Malas influencias
Caminé hasta llegar a la puerta, yo la abrí y vi a Javier con un vestido bastante elegante y algo nervioso, muy nervioso. Yo lo mire bastante raro, solo me quedé callado para que dijera algo, por ejemplo, lo de mi cuarto, que me preguntara por qué está hecho mierda, pero no lo hizo, nadie dijo nada por unos segundos.
- veo que ya estas listo.
- ¿Listo para qué? – miré detrás de mí y todo había desaparecido, estaba como nueva.
- ya sabes, la fiesta de Santiago – yo sonreí falsamente.
- claro, espera me cambio y vamos para allí – Javier se río.
- pero si ya estás listo – yo miré para abajo y vi que tenía un vestido bastante elegante.
- te quería hacer una broma – yo caminé hacía adelanté.
- pues me gusto, ahora vámonos, mi mama nos va a llevar.
- ¿Quiénes van a ir? – él se quedó callado.
- si yo voy, eso significa que todo el salón va a ir, solo tú eres el único que me invita a su casa o a salir sin necesidad de invitar a todo nuestro salón, y quizás invito a más personas
- va a reventar esa casa, somos demasiados.
- sus padres no están, lo que significa que va haber alcohol, drogas y muchas personas besándose, quizás algunas subiendo un poco el nivel, así que cuidado cuando hablas una puerta, nunca se sabe lo que se encontrará – yo me reí.
- no creo que nada malo pasará.
- yo estoy seguro que sí, droga, alcohol y personas hormonales jamás acaban bien, por si acaso lleva un gas pimienta por si alguien se pasa de la raya.
- ya no tengo ganas de ir.
- ya dijiste que sí, te toca ir conmigo, lo siento – ambos salimos de mi casa y caminamos al carro de su madre.
- hola señora Lina ¿Cómo va todo? – ella sonrió.
- muy bien, gracias por preguntar ¿Ya todos estamos listos? – yo miré a Javier algo dudoso, no tenía ni idea donde iba a ir, pero tengo a Javier.
- claro que sí – dijo Javier con una sonrisa.
La madre de Javier condujo hasta llegar a la casa, Javier y yo hablamos de varias cosas, sobre todo lo que hicimos en vacaciones. Él me contó que estuvo completando un nuevo juego que acababa de salir, que se vicio hasta completarlo al cien por ciento. Yo no dije nada, porque no sabía que decir, porque si le cuento lo que he hecho, pensará que es una broma o que estoy loco, además a él le encanta hablar de él mismo. Ambos salimos del carro y nos despedimos de ella. Cuando entré, supe que era mala idea, había mucha gente y olía a alcohol. Yo estuve cerca de Javier, no quería perderme, me sentía seguro junto de él, la mayoría de las personas estaban tomada.
- Manuel, ya estás aquí – Santiago puso un brazo en mi hombro – te demoraste una hora, llegas una hora tarde.
- lo siento – dije algo nervioso – no pasa nada, al final llegaste, mira a tu alrededor, esto es una fiesta de verdad – vi mucha gente bailando y cantando, a varios chicos intentando coquetear con una chica y unas pocas personas besándose.
- claro, una fiesta de verdad – esto era obviamente una mentira.
- bueno, ven te enseño algo – él me agarró de la mano y me empezó a jalar.
- espera que no estoy solo – miré para atrás y vi como Javier desaparecía entre la gente.
- no me importa – él me jalo hasta llegar una pared con fotos y un pedazo de espejo que estaba colgado en la pared – quizás no sepas, pero mis padres hicieron una empresa muy importante de espejos, literalmente no trabajan y le pagan, por eso la casa es tan grande, somos rico y ese pedazo de espejo, fue el primer espejo que creamos, el primero de todos, mi padre lo tiene como recuerdo de todo el camino que ha logrado.
- ¿Cuánto por el pedazo? – él se río.
- no está a la venta.
- entonces ¿Por qué me lo mostraste? La casa ya muestra que eres rico.
- por curiosidad, lo vi y quise mostrarte.
- ¿Qué quieres de mí? Y no puedes simplemente decirme y no arrastrarme.
- lo siento, me emocione y solo quería que te apurabas y lo que quiero es que vengas, al cuarto piso, ahí están mis mejores amigos, como tú.
- gracias - ¿Somos mejores amigos? Yo ni si quiera te conozco bien.
- además te agarró para no perderte – él me volvió a agarrar de la mano – ahora, no hay tiempo que perder – él me volvió a arrastrar hasta el segundo piso, a veces sentía que me rompía el brazo, había mucha gente y era muy fácil perderse, pero al final llegamos al cuarto piso – llegamos – él me soltó de la mano y cerró por donde entramos – mira nuestro pequeño paraíso.
- y trajiste amigos – dijo un chico de pelo mono que jamás había visto.
- un amigo muy guapo – vi a una chica pelirroja que se acercaba a mí con una sonrisa y unos ojos bastante hermosos – como te llamas – la chica sonrió.
- soy Manuel, un gusto.
- Sara y el gusto es totalmente mío – ella se acomodó el pelo y me sonrió.
- Sara, deja de molestar al chico – dijo una chica con minifalda y pelo rosado y largo.
- no lo molesto ¿Cierto que no? – ella me guiño el ojo.
- no, claro que no.
- bueno, pero venga que vamos a jugar – ella se volteó.
- está bien – ella se volteó – maldito pollo – dijo susurrando.
- rápido Sara, no tenemos todo el día.
- ¡Ya voy Maggie! – ella camino y yo la seguí detrás, estaba atontado viendo todo su cuerpo moverse.
- bueno ¿Qué hacemos acá? – todos me miraron y yo pude verlos, había un chico rapado por los lados y con el pelo anaranjado, una chica con el pelo azul y que tenía gafas, un chico algo gordo y con pelo negro y dos compañeros de mi escuela, y claro, la chica peli rosa.
- vamos a jugar un reto, primero vamos el juego de copas.
- hay algún premio – dijo el chico peli anaranjado.
- claro que sí, mi amistad – él se río – no es cierto, no hay recompensa.
- qué tal si pongo esto – la chica con lentes azul puso un pedazo del espejo, quizás el mismo de antes, pero no creo, esté es más pequeño que el otro y no es posible que haya conseguido el pedazo así de rápido, estaba antes que nosotros y nosotros nos demoramos segundos para llegar hasta aquí.
- ¿Vas a regalar mi regalo? – ella se acomodó sus gafas.
- eres mala persona, le regalaste a tú novia un pedazo roto de espejo – Santiago la abrazo.
- está bien, te perdono, pero si algo no te gusta, me dices, tú sabes que digo lo que no me gusta de ti, que es tú ausencia – él le dio un beso en el cachete.
- mi tonto guapo – ella lo beso en los labios.
- mi novia inteligente y fría.
- bueno, quieren empezar a jugar o tenemos que esperar a que se besen.
- lo siento – él la soltó – como decía, vamos a jugar un juego de copas, yo voy a llenarles pequeñas copas con aguardiente, el que más tome en diez segundos, gana el pedazo de espejo.
- yo no participo, por qué no puedo – dijo el chico gordo – tomo alcohol y mi hígado explota, mi hígado desaparece.
- lo comprendo.
- yo tampoco juego – dijo él peli naranja – el premio es una basura, pero por favor pásenme una botella de aguardiente – Santiago le paso una y él tomo un poco – gracias.
- buen ¿Alguien más? – todos se quedaron callado – bueno, yo no participaré y buena suerte.
Todos pasamos, llenando diez vasos con aguardiente, primero paso Maggie, la del pelo rosado, luego la novia de Santiago, mis dos compañeros y por último la chica peli roja. Luego de ella me toco a mí. Yo me tomé seis vasos y gane el juego, pero eso no es nada bueno, sentía como me ardía un poco la garganta y luego bajaba al estómago, un sentimiento algo raro, pero que no me gusto, pero quería ganarme ese maldito pedazo de espejo.
- y nuestro ganador es Manuel – todos me aplaudieron – toma tú regalo – me pasaron el pedazo de espejo, yo empezaba a sentirme raro, como más ligero.
- gracias – guarde el pedazo del espejo en mi bolsillo.
- bueno, el siguiente juego se llama siete minutos en el cielo y lo único que tienen que hacer es entrar con alguien en el closet detrás de mí con alguien por siete minutos.
- me parece bien, yo si juego eso.
- bueno, pero yo elijo y van a ir nuestro ganador y Sara – alguien me agarró detrás de mí y me obligo a entrar al closet – buena suerte amigos – Santiago me cerró el closet, y quedé en un espacio pequeño con Sara.
- bueno, Manuel ¿Tienes pareja? – yo me puse rojo.
- no, claro que no.
- que bien – ella se acercó a mí – me pregunto cómo alguien tan guapo no tiene en estos momentos pareja – ella puso una mano en mi cara – debo tener suerte – yo me quedé callado - ¿Tú fumas? – ella saco un cigarrillo de su bolsillo.
- no, nunca lo he hecho.
- ¿Quisieras probar? – yo me tenté a decir que sí, pero es mejor no arriesgarse, no la conozco.
- no gracias, así está bien – ella sonrió.
- está bien, no te obligaré a nada – ella prendió el cigarrillo y fumo, pero se quitó rápidamente soltó el cigarrillo y me beso, luego soltó todo el aíre en su boca y yo me lo tragué.
- ¿Qué haces? – yo tosí un poco, me sentí cada vez más raro.
- solo disfruta – ella me empezó a besar, yo no puse resistencia, estaba bastante buena – veo que también quieres esto tanto como yo.
- tal vez – me sentía avergonzado, muy avergonzado.
- tranquilo, yo me encargo de todo, tú solo disfruta.
- no creo que... - ella me beso.
- silencio, pronto disfrutaras todo esto.
- ¿Qué pasa si abren? Solo tenemos siete minutos – ella sonrió.
- no tardaré ni cinco minutos para llevarte a la gloría – mi cabeza me empezaba a doler y veía borroso.
- lo siento, pero hay que esperar.
- está bien, no quiero que hagas nada que tú no quieras – me acabas de meter humo de tú cigarrillo y yo dije que no – cuéntame de ti.
- pues, soy un chico que no sale mucho, no tengo mucha experiencia en el amor.
- yo no tengo problemas con eso, yo te enseño – mis mejillas se ruborizaron, no sé si por vergüenza o por el alcohol, pero mis mejillas ardían.
- quizás otro día, yo ahora quiero disfrutar – ella me acarició la mejilla.
- eres muy dulce, eres perfecto para mí – ella puso su mano debajo de mi buso.
- espera – quería detenerla, pero no pude, no podía moverme, mi cuerpo no respondía.
- tomaste mucho, si es tú primera vez, vas a quedar mal.
- no es mi primera vez – en realidad si lo es.
- que bien, pero aun así va a pegarte fuerte, quizás muy fuerte – yo empecé a sudar, no sé porque, lo más seguro que fue el alcohol, pero no podría decir con seguridad – y alguien te tiene que cuidar y esa seré yo.
- gracias, pero puede cuidarme solo – ella me beso, me beso por un largo rato.
- cada palabra que dices me ponen caliente – yo la pude apartar un poco de mí.
- fue suficiente, muchas gracias, pero no.
- ¿Aún eres virgen? – yo me quedé callado, si soy virgen y mi avergüenza serlo, todos, menos Javier, han perdido su virginidad – no te preocupes, todos tienen su primera vez y en esta época la mujer tiene más poder que antes, ya puede ser dominante – creo que es mentira, yo creo que antes también había mujeres así, que dominaban en el sexo y otras cosas, pero es algo muy raro de ver, incluso en el día de hoy, conozco muchas mujeres que no serían dominante, lo común es que el hombre sea el dominante, pero que sea raro no signifique que sea algo malo.
- no lo sé – ella me dio otro beso en los labios.
- tranquilo, es una pequeña broma – ella me guiño el ojo – pero puede no serlo.
- lo siento, pero quiero recordar mi primera vez – me sentí muy mareado y apenas podía moverme.
- te comprendo, tomaste mucho e inhalaste de mi humo, creo que eso te va a afectar mucho, así que yo te cuidaré.
- gracias, pero puedo solo – yo sonreí.
- eso dices ahora, pero todavía no te ha hecho efecto el alcohol, cuando lo hagas, vas a necesitar alguien que te saqué.
- vine con un amigo.
- y ¿Dónde está? No creo que sea de este grupo y tampoco creo que es Santiago.
- no, no es ni uno ni el otro, su nombre es Javier.
- bueno, mientras Javier viene por ti – ella puso una mano en mi pecho – yo te voy a cuidar.
- gracias, de verdad, pero no creo que sea necesario – ella sonrió.
- yo creo que sí.
- eres duro y me encanta los retos, me encanta las cosas difíciles – ella toco mi mejilla y la acaricio con mejillas y con una sonrisa, por suerte abrieron el closet y Sara se apartó de mí.
- veo que lo disfrutaron, se escuchó todo – yo me puse demasiado rojo y un poco mareado.
- en siete minutos en el cielo, además, no hicimos nada malo.
- no, aun no, pero si te dábamos unos segundos más, se hubieran empezado a desnudar y a dar besos en el cuello y sería más incómodo.
- claro que no – Santiago sonrió.
- bueno, si tú lo dices.
- yo quisiera seguir oyendo esto, pero quiero vomitar, ya vuelvo.
Salí caminando de ahí, mi mundo daba vueltas y veía borroso de lejos, cada vez me arrepentí más de haber tomado. Baje al tercer piso, porque el cuarto era una terraza y no hay baños, era obligatorio bajar, yo caminé entre la gente, cada vez me dolía más la cabeza y empezaba a sudar, al final llegue al baño, yo cerré la puerta y fui corriendo al inodoro y vomite, vomite mucho. Pero cuando lo hice, me sentí mucho mejor, aunque aún estaba mareado y veía borroso; y también empecé a temblar, mis manos temblaban, no sé si por el alcohol o por el aíre que Sara me metió en la boca, pero estaba temblando muy feo y sentía muy liviano, como que podía volar.
- veo que no disfrutas los efectos del alcohol – me giré rápidamente y vi a Maggie.
- ¿Por qué estás acá? ¿Me seguiste? – ella sonrió.
- quizás, pero no te haré nada, simplemente voy a hablar.
- ¿Me vas a besar? Por qué sinceramente no estoy en humor para esto.
- no me voy a ofender por ese comentario, es el alcohol hablando por ti y no, no te voy a besar, no soy como Sara y tampoco me gustan esos tipos de hombres.
- ¿Te gustan las mujeres? – ella se río.
- tampoco, me gustan los hombres, pero no todos los hombres.
- ¿Qué tipos de hombres te gusta?
- de los que les digo que me pueden tocar y lo hacen, lo que no dudan lo que hacen, que romperían mi vestido para verme desnuda, los que no son tóxicos, que me dejan ser como quiera, que me deje actuar como quiera, que me deje vestirme como quiera, que me deje ser como soy – ella quedo callada, para respirar – los que hacen el sexo con cariño y lo más importante, que tenga buen humor en los chistes, que me haga reír.
- eso es muy específico ¿Tú no eres así? ¿Tú no tienes estándar? Se que el mío es algo muy detallado, pero es normal.
- lo mío es que solo sea mujer y que respire, aunque la segunda es opcional – ella se río.
- tú tienes de todo, menos lo primero, estoy seguro que si te digo que me puedes coger, dudarías mucho y quizás no lo harías.
- lo siento, pero no tengo experiencia.
- no pasa nada, eso es raro, pero está bien ¿Quieres que te lleve con ellos? – yo giré mi cabeza hacía los lados.
- no gracias, ya estuve bien, no creo que sea buena idea.
- ¿Es tú primera vez que tomas? – yo no dije nada – no pasa nada si lo es, lo que no sabías es que es aguardiente especial, es el triple de especial que el normal, pega tres veces más que el aguardiente normal – perfecto, voy a terminar tirado en la puta sala.
- ¿Me ayudarías a bajar? Tengo que encontrar a mi amigo.
- claro, vamos te ayudo – ella extendió la mano y yo la cogí y me ayudo a levantarme.
- gracias y lo siento por ser una carga.
- no pasa nada, no es la primera vez que llevo un borracho hacía un lugar, mi abuelo tomaba mucho mientras me cuidaba, así que tenía que ayudarlo para llevarlo a su cama.
- entonces ¿Vivía contigo? – ambos empezamos
- sí, conmigo y con mi madre, mi padre me abandono desde hace rato, pero no era malo, pagaba por estar con mi madre y aun trabajaba, ganaba lo suficiente como para pagarle a mi madre por estar con él, además antes de caer la noche, cocinaba, lavaba la ropa a mano y tendía la cama, cuando acababa sus deberes, tomaba, no tanto como para perder la razón, pero si acababa borracho.
- qué buen abuelo.
- sí, él mejor y su arroz quedaba exquisito.
- y ¿Qué le paso? – la gente a nuestro lado se veía muy borracha, mucho más que yo.
- pues, casi muere por el alcohol, pero se salvó, y ahora no toma alcohol, ningún tipo de alcohol, lo reemplazo por gaseosas.
- me alegro de escuchar eso – yo miré a mi derecha y vi un hombre tocándole la pierna a una mujer, acariciándola y la mujer estaba muy alcoholizada y apenas sabía lo que pasaba, pero se veía incomoda y que no podía hacer nada – hey, mira a mi derecha – ella se volteó y la vio y nos detuvimos - ¿Tenemos que hacer algo? – el hombre la beso y la mujer le siguió el beso, se veía intranquila, pero parecía que disfrutaba el beso.
- no, primero, no es nuestra amiga y no la conocemos, segundo, tampoco nos pidió ayuda y no creo que no lo disfrute, se nota que ella le está metiendo la lengua a él – yo la miré confundido.
- ¿Tú como sabes eso? – ella sonrió.
- solo lo sé, solo con verlo lo sé, además ella se lo busco, no me malinterpretes, no quiero que la violen, pero no la van a violar, porque ella piensa que el hombre que ve es un Dios, el hombre de sus sueños y se lo quiere coger, por culpa del alcohol, él simplemente se aprovechó de su estado.
- pero, eso no está bien.
- no, pero se merece por pasarse de copas, los dos están mal, ya depende del punto de vista quien es peor, pero ambos van a ser castigados.
- podemos evitar todo esto.
- lo sé, pero no la conozco, además, es su castigo por pasarse de copas, por borracha y esto al final va a terminar con un juicio de violación, cosa que no estaría bien, porque no es violación, al final ella acepto y no fue contra su voluntad.
- no lo sabes.
- sí lo sé, lo vi cuando se estaban besando, ella no lo apartó o le pego un puño, no hizo nada, pero si merece estar en la cárcel por aprovecharse de ese estado y lo más posible es que gane.
- tienes razón, al final él se va a llevar su merecido.
- pero solo va a ganar ella el juicio por ser mujer, no necesita más que su voz para demandarlo y ganar, lo que necesita el hombre son pruebas de lo contrario.
- no creo que eso pase.
- ¿No? – ella se río - ¿Cuántas mujeres han levantado una demanda por violación o acoso sin pruebas? Tú solo buscas y te aparecen un montón, casi todos los casos sobre eso son así, la mujer no tiene pruebas y puede que sea falso y puede que no.
- está bien, vámonos antes de que se den cuenta que los estamos mirando.
- no creo, ninguno de esos dos se va acordar que hicieron, lo único que ella se va a acordar es que no quería, pero lo hicieron y él, no creo que recuerdo una mierda, si uno es una escoria, va a solo a recordar que ella le dijo que si, se subió la minifalda, vio cosas que no vio, cosas que se inventó por el alcohol, pero si es una mierda, cosa que es lo más probable... - ya sé dónde va los tiros.
- recordara todo, desde que la drogo, quizás y luego, que ella le dijo que sí, él la llevo a su habitación, y – me quede callado, no quería decir nada.
- exactamente, ahora vámonos, te ves muy mal.
- yo me siento bien – me sentía libre, sentía que podía volar.
- sí, se nota, te estas dando un viaje, sigues conmigo.
- fiesta de Santiago, te llamas Maggie, tienes un pelo rosado, tome seis copas, o más, y tengo siete minutos en el armario.
- ¿Tienes siete minutos en el armario? – ella río – eres una ternurita, sé que muchos de mis amigas te querrán besar, también uno que otro hombre.
- no gracias, no quiero eso, todavía, soy joven y normalmente esas relaciones duran poco, quiero algo que dure mucho.
- conozco a varias personas que desde los catorce años han estado juntos y han durado mucho tiempo juntos, mucho tiempo.
- dame un ejemplo – ella y yo bajamos las escaleras, no tengo ni idea en que piso estoy, todo se veía borroso y me temblaba las manos.
- mis padres, por ejemplo, fueron novios desde los doce años, duraron veinte años.
- me alegro, esas historias son las que son bonitas.
- pero, y siempre hay un, pero... - ella se quedó callada, veía borroso, pero podía ver su tristeza.
- lo siento.
- no lo haces, aun no te he contado la historia.
- pero es duro, se te ve, se siente, estás muy triste y mira que yo estoy borracho, muy borracho, apenas puedo caminar con tu ayuda, pero veo que estas muy triste, demasiado.
- bueno, es simple, ella murió.
- ¿Parto? – ella miro para otro lado.
- ojalá, eso sería un accidente, la verdad es que, la mataron, un hombre que simplemente la mato y huyo, lo peor de todo es que se salió con las suyas y está libre, libre y vivo, se salió con la suya.
- ¿Cómo paso? – bajamos otro piso, yo casi caigo de cara por las escaleras.
- entro a mi habitación, a mi casa, mientras mi papa estaba en una cena con su jefe, yo me dormí y esa persona entró y, cuando desperté, mi madre estaba muerta.
- y ¿Cómo salió libre esa persona? – ella miro para otro lado.
- cuartada, tenía una maldita cuartada, tenía un video de grabación, un video donde esta supuestamente con su amigo, tomando algo.
- ¿Cómo sabes que es él?
- pues, lo había visto antes, recuerdo que era un borracho y que le silbó a mi madre, recuerdo que nos prometió varias cosas, muerte y cosas así, pero era un borracho y no le creí, de hecho, mi madre me tapo los oídos para no oírlos, además, esa persona, dejo una nota, que decía te lo dije.
- lo siento por escuchar eso, lo lamento.
- no creo que ni te acuerdes de esto después, solo vas a recordar de que te ayude.
- sé que me voy a acordar – di un mal paso y caí al suelo.
Vomité un poco en el suelo y me sentí mucho mejor. Intenté pararme, pero no pude, por suerte ella me levantó y volvimos a caminar, aunque yo no caminaba en realidad, ella me arrastraba. Mi cabeza me dolía y me quería dormir, quería cerrar los ojos, pero las ganas de vomitar me lo evitaban y el dolor de cabeza no se quedaba atrás. Ella me puso en un sofá, había unos cuantos borrachos, pero ella simplemente los empujo y se cayeron al suelo y me acostó en el sofá.
- quédate aquí, voy por algo para que te mejores.
- no gracias, estoy bien – yo sonreí, o lo intenté.
- si claro y yo soy hombre – ella sonrió, quizás, no estoy seguro de lo que veo o escucho – tú te quedas aquí y no te muevas, por nada, solo cierra los ojos y descansa, solo eso, no te vayas.
- sí – yo me quedé callado – lo intentaré.
Ella se fue y yo me quedé quieto, cerré los ojos, pero volví a abrirlos. Todo daba vueltas, empezaba a sudar y tenías ganas de vomitar, muchas ganas de vomitar; vi a Javier entre la gente. Yo me levanté, pero el desapareció, seguramente solo fue mi imaginación o confundí a alguien, así que volví a acostarme. Mis oídos me empezaron a doler, por alguna extraña razón o quizás no, no tengo ni idea, me sentía libre, ligero, capaz de volar. Sentí que alguien me toco, yo me giré, pero no vi a nadie, yo me levanté y miré a mi alrededor, pero no vi nada raro, solo gente, gente borrosa y que no pude reconocer, pero al final era gente normal. Yo caí al suelo y me desperté cuando Maggie me estaba golpeando en el cachete, en una cama.
- ya despertaste, me preocupé que te hubiera pasado aquí.
- ¿Dónde estoy? – mire a mi alrededor, era una habitación bastante grande y lujosa.
- en una habitación, te vi inconsciente.
- lo siento, me levanté y caí al suelo.
- no pasa nada.
- ¿Me cargaste hasta aquí?
- te arrastré hasta aquí, te cogí del buso y abrí la puerta, luego te entré aquí.
- ¿Cuánto tiempo llevo inconsciente? – miré la habitación, vi un par de pinturas.
- cinco minutos o seis minutos, desde que te vi, no sé cuándo te desmayaste, pero desde que te encontré.
- gracias por llevarme aquí – yo solté pequeño hip.
- no es nada, si te mueres, me sentiría culpable, ahora toma esto – ella me dio un vaso con un líquido.
- ¿Qué demonio es eso? – yo vomité un poco.
- agua, te mejorara un poco, espero – yo me tome todo el vaso del agua.
- gracias, tenía los labios y la garganta muy seca – le devolví el vaso.
- no es nada, ahora vámonos, antes de que te vuelvas a desmayar.
- tengo que encontrar a mi amigo, no lo puedo dejar solo.
- yo lo busco y le digo lo que pasa.
- yo... - solté varios hip, no podía hablar.
- no es discusión, te voy a llevar fuera, quizás no a tu casa, pero te llevaré un lugar donde puedas dormir.
- está bien – ella me levantó.
- no hay tiempo que perder.
Ella me volvió a levantarme y a cargarme. Caminamos por todo el lugar, en busca de una salida, yo solo me dejaba llevar, no podía hacer nada más. Todo iba bien, nos acercábamos cada vez a la salida y cada vez había menos gente, todos estaban en el centro, bailando y tomando, los otros estaban borrachos y acostados en cualquiera parte. Pero un gran hombre, con el pelo azul y barba abrió la puerta, medía casi dos metros y tenía muchos músculos. Maggie se detuvo y yo también lo hice, ella se asustó y empezó a temblar, o eso pienso.
- con que aquí estás hija.
- ¿Me estabas buscando? – yo la mire, él debe ser su padre.
- pues, algo así, me preocupé un poco por ti, pensé que ibas a salir borracha y que te iba a pasar algo malo.
- como tú.
- exactamente, pero yo ya tengo mucha experiencia yendo de un lugar a otro y soy hombre, tengo menos probabilidad de que me violen.
- estoy aquí, ahora te puedes ir.
- lo siento, pero me voy contigo, nos vamos juntos.
- padre, ya tengo diecisiete años, ya soy suficiente mayor para salir sola, sin ti.
- yo sé y no quiero hacer esto, por mi estaría en el sofá, durmiendo o comiendo palomitas.
- lo siento por ser una maldita carga, pero me puedo cuidar solo.
- ¿Enserio lo crees? Ni yo puedo, tú tampoco podrás.
- si podre, lo he hecho desde que mi madre murió.
- tú madre no quiso que le comprara un maldito guardaespaldas, decía que podía cuidarse sola, que quería estar sola, ella era fuerte y ¿Sabes que paso? Murió, por no aceptar mi ayuda, por no tomar idea, ahora no te quiero perder, ven aquí.
- ¿Estás borracho? – Maggie parecía enojada, muy enojada.
- no, todavía no, porque quiero que estes en la casa.
- lo siento, pero me quiero quedar aquí, quiero ayudar a mi amigo – su padre me miro, yo me asuste un poco de su mirada, estaba enojado.
- ¿Es tu novio? – yo intentaba mantenerme lo más centrado posible.
- no, es mi amigo y se pasó un poco de copas, no voy a ningún lado hasta que este mejor.
- te vienes conmigo y no me importa tu opinión, no te voy a perder.
- no, no iré contigo, voy a quedarme.
- claro que no – él la agarró del brazo – nos vamos.
- no – dije como pude – ella dijo que no, acéptalo y deja que se quede.
- estás borracho – él me empujo y yo caí al suelo.
- solo un poco – yo me levanté con dificultad – pero eso no importa, ella eligió quedarse.
- no la perderé.
- la vas a perder si sigues así, sino la vas a perder.
- prefiero que siga viva que muerta, prefiero que se aleje pero que este viva.
- ella se sabe cuidar.
- lo sé, pero es mejor dos por unos, además tengo un cuchillo en mi bolsillo, en por seguridad.
- la estas obligando, y eso es malo.
- la dejo ser como quiera, dejo salir con quien quiera, solo pido una cosa, ir a mi casa conmigo y no confió en ti, estás borracho, demasiado borracho.
- ella se puede cuidar sola.
- lo siento, pero no – él empezó a jalar a Maggie.
- lo siento yo – yo agarré la mano a Maggie y la jale – pero no voy a dejar que ella se vaya.
- la sueltas o lo lamentaras.
- no lo haré, ella decide, es su maldita vida y ella ha decido quedarse aquí.
- sé que es lo mejor para ella y lo mejor, es irse a casa, conmigo.
- ¿Quién te crees que eres para elegir por ella? – él se giró y me miro a los ojos.
- su padre – él me golpeo en la cara.
Yo caí hacia atrás y me desmayé. Desperté en un baño, con la nariz rota y sangrando. Yo intenté pararme, pero al final caí al suelo. Me dolía la cabeza y estaba sudando, mis manos temblaban y me dificultaba un poco respirar. Alguien toco la puerta en mi puerta y dijo algo, pero me zumbaban los oídos y no escuché que dije.
- ¡¿Qué?! – yo me intenté levantar, pero no lo logre.
- ¡¿Estás bien?! ¡¿Te duele algo?! – era Javier.
- ¡Todo! ¡Me duele todo!
- ¡No me sorprende! ¡¿Puedo entrar?! – yo me levanté y le abrí la puerta, pero después de que lo hiciera, caí de frente, por suerte Javier me agarró antes de caer.
- gracias.
- no es nada, ahora siéntate – él me sentó en el inodoro.
- ¿y Maggie? ¿Dónde está?
- ¿La chica que iba contigo? Su padre se la llevo, cuando te pego en la cara.
- ¿Qué me paso? ¿Cuánto llevo desmayado? – él se quedó callado un rato.
- pues, te golpearon en la cara y yo te vi, al final caíste al suelo, desmayado, con la nariz rota.
- con razón la nariz me estaba sangrando en el baño.
- fue un golpe bastante fuerte, te desmayaste y tu amiga y su padre se fueron, se largaron y te dejaron en el suelo, nadie te recogió, pero no es su culpa, ni si quieran saben que te paso, todos están muy borrachos o drogados.
- ¿Y por qué...? – yo vomité hacía un lado del inodoro, estaba bastante mal - ¿Por qué tú no lo estás? Pareces bastante normal.
- no tome nada, solo coca cola, yo no tomo, además cuando te vi ir, supuse que te van a obligar a tomar, no tome porque podría pasar esto, me retuve en tomar alcohol o tomar drogas, aunque he inhalado un montón de humo de cigarrillo.
- ¿Nos vamos? – yo me intenté levantar, pero me caí hacía adelante, por suerte Javier me agarró antes de caer.
- espera, aun no – él me volvió a sentar – toma esto – el me paso un pedazo de vidrio – te vi cuando Santiago te lo mostro y vi tu cara, se veía que te interesaba, entonces lo tomé prestada.
- lo robaste.
- puede ser – él se río – bueno, vámonos de aquí.
- claro que sí, te voy a dejar en tú casa.
- gracias por todo.
- no me agradezcas, gracias a ti, gracias por siempre estar conmigo.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro