11.
—Al principio creí que no eras gay, que por eso me habías mirado raro— la cita marchaba bien, a decir verdad Bokuto nunca esperó que la primera cita con Akaashi comenzara y siguiera un ritmo agradable, pero ahora que ese tema salía a la luz, se sentía un poco avergonzado—Luego conocí a Shoyo, es decir, creía que estabas casado o algo así.
—¿Cómo descubriste que no era así? —Ahora era el turno de Akaashi para apenarse, no iba a admitir que su interés fue tanto, que decidió investigar en el expediente de su alumno.
—Es que no tienes anillo de matrimonio, Shoyo tampoco habla de una madre, asumí que no estabas casado. No puedo asegurar que tengas gusto por los hombres, pero si aceptaste una cita, vamos por buen camino.
—Soy gay, efectivamente—soltó una carcajada —Nunca he estado con una mujer, mi hijo es adoptado—admitió, pero eso Akaashi ya lo sabía—Pero aunque no lleve mi sangre, yo lo amo mucho.
—La sangre no hace mejor padre a nadie, estoy seguro de que eres lo mejor para Shoyo.
Bokuto estaba tranquilo, estaba seguro de que si la magia entre ellos seguía, no sería un problema para su hijo, porque se conocían, era su profesor y era bien aceptado por él. Sólo que parece que no sabe que los niños tienden a ser celosos.
Acompañó a Akaashi hasta su casa, se dieron un abrazo, era una señal de que la confianza se estaba construyendo, también que no querían apresurar todo
(...)
Shoyo despertó algo confundido, miró el techo de la habitación durante un momento, se giró al costado para observar a su papá, así fue como recordó los acontecimientos de la noche pasada, sus cejas se fruncieron, se levantó sin hablarle a su papá y fue directo a la habitación de Kuroo.
—Mami— le picó la mejilla—Mami— volvió a picar la mejilla, logrando que los ojos del mayor se abrieran con lentitud—¿Puedes picarme fruta?
Kuroo estaba por decirle que se lo pidiera a su padre, pero pudo ver la expresión en el rostro del pequeño, estaba seguro de que provocar una confrontación entre ellos, no llevaría a nada bueno. Seguro que su torpe amigo no se daría cuenta que su hijo se daba cuenta que algo sucedía y estaba molesto por ello.
—Claro, ve a la cocina, pollito— se levantó con pesadez y con los pies descalzos fue con el niño.
Bokuto despertó tiempo después, quiso abrazar el cuerpecito de su hijo, pero a su lado ya no había nadie, seguro que se levantó solo y no quiso despertarle, buscó la ropa del niño, para el jardín de niños y luego se dirige a la cocina.
—Buenos días— saluda a los dos.
—Buenos— pero sólo Kuroo le responde.
—Shoyo, buenos días.
—Ajá.
—Ay Dios— Kuroo tomó su taza de café—Es muy temprano para estas cosas.
—Amaneciste de malas, ya lo veo— Kotaro ignoró aquello y se sirvió café, su amigo sólo le veía con ojos incrédulos, siempre supo que su amigo era torpe, inocente y de cierta forma también un niño. Pero el niño real estaba pinchando violentamente la fruta de su plato.
(...)
Shoyo estaba tratando de hacer los trazos correctamente, los ejercicios eran para mejorar su caligrafía, no era muy difícil, pero le gusta hacerlo bien. Akaashi estaba ayudando a otro niño, pero se acercó a él, para ver su progreso, sólo que a la hora de acercarse, el niño le volteó a ver de golpe, para luego olfatear su chaqueta.
—¿Pasa algo? — el mayor parecía realmente confundido, lo estaba olfateando intensamente.
—No, no pasa nada— la mirada que recibió, fue una de molestia pura—Sólo que no me gusta su olor.
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