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La verdad

Aparecí en mi habitación, pero todo era más bonito, más arreglado, el maniquí estaba completo y estaba sentado en la silla que está cerca de mi escritorio, la bandera de arcoíris estaba completa, sin marcas de haberla quemado, los casetes estaban igual, la verdad es que siempre estaba ordenados, y, por último, el líquido negro ya no estaba, todo era perfecto. Las paredes limpias, mi cama tendida, era perfecto, y por alguna extraña razón, sentía felicidad y ya no me dolía nada. Yo me acerqué lentamente al espejo, me temblaba la mano y tenía miedo, mucho miedo, pero no sabía por qué, mi mano temblaba sola. Al final puse el último pedazo del espejo y me alejé un poco, el espejo empezó a brillar demasiado, casi me dejaba ciego; yo cerré y me puse mis manos en los ojos, la luz era tan brillante que casi me dejaba ciego. Luego de unos segundos, la luz desapareció, el espejo dejo de brillar, yo quité poco a poco las manos y abrí un solo ojo para comprobar que no había luz, yo me acerqué con curiosidad al espejo, para ver que me mostraba. Lo primero que vi era a Javier, en la misma posición que yo, yo me toqué la cara y Javier hizo lo mismo que yo, yo levanté una mano y él hacia lo mismo que yo. Luego de un tiempo, el reflejo desapareció, no se pudo ver nada, se veía blanco por un tiempo, pero después de un segundos, el reflejo volvió y me vi a mí, pero detrás de mí estaba Javier. Yo me giré rápidamente asustado, era verdad lo que el reflejo del espejo mostraba, Javier estaba detrás de mí, aunque parecía triste.

- qué bueno que eres tú Javier, casi me das un paro cardiaco – yo me reí, esperando que él también se riera, o por lo menos sonriera, pero no lo hizo.

- llegaste al final, conseguiste todas la piezas, intenté alejarte de todo esto, pero lo lograste y me alegra.

- ¿A qué te refieres Javier? ¿Qué ha estado pasando?

- la verdad, es que no he te he sido sincero, ni un poco.

- ¿Me mentiste?

- sí y lo hizo por tú bien – nadie dijo nada por segundos – mejor dicho, por mi propio bien.

- ¿A qué te refieres? Me dices que mientes, pero no me dices la verdad, o lo que tú crees que es la verdad.

- mira, no es fácil, no es fácil, es la verdad, eso es lo que importa y que te quiero y que fuiste el mejor amigo – él se quedó callado, sin decir nada, yo no sabía que decir, mi mente estaba procesando todo he intentado unir las piezas.

- no importa lo que hubieras hecho, siempre estaré contigo – yo sonreí – solo confía, yo confío en ti, y sé que tú también, solo habla y yo escuchó.

- mierda, por qué eres tan buen amigo, es muy difícil hacer eso, si te lo digo, te va a destruir, no creo que lo vayas a soportar.

- no soy tú, ya te lo dije, estaré junto a ti, siempre – él se quedó callado por un largo tiempo, todo me parecía muy raro y se notaba, pero no sabría decir por qué pasa todo esto.

- vamos, dile la maldita verdad, es tú amigo, dísela – dijo una voz que no sabía de dónde venía – sabes que, si tú no lo haces, lo haré yo, por qué es nuestro amigo.

- ¡Cállate! Lo que tú quieres es destruirlo, por qué quieres destruir todo a tu alrededor, lo quieres ver sufrir.

- pensé que tú y yo queríamos ver a todos sufrir, que sufrieran todo lo mismo.

- no, no quiero, él es mi amigo y lo quiero cuidar, es mi mejor amigo.

- no mientas, sabes que tú y yo queremos lo mismo – unas manos aparecieron en los hombros de Javier – no me mientas, yo soy más mentiroso que tú, yo sé cuándo mientes y cuando no, sé que lo quieres decir, pero no tienes valor, yo sí – él chico de la máscara apareció detrás de él.

- ni te atrevas, no es fácil de decirlo y él se lo merece decirlo, es su amigo – apareció el chico que parecía una sombra cerca de mi ventana, recostado.

- y ¿No es nuestro amigo?

- técnicamente, no, es su amigo, no nuestro.

- deja de estar al lado de él siempre, no tienes ninguna voz interior.

- lo único que hago es apoyarlo, como siempre he hecho, por qué soy su amigo, en cambio, tú siempre buscas estar de tú lada.

- y sabes que, es mejor así, es mejor así.

- claro que no, lo que hicimos es dudable, quizás bien o quizás mal, pero al final acabamos encerrados.

- ¡Cállense los dos! Yo me encargo, esto es mío y solo mío – los dos se quedaron callados, yo no sabía que había pasado – lo que pasa es lo siguiente – él se quedó callado, moviendo la boca, buscando las mejores palabras para hablar – nade de lo que has vivido estos días es real, nada lo que has visto es real – yo lo miré confundido – bueno, la mayoría de lo que no has visto es mentira – yo le acaricie la mejilla, por un momento pensé que lo iba a atravesar.

- pues, te puedo tocar, yo puedo tocarte, eso me dice que soy real.

- pues sí, me puedes tocar, pero eso no te hace real, técnicamente no.

- ¿Qué es real y qué no? ¿Por qué tú eres real y yo no? – estaba bastante confundido, bastante.

- mira, es verdad, yo... - él se quedó callado, no sabía que decir y yo me sentía mareado, tenía tantas dudas en la cabeza.

- no lo vas a hacer y yo lo sabía.

- sí puedo, yo sí puedo.

- ¡No, no puedes, por eso yo existo, por qué no tienes valor! – él chico se quitó la máscara y era Javier – me ocultas, tienes miedo de lo que eres, por qué me tienes miedo, pero yo no, yo puedo mostrar lo que soy.

- ¿Javier? – él chico sonrió.

- él inigualable Javier, un gusto en conocerte y no soy el único Javier – él otro Javier miró a la sombra que estaba cerca de mi ventana – tú también eres yo – la sombra desapareció y apareció un hombre adulto, de veinte años.

- ¿Cuánto tiempo Javier? – él chico sonrió, una sonrisa dulce y tranquila.

- aunque no lo creas, todos somos Javier, incluso tú, aunque no, eres diferente, lo que pasa es lo algo muy curioso.

- yo se lo digo.

- ¿Estás seguro? Por qué tú dices algo y haces otra.

- ¡Qué lo hago yo! ¡Yo me encargo! ¡Yo soy el original y yo mando aquí! – Javier se acercó a mí.

- ¿Qué está pasando? ¿Por qué el chico de la máscara eres tú? ¿Mataste a todos nuestros amigos? – él puso una mano en mi hombro y me giró, obligándome a mirar al espejo.

- vamos poco a poco, vamos al inicio donde todo paso.

- pero explícame ¿Qué es real y qué no?

- vamos poco a poco, solo te diré ¿Recuerdas el día que tú hermano me rechazo? Antes de eso, todo es real, todo, todo lo que vivimos es real, o lo más parecido, por qué quizás no es como lo recuerdas realmente – yo lo miré confundido – lo que te quiero decir que todo lo que recuerdas antes de ese día, es real todo.

- y ¿Qué paso ese día? Y ¿Por qué no es real todo desde ahí?

- solo mira el espejo y te lo mostrará – yo miré fijamente y en el espejo se mostró a Javier de pequeño – ese soy yo, de pequeño, tú ya deberías saber que vivía en otro lugar, me mude a los siete u ocho, no me acuerdo bien, pero fue en primero, yo no aprendí a leer, todos menos yo, tampoco sabía escribir, yo era el único que no podía y muchos colegios me rechazaron por no ser sociable, por no hacer equipo con otras personas, hasta que nuestro colegio me acepto, dijo que no importaba eso, que lo aprenderé.

- ¿Por qué nunca me lo contaste? Es algo muy importante.

- si lo hice, unas cuantas veces, pero yo oprimo el recuerdo, lo dejo lejos, para no recordar, por eso no lo recuerdas.

- ¿Qué tiene que ver que tú no recuerdes algo a que yo no lo recuerde? – él sonrió un poco.

- todo, tiene todo de ver – el espejo cambio para mostrarme a un Javier de pequeño, solo – en mi ciudad, nadie era sociable, tu ser alguien sociable es tener dos amigos, yo reprimí estos recuerdos, no me sirven para nada, es el pasado, y el pasado ya se acabó.

- ¿Por qué me cuentas esto?

- no querías saberlo todo – sí, pero quiero una explicación, no una lección de historia – además esto es contexto para lo que va a pasar después – yo me senté en la silla, me estaba cansando de estar parado – y en el colegio, me sentía solo, muy solo, demasiado – él se río – pensaba que algún día iba tener amigos, pareja, alguien a quien amar, estar en fiestas y emborracharme, quería sentirme normal, aceptado, sentirme incluido.

- pero, yo te preguntaba y me acercaba.

- es verdad, tú fuiste por un tiempo la luz en mi mundo de oscuridad, fuiste la razón de seguir viviendo, eso y el arroz, es demasiado rico – él se volvió a reír – pero, éramos veinte alumnos, sin incluirnos y ninguno me notaba, lloré varias veces y ni les importo, a nadie, pero soporté e intenté hacer más amigos, después de ocho años de sentirme solo, intenté hacer amigos de todas las edades, y solo conseguí una amiga, Carolina.

- no me contaste de eso.

- tampoco te podía abrumar contando toda mi vida, tenía miedo de perderte, así que solo te conté cosas buenas y algunas malas, pero no todo lo bueno y mucho menos todo lo malo.

- pero sigo sin entender ¿Quiénes son ellos? – apunté a las dos personas que están ahí.

- él hombre alto es mi amigo imaginario, cuando llegaba a mi casa, por la noches, hablaba solo, y me aconsejaba solo, me cuidaba solo, estaba solo, entonces creé a mi mejor amigo, bueno, segundo mejor amigo, ya que tú eres mi mejor amigo.

- aunque yo estuve un tiempo antes que tú, uno corto, pero un tiempo.

- él me aconsejo en muchas cosas – el reflejo cambio, mostrándome a Javier de pequeño solo – me sentía solo, pero ese no era el problema, el problema era que todos ¡Todos tenían algo que yo no! Novias, fiestas, anécdotas, eran escuchados, eran visto ¡Lloré enfrente de ellos y no hicieron nada! Esos malditos me hicieron sentir menos.

- y todos creían que estábamos bien, qué nada pasaba, que era dulce y amable, nunca se dieron cuenta esa mierda – el otro Javier golpeo la pared – y eso nos enojaba, nos rompía, tanto que me creo, pero, me salté algo muy importante.

- sabes que no era así.

- ¿No? – Javier le empezaron a salir unas lágrimas – todos con pareja, todos felices en sus fotos, en fiestas, donde aparecen todos, todos juntos y yo, en mi cuarto, solo, sin nada que hacer ¡Todos eran normales! Y antes de que empieces a decir que es mejor ser diferentes a los otros, no, ellos destruyeron mi autoestima, me lo dejaron en el suelo, todos eran iguales y yo era diferente, no solo eso, no era ni notado ¿Para qué sacar buenas notas si nadie estará contigo a tu lado? ¿Para qué celebrar tú cumpleaños si nadie vendrá? ¿Para qué tener novia si ni siquiera tienes amigos? Todos hablaban con sus amigos y, yo no, estaba solo, hablando conmigo mismo, pero llegaste e iluminaste mi vida, fuiste mi único amigo que no era yo, ni era una voz en mi cabeza, por qué para no suicidarme, me creaba historias donde era normal, era visto – yo lo abracé y él empezó a llorar.

- tranquilo, no estás solo, yo estoy aquí contigo.

- en eso te equivocas, si estoy solo – yo quería preguntarle a que se refería con eso, pero estaba llorando tanto que no podía hablar y me da lástima.

- tranquilo, todo terminará bien, al final tú vas a ganar, como siempre lo has hecho, por qué eres fuerte.

- parezco fuerte, pero soy más débil que todos, no soy ni aceptado en ningún lado.

- eso es mentira.

- tienes razón, los locos, las personas dentro del manicomio me entienden y me notan, suponiendo que aun puedan diferenciar de lo real de lo irreal, ahí dentro me siento cómodo.

- vez, no eres el único que sufre eso.

- eso quizás es lo peor, mi maldita enfermedad no me hace especial, nada me hace especial – él se separó de mí y se secó las lágrimas – y eso no es lo peor de todo – él se río.

- ¿Qué es lo peor de todo? – él se quedó callado – por favor dime, sigo confundido y no me has respondido nada, sigo con las mismas dudas.

- por qué no quiero, pero es algo que se tiene que hacerse, pero tendrás que verlo por ti mismo, por qué no soy capaz de decirlo, si quieres la verdad, mira al espejo.

Yo me volteé y miré al espejo y me vi a Javier, mi hermano y yo, eran las primeras vacaciones que no iban mis padres, mi hermano ya sabía conducir, él nos llevó a la finca. El reflejo cambio rápidamente, en el momento donde rompieron el corazón Javier, incluso estaba escuchando la conversación, mi hermano le dijo que le gustaba una chica y que solo lo veía como un amigo, vi como Javier salió corriendo llorando. El reflejo volvió a cambiar, mostraba como yo consolaba a Javier, como lo intentaba animar, sin conseguir los resultaba que yo esperaba, pero se veía a mi hermano algo mal, triste, pero simplemente era por pena, en realidad lo quería, como un amigo, pero quería a Javier y verlo llorar le llego el corazón, aunque eso no le iba a cambiar de gustos. Pensé que eso sería todo, pero el reflejo mostro una última imagen, era Javier, mi hermano y yo en el carro, de regreso, Javier triste mirando al espejo, yo adelanté mirando a Javier preocupado y mi hermano conduciendo; esto parece muy normal, pero no recuerdo nada de eso, solo sé que cuando intento recordar algo así, me siento mal, triste.

- no me acuerdo de eso.

- presta atención, solo lo mostraré una vez, una única vez y luego me olvidaré de esto.

- lo siento Javier por rechazarte, pero, no puedo decidir por mi corazón, no puedo hacer nada para ayudarte, más que dar mi apoyo.

- no eres la primera persona que me dice eso, pero no es tú culpa.

- nadie tiene la culpa, son gustos, no puedo te amo, tú me amas, yo amo otra persona y ya, pronto las cosas volverán a la normalidad, seguro que encontraras otra persona igual especial que yo, incluso mejor – mi yo joven miro para atrás preocupado.

- tranquilo Javier, es un mal de amores, a todos nos pasan.

- lo sé, pero se equivocan, aquí si hay un culpable, yo – Javier se río.

- ¿A qué te refieres Javier? – no sé por qué no recuerdo esto, se supone que yo lo viví.

- pues, que soy un imbécil, por creer que podía ser como todos, ser normal, que podía tener pareja – Javier empezó a llorar – es verdad que todos pierden, pero yo nunca gano, he estado perdiendo desde que estoy en el colegio.

- ¿A qué te refieres? Sí te hacen acoso yo me meto, no me importa que me meta en problemas por no ser de su colegio – mi hermano siendo amable, pero muy pendejo, eso normalmente pasa con él.

- ¡ojalá! Si eso pasará, yo tendría ya una razón válida para llorar, pero no, lloro por qué nadie me ve, qué estúpido soy, para las personas normales tienen pareja, amigos en quien confiar, salen seguido, son escuchados.

- sé cómo te sientes y mira, no pasa nada, yo me sentía así.

- y ¿Qué hiciste? – no me acuerdo eso, aunque no me interesa, siempre estábamos entre el odio y el amor, no me parece raro que no supiera eso.

- pues, le dije a mi novia.

- ahí está, no tengo pareja y no voy a tener, no importa cuánto lo intenté, cuanto gaste por unos reglaos, no importa que esté ahí para ellos, me dejan solo, hay cosas más importante que yo ¿Por qué siento un vació cuando hay tanta gente? ¿Qué me falta para conseguir pareja, muchos amigos? Y no me malinterpretes Manuel, tú eres mi mejor amigo y siempre lo serás, pero, camino de un lado al otro y veo a todos felices, con pareja, con amigos, todos tan normales y yo siento un vació, me falta algo para ser normal.

- te lo digo por experiencia, ser como todos no es lo mejor.

- no, no lo es, pero lo que yo quiero es que me noten, quiero entrar y que todos me digan, que bien te vez, o algo como, por fin llegas, te estábamos esperando – él empezó a llorar – pero no, lo que recibo es silencio, no importa lo que haga, no seré como los otros y es malo, por qué me siento inferior, por qué todos son mejores que yo, todos tienen una vida feliz, parejas salen y lo pintan como si fuera lo mejor, tanto que en mi cerebro piensa que es la única manera de ser feliz.

- pero no es verdad.

- yo, solo quiero ser aceptado – mi hermano giro un poco la cabeza.

- yo te acepto, tal como eres.

- hay un problema, te amo y si hago eso, me enamoro más, ya perdí contigo, no quiero seguir perdiendo, así que no, tú no cuentas, por qué nunca serías feliz conmigo.

- eso no es verdad.

- en el mundo hay ganadores y perdedores, yo siempre rompo todo lo que toco, yo siempre pierdo.

- Javier...

Mi hermano por estar viendo a Javier, no vio el carro que venía a nuestra izquierda a máxima velocidad, saltándose el semáforo en rojo y chocándonos a la derecha, donde yo estaba sentado. El carro se volteó y terminamos patas para arriba, se veía a todos desmayados o muertos; el reflejo cambio rápidamente, quedando en la perspectiva de Javier. Primero nos mostró como se veía después del choqué y antes de que llegaran los enfermeros, Javier miró para la izquierda y vio como una ambulancia se acercaba. El reflejo se puso negro, completamente, pensé que ya iba a ser todo, pero luego mostró como unos doctores lo llevaban en una camilla hacia el hospital, pasando por un pasillo largo con muchas puertas. El reflejo cambio otra vez, en uno donde estaba Javier acostado en la cama, con la pierna enyesada y recibiendo algo por vía intravenosa, no sé mucho de eso, pero recuerdo muy bien el nombre; de repente se ve una sombra caminar, por el cuarto, hasta que llega a ser visible para los ojos de Javier, resultaba ser la madre de Javier.

- hijo, tengo malas noticias.

- ¿Qué tengo? – su madre estaba llorando, por alguna razón que no conozco.

- a ti no te paso nada, por suerte estas fuera de peligro, solo tuviste algunos rasguños, pero no te paso nada.

- entonces ¿Qué paso?

- Manuel... - ella se quedó callada, intentando respirar – Manuel ha muerto.

Escuchar esas palabras me destrozaron el corazón, no podía ser verdad, no puedo estar muerto, yo no puedo estar muerto, no puede ser real; me costaba respirar, Javier me ayudo a sentarme, sentía que me iba a morir, empezaba a ver borroso y todos mis músculos se tensionaron, no puede ser real, no puedo haber muerto. Luego de unos largos minutos pude respirar con normalidad, pero no podía aceptar lo que estaba pasando, no podía.

- sabía que iba a pasar, pero no eres el único que lo sufrió, este otro pendejo también lo sufrió al saber que no era real.

- ¿Estoy muerto? – él se quedó callado – respóndeme.

- sí, estás muerto.

- entonces ¿Cómo pasa todo esto? – Javier sonrió.

- fácil, no pasa, estás dentro de mi cabeza, cuando te perdí, sufrí de una enfermedad mental, no pude soportar que te fueras, te perdí, la única luz en mi camino, así que te creé, creé una doble personalidad, tú eres mi otra personalidad.

- no es cierto, no puedo estar muerto ¿Verdad? – Javier no me respondió - ¿Verdad? No puedo estar muerto.

- lo siento, pero es verdad, ninguno de aquí existe, yo no existo realmente, soy otra personalidad de él, igual que el otro chico, solo Javier es real, todos nosotros somos parte de su imaginación.

- ¿Cómo es posible? – él otro Javier movió los hombros.

- yo qué sé, no tengo ni puta idea, para mi es muy raro, demasiado, quizás no creo por un trauma, por culpa de sus compañeros, el primero es él, el chico que está ahí cerca de la ventana y Javier lo creó antes que nosotros.

- creo que ya entiende.

- pero ¿Por qué? ¿Cómo? – yo caí al suelo, me volvía a costar.

- solo, siéntate y seguimos hablando.

- esto no es real, no lo es.

- tienes razón, nada lo es, por qué estás muerto, cuando te perdí ese día, me fue difícil seguir, muy difícil, yo te necesitaba, estaba solo en el salón, más solo que antes, así que empecé a hablar solo, como si estuviera hablando contigo, pero en secreto obviamente, pensarían que estoy loco.

- ahí me creaste – lo dije con temor, no sabía que pensar, me costaba creerlo.

- supongo, no lo sé la verdad, solo sé que se me salió de las manos, más que él – Javier señalo al hombre que estaba cerca de la ventana – yo decidía cuando escucharlo y cuando no, así de simple, pero a ti, no te podía controlar, me hablabas a veces, me decías cosas, buenas, pero me decías, me apoyabas y así seguí mi vida, pero se sentía horrible, por qué no eras real y jamás podría volver a abrazarte o verte, no volveríamos a jugar juntos.

- ¿Qué paso después de mi funeral?

- mi vida siguió como siempre, burlas de mí, yo intentando ser notado, ser normal y bueno, el vaso se rompió poco a poco, todo empezó con Carolina, ya debes saber que paso.

- no, no lo sé por qué no estoy seguro de nada, así que, por favor, cuéntame que fue lo que paso con ella – lo dije enojado.

- veo que no me crees, mira esto – de la nada el saco un periódico, donde yo salía en la portada y decía que había muerto – moriste, moriste, sé que es difícil, pero mira el reflejo – yo miré el reflejo y vi como Javier se acercaba a una tumba.

- ¿Es mía? – yo me acerqué al reflejo para verlo más de cerca.

- solo mira, el espejo te dirá la verdad.

- ¿Cómo estás amigo? – efectivamente era mi tumba, yo si he muerto – yo estoy como la mierda, no te preocupes, no me mataré, eso es para débiles, además, no estoy solo – no se escuchó nada por unos segundos – me tengo a mi, aun no te has ido, sé qué sigues aquí dentro – Javier señaló su cabeza – pero bueno, te vine a visitar, como siempre, ya llevo un mes haciendo esto, así que no creo que sea raro, seguramente estabas esperando ese día tanto como yo – ese chico abrazo la tumba – te quiero, gracias por todo – el reflejo dejo de mostrar esa imagen.

- ¿Qué paso después de todo esto?

- me fui a pique, tuve depresión creo, necesitaba ayuda, así que confié en carolina, pensé que ella me ayudaría, como yo la ayudé con su pareja, pero no lo hizo, se fue cuando me dio llorar, dijo que no lo soportaba, que eres irritante y que dejará de llorar como un maldito niño pequeño, que lo superará y se fue, se largó.

- maldita.

- no le dejé opción, no puedo mostrar mi sentimiento a los otros, eso lo aprendí hace mucho, le di todo a ella y ella me dio por culo, así que me vengué.

- entraste a su casa para matarla – Javier miro hacia otro lado – y al final la viste coger con su novia.

- no, no hice eso, solo fue una cosa que se me ocurrió.

- ¡Mentira! Yo estuve ahí, yo te dije que lo hicieras, que se merecía morir y me hiciste caso, pero encontramos algo mejor, algo para joderla, no queríamos matarla, queríamos que se suicidara, que sintiera presión, que estaba sola y casi, casi lo logramos, pero tenía algo que nosotros no, alguien que la apoyará y saliera de ese lugar oscuro – yo miré a Javier.

- es verdad, pero eso fue casi al final, aún falta – dijo mirando hacia abajo – no me disculparé, se lo merecía, no me arrepiento, ella se causó todo eso, me dejo cuando yo la necesitaba, merecía todo lo que le paso, todo.

- ¡No! No se merecía morir, no merecía ser grabada, eso no está bien.

- no, no lo está, pero lo disfrute un montón – Javier sonrió – aunque vamos por partes, después de que me abandonara, de que se largara de mi vida, primero solo la miré, fijamente, no la seguía, solo la miraba y esperaba que hiciera algo, no la tocaba, pero le hacía entender que la vigilaba.

- la acosabas en otras palabras.

- sí, la acosaba, se podría decir, pero no le hacía daño, aun no.

- eso no está bien.

- no, no lo está, no soy tonto, pero lo disfruté un montón, pero luego no le importo, no le importaba que yo la viera, pasaba de mí, entonces yo fui más intenso, le jalé del pelo, le mandaba fotos suyas y la agarraba del hombro, para que no se fuera, fui un par de veces a la dirección a hablar con la directora y lo único que hacía era decir, no lo vuelvo hacer y ya, salía de ahí sin ningún castigo, yo incremente mi castigo y la empecé a golpear, una vez todo el mundo me vio y ya sabes, paso lo que tenía que pasar, lo mejor es que yo decía que era por un lápiz, que me había robado un lápiz – él se río – o a veces decía que me robo plata y quería que me lo devolviera, pero nunca decía la verdad.

- no te reconozco.

- ya ha pasado seis años desde que te moriste, tú eras el único que podía retenerme, retener la maldad que había dentro de mí.

- y cuando moriste, aparecí yo, susurrándole al oído lo que quería, matarlos, hacer sufrir a toda esa escoria, a todos su compañeros, a todos, ya sabrás lo que paso al final.

- tú lo cambiaste.

- sí y lo mejoré, hizo lo que debía hacer ¡Matar a esa maldita escoria! Ya no le harán daño a nadie, esas malditas personas son una mierda, me dejaron solo, me vieron llorar y no movieron ni un dedo, jamás me preguntaron si estaba bien, no recordaron el maldito cumpleaños y no podía hablar por qué no me escuchaban, así que les arranqué la vida, uno por uno, los maté y los disfruté.

- eres un monstruo.

- uno que todos ellos crearon, decían que eran buenas personas, le aplaudían y todo, pero sabes lo que me rompió, una vez... - no pudo terminar su frase, por qué el Javier original lo cayó.

- yo le cuento, tú solo ves, es mi historia.

- te equivocas, es nuestra, de todos, merecemos contarla, por favor.

- está bien, pero solo por qué a mí me duele y tú no sientes nada.

- muchas gracias – el otro Javier me miró fijamente y sonrió.

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