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━015 ❝Sᴏʏ ᴘᴀᴘᴀ́❞







CREO que nuestro plan de ir al cine es algo tonto.— menciona Doug mientras entrelazaba su mano con la de Evie.

—Te amo...— dice ella de manera inconsciente—, Digo, sí, ir al cine. Es buena idea.

—Sí, yo también.— Evie sonrió de manera ladeada al igual que él.

Mientras los invitados celebraban el compromiso de la pareja real, Audrey examinaba la escena con todo el dolor profundo que sentía en su corazón. Sus nudillos estaban muy blancos, ya que desde hace un par de minutos estaba apretando muy fuerte sus puños por la rabia y la tristeza que estaba sintiendo. Unas lágrimas se deslizaron por sus mejillas. En ese instante ella agradecía haber usado rímel a prueba de agua, para que su maquillaje no se cayera y la hiciera ver horrible.

Es ahí cuando ella se pregunta si realmente era feliz con Jay, o aún habían sentimientos por el rey de Auradon.

—Nunca me arrepentiré de haber dicho lo que dije el día de la graduación.— Audrey se sobresalta al escuchar una voz femenina algo grave. Ella gira sobre sus pies para mirar quién era esa persona: Ariana Rose—, Para la familia ya no eres más sino un cero a la izquierda.

—Ya es suficiente con que me quitaras mi corona, Ariana...— la castaña habla entre dientes. Ariana se encoje de hombros—, ¿Qué mierda haces aquí?

La sobrina del rey Felipe Rose comienza a reír.

—¿Tú crees que fui yo?— Audrey asiente—, No, querida. Tú abuelita dejó todo escrito en el testamento; ¡Oh, cierto! No te llamaron a ti ese día.

Su familia realmente ya la había excluido por completo.

La rabia crecía en el corazón de la chica, lo cual hacía que este se llenara de odio profundo hacia los demás. Todo por un estatus que para ella era importante.

—Me sorprende que te hayas vestido como una prostituta barata hoy.— demanda la morena, la hija de Aurora bajó su vista hacia su vestimenta—, Si quieres que por lo menos uno de tus descendientes tenga la corona de Auroria, debe ser de sangre real, no de sangre inmunda.

—No digas eso de Jay, Ariana.— dice entre dientes, su prima le resta importancia.

—Admítelo, Aud. Desde que terminaste con Ben, ya no eres nada.— dice—, Mi tía no perdió a su príncipe ni dormida. Y tú si lo perdiste en un partido, qué triste.— Ariana hace un puchero con sus labios.

—¿No crees que ya me siento bastante mal, Arianita?— Audrey dirigió su mirada hacia Mal y Ben, quienes en ese momento se habían dado un corto beso en los labios. Su querida prima la rodeó con su brazo por los hombros—, No me toques.

Una risa cínica por parte de la princesa se escuchó.

—Ay, primita. Créeme, yo no quiero ser reina; pero, con tal de verte sufrir, lo hago.

La hija de Aurora tensó su mandíbula y apretó sus puños. Debía controlarse, o en cualquier momento golpearía a su familiar. En parte, ella veía que su prima tenía razón, por eso mismo le dolían tanto las palabras que salían de sus labios.

"¿Dónde está mi final feliz?"

—Por cierto, mi tía Aurora vino a verte.


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—Estoy comprometido.— exclama el joven rey aún estupefacto por lo que había pasado anteriormente. Sus amigos lo cierran en círculo para comenzarlo a felicitar y darle unas palmadas en la espalda.

—¡EHHH!— gritan los chicos.

Mal bajó corriendo de la tarima para ir directo hacia donde su mejor amiga. Ya por fin podía descansar de esa duda tan grande que había tenido desde hace unas semanas.

—¿Estabas enterada?— pregunta la pelimorada con bastante emoción, Evie la abraza. 

—¡Lo sabía todo!— responde la hija de Regina—, Sé que serás una gran reina.— añade al acariciar la mejilla de su amiga, Mal ríe—, Okay, dibujé como mil modelos de vestidos para tu boda, y Bella fue la que planeó esta fiesta de compromiso.— comenta la consejera real al mirar a Bella.

—¡Qué bueno que le dije que sí!— exclama Mal antes de acercarse a ellos.

—¡Hola, un abrazo!— saluda el padre de Ben antes de darle un abrazo a la novia de su hijo.

—¡Aw, hola!— responde la chica al corresponder el abrazo por parte de su suegro. Al separarse de Adam, Mal va directamente hacia Bella y la abraza.

—¡Voy a tener una hija!— dice la madre de Ben al abrazar a su nuera.

En ese instante llega Ben hacia donde sus padres, saluda primero a Adam.

—Te felicito hijo.— dice el adulto al chocar puños con su hijo.

—Gracias papá.— responde el rey de Auradon.

Mal se separa y le sonríe.

—Te quiero mucho, Bella.— menciona la pelimorada, su suegra sonríe.

—Aw, y yo a ti.— menciona la ex reina antes de abrazar a su hijo—, Por fin, pensé que nunca lo dirías.

Ben miró a su madre diciéndole "¿en serio?", pero luego comenzó a reírse junto con ella.

—¡Cariño!— exclama el Hada Madrina al abrazar a la futura reina de Auradon—, Estoy muy feliz por ambos.

Ben abraza por la cintura a su novia; la susodicha miraba con delicadeza su anillo de compromiso.

—Creo que le gustó.—murmura el muchacho al señalar a Mal.

Bibbidi, bobbidi, ya lo creo.— dice la mujer para calmar al muchacho. Mal y Ben ríen.

Carlos, Jay y Evie se acercaron a ellos.

—¡Inclínense todos, ante su majestad!— anuncia Jay siendo divertido antes de hacer una reverencia, Evie y Carlos lo imitan.

—¡Oh, sí! ¡Su real purpuridad!— bromea el pecoso en un tono muy formal al hacer la reverencia.

La pelimorada mueve su mano lado a lado, con delicadez.

—Silencio, campesinos molestos.— responde en broma la futura reina de Auradon. Evie comienza a reír, y sus otros dos amigos siguen fingiendo una gran e inspiradora seriedad.

—Como diga, mi señora.— habla Jay.

—Su enojosidad.— Carlos al decir eso comienza a reír antes de abrazar a su hermana mayor—, Bueno, esta es la parte de las advertencias. Sugerimos la presencia de la copia original de Evie.

Evie frunce los labios al escuchar como mencionaron a su mamá.

—No puedo creer que digan eso de mí mami.— bufa la chica antes de ir por su madre en compañía de su novio.

Jay y Carlos se pusieron ahora sí en modo serio. Era hora de hacerle las advertencias al rey de Auradon con respecto al trato y convivencia con Mal. Ben, sabiendo lo que le esperaba a continuación, comenzó a rezar por su vida; el hijo de Cruella miraba hacia los lados, exactamente buscando a una persona que había invitado.

—¡HADIE, VEN!— grita, Jay le pega en el hombro por haberle causado un gran susto. 

Jay, Ben y Mal dirigieron su mirada al hijo de Hades. La primera sorprendida fue Mal, al ver a su hermano; la persona que lo invitó fue Ben, era un buen momento para que ambos socializaran un poco más.

—¡Por nuestro tío Zeus!— exclama Hadie antes de saludar a su hermana mayor, quién aún estaba en estado de shock—, ¡Estoy muy feliz por uste-

—Hey, hey, hey.— interviene Jay—, No te aceleres a la felicitación, debes entender que si te llamamos es por algo, recuerda que tú hermana se casa.

—De acuerdo, ya oí.— el chico se cruza de brazos al lado del pecoso—, ¿Ya podemos hablar o toca esperar?

Carlos le hizo una seña para que esperara. Unos segundos después, Evie apareció con Regina, se hicieron al lado de los chicos; esa fue la señal para que Jay tomara la palabra.

—Primero que nada, bue-

—No, no, no.— interrumpe Evie a mover su dedo índice hacia los lados—, Tú no tienes ni voz ni voto, porque nosotras te advertimos lo que pasaría si le terminabas a Lonnie, y la dejabas herida.

—Muy cierto.— Mal y Ben dicen en unísono.

—Con todo el respeto que ustedes se merecen.— habla Regina—, Creo que la advertencia la debo hacer yo como tal, y no solo para Benjamin, también para tu novio, Evelyn. 

Mal comenzó a ocultar su risa al escuchar eso. De esa advertencia no se iba a salvar nadie, absolutamente nadie. Carlos miró a Ben, Ben a Jay, luego Jay a Hadie, y por último Hadie a Doug. 

—Tú te vas a casar con Mal, ¿verdad?— comienza a hablar la madrastra de Nieves, Ben se limita a asentir—, ¿Qué significa un matrimonio?— cuestiona la mujer. Ben iba a responder, pero ella lo interrumpió—, Respeto, confianza, amor, empatía, y responsabilidad. Algo que no solo deben prometer en los votos matrimoniales, sino también en su camino como esposo. Ustedes pueden llevar hasta treinta años como novios, pero, todo se define en el momento en que deciden ser uno solo por el resto de su vida. Antes de dar mi advertencia... Pueden iniciar ustedes, ya que veo que están emocionados por hacerlo.

—Me da igual que seas mi mejor amigo.— comienza Evie, mira al castaño con seriedad—, Si la haces llorar, por un motivo que no sea un bebé: te juro que no vas a tener un sueño tranquilo, ni una muerte tranquila, ¿okay?

Ben se tensó al escuchar las palabras de Evie, era una advertencia severa.

—Bueno, es mi turno.— Hadie se aclara la garganta antes de hablar—, Ella es mi hermana, así que... La dañas, y te vas para el inframundo. Ni eso, porque mi padre no le gustaría verte allí.

—Teeenso.— murmura Jay.

—Yo solo diré cuatro palabras: Tres metros bajo tierra.

Ese fue Carlos.

Regina sonrió al escuchar eso.

—Listo. Voy yo.— habla la reina—, Mal es como una hija para mí, así que, si llega a pasar algo, no respondo si convierto en cenizas tu corazón. 

Mal no aguantó más y dejó escapar las ganas de reír que tenía atoradas desde hace unos minutos. En cambio Ben se puso pálido al escuchar lo que dijo la madre de Evie. Todos sabemos que Ben no lo haría, pero, los chicos quieren tomar precauciones por si las moscas.

—Ya oíste, amorcito.— murmura Mal mientras ríe, el pobre chico asiente aún nervioso—, Aquí aprovecho para decirle a Doug lo mismo que dijo Regina, gracias.

—No hace falta, ya hablaremos luego.— Doug sintió que por primera vez su alma dejó su cuerpo, porque su suegra habló en serio—, Vayamos a donde están los de-

—¡AAHH!— grita Jane antes de lanzarse sobre Mal para abrazarla—, ¡Por fin boda Beaaaal!

Al abrazo se suma Lonnie, quien tenía a la pequeña Jennie en sus brazos, Mal comenzó a hacer chillidos debido a la ternura al conocer por primera vez a la hija de Jay y Lonnie.

—¡Ay, qué belleza!— exclama mal en un tono tierno, la niña escondió su cabeza en el cuello de su madre—, Nena, no te haré nada, soy tu tía Mal.

—Si que se parece a Jay.— le murmura Carlos a Ben, el rey de Auradon asiente—, Abran paso, aquí vienen los tíos más cool de todos los tiempos. ¡Eres preciosa, nena!

Lonnie ríe ante los cumplidos que le dan a su hija.

—Amor, saluda a tus tíos, ¿recuerdas que te hable de ellos?— Jennie asiente aún estando escondida—, Papá está aquí también.

Mal torció la comisura de sus labios y volteó a mirar a Jay, él se había marchado. Aún su corazón no estaba preparado para ver que lo que pasaba era cierto, que Jennie era su pequeña hija.

—¿Puedo cargarla?— pregunta Mal, Lonnie mira a su hija—, Mira, preciosa. También tengo alitas de dragón como tu peluche.— la chica muestra la parte de atrás de su vestido.

—Pero.— protesta Carlos—, Yo quería primero, soy el tío.

Jane le pega en el brazo y luego lo toma de la mano para poderse ir hacia la pista de baile.

La pequeña niña levanta la cabeza y aplaude al ver lo que la pelimorada le había mostrado; ya que por lo visto, a la niña le gustaban los dragones. Miró a su madre de una manera en la que le estaba pidiendo permiso; Jay no podía negar que esos ojos oscuros no eran iguales a los de él, y mucho menos negar aquel carácter que había adquirido por ambos.

—¿Quieres que Mal te alce?— le pregunta Lonnie a su hija, la niña asiente—, Okay, ten mucho cuidado con Jennie, ella no puede comer tanto...

—¿Te gustan las fresas? ¿Sí? ¡Ay, vamos a comer!

—Dulce.— Lonnie termina la frase cuando ve como Mal camina con su hija hacia la mesa de postres—, Siento que ya la perdí.

—Y eso que no me la has dejado a mí.— dice Evie para luego reír, Lonnie la mira confundida—, ¿Qué? Si sabes que tu hija va a ser muy consentida por nosotros.

—Hija, para nadie es un secreto que Mal y tú serán las que no dejaran que se lleven a esa preciosura. Aunque ni yo tampoco, pero, sí.

—Como que me dieron ganas de quedarme en Auradon.— confiesa la hija menor de Mulán—, No será mala idea después de todo.

Mal fue a la mesa de bocadillos con Jennie en brazos; la pequeña niña jugaba con sus deditos mientras Mal analizaba qué tomar de la mesa; habían muchas cosas deliciosas.

—Cielito, ¿quieres fresas con chocolate?— la niña frunció el ceño—, ¿Tu mami no te ha dejado probarlas?

—Nou.— respondió la pequeña niña.

La dama de la corte mira con disimulo hacia los lados; Lonnie no estaba poniéndoles cuidado, así que, no era malo romper las reglas por una noche.

Tomó una pequeña fresa y la puso en la fuente de chocolate negro y luego en la de chocolate blanco; dejó que escurriera un poco sobre el plato, y con cuidado le dio la fresa a Nini, puso su mano bajo el mentón de la niña para que no manchara su vestido. Jennie le dio una mordida a la fresa.

—¿Te gustó, hermosa?— la niña asiente mientras chupa uno de sus dedos que tiene chocolate. Mal sonríe—, Es nuestro secreto, ¿okay?

La pequeña sonríe y asiente mientras su mirada sigue en la fuente de chocolate. Mal le dio un beso en la mejilla antes de tomar otras fresas.

—Si tu mamá te deja quedar, te prometo que te dejaré desordenar mi cuarto.


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La fiesta no había llegado a la parte en donde todos salen a bailar y se vuelven más que locos. Todo estaba en un aire muy tranquilo. Tan tranquilo, que ya era bastante raro que ocurriera eso; aunque, solo habían pasado unas horas. 

Audrey se encontraba sentada en una mesa alejada, tenía la chaqueta de su novio puesta. Las palabras de su prima todavía se escuchaban en su cabeza; tal es así, que ni siquiera con las cuantas copas que se había tomado, habían logrado desaparecer aquella tristeza y aquel odio que corría por sus venas. 

Ni siquiera su canción favorita, que había comenzado a sonar, había sido capaz de levantar su ánimo. Lo único que quería en ese momento, era que por lo menos pasara algo que prometiera que su vida cambiara. 

—Audrey, hija.— habla la reina de Auroria.

—No mamá, no quiero nada...— responde la chica con seriedad, la rubia se sienta a su lado—, Ya Ariana me contó todo... ¿Por qué fueron capaces de ponerme cual cero a la izquierda? ¿Por qué no me dijiste lo de mi abuela...?

La reina Aurora suspira. Hablar con su unigénita iba a ser más difícil de lo que pensó.

—Hija, tu padre dio la orden.

—¿Y tú no fuiste capaz de hacer que entendiera que su hija no está muerta?— reprocha la nieta de Stefano, su madre baja la mirada—, ¿Por qué no pueden dejarme ser feliz? ¿Por qué, mami? 

Aurora no dijo nada, dejó que su hija continuara, al fin y al cabo tenía la razón.

—¿Qué sigue? ¿No dejar que me visites? ¿Olvidarán mi cumpleaños?— sigue cuestionando la chica, sus ojos se estaban llenando de lágrimas—, ¡Dime algo mamá! ¡No te quedes en silencio!— su progenitora no dijo nada, seguía en silencio. Audrey tomó otro sorbo de vino; no estaba preocupada por embriagarse, ni por quedar en ridículo en frente de todos. Ya nada le estaba importando.

—Hija, yo...— hace una pausa—, Lamento tanto que tengas que pasar todo esto... Quiero que papá cambie de opinión, pero, él no quiere aceptar que su princesa tenga a un plebeyo como novio, cree que te mereces más que ello.

Audrey deja escapar una carcajada llena de cinismo.

—¿En serio, madre?— Aurora no interviene—, Ustedes siempre se han fijado en las apariencias de los demás. ¿Alguna vez te preguntaste lo que yo quiero? ¡No! Siempre estuve sujeta a todo lo que mi abuela decía, siempre... Y aún muerta, ella me atormenta.

—Audrey... Eso fue error mío. ¿Crees que el haberte tenido siendo una adolescente iba a ser fácil?— la castaña dirige la mirada hacia su madre—, Cuando supe que te tenía dentro de mí, tenía apenas diecinueve años. Y mi madre decidió que te iba a criar, porque realmente yo no sabía como. Debía manejar un reino, y debía estar pendiente de ti... Nunca creí que el no haber estado contigo, iba a ser algo que saldría mal.

—¿Hasta ahora lo reconoces? ¿Hasta ahora te das cuenta que siempre quise que mis padres me leyeran un cuento para dormir?— cuestiona la castaña—, El abuelo fue la única figura familiar que me quiso, que siempre estuvo en desacuerdo en todo lo que me hacía mi abuela... Siempre te pedía que estuvieras conmigo. ¡Pero nunca lo escuchaste!— las lágrimas descienden por sus delicadas mejillas—. ¿No quieren volver a saber nada de mí? Okay, está bien. 

La reina de Auroria niega con la cabeza. Su hija la estaba poniendo entre la espada y la pared.

—No, eso es lo que no quiero hija... Por favor.— pide la rubia al borde de las lágrimas—, Por favor, no me hagas eso, amor.

Audrey solo observa su copa de vidrio, limpia su nariz con el dorso de su mano. Se estaba dejando nublar por la tristeza y por el odio.

—A la mayoría no los quieren por ser suficientemente buenos... A mí por no ser mala...— murmura la princesa—, Toda una vida preparándome para poder ser una buen reina; siempre me vi como la futura gobernante de Auroria... Siempre quise ser una buena reina como tú, mami. Pero, todo se fue a la basura.

Aurora cambió su expresión al escuchar decir esas palabras que provenían de la boca de su hija; ahí mismo se dio cuenta que todo se le había salido de las manos. Todo.


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Jay se encontraba mirando todo lo que ocurría en la fiesta. No había querido acceder en la propuesta de ir a bailar; no mientras se sentía abrumado por muchas cosas que estaban sucediendo en un mismo tiempo.

Lo de Audrey, lo de Lonnie...

Eran muchos aspectos que hacían querer tomar su moto e irse muy lejos para poder tener la paz que tanto necesita en ese mismo instante. Su padre siempre le había dicho que huir era de cobardes, que era mejor afrontar las consecuencias, a excepción de la parte en donde te quieren meter en la cárcel. 

Dirigió su mirada hacia donde estaba Audrey. La chica miraba a la nada mientras su madre le hablaba, quizá estaban aclarando las cosas, era lo que pensaba el joven VK. Luego dirige su mirada hacia donde se encuentra Lonnie con Jennie en brazos, la niña estaba jugando con su peluche de dragón.

¿Realmente es mía?

La duda aún lo carcomía. La noticia de que le habían ocultado por dos años que tenía una hija, lo había impactado mucho; y eso era lo que le hacía pensar que seguramente esa niña no era de él. Agregando como un comodín, todo lo que le había dicho Audrey sobre ello. Aunque, ¿era bueno creerle al drama que había armado su novia? Realmente no. Jay sabía algo que siempre tuvo en claro, y era que Lonnie nunca mentía. Al saber eso, se sentía culpable por haberla tratado de esa manera el día domingo.

—Hey, ¿qué haces?

Era Lonnie.

Él levanta la mirada y alza las cejas.

—Nada, por el momento.— responde fríamente.

—¿Puedo sentarme aquí?— le pregunta la hija de Mulán, Jay asiente.

El silencio comenzó a construir una barrera entre ellos. No era un silencio tranquilo, era uno cargado de mucha tensión entre ambos.

Lonnie tenía la vista en Jay, pero a la vez en su pequeña hija. Esta vez Jennie estaba con Jane y con Carlos; la niña se estaba riendo por todas las tontadas que se le ocurrían al pecoso por el momento, una sonrisa inmediatamente aparece sobre sus labios.

—¿Por qué me ocultaste que estabas embarazada?— cuestiona Jay aún de brazos cruzados y sin mirarla.

La sonrisa de la asiática se desapareció, era hora de responderle esa pregunta que ella misma se hace todos los días.

—Quizá porque veía que ya tus miradas de amor no eran para mí...— responde—, Supuse que no querías que me interpusiera entre el amor que comenzabas a sentir por Audrey. Y no te culpo, nadie se resiste ante los encantos de ella.

Jay niega.

—Lo hubiera hecho.— dice—, Me hubiera hecho cargo de ella.

—Te conozco Jay, y sé que no.— contraataca Lonnie—, Si me terminaste de una manera tan estúpida e inmadura, ¿Cómo hubiera sido si te hubiese dicho en ese instante que estaba esperando una bebé? O me tratas como la peor basura y me pides que me aleje; o tú saldrías corriendo como un cobarde.

Jay sabía que la madre de su hija tenía razón. En ese momento, se había fijado mucho en Audrey, que ni siquiera fue capaz de entender que lo que estaba haciendo era algo erróneo; no era nada comparado como el robarle dulces a un bebé. En ese momento fue capaz de destruir los sentimientos de una persona que lo amaba de verdad.

—Soy un tonto.

—Lo sé.— el hijo de Jafar mira a Lonnie, ella se limita a reír—, Un tonto al que le di todo mi amor, y al que le di una hija que ni siquiera quiere reconocer.

—No empieces, Lonnie.

—Ajá.— la pelinegra se cruza de brazos para luego mirarlo de nuevo. Por primera vez en mucho tiempo, sus miradas se volvieron a encontrar—, No te pediré que estés en su vida, si eso quieres. Solo deja que te conozca.

El hijo de Jafar toma una bocanada de aire , y analiza la situación por un momento.

—¿En serio es mi hija?

—Tiene tu marca de nacimiento, justamente en el hombro derecho, igual a ti.— responde Lonnie, su ex pareja abre los ojos de par en par—, Tengo los análisis de ADN, porque sabía que me los pedirías. 

La duda no tendría que seguirlo atando a una gran columna de la misma, porque ya la verdad Lonnie la había puesto sobre la mesa cual bandeja de plata.

—Carlos me dio algo tuyo, con eso pude hacerle los análisis a Jennie esta semana.

Se llama Jennie... Piensa él. Ese era el nombre que habían planeado por si llegaban a formar una familia; la idea la dio Jay, a partir del shippeo que hacían sus amigos.

—Yo digo que, a nuestro nombre de pareja, o sea Jonnie.— Lonnie ríe mientras sigue leyendo— Le quitamos la "o" y ponemos una "e", y listo, tenemos el nombre de nuestra hija.

—¿En serio quieres formar una familia conmigo, a pesar de que sé que te da miedo hacerlo?— cuestiona ella al dejar de lado su libro "El principito".

Jay sin dudarlo asiente y luego le da un beso corto en los labios a su novia.

—Contigo todo vale la pena.

Fue entonces, que aquel recuerdo hizo que por fin cayera en cuenta de que todo el tiempo le dijeron la verdad, pero siempre quiso tener una venda en los ojos para no creer nada de lo que pasaba a su alrededor. El temía, temía llegar a dañar a su novia con ello, pero, realmente iba a dañar a una niña de casi tres años de edad.

—Quiero verla.— puntualiza el muchacho.

Lonnie lo analiza con la mirada y luego asiente.

—¡JANE!— la susodicha dirige la mirada hacia su amiga. Lonnie le hace una señal para que lleve a Nini con ella.

La hija del Hada Madrina le indicó a Jennie que su madre la llamaba; tomándola de la mano, se dirigen hacia aquella mesa, el corazón de Jay comienza a latir más rápido de lo normal al ver a esa pequeña de vestido rojo caminar hacia ellos.

—Aquí estás mi chiquilla traviesa.— habla Lonnie al tomarla en brazos, la niña ríe—, Amor, ¿te acuerdas que te dije que papá estaría con nosotras hoy?

Nini asiente mientras chupa su dedo pulgar.

Jay se levanta de su asiento y se acerca a ellas, toma un pequeño respiro. 

Era hora de tomar buenas decisiones, era hora de madurar y enfrentar que ya era padre.

—Jennie, hola.— la niña de ojos rasgados dirigió la mirada hacia él, su expresión era seria—, Eres igualita a tu mamá, ¿te lo han dicho?

Las mejillas de la pequeña se tornaron rosadas, lo que hizo que escondiera su cara entre el cuello de su madre. Lonnie dejó escapar una sonrisa.

—Nini, soy papá... Tu papá.





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Gallery of the new characters

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 Regina Mills - Lana Parrilla

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Arabella Triton - Jade Thirlwall

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Jennie Lil' - Jennie Kim

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Gracias por leer.

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