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Miedo al pasado

Desperté en una pequeña habitación, me dolía la cabeza y todo me daba vueltas. Luego de un tiempo la cabeza me dejo de dar vueltas y reconocí la habitación, pero no sé de dónde, algo me decía que ya había estado aquí varias veces. Intenté levantarme, pero no pude, mi cuerpo estaba paralizado. La luz de la habitación se apagó y se escuchaban pasos fuera de la habitación. Yo estaba tranquilo, era un sueño, o una pesadilla, pero nada me haría daño. De repente, la puerta se empezó a abrir poco a poco, la puerta soltó un chirrido horrible y una sombra empezó a caminar hacia mí. Mi corazón se aceleró por alguna razón, el labio me temblaba y quería gritar, pero no podía. Cerré los ojos, quería volver a mi cuarto, recé con toda mi fuerza; alguien me debió escuchar, porque nada me paso y cuando abrí los ojos, ya estaba en mi casa, de nuevo.

- solo fue un sueño – empecé a respirar lentamente – solo era una pesadilla, nada que temer.

- ¡Hijo! ¡Baja a almorzar! – sí, era mi casa.

- ¡Ya bajo mama! – me levanté de la cama y bajé.

- ¿Cómo dormiste hijo? – ella sonrió.

- bien – tuve una horrible pesadilla – todo estuvo normal.

- me alegro, arréglate y vas al colegio.

- gracias mama – mi desayuno era un huevo y un pan con café – se ve muy rico.

Me senté y empecé a comer, mi papa no estaba, se fue a trabajar, sale una hora antes de que yo despierte y va a su trabajo en bus. Comí todo mi desayuno y me retiré de la mesa, fui al baño, me bañé por diez minutos, salí y me vestí con el horrible uniforme del colegio. Agarré mi monopatín, mi candado y mi mochila y me fui al colegio. Me gustaba montar mi monopatín y sentir el poco viento, aunque era muy poco y me gustaba ir lento y por la acera; ya era febrero, ya casi llegaba san Valentín, lástima que no tenga pareja, pero estaré con mi mejor amigo Javier. Llegué al colegio y le puse un candado a mi monopatín para que no lo robaran, cuando alguien me toco él hombro y yo me levanté rápidamente y me giré; era Javier.

- ¿Estás bien? – yo le sonreí.

- sí, solo me asustaste.

- solo te toqué y tú te asustaste, no pensé que fueras tan gallina.

- cállate, a ti te asusta no dormir sin tú peluche.

- eso es mentira, no puedo dormir, tengo miedo a perderlo, es muy perfecto, buscas perfección en Google y te aparece él – yo me reí.

- si tú lo dices, vamos a entrar al colegio – yo camine y entramos al colegio.

Todos los estudiantes entraban al colegio, se amontonaban en los pasillos y apenas uno tenía espacio personal. Se veía muchas parejas juntas, muchos corazones en el aíre y se olía el amor, los perfumes y los chocolates, incluso se veían rosas en las manos y a veces, muy pocas veces, pero se veía, rosas en la basura. Caminando hacía nuestro salón, nos encontramos con Carolina y Laura agarradas de las manos, eso significa que eran pareja; Javier soltó un suspiro de enojo.

- ¿Qué pasa? ¿Te gustaba Carolina? – él se asustó.

- ¡¿Qué?! ¿Esa fea? – él se río – no, no me gusta, lo que pasa es que ellas dos me robaron el celular, se los preste y no lo han devuelto.

- ¿Solo es eso? ¿Aceptas que salgan juntas? – él sonrió.

- pues, no me importa, no me interesa, ellas deciden su vida, pero que me devuelvan el puto lápiz – yo me reí.

- me alegra escuchar eso.

- ¿Tú creías que yo era homofóbico? Yo no tengo miedo, el miedo es para maricas – yo me reí más fuerte, obviamente era una broma.

- ojalá nunca cambies.

- no lo haré, te lo prometo – escuché alguien decir mi nombre, yo me giré para ver quien era, pero había tanta gente y tanto ruido que no podía ver quien era.

- ¿Estás bien? – yo lo miré-

- sí, solo escuché mi nombre.

- buena suerte encontrando a esa persona – llegamos a nuestros casilleros, nos tocaban al lado.

Yo abrí mi casillero, saqué mi cartuchera y los libros de las siguientes clase, inglés, filosofía y castellano, pero cuando saqué todos los libros, algo se calló del casillero. Yo me agaché y lo agarré, era un casete, de esos antiguos.

- ¿Qué tienes ahí? – yo me levanté.

- un casete.

- ¿Eso no desapareció hace cincuenta años? – exagerado.

- fue hace veinte años, aproximadamente, desapareció en los ochenta, creo.

- esa es una joyita ¿Qué es? ¿Una película? – yo moví los codos.

- habrá que saber que es – sonó la campana – pero después, hay que entrar al salón antes de que lo cierren – lo guardé en mi maleta.

- pero vamos rápido, que la profe de inglés es detestable y si no llegamos en tres minutos, nos no dejan entrar.

Ambos corrimos con nuestras cosas hacía el salón, tuvimos suerte de entrar justo antes de que la profesora cerrara la puerta. Ella nos dejó entrar enojada, decía que la puntualidad es lo más importante, que en su clase se respetan las normas y más cosas así. Nos sentamos y prestamos atención, o por lo menos hacíamos parecer; a mí me gustaba el inglés, pero lo que veíamos yo ya lo sabía, toda una hora para hacer un ejercicio de escucha, o como decía él profe, the listening. Javier siempre se hacía detrás, solo en un rincón, era el más aislado, estaba en su propio mundo, seguramente pensaba en una manera de escapar de la realidad; él un día me dijo que cuando estaba aburrido, normalmente en clase, piensa en mundos diferentes, realidades, lo llamaba él. Realidades donde era notado, donde tenía muchos amigos, donde era normal.

- ¿Te imaginas yo saliendo cada fin de semana? – él se río.

- Javier... - no sabía que decir.

- no te preocupes, estoy bien – él siempre está bien.

- sabes que me preocupas.

- no lo hagas, siempre estoy bien – no estaba bien, no lo estaba, estaba perdido y solo, se notaba, si lo mirabas fijamente te dabas cuentas.

- está bien, te creo, pero sabes que, si necesitas algo, aquí estoy – él me abrazó.

- lo sé y gracias por eso, algún día te lo compensaré – en su interior, sentí odio, yo era el único que lo calmaba, que apaciguaba su fuego – te lo prometo – quería destruir a todos, se decía que nació roto, que todos tenían algo menos él, le faltaba algo, quería ser normal – no te preocupes por mí, estoy bien, estoy bien.

Se acabo la clase y siguió otra, yo solo pensaba en el casete y en su contenido, me daba curiosidad que tenía adentro y la persona que me dejo ¿Por qué? Me inquietaba, pero me daba curiosidad, quizás no era nada, pero mi sueño siempre fue descubrir un misterio, algo medianamente grande, no como descubrir que el ratón Pérez en realidad eran tus padres. Podría no contener nada y solo ser pura coincidencia, también lo pudo poner mi amigo. Abrí mi maleta y la agarré, quería ver si había algo, un nombre o algo que lo diferenciara, pero no hubo nada ni siquiera un casete con su nombre, nada. Lo volví a guardar y miré a mi alrededor, no había nadie, todos había desaparecidos y las luces empezaron a parpadear.

- ¡Hola! ¡¿Hay alguien por aquí?! – la puerta del salón empezó a abrirse poco a poco.

- Manuel – dijo una voz misteriosa, algo lejos de aquí – ven aquí.

- ¿Quién eres? – me acerqué a la puerta.

- ¿Le tienes miedo al pasado? – dijo una voz totalmente diferente a la anterior, pero muy conocida, pero no recuerdo de donde – tú le tienes miedo a volver al pasado, le tienes miedo a... - la puerta se cerró de repente y la voz se cortó, yo me asuste.

- despierta – mi cuerpo se dejó de mover – despierta – yo me empecé a caer para atrás y cuando me iba a pegar contra el suelo, solté un grito y desperté en el salón.

- ¿Estás bien? – dijo un compañero llamado Oliver.

- sí, solo ha sido una pesadilla, soñé que me caía de un edificio.

- yo a veces sueño eso, es horrible.

- ¿Ya llego el profesor? – miré a mi alrededor y no lo vi.

- no va a venir, tuvo un accidente alguien importante para él, tenemos clase libre.

- qué suerte – miré para atrás y vi a Javier que estaba mirando fijamente a una pared.

- ni que lo digas, la próxima clase tenemos tarea ¿Tú la hiciste? – yo sonreí.

- por suerte, Javier me acordó ayer, no me acordaba.

- normalmente eres así, se te olvida todo – ambos nos reíamos, era verdad y todos lo sabían.

- bueno, voy a hablar con Javier – yo me levanté muy rápido y por un momento vi un largo pasillo oscuro, y al final había una puerta, creo que con barrotes.

- ¿Estás bien? – yo lo miré.

- sí, solo me levanté rápidamente y me mareé – caminé y me senté al lado de Javier – hola – él me volteó y sonrió.

- hola.

- adivino que ya sabes, hay hora libre.

- sí, incluso te escuché gritar.

- sí, tuve una pesadilla.

- pesadillas, miedos, las pesadillas son miedos que tienes adentro, que ocultas.

- o simplemente mal sueños ¿Quién no tiene miedo a morir?

- ese grupo de veinte, personas que se matan a los veinte, básicamente los suicidas.

- quizás te equivocas, quizás los suicidas si tengan miedo, pero superan el miedo si me matan.

- que buena respuesta – yo reí – hablemos del miedo – yo miré a mi alrededor, el salón era un alboroto.

- como quieras, total, aún no ha llegado el profesor – Javier me miró algo confuso.

- sí, hagámoslo, empiezas tú ¿A que le temes? – él se acercó un poco a mí.

- parece una terapia – solté una pequeña risa.

- quizás, voy a hacer eso, voy a ser tu terapeuta de mentiras – él agarró su cuaderno y un lápiz – dime tus miedos, que te da miedo.

- los payasos – él se río – quien no le tiene miedo – él se acomodó en la silla - ¿Le tienes miedo al futuro? – yo me quedé en silencio, pensando.

- puede, un poco, no sabemos que vamos a pasar, quizás sí, no lo sé – él se río.

- y ¿Al pasado? – yo me quedé callado.

- ¿Miedo al pasado? No.

- ¿Seguro? Porque, es normal, miedo a lo que has hecho, a las cosas horribles que hiciste.

- ¿Qué cosas? No entiendo.

- ¿Quieres que te lo acuerde? Ya hemos hablado de eso.

- ¿Javier? – las luces se apagaron.

- ¿Acaso no te acuerdas? – su voz cambio, era más grave.

- tú no eres real, solo eres un sueño – cerré los ojos.

- soy real, como tú ¿Quién eres tú? – yo me quería mover, pero no podía.

- soy Manuel y tú no eres real, solo estoy dormido.

- ¿Seguro? – sentí como alguien me agarraba la mano y me tocaba la cabeza.

- no lo sé... - sentí que alguien me jaló del cabello y caí al suelo.

Abrí los ojos y vi que estaba en mi habitación, todo había sido un sueño, un mal sueño, un terrible sueño. Pero, no estaba seguro, tendría que hacer algo para saberlo, lo que hice fue caminar y abrir la maleta que tenía, metí mi mano y sentí algo diferente, algo que antes no tenía, lo saqué y miré lo que era, era el casete que había agarrado en mi casillero y tenía una casete pegada, con algo escrito, decía: Miedo al pasado.

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