━018 ❝Pᴇϙᴜᴇɴ̃ᴀ ᴍᴀɴᴢᴀɴɪᴛᴀ❞
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UN DÍA ajetreado en Evie's 4heart, era lo común en la vida de la diseñadora de modas; aunque el estrés le produjera los más bellos dolores de cabeza, no le importaba, esa empresa era lo que más amaba ella. Le daba orgullo saber que todo lo que ganó en la preparatoria lo pudo invertir en la creación oficial de su marca.
Ese día su madre iría a conocer todo, sin embargo, Regina no sabía que Evie la llevaría.
—¿Me puedes decir a dónde vamos?— cuestiona la reina algo impaciente por el tráfico. Su hija ríe.
—No te diré.— dice al sacarle la lengua cual niña chiquita—, No quiero arruinarte la sorpresa. Mejor, subámosle a la música para no escuchar el fastidioso sonido de los carros.— añade la peliazul al girar todo el botón del volumen y dejar que el ambiente pasara a ser más relajante.
—¿Todavía escuchas esas canciones?— le pregunta con respecto a la banda de One Direction, era la banda favorita masculina que le gustaba a su hija cuando apenas tenía doce años—, Esa canción la cantabas a cada rato.
—Es que "Story of my life" es una joya.— responde ella en defensa antes de comenzar a cantar a la par con la canción—, The story of my life, I take her home, I drive all night to keep her warm.— canta con sentimiento mientras que su progenitora se ríe—, Tú te sabes el fragmento que sigue, canta.
—Ay, Evie.— la chica ríe mientras va golpeando con sus dedos el manubrio—, The story of my life, I give her hope, I spend her love.— Evie arruga la nariz y ríe al ver lo que hace su madre; de tanto que ella escuchaba aquella banda, por medio de algunos cassettes que llegaban a la Isla, Regina inconscientemente se aprendió cada una de las canciones de ellos—, Until she's broke inside.
—The story of my life.— cantan en unísono ambas. En ese momento Evie da unos golpes más fuertes en el manubrio imitando la melodía de la canción—, The story of, the story of.— gritan ambas para luego reír.
—Ya olvidaba lo que se sentía cantar a todo pulmón canciones de ellos.— menciona Evie—, Y es lindo cantarlas contigo, eh. No sabía que te las aprendiste.
Regina sonríe y coloca sus lentes oscuros.
—Te la pasabas todo el día escuchando One Direction, ¿tú qué crees?— explica la mujer—, Y siento que esta canción nos representa a ambas.
—Aww, es lo más lindo que me han dicho.— ella hace un puchero con sus labios—, Uh, ya por fin llegamos.— anuncia al frenar frente a un edificio elegante, no era tan alto, pero tenía un muy buen ambiente.
Regina analiza con la mirada aquel lugar al bajar del auto. Pudo destacar que en los dos primeros niveles estaba lo que era la tienda, en los dos últimos niveles una suposición de que era el área de trabajo, y por último, el hermoso letrero que había en el medio.
"Evie's 4Hearts"
Estupefacta al ver aquel logro de su hija, su voz no era capaz de salir de su garganta para decirle algo.
—Lo sé. Es hermoso.— habla Evie al hacerse a su lado, Regina la mira con una sonrisa—, Vamos, debo enseñártelo.
Evie entrelazó la mano de su madre con la suya para luego dirigirse al lugar al que recién habían llegado. Al estar dentro del establecimiento, las personas que estaban allí saludaban de manera respetuosa tanto a la dueña como a su progenitora, de igual forma, ellas devolvían aquel gesto.
El almacén se dividía en dos secciones: edad y temporada. Todo muy organizado y a la vista de los consumidores de la marca. Evelyn reía al ver la cara de asombro que en ese momento hacía su mamá.
—Sé que quieres decirme algo, pero, estás embobada viendo todo.— menciona ella antes de subir en el ascensor.
—Eso creo.
La peliazul ríe.
—Espera a que veas mi oficina.— dice al momento de que las puertas se cierran y el ascensor va directo al último piso. El timbre les indica que ya habían llegado a su destino, las puertas se abren de par en par, dejando ver así varios puestos de trabajo; algunos vacíos, otros ocupados.
Las personas que se encontraban trabajando, dejaron de hacerlo al notar la presencia de la jefa. Era poco común que pasara eso, porque Evie siempre les daba vibras de confianza a las chicas que trabajaban allí; pero, algo raro había sucedido.
—¿Qué ocurre?— le pregunta su madre con curiosidad.
Evie se encoge de hombros. Chasquea la lengua.
—Buenas tardes, ¿me podrían decir qué está pasando aquí?— saluda la consejera real a su equipo de trabajo—, ¿Dónde está Arabella?
La sobrina de Ariel sale corriendo de su despacho con unas cuantas carpetas de papeles, estaba algo nerviosa. Y sí, Arabella trabajaba ahí, era como la mano derecha de Evie.
—Tengo malas noticias.— es lo primero que pronuncia la castaña, Evie arquea una ceja—, La colaboración que teníamos pensada con los diseñadores de Neverland, se fue al carajo. Dijeron que no eras nada fashionista.
La peliazul abrió sus labios para protestar, pero antes de eso, retiró sus lentes negros.
—¿¡Qué!?— exclama, Regina hace un mohín con sus labios, realmente el carácter si lo heredó de ella—, Si no fuera tan fashionista, no estaría invitada a diferentes alfombras rojas de moda, no tendría las sucursales que tengo en la Isla, en Auroria, en Charmingtown, en Arabia, en Wonderland, y en otros sitios de Auradon. ¡No hubiera sido famosa desde la preparatoria!— realizó el conteo de las tiendas que tiene en Auradon dejando asombrada a la propia Arabella y a su madre—. Vamos a mi oficina. ¡Se abre la mesa de sugerencias, quiero ver sus bocetos en una hora!— indica la chica con autoridad. Las chicas que se encontraban allí, asintieron con la cabeza y comenzaron a ponerse a trabajar; mientras que Regina, Arabella y Evie se dirigieron a la oficina de la última.
Definir con la palabra "orden" aquella oficina, le quedaría bastante corto. Pero la palabra "aesthetic" quedaba mejor para aquella ocasión.
Aquello que hacía destacar aquel despacho, era un ventanal que permitía ver las calles y que entrara la luz solar. Esas cuatro paredes tenían el color azul oscuro y el blanco, ambos colores hacían contraste consigo mismos; las repisas grises de las fotos hacían juego con las paredes, de igual forma, aquella pantalla plana que había en medio de una de las paredes, el escritorio y la silla de la jefa era en color blanco también. El piso en madera, con una alfombra color roja.
La chica dejó su bolso sobre la mesa y se dispuso a buscar unos papeles.
Arabella y Regina intercambiaron miradas confundidas.
—Aquí están. — murmura la peliazul al sacar unas hojas de uno de los folders. Mientras leía, levantaba las cejas o sonreía —. Okay, firmaron contrato conmigo hace un mes, con una fecha de vencimiento hasta que yo decidiera.
—¿Traducción?— pregunta su progenitora, Evie comienza a reír.
—Infringieron el contrato.— responde al mirarlas—, Un contrato con mi marca es sinónimo de "no buscar pretextos absurdos para romper tratos conmigo". En este caso, me temo que deberán pagar una multa, y no cualquier multa.— añade mientras sigue mirando las hojas donde tenía la información suficiente para vetar ciertas solicitudes de colaboración—, Avísales a las niñas que haremos nuestra línea de verano, después de todo, la idea fue mía.
Arabella sonrió, al igual que Mal, ella sabía que Evie siempre tenía un as bajo la manga. La chica asiente y sale de la oficina corriendo para avisarles.
La peliazul da un suspiro y lleva su mano hacia su frente.
—Todo me imaginé, menos esto.— murmura antes de sentarse, su madre la mira sin decir nada—, Es lo que no me gusta de hacer negocios con otras marcas.— recarga su frente sobre sus manos.
—Creo que lo que acabaste de hacer, suena a algo que sí haría yo.— Evie levanta la mirada, Regina asiente—, Cuando quieres hacer algo, no dejas que nada te detenga, ni un mínimo detalle.
—Lo sé... Es solo que, no me gusta que ocurra esto.
—¿En serio dejarás que esto te afecte? Ah, ah, demuéstrales quién manda aquí.— alienta Regina con una sonrisa—. Cambia esa cara de cachorro regañado.
La chica ríe.
—Está bien, está bien. Bueno, te tengo una propuesta.
—Desde que llegué he recibido muchas propuestas tuyas, ¿de qué trata esta?
—Siento como si te fuese a pedir permiso para salir.— ambas ríen—, Trabajar conmigo, siento que hacemos buen equipo. No siento, sé que somos buen equipo; y en estos momentos estoy pensando en expandir la marca con la línea de perfumes y maquillaje.— explica detalladamente, su madre le presta atención—. Uh, y quiero abrir la escuela de diseño. Entonces, señora Mills, ¿acepta este maravilloso trato con su hija?
—No me digas señora, me siento vieja.
—Tranquila, sé lo que se siente. Ya casi voy a pisar el tercer escalón.— ríe—, Siento que me vas a cuestionar del por qué parezco un chicle desde que llegaste, pero, me hacía falta estar con mi mamá.— hace un puchero al mirar a su progenitora, Regina ríe—, Ya que me acordé, ¿estás orgullosa de que sea tu hija?
La mujer la mira con seriedad, su hija la seguía viendo con una cara de cachorro tierno.
—No.— Evie le saca la lengua cual niña chiquita—, Siento que antes no te lo expresaba mucho, pero, desde que naciste sabía que ibas a ser más que mi orgullo. Sé que cuando tengas una hija, va a ser una mini tú, aunque diferente.
Evie baja la mirada al escuchar aquello. Creía que era conveniente no decirle, pero, no todo toca guardarlo en una caja de secretos.
—Mami, yo... Yo no puedo quedar embarazada.— confiesa con inseguridad al mirar hacia la nada.
—¿Qué? ¿Cómo así?— cuestiona la ex reina de Charmingtown—, Pero, manzanita, no es nada seguro.
Evie relame sus labios y suspira.
—Me vas a matar por lo que te oculté pero... Hace ya un año, tuve un tipo de susto.— comienza a explicar la peliazul, su madre se cruza de brazos—, Tuve un retraso de un mes. Creí estar embarazada, pero, realmente no... Tengo un síndrome, y debido a ello, tengo retrasos y no puedo concebir.
Regina tomó la mano de su hija y le dedicó una sonrisa, la peliazul estaba casi a nada de dejar que las lágrimas destruyeran su perfecto delineado.
—Por eso han sido los choques con mi novio...— puntualiza ella—, Créeme, pienso en adoptar, porque quiero darle todo mi amor a ese chiquito o chiquita, pero... Todavía tengo la esperanza de que en algún momento vea un positivo en la prueba.— no aguantando aquel nudo en la garganta, comienza a llorar por unos instantes en silencio hasta que su madre la rodeo con sus brazos y comenzó a acariciar su cabello.
—No llores mi manzanita, en la vida, hay ciertos sube y bajas, pero, créeme que todo esto pasará. Y si él no te ama por ese asunto, no te merece.
—¡Lamento interrumpir este momento tan emotivo! Llevo parada aquí como dos segundos y ya quiero matar a tu novio, but the way, los bocetos están listos, te están esperando en la sala de juntas.— informa Arabella desde la puerta mientras arrugaba la nariz—, Ya mismo.
Evie asiente y con el dorso de sus manos limpia sus lágrimas.
—Gracias por escucharme, mamá.— Regina le da un beso en la frente.
—Lo que sea por ti, hija mía.
Al dirigirse a la sala de juntas, Evie entró con autoridad, pero, con esa cálida sonrisa que siempre tenía en sus labios carmesí. Sus ojos se fijaron en cada una de las propuestas que habían hecho las chicas que trabajaban allí, chicas que querían ser diseñadoras de modas en el futuro, chicas que como ella a esa edad, las telas les llamaban la atención más que un chico.
Uno por uno, lo fue analizando y le fue dando posibles correcciones; después de todo ella no sería como Cruella a la hora de ver los diseños de alguno de sus empleados, al contrario, veía en cada una un gran potencial, una gran imaginación. Al finalizar, pidió que se fueran a descansar porque desde el día siguiente en adelante comenzarían largas jornadas de trabajo.
Evie amaba lo que hacía, lo amaba con todo su corazón. Y eso quería que hicieran aquellas personas que por algún motivo llegaron a esconder tan magnífico don y atención por el crear. Regina miraba con ojos de orgullo a su unigénita, después de todo, aunque ella no siguió a un príncipe que tuviera un castillo enorme; Evie decidió seguir sus sueños y darse su propio castillo y sus propios lujos.
Dadas las seis de la tarde, Evie cerró aquella sucursal, había sido una larga y satisfactoria tarde.
—No puedo creer que tenemos los diseños de toda una temporada.— exclama Arabella toda exhausta.
—Soy Evelyn Mills, ¿qué esperabas?— responde al hacer una pose de diva—, Confío en el talento de cada una de las personas que trabaja conmigo.
—Y eso lo heredó de su madre.— Evie señala a su madre.
—Ustedes son dos gotas de agua, hasta en el modo de hablar.— halaga la castaña mientras coloca su abrigo—, Oh, debo irme, se supone que le estaba preparando una cena sorpresa a Chip por nuestro aniversario. Nos vemos luego, cuídense mucho.— menciona la nieta de Tritón al ver su reloj del teléfono, luego se despide con un ademán y desaparece entre la multitud.
Evelyn checa rápidamente su reloj de manilla y nota algunas notificaciones en él.
—¿Llamó Mal?— su entrecejo se arruga, de su bolso saca las llaves para prender su camioneta—, Vamos a ver qué pasó. ¿Te molesta si pongo la llamada en el altavoz del auto?— su madre niega ante aquella pregunta—, Okay... Aquí vamos... Hola, M. Estaba en la tienda, perdón por no contestar.
—Hola, E... Hhmm, no te preocupes.— el tono de voz de la pelimorada no sonaba nada bien.
—¿Qué pasó?— cuestiona Evie al encender el motor—, Te escucho rara.
—Mi papá, eso pasó.— responde—, No sé si te conté de Perséfone, pero, ella vino a verme.
—¿La ex de Hades?— cuestiona Regina en voz baja, su hija asiente.
—¿Qué te dijo?
—Sabes que no me gusta hablar por teléfono cuando son cosas así... ¿Vienen en camino?
—Sí, ya vamos para allá. Te amo, M.— dicho esto, la peliazul termina la llamada y suspira—, Siento que Hadie habló con esa diosa.
Regina arquea una ceja, Evie asiente.
—Es que... Hades le mandó una carta a Mal, pero, ella no quiere leerla. Por una razón sencilla, ambas sabemos eso, pero, la quieren presionar.
—A ella no le conviene estar estresada en este momento.— al momento de decir eso, la mujer supo que su hija le iba a preguntar por qué lo había dicho—, Ella me contó que había estado hospitalizada por un cuadro de estrés.
—Ronni, ¿hay algo que no sepa?
Muy bien, Mills, acabaste de meter la pata. Se regaña la mujer pelinegra mentalmente. Niega con la cabeza, siendo bastante segura con su respuesta, y eso que estaba mintiendo.
—Si tú lo dices. Pondré música, ¿romántica?
—No quiero morir de diabetes, gracias.
—Pero, má'... Está bien, tú ganas.— su playlist sintonizó una canción que habría sonado el día del karaoke—, Uy, esta canción... I walk a lonely road. The only one that I have ever known.
El ambiente se tornó silencioso, solo sonaba la canción de Green day en el fondo. Evie comenzó tararear la canción mientras con sus dedos golpeaba con suavidad el volante. Y así fue el trayecto camino a casa. Un silencio tranquilo entre madre e hija, acompañada con una canción que dejaba un claro mensaje:
—Según lo que entendí, todos terminamos en un boulevard con un sueño roto.— murmura Evie antes de bajarse del auto.
—Sí, es verdad. Es ley de vida.— habla Regina al hacerse a su lado—, Me dieron ganas de hacer la bebida que te gustaba.
—Dime que hablas de chocolate con malvaviscos.— ruega la joven—, ¡Sí, sí! Tengo todos los que quieras.
Sí, definitivamente Evie se había convertido de nuevo en la Evie de la Isla. Esa niña que siempre quería estar junto con su madre, que quería estar haciendo cosas con ella, que quería mimos por parte de ella.
Regina besa la frente de su hija antes de entrar al edificio. Sí, aún seguía siendo su pequeña manzanita.
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Gracias por leer, me gustaría saber, ¿qué opinan?
Por cierto, tenemos nueva historiaaaaa.
Os amo.
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