━025 ❝Yᴏᴜ ᴅᴏ ᴡʜᴀᴛ ʏᴏᴜ ɢᴏᴛᴛᴀ ᴅᴏ❞
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—¡SON UNAS INÚTILES!
El plan había valido tres hectáreas de la que ya sabemos. Por ende, aquella jefa, estaba bastante asqueada al ver lo incapaces que eran las dos chicas que trabajaban con y para ella.
Ella era la persona menos indicada para perder. ¿Por qué? Porque siempre ganaba; sus planes sombríos y siniestros salían a la perfección y sin falla alguna. Realmente debió haberse hecho cargo de aquel asunto ella sola, no llamar a dos ineptas que no sabían nada.
—Con todo respeto-
—¡Silencio!— aquel grito resonó por toda la habitación. Y en ese instante, unos llantos se escucharon—, Calla a esa bestia.— ordenó al señalar la cuna con su dedo acusador.
La morena de mechones rosas se dirigió a la cuna de aquella niña, y la tomó en brazos. De inmediato se calmó al sentir el calor de la morena.
—Opino que manipulemos la evidencia.— se expresó la princesa de Auroria, de inmediato fue fulminada con una mirada de muerte—, Okay, ya entendí...
—Se nota que tu cabecita de plástica no piensa las cosas con cabeza fría.
La mujer estaba muy enojada, la ira perfectamente podría quemar el lugar. Odiaba que todo le saliera mal. Esta vez no iba a dejar que el bien ganara, no de nuevo.
Audrey rodó los ojos y suspiró.
—Haré lo siguiente.— expresó —, Le daré un mapa a Mads, el mapa del castillo para que pueda entrar al despacho de Ben y tomar los cassettes.
—¿Cómo se supone que voy a saber dónde están? — cuestiona aquella morena mientras mese a la bebé.
—Ben es muy inútil, y deja las cosas a la mano.— contestó, esta chica estaba al borde del colapso y de la muerte. Lo que decía era un tanto cierto—, Te apuesto a que están sobre el escritorio. Por ende las podrás tener fácil.
—¡Par de idiotas!— un golpe fuerte se escuchó en la oscura habitación. Ambas jóvenes adultas se sobresaltaron—, A mí no me importan las malditas pruebas. Lo que me interesaba, ¡No lo pudieron hacer! ¡Ella debería estar muerta!
—¿Y?— masculló la castaña, su voz era fastidiosa—, Para qué verla morir, si la podemos hacer sufrir.
Las cosas cada día se salían de control. Y un "Perdón" no iba a bastar para toda aquella masacre que se iba a formar más adelante.
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Tres días la futura reina de Auradon estuvo dentro del hospital. Necesitaban saber la razón exacta por la cual ella y su bebé se estabilizaron por completo.
Era increíble ver que todo estaba como si nada.
A pesar de que aún no se tomaban las represarías necesarias, frente al atentado hacia Mal. Su prometido estaba haciendo lo posible -en compañía de la guardia real-, de obtener todas las pruebas posibles para poder echar a su ex-novia a la cárcel. Aquello era algo que no perdonaría, pues no era un berrinche como los que ella solía hacerle cuando recién comenzaban una relación.
El día de hoy, además de que le darían el alta, se realizaría una ecografía para ver el estado del embarazo y saber si todo estaba en orden.
La pelimorada estaba acostada en una camilla, con una bata quirúrgica, su cabello recogido en unas 'trenzas de amazona' -como decía Macaria-, y finalmente su abdomen descubierto. Dejando ver así, su gran pancita de embarazo.
Lastimosamente tuvo que entrar sola a la ecografía.
—Bueno, mamá. — le habló la doctora encargada, al sentarse cerca al monitor—, Te aplicaré un gel que permitirá a este aparato deslizarse sobre tu pancita para poder ver a tu bebé.— explicó aquella mujer al aplicar un líquido frío sobre el abdomen de la dama de la corte.
La chica sintió escalofrío al momento que la especialista aplicó el gel. Como pudo, trató que inclinar un poco su cabeza hacia adelante para poder ver la pantalla.
Lo primero que se escuchó fueron los latidos.
—Los latidos...— murmuró la doctora. Mal enarcó una ceja—, ¿A ti te dijeron cómo era tu embarazo?
Mal negó. Sabia muy bien a que se refería.
—Okay.— dijo la mujer.
Un silencio se formó por unos cuantos segundos. Lapso de tiempo en el que Mal sentía que aquellos latidos eran música para sus oídos. Ese sonido le demostraba que su pequeño era un guerrero.
La doctora abrió los ojos de par en par, y luego hizo un sonido que indicaba que algo la había impresionado.
—¿Qué ocurre, doc?— un toque de nervios fue evidente en esta pregunta.
La pelinegra miró a la futura reina, luego miró al monitor.
Estaba en shock la pobre.
—Mujer, tú tienes un embarazo...
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Aquella pelimorada estaba más shockeada que Evie cuando un artista famoso usa su marca de ropa y la etiqueta en Instaroyal. Desde que se había subido al yet real -para ir de regreso a Auradon-, y luego al deportivo azul de Ben, no había mencionado nada. Y ni siquiera le había dejado ver a su prometido aquel papel, y aquellas ecografías.
"Maldita sea, todo eso hay dentro de mí", pensó la muchacha mientras miraba aquel semáforo en rojo. Simplemente no podía creer lo que había visto.
Ben la miró de reojo, ya estaba entrando en pánico por verla tener esa expresión.
—Amor, ¿qué pasó?
—¿Huhm?— suspiró la pelimorada, no había despegado la mirada de la ventana frontal del vehículo.
—Te estoy preguntando qué ocurrió.— dijo con preocupación—, Desde que venimos del hospital, estás callada.
Mal negó.
—Después te digo. No es nada malo.— le tranquilizó, luego de entrelazar su mano con la de él—, Tenemos un bebé sano... Lo único que me pregunto con qué semental he hecho el amor.
Ben frenó en seco al escuchar aquella frase por parte de su prometida.
—¿Qué?— cuestionó confundido, Mal solo se encogió de hombros—, Explícame eso que no entendí.
—Después te explico.— murmuró la chica.
Ben arqueó una ceja.
Mal tenía dos opciones: contarle la verdad, o burlarse del rostro de su novio. Estaba totalmente colorado. Porque admitiéndolo, fue un poquitico castiza con aquella frase.
Resignado por no poder saber que ocurría, aquel rey decidió volver a prender el motor de su auto para ir camino al pent-house de Evie.
Y aunque el camino a casa fue silencioso, Mal se sentía mejor así. No quería que le formularan un cuestionario escolar sobre lo que le habían dicho. Ahora la preocupación era: ¿Cómo rayos decirle a sus amigos, a sus suegros, a sus hermanos, a la mamá de su mejor amiga, y a su prometido semejante cosa? Ah, y cómo convencerse a sí misma sobre eso.
Definitivamente la maternidad era bastante rara.
Esa fue la conclusión final para la situación, según Mal Igna.
Al cabo de unos minutos, llegaron al edificio en donde se encuentra el pent-house de Evie.
La pareja de novios había decidido no estar juntos durante los días que faltaban para la boda, sin embargo, ninguno perdería la comunicación el uno con el otro, ya saben por qué.
Ben ayudó a que su novia pudiera bajar del vehículo, y poco después de esto, entrelazaron sus manos y caminaron hacia el edificio. Ya estando dentro del ascensor, Mal lo único que hacia era mirar su vientre y recordar las palabras de la doctora por la que fue atendida
Simplemente no podía creerlo.
Un espacio tan chiquito dentro de su organismo, fue capaz de crear todo ese montoncito de vida que había dentro de su vientre. Una vez más comprendía que la maternidad era algo tan misterioso y bello a la vez; que era también pasar por un remolino de emociones a flor de piel, y de circunstancias bastante fuertes.
La pregunta era: ¿Maléfica habrá sentido lo mismo con ella?
Aunque conozcamos la respuesta, Mal tenía una esperanza todavía. Una esperanza de poder descubrir que su madre llegó a amarla por un instante de su vida.
El sonido del elevador al abrir de par en par sus puertas, fue lo que hizo a Mal salir de sus pensamientos.
—Mal, llegaste.— exclamó Evie al salir de la cocina. La susodicha se acercó hacia su mejor amiga para abrazarla—, Me alegra que estés aquí.
—Dímelo a mí.
—Iré a poner tus cosas a tu cuarto, ¿okay?
Mal asintió ante las palabras de Ben. Llevó su mirada hacia su mejor amiga.
—¿Cómo estás?
—Más o menos.— dijo después de ladear la cabeza. Mal enmarca una ceja—. Blanca quiere hablar conmigo y con mamá. No sé que pensar al respecto.
—Uy, Evs.— respondió la pelimorada—, Es mejor que pienses de manera positiva. No tengas miedo.— consuela, rodea con su brazo libre a la peliazul por la cintura y ambas van hacia la cocina—, Nena, por cierto, creo que no te lo había pedido de manera for-
—Obvio que seré tu madrina.— interrumpió Evie, ambas rieron—, Eso ya se sabía desde hace mucho.— dijo alargando la última palabra.
Siguieron conversando por un largo rato mientras la peliazul terminaba de preparar lo que estaba haciendo en la cocina. En ese transcurso de tiempo, le contó que su novio había estado algo misterioso, puesto que a cada rato hablaba con Ben sobre algo que quería hacer. Luego comenzaron a tratar el tema de lo que había ocurrido en Camelot.
—No quiero hablar de eso, Grimhilde.
—Pues yo sí, Igna.— retó la consejera real, Mal rodó los ojos—, Estuve leyendo algunos códigos de Auradon.
—¿Y?
La pelimorada sabía que Evie al ser curiosa, averiguaría hasta debajo de las piedras ciertos asuntos, con tal de tener una verdadera respuesta a lo que pudiera estar pasando. Quién diría que la hija de Regina podría estar trabajando para el FBI.
—Las represarías que se tomarían al respecto, son altas. Puesto que lo que ocurrió se conoce como 'Traición a la corona' o 'Atentado contra la corona'.— explicó—, Opción uno: se conocería como la pena de muerte; pero tú y yo sabemos que esa ley se quitó hace años y Ben no sería capaz de hacer eso. Opción dos: cadena perpetua. Y opción tres: casa por cárcel o sentencia de quizá treinta años de cárcel.
—Wow.
Ahora parece ser que el "ratoncillo de biblioteca", era Evie, no Doug.
—Añado que, habrá despojo de cargos reales.— añadió algo dudosa por la palabra que había dicho—, Creo que se decía así.
—Sí que has leído.— canturrea Mal, Evie sonríe ante tal halago—, Yo ni siquiera he pensado en eso. Me siento es traicionada.
Evie no se inmutó en decir alguna palabra. Sabía que era un asunto bastante grave, el cual había afectado de manera negativa a la chica de orbes verdes.
Se supone que un amigo no haría eso.
‹‹Pero si Judas traicionó a Jesús, ¿qué podremos esperar nosotros los simples mortales?››
—¿En serio, Evs?
Aparentemente la peliazul dijo aquella frase en voz alta. Mal comenzó a reírse.
—No me molestes. — pidió, sus mejillas estaban ligeramente rosadas —. Deja de reír, no es gracioso... Ya está el almuerzo, ¿Ben se habrá dormido?
Mal se encogió de hombros, expresando así un breve "No lo sé".
—¿Quieres que te sirva ya el almuerzo?
Mal asintió.
—Iré a poner la mesa, ¿sí?
Mientras la hija de Maléfica hacía eso, Evie terminaba de servir el almuerzo. La chica había preparado 'pasta a la boloñesa', aunque hubiese preferido pedir unas hamburguesas o quizá una pizza; decidió hacerle caso a su instinto de Master Chef por solo el día de hoy... ¿A quién engaña? Siempre tiene ese instinto.
—Macaria vino hace un rato.
Mal alzó las cejas, mientras enrollaba la pasta en su tenedor. Evie asintió.
—Dijo que te llamaría...
El teléfono de la pelimorada comenzó a sonar.
—...Ahora.— señaló la hija de Regina, luego comenzó a reír—, Contesta, ¿qué esperas?
—¿Aló?— saludó, inmediatamente frunció su ceño—, Ah. ¿Qué? ¿Pero hoy por qué? ¡Acabé de llegar!— con esto último, hizo la voz como la de una niña pequeña—, Sí, Evie ya alimentó al dragón. Hizo una increíble pasta, debes probarla cuando vengas. ¿A qué horas? Ajá, ¿crees que tengo ganas de hacerlo hoy? ¡Macaria!
Evie mientras tanto seguía comiendo el almuerzo y uno que otro momento tomaba pequeños sorbos de su coca-cola zero. No había vino para acompañar, pero de vez en cuando no es malo tomar gaseosa.
—Está bien, te espero.— con esta frase mal finalizó la llamada, la peliazul con la mirada le indicó que le contara lo que había hablado con su hermana—, Debo contarte algo primero.
—¿Seré tía?
—Sí, es que quiero ir con mi pa- ¡Espera ¿qué?!
Las mejillas de la pelimorada poco a poco se tornaron rosadas. Evelyn se burló de ella al verla así.
Aunque entre broma y broma, sabemos que sí es tía, solo que Mal aún no ha querido decirles.
—Es broma, M. Prosigue.
—Boba.— murmuró, su mejor amiga le sacó la lengua—, Que iré a ver a Hades.
—¿Dime que puedo decir un "Lo sabía"? Por favor.— hizo un puchero y entrelazó sus manos, formando así un ademán de súplica. Mal rodó los ojos y asintió—, ¡Lo sabía! Ya era hora que lo hicieras.
—Sí, creo... El chiste es que voy a conocer a mi cuñado y a uno de mis primos en unos cuantos instantes.
—Okay. ¿Te iras así, o te irás modo vk?
Un 'modo vk' salió de los labios de Mal, y de inmediato Evie comenzó a apurar para poder iniciar con el tema de la muda de ropa que llevaría su mejor amiga a la Isla. Rápidamente recogieron la mesa, lavaron los platos, despertaron a Ben para que las dejara solas en el cuarto de Mal.
—¿Al sofá?— cuestionó el joven rey algo adormilado todavía, Evie señaló de nuevo la puerta—, ¿No es mejor que me vaya a al cuarto de huéspedes?
—Haz lo que quieras, pero, tu chica y yo vamos a desordenar un poco esta habitación mientras buscamos un outfit para que vaya a la Isla.
—¿¡A la Isla!?
—Amor, iré a ver a mi padre.— respondió Mal, seriamente—, Mejor quédate en la habitación.
—¿Qué? ¡Agh!, mejor iré a mirar que tienes en tu armario.
Cuando la hija de Regina hizo lo que dijo, Ben hizo un ademán de confusión a lo que Mal señaló su vientre.
Había hecho que se quedara para evitar las preguntas de su mejor amiga, por si en algún momento comenzaba con respecto a que no le cerrara el pantalón de cuero que le iba a hacer poner.
Cuando la peliazul salió con un outfit constituido por un pantalón de cuero morado con franjas verdes, y una blusa de cuero del mismo estilo que el pantalón; Mal de inmediato se fue a cambiar.
—Evie, este pantalón me queda ajustado.— habló desde el baño. La cremallera no subía por la parte de su espalda baja; se miró una vez más al espejo y suspiró—, Si que creci-
—Déjame entrar.
—¡No!, ya pude subirme el pantalón, no te preocupes.— mintió la pelimorada. Mordiendo su labio inferior, y mirándose al espejo una genial idea llegó a su cabeza—, Gracias Regina por haber dicho esto.
Con un chasquido de sus dedos logró que el pantalón cerrara y no apretara su vientre. Sonrió y dio unos cuantos aplausos como si fuera una niña pequeña.
El pantalón le quedaba bien, bastante bien. Y dejaba ver su pancita algo tierna.
—¿Y si mejor te llevas un saco de los que ahora te gustan?— sugiere Ben desde afuera.
—Sí, aquí tengo uno. Gracias.— dijo la chica, bajó de su perchero un buso grade con capota color morado y verde. Se miró al espejo y sonrió, estaba bonita. Tomó su estuche de maquillaje y eligió unos tonos cálidos para poner en su piel. Se hizo un delineado sencillo, se aplicó un poco de gloss y salió del baño—. Yap.
Evie la analizó de pies a cabeza.
—Te ves bien, aunque hubiera sido chévere la chaqueta de cuero.— sugirió la peliazul.
La pareja de novios comenzó a reírse nerviosamente, provocando que la mejor amiga de ambos los mirara extrañada.
Un rato después, los tres estaban en la sala del pent-house, conversando un poco. Ahí mismo Mal le explicó a su prometido por qué iría a ver a Hades, y aunque Ben no estuviera de acuerdo por el tema del embarazo Mal terminó convenciéndolo.
—¿Segura?
—Por enésima vez, sí.
—Hermosa de mi corazón apodada como mejor amiga, lamentablemente me iré ahora. Mi madre me está esperando abajo.
—Está bien, por favor, cuídate. Hablamos en la noche.— menciona la pelimorada al mandarle un beso volador—, Love you.
—Yo más. Adiós Ben.— dicho esto, la hija de Regina subió al elevador.
Cuando ya vieron que este indicó estar bajando hacia el primer piso, ambos suspiraron de alivio. Mal aprovecho para poder acariciar un poco su vientre.
—No, Ben. Creo que ya es hora de que les digamos.— murmuró Mal—, Porque no veo lógico que les digamos cuando ya vaya a la sala de partos.
El castaño comenzó a reírse por el comentario de su prometida, esa risa se acabó de golpe cuando ella le dio un golpe en el brazo. Lo hizo entrar en razón.
—Pues sí, tienes razón.— musitó el joven rey—, ¿Cómo se supone que les diremos?
—Pues mi hermana me dijo que podríamos darles una caja a cada pareja, la caja llevaría la ecografía.
Ben procesó por un momento la idea, y finalmente asintió. Un silencio se formó entre ambos.
Había algo que todavía no había salido a la luz, y era esa llamada misteriosa que había recibido Mal el mismo día que sucedió todo lo que sucedió.
Era un recuerdo bastante amargo que la marcaría, quizá, de por vida. Pero debía contárselo a su esposo, por ser el rey podría hacer que las cosas fueran vistas como deben ser vistas.
—Amor.
—¿Huhm?
—Recibí una llamada anónima.— soltó de una vez por todas, suspiró pesadamente al sentir la mirada tensa de su prometido—, Fue el mismo día del accidente.
—¿Por qué no me dijiste?— pregunta Ben, al ver que su novia solo bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos, la tomó de la mano e hizo que se acercara más a él—, Preciosa, sé que en el momento estabas dentro de un remolino de emociones. Pero, sabes que ahora debo cuidarte mucho más que antes. ¿Aún tienes esa llamada en tu historial?
Mal asintió y le entregó su teléfono.
—Me impactó mucho... No fue para nada lindo.
—Entiendo. Llevaré esto ante la guardia real, y si es necesario le pediré a Carlos para que nos ayude a rastrear el número. ¿Está bien?
La pelimorada asintió con seguridad, pues ya era hora que comenzara a preocuparse más por su vida y la del bebé. Y aunque no fuera un buen momento para preguntar qué pasaría con Audrey, lo hizo. Su prometido le dijo lo mismo que Evie le había dicho cuando estaban almorzando, añadiendo que haría todo lo posible porque no se involucrara en nada que tuviera que ver con ellos.
¿Se notaba lo dolido que estaba? Sí.
Porque comprobó que no conocía a Audrey realmente. Se había mentido a sí mismo sobre conocerla al cien por ciento. ¿Qué había pasado con la dulce princesa de Auroria? Llegó a cuestionarse. Ahora entendía a su madre. Él en algún momento llegó a decirle que su ex-novia era algo falsa, y aduladora.
Cuanta razón tenía Bella.
Pero eso no le importaba en este momento. Le importaba la vida de su pequeño y de su dama.
—¿Quieres que te lleve?
Mal negó.
—Viene mi hermana por mí.— respondió, el castaño asintió. Le alegraba que su futuro esposa estuviera relacionándose con la hija de Kore—. Quizá conozca a mi cuñado.
—Thanatos, ¿cierto?
Ella asintió.
—Ya veo.— el castaño suspira—. Cielo, ¿qué te dijeron en la ecografía?
De solo recordarlo, le daba risa, ansiedad y ternura. ¡Pero más ansiedad!
—Te diré después. Es algo largo de contar.
—Lo importante es que están bien, ¿verdad?— como respuesta recibió un "sí" a media voz—, En la noche te llamaría, pues para contarte que decidí y demás.
—Está bien.— dijo. La pantalla de su teléfono se iluminó al instante—, Me están llamando, creo que es Macaria.
Ben miró la pantalla del móvil y asintió aliviado.
—¿Aló?— dijo la pelimorada al contestar—, Sí. Ya estoy lista. Voy, voy.
La pelimorada ya sentía la adrenalina correr por todo su ser. Por primera vez vería a su padre frente a frente.
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Los orbes esmeraldas de la chica con sangre de dragón, analizaban a cada rato a las dos personas que apenas acababa de conocer.
Thanatos, o como le decía su esposa: Theo. Era un hombre sacado de un libro. Literalmente. Su tez pálida, algunos tattoos, porte elegante, gafas negras, cabello rubio. Ahora entendía que su hermana tenía un poquito de daddy issues.
Hermes, parecía un adolescente de Auradon Prep. Solo le faltaba el skate y ya. Tenía un parecido a ese integrante de la banda de NSYNC: Justin.
Su hermana iba delante, en el asiento del copiloto. Y Mal iba atrás con Hermes.
—Y dime, Mal. ¿Tienes algún hobby?
Sin dudarlo, asintió.
—Me gusta mucho el arte.— contesta, Hermes sonríe —, Amo dibujar.
—Ya me caes bien. Eres bastante intelectual.
Mal sonrió, le aliviaba saber eso.
—M, ¿qué dijeron hoy en el hospital? — preguntó la diosa mientras miraba por el espejo retrovisor. La castaña rio al ver la expresión que tenía su hermana menor—. Ay, después me cuentas. ¿Va?
—Cuando lo procese bien, sí.
—¿Serás tía? — le pregunta Thanatos a Macaria, la castaña pensó en responderle pero solo se quedó en silencio—, Ay, preciosa. Dime.
Mal hizo un sonido con la garganta. Eso llamó la atención del hombre de ojos claros, de igual forma de Hermes.
—Creo que es algo que me compete a mí responderlo.— dijo, Macaria hizo un ademán. Demostrando así que su hermana tenía razón —, Y se quedarán con ganas de saber porque no lo diré.
—Yo me conformo con que no me cuenten nada, mejor.— murmura Hermes—, Después riego el chisme y no, no.
Eso hizo que Mal se riera.
Esta chica estaba nerviosa. Muy nerviosa. Su corazón latía mucho, sus manos sudaban, y sentía ciertos escalofríos recorrer por su columna vertebral. Lo que menos quería, era herir con sus palabras a su padre. Fuera lo que fuera, debía respetarlo.
—Mal, ¿te gusta Bryan Adams?— le pregunta su cuñado mientras cambiaba de playlist musical.
—Sííí, muchísimo.— respondió con emoción—, Do it for you, es mi canción favorita.
—De hecho, la mía igual.— confesó la castaña para luego reír—, Me gusta tener cosas en común contigo.
La música que estaba sonando, lograba relajarla un poco. Al igual que ver el paisaje que iban recorriendo a medida que se acercaban a la Isla.
Macaria había decidido que Mal solo seria la única que hablaría con Hades. Después de todo, ella nunca había estado ni cruzado palabra con él. Pero, no la iba a dejar sola. Estaría pendiente mientras veía a Cerbero.
Tal fue lo mucho que se perdió en sus pensamientos, que no se dio cuenta en qué momento habían logrado cruzar la barrera mágica. Ya estaban adentrados en la ciudad de la Isla. O estaban un poco más lejos de estar allí.
—Llegamos.— anunció el esposo de Macaria al estacionar el automóvil frente a unas puertas de metal.
Aquella fachada estaba en mal estado. Con graffitis, pancartas, y ciertas grietas.
‹‹Cuidado con el perro.››
Decía el aviso que había a un lado del auto.
—¿Hay un perro?— pregunta con mera curiosidad.
—No es lo que parece.— responde Hermes al respecto.
Al cabo de unos minutos después, los cuatro estaban entrando en aquella 'guarida'. Tuvieron que ponerse unos cascos con luz para poder ir tranquilos por el sendero que los conducirían para ir con Hades.
Mal empezó a sentir mucho frío.
—No nos adentraremos al Inframundo como tal.— anuncia Macaria—, Mal no puede entrar todavía a ese lugar.
Hermes y Thanatos miraron a la princesa con confusión.
—Es la primer vez que hará contacto con este mundo, además de que no es una diosa.
—Es semi. Puede entrar.— interrumpe Hermes.
—¿Te atreves a cuestionar a la princesa del Inframundo?
Sus ojos se tornaron azules cual llamas. Eso lo hizo solo para asustar a su primo y para que no siguieran molestando a su hermana.
El rubio levantó sus manos en son de paz.
Mal suspiró aliviada.
—Hermes, es hora de que le anuncies a... mi padre que tiene visita.— Macaria dudó en decir aquel nombre.
El dios mensajero asintió y finalmente entró al cuarto en donde se encontraba Hades acostado sobrino un sofá. Estaba dormido.
Qué buen despertar el que le dio su sobrino.
Nótese el sarcasmo.
Hermes tocó la trompeta que siempre llevan consigo. Esto provocó que el rey del Inframundo se sobresaltara y cayera al suelo.
—¿Podrias dejar de hacer eso?— gruñó el nombre de cabellos azules, Hermes ayudó a que se levantara del suelo—¿A qué se debe tu visita?
—Siento haberle asustado, tío.— se disculpa el rubio apenado—, Dos personas vinieron a verlo.
El dios del Inframundo arqueó un ceja.
—¿A mí?
Hermes asintió, y señaló con su mirada la entrada de aquel living. Las figuras de dos chicas se hicieron visibles, dejando así, al rey de los muertos impactado.
Eran sus dos hijas.
¡Sus dos hijas!
—¿Qué tal... papá?— habló Mal primero.
—Hades.— siguió Macaria.
El hombre palideció. No se esperaba tener un encuentro 'familiar' de esa forma. Y menos con esas dos niñas a las que les debía una buenas explicaciones.
Macaria tomó de la mano a Mal, para así juntas entrar al living del Inframundo.
—Macaria... Mal...— murmuró el hombre por fin. Aún estaba estupefacto.
Ni la castaña, ni la pelimorada eran unas niñas pequeñas. Ya eran dos mujeres maduras.
Me perdí de mucho, piensa el hombre.
—Dejaré a Mal contigo, porque a pesar de todo, creo que con ella es con la que más debes hablar.— dijo con firmeza, aquella diosa comenzó a sentir un nudo en la garganta, después de tanto volvió a verlo, a tenerlo cara a cara. Suspiró —... Conmigo no debes hablar nada, porque desde un principio entendí todo.
—Macaria, yo...— Hades fue interrumpido por una seña de su hija mayor.
—No. Te espero afuera, Malsy.
—Por si acaso, Cerbero lo tiene tu madre.— gritó el dios del Inframundo, pero fue en vano, porque Macaria no escuchó.
La susodicha asintió ante lo dicho. Su corazón se arrugó al ver los ojos verdes de su hermana, llenos de lágrimas.
La hija de Perséfone, abandonó aquel lugar con las lágrimas al borde de salir. Al encontrarse fuera, con su esposo y Hermes -quién se había retirado mucho antes-, se aferró a Thanatos. Comenzó a llorar en silencio, el dios la abrazó aún más fuerte, y besó sus sienes.
Volviendo a donde se encontraban Mal y su padre, puedo asegurarles que había un silencio sepulcral en donde solo habían miradas y tensión.
—Justo... Justo estaba por ir a verte.— habló Hades, rompiendo así el silencio.
La hija de Maléfica levantó la mirada, luego frunció el ceño.
—¿En serio?— cuestiona—, ¿Será porque me convertiré en reina?— su tono de voz era frío.
El dios soltó una carcajada seca y negó con la cabeza. Caminó hasta uno de los espejos que habían en la habitación, y mientras miraba su reflejo, se acomodaba una bufanda de lana gris, alrededor de su cuello.
Mal rodó los ojos.
—Tú me abandonaste cuando solo era una bebé, y-
—No.— la interrumpió su padre al mirarla—, Abandoné a tu madre.— dijo. Mal arqueó una ceja—, Ella es horrenda para la convivencia.
—¿Crees eso?
—¿Lo ves? Tenemos algo en común, hija. Odiamos a tu madre.
—¡No!— exclamó la pelimorada enojada. Aunque su madre hubiera sido mala con ella, no la odiaba, de igual forma la respetaba. Se acercó a él, para después señalarlo con su dedo acusador—. No odio a mi madre. Ella puede ser una loca maniática, pero por lo menos estuvo ahí.
Lo había retado, literalmente.
Hades torció la comisura de sus labios al oír eso.
—Oh, pobre.— dijo en tono burlesco, se colocó detrás de su hija—, Despierta y huele el hedor... ¿Crees que fuiste la única con vida difícil? ¡Yo solía ser un dios!
Mal se sobresaltó al oír ese grito. Sus oídos fueron sensibles en ese momento.
—Solía tener un mundo que llevara mi nombre...— se lamentó el peliazul—. Y ahora ¡no tengo nada!— gritó de nuevo, en ese momento tiró algo al suelo, Mal esquivó la lata—, Y no tienes idea de como se siente eso.
—¿En serio?— gruñó la hija de Maléfica al mirar a su progenitor—. ¡Porque por dieciséis años, yo no tuve nada! ¡Ni el amor de mi madre, ni el tuyo!— le gritó —, Ahora, tengo todo un mundo. ¿Por qué? Porque yo misma lo conseguí.
En ese momento entró Macaria junto con su marido. Cuando esta fue a hablar, Theo la detuvo.
—¿Sabes cuántos cumpleaños no te esperé sentada en la puerta del Castillo de Gangas? ¿Sabías que mi madre cada vez que me dejaba moribunda por tantos golpes, me decía que yo era igual de débil a ti?— reprocha la chica de cabellos morados, sus ojos comenzaron a humedecerse. El dios la miraba con atención—, ¡Tenía doce años! ¡Doce! Cuando mi madre me quemó, por el simple hecho de haberte venido a buscar.
Macaria y Thanatos quedaron en un trance al escuchar eso. Hades abrió sus ojos de par en par.
Una lágrima salió del ojo derecho de Mal, y se deslizó de manera lenta por su mejilla.
—Quise quitarme la vida...porque ya no aguantaba más. ¿Y sabes qué fue lo peor? Que te hice una carta pidiéndote perdón. — confesó la dama de la corte con la voz casi entrecortada—. Me dijiste en aquel pergamino, y le dijiste a mi hermano, que me vigilabas desde lejos, desde las sombras.— citó, el dios agachó la cabeza—. ¿Dónde estuviste? ¿Por qué le hiciste caso a ella? ¿¡Por qué me dejaste sola!?
El dios se acercó a ella.
—Espera...
—¿Es en serio?— murmuran la pelimorada y Macaria al mismo tiempo.
Unas luces azules inundaron el lugar. Mal rodó los ojos.
—Listen, little girl, you're talking to a god.— empezó a cantar el hombre—, And I don't wanna hear the drama. Kindness ain't my brand.— se justificó con lo último.
—Oh, I guess that's why you ran!— exclama Mal de manera sarcástica luego de hacer un ademán con sus manos.
—Try being married to your momma!— se defiende el dios al señalarla con su dedo acusador.
—You stink at being a dad.— reprocharon las dos muchachas, Aunque Macaria estaba algo lejos de su padre y su hermana. La última caminó hacia el lado de una especie de equipo de sonido antiguo.
—Poor Mali, are you sad?— le pregunta el dios, mientras se acerca a ella.
—Not as sad as you without your powers.— habló su pequeña descendiente al mirarlos a los ojos, le hizo una pequeña burla.
—¡Se lo dijo!— chilló la hija de Perséfone, le estaba emocionando aquel pequeño debate que estaban teniendo su progenitor y su hermana.
—I didn't come to fight. For once, do something right.— aclara la hija de Maléfica, algo frustrada.
El dios se quitó la bufanda que rodeaba su cuello, y la colocó sobre el de su hija.
—I steal souls, were you expecting flowers?— preguntó.
Mal rodó nuevamente los ojos y se quitó la bufanda. Estaba totalmente harta de la actitud infantil de su padre, o bueno.
—I only need you 'cause I came here for something.— le gritó al momento que le tiró a la cara la bufanda.
—I've given you everything...— dice Hades con seriedad.
—...by giving you/me nothing.— gritaron los dos, hicieron unos movimientos como si fuera la pataleta de un niño.
—I did what I had to do.— justifica el dios, Macaria en ese momento quería entrar pero, su esposo la detuvo de nuevo.
—No, you only did what's best for you.— gruñó su descendiente, ella lo señala nuevamente con su dedo acusador.
—Well, you could learn a thing or two.— masculla el dios al estar frente a ella, Mal solo lo mira con enojo, aún no entendía como este personaje era su padre—, When push comes to shove you do what you gotta do, yeah.— dicho esto, el dios le dio un empujón a su hija, haciendo que este se enojara más y llevara rápidamente llevó una mano a su vientre.
—¡Más cuidado imbécil!— se alcanzó a oír el grito que dejó escapar Macaria.
Hades volvió a sentarse en aquel incómodo sillón.
—You were never there.— le dice la Vk al acomodar sus brazos sobre aquel incómodo sillón—, Guess you don't have a phone. You never called to say "I miss you".
—Are you kidding? Is this a joke?— se burla el rey del Inframundo, siendo bastante sarcástico—, You need to let it go. You're stronger with those daddy issues.— dijo el hombre.
—Oh, thank you!— exclamó la princesa del reino de los muertos, nuevamente se cruzó de brazos. Tenía ganas de sentarse, ya sus piernas dolían.
El padre de Mal se incorporó de nuevo y caminó hacia una vela que había en el lugar. La tomó como micrófono.
—Show me some respect, it ain't easy to neglect.— demandó el dios, usando la vela que anteriormente había tomado como micrófono, otra vez—, My attention would've made you softer.— mientras hacía esto, caminó hasta su hija.
—Ooh-hoo! Should I be proud?— duda la pelimorada, señalándose a sí misma. Luego lleva su mano hacia la vela para empujarla, y luego empujar a su padre—, Don't turn this thing around!
—I guess you are you're father's daughter.—se burló el hombre.
Mal se volteó a mirar a su hermana, sentía que necesitaba refuerzos, porque tenía tanto peso en su estómago que no sería capaz de sostenerse de pie por unos cuantos segundos más. Sin embargo, su terquedad le ganó.
—Don't think I need you, I just came here for something.— la hija de Maléfica sigue insistiendo. Su padre le extendió la mano, ella la tomó.
—I've given you everything...— cantó el dios al tomar a su hija entre sus brazos, aunque casi cae debido al peso de ella.
—...by giving you/me nothing.— cantaron ambos, el hombre soltó a su hija.
—I did what I had to do.— reprocha la Vk, el dios alza ambas cejas—, I made it on my own, no thanks to you.— cuando su padre se acercó a ella, le pegó en el pecho con su mano derecha. Esto hizo que su progenitor retrocediera un poco.
—Well, you could learn a thing or two.— Hades se acercó a su hija, tanto así que hizo que doblara un poco la espalda—, When push comes to shove you do what you gotta do.— tomó de los hombros a su hija y la hizo caer sobre el sofá viejo.
Mal hizo un ademán de confusión, y posteriormente llevó una mano a su vientre. Su expresión cambió cuando tuvo a su padre cerca nuevamente.
—How 'bout I go with you and we'll spend some time?— le cuestiona su progenitor, al alzar ambas cejas y sonreírle a su hija. Mal no pudo evitar reírse por tal pregunta.
—How 'bout you stay here 'cause you're out of your mind!— contraatacó la descendiente de Maléfica, con su mano izquierda hizo que su padre mirara al frente.
—Let's make the memories, you can show me the town.— propone el adulto a la Vk, pasando un brazo por encima de sus hombros. Mal hizo una mueca de disgusto.
—No, you can keep the memories now.— la Vk de orbes verdes se opuso, quitándole el brazo de sus hombros.
—Get over it.— le dijo Hades a su hija.
—I am get over it!— exclamó Mal al pararse del sillón.
—I'm over you being over it.— afirmaron ambos, hicieron un ademán al mismo tiempo.
—Let's dance!— intervino el rey del mundo de los muertos, tomó una pandereta y comenzó a tocarla mientras que tanto Mal como Macaria miraban aquella escena bastante avergonzadas.
Thanatos se iba a comenzar a reír, al igual que Hermes, pero Macaria los miró de una manera en la que de inmediato se les quitaron las ganas de burlarse.
Mal puso los ojos en blanco, llevó sus manos a su cabeza. Ya le estaba hartando las niñerías de su padre, pero, ¿qué podía hacer al respecto? La respuesta era: nada.
O sí podía hacer algo.
Mal le arrebató la pandereta y la tiró al suelo. Las luces se apagaron por completo, y Hades quedó atónito por la acción de su hija.
Es igual a ella, pensó.
—De manera civilizada y madura, ¿podemos mantener una maldita charla de padre e hija?— pidió la chica de cabello morado, el dios rio de manera sarcástica—, En serio, padre. Yo vine a charlar contigo, no a realizar un dúo como High school musical o Hamilton, ¡O lo que sea!— exclamó—, ¿Quieres compensarme por ser tan mal padre? Por lo menos has eso por mí...
El dios agachó la mirada.
—De acuerdo...— suspiró pesadamente, su hija había cruzado los brazos y fruncido sus labios—, Ella fue quién me obligó a irme. Por si eso es lo que quieres saber.— confiesa, Mal se sienta en aquel sillón mientras lo mira—, No quería que te criara como crie a tus otros dos hermanos, ¿por qué? Porque serías igual de débil a mí. Para Maléfica el amor es... debilidad. Por eso nunca te demostró amor, por eso siempre te torturó.
—Y tú lo permitiste...
—No, Mal.— dijo—, Las veces que quise sacarte de ahí, fueron las veces que se convirtieron en castigos para ti.— se justificó el dios, la chica desvió su mirada—, Sé que pasaron veintitrés años, casi veinticuatro; en los que tú siempre me has tenido rencor. En los que creíste que todo lo que pasaba era culpa tuya; cuando la culpa siempre la tuvimos tu madre y yo.
La chica de cabellos morados jugaba con sus dedos pulgares, tenía un nudo en la garganta que amenazaba con desatarse en cualquier momento.
—Sé que no fui el mejor padre del mundo... porque realmente me acobardé y no luché por mi pequeña...— la mirada triste se fue hacia los ojos oscuros de Macaria—, No luché por mis dos hijas. Porque creí que todo estaba perdido.
—Y no era así...— masculló la hija de la emperatriz del mal. La chica suspiró pesadamente y miró a su padre nuevamente—, Te esperé por mucho tiempo... Y lo único que pedía a la vida, era poder escuchar un "Te amo, hija". Lo cual nunca escuché.— recrimina, su voz estaba a nada de desestabilizarse—, Pero, ¿sabes? Por lo menos me gustaría saber, si realmente, cuando nací... tú y mamá me quisieron. Es la única pregunta que quiero que me respondas, para así poder dejar de molestarte.
Hades se puso frente a su hija, y le levantó el mentón de manera delicada para que pudiera mirarlo.
—Y te lo digo cara a cara.— murmuró el hombre—, Cuando te tuve por primera vez en mis brazos y pude calmar tu llanto... sentí la cosa más hermosa de este mundo. Y aunque fuera un tipo de déjà vu, sentí que esa vida tan frágil que tenía en ese momento sobre mi regazo debía protegerla con toda mi vida.— confesó, los ojos verdes de Mal comenzaron a llenarse de lágrimas mientras escuchaba con atención las palabras de su progenitor. Cuando una lágrima se deslizó por una de las mejillas de ella, el dios la apartó rápidamente—, No sé si Maléfica sintió lo mismo. Pero, créeme que en ese instante fui el hombre más feliz... Hasta que ella lo arruinó. Y sé que también fue culpa mía. Pero, quiero que desde ahora te quites de la cabeza que tú tuviste la culpa de todo lo que pasó entre tu madre y yo, ¿de acuerdo?
Mal cerró los ojos y asintió.
—No sé si aún tenga tiempo para que pueda establecer una buena relación de padre e hija contigo, Mali... Pero, si así lo fuese, yo prometo esta vez hacer las cosas bien.— dijo—, Incluyendo con la gruñona que está allí.— le susurró el dios, Mal comenzó a reír mientras disimuladamente miró a su hermana mayor.
—Yo quiero que estés presente, como debió ser hace tiempo... pero sabes que debes ganarte mi confianza.— propuso la chica dragón, el dios asintió—, Y no va a ser fácil, porque antes de que hagas algo conmigo, debes hacerlo con ella. Sabes que le debes muchas explicaciones.
El rey del mundo de los muertos asintió, miró disimuladamente hacia su hija mayor. Ella se encontraba conversando un poco con su primo Hermes, cuando Macaria notó la mirada de su padre no dudó en hacerle una seña a su hermana para saber si se iban ya.
—Mira...— la dama de la corte le extendió un pergamino con lazo morado, Hades le tomó por sorpresa aquel acto—, No sé si ya te dijeron, pero ya casi me voy a casar. Quizá consideres ir para entregarme o para conocer a Ben... Es muy buen chico, seguro te caerá bien.
—Lo dudo un poco.— murmura el dios, mientras con su mano derecha rascaba su nuca—, ¿En serio quieres tenerme ahí?
Mal asintió.
—No te estoy obligando, es solo si quieres.— insistió la pelimorada. Relamió sus labios mientras pensaba si era correcto preguntarle algo a su padre. El dios en cambio, examinaba el pequeño pergamino—, Antes de irme... ¿podrías... darme un abrazo?
En los labios de Hades se dibujó una amplia sonrisa, de inmediato rodeó a Mal con sus brazos. Por primera vez en la vida de ella, pudo realmente sentir lo que quizá era el amor paterno, con solo un abrazo.
—Adiós, Mali.
La chica hizo un ademán de despedida antes de comenzar a subir las escaleras. Su hermana la tomó de la mano y le sonrió.
El peliazul les dio una última mirada a sus dos hijas antes de que ellas se marcharan y él volviera a sentir la fría soledad del Inframundo.
—Esas son mis niñas...
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dedicado a mi graduada favorita xDBGirlWritterx love u, babe ❤.
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characters.
Adelaine Kane - Macaria Underworld.
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Toby Regbo - Thanatos.
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Cheyenne Jackson - Hades Underworld.
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Espero que les haya gustado mucho este capítulo. De igual forma, mil disculpas por no haber actualizado estas semanas, ocurrieron cosas así que ajá. Les recompensé con un capítulo bien larguito y con la aparición del dios papisuggardaddy Hades.
Ahora:
¿Qué creen que trama Audrey, Mads y la otra persona? ¿Ya saben quién es la persona detrás de todo esto? Y si es así, guarden el secreto a lo PLL.
¿Qué creen que le dijo la doctora a Mal?
¿Macaria se podrá reconciliar con su padre?
¿Alguna otra teoría?
No es más, os amo muchoooo.
Psd: ¿Recuerdan la canción que mencionó Mal? Ya fue mencionada en otra ocasión.
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