━022 ❝Eʟ ᴋᴀʀᴍᴀ ᴇs ᴜɴᴀ ᴍɪᴇʀᴅᴀ❞
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MINUTOS ANTES DE LA TRAGEDIA.
Audrey estaba analizando con la mirada cada movimiento que había en la fiesta. Mientras lo hacía, olía su vaso de licor y daba pequeños sorbos de él. Le daba tanta repugnancia ver que el corazón de Jay comenzaba a pertenecer a una niña de tan solo dos años.
Veía como el chico de cabello largo alzaba con cuidado a la pequeña que estaba dormida y le daba un beso en la frente y acariciaba con suavidad su cabello. Su mirada brillaba mientras lo hacía, de igual forma cuando él miraba a Lonnie.
—Se ve que estás odiando a alguien.— canturreó una voz femenina cerca al oído del la princesa.
La castaña la miró con desagrado.
—A una niña de dos años, tal vez.— masculló la princesa, su acompañante la miró con el ceño fruncido.
—¿En serio? ¿Qué le ves a una pequeña?— le cuestiona—, Eres como tonta... ¿Hiciste lo que te dije?
Audrey levanta un pequeño tarro de pastillas, una sonrisa con una pizca de maldad se dibujó en sus labios. Al igual que en los de Maddy.
La primera fase del plan estaba completada.
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La fiesta se pasmó en el momento que Kheaden comenzó a pedir desesperadamente que llamaran una ambulancia; la gente se preguntaba que había pasado, la confusión reinaba en ese momento. La duda se disipó en el instante en que Ben y Morgana salieron con Mal desmayada, por sus piernas caían hilos de sangre abundantes.
Un grito desgarrador por parte de Ariana y de Evie no se tardó en escuchar. Literalmente, así de horrorosa estaba la situación.
La ambulancia no tardó en llegar, Ben decidió irse con ella allí. Mientras que iban de camino al hospital, él no dejaba de llorar, no dejaba de pedirle al cielo de que ella ni su bebé murieran.
—Mal, por favor, despierta.— ruega en medio de sollozos el joven rey.
La pelimorada estaba postrada en la camilla, uno de los paramédicos le había puesto una máscara de oxígeno para mirar si ella estaría respondiendo. La máquina sonaba muy fuerte.
—Está sufriendo un infarto.— advierte el joven antes de comenzarle a gritar al conductor que fuera más rápido—, ¡Si no llegamos rápido, ella va a morir!
Ben quedó petrificado al escuchar eso. Mal moriría en cualquier momento.
—¿Sabe bien qué fue lo que pasó?— le interroga la mujer que iba en el vehículo.
Ben le relata lo que había ocurrido hace un rato en la fiesta; el chico estaba realmente asustado. No dejaba de llorar, de temblar y de pensar en cosas totalmente malas que podrían pasar en los próximos minutos.
Todo lo que se venía era una tortura, una maldita tortura.
En el lugar de la fiesta la gente todavía estaba confundida, y se hacía la siguiente pregunta: ¿Cómo de un momento a otro todo cambió tan rápido? ¿Qué ocurrió exactamente?
La respuesta estaba frente las narices de unos personajes en exactitud.
Los amigos de la pareja real no tuvieron que decir "Muchas gracias, feliz noche" para salir cual rayo veloz detrás de la ambulancia. Estaban bastante preocupados y llenos de muchas preguntas. Mal había estado bien, había bailado un rato, estuvo con la pequeña Jennie; pero después de un rato, Ben sale con Morgana corriendo con Mal en brazos, la pelimorada con sus piernas llenas de sangre y desmayada.
No tardaron mucho en llegar al hospital. Al entrar lo primero que encontraron fue al rey, sentado en el suelo, llorando y asustado.
—¡Ben! ¿Qué fue lo qué pasó?
Evie entró gritando a la sala de espera, estaba realmente consternada. Lo único qué quería era saber que su mejor amiga estaría bien.
Ben se levantó del suelo y abrazó a su mejor amiga. Comenzó a llorar de nuevo.
—No lo sé, no lo sé.— repite el muchacho entre sollozos—, Estábamos bien, hablando con Merlín y de un momento a otro ella comenzó a gritar y se desmayó... Después comenzó a sangrar.
Evie ahogó un grito, sus lágrimas descendían por sus mejillas. Se alejó de su amigo por un momento, mientras de la rabia golpeaba el piso con la punta de sus tacones. Su amiga había estado bien, estaba bien... Se había estado cuidando perfectamente, tomando sus pastillas, en la fiesta no había probado una gota de trago, ni... Esperen, ella se levantó a tomar... Audrey.
—Tú.— la hija de Regina señaló con su dedo acusador a la hija de Aurora. No hizo falta que Evie pusiera sus manos sobre la delicada piel de la castaña, porque desde lejos la tomó del cuello y la levantó—, Tú le hiciste esto. ¿¡Qué mierda le diste a mí amiga!?
—E-Evie, b-bájame...— tartamudeó la princesa de Auroria mientras trataba de zafarse de la magia de la peliazul.
—¡Evie, no!— grita Jay—, ¡No le hagas daño!
La peliazul no le hizo caso a Jay, lo ignoró por completo. Apretó más el cuello de Audrey mientras seguía gritándole y en algunos casos murmurando maldiciones. Ninguno podía dejar que ella parara contra lo que le estaba haciendo a la hija de Aurora, afortunadamente no había alguien por ahí que pudiera grabar o algo así.
—Evie... A Mal no le gustaría ver que haces eso.
La susodicha volteó a mirar, era su novio el que le había pedido eso. El que le había hecho reaccionar.
—Por favor... Tú no eres así.— susurró el chico de lentes.
—Te juro que esto no se queda así, Rose.— masculla la hija de Regina antes de hacer que Audrey cayera al piso.
La castaña comenzó a toser, y de paso a llorar del dolor. Jay corrió hacia ella para ayudarla.
Evelyn nunca se arrepentiría de lo que había hecho, al fin y al cabo, Audrey fue, probablemente, la culpable de que Mal estuviera entre la vida y la muerte.
Ben no dijo nada. No le salía la voz. Nunca llegó a imaginar que su mejor amiga tuviera magia, y que sería capaz de hacer eso que acababa de hacer.
Evie se aferró a los brazos de su novio mientras sollozaba. Lo único que pensaba era que se había salido de sus cabales para hacer eso, pero realmente otra parte de ella sentía que se lo merecía.
—¿Qué putas acabó de pasar?— Uma estaba igual de confundida como los demás. Lo único que se le ocurrió fue ir hacia Ben—, Te juro que la persona que fue capaz de dañar a Mal va a tener que pagarlas muy caro.
—Uma... Simplemente no puedo quitarme de la cabeza todo esto...— la voz del rey temblaba, todavía seguía asustado—, Ella estaba bien... Ella estaba bien...
—Te aconsejo que llames a Hadie, y de paso a tus padres. Ellos merecen saber qué ocurrió.
El castaño asiente, aún con las manos temblando por los nervios, como pudo marcó rápido el contacto de su cuñado. Después de dos tonos, escuchó la voz gruesa del chico de cabello azul, como pudo comenzó a contarle todo; las lágrimas no faltaron mientras narraba aquel suceso.
Después de la llamada con Hadie, siguieron sus padres... Pero el castaño no tuvo el valor suficiente de decirles, se quebró tan rápido, que Uma tuvo que ayudarlo para poder contarles de la noticia. Los padres de Ben dijeron que no iban a tardar en llegar.
Al momento que fue esa llamada, llamó Regina a Evie. A diferencia de Ben, Evie no quiso hablar, no tenía ánimos de hacerlo y mucho menos decirle a su madre lo que acababa de hacer. Doug tuvo que tomar el valor y contarle a su suegra.
—Señora Mills, soy Doug... ¿Ya se enteró?... Sí, ella está conmigo, pero no quiso pasar... Eso creo que debe hablarlo personalmente con ella, no puedo decírselo yo... De acuerdo, nos vemos aquí, hasta luego.
Evie levantó la mirada hacia su novio, este le entregó su teléfono.
—¿Qué te dijo mi madre?
—Ya vienen para acá. Me preguntó por ti, y ya sabes lo que le respondí.
Evie asiente y limpia sus mejillas. Doug le da un beso en la frente y luego hace que recueste su cabeza sobre su pecho.
—Tengo miedo, Doug.— dijo en un hilo de voz—, Yo sé que Audrey le hizo algo. Ella le dio algo de beber.
—Esperemos que dicen los médicos, princesa. Yo sé que no quieres que vayamos al hotel de vuelta, porque quieres estar al tanto de Mal.— hizo una pequeña pausa esperando una respuesta de su novia. Evie asintió—, Trata de dormir un poco, yo te despierto por si dan noticias.
—Está bien, lo haré...
Jay y Audrey estaban alejados un poco de su grupo de amigos. La castaña seguía derramando lágrimas de cocodrilo, mientras que se quejaba por el dolor de su cuello. Su novio trataba de calmarla, pero ella le gritaba que no, que la dejara tranquila. El pobre chico optó por aplicarle la indiferencia.
Dios sabe que hago esto para tener mi final feliz, y hay personas que deben pagar el costo.
Era lo que pensaba la princesa mientras sentía como su cuello ardía. Creía que lo que hacía era por su bien; pero estaba siendo muy egoísta, demasiado. Con todo lo que estaba planeando seguro de que tenía un pasaporte VIP al mismísimo infierno. Ahora no iba a estar tan segura, porque ya se había dado cuenta de que la hija de Regina tenía magia, y en cualquier momento sería capaz de sacarle el corazón y volverlo cenizas.
Arqueó una ceja al recordar algo que le había escuchado a Emma, la hermana de Bianca: «Una vez que hagas algo malo, tu corazón comenzará a oscurecerse». Si la hija de la mismísima Regina Mills hacía algo peor que lo que acaba de hacer, su corazón sería igual que el de su madre y nadie sería capaz de salvarla de aquella oscuridad.
Pero la idea se esfumó y no volvió a pasar por su mente.
El karma es una mierda. Escuchó en su cabeza decir.
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Habían trascurrido unas cuantas horas desde que la dama de la corte había ingresado a la sala de urgencias. Y en ese trascurso de tiempo llegaron los medios de comunicación a joder; tanta fue la presión que se estaba sintiendo que tuvieron que cerrar la sala de urgencias para que no entrara nadie más que tuviera que ver con la prensa.
Los padres de Ben y Regina no se tardaron mucho en llegar al hospital, de igual forma Hadie. Llegaron bastante alarmados por la situación. Después de que Ben les contara detalladamente lo que había ocurrido, Bella y Regina se alarmaron por lo mismo que el rey estaba alarmado: El embarazo de Mal. Y no solamente por ello, sino porque habían atentado contra la vida de la futura reina de Auradon, y en cuanto se supiera quién habría sido, iba a tener un castigo.
Algunos de los chicos -a excepción de Evie y Doug-, se habían ido al hotel para ponerse ropas más cómodas, desayunar y poder volver al hospital pasadas de las diez de la mañana.
—¿Saben algo de Mal?— preguntó Evelyn al despertarse. Tenía su cabeza apoyada en el hombro de su madre.
—Aún no, chiquita.— responde la ex-reina al acariciar el cabello de su hija—, Tenemos que esperar un poco más. Tu novio te trajo un poco de café, ¿quieres?
Evie negó con la cabeza y volvió a cerrar los ojos.
—Hice algo malo, mamá.— murmuró la peliazul, Regina arrugó su entrecejo—, Hice algo que probablemente hizo que mi corazón se comenzara a oscurecer.
La mujer de cabellos negros arqueó una ceja y analizó detalladamente las palabras de su unigénita. Evie se acomodó bien, y le dedicó una mirada a su madre. Regina no entendía nada, porque al ver esa delicada y dolorosa mirada podía sentir esa inocencia y esa pureza que acompañaban a su hija desde que había nacido.
Ella negó y acarició la mejilla de Evie.
—No, mi niña. Te veo a los ojos y veo esa pureza que tiene tu corazón, a pesar de que en muchas ocasiones ha sido herido.— asegura Regina con total sinceridad, una lágrima desciende por la mejilla de su hija—, Sea lo que haya pasado cuando llegaron aquí, fue un impulso, pero tú misma no permitiste que ese impulso te controlara. Fuiste valiente, nena.
—¿Qué? Pero yo... No entiendo.
—Te lo explicaré bien después, ¿de acuerdo?
Evie asintió, dio un largo suspiro antes de poner su cabeza sobre el hombro de su madre.
Pasaron los minutos, más lentos que un caracol. Y aún no había nadie que accediera a dar noticia alguna de Mal; por mucho que el rey insistiera los médicos negaban rotundamente. La situación ya se estaba tornando tensa, demasiado tensa.
A las diez y treinta llegó Uma en compañía de Carlos y de Harry. El rostro de los tres demostraba que no habían podido conciliar un poco el sueño.
Los chicos saludaron a Doug, pues fue el que los recibió a la entrada del lugar.
—¿Hay noticias sobre ella?— Harry se atrevió a preguntar.
—Me temo que nada.— responde el hijo de Tontín con sinceridad—, Ben le ha rogado a los doctores que le digan qué ocurre, pero estos se niegan.
—Mierda...— murmura Uma entre dientes, esta pasa una mano por su cabello y luego suspira de manera tensa—, Sea lo que sea, debemos prepararnos para las noticias, y ayudar mucho a Benjamin, de igual forma a Evie.
—¿Ya llegaron Regina, Adam y Bella?— pregunta el pecoso.
—Sí, llegaron hace unas horas. De igual forma Hadie.— responde el chico de lentes—, Vamos adentro, creo que eso animaría un poco a Ben.
Los tres chicos asintieron y se dispusieron a seguir al novio de Evie hasta la sala de espera. No pueden decir que encontraron una escena como lo resulta ser en las películas, o en última instancia, como en 'Grey's anatomy'. Esta era mucho peor. En el ambiente se sentía la preocupación que los presentes sentían en ese momento.
Ninguno tenía una sonrisa, o tenía una mirada que dijera que todo iba a estar bien, que todo mejoraría. Solo eran miradas de tristeza, miradas de preocupación.
Ben estaba caminando de un lado a otro, sus ojos enrojecidos de todo lo que había llorado, su cabello estaba algo despeinado, a cada rato jugaba con sus manos. Estaba bastante ansioso.
—Nunca imaginé que viviría esto en carne propia...— murmura Carlos al ver tal escena.
—Yo si que menos.— dijo el hijo de Garfio.
Evie al ver de reojo que ya habían llegado, se levantó rápido y fue hacia ellos. Carlos la abrazó fuertemente.
—Aún no nos dicen nada.— habla la hija de Regina, en su voz se notaba que estaba cansada.
—Lo sabemos. Doug no acabó de decir.— dijo Harry, llevando una de sus manos libres a su frente—, Deberías ir a dormir un rato, Azul. Te vas a enfermar.
Evie negó con la cabeza.
—No quiero, me quedaré aquí hasta que den noticias de mi mejor amiga.— declaró—, Lo único que les pido es que Audrey no venga aquí.
—Eso mismo les iba a decir.— anuncia Ariana Facilier al llegar, retiró sus gafas de sol. Bajo sus ojos se veía unos pequeños parches llamado ojeras—, Según las cámaras de seguridad que habían en mi fiesta, pudimos ver en la madrugada que Audrey le dio una bebida a Mal, y era una bebida totalmente ajena a las que yo había pedido.
Evie, Uma, Harry, Doug y Carlos, quedaron estupefactos frente a lo que había dicho la hermana de Celia. Cuando Uma iba a decir algo, Ariana rodó los ojos y abrió paso entre ellos. Iba hablar con Ben.
—¡Ari, espera!— la detuvo Evie, la castaña rodó los ojos de nuevo—, Debes tener algo de tacto, Ben está en una crisis nerviosa desde que estamos aquí.
—Es mejor que se entere ya mismo quién le hizo daño a la futura reina, que después se entere cuando estemos en el sepelio.— dijo con firmeza, había sido bastante realista. Le dio la espalda a la hija de Regina, y fue camino hacia el rey y sus padres.
Uma tocó el hombro de Evie.
—Ariana tiene razón, Evs. Sé que sonó realista pero-
—Lo sé...— suspiró algo frustrada. Evie dibujó su rostro con sus manos, definitivamente era un día en el que no se sabía si Mal sobreviviría o no. Doug la rodeó con sus brazos y le dio un beso en la coronilla, ella se limitó a sonreír.
Estaría mal no admitir que la chica Facilier tenía razón, aunque sus palabras fueron algo duras, había dicho algo totalmente valido. Ahora, solo se tenía que esperar a qué podría pasar con el pasar de los minutos.
Audrey no iba a salir ilesa, no esta vez.
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Una Hummer color negro se estacionó frente al hospital. La puerta se abrió con algo de brusquedad, dejando ver a una mujer con lentes de sol negros con marco dorado, un bolso fino color negro, chaqueta de cuero negra, una blusa de color blanca, vaqueros ajustados negros, y unos tacones blancos. Su cabello estaba totalmente suelto, lo único que sujetaba sus mechones era una diadema de perlas.
Cerró la puerta fuertemente, y se fue hacia la puerta del piloto.
—¿Estás segura de que quieres hacer esto, amor?— pregunta un hombre al bajar el vidrio, tenía unos lentes de sol iguales a los de la mujer.
Ella lo miró con una ceja arqueada, de inmediato retiró sus lentes, dejando ver sus delicados orbes verdes.
—Sí, muy segura. Prometo que te llamaré en cuento sepa algo, por el momento, cuida a los niños.— pide amablemente, luego le da un corto beso en los labios a quién posiblemente era su esposo—, Nos vemos más tarde.
—Te amo cariño, salúdame a los demás y espero que todo vaya a estar bien.
El joven subió el vidrio de la camioneta y luego prendió el motor, para posteriormente partir del lugar. La chica de cabello oscuro levantó su mano para despedirse, luego de eso entró por la puerta de emergencias, estaba nerviosa o quizá impaciente, sus manos sudaban ligeramente.
Al llegar a donde esperaba llegar, se encontró con una escena no tan esperada: Una pelea. En donde un chico moreno de cabello largo sostenía con fuerza a una chica de pelo castaño, y un chico de lentes -con otro chico a su lado- sostenían a una peliazul. Se gritaban la una a la otra por ratos se soltaban para agredirse, aunque les era en vano.
La recién llegada quedó sorprendida al ver tal show, aclaró su garganta para que le prestaran atención. Y sí, como por arte de magia todas las miradas cayeron sobre ella. Solo logró reconocer a una persona.
—Disculpa, la prensa no puede entrar.— dijo una chica de tez morena y cabellos aguamarina.
Por un momento la chica misteriosa se había quedado sin habla. Hasta que sacudió su cabeza y comenzó a reír.
—No soy de la prensa, por si quieren saber eso.— los presentes la miraron con confusión—, Soy Macaria, la hermana mayor de Mal.
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3/3
¿Alguien más lloró o solo yo lo hice?
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