━019 ❝Pᴇʀsᴇ́ғᴏɴᴇ❞
──❁•❁•❁──
──❁•❁•❁──
CUENTA LA LEYENDA, que hace muchos años atrás, un dios amargado que miraba al exterior desde las profundidades del Inframundo, se enamoró de una jovencita que junto a las ninfas cuidaba las praderas de los mortales con las indicaciones que había dado Deméter en su momento. Aquella jovencita, cuyos cabellos rojos rozaban aquel pasto verde en donde miraba que aquellas florecillas estuvieran creciendo bien, se llamaba Perséfone.
Y que más romántico que raptarla mientras hacia los deberes que su madre le había dado. Típico de Hades.
Desde aquel rapto, y desde que Perséfone comió aquella semilla de granada... Se crearon las estaciones. Seis meses debía pasar aquella diosa con el dios, seis meses de tristeza para su madre, y los otros seis meses en la tierra, tiempo en el que Deméter estaba feliz.
Al pasar el tiempo, Hades y Perséfone se casaron bajo la mirada de desaprobación de Zeus y de Deméter.
Por fin aquel dios amargado, se habría convertido en alguien lleno de felicidad por tener aquella diosa junto a él.
Perséfone se convirtió en la reina del Inframundo, y con ello, trajeron al mundo a una pequeña niña: Macaria. Era la niña de los ojos de sus padres, era la luz para el reino. Mientras Macaria iba creciendo y se iba haciendo igual a su madre, comenzaron los conflictos en el Inframundo entre ambos reyes. A tal punto que de las peleas tranquilas, pasaron a los gritos.
Condenada a escuchar las maldiciones que se decían sus padres, decidió en una noche, abandonar el inframundo e ir a donde su abuela Deméter.
—Ya no quiero estar allí, abuela... Solo saben gritarse el uno al otro, ya no hay día en la que pueda dormir sin llorar.— solloza la adolescente mientras abraza a su abuela—. Quiero saber qué ocurre entre ellos.
Deméter frunce el ceño, mientras acaricia el suave cabello de su nieta.
—Maca, vas a tener que prometerme que serás fuerte.— pide la diosa, la niña inmediatamente la mira—, Tus padres están peleando por una razón obvia... Hay alguien más en la vida de Hades.
La princesa del Inframundo niega varias veces con su cabeza, y con ello más lágrimas se estaban acumulando en sus ojos. Le dolía ver que realmente su padre era como los demás dioses; creía que él era el único que sería capaz de serle fiel a su madre, pero no... Lamentablemente los hombres de su familia eran iguales.
Desde que Macaria se fue del Inframundo, y a cada rato negaba volver, Hades y su esposa decidieron separar caminos, todo por el bien de su propia hija. El dios de cabellera azul, no volvió a saber nada de su princesita, pues esta no lo permitía.
Al cabo de tres años después, Adam y Bella crearon la Isla de los perdidos, y como si fuera poco, Hades quedó dentro de la barrera por una razón: Maléfica.
No es un misterio que el corazón de Kore se rompió en pedazos al saber que él tuvo una hija con aquella hada oscura, una hija que iba a crecer con el mismo amor que le dio a su Macaria. La ira hacia esa pequeña vk crecía con el pasar de los años, hasta que...
—¿Quién te dijo que papá amó a esos mocosos que tuvo?— habla Macaria mientras acaricia uno de sus cuervos, su madre la mira incrédula—, O bueno, digamos que solo con Hadie fue así, con Igna no. Huyó de sus responsabilidades paternales cuando ella tenía solo tres meses de edad.
—No te creo eso.— refuta Perséfone mientras come otra uva silvestre—, No te creo. Él no hubiera hecho eso.
—Y sigues con eso, madre.— suspira la castaña—, Hades es así. Por lo menos ustedes se separaron cuando yo tenía quince años, pero, él se fue de la vida de esa niña a los tres meses de vida. Es que ni Cronos, que lo dejó vivir dos mil quinientos algo de días antes de comérselo como lo hizo con mi abuela Deméter.
La mirada de Macaria era neutral ante el tema, pero, su corazón se arrugaba de dolor. Aún le dolía recordar aquello que había prometido guardar en un baúl, aunque ya habían pasado muchos años, pero, aún le tenía rencor a aquel hombre que llegó a decirle padre.
—No quiero hablar más de ello, me dará una jaqueca horrible, y no quiero que le haga daño al bebé.— pide al dejar volar aquella ave y lleva su mano hacia su vientre notorio—, Si quieres ve y habla con él. Mi abuelo Zeus y el rey Ben te lo permitirán.
Perséfone niega, pero su hija la contradice.
—Yo no iré.— dice la diosa—, No puedo entrar al Inframundo embarazada. Además no hablo con Hades desde que vivo contigo aquí en la ciudad del Olimpo.
—¿Sabes en dónde vive ahora?
Macaria roda los ojos, deja de lado las flores y mira a Perséfone.
—En la Isla, claro está. En una mina que comunica al Inframundo, creo que si le pides ayuda a la hija de Facilier, Celia, te ayudará.— explica la joven mientras arregla las flores de su cabello—, Si quieres saber que lo que digo es verdad, habla con él... Por cierto, si tienes la oportunidad de hablar con los hijos de mi padre, diles que me gustaría hablar con ellos.
Perséfone le hizo caso a su hija. Habló con Zeus primero, y después tuvo la oportunidad de hablar con el rey Ben para que le autorizara cruzar a la Isla de los Perdidos. Y finalmente cruzó palabras con Hades, realmente no fue nada agradable, la tensión entre ambos no era nada agradable.
—Dejaré algo en claro, yo no la abandoné a ella, abandoné a su madre.
—Y consigo a esa pobre niña también, ¿cierto?— reprocha Kore—, ¿Al menos viste cuando dio sus primeros pasos o cuando dijo su primera palabra? ¿Ah? Pudiste haber estado separado de su madre, pero hubieras respondido por Mal.
El dios del Inframundo mira de reojo a su ex esposa. Niega con la cabeza.
—¿Estás seguro de que Maléfica no hizo todo lo posible para maltratarla por tu culpa, o poniéndote como motivo?— reprocha nuevamente la diosa, su mirada era fría —, Dime, Hades. O por lo menos, ¿le hablaste?
Niega con la cabeza mientras aprieta sus puños.
—Perfecto. Es que ni siquiera has sido capaz de preguntar como va el embarazo de Macaria, o siquiera cómo está.
—¿Qué?
—Nuestra hija está embarazada de nuevo. — responde Perséfone—, Ya casi dará a luz, es un niño.
Una sonrisa ladina se dibuja en los labios del dios, pero luego suspira.
—Aún me odia, ¿cierto?— la diosa asiente con algo de tristeza—, Espero que un día me perdone... Debes irte, aún no estás apta para volver al Inframundo.— le pide con un tono de voz neutral—, Por cierto... No volví a ver a Mal porque Maléfica no me lo permitió.
Perséfone se coloca su abrigo y le dirige una mirada a su ex esposo. Una mirada de tristeza.
—Hades, yo...— el padre de Marcaría voltea a verla con una ceja arqueada, Kore niega con la cabeza—... Adiós.
El hombre asiente sin decir nada. Al cabo de unos minutos, otra vez el inframundo estaba cubierto de aquella fría soledad que lo había acompañado desde siempre.
╔═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╗
Auradon - Cuatro años después.
Mal se encargaba de revisar los nuevos proyectos con algunos arquitectos que hacían parte del equipo del reino. De vez en cuando hacia pausas cortas por el dolor de las piernas y de la espalda.
Sus ojos se encontraban sobre cada una de las propuestas y cada uno de los planos que habían sobre la mesa. Con la ceja arqueada y una expresión seria en sus ojos, daba las correcciones obligatorias a realizar, y daba las ordenes con respecto a dicha situación.
Retirando sus lentes de marco negro, suspira.
—Muy bien.— llama la atención de su equipo de trabajo—, En total tenemos tres proyectos a realizar, que por cierto uno de ellos es con Cinderellasburg; lo que significa qué, como tal nos vamos a demorar año y medio con todo.
—¿Año y medio? ¿No es corto tiempo?— cuestiona uno de los arquitectos.
Mal arquea una ceja y lo analiza con la mirada, de arriba a abajo.
—Sí, año y medio. No quiero discusiones del tema, gracias.— ordena la futura reina—, Son proyectos que duran mínimo seis meses, lo suficiente para lo que corresponde. ¿Alguna queja al respecto?
Los chicos niegan con la cabeza.
—Perfecto, pueden retirarse. Nos vemos la semana que viene con los contratistas.
Después de despedirse de aquellos chicos, la dama de la corte toma un respiro y acaricia su vientre. Gracias al cielo se encontraba sola y lo podía hacer.
—Un día ajetreado para ambos, ¿no crees bebé? — retira sus gafas y parpadea un poco—, Te estás notando un poquito más de lo que deberías, y apenas vamos a cumplir cuatro mesesitos.
Su teléfono vibra en ese momento. Era Ben.
"Espero que no te haya tocado pesado, hablamos en la noche, te amo."
Las mariposas en el estómago aparecían con más frecuencia como efecto del embarazo, incluso, había días en los que Mal sentía la necesidad de estar pegada como un chicle a su novio. Y hablando de Ben, la boda ya estaba un poco cerca, así que hoy era día de ver la decoración que Jane le mostraría.
Unos golpes en la puerta alarman a la pelimorada, de inmediato cubre su vientre.
—Terminamos la reunión hace un rato, ¿me olvidé de algo?
—¿Eres Mal?— la mencionada levanta la mirada para ver quién le habla, era una mujer de cabello rojizo, lentes negros, vestía un traje negro algo ceñido al cuerpo—, Quizá no nos conocemos. Soy Perséfone, tu madrastra.
Karma, bájale dos rayas a tu trato, te lo pido. Piensa Mal mientras sigue mirando atónita a aquella mujer que decía ser quién era. Llegó a conocer al pie de la letra aquel romance que tuvo su progenitor con esta diosa, pero nunca imaginó verla frente a frente.
—Eh... Sí, soy Mal.— la que había sido esposa de su padre, estaba frente a ella, y podía decir que era más hermosa que en los libros de la biblioteca de Auradon Prep—, ¿Cuál es el motivo de tu visita?
La mujer quitó los lentes negros que cubrían sus ojos, dejando así, ver sus ojos verdes.
—Quiero hablar contigo. Hadie me dijo que estarías aquí.
Mal rodó los ojos al escuchar el nombre de su hermano. Podía ser que ella estuviera plantando una buena confianza con él, pero tampoco era el hecho de que hiciera eso sin siquiera contarle.
—Hay una reunión aquí mismo en diez minutos, si quiere, podemos ir a mi despacho.— dispone la futura reina de Auradon al tomar sus pertenencias. Recibiendo una respuesta afirmativa por parte de Perséfone, la chica se dispone a guiar a su invitada hacia su despacho.
No era muy común recibir a tu madrastra en el trabajo, a excepción de Ella, pero, ¿qué podría pasar con Perséfone de visita?
Mal abrió su oficina, la luz solar que entraba por la ventana la dejó algo ciega. Sacudió su cabeza y le indicó a la diosa que pasara. Cerró la puerta y dio un largo suspiro. Giró sobre su eje y le dedicó una mirada a Perséfone.
—No imaginé que en la vida real fuera más hermosa que en los libros de la escuela.— dice la pelimorada, la diosa ríe—, Lo digo en serio.
—Me siento halagada.— menciona Kore al sonreír—, Lamento llegarte de sorpresa, siento que fue algo atrevido de mi parte.
Mal niega mientras guarda la papelería que tenía anteriormente en sus manos, y sí que estaba acostumbrada a las visitas inesperadas.
—No hay problema, estoy algo acostumbrada a eso.— responde al respecto—, ¿A qué se debe su visita? No es común ver a los dioses del Olimpo en Auradon.
—Yo creo que sabes muy bien por qué estoy aquí.— menciona la diosa mientras acomoda sus rizos sobre su pecho, Mal tensa su mandíbula—, Supe de tu existencia gracias a mi hija, lo mismo de Hadie. Y quise saber algunas cosas...
—Si le soy sincera, yo no crecí con ese señor que se supone que es mi padre, Hadie sí, yo no. A mí me-
Perséfone le pide que haga silencio.
—Sí, lo sé.— dice—, Ya sé toda esa historia. Y créeme que lamento lo que él te hizo... Eras solo una pequeña cuando Hades se fue, pero, se fue por tu madre, no por ti.
Mal suspira, había oído ese cuento ya muchas veces, que le costaba creerlo. O mejor dicho, le hartaba escucharlo.
—Tengo veintitrés años, y toda mi vida escuché ese cuento...— su mirada va hacia una fotografía en donde estaban Ben y ella—, O mejor, que él evadió su paternidad porque yo era una carga, y decidió irse cual cobarde.— añade—. Sufrí maltratos por esa causa, siempre escuchaba a mi madre decir que yo era débil, que era como él. Bien por mi hermano que lo tuvo a su lado, lo mismo a Macaria, pero, ¿y yo? Yo puedo tener los genes de un dios en mi sangre, pero, él para mí no es mi padre.
—Mal, por lo menos, ¿leíste la carta que te mandó?
La chica niega con la cabeza.
—No. Simplemente me cuesta abrirla y leer todo lo que dirá allí. Perséfone, yo... Quiero intentar sanar eso, pero no lo logro; y siento en muchas ocasiones la presión de Hadie sobre mí por eso...
—Pero tú estás haciendo mal al evadirlo.— interrumpe la diosa al mirarla con paciencia—, Mira, cuando tu padre y yo nos separamos, Macaria no volvió hacer la misma. Ella ya llegó a un punto en el que está como tú, y eso que ella tenía quince años cuando pasó todo lo que pasó.— la hija de Maléfica frunce sus labios al escuchar eso, la diosa siguió hablando—, El punto es, que de alguna manera ambas deben enfrentarlo... Mira, mi presencia aquí no es para presionarte ni nada, es más como para, no sé, ¿convivir tal vez?
Mal relame sus labios y muerde su labio inferior.
—Lee la carta de tu padre... Quizá allí haya algo que necesites saber.— alienta la diosa—, Entiendo lo que debes estar sintiendo, pero, recuerda que no es bueno acumular cosas dentro de ti. Cuando seas madre, me vas a entender.
Como anillo al dedo le llegó esta frase; como iba a seguir guardándose las cosas, teniendo rencor, llorando cada noche... Ya no era ella sola, ahora tenía alguien más dentro de su ser y a su bebé le podría afectar sus emociones, quizá por ello había ocurrido lo de hace un mes.
—Está bien. Lo haré.— dice con algo de inseguridad—, Tienes razón, no es bueno acumular las cosas... Gracias.
—No es nada.— dijo la diosa—, Yo te veo y me recuerdas a tu padre, esa mirada llena de amor y pureza. Si te viera Zeus, te dice lo mismo.— Mal sonríe al escuchar eso—, Creo que si decides ir a verlo, él te dirá todo como es.
Mal tuerce la comisura de sus labios, ese día tenía que tomar una decisión al respecto.
—Me imagino que por lo de tu boda debes estar algo ocupado con esos asuntos, no te quitaré más tiempo.— Perséfone se levanta de su asiente, Mal imita su acción—, Fue un gusto conocerte, espero volverte a ver.
La pelimorada asiente y a la par sonríe.
—A mí igual, fue un gusto.— se dirigió a la puerta para abrirla—, Salúdame a mi hermana.
—Claro que sí, hasta luego.— se despide la pelirroja junto con un ademán, después de aquella frase, comenzó a caminar entre las personas del edificio para ir hacia el elevador.
Mal cerró la puerta y dio un suspiro pesado. Ahora, si tenía unas cuantas cosas en la cabeza, ya tiene más para sumar en la lista. Pasó una mano por su vientre mientras digitaba en su teléfono el número de su hermano, debía hablar con él, no ara regañarle, sino para preguntarle una cosa.
—Hola, pelo de uva, ¿qué pasó?
—Hola, llamita. Tengo que hacerte una pregunta.— saluda, vuelve a sentarse en su silla. Aquel apodo era el que le tenía a su hermano desde que estudiaban en Dragon Hall, todo por el cabello azul del chico—, Necesito que me des información de Hades.
—¿De papá?— cuestiona el chico—, La mina del Inframundo, no sé si la recuerdas... Dime que no has hablado con Perséfone.
—Afirmativo a todo lo que me dijiste.— responde la pelimorada con seriedad—, No puedo creer que le dijiste dónde iba a estar hoy. Da igual, ya la conocí.
Se escucha un suspiro en el otro lado de la línea.
—Lo siento, olvidé avisarte.— dice—, Bueno, ya que. ¿Tienes planes para ahora?
Mal asiente.
—Tengo que ir a mirar la decoración que se va a hacer el día de mi boda, de igual forma la prueba del pastel, y otras cosas.— explica la joven—, Mañana estoy libre, ¿luego?
—Plan de hermanos, ¿tal vez?— el chico ríe—, No sé que digas tú.
—Sí, me parece bien. Hhmm, debo salir de mi oficina, hablamos luego.
—Va, te hablo mañana. Cuídate, por favor.— dicho esto, finaliza la llamada.
Y como era de esperarse, Mal dibujó su rostro con las palmas de sus manos, realmente ya no sabía que hacer.
¿Qué sigue? ¿Aparecerá mi madre?, piensa, niega con la cabeza, No, gracias, eso no. Lleva una mano a su vientre mientras sigue pensando en lo que había escuchado en esa visita; si su padre afirmaba y sostenía que la causa de que él se alejara de su vida era su madre, ¿por qué Maléfica era así con Mal? Preguntas, y preguntas, y más preguntas rondaban por la mente de la dama de la corte. Y ninguna tenía una respuesta clara, quizá la carta de su padre tendría alguna, o quizá no.
En ese momento la chica se sentía dividida en dos: La aceptación y el orgullo. Lo último era lo que no la dejaba avanzar, claro está, y también el miedo. Miedo a saber qué había pasado y qué pasaría de ahora en adelante.
Miró su reloj de pulsera.
4:25 pm.
Era hora de ir al castillo, o sino Jane estaría furiosa por ver que Mal se retrasó. Cosa que no volvió a pasar frecuentemente, o sea, si pasaba, pero ya no tanto.
Soltó su cabello —lo tenía recogido en una coleta alta—, y con sus dedos comenzó a peinarlo un poco; últimamente tener el cabello hasta casi llegar a la cintura, se había convertido en u nuevo gusto, lacio u ondulado, le gustaba tenerlo. Pero, considerando las ganas del cambio antes de su boda, probablemente no tendría el cabello de color morado o quizá tan largo.
"beep-beep"
Era Jane, avisándole que las pruebas pasarían para el jueves. Lo cual ocasionó un gran alivio para la pelimorada, no quería llegar al castillo y tener su mente en otro lado y no concentrada en lo que debía estar. Así que, era hora de ir a casa, para procesar todo lo que había pasado en ese día.
╔═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════╗
Mientras iba manejando su auto y escuchaba música a la vez, comenzó a imaginarse como hubiera sido su vida junto a su padre, ¿más comprensión?, ¿menos maltrato?, la chica negó con su cabeza para disipar aquellos pensamientos que provocarían un tipo de melancolía en ella. Lo que sí sabía, era que, al ser hija de Hades tendría que ocupar un cargo en el Olimpo o en el reino de los muertos.
Suspiró.
Lo primero que debía hacer cuando llegara al pent-house, era buscar aquel pergamino que le había entregado Hadie hace un tiempo. Por fin dejaría la cobardía de lado y sería capaz de leer las palabras de su padre y si al caso, escribirle una respuesta de vuelta.
Mientras iba manejando con cuidado, llevó su vista hacia su anillo de compromiso, y comenzó a pensar si ese bebé que venía en camino iba a tener a sus padres juntos toda la vida, o quizá no.
—Pero, Igna, ¿por qué traes esas locas ideas a tu cabeza?— se cuestiona en voz alta—, Mi bebé va a tener el amor que se merece, no seré como mis padres. ¿Por qué mierda pienso eso? ¡Ay, perdón, bebé! Mamá no dijo eso, y espero que de grande no lo repitas.
Su mano se posó en su vientre mientras reía.
Entonces si su padre decía la verdad, ¿por qué no fue capaz de buscarla cuando era adolescente y decirle la verdad? Quizá porque su madre no se lo permitiría. Al fin y al cabo ella sabría todo al leer la carta.
Al seguir las coordenadas de siempre, llegó rápido a su destino. Después de entrar en el estacionamiento para dejar el coche, se dirigió al ascensor para poder subir directamente al piso del pent-house, aunque, al tomar ese atajo, debería entrar por la puerta de la cocina. Suspira aliviada al ver que no había nadie en el pent.
Deja sus llaves encima del mesón de la cocina y va a la nevera para sacar el jugo de fresa que había preparado en la mañana para poder servirse un poco.
Se estremece al sentir el frío de la bebida en su garganta.
—Frío.— se queja la muchacha para luego reír.
Después de colocar en el fregadero aquel vaso de cristal, ahora se dispuso a ir a su cuarto para buscar aquella carta y poder tener la valentía de leerla. Cosa que ella tenia en claro que probablemente no pasaría, pero era bueno desafiar al orgullo y el temor por un momento.
Se dirigió a su escritorio, y abrió un cajón que tenía bajo llave. Ahí estaba, igual que como se la entregó Hadie aquel día. Mal tomó aquel pergamino con delicadeza.
—Que sea lo que el destino quiera...— chasquea su garganta y comienza a desatar el nudo azul—, Y el destino quiere que no.— deja el pedazo de pergamino sobre la mesa y camina hacia su cama—, No puedo, simplemente no puedo.
Pasa su mano sobre el cabello y luego sobre su rostro. Debía tener esa fuerza de voluntad para hacerlo, debía avanzar, de alguna manera debía ser capaz de enfrentar las cosas y una de ellas era su padre.
Tomó su teléfono y marcó el número de Evie.
—Evie, contesta.— pasaron tres tonos y no contestó, la pelimorada bufó y colgó—, Rayos. ¿Será que está con Regina en el spa o en la tienda?
Única solución: Llamarla de nuevo y si no contesta, llamar al tóxico.
—Hola, soy Evie. En este momento estoy ocu-
—Te odio buzón de voz. Ugh.— se queja la chica—, Ni modo, tocó llamarlo.
Buscó en sus contactos el nombre de Doug para llamarlo y preguntarle por su mejor amiga.
No llamaría a su novio porque en ese momento estaba en una junta importante fuera de la ciudad.
—¿Mal? ¡Hola!— saluda el chico de lentes desde el otro lado de la línea.
—¡Hola, Doug! ¿Cómo estás? — saluda la pelimorada—, Lamento molestarte, ¿de casualidad sabes algo de Evie? Es que la estoy llamando y no contesta.
—Estoy bien. Uh, ella hoy tenía que ir a la tienda del centro. — responde Doug—, Debe estar en una junta, se suponía que iba a reunirse con una línea de Neverland para la temporada de verano.
Era el proyecto por el cual su amiga estaba más emocionada, que un niño pequeño que espera un juguete para navidad.
—Oh, vale, gracias. Se me olvidaba ese asunto.
—No hay problema. Hablamos otro día, cuídate.— se despide el novio de su mejor amiga.
—Lo mismo, adiós... Ay, ¿qué procede?— cuestiona la pelimorada al finalizar aquella llamada—, ¿La abro? ¿No la abro? — vuelve a preguntarse repetidas veces. Y como de película, comenzó a morderse las uñas.
Un par de segundos después, encendió nuevamente su teléfono para mirar algunas cosas en sus redes. En ese momento pudo apreciar una foto que había subido Lonnie: estaban Jay y Jennie comiendo helado. No más de imaginarse la cada de furia de Audrey, le daba risa; pero, al fin y al cabo, Nini merecía estar con su padre, ya que Lonnie había decidido quedarse en Auradon.
Y hablando de Audrey, llevaba rato sin saber de ella. Lo único que supo fue que realmente se había tomado la decisión de que el reinado de Auroria lo tomaría Ariana. ¿Por qué no enviarle un mensaje para saber cómo está?
"Hey, Aud. ¿Cómo estás? Hace mucho no sé de ti."
Fue el texto que le envió a su amiga. Quizá no le contestaría al momento, pero, bueno, al menos se habría tomado el tiempo de preguntarse cómo estaba.
Miró hacia su escritorio donde se encontraba la carta.
—Si algo quiero que sepas, bebé, es a no ser cobarde como tu mamá. Fin del asunto.
Si algo Mal tenía claro, era que necesitaba a Evie o a Ben a su lado mientras leía la carta, ellos siempre han sido su soporte en muchos sentidos, en especial en el emocional.
—Definitivamente lo haré.— dice decidida cuando se levanta de la cama—, Pero cuando Evie llegue... Ay, Igna, vamos a leer así sea el inicio, al fin y al cabo, ya no tenemos estabilidad emocional como tal.
Tomó la carta entre sus manos y desató el nudo azul. La tinta con la que venía escrito dicho pergamino era dorada.
"Hija mía"
—Sí me reconoce como su hija...— es lo primero que pronuncian sus labios, un nudo en el estómago se presenta, y el temor de seguir leyendo es indescriptible.
"Quiero decirte que estás muy hermosa, igual a tu madre"
En ese instante su teléfono sonó, provocando que se sobresaltara.
—Hola, M. Estaba en la tienda, perdón por no contestar.— era su mejor amiga, ahí comprobó que Doug tenía razón.
—Hola, E... Hhmm, no te preocupes.— su voz se escuchó algo desanimada y un poco nerviosa.
—¿Qué pasó?— pregunta Evie, se escuchó el motor del carro de fondo—, Te escucho rara.— añade.
Mal pasa una mano por su cabello.
—Mi papá, eso pasó.— responde—, No sé si te conté de Perséfone, pero, ella vino a verme.
—¿La ex de Hades?— se escucha a Regina algo lejos. Mal asintió.
—¿Qué te dijo?
—Sabes que no me gusta hablar por teléfono cuando son cosas así... ¿Vienen en camino?— se atreve a preguntar la futura reina.
—Sí, ya vamos para allá. Te amo, M.— antes de que Mal pudiera responderle a Evie, esta finalizó la llamada.
La hija de Maléfica dejó caer su teléfono sobre su almohada, para luego suspirar de nuevo. Mientras Evie llegaba, la chica decidió darse una buena ducha para relajarse.
Por el agua corriendo por su piel pálida, y relajando cada músculo de su cuerpo; ella seguía pensando en qué hacer. Y aunque suene muy repetitivo, así somos los seres humanos. Somos capaces de desglosar palabra por palabra para conocer el trasfondo de ellas y hallar una solución a la situación.
Después de una ducha relajante, y seguir el ritual que se acostumbraba hacer. Salió del baño con su pijama puesta, fue en ese preciso momento que escuchó la risa de su mejor amiga.
—¡Llegamos, M!— grita Evie desde el pasillo.
—¡Hola! ¿Cómo les fue?— saluda la pelimorada al salir del cuarto. Evie la saludó con un abrazo y con un beso en la mejilla—. Dime que pudiste con la marca de Neverland.
—Lastimosamente dijeron que mi hija no es nada fashionista, y cancelaron el contrato.
Mal miró a Evie, quién la estaba abrazando. La peliazul asintió.
—Seh, lo peor fue que no me lo dijeron en la cara.— Mal formó una "o" con sus labios, anteriormente no había pasado eso—, Pero, tu mejor amiga no se quedó atrás, y tenemos ya todos los diseños para la temporada de verano.
—¡Esa es mi mejor amiga!— exclama la chica antes de abrazar a Evie de nuevo, y luego un beso en la mejilla —, Es que esta mujer nunca se rinde.
—Obvio, no. Y adivina qué.
—¿Qué?
—Mi mamá aceptó lo que te dije.— comenta bastante emocionada al señalar a su madre.
Mal chilló emocionada por ambas.
—Ay, qué felicidad.— exclama la chica compartiendo la misma emoción de Evie—. Ambas son un buen dúo. Aunque no niego que nosotras también lo somos, E.
—Ustedes dos desde que se hicieron amigas en la Isla, son un buen dúo como amigas.— comenta Regina—. Son una bomba juntas.
—Simplemente Mevie.— dijeron ambas chicas en unísono para luego echarse a reír.
Al cabo de unos minutos de conversación entre las tres mujeres en aquella sala, Regina dejó a las chicas, puesto que haría lo que le habría prometido a su hija con anterioridad. Las dos mejores amigas se fueron para la habitación de Mal en específico, y al entrar, Mal tomó la carta en sus manos.
—¿Estás segura?— le pregunta Evie, la pelimorada asiente.
—Ya es hora de hacerlo... Por mi bien...
Evie asiente al respecto, era lo mejor para la salud de Mal.
La dama de la corte toma aquel pergamino en sus manos y se sienta en su cama en posición de flor de loto, respira profundo; Evie se hace a su lado, recordando así, aquella vez en la que leyó la carta de su madre en compañía de su hermana de otra madre.
—Esto es un deja vu.— comenta Evie al rodear con su brazo a su amiga, Mal asiente al sonreír—, Okay, vamos a leer el chisme.
—Sobre todo chisme, Evelyn... Bueno, aquí vamos...
"Hija mía:
Quiero decirte que estás muy hermosa, igual a tu madre, o incluso más hermosa que lo que ella era. Y ni hablar del parecido que tienes de mí.
—Espera, ¿cómo que te pareces a tu padre?— interrumpe Evie a su amiga.
—Yo que voy a saber.— responde en primera instancia—, Siempre me dijeron que me parecía a mi mamá, seguiré leyendo...
"...Siento que estarás muy sorprendida al ver que te envío esto con Hadie, pero yo sé que si te digo que vengas a verme no lo harás. Y lo entiendo, es comprensible que me odies por ser tan mal padre contigo, por no haber estado presente por lo menos en tus cumpleaños, o por no haber estado el día que te partiste la ceja por aprender a montar bicicleta con Jay y con Harry."
—¿De qué te ríes?— le cuestiona Mal a su mejor amiga que estaba riendo de manera escandalosa.
—¿En serio te partiste la ceja?— dicho esto siguió riéndose a carcajadas—, No puedo creer que en ese momento aún no éramos amigas, créeme que te habría curado la herida.
—Sí, después de haberte reído de mí. Igual que la vez que me caí del caballo en Camelot.
Evie dejó de reír.
—Sigue más bien leyendo, mujer.
—Está bien...
"De hecho, esta es la primera cosa que obtienes de mí... O quizá, después de tu nombre, es la segunda cosa que obtienes de mí.
Han sido 23 años en los cuales me sigo preguntando ¿por qué le hice caso a tu madre? Porque, aunque no lo creas, la razón por la cual me fui, fue Maléfica, porque ella lo pidió; me dijo que te volvería débil, que no sería el ejemplo correcto para ti... Nunca fuiste el motivo, nunca fuiste una carga.
Tu madre te dijo mentiras, para que te sintieras lo más insignificante del mundo, como alguna vez lo hizo conmigo. En un principio, cuando supe que sería papá, te amé con toda mi alma, y cada mes te esperaba con muchas ansias. Siempre te imaginé corriendo por los pasillos del Inframundo mientras perseguías a Cerbero, o perdiéndote en el laberinto (tu madre me hubiera matado si pasaba eso). Pero, lastimosamente papá le hizo caso a tu madre y se fue...
Fui cobarde en no enfrentar a tu madre, a quién se suponía que era el amor de mi vida, sí. Porque sabía de lo que ella sería capaz. Y me siento como un idiota el ver que por mi causa sufriste de muchos maltratos... No lo merecías, no...
Agradezco a Ben, por haberte sacado de la Isla, por haberte apartado de tu madre. Sé que tu vida cambió desde que llegaste a Auradon, porque descubriste quién eras y de lo que eras capaz, y que has venido cumpliendo tus sueños.
No sabes lo mucho que te quiero, y lo mucho que estoy orgulloso de ti. Eres la niña de papá.
Espero que algún día me perdones y puedas venir a hablar conmigo.
Tu padre.
Hades"
—No, no me vayas a... Llorar.— Evie de inmediato abrazó a su mejor amiga y le dio un beso en la coronilla, a ella le dolió lo que decía la carta, pero, sabía que a Mal le había afectado más leer aquellas palabras que habría escrito el dios—, Ya, ya, ya pasó... Ya pasó.
—Quiero dejar de llorar, pero, no puedo.— se queja la hija de la emperatriz más temida, con el dorso de sus manos comienza a limpiar sus mejillas, pero, sigue llorando. Evie le da palmaditas en la espalda—, Esto me dolió mucho... Pero, no entiendo.
—Mi M, creo que fue por la confesión y por aquella palabra que siempre deseaste escuchar por parte de ellos.— le dice la peliazul mientras acaricia su cabello—, Si quieres más respuestas, será mejor que vayas a hablar con él; obviamente cuando te sientas lista.
Mal limpió sus mejillas y asintió. Ella sabía que era lo mejor.
—Más bien, vamos a tomar el chocolate que hizo mi mami. Eso te hará sentir mejor, ya verás.— propone la hija de Regina al acariciar la mejilla de Mal, la chica asintió—, Esa es mi Mal. Espero que cuando tenga sobrinos, pueda decirles lo valiente que ha sido su mamá.
El verdadero temor es cuando te mencionan algo que estás ocultando. Y este era el caso de Mal, aunque tarde o temprano ella daría aquella noticia, ella sentía un escalofrío recorrer su cuerpo al escuchar algo relacionado a su secreto. O quizás...
—Evie, yo...— la susodicha volteó a mirarla, pero Mal negó—, Gracias, por ser mi mejor amiga.
—Te amo, ¿okay? Vamos por el chocolate.
.
.
.
.
Yo opino que se vayan preparando para todo lo que se viene.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro