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Un nuevo día

Yo me levanté, me llamaron al otro lado de la puerta, yo caminé y me abrieron la puerta, me agarraron de los brazos y me llevaron hasta donde estaba el psiquiatra y me obligaron a sentarme, no eran malos, pero me iban a dejar de baja y me cesaron por qué no podía dormir en la habitación y necesitaban descansado, además yo se los pedí, no paraba de dar saltos por la habitación y a la cama por la emoción.

- ¿Cómo estás?

- relajado ¿Así se siente las drogas? Siento que no estoy en un mismo lugar, como si mi alma saliera de mi pecho.

- es normal, muy normal, pronto vas a recuperarte, mientras te vamos a dejar en tú casa.

- ¿Mis padres aun te quieren? – eso era bueno.

- claro que sí, aun lo hace, están listos para darte una segunda oportunidad.

- y ¿Qué haré sin estos lujos de este lugar? – el doctor se río.

- pues, hice llamadas, presenté tus historias, le encantaron y digamos que puedes ser un escritor, puedes tomar clases de escrituras y te puedes ser famoso.

- ¿Eso se puede?

- con buenos amigos se puede, todo se puede con buenos amigos, con pequeños favores.

- gracias doc, jamás imaginé salirme de aquí.

- no me mientas, ambos sabemos que cuando entraste tenías una misión, demostrar que tenías razón.

- y ¿La tuve? – el doctor sonrió.

- no lo sé, has cambiado, ya no eres el chico con rabia, asustado por ser diferente y lleno de rabias, sus compañeros lo dañaron.

- cambié.

- sí, lo hiciste, por eso te vas de aquí, ya eres normal, como siempre quisiste.

- no, no soy normal, ya me acepto como soy, ya no me importa.

- y tenías razón, hay un hueco en la ley, pero a mí no me importa, te ayudé, puedes vivir tú vida, ya hay tranquilidad en tú mente.

- siete años en este lugar, es un tiempo largo.

- no tanto, hay gente que se queda aquí, la mayoría prefiere quedarse aquí, no quieren cambiar o simplemente no quieren volver a lo difícil que es la vida.

- y la otra mayoría no sabe dónde están, actúan como niños pequeños, están perdidos tan dentro de ellos, que no pueden vivir sin ayuda de los demás.

- este lugar les da una segunda oportunidad a los demás, de personas rechazadas por la sociedad, tan lastimados que se han rompido varias veces y no pueden vivir, aquí se intenta curar a ellos, no son culpables de mis crímenes.

- entonces ¿Yo no soy culpable?

- tú, no, fue tú voz, esa que te metía ideas horribles, esa que apareció el día que Manuel murió y lo sé, por qué te mantienes más centrado y no tienes ataques violentos, tampoco eres muy amable y dulce, eres el Javier de siempre.

- hace seis meses dejé de escuchar voces, deje de tener cambios de personalidad, ya solo estoy yo, es un poco solo, pero es lo mejor, aprendí que en realidad no estoy solo – jamás estuve solo.

- eso es gracias a esto – el doctor saco unas pastillas – no olvides tomarlas, por qué puedes recaer, pero si caes, nosotros somos los que te atraparemos y te ayudaremos a levantar.

- qué cursi, pero espero no volver, me hace falta sal en la comida.

- no es un hotel de lujo.

- pero es mejor que la calle.

- lo sé, siempre lo has dicho, siempre has pensado que debes ser castigado, de verdad.

- y aun lo pienso, pero no lo haré.

- a ti te toca hacerlo, ya sea hacer un mundo mejor o joderlo, yo sé que cada persona merece una mejor persona.

- ¿Tendré que hablar con más psiquiatras?

- claro, lo vas a hacer toda tú vida, es la maldición, somos muy frágiles, de cuerpo y mente, a veces necesitamos ayuda de otras personas, personas dispuestas en ayudar a los demás.

- ¿Te encanta ayudar a esta gente?

- claro que sí, los impulso a hacer mejor, me hace sentir mejor y recordar lo que he hecho aquí me hace feliz, me gusta ayudar por qué me hace sentir mejor, feliz, además he tenido buenos amigos que me ayudan en varias cosas, por ejemplo, tú caso.

- ¿Por qué decidiste trabajar aquí? Todos tenemos un origen sobre nuestro trabajo.

- una vez, vi un asesinato, un hombre que mato brutalmente a su esposa, tenía esquizofrenia, no podía controlarlo y no paraba de llorar, decía que era la única manera de que las voces se callaran, que ya estaba harto y me dio pena, luego de investigar un poco, descubrí que desde pequeño el sufría de maltratos por su padre, golpes, insultos, eso le generaron trastornos, unos muy obvios, pero fue muy tarde, no fue su culpa, lo rompieron, no merecía esos dolores y eso hacemos aquí, quitamos ese dolor, reparamos el dolor y los dejamos libres, esperando que hagan un lugar mejor.

- es lo que uno llama hacer lo correcto – aunque no es lo que se debe hacer.

- exactamente, le damos la oportunidad a otras personas – sonó una pequeña alarma – se nos acabó el tiempo.

- antes de irme doc, respóndeme algo ¿Qué está pasando afuera de aquí? He estado casi siete años aquí encerrado.

- pues, estamos en el año dos mil treinta, hay un nuevo presidente en estados unidos que logró hacerse la paz con rusia, evitando la cuarta guerra mundial, Bolivia se convirtió uno de los mayores países con ingresos de turistas para ver su hermosas playas y Colombia ha explotado todo el potencial que podía, ahora es un buen mercado, de ahí sacan muchos objetos de valor, Japón está en una guerra civil.

- adivino que nadie los va a ayudar.

- no, claro que no lo harán.

- bueno, creo que el mundo ha mejorado.

- pues, sí, ya es obligatorio usar un auto eléctrico y que por lo menos haya un panel solar en las casas alimentando las energías, Alemania rompió el récord de mayor suicidio en un año, llegando a la cifra de cinco millones de muertos al año y quizás lo más importante, pusieron una regla que tienes que tener el dinero suficiente para poder un hijo, sino te lo quitan y lo ponen en un orfanato, ya no pasaran más niños con hambruna.

- que bien.

- sí, además se está intentando copiar nuestra conciencia, para poder pasarlo en robots.

- vaya, veo que la humanidad ha empezado a mejorar.

- no, la verdad no, Perú sufrió un bombardeo, no quedó nada, la mayoría de la gente ha muerto.

- ¿Quién jalo el gatillo?

- Pakistán, así como una buen país que es estados unidos, no hizo nada, por qué no es parte de su grupito de amigos, pero si mostró sus dientes, ya si Pakistán dispara, estados unidos y su grupito le dispara – tocaron la puerta – fue un gusto hablar contigo, pero, se nos acabó nuestro tiempo, para siempre.

- espero que tú vida sea igual de feliz que ahora doc, espero encontrarme contigo otra vez, pero que yo no sea tú paciente.

- yo espero lo mismo.

Llegaron mis dos amigos guardias, y me pusieron su mano en mi hombro con suavidad, sin lastimarme. Yo me levanté y caminé por los pasillos y pude ver a mis compañeros, unas dulces personas, algo locas y son una bomba de tiempo, pero no creo que sean capaces de dañar a alguien, no tienen la fuerza suficiente; pase entré personas paradas, sin moverse, perdidos en si mismos, sin poder diferenciar lo real de la ficción. Antes de salir del lugar, una enfermera me dio un número escrito en un papel, la persona que yo salvé hace unos meses, nos hicimos buenos amigos y me dijo que nos veríamos después.

- listo, aquí llegamos.

- gracias chicos, por todo.

- no nos agradezcas, es nuestro trabajo, yo lo disfruté, además te reíste de todos mis chistes, cuando quieras nos visitas, pero no como paciente.

- te lo prometo – él me abrazó.

- adiós enano.

- adiós vampiro – él se río.

- se me ocurrió un nombre para nosotros dos – su compañero negro lo miró – sol y luna – yo me aguanté las ganas de reírme.

- te prometo, que cuando él se vaya, te voy a partir un hueso – yo sonreí.

- yo también te voy a extrañar grandote – él me abrazó y me levantó un poco – y cuidado con el sol, que está muy ardiente y te podrías quemar – vampiro río, su compañero lo miró fijamente y él paro de reírse.

- sabes, deberías aprender a no tomarte nada a pecho.

- no lo hago, pero me gusta tú reacción de miedo, como te arrepientes de haberlo dicho.

- eres mala persona – yo moví mis brazos y caminé, hasta salir del lugar.

Abrí la puerta principal y pude sentir el cálido calor del sol, también sentí el viento dándome en mi cara, se sentía refrescante. Yo bajé las escaperas que había enfrenté de mí, estiré mis manos para sentir el sol en toda mi piel, cada vez que baja un escalón yo sonreía, sentía la libertad, sentía el cambio, sabía que a partir iba a ser una nueva vida, un nuevo día. Bajé todos los escalones y reí, tan alto como pude, luego subí mi mano lo más alto que podía, era libre, libre para seguir con mi vida, libre y con otra oportunidad de vivir.

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