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━016 ❝Tʀᴀᴛᴏs❞













LA FIESTA del compromiso había sido un gran éxito. Todo salió bien a la final, la pasaron bien todos... O bueno, casi todos. 

Pero, lo que podemos destacar de aquella noche, es que: Jay reconoció a su hija, algo que provocó una pelea con la hija de Aurora; sin embargo al chico de cabello largo no le interesaba la aprobación de ella, al contrario, ya no le importaba ese asunto.  El ver a Evie de nuevo fuera de cabales, fue la gota que provocó que por poco la desheredaran. Luego fue chistoso ver como Jennie jugaba con cada uno de sus tíos, en ese instante Lonnie había tomado una decisión con respecto al asunto de su hija y Jay; por último, la fiesta logró ponerse en modo de diversión para todos.

Y bien, habían pasado ya unas semanas después de aquella fiesta, todo había transcurrido más que bien. Los chicos estaban en el hermoso trajín de los parciales y trabajos finales de la universidad, entre ellos, los resultados para saber: quién se graduaba, quién reprobaba, y quién aprobaba para el siguiente semestre. La piel de gallina estaba presente en los estudiantes  de cada facultad, sin excepción alguna; una imperfección en la nota final y podría ser la causante de la pérdida del semestre.

Mal y Evie caminaban por los pasillos principales de la universidad, se iban a dirigir hacia la pared en donde estarían pegados los resultados de los estudiantes de último semestre de universidad.

—Okay, okay... Tengo miedo.— habla Evie, Mal roda los ojos—, No, en serio. Estoy muerta de miedo.

—Pero, si te fue bien en todos los parciales, ¿por qué el miedo?— dice la hija de Maléfica—, De acuerdo, si quieres yo miro los resultados de ambas.

Evie asiente ante la propuesta de su mejor amiga.

La pelimorada suspira y se acerca hacia aquella pared, en donde habían muchos estudiantes que se lamentaban u otros que gritaban de felicidad. Los nervios le provocaron un poco de nauseas como las que había tenido en la mañana; los chicos que habían allí le abrieron el paso para que ella pudiera ver los resultados, al estar frente a la lista con su vista comenzó a buscar el nombre de Evie.

Evelyn Mills - Aprobada.

Sonrió satisfecha al ver que tenía razón. Las notas de su mejor amiga era solo "A+". Tomó una foto para que la chica de cabello azul no siguiera dudando. Luego de haber tomado la foto, comenzó a buscar su nombre en la lista.

Mal Igna Moors - Aprobada.

Sonrió nuevamente. Por fin ya podía decir que era una arquitecta, y más, la arquitecta oficial del reino; ya era hora de comenzar todas las reformas que tenía pensadas para la Isla de los Perdidos.

—¿Qué pasó?— pregunta Evie algo nerviosa. Mal le da su teléfono para que pudiera ver la foto que había tomado de la lista. Los ojos oscuros de la hija de Regina comenzó a dar pequeños brincos mientras gritaba de la emoción—, ¡Me gradúo!— chilla.

—Te lo dije, pelo de arándano.— menciona Mal al abrazarla—, Estoy orgullosa, esta noche se cele- — una fuerte ola de mareo la sacudió fuertemente, provocando las ansias de vomitar—, Baño.

—Ay, no, no, no.— Evie toma a Mal de la mano para alejarse de la multitud. Ella sabía que si llegaba a usar su magia, su mejor amiga se podría poner más mal todavía. 

Por suerte, la pelimorada logró aguantar hasta que llegaron al baño. Una vez más, las nauseas hacían de lo suyo.

—Igna, ¿me ocultas algo?— cuestiona Evie al cruzarse de brazos, Mal acababa de salir del cubículo en el que estaba.

—¿Por qué haría eso?— cuestiona de vuelta, mientras lava su rostro. Evie se encoje de brazo—, ¿Alguna vez te mentí? 

Evie analizó por un momento sus recuerdos, y cuando iba a hablar, su mejor amiga la interrumpió.

—No me respondas eso, te tenía rencor en ese momento.— pide la chica mientras ríe—, Estoy bien, es el estrés lo que me tiene así, o no sé.

Odio mentirte, E. Pero, es necesario por el momento.

—Está bien, está bien. Te creo.— responde Evie—, De todas formas te llevaré al médico de manera forzosa, porque no quiero que te vuelvas a desmayar como hace unas semanas, ¿de acuerdo?

Mal ríe.

—No es necesario, ya fui.

—¿Y? ¿Todo en orden?— pregunta Evie al tomarla de la mano—, No quiero preocuparme más.

Mal suspira. Le gustaría poderle decir que hay mejorías en su embarazo, y que ya pronto se viene la primera ecografía.

—Sí, debo seguir tomando las vitaminas, es todo.— responde—, Por cierto, hablas con la arquitecta oficial de Auradon.

Evie deja de caminar en ese momento.

—Espera... ¡Te lo dije, Igna!

—Vuélveme a decir ese nombre, y no respondo, Evie.— la susodicha ríe—, Lo único que podemos decir es que: ¡Oficialmente nos vamos a graduar!


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Las botas militares rojas de aquella mujer golpeaban el suelo de manera brusca; quizá y solo quizá, aquel afán era el que provocara que ese caminar fuera como el de un caballo que intenta escapar por una solitaria carretera. Y no solo eran sus pies los que avanzaban a gran velocidad, su cabello rosa se agitaba al mismo tiempo, y su pecho subía y bajaba por aquel trajín.

Paró en la esquina de la calle en la que se encontraba, y comenzó a recuperar su respiración. Unos segundos después siguió caminando al meterse por un callejón vacío y oscuro, hasta llegar a una puerta de metal viejo; mirando hacia los lados, sacó una llave para abrir dicha puerta, que provocó un tedioso sonido.

—Llegaste.— habla una voz desde uno de los pasillos.

Aquella chica que acababa de llegar suspira y roda los ojos.

—Sí, llegué.— responde fríamente—, ¿Dejarás que la vea o no?

Una silueta femenina apareció entre la luz, con una niña en brazos.

—Todo depende de lo que dirás el día de hoy.— responde con autoridad aquella mujer.

—Regina Mills está en Auradon.— una carcajada resuena por todo el lugar—, Okay, supongo que lo sabías.

Aquella mujer por fin se deja ver. Catalogarla como una mujer conservada para su edad, es lo correcto. Figura delgada, mirada fría y calculadora, ojos verdes, manos largas y delgadas, vestidura negra, cabello oscuro largo. Tenía una chiquilla de unos dos años en sus brazos.

—Regina no fue muy buena para camuflarse entre la gente aquel día, ni mucho menos quienes le acompañaban.— se explica la mujer mientras acariciaba la mejilla de la niña de cabellos negros, quien estaba dormida en su regazo—, ¿Algo más?— aquella mujer arquea una ceja.

—Tendremos nueva reina en algunos meses, supongo.— la chica de mechones rosados se cruza de brazos al informar eso, su acompañante abre los ojos de par en par—, ¿Te sorprende?

La mujer analiza por unos minutos aquellas palabras, después una sonrisa aparece en sus labios, no era una sonrisa cualquiera, era una sonrisa de maldad pura.

—Oh. ¿Quién diría que esa chiquilla dejaría que el amor nublase sus ideales principales?— se encoje de hombros—, No la creí tan ingenua.

—Pero, tenemos a alguien que podría ayudarnos con esto que vuestra excelencia quiere hacer. Alguien que sería capaz de hacer lo que fuera, con tal de tener lo que desea.

La mujer analiza a la chica con la mirada, después de todo, realmente se había ganado su confianza y más si de por medio estaba esa niña, que al parecer era hija de aquella joven.

—¿De quién hablamos?

—De Audrey. Audrey Rose, la hija de Aurora.


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Día de la graduación.

El sonido de una botella de champagne abrirse, al igual que el de la espuma al derramarse sobre el preciado tapete de Evie, era lo que rodeaba esa burbuja familiar en donde se celebraba el grado de ambas chicas. Lograron organizar un almuerzo en el pudieran compartir todos.

—Foto mostrando los diplomas por favor.— pide Carlos mientras alista la cámara. Las chicas sonríen y muestran sus diplomas de la universidad—, Eso, una linda sonrisa por favor. Listo, los novios podrían pasar para la foto, por favor.

—Ya era hora de tener los diplomas.— comenta Bella mientras mira a las dos chicas con una sonrisa satisfactoria en sus labios.

Carlos y Jane se habían encargado de decorar el pent de Evie. Todo ambientado en colores azules y amarillos, como los de la universidad, en la parte donde se estaban tomando las fotos había una pequeña replica del escudo de la facultad de arquitectura y de química.

—Que queden en las esquinas, con eso por si algo pasa los cortamos.— bromea Regina, Evie la mira con seriedad—, Es broma, hija.

Ben le dio un beso en la frente a su prometida, en cambio Doug le dio un beso en la mejilla a Evie. Así salió la foto, ellas mostrando sus diplomas junto con sus novios, esa sonrisa que ambas tenía era una sonrisa de victoria y alegría.

—Necesitamos a la copia original y a la copia dos punto cero.— pide Carlos al referirse a Regina, Evie comienza a reír—, Es que se parecen, no me lo nieguen.

—Confirmo.— responde Lonnie, tenía a Jennie en sus brazos. La niña estaba jugando con los aretes de su madre—, Pasito Nini, me duele un poquito.

—Oki mami.— responde la niña.

—Es que yo me pude haber fotocopiado, pero, salió algo mejor.— Evie ríe al escuchar eso de su madre. Regina abrazó a su hija, la chica por su parte le dio un beso en la mejilla mientras con sus manos sostenía el diploma.

—Esa pose me recuerda una foto que tiene Evie por ahí.— menciona Carlos mientras enfoca bien el lente para tomar la foto—, Perfecto, me encantan estas fotos.

La sonrisa de Mal se esfuma al ver que a diferencia de su mejor amiga, no podría tomarse la foto con alguno de sus padres, pues, no estaban con ella además no sabía si ellos hubieran estado así de orgullosos como Regina lo estaba de Evie. Podían estar sus suegros presentes, pero, Mal quería sentir un cariño materno o paterno en ese momento. Miró a Ben algo desanimada. En ese momento las puertas del ascensor que comunicaba con la sala principal del pent de Evie, se abrieron, dejando ver a Hadie y a su novia. 

—Llegaron a tiempo de las fotos, ¿por qué se demoraron tanto?— les pregunta Jane al recibirlos.

—Uh, hola, Jane.— saluda Hadie—, Estábamos comprando una cosa para Mal, lamentamos la demora.

Mal dirigió la mirada hacia los recién llegados y sonrió. 

—Llegan a tiempo, para que se tomen las fotos con la gruñona de Mal.— menciona el hijo de Cruella mientras mira las fotos que había tomado.

—¡Hey!— se queja la pelimorada al escuchar ese apodo.

—Esperen a que nos tomemos la foto con mi mejor amiga.— pide Evie al hacerle una seña a Mal para que se juntara para la foto—, Dejemos la foto de todos para lo último, ¿qué dices, Carlos?

—Sí, me parece.

Las tres posaron para la foto, obviamente Mal y Evie mostraban sus diplomas con gran orgullo. 

—¿Los suegros primero, o tu hermano y cuñada?— le pregunta Carlos a la pelimorada, esta se encoje de hombros—, Hadie, Laura, pasen primero por favor. Mal en el medio, gracias.

Hadie primero le da un abrazo a su hermana, Mal corresponde al abrazo de su hermano y luego al de su cuñada. Los tres se acomodan para la foto; Igna en el centro, Hadie a su lado izquierdo le dio un beso en la coronilla a su hermana y Laura a su lado derecho.

—Esa foto me encantó.— menciona Carlos mientras revisa las fotografías tomadas anteriormente—, Los suegros, por favor.— pide amablemente el chico.

—¿Jay dónde está?— pregunta Mal.

—En la terraza.— responde Ben—, ¡Jay!— llama el rey de Auradon.

—¡Ahí les voy!— se escucha desde la terraza.

Mal se dispone para tomarse la foto con sus suegros. Bella y Adam se hicieron a los costados de su nuera y ambos le dieron un beso en la mejilla, así, tal cual, salió la foto. La hija de Maléfica como siempre sonriente. Carlos mientras mira las fotos nota algo que no sabe si decirlo abiertamente o decirlo en privado; así que, elige la opción dos.

—M.— la susodicha se acerca a él—, Me parece o, ¿tienes pancita de embarazada?

Mal abre los ojos de par en par y mira por un momento su abdomen. Aunque tuviese puesta la toga de graduación, había un pequeño relieve. Ella niega.

—Neh.— responde—, Debe ser por la subida de peso que tuve, no es un bebé.

—¿Hay algo que no me has dicho?— cuestiona el peliblanco/negro al mirarla, ella niega—, Okay, confío en tu palabra.

Definitivamente, esto se me saldrá de las manos. Piensa la chica al seguir mirando la foto, de alguna u otra forma algo estaba haciendo que su vientre creciera rápido.

—Las palabras de las graduadas, por favor.— pide Jane mientras cargaba a Nini—, Estás más pesada que la última vez, pequeña.— la niña ríe al escuchar eso.

—A ver, ¿quién habla primero?— le cuestiona la peliazul a su amiga. Mal la señala—, Pero... Okay, está bien. Primero que nada, les agradezco que estén presentes en este hermoso día para ambas, hoy ya por fin podemos decir que somos profesionales y que logramos estos títulos con mucho esfuerzo y dedicación.— comienza a decir la hija de Regina, no obstante, comenzó a sentir un nudo en la garganta—. Quiero agradecerle a mi mamá, porque ella fue esa motivación a superarme en todo momento. Sonará cliché, pero, este logro es de ambas. Le agradezco a mi mejor amiga, porque las veces en que decidí darle de baja a mi carrera, siempre me hizo ver que podía con todo y más.— su amiga hace un puchero al escucharla—, Y ya, espero que disfruten lo que tenemos para hoy.

—Mi turno. Al igual que mi mejor amiga, les agradezco por estar aquí; este día es muy importante para ambas. Tener esto finalmente en nuestras manos no fue nada, nada, fácil; pero, lo logramos. Y me complace anunciar que oficialmente seré la arquitecta real, además de que seré la reina.— anuncia con mucho entusiasmo, en ese momento explotó un objeto que dejó salir confeti y serpentinas. Eso sobresaltó a la pelimorada—, ¡Jay! ¡No me convienen los sustos en este momento!— el susto fue algo fuerte, que provocó una pequeña contracción en su abdomen, Regina y Bella se dieron cuenta de eso. 

Ni modo de decir que tenía un dolor abdominal, porque se darían cuenta del embarazo que estaba ocultando en ese momento. Maldijo en su mente a su amigo, mientras trataba de controlar su respiración. Esos sustos así era los que desde siempre prevenía, para evitar los ataques de ansiedad. 

—Jay, sabes que Mal no puede tener sustos así.— regaña Ben al acercarse a Mal y rodearla con sus brazos—, Tranquila, ya pasó, ya pasó.

Mal poco a poco recupera su respiración. Debía aplicar la técnica que su novio le había enseñado para calmarse.

Cinco, cinco objetos que pueda divisar fácilmente. En este caso: La cámara, el teléfono de Evie, la mesa, su anillo de compromiso, el reloj de la pared.

Cuatro, cuatro frutas que lleguen rápido a la mente: La fresa, la manzana, el kiwi y la naranja.

Tres, tres personas con las que te sientes muy segura en situaciones así: Ben, Evie, Carlos.

Dos, dos olores: El carbón y la loción de Ben.

Uno, el lugar favorito: La playa.

Al llegar al uno, su respiración ya estaba normal, ya se sentía tranquila. 

—Ya pasó, ¿okay?— la tranquiliza el chico, ella asiente con la cabeza—, Vamos a la terraza.— dice antes de darle un beso en la frente.

—Dejaré esto en el cuarto primero, y ya voy... De pasó, tenemos que hablar de algo.— susurra o último, Ben arquea la ceja—, Es del bebé.

Ambos se dirigen rápido a la habitación de la chica. Ella con disimulo cierra la puerta, y aprovecha para dejar su diploma sobre la mesa, al igual que la toga y el birrete.

—¿Qué quieres ha... Wow...— la chica ajustó un poco su vestido, dejando notar su pancita—, ¿Segura de que son tres meses? 

—Tuvimos el ultrasonido hace dos días, y nos dijeron que ya entré en el primer trimestre.— responde Mal recordando su ida al hospital, ese día Ben era un mar de lágrimas—, Tenemos que esperar la ecografía para saber si son gemelos, porque la verdad, se está notando ya el embarazo.

—¿No tendrá nada que ver tu parte de semidiosa?— ella piensa por un momento y después niega—, ¿Será que no?

Mal niega de nuevo.

—No... Ay no sé.— responde ya confundida—, Y otra cosa, ya hay una persona que sabe que estoy embarazada.— el castaño se sorprende al escuchar eso—, La mamá de Evie, y creo que tu mamá ya se está dando cuenta.

—¿Dándome cuenta de qué?

—Quiero llorar.— advierte Mal al ponerse nerviosa por ver a su suegra en frente de ellos. 

Ya no había vuelta atrás, o le decían o le seguían mintiendo.

Ben intercambia miradas con su prometida, ella se relamió sus labios rápidamente.

—¿Qué me están ocultando, muchachos?— cuestiona la mujer castaña al cruzarse de brazos después de cerrar la puerta.

—Eh, mami como verás no-

—Estoy embarazada.— Mal interrumpe a su novio con esa frase, la cual dejó algo perpleja a su suegra—, Tengo tres meses de embarazo. Por eso es que desde que salí del hospital ando rara; no habíamos dicho nada, porque es un embarazo de alto riesgo, lo queríamos ocultar mientras tomábamos mejorías.

Bella los analizaba con la mirada, la noticia le había sorprendido mucho. Después de un minuto, ella suspiró.

—Díganme que no me están jugando una broma.

Mal niega y vuelve a ceñir su vestido, dejando así, ver su abdomen. Ben coloca su mano derecha sobre la mano de la chica y ambos sonríen.

—¡Dios mío, felicidades!— exclama la mujer antes de darle un abrazo a su nueva y después acariciar la pancita—, ¿Ya tienes la dieta? ¿Ya hubo el ultrasonido o la ecografía? ¡Cielos, tengo muchas preguntas!

—Mamá, no le digas a mi padre, ni a ninguno de los chicos, por favor.— pide Ben con amabilidad—, Nosotros ya veremos el momento para decirles a los demás sobre el bebé.

—¿Alguien más sabe de esto?— pregunta Bella.

—Es posible que la mamá de Evie se haya enterado por cuenta propia.— responde Mal al respecto—, Y en ese momento no es que se notara mucho mi vientre.

—¿Estás segura de que solo es uno? Porque recuerdo que mi embarazo con Ben se notó hasta el sexto mes.— recuerda la ex reina de Auradon, Ben ríe al escuchar eso—, Pero, ya sabiendo que pronto habrá un bebé en la familia, me van a tener que soportar, porque siento que se viene la competencia para saber quién será el favorito del bebé.

 —Obvio que seré yo.— Mal se sobresalta al escuchar la voz de Regina. La mujer estaba recargada en el marco de la puerta limando sus uñas—, ¿Qué? Fue la primera que se enteró.

—Pero no eres la abuela, Ronni.— protesta Bella al mirar a la mujer de cabellos negros.

Una sonrisa se dibujó en el rostro de Mal, iba a presenciar la mejor discusión de su vida, y eso que el bebé aún no había nacido. Ben intercambió una mirada preocupada con su prometida.

—Disfrutemos esto.— le susurra ella, el castaño se limita si quiera a tomar una bocarada de aire.

—Ay mi querida Bella.— Regina deja la lima de lado y mira a la madre de Ben—, Mal es como una hija para mí, además, aquí sabemos que soy más cool que tú.

Mal dejó caer su mandíbula al escuchar aquella frase por parte de Regina.

—Oh, ¿eso es lo que crees?

—Debí haber grabado esto.— murmura Ben, Mal asiente.

Regina y Bella quedan frente a frente.

—Ya veremos a quién de las dos va a preferir el bebé.— bufa la madre de Evie—, Así que, te daré un poco de ventaja, porque dudo que ganes.

—Ya lo veremos.

Ambas mujeres salieron de la habitación, no sin antes chocar la una con la otra. La pareja de novios al encontrarse solos comenzaron a reírse.

—Créeme que esto no lo vi venir.— Ben es el primero que para de reír para intervenir—, Creo que se viene una buena guerra.

—¡Por todas las fresas! ¿Eso qué fue?— la pelimorada seguía riendo—, ¿Cómo crees que actuará tu papá? Yo creo que peor.

Después de un rato de risas por lo que acababa de ocurrir, ambos se tomaron de la mano y salieron de la habitación para ir a donde se encontraban todos. Una pregunta se cruzó por la mente de Ben, pero, no sabía si era conveniente decirla ya o esperar el momento para preguntarle a su novia con respecto a la carta de Hades.

—Ya sé lo que me preguntarás, no hace falta que te limites.— menciona la hija de Maléfica con voz neutral—, La leeré pronto.

—No necesitas darme explicaciones, es tu decisión, ¿de acuerdo?— Ben besa la frente de su novia antes de que salgan a la terraza, en donde la parrilla estaba encendida, la música a tope, globos por todo lado al igual que las fotos y videos de recuerdo.

Y así fue, todo en paz. Habían faltado varios del team de amigos, pero, su ausencia era entendible. Más que todo por el tema de la universidad, aunque, hubo una persona que no fue por ese tema.

Dejando esto de lado, nuestras graduadas la pasaron más que bien, obviamente siendo el centro de atención. Como lo tienen de merecido.

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En una de las sucursales de la cafetería de Ally, se encontraba una castaña impaciente por la llegada de una persona que la había citado después de su última práctica en el hospital. 

Mirando su fino reloj gucci de manilla, golpeaba la mesa con sus largas y finas uñas pintadas de un coral muy suave; su cabello era despeinado por la brisa cálida que soplaba con algo de brusquedad. Dio un pesado suspiro al ver las fotos de las storys de sus amigos frente al grado de Mal y Evie, rodó los ojos al ver la foto donde estaban su ex novio y la futura reina de Auradon, y luego otra foto en donde Jay estaba con la pequeña Nini: con esto bastó para que apagara la pantalla de su teléfono y mirara hacia los lados.

Las campanas del lugar sonaron, lo que indicaba que había llegado una persona más al establecimiento. Sin embargo, a ella no le importó.

—Oh, veo que llegaste desde hace vario tiempo.— habla una voz femenina tras ella.

Audrey roda los ojos.

—¿Sorprendida? Me acostumbraron a llegar temprano a todo.— responde mientras mira como la chica que estaba frente a ella, toma asiento—, ¿Para qué me quieres?

—Te enseñaron muy mal.— suspira—, En la Isla siempre nos decían que el pájaro que llegaba tarde le quitaba la lombriz al que había llegado de primeras; en teoría, siempre te encontrarás algo mejor.— añade, la hija de Aurora solo arquea la ceja al respecto—, Por cierto, soy Mad Maddy.

La chica de mechas rosadas le ofrece su mano a la princesa, y esta la estrecha después de sonreírle. Audrey jamás se abría imaginado la belleza única de aquella chica isleña; tez color canela, ojos que podrían camuflarse como claros u oscuros, el cabello perfectamente peinado, las mechas rosas destacaban su piel, y ni hablar de la pinta de biker vibes

—Audrey Rose.— se presenta—, ¿Podrías responder mi pregunta?

—Lo sé, nos conocimos en la despedida de soltera de Ariana.— recuerda la morena, Audrey solo asiente al respecto. Ella era esa chica que le había ofrecido el mejor coctel del mundo.

Maddy desabrocha el cierre de su chaqueta de cuero negro para quitársela, luciendo así su camisa negra de manga corta, luego se dedica a ver el menú de la tienda.

—A veces extraño el café negro como tu alma del Bazofias, pero bueno.— murmura para sí la morena, después levanta la mirada hacia la princesa rosa—, Lo que te voy a decir te va a gustar un montón, y más, porque podrás obtener lo que quieres.

Una sonrisa malvada se dibuja en los delicados labios rosa de Audrey. Era ahora o nunca el recuperar su felicidad para siempre, no le importaba el costo que fuera a pagar, ni a quiénes debía sacrificar por ello.

—¿Qué debo hacer?

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