¿Tienes miedo?
Escuché golpes que venían de la puerta, unos golpes bastantes duros, parecía que la persona que estaba fuera quería romper la puerta. Yo me subí en la cama y miré fijamente la puerta, esperando lo peor.
- oye ratoncito, tengo un último regalo, tengo el último pedazo del espejo.
- ¿Quieres que te crea?
- recuerdas, tú lo viste, en mis manos, viste que tenía un pedazo de un espejo, pero tú agarraste uno diferente, si quieres puedes caminar por la casa, entre recuerdos reprimidos, pero jamás encontraras la verdad, jamás aceptaras quién eres.
- y ¿Quién carajos soy?
- eres yo, tú eres yo y yo soy tú, así de simple, somos las dos caras de la moneda, aunque es mejor decir unas de los dos lados de un dado.
- tú y yo no nos parecemos en nada, tú estás loco, tú eres un asesino.
- no lo ves, nosotros aceptamos lo que somos, lo aceptamos y somos felices, pero tú, tú no lo aceptas y nos jodes, nos jodes a todos.
- ni te conozco.
- pronto, pronto esto acabara, solo te falta una pieza y se te mostrará la verdad, aunque quizás lo mejor sea matarte, o quizás lo mejor sea que vivas en tu mundo feliz, con la toalla en los ojos, viajando entre mundos, entre fantasías, te envidio, vives feliz en este mundo de mierda.
- sabes que te pasa a ti, eres envidioso, porque, no lo sé.
- es verdad, pero pronto, te darás cuenta, la toalla caerá o tú caerás, o quizás ambos, para mi no hay problema, si salgo de aquí.
- ¿De dónde? ¿Qué mierdas estás diciendo?
- ya sabes, en una maldita prisión.
- si tú mataste a todos esos, a todos mis amigos, a todos mis compañeros en mi colegio, quizás merezcas eso.
- quizás sí, quizás no, pero puedo salir, puedo salir si tú te mueres, si dejas de existir, yo seré libre.
- cállate, eres un imbécil y nada más.
- quizás, pero está bien, me encanta ser así.
- dame el pedazo y terminemos con esto.
- ¿Por qué? ¿Tienes miedo? Y si lo hago ¿Dónde está la diversión en todo eso? Yo quiero divertirme, es lo único que quiero.
- ¿Qué quieres jugar? Y solo lo haré, si me prometes que me darás el pedazo que me falta del espejo.
- claro, lo que prometo, lo cumplo, te prometo que te lo daré, si logras atraparme.
- suena fácil – yo me levanté, tengo que acabar con esto.
- no te hagas el valiente, sabes que no lo eres – él se río – pero si lo quieres hacer, toma esto, es tú invitación – él lanzo algo a la cama, yo me asusté y me caí al suelo – te espero mi pequeño ratoncito.
Yo me levanté, estaba muy sucio por culpa del líquido, yo me levanté y vi a lo que lanzo, era una cabeza. Yo me acerqué a la cabeza y la agarré, la giré y descubrí quien era, la novia de Carolina; yo la tiré lejos de mí, no quería ver jamás algo así, aunque lo más posible es que sí. Escuché como el se iba corriendo de aquí, yo caminé con dificultad hasta llegar a la puerta, yo la abrí y todo el líquido negro salió de mi habitación y se esparció un poco por el lugar. Estaba en mi colegio, de nuevo, pero estaba vez, las luces estaban apagadas y estaban en una gran grado de degeneración, o por lo menos así lo veía yo. Escuché una voz que me llamaba, posiblemente él, corrí hacia el origen del sonido lo más rápido que pude, intentando alcanzarlo. Tuve que esquivar varias paredes derrumbadas que había caído, también había varias mesas tiradas en el suelo. Pero me detuve de repente, había un hueco gigante en el suelo, muy grande; miré para adelanté y lo vi, su lado estaba iluminado, en el otro lado del hueco, yo miré para abajo y vi que la caída era muy grande.
- y estamos aquí otra vez, tan lejos pero tan cerca.
- quieres callarte.
- no, he estado callado toda mi maldita vida, no me callaré jamás, no otra vez.
- te voy a alcanzar – él se río.
- claro, con ese cuerpo que tienes, obviamente vas a llegar y no hablemos de tú valor, obviamente vas a saltar.
- lo haré.
- ¿Por qué? ¿Por qué sigues luchando? ¿Qué crees que conseguirás?
- no lo sé, solo quiero volver a mi casa, ver otra vez a Javier, a mi hermano y a mi madre.
- pero si tú hermano se suicidó, tú ya no tienes casa y te juro que cuando sepas la verdad, no vas a ver a Javier igual.
- no me importa, es mi amigo y siempre estaré con él y sé que mientes, es lo único que haces, es lo que siempre has hecho.
- claro que no, solo digo la verdad, pero no me creerás hasta que lo veas con tus propios ojos – él saco el pedazo del espejo de su bolsillo – ven por esto, por favor, que me estoy aburriendo.
- te vas arrepentir por todo lo que has hecho.
- muchos lo dicen, pero nunca lo he hecho, no me arrepiento, de hecho, lo disfruto, cada maldito segundo, me meto una paja pensando como maté a todas esas personas y me encanta.
- ¡Maldito! ¡Esos eran mis amigos! – él se río.
- y ellos mis compañeros.
Yo cogí un poco de impulso y salté lo más alto y largo que pude, lo alcancé por poco, pude agarrarme de un pequeño palo que estaba pegado en el suelo, lo que evitó que yo cayera. Mis pies estaban colgando en el aíre, pero podía subirme con facilidad, pero él no me dejo subirme.
- qué bueno que puse ese palo ahí, sino te hubieras caído – él se río – pero aún no estas listo, hagamos esto más divertido, más interesante – él me pego una patada en la cabeza, pero no me solté – me sorprendes, cada vez eres menos tú, cada vez eres las persona que sé que eres.
- ¡Deja de hablar estupideces! ¡Todo lo que sale de tu boca es mierda! – él sonrió.
- lo sé, no voy a cambiar y no quiero tampoco hacerlo, aprendí a quererme, me gusta lo que hago, aunque sea una mierda, soy escoria, pero no estúpido – él me volvió a pegar en la cabeza – yo quisiera que todo esto acabara rápido, pero, mi jefe quiere prolongar esto, prolongar todo esto hasta donde yo pueda, no quiere decirte la verdad, aunque sepa que es lo correcto.
- ¿Quién es tú jefe?
- soy yo – él se río – nos volveremos a ver en unos minutos, buena suerte.
Él me volvió a pegar en la cabeza y esta vez sí me solté y caí, vi todo en cámara lenta, como él se asomaba para verme caer y como me alejaba del suelo, la caída duro solo unos segundos, como diez segundos, pero para mí fue eterna la caída, se cuándo choqué contra el suelo porque lo sentí, sentí el golpe y yo cerré los ojos. Me desperté desorientado, me dolía la cabeza y lo primero que hice fue escupir sangre, luego me acosté en el suelo, sé que no era el cielo porque todo estaba muy oscuro y no se podía ver nada, además podía ver una luz encima de mí y el lugar donde yo caí.
- ¿Cómo estás? – yo me giré asustado a mi derecha y vi a Javier, asustado.
- ¿Javier? – dije como pude.
- el único y el inigualable – yo sonreí.
- ¿Qué haces aquí?
- te vengo a rescatar, come esto, te sentirás mejor – él me puso y una pastilla en la boca y yo me la tragué – ahora toma esto – él me dio un poquito de agua y me empecé a sentir mejor.
- gracias – él me ayudo a levantarme.
- ahora vayamos a tu cuarto – él empezó a caminar, pero yo me quedé parado donde estaba.
- no.
- ¿Qué? – él me giro para verme.
- dije que no, no voy a mi casa, necesito algo de él.
- ¿Quieres ir donde hay un loco y te pueda matar?
- sí, quiero ir donde está al ¿Tienes miedo?
- ¡Sí! Él está loco y tiene una arma, te va a matar a golpes, y no te quiero perder, no lo haré.
- si te quieres ir, hazlo, vete de aquí, pero yo no me iré de aquí, necesito algo que él tiene, lo necesito de verdad y no le tengo miedo, ya no más.
- mierda, está bien, haz lo que quieras, nunca te he puesto una barrera entre nosotros, de hecho, lo que siempre digo es que puedes hacer lo que sea, yo estaré contigo, porque eso hacen amigos.
- ¿Me vas a acompañar?
- claro, somos amigos, eso es lo que hacen los amigos, apoyarse y quedarse.
- gracias.
- ¿Si te mueres me podrías dar tus juguetes? – yo lo mire enojado – es por si acaso, quizás no vuelvas – él se río.
- te odio.
- yo también te quiero – él se acercó hacia mi – ahora salgámonos de aquí.
- y ¿Cómo? – Javier saco de su bolsillo una linterna.
- con esto.
- ¿Tenías una linterna en el bolsillo?
- no preguntes cosas que no quieres saber.
- pero quiero saberlo.
- te dije que no preguntaras – él prendió la linterna – solo disfrútalo.
Javier miro alrededor y encontró unas escaleras, nosotros nos acercamos y con cuidado subimos las escaleras, ya que estaban en muy mal estado, había escalones que se habían caído y se sentía que en cualquier momento la escalera se iba a caer. Cuando estábamos a punto de llegar al piso donde estaba antes, personas empezaron a caer del pequeño hueco donde yo caía, caía de cabeza y se rompían la cabeza, se veía como su sangre se esparcía por todo el lugar; a mí me dio un pequeño escalofrió, pero a Javier no le importo, solo me dijo que siguiera y que no les prestara atención. Luego de unos pasos más llegamos al final de la escalera, así que solo había un camino, nosotros caminamos lentamente, aunque yo quisiera ir más rápido, Javier no y Javier tenía la linterna, además no quería separarme de él; de repente escuchamos un ruido a la izquierda, algo se había caído. Javier apuntó su linterna a la ventana del salón y vimos un maniquí, viendo la ventana, como si nos estuviera vigilando; Javier miro para el otro lado y vio otro maniquí, igual que el anterior.
- hola, hola ¿Cómo andan amigos? Veo que están unidos.
- ¿Dónde estás? – Javier estaba enojado.
- en su salón, ustedes deben saber cuál es.
- pero ¿Cómo estás ahí? ¿De dónde nos hablas? Y ¿Cómo mierdas nos escuchas?
- pues, es el colegio, camine y de donde les hablo, pues por altavoces que están en el colegio y solo los escuchó por que sí, digamos que los altavoces también tienen micrófonos y los puedo escuchar.
- pero eso no tiene sentido.
- no le busques sentido a este lugar, todo lo que te ha pasado estos días no tienen sentido, incluso me atrevo a decir que estás loco, porque nada de esto tiene sentido.
- no lo escuches Manuel, quiere jugar con tú cerebro.
- nada tiene sentido, así que no lo busques, terminas loco, termines siendo anormal y eso nadie lo quiere, porque si no eres normal, no eres nadie, si no tienes las mismas ideas de los demás, te alejas, yo soy diferente a todos y todos me dejaron solo, todos, aunque algunos no quisieron abandonarme.
- ¿De quienes hablas? – él se río, se notaba que le faltaba un tornillo.
- un consejo, no confíes en Javier, es un mentiroso, igual o peor que yo.
- ¡Cállate! – él se quedó callado por unos segundos.
- pronto se descubrirá la verdad y veras como tú mejor amigo es una mierda.
- ¡La única persona que es una mierda eres tú! – ya estaba harto de escucharlo.
- exactamente, tienes toda la razón, nos vemos en su salón, recuerden que es el salón ciento dieciséis.
- cuando te encontremos, te mataremos – Javier parecía decidido, yo creo que, si lo va a matar, aunque nunca he visto lastimar gravemente a una persona, lo más que ha hecho es romper una nariz para defenderme.
Nosotros caminamos por los pasillos, Javier miraba a veces a los lados y cada vez que lo hacía aparecía un maniquí mirando por la ventana, daba un poco de miedo, pero no es lo peor que he visto. Nada malo paso ni nada extraño, solo se escuchaba cosas caerse y se veían los maniquís en las ventanas, pero nada más, pero cuando llegamos al pasillo de nuestro salón, había varios cuerpos colgados en el techo, se había colgado, pero lo más raro es que a todos los cuerpos le salían sangre desde los ojos. Javier y yo vimos la habitación, así que salimos corriendo hacía la puerta, pero antes de entrar, alguien tiro una camilla desde el salón del otro lado; estaba un hombre amarrado de las manos y los pies en la camilla, tenía la barriga abierta y se le salían los intestinos, no tenía ojos, alguien se los arrancó y le faltaba toda la piel de la mano derecha. El olor era demasiado para mí y vomité, vomité mucho, olía horrible; Javier intentó abrir la puerta, pero estaba cerrada con llave.
- ¿Contraseña?
- déjate de estupideces y ábrenos.
- esa no es.
- estamos aquí, ahora abre para poderte matar.
- todavía no, recuerda que me gusta divertirme y me divirtiendo haciendo a los otro miserables, es la penúltima prueba, la última seré yo, obviamente, la más difícil.
- ¿Qué quieres que hagamos duende para poder pasar por tu puente?
- muy ingenioso – él se río – la llave está dentro de esa persona, por la barriga, no sé dónde, no me acuerdo, ya saben qué hacer.
- acabemos con eso – Javier se remango la manga.
- no, tú no lo harás – Javier se detuvo – lo hará Manuel, tú amigo.
- ¿¡Yo?! – esto es una broma ¿Cierto? No voy a tocar eso.
- sí, tú, a ti te afecta, te da asco tocar, quiero que sufras, así que busca la maldita llave.
- debes estar loco, yo no voy a tocar eso.
- claro que sí lo harás, quieres la verdad, ahí está el premio, o que pasa ¿Tienes miedo? – él se río.
- tranquilo – Javier puso la mano en mi hombro – sé que lo harás, eres más fuerte que yo, solo cierra los ojos y búscalo.
- no creo que pueda hacerlo.
- lo harás, sé que sí, porque tú haces todo lo que te propones ¿Quién hizo una presentación de doscientas palabras en un día?
- eso es porque no lo hice, por vago.
- pero lo hiciste, en un día te lo propusiste y lo hiciste ¿Quién pudo pasarse el nivel final de mi juego favorito en menos de una hora?
- yo.
- yo tardé varios meses y no pude hacerlo.
- pero eso es diferente, voy a tocar el interior de una persona.
- es muy simple, solo cierra los ojos y piensas que estas buscando algo dentro de un espantapájaros o dentro de una piñata.
- no creo que pueda.
- sé que puede ¿Quién llego hasta aquí sin ayuda?
- casi sin ayuda, pero yo.
- esto no es nada, solo es el final.
- no tengo otra alternativa – me acerqué al cadáver y cerré los ojos.
Yo metí mi mano el hueco que tenía en la barriga y empecé a buscar la llave, se sentía asqueroso y olía peor de lo que se sentía, pero no tengo otra opción, me guardé las ganas de vomitar y busqué por todo los lados la maldita llave, pero no encontré nada y luego de un tiempo saqué rápidamente mi mano y vomité en el suelo, pero lo peor de todo es que tenía que volver a meter la mano y seguir buscando esa maldita llave.
- ¿La encontraste? – yo lo miré a los ojos.
- no, no la pude encontrar, pero voy a volver a meter las manos y encontrar esa llave y no las voy a sacar hasta encontrarla – de pronto se escuchó como se chocaban dos llaves.
- que pendejo que soy, no metí las llaves dentro del cadáver – él se río.
- ¡Bastardo! ¡Hiciste meter mi mano dentro de un cadáver para nada! – él se río más fuerte, lo estaba disfrutando.
- sí ¿No te parece algo gracioso? – lo voy a matar.
- él metió su mano en el cadáver, ya cumplimos nuestra parte del trato, ahora te toca a ti.
- claro que sí – se escuchó como la puerta se desbloqueó.
- ¿Estás listo?
- acabemos con ese hijo de puta – ambos entramos al salón, las luces estaban apagadas, pero se le podía ver, en un rincón, con una máscara y acariciando un muñeco.
- llegaron, han llegado, el final del camino, antes de que empecemos, quiero decirle que los disfrute, pase lo que pase, les diré que fue lo mejor que me paso.
- ¿Qué cosa?
- ustedes dos, son lo mejor que me pasaron, sobre todo tú Manuel, eres lo mejor que me paso, gracias a ti estoy vivo, gracias a ti estoy libre y tuve la fuerza para matar a mis compañeros sin piedad.
- estás loco.
- sí y soy feliz así, me demoré años en saberlo, pero lo supe, al final.
- danos el maldito pedazo de espejo - ¿Cómo sabe que él lo tiene? Y más importante ¿Cómo sabe que lo estoy buscando?
- si lo hago, no había diversión – él saco el pedazo de su espejo de su bolsillo del pantalón y lo dejo en su silla - ¿Me lo cuidas sí? – dejo su muñeco alado del pedazo del espejo – gracias – él le dio un beso en la cabeza al muñeco – ahora sí, las reglas son simples – él agarró su mazo que estaba cerca de él – agarren el espejo y no mueran en el intento, es así de simple.
- separémonos, así tenemos más posibilidad – él puso su mazo en el hombro.
Javier se alejó de mí, quedando al otro extremo del salón y ambos corrimos hacia adelante. Él chico de la máscara me lanzó su mazo hacía mí y yo me agaché para que no me pegará, el mazo le pego a la pared y la rompió un poco; yo me levanté y miré donde estaba Javier, que estaba peleando contra el chico de la máscara. El chico de la máscara le golpeó en la cara, luego le agarró de la mano y le hizo una llave, luego lo lanzo donde estaba yo. Yo corrí lo más rápido que pude, pero el chico me agarró del buso, el buso me ahorcó y me detuvo y caí al suelo; luego me agarró de las manos y me hizo dar vueltas hasta que quedé mareado. Me soltó y yo me choqué contra varias mesas, yo me levanté y me giré y vi como el corrí hacia mí, me pego un puño que me rompió la nariz, me agarró de las manos y me cargó en sus hombros, luego me lanzó contra el tablero del salón, me lanzó dos metros, era bastante fuerte para hacer eso. Yo me levanté con dolor, me dolía las espalda y me temblaba las piernas, pero no podía terminar, tenía que seguir adelante. Javier se fue contra el chico y le intentó pegar en la cara, pero él se lo esquivo y le pateó en la barriga, luego se alejó un poco y se puso detrás de un pupitre, Javier se acercó, pero el chico pateó el pupitre para pegarle, pero Javier lo pude detener y no le pude golpear. Pero el chico no se rindió, le agarró del cuello y lo levantó, luego lo lanzó contra una pared; yo corrí lo más rápido que pude y lo tacleé, me puse arriba de él y le golpeé la cara, le rompí un poco su mascara y quedó expuesto su ojo, que era de color café. Le empecé a golpear el pecho y le di un golpe en el cuello, pero el me agarró de ambas manos y me pego en el pecho y caí al suelo; él se levantó y me pateó varias veces, por suerte Javier lo detuvo, agarró una silla y le pego por detrás, él chico ni se inmuto, solo se giró y se fue contra Javier. Yo me levanté algo adolorido, vi que Javier intentaba pegarle, pero él se lo esquivaba, yo aproveché para pegarle por la espalada, no le hice mucho daño, pero lo distraje, lo que le dio tiempo a Javier para darle un golpe en todo el cuello, justo en la manzana; eso lo dejo sin airé, se puso sus manos en su cuello y Javier aprovechó para darle un golpe en las costillas, después yo le pegué otro golpe en pecho y, por último, ambos lo levantamos y lo tiramos contra el suelo. Javier le intentó golpear en el suelo, pero él giro y rápidamente se levantó, los dos intentamos golpearlo, primero Javier, que no pudo golpearlo, el chico lo esquivó y le pego en las costillas, luego de unos segundos, me agarró la mano y detuvo mi puño, me apretó mi mano y me pego en la cara. Javier le intentó pegar por detrás, pero el chico lo esquivó y le agarró la mano, lo acercó a él y le agarró las piernas y lo levantó como si Javier no pesara nada, luego lo lanzó contra una pared. Yo intenté golpearlo, pero él me esquivó y me pego una patada en el estomagó, luego me pego en el cuello, y por último me empujo contra unos pupitres. Yo caí al suelo, me estaba doliendo todo el cuerpo, pero no tengo que detenerme, tengo que acabar con esto; yo miré a mi alrededor y vi el mazo tirado en el suelo, yo corrí rápidamente y lo agarré en el suelo, me escondí detrás de unos pupitres y espere que Javier lo distrajera, cuando esto paso, corrí lo más rápido con el mazo en mi hombro y le intenté pegar, pero no pude, él agarró el mango del mazo con una sola mano y detuvo el golpe. Agarró el mango del mazo con las dos manos y me pego un cabezazo, yo no solté el mazo, pero él me lo quitó con facilidad; me dio una patada y yo caí al suelo. Yo miré hacia arriba y lo vi acercándose, con el mazo en el aíre, yo no lo dude dos veces y giré y pude esquivar su golpe; pero el no paro, siguió intentando golpear, yo empecé a gatear lo más rápido que podía, me metí debajo de varios pupitres, pero él los destruyo y me seguía, al final me quedé sin camino. Yo me giré y lo vi acercándose, con una sonrisa ganadora, triunfante, estaba atrapado, él levantó su mazo lentamente, para alargar el suspenso, pero cuando me iba a golpear, Javier se colgó por detrás y lo empezó a ahorcar con su brazo; yo aproveché para darle un golpeé en la entre pierna y corrí lejos de él, era mi oportunidad. Corrí lo más rápido hacia el pedazo del espejo y no me detuve, escuché un golpe, seguramente habían lanzado a Javier contra algo, pero sé que él es un hombre fuerte y resistirá; agarré el pedazo del espejo y me giré rápidamente, vi que él corrí hacia mí con el puño arriba, me quería golpear en la cara. Yo me agaché rápidamente y esquivé el golpe, el chico golpeo la pared, dejándole un hueco a la pared.
- ¡¿Te crees mejor que yo?! – él se giró y me miro con odio – yo soy la perfección, yo me quite la máscara, me escondo a simple vista y nadie me ven, un don, una maldición – él me intento golpear, pero yo lo esquivé – te daré una lección que no aprenderás en ningún libro.
Él me intento pisar, pero yo me metía debajo de pupitres, lo que me daba un poco de tiempo, por qué él los agarraba y los lanzaba lejos. Pero al final el me alcanzó y me agarró de la pierna y no importaba cuanto pateaba, él no me soltaba, por suerte Javier llego y le pego en la cara con su mazo, él chico me soltó y cayó al suelo; luego de unos el levantó la cara y vi que la parte de la boca de la máscara se había roto y tenía la mandíbula dislocada y le derramaba mucha sangre y escupió varios dientes.
- ¡Manuel corre! – le pego en la espalda dos veces – yo me encargo de ese hijo de puta.
Yo me levanté y corrí lo más rápido que pude, no giré atrás solo corrí, lo más raro es que apareció una puerta en mitad del pasillo y estaba brillando, yo me detuve unos segundos para presenciar la puerta, era de madera y estaba limpia, estaba reluciente y me sentía aliviado al estar alado de la puerta, luego de unos segundos la atravesé.
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