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━002 ❝Sɪ́﹐ sɪ ᴇs ᴄᴏɴᴛɪɢᴏ❞

Evie, Jane y Carlos veían como Mal y Ben se iban. Cuando la pareja ya estuvo lo suficientemente lejos, comenzaron a reírse.

—Parecen todavía niños.— menciona Evie sin dejar de reír. Jane apoyó esa idea.

—Bueno, ya que nos quedamos aquí, ¿vamos a recoger lo que nos dijo el Bestia o no?— pregunta Carlos, Jane lo codea por haber dicho lo último—. ¡Auch!

—Deja de decirle así.

Esa fue Jane.

—Sí, aprovechemos que Mal no estará esta noche. Eso nos da una gran ventaja.— explica Evie antes de comenzar a grabar una nota de voz, que iba a ser enviada a Bella.

—Evie, una pregunta.— Jane llama la atención de la consejera real. Ella le sonríe —, Ya tienes los vestidos, ¿cierto? Es que siento que es mucho trabajo para ti.

Evie ríe.

—Los terminé hace tres días.— responde la chica, haciendo que Carlos comenzara a toser, y Jane mirara a Evie con asombro—, Ustedes saben que yo soy muy rápida en esto. Me falta es terminar el vestido de Mal.

Dicho esto, los chicos comenzaron a recoger lo de la mesa, y a guardar algunas cosas en sus respectivas maletas. Después comenzaron a caminar hacia la camioneta negra de Evie, para luego cada uno subirse por algún lado de dicho vehículo.

—¿Qué hiciste con tu Renault?— le pregunta el pelinegro/blanco mientras se ajustaba el cinturón de seguridad.

Evie acomodó el espejo retrovisor, al igual que su cabello. Y encendió el radio.

—Lo tiene mi madre.— respondió la hija de Regina.

—¿¡Qué!?— dijeron en unísono Jane y Carlos. Estaban algo confundidos.

Evie rodó los ojos mientras reía de la expresión de los chicos.

—Toda reina merece su propio carruaje. Además, su majestad, el rey Benjamín, mi cuñado; me permitió hacer eso.— explica la consejera real bastante orgullosa—, Mi pregunta es: ¿a qué centro comercial nos dijo Ben que debíamos ir?

—Me parece bien eso. Tienes una linda relación con tu mamá. — habla Jane mientras revisa el mensaje de Ben—, Al central. En la plaza principal de Auradon.

—Llevo viviendo siete años aquí, y aún no me sé los nombres de los centros comerciales.— comenta Carlos—, Ni las direcciones. Qué decepción.

—Considero que para eso está maps.— confiesa Jane.

Evie se detuvo al ver el semáforo en rojo. En ese instante su teléfono comenzó a vibrar. La chica tomó sus auriculares bluetooth para poder contestar la llamada.

—¿Aló?— habló la chica.

—A que es Doug.— habla Jane mientras mira por la ventana.

Carlos ladeó la cabeza y suspiró.

—Yo digo que es Ben.— dijo él.

Evie estaba concentrada en la llamada telefónica, y en oprimir el claxon a cada rato al comenzar a manejar de nuevo.

—Me voy a estresar... No, no, no, es que voy manejando. ¿No era el anillo, Bella? — dice la chica; esta lleva su mano a su frente, preparar esa sorpresa no sería nada fácil.

La pareja de novios, que va sentada en el asiento de atrás, comienza a hacerse gestos para poner cuidado a lo que habla la peliazul. Ahí es donde se dieron cuenta, que ninguno acertó con respecto a lo que habían dicho anteriormente.

La peliazul finaliza la llamada, deja caer su cabeza en el espaldar de la silla y suspira pesadamente.

—¿Qué pasó, Evs?— pregunta Carlos delicadamente, al cruzarse de brazos.

La chica lo mira de reojo.

—Nada importante, en realidad.— responde la chica al comenzar a estacionar el vehículo—, Tenemos que ir por un collar, y por el anillo. Fue lo que me dijo Bella, sumando que, debemos ir a mirar la decoración que pondremos. Y por último... ¡A última hora Ben cambió el lugar de la recepción!

Evie sonó realmente alterada al decir lo último.

—¿¡Cambió la recepción!? — exclamaron Jane y Carlos al mismo tiempo.

Jane apretó el puente de su nariz con su mano derecha.

—¡Me costó hacer esa reservación! — exclama la hija del Hada Madrina bastante decepcionada. Ya que había reservado un salón bastante elegante.

—Confirmo eso.— comenta Carlos al respecto —. ¿Ahora dónde será?

—En el campo de Tourney.— respondió Evie.

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Después de dejar el estacionamiento atrás y comenzar a buscar lo que necesitaban en el centro comercial — lo cual fue un completo desastre—. Decidieron parar en la plazoleta de comidas para organizar todo lo que llevaban en las bolsas.

Carlos, estaba totalmente agotado. Pues no acostumbraba hacer esas compras de chicas, ya que en esos casos, él prefería quedarse en casa jugando un videojuego o estudiando. Aunque, para el cumpleaños de Jane, hacia una excepción.

Evie por su parte, estaba a nada de que le diera una jaqueca. Ben la había dejado encargada de aquel acontecimiento especial que ocurriría en pocos días; porque él sabe muy bien, que ella conoce más a Mal que lo que él puede llegar a conocerla, además, de que es la mejor amiga de ambos. Sin embargo, la peliazul no está tan acostumbrada de hacer todo a último minuto, y más, si de un compromiso se trataba.

Y por último, Jane era la encargada de las decoraciones. Pero, el problema había sido, que no ha tenido una idea muy clara de cómo arreglar el lugar de la recepción, y más si es el campo de Tourney. Aunque... Si la podía haber.

—¡Tengo una idea!— exclamó la mini hada, en ese momento, el foco se había encendido.

Evie, quien tenía su frente apoyada en sus manos. Levantó la mirada para ver a la chica de orbes azules.

—¿Qué tienes en mente?— pregunta ella.

Jane recoge su cabello negro en una coleta de caballo.

—Se supone, que Ben quiere la fiesta en el campo de Tourney. Claramente sabemos por qué. — comienza a explicar, Carlos e Evie le ponen atención.

—Porque allí se volvieron novios. Me lo imaginé. — interrumpe Carlos, siendo bastante obvio.

Jane asintió.

—Entonces, estaba pensando en lo siguiente...— la chica hace una breve pausa, y saca su teléfono de su chaqueta de cuero azul, para luego comenzar a textear rápidamente —, ¿Qué les parece una decoración así? Pero, en vez de todo dorado, variar en el azul y el morado.

Evie y Carlos comenzaron a mirar la imagen que les mostró Jane.

Esta se trataba de una decoración moderna, con luces colgantes de color dorado, festones del mismo tono de las luces, y como decoraciones algunas flores en tono muy delicado y perlas.

A lo que se refería Jane, era cambiar los festones dorados, por unos de tono azul rey y morado. Haciendo referencia así, a los tonos característicos de Ben y Mal. Al igual, que el tono de las flores. Las luces si serían de color dorado.

—Jane... ¡Eres una genia!— exclama Evie antes de darle un abrazo a la chica—, Lo bueno es, que combina con el traje que usará Ben y el vestido que usará Mal.

—Exacto. Además, considero que podemos poner algunas fotos de ellos y algunos dragones y unas rosas... — Jane hace una pausa y tuerce la comisura de sus labios para luego negar con la cabeza —, No, prefiero mejor las fotos, con lo demás que dije, la decoración se vería muy cargada.

—Mi novia es maravillosa. Agradecido con el de arriba.— habló el chico de cabello bicolor antes de darle un corto beso en los labios a su chica.

Jane sonríe ante el cumplido.

—Me alegra que les haya gustado la idea.

—¿Bromeas? ¡Está fantástica!— exclama Evie junto con una gran sonrisa—, Entonces, ¿vamos a mirar eso de una vez?

—Ay no...— murmura Carlos al golpear su frente con la palma de su mano.

Evie y Jane comienzan a reírse de él.

Los tres se levantaron y comenzaron a ordenar algunas bolsas, para después hacerlo con las sillas. La mesa la dejaron organizada antes abandonar la plazoleta.

Gracias a la estupenda idea de Jane, pudieron encontrar lo necesario en algunas tiendas del lugar. Bueno, en la mayoría de las tiendas. Como diría Evie en este caso: Gracias al cielo.

Después de correr en las tiendas para buscar los manteles, alguna que otra utilería, las luces y por último las flores. Tenía que pasar por el anillo y el collar que había mencionado Bella en la llamada que había tenido con Evie. Según la madre de Ben, el rey había dicho que ambos objetos tendrían un significado para él y para Mal. Y uno de ellos era el amor mutuo que tenían.

O bueno, eso era lo que recordaba la mejor amiga de Mal.

Para este caso, la peliazul le pidió a Carlos que en compañía de Jane llevaran lo que habían comprado, a la camioneta, mientras ella iba a la joyería. El chico sin protestar, aceptó la propuesta de Evie.

La chica comenzó a dirigirse a la joyería. Con toda la seguridad del mundo. Aunque, no le vio problema haberle enviado un mensaje a Ben, diciéndole que todo estaba saliendo muy bien, tal y como él quería.

—Hola, buenas tardes. Vine por el encargo del rey Benjamín. — fue lo que mencionó la chica al ser atendida por, quizá, el dueño del lugar.

El hombre, cuya apariencia era muy elegante. Y por como se encontraba vestido, se podría decir que estaba pasando por los treinta. Asintió con una gran sonrisa y se dirigió a buscar lo que le habían pedido.

Evie por su parte, comenzó a mirar lo que había en la tienda. Todo le llamaba la atención, puesto que había cosas muy hermosas allí. Pero hubo una de ellas que la dejó shockeada, literalmente. Se trataba de una gargantilla en plata, tenía unos pequeños diamantes negros.

Creo que se le vería bien a mi madre. Pensó la chica al imaginarse a Regina, con aquello puesto. La chica se mordió el labio inferior al sonreír.

—Señorita Evie.— llamó aquel hombre. Ella volteó a verlo—, Aquí está lo que me pidió.

La chica se acercó a la vitrina para mirar lo que habían traído.

—Dios mio, esto es hermoso.— dijo para sí misma. Pasó la mano sobre la gema que tenía el collar. Que por cierto era entre morada y azul.

Y ni hablar el anillo. Era bañado en oro, y tenía una esmeralda en el centro. Por dentro de el, tenía un grabado que decía: "for my queen". No podía negar, que Ben tenía un buen gusto en joyas.

—Permítame, y se lo empaco de una vez.— dijo el hombre antes de retirar los dos objetos. Evie asintió.

—Disculpa. ¿Me podrías dar esa gargantilla de allí? — la peliazul señala lo que había mencionado.

—Claro que sí. Permítame un segundo.— habló el hombre.

Mientras que iban empacando las joyas. Evie sintió como su teléfono vibraba.

—¿Quién será?— preguntó en voz baja. Metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó el móvil. En la pantalla decía Ben —. Hola, Ben.

—Hola, Evie. Vi tus mensajes.— contestó el chico—, ¿Todo va bien?

—Dame un momento. Ya te vuelvo a llamar.— menciona Evie al ver que la habían llamado a la caja. Finalizó la llamada y sacó su billetera; para pagar lo que ella había comprado—. Muchísimas gracias.

—Es un gusto.— dijo el hombre al entregarle las dos bolsas.

La peliazul salió de la tienda mientras llamaba a Ben, nuevamente. Esperó dos timbres, y se escuchó la voz gruesa del castaño.

—Ahora sí. Perdón, estaba recogiendo lo que dijiste.— se disculpó la chica mientras iba caminando.

—¿Pudieron conseguir todo?— preguntó Ben. Su tono de voz sonaba muy suave, se podía decir que estaba murmurando.

—Afortunadamente, sí. Solo me nace una pregunta.

—Sí, dime.— respondió él.

La chica tomó el elevador y al estar en él, oprimió el botón que indicaba el estacionamiento.

—¿¡Por qué carajos cambiaste la recepción!? — gritó la chica, aprovechando que iba sola en el elevador—, ¡Y a último minuto!

Evie sonó bastante molesta.

—Shh, Evie. Mal está cerca.— pide el chico algo nervioso, mientras mira a su novia dibujar en el jardín —, Creo que la razón es obvia. Muy obvia.

La peliazul roda los ojos. Las puertas del elevador se abren y ella aprovecha para salir de allí.

—Sí, la sé perfectamente. Yo estaba ahí cuando pasó. — respondió —, Pero, tú sabes muy bien que a Jane le costó conseguir esa reservación que había hecho antes. Y también, ¡qué cambiarás todo a última hora!

>>Agradece que a Jane se le prendió el foco hace un momento, y ya salimos de eso. Además, sabes perfectamente que odio estresarme.

Evie comenzó a caminar hacia su vehículo mientras se quejaba con Ben. El castaño guardó silencio hasta que la peliazul dejó de hablar.

—No sé si decirte gracias o disculparme. En fin, ¿te dieron el anillo?— preguntó el chico.

—Sí, y déjame decirte que tienes un buen gusto por las joyas.— respondió la chica. Evie llegó a su vehículo, golpeó el vidrio de este, para que Carlos le quitara el seguro a las puertas—, El anillo y el collar están preciosos. Van a lucir muy bien en ella.

Gracias.— respondió el chico—, Por cierto, Mal me mencionó lo que estamos preparando.

—¿¡Te dijo qué!?— gritó la peliazul bastante impactada. Fue tan fuerte, que Jane se despertó—, ¿Qué le dijiste?

—No le dije nada. Creo que por eso no me ha querido hablar.— responde el chico mientras le sonríe a su novia, pero esta lo ignora—, Creo que metí la pata, porque le alcancé a decir algo con respecto a eso.

Evie roda los ojos.

—Perdóname lo que diré, pero la cagaste. Y en este momento Mal debe tener una maldita crisis existencial.— dice con un toque de enojo, mientras ajustaba su cinturón de seguridad—, Creo que ya sabes qué hacer para esos casos. ¿Cierto?

—Sí. No te preocupes. — responde él —; Por cierto, tu mamá te mandó una carta.

Los labios de Evie formaron una sonrisa muy inocente. Por fin había recibido otra carta de su madre.

—Gracias, dile a Mal que si mañana me la podría llevar a la universidad.— agradeció sin dejar de sonreír.

No hay de qué. — dijo él—. Ah, Evie... Gracias, te debo muchas. Hablamos luego.

—No es nada. Ustedes dos son mis mejores amigos, y además desde hace tiempo quería que esto sucediera.— responde al encogerse de hombros, después de todo, ella está bastante segura de que Mal la elegiría como la madrina—, Cuídate, y cuídame a mi mejor amiga. Bye.

La llamada había finalizado.

—Evie. No. Vuelvas. A. Gritar. ¡Así!— se quejó la pobre Jane enojada, estaba cruzada de brazos—, Ya estaba por tocar fondo.

Carlos disimuló las ganas de comenzar a reírse.

—Ay, cielo. Perdón — se disculpó la mencionada sin antes dejar que una suave carcajada—, Es que casi meten la pata.

—No me sorprende que Ben sea esa persona.— murmuró Jane por lo bajo, y se encogió de hombros—, ¿Qué pasó?

—¿Acaso le dijo?— preguntó el pelinegro/blanco al prender su teléfono nuevamente—, Jane, ya respondió tu madre.

La mencionada asintió como agradecimiento. Ya que había llamada a la madre de Jane, para avisarle que todo estaba bien, y que su hija no tardaría en llegar.

—No le dijo como tal lo que planeó, pero le dijo algo con respecto. Y luego Mal le preguntó lo mismo.— Carlos y Jane miraron confundidos a Evie, pues no habían entendido lo que había dicho la peliazul —, No me entendieron, ¿verdad?

Ambos negaron.

—Le nombró el matrimonio.— bufó con seriedad.

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Al otro lado, en el castillo. Ben había finalizado la llamada con Evie, y se había dispuesto a ir por un tazón de fresas a la cocina. De alguna u otra forma, debía alegrar a su novia.

—Ben, cariño. No te había visto.— esa fue la Señora Potts, quien estaba en la cocina alistando la cena. La señora de cabello blanco, analizó por un momento ka expresión del castaño—, ¿Todo bien?

Él sonrió, y luego dio un suspiro.

—Buenas tardes, nana.— saludó él con todo respeto—, Sí, todo está bien. Me encuentro preocupado por lo de... Ya sabes.

La Señora Potts rio al oír lo último que dijo Ben.

—Oh, ya veo.— dijo—, Todo saldrá bien, ya verás que sí. ¿Necesitas algo?

—Gracias, eso espero.— respondió Ben—, Venía por unas fresas, no sé si hay. Son para Mal.

La madre de Chip, se retiró de donde estaba para dirigirse hacia la nevera, para sacar un tazón lleno de fresas. Se lo mostró a Ben con una sonrisa.

—Ya me acostumbré a tener uno cuando tu novia viene.— el castaño sonrió —, Lo único es que, no hay nutella. La utilicé para el postre. — explica la adulta al darle el tazón al rey.

—No te preocupes, así está bien. Mil gracias.— agradece el joven rey al recibir el tazón—, Por cierto, huele delicioso.— fue lo último que dijo Ben al probar un poco de lo que preparaba la señora Potts, para después salir corriendo.

—¡Ben!— exclamó la mujer, para luego echar a reír. Ben seguía siendo el mismo niño de siempre—, Nunca cambia.

Ben al salir corriendo de la cocina, y recordar algo de su infancia. Comenzó a pensar en qué le diría a su amada novia; él no quería verla enfadada, después de todo su aniversario se aproximaba.

El castaño llegó de nuevo al jardín, ahí estaba Mal. Recostada sobre la hierba verde mientras dibujaba el bello atardecer, tenía sus auriculares puestos. Él con sigilo se fue acercando a ella, hasta sentarse a su lado.

—Hola.— fue la única planea que se le ocurrió al rey.

Mal alzó la vista del dibujo para mirarlo a él. Lo miró de manera neutra.

—Hola.— respondió ella al retirarse uno de los auriculares. Su vista estaba en el dibujo, el cual ya estaba por terminar.

—¿Qué haces?— preguntó Ben. Ay Ben, ¿por qué preguntaste eso? Es como obvio lo que está dibujando. Se regañó a sí mismo.

—Estoy dibujando.— respondió ella sonando bastante obvia.

Ben observó un momento el dibujo de su novia, sus labios formaron una sonrisa ladina. ¿Qué debo decirle? Era la pregunta constante que se hizo durante diez segundos; no quería meter la pata de nuevo, ni quería que salieran peleados.

—¿Podemos hablar?— preguntó él, mientras con sus dedos le pegaba al tazón de las fresas.

—Estoy ocupada.

—Te traje fresas. — mencionó él al poner el tazón en el estómago de la chica.

Ella miró el tazón y luego lo miró a él. Rodó los ojos.

—Está bien.— bufó. Dejó su cuaderno en el suelo para poder acomodar su tazón y poder comer las fresas—, Te escucho.

Ben rio por lo bajo. Su novia parecía una niña pequeña, algo caprichosa.

—Quería hablar sobre lo que ocurrió en el carro.

—¿De qué no te quieres casar conmigo? Okay, escucho.

—Mal, déjame hablar.

—Te estoy dejando hablar.— interrumpió la pelimorada al reír. Su expresión era bastante seria.

Ben rodó los ojos y suspiró.

—No sé por qué piensas eso. Y si fue porque me quedé en silencio, pido perdón.

—Ajá, continua.

—Tú sabes que yo te amo, y mucho, Igna.— habló Ben con seriedad. Mal lo único que hacia era comer sus fresas mientras le prestaba atención a él—, Pero, recuerda que hace un tiempo me dijiste que tú me dirías que sí, cuando ya estuvieses lista.

Yo sé que ella ya está lista, pero bueno. Pensó Ben.

—Sí, yo sé lo que dije. Eso fue un año después de la graduación. — recordó ella al sentarse y acomodar su espalda en el tronco del árbol —, Ambos teníamos casi diecinueve. Para mí, estábamos aún muy adolescentes para tomar ese tipo de decisiones.

Ben asiente y frunce los labios. Comenzó a pensar que le diría a su amada, porque no quería volver a meter la pata de nuevo, como lo había hecho hace un rato. 

Mal relamió sus labios rápidamente y miró a su novio.

—Es solo que... No quiero que pase lo mismo que pasó entre mis padres.— confesó. Al decir eso, se sintió algo afligida—; Yo sé que no te he hablado de eso, porque realmente no me gusta, pero prometo que cuando me sienta bien, te voy a contar.

Ben le sonrió y tomo su mano.

—Yo te prometo, que sea lo que sea que haya pasado, con nosotros no pasará.— aseguró Ben, antes de darle un corto beso en los labios a la chica, ella sonrió de manera ladina—, Así que, ¿estás lista para dar el siguiente paso en nuestra relación?

Mal miró los ojos miel de su novio y asintió.

—Sí, si es contigo.

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