. Así que...

—Quiero que busquen a esa persona.— ordenó Mal con firmeza—, Y tú, Audrey... No eres inocente, porque no fuiste capaz de desconfiar. Sin embargo, ordeno que no se hable más de este tema...

Sin más que decir, Mal se levantó del lugar y se marchó. Ya no aguantaba más, no aguantaba más. Vivir con una traición no era nada lindo ni fácil de llevar.

Audrey por su parte disimuló una sonrisa. El plan salió como se lo esperó. 

Después de cambiar su semblante y levantarse junto con sus padres para irse. Al salir, su madre la tomó fuerte del brazo, se podría decir que de manera brusca, porque la princesa rosada se quejó al sentir su agarre.

—A mí no me mientas, Audrey.— habla entre dientes, como Audrey quería zafarse, Aurora la tomó más duro—, ¿¡Fuiste capaz de hacer eso!? ¿¡Tanto es tu maldito afán por ser reina!?

—Mami... suelta.— rogó, casi al borde de las lágrimas.

Aurora negó.

—¡Eres una cobarde!— sulfuró—. Detesto decir esto, pero tu padre tiene razón. Ni siquiera sé como eres mi hija... Me decepcionas.

Aquellas palabras hirieron el corazón de la princesa. Nunca había escuchado esas palabras por parte de su madre, nunca. 

—No te reconozco...— la reina de Auroria estaba al borde de las lágrimas—... En serio, te estoy hasta odiando. ¿Qué necesidad hay de que hagas esto?

Para ese momento, ya se encontraban a las afueras del castillo. Audrey en ese instante encaró a su madre.

—¡Para destruir la felicidad de quienes destruyeron la mía!— respondió entre dientes, en sus ojos estaba reflejada la furia y la amargura que sentía en ese momento—, Estoy harta, de que siempre que hago algo, para sentirme bien, haya alguien que pisotee eso.

Aurora no dudó ni un segundo en darle una bofetada a su hija. Audrey jadeó del dolor por el impacto que causó la palma de su madre con su mejilla.

—Todo esto te saldrá muy caro, jovencita.— advirtió, Audrey no se atrevió a mirarla—, Detesto decir esto, pero, no convenceré a Felipe para que retire lo que había dicho antes.— añade, mientras la señala con su dedo acusador—, No quiero verte haciendo un drama de niñita mimada, después de que todo esto que planeas, te salga caro.

—Aurora, vámonos.— se escuchó decir al rey Felipe. Ni siquiera fue capaz de acercarse a donde estaba su hija. El hombre se notaba bastante decepcionado—, No vale la pena pelear con ella.

Y como había dicho el rey, ya nada con su hija, valía la pena.

Aurora respiró hondo, y le dio la espalda a Audrey. Sí, no fue capaz de darle un abrazo de despedida, ni mucho menos, desearle suerte para la semana que venía ; la reina se sentía decepcionada y traicionada por su hija.

La rubia se aferró al brazo de su esposo, y sin voltear a mirar hacia atrás, ambos se subieron en la limusina real.

Con una mano en su mejilla afiebrada, Audrey estaba algo pasmada. Por primera vez su mamá había sido capaz de ponerle una mano encima.

Y lo hizo con toda la razón del mundo.

Mientras que la castaña estaba en una burbuja de pensamientos, su teléfono comenzó a sonar. Audrey lo sacó del bolsillo, después de identificar quién la llamaba, contestó.

—¿Aló?

¿Cómo te fue?— preguntó una voz femenina desde el otro lado de la línea—, Dime que todo salió como esperamos, o sabes que ella nos va a matar.

La princesa limpió las pocas lágrimas que tenía en su rostro, y formó una sonrisa bastante maquiavélica.

—Perfecto.— respondió—, Sin embargo, creo que tendré que persuadir muy bien a ciertas personitas por ahí.

Me parece genial, bastante.— respondió la chica—, Le diré a nuestra jefa que todo salió bien, ¿sabes bien lo que sigue?

Audrey asintió.

—Claro, de eso ya me encargué.— dijo, miró hacia los lados para comprobar que estaba sola—, ¿La emperatriz está de acuerdo con esto? Me refiero a que si quiere que haga lo que propuse.

—¿Te refieres a informarnos lo del embarazo y quizá encargarte de que todo fallé y lo pierda?

—A eso mismo.— respondió, bastante segura de lo que iba a hacer—, La boda es mañana, y la próxima ecografía en unos días.

Lamentablemente, el plan se estaba tornando más turbio todavía. Y habrían consecuencias, muchas consecuencias negativas.

No, ella dijo que no podías tocar ese bebé.— recordó, la voz sonó con autoridad y seguridad—, Esa cría va a servirle de algo a ella.

Audrey contuvo las ganas de lanzar su teléfono al suelo. Sabía que ella no era la que mandaba, pero, por un momento creyó que la jefa quisiera lo mismo para Mal. Ya saben, después de todo una traidora debía pagar su traición. Y más, si esa traidora era la hija de aquella emperatriz del mal que buscaba venganza.

Sí, Maléfica.

—Debo colgar, al parecer alguien viene por ahí...— sin dar más explicaciones, finalizó la llamada. Segundos después sintió unos fuertes brazos rodearla por la cintura—, Hola, amor.

El chico de cabello largo le dio un beso en la mejilla.

—¿Cómo te fue en eso?— preguntó, su voz tenía un tono de preocupación—, Dime que no tienes nada que ver.

Audrey se dio la vuelta, para poder quedar frente a la mirada oscura de Jay. Posó su manos sobre las mejillas del chico y sonrió.

—No te preocupes, todo se arregló.— respondió, con una calma muy fingida y creíble. Jay sonrió bastante aliviado—, Ahora, ¿no deberías estar preparándote para la despedida de soltero que le harán a Ben?

Jay besó una de las manos de su novia, luego sonrió. El ver que su novia había "salido" de aquel lío, lo dejaba tranquilo.

—Sí, pero le prometí a Jennie que saldría con ella al parque de diversiones.— respondió, en su voz se notaba una ligera alegría al mencionar eso—, Así que, probablemente no vaya.

El gesto de Audrey cambió instantáneamente al escuchar el nombre de la pequeña. 

Y si te preguntas: ¿quién carajos le tiene envidia a una niña de dos años? 

Respuesta: Audrey Rose.

Definitivamente, ella sentía que esa pequeña le iba a "robar" a su hombre. La muy ilusa piensa eso, pero, lo que realmente no piensa es que ella se había entrometido en una relación, y manipulaba a Jay cual aro de ula-ula. Todo por beneficio propio.

—Ah, ya.— masculló, suspiró pesadamente. Su novio notó inmediatamente su inconformidad.

—Audrey, ya hablamos de esto.— dijo, ella solo rodó los ojos—, Es mi hija, no la dejaré solo porque tú quieres. 

La susodicha rodó los ojos.

—¿Qué te asegura que realmente es tuya?— cuestionó, sin filtro—, ¿Quién te garantiza que la prueba no la manipularon?

El moreno bajó la mirada. Por más que quisiera que su novia entendiera, no podía hacerlo; ella seguía con esa tonta idea.

—Listo, tú me estás diciendo esto.— el descendiente de Jafar la interrumpió—, Entonces, ¿qué hubiera pasado si tú hubieras tenido un hijo de Chad, y yo lo rechazara? Te sentirías mal, ¿cierto? Digo, si es que no eres capaz de dejar a tu hijo botado por ahí.

En cuestión de segundos, Audrey estaba impactada con aquella respuesta. Cual tiro al blanco le había llegado. Se cruzó de brazos, e hizo un gesto que daba a entender que estaba bastante ofendida.

—Eso no haré con Nini.— prosiguió el chico—, Pasé dos años, casi tres, sin saber que tenía una hija. Luego, cuando me enteré, tú querías que no estuviera ahí... y lo peor es que aún quieres eso.

—Jay, pero-

—Nada.— interrumpió, estaba furioso—, ¿Sabes qué? Mejor hablemos luego. No quiero soportar un berrinche tuyo.

Dicho esto, Jay se marchó. Dejando así a la castaña con las palabras en el aire.

Él podía amarla mucho, pero ya no iba a soportar más que hablara mal de su hija, y que mucho menos, llegara al punto de que quisiera prohibirle que esté con ella. Eso ya era pasarse.

Una idea se cruzó por la mente de la princesa de Auroria, y esta vez, no iba a fallar.



≫ ──── ≪•◦🎉 ◦•≫ ──── ≪



Después de aquella tarde abrumadora, Mal se encontraba recostada en la cama de su prometido. Había tratado de conciliar el sueño, pero no había podido. A cada rato, llegaban de nuevo esas imágenes de los videos a su cabeza; eso no la dejaba en paz.

Mientras miraba hacia el ventanal de la habitación, acariciaba su vientre con delicadeza. 

¿Qué hubiera pasado si no hubiera sobrevivido?

Se preguntaba repetidas veces mientras su mano hacía tacto con la delicada piel de su vientre. Teorías y escenarios se venían a su mente. Y ninguno era nada bueno.

Suspiró.

Días atrás, Carlos le había ayudado a rastrear aquella llamada, pero, lastimosamente no encontraron una ubicación exacta; a lo que concluyeron, que quizá había roto la sim-card con la cual habían hecho la llamada. Así que la información que necesitaban, no se pudo obtener. De todas formas, Ben pidió que se le activara un rastreador y grabadora al teléfono de su prometida, para poder rastrear en caso de que volvieran a ocurrir esas llamadas.

—¿Qué hace mi futura esposa, y madre de mi hermoso bebé?

La pelimorada no se había percatado que Ben había entrado a la habitación. Ladeó un poco su cabeza para poder mirarlo, se limitó a sonreír.

—Hola.

Mal volvió a posar su mirada en el ventanal. El joven rey no tardó en darse cuenta en que su persona favorita necesitaba mimos en ese momento. 

Con cuidado acostó al lado de su novia, rodeó su cintura con sus brazos y luego le besó la mejilla. Hizo que ella riera.

—No pienses en eso, ¿okay?— dijo, en un tono muy tranquilo—. Prometo que esto lo resolveré, porque no creas que lo que vi hoy me parece real. Eso que pasó es algo delicado, algo que provocó que te fueras por unos instantes...

—Cielo...— lo interrumpió, con cuidado logró acomodarse de tal manera de poder quedar frente a él. Tomó su rostro en sus manos—, Eso ya pasó, ¿sí? Estoy aquí, el bebé está aquí. No te vamos a dejar solo, en ningún momento. Te amo mucho, y soy afortunada de tenerte en mi vida. 

El castaño dio un largo suspiro, luego de sonreírle a su amada, le dio un corto beso en los labios.

—Yo soy el afortunado, porque tenerlos a ustedes es el mejor regalo.— dice entonces, Mal hace un puchero y luego sonríe—, Hablando de otra cosa, como para que te distraigas un poco, ¿quieres que nos tomemos fotografías? Con eso vamos llenando el álbum del bebé. 

Mal lo pensó por un momento, se sentía un poco agotada, pero, no era mala idea lo que su prometido quería. 

—Tengo sueño.— respondió la hija de Hades, luego bostezó—, Y pereza... y sueño.

—Solo unas cuantas fotos, no más.— pidió, después de hacer cara de perrito tierno—, Y si quieres mañana hacemos una sesión de fotos ya recién casados. Por fi.

Era muy claro que él no se rendiría, por lo tanto, la pelimorada accedió a la propuesta.

—De acuerdo, está bien. Pero solo unas cuantas.

¿Unas cuantas? No señores, fueron muchísimas. Unas en la habitación, frente al espejo, Ben besando el vientre de Mal, ambos sosteniendo la pancita; luego fue en el jardín del castillo. Los dos en cada foto demostraban todo el amor que tenían por ese -como decía Mal- pedacito de vida que había dentro de ella.

Así fueron el estilo de algunas fotos.

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Y era muy cierto que la pancita ya estaba creciendo bastante. Para ya tener cinco meses, era una muy grande. No obstante, Ben recurrió a la misma pregunta que le había dicho desde el primer día en que supieron del embarazo.

—¿Cuándo les diremos?

Mal levantó la mirada de su teléfono, y le sonrió. Ambos estaban recostados en el pasto verde del jardín.

—Después de la boda.— respondió—, Quiero que mi papá esté ahí. Macaria me dio dos opciones para decirles, y opté por la segunda.

—¿Se puede saber cuál es?— le preguntó con curiosidad el castaño.

—Se supone que nos iremos de luna de miel, pero sabemos que no podemos porque el doctor me dijo que no puedo viajar.— comenzó a explicar, Ben la oía con mucha atención—, Nos tomaremos una foto, todos. Y en el momento que la vayan a tomar, aplicaré la estrategia que hiciste el día de la familia donde ya éramos novios.

—Es foto quedó horrible.— el castaño no aguantó las ganas de reír cuando recordó la expresión de sus padres al saber quién era su novia—, Ellos quedaron todos sorprendidos, y yo sonriendo a lo lindo.

Mal comenzó a reírse.

—Si recuerdo eso.— dijo—, El caso es que les diré y mostraré a esta belleza.— añadió, con sus manos talló un poco su barriga, su novio puso una mano sobre ella—, Muero por saber si tendremos un pequeño o una pequeña

—Yo igual.— menciona él, se acerca un poco a su amada y le da un beso en la mejilla—, Creo que ya nos toca irnos alistando para irnos a la fiesta que nos corresponde, ¿no crees?

—Si creo, o sino Evie me va a pelear.— responde la pelimorada, da un leve suspiro. Cuando nota, es que su prometido estaba a nada de irse, sin ella. Soltó una carcajada—, Ben, no se te olvide que no me puedo levantar sola.

—¡Ay, cierto! ¡perdóname cielo!

Se avecinada una gran noche antes del gran día.



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La despedida de Mal se hizo en el apartamento que Ariana había reservado mientras se quedaban en Auradon con Kheaden. Las chicas llevaron comida, videojuegos, esmaltes, maquillaje, mascarillas, bebidas de todo tipo, música y sobre todo buena disposición.

La decoración era con luces led de colores, bombas de color morado, algunos cojines del mismo color, y un festón dorado. Había una mesa que tenía regalos por parte de las chicas para la novia, era una montañita bien grande.

La despedida de Ben, si la hicieron en un bar. Harry se encargó de hacer una reservación en The serpents bar. Todo estaba ambientado a lo que para ellos era la despedida que querían hacerle al castaño. Había un DJ, la barra de bebidas llena, y al igual que con las chicas, habían bolsas de regalo. 

Iremos primero con las menos desastrosas.

—¿Saben que agradezco?— habló Ariana Facilier.

—¿Ahora con qué vas a salir, hermana?

Esa fue Celia, estaba tomando un frappé que le había preparado su novia hace un rato. 

—Que la arpía de Audrey no está aquí.— dijo, sin filtro, digamos que estaba un poquitico pasadita de copas. Algunas de las chicas pusieron cara de asombro—, Es que, ¿hacer algo tan grave y luego hacerte la inocente? ¡Ni la ciega de pretty little liars hizo eso! ¿o sí?

Las chicas comenzaron a reírse por ese comentario, y luego se les unió la chica Facilier.

—Esta noche no hablemos de esto, ¿está claro?— pidió Mal, después de tomar un poco de su jugo de fresa—, Esta noche es para conmemorar que yo-

—Que Mal se despide de la puteria.

Ese comentario que hizo Lonnie hizo que la pelimorada devolviera su bebida por la nariz, las risas se escuchaban casi hasta la esquina del edificio. Mal agitaba su mano derecha frente a su rostro, pues le ardía la nariz.

—Dios mío, quién te viera.— dijo jane, tratando de controlar su respiración—, Si Jennie responde así, ya sabemos por qué fue. Por cierto, ¿con quién se quedó la nena?

—Con mi mamá.— respondió la peliazul, al instante—, Y Nini feliz porque harían maratón de Muppets baby.

—Es que, no es por nada, pero a mi hija le tocó una mamá muy pro.— respondió, con unos aires de superioridad, simuló sostener unas gafas—, Mi niña tendrá una mamá muy sexi y cool.

—Mi hijo también, así que, ¡brindemos!— exclamó la hermana de Celia, las chicas no dudaron en chocar sus vasos entre sí.

—Chicas, es buen momento para darles una buena noticia.— anunció Evie, estaba emocionada por lo que iba a decir. Cuando ya tenía toda la atención en ella, prosiguió—, Doug y yo...

—¡Maldita sea no!— gritó su mejor amiga en el momento en que la peliazul señaló su anillo de compromiso. Chilló—, ¡Mi mejor amiga se va a casar!

No dudó ni un momento para darle un abrazo, mientras que pasaba eso, las otras chicas gritaban bastante emocionadas. Unos segundos después, la hija de Regina pidió que hicieran silencio.

—No es solamente eso.— dijo, respiró profundo—, Es que también vamos a tener un bebé.

—¿¡Qué!?— gritaron en unísono. Definitivamente era una sorpresa que las tomó mal parqueadas.

—Con su permiso, prosigo a llorar.— anunció Mal, antes de cubrir su rostro de manera dramática. Evie le dio un pequeño golpe en el hombro—, ¿Cómo que voy a tener un sobrino? 

—Otro bebé más para la familia.— exclamó la hija del Hada Madrina bastante emocionada—, Esperemos que sea niño.

—Es un niño.

—No puede ser, no puede ser.— chilló Mal—, Mi mejor amiga va a ser mamá.

Bueno, mientras las chicas comentaban cosas sobre el bebé de Evie, y el matrimonio, además de eso, sobre que pronto se vendría una pequeña ceremonia para coronar a Evie como princesa. Al otro lado de Auradon, comenzaba la fiesta para los chicos. Literalmente, Ben fue obligado a ir.

—Brindamos porque hoy cae otro soldado más.— inició Harry al alzar su copa de Whiskey, Ben rodó los ojos—, Porque se nos va un compa, que no podemos volver a emborrachar porque la esposa nos puede volver un asado a todos.

—Y dale con eso.— murmuró Ben—, Para su información, soy un hombre responsable y-

—Gobernado, ya sabemos eso.— interrumpió Carlos, los demás rieron—, Brindo también porque después de que Mal y Ben se casen, se casa Evie. ¡Salud!

—¡Salud!— exclamaron todos, después chocaron sus copitas.

—Lo bueno es que, después de esto, tendremos otra despedida de soltero.— afirma el prometido de la diseñadora de Evie's 4Hearts.

El DJ comenzó a hacer de las suyas. Con gran agilidad mezclaba las canciones que ponía en su tablet, y lograba hacer efectos con las luces del bar; las personas que estaban apreciando ese show en ese instante, dejaban que sus cuerpos se contagiaran por el ritmo de la música. Mientras que Harry y Jay intentaban que Ben dejara su amargura y se divirtiera solo por esa noche.

No hablaré de los regalos que recibieron los jóvenes que al día siguiente iban a casarse, pues sus amigos además de la famosa lencería, les regalaron algo más que no revelaré porque hasta ellos mismos sintieron vergüenza por ello.

Y sin esperar más de lo acordado:

—¡Fondo, fondo, fondo!— gritaban en unísono los chicos, mientras veían come Hadie tomaba casi tres litros de cerveza sin parar. El pobre peliazul se veía que en cualquier momento iba a vomitar.

Cuando el reto fue cumplido, algunos gritaron en modo de celebración, sin embargo, Hadie no sabía como controlar su reflejo de arcada. Así que terminó en una caneca vomitando hasta el primer tetero.

Eso dijo Jay.

—Ay mi bro.— exclamó Ben, le estaba dando unos golpes suaves a su cuñado en la espalda—, Menos mal no tengo el reflejo de arcada.

—Considera eso como una bendición, Ben.— le dijo el novio de su mejor amiga.

—No puedo creer que llegué yo, y ya hay damnificados por el alcohol.— comentó Chip, algo asquiento—, Menos mal no me gusta.

—Aguafiestas.— canturreó Hook, en forma de broma.

Después de que el pobre Hadie dejara de vomitar, la diversión continuó. Era turno de Ben. Fue imposible negar, porque terminó siendo persuadido.

Al parecer alguien iba a tener resaca el día de su boda.

Y al parecer -valga la redundancia-, alguien iba a masacrar a un par de amigos, por ahí. Lo digo en serio, porque una persona terminó llamando a su novia borracho, y no dejaba de decirle lo mucho que la amaba.

Eso fue lo más espantoso que la hija de Hércules, y la hija de Maléfica pudieron presenciar. Oír a sus novios borrachos. Cosa que sí había pasado, pero no como lo oyeron.

—¡Jayden, te voy a matar! ¿¡Me oyes!?— gritó Mal por el teléfono.

Que sí, ya te oí.— dijo Jay, estaba algo llevado pero consiente—, Creo que ya nos vamos, tu noviecito está vomitando.

Mal soltó un gruñido. Estaba molesta.

—Mañana no quedas vivo.

—Ajá. Adiós.

La pelimorada golpeó su frente con la palma de su mano. Era la cuarta vez que embriagaban a su novio de tope. Quizá, se podría decir que eso podría cambiar cuando se casen -entre comillas-. Sus amigas la miraron algo confusas y con un poco de miedo.

—¿Y si te embriagamos? Quedas a pases con Ben, o sea, panas.

Ese comentario de alguna u otra forma hizo que Mal comenzara a reírse. Negó con la cabeza.

—Por más que quiera, Uma, no puedo.— respondió, entre risas—, Hasta dentro de unos meses.

Las despedidas de solteros, llegaron a superar las expectativas de cada uno:

Mal tuvo una pijamada mezclada con un poco de fiesta. Vieron películas, se pintaron las uñas, se hicieron mascarillas, molestaron con respecto a los regalos, y preguntaron cosas sobre la luna de miel que estaba próxima. 

Aunque habían venido días duros, las chicas hacían todo lo posible porque Mal no se concentrara en lo ocurrido, después de todo, era su último día como un alma libre que podía levantarse hasta la hora que se le diera la gana. 

Por otro lado, a pesar de que Ben terminó con altas cantidades de alcohol en su sistema, se divirtió mucho. Estaba más que preparado para su boda, y para ver a su amada enojada.

Ambos la pasaron bien, se relajaron, rieron, recordaron, llegaron a dejar sus estómagos dentro de un inodoro -Ben-; pero, estaban más que preparados para el mejor día de sus vidas. Ya era hora de unirse en matrimonio y ser felices por siempre.

¿O algo impediría eso?


≫ ──── ≪•◦🎉 ◦•≫ ──── ≪


Para ser exactos, en el Olimpo se encontraba la diosa Macaria junto con su tía Hera. La castaña había decidido hacer algo para que su hermana no se sintiera tan sola en su día especial.

—No sé, tía... Pero es que esa idea de que una fila sea para los familiares del novio, y la otra para los familiares de la novia, me deja algo desconcertada.—  explicó, estaba confundida, y a la vez con ganas de romper la tradición—, Conociendo a los Auradianos, algunos se harán en la fila que te digo.

La diosa, analizaba cada palabra dicha por la hija de Perséfone. Frunció el ceño, y le dio una calada a su cigarrillo.

—¿Qué significa?

Macaria rodó los ojos.

—Que para que vayan a la boda de mi hermana, agh.— masculló, ya era como la tercera vez que decía lo mismo. Metió una mano en su bolso para sacar un pergamino—, Es lo que he estado tratando de decirte.— añadió, al darle aquel papel.

Hera lo recibió, y con delicadeza comenzó a mirar lo que decía allí. 

—¿Es mañana?— preguntó la reina del Olimpo, abrió sus ojos de par en par. Macaria asintió—, ¡Hermes! ¡Hermes!

El susodicho entró corriendo a la habitación de la diosa con prisa. Cuando ya estaba frente a ella, hizo una pequeña reverencia.

—Dígame mi señora.

Hera dejó de fumar por un momento, se levantó con gran elegancia para entonces darle al mensajero el pergamino que anteriormente le había dado Macaria.

—Diles a todos los dioses, que mañana tenemos una boda a la que asistir, los quiero puntuales en la catedral de Auradon.— ordenó, con un tono bastante firme. El rubio asintió ante la orden de la reina—, ¡Anda, diles ya!

Hermes hizo una reverencia, y salió corriendo. Después de un silencio pacífico, se comenzó a escuchar como el dios pregonaba por todo el Olimpo que debían asistir a la boda de Mal y Ben. La hija de Hades no dudó en abrazar a su tía.

—Por algo eres mi tía favorita.— le susurró, Hera esbozó una sonrisa—, Gracias, en serio.

—Sabes que conmigo siempre puedes contar.— le asegura—, Ahora, vamos por tus hermosa primas Ate-

—¡Llegóóó la diversióóón!— gritaron el par de mejores amigas al entrar. Macaria chilló emocionada.

—¡Muchas gracias amigos!— añadió Artemisa, al quitarse sus lentes de sol.

La castaña se lanzó sobre ellas para darles un abrazo. Hacía mucho que no veía a ese par.

—¡Por los dioses! ¡Estás preciosa!— halaga Atenea—, Hace mucho que no te veíamos, se te extraña por estos lares.

—Ya saben que los niños ahora son mi enfoque especial, además de mis viajes.— explicó, con una enorme sonrisa en sus labios—, La tía Hera sabe todo.— añadió, alargando la última palabra, la diosa de cabellos dorados rio por lo bajo.

—Bueno, bueno. Vámonos al spa para poder quedar preciosas para mañana.— apuró la esposa de Zeus. Las tres diosas menores asintieron y salieron con rapidez de allí.

Parte A del plan hecha, pensó la hija de Kore.

Ahora faltaba la B: tratar de convencer a su padre para que realmente no le quedara mal a su hija menor.

Todo se estaba dando como lo tenía planeado, ahora era solo esperar a que llegara la boda.



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subo esto antes del examen ICFES porque necesitaba distraerme un poco.

Os amo.

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