El gato y el ratón
Salí corriendo de ahí, escuché su mazo arrastrarse por el piso. Llegué a un pasillo con una puerta, lo intenté abrir, pero estaba cerrado con llave y no podía abrirla, escuchaba el mazo acercándose a mí; miré a los lados y vi que había dos puertas, donde me llevarían a un salón. Fui a la izquierda y abrí la puerta, la cerré de nuevo, no quiero que sepa que esté aquí, miré a los lados y vi un pequeño armario, yo no lo pensé dos veces y me metí adentro y me escondí. Escuché como el mazo se acercaba, luego escuché como él intentó abrir la puerta de adelanté, pero no pudo; hubo unos segundos de silencio, silencio que me ponía nervioso, no sabía que estaba pasando, así que abrí un poco el armario y vi a mi alrededor, no había nadie adentro del salón. Pero vi como la manilla de la puerta del salón se movía, significa que alguien estaba abriendo la puerta. Me tapé la boca y me volví a esconder, por un pequeño orificio que tenía la puerta podía ver lo que pasaba afuera. Primero vi la sombra de él, entrando al salón, luego me busco por el salón, yo con suerte podía ver como su sombra se movía, en algún momento lo vi, estaba enfrente del armario, buscándome y noté varias cosas interesantes. Primero es que parece que necesita gafas, se notaba que no veía de lejos; tenía el uniforme del colegio, pero estaba manchada de sangre, mucho de sangre y, por último, tenía un reloj en la mano izquierda. Él se puso delante del armario y sonrió, por un momento pensé que iba a abrir la puerta y verme, pero solo se fue; se escuchó como abría la puerta del salón, luego se escuchó unos cuantos golpes para luego volver a escuchar su mazo arrastrándose por el suelo, yo aun no me quería ir, me quería quedar escondido aquí.
- ¿Qué quieres hacer? – me asomé un poco para ver quien estaba hablando.
- juguemos UNO, a ver quién gana – vi a un Javier y un yo joven, sentados en el salón.
- ¿No crees que deberíamos salir de aquí? – se escuchaban afuera fuertes rayos.
- no escuchaste, lo mejor es quedarse aquí dentro, no podemos salir – no recuerdo que eso haya pasado.
- bueno, no hay de otra, quedo jugar – yo intenté mover la puerta del armario, pero vi que estaba cerrada con un candado t apenas podía mover un poco la puerta.
- ¿Cómo te fue la cita con Alejandra? – vi como Javier se puso nervioso, pero, lo más raro es que no me acuerdo de esta conversación, tampoco me acuerdo de que Javier salga con una mujer.
- no fue una cita, solo hablamos y ya, vimos una película y ya, no es para tanto, tú y yo salimos todo el tiempo.
- sí, en eso tienes razón, pero se te nota la baba que votas cuando la ves a ella – Javier se ruborizo y miro para otro lado.
- quizás.
- entonces ¿Olvidaste a mi hermano? – hubo un silencio por unos segundos.
- sí, lo hice, lo de tu hermano fue un error, no lo cometeré el mismo error.
- lastimosamente uno no elige de quien enamorarse, está fuera de nuestro alcance.
- es verdad, pero puedes reemplazar esos sentimientos con otros, puedes reemplazar los recuerdos de alguien, con otra persona.
Las luces se apagaron y se prendieron rápidamente, Javier y mi otro yo desaparecieron, también desapareció el candado que me evitaba salir. Salí del armario y en ese preciso momento se me ocurrió un chiste sobre homosexuales saliendo del armario; lentamente caminé hacía la salida del salón, abrí la puerta un poco, miré a mi alrededor y no vi a nadie. Salí de la habitación y lo primero que se me ocurrió es devolverme por la puerta de atrás y no ir donde fue la persona, pero la puerta había desaparecido y ahora había una pared; también desapareció la puerta delante de mí, la única puerta accesible era la de mi izquierda, donde el paso, pero yo prefería quedarme escondido, así que me giré para volverme entrar al salón y ocultarme, la puerta había desaparecido. Ahora solo tenía una opción, ir donde él fue. Ya podía pasar por aquí porque él destruyó la puerta, lo más probable es que la haya roto con su mazo; caminé por el pasillo, las luces parpadeaban y se veían un poco de sangre a los lados del pasillo. El lugar era silencioso, algo que no me gustaba, algo me perturbaba con tanto silenció. Él pasillo se terminó y se dividían en dos, a la izquierda y luego a la derecha, obviamente me fui a la izquierda, pero no me sirvió de nada, era un callejón sin salida, así que me devolví hasta volver, pero el pasillo se extendió infinitamente, hasta que me giré para atrás y me encontré con una pared, así que me volví a girar y me encontré con otra pared, estaba atrapado. Miré a mis lados y encontraba más paredes, pero, había una ventana en una de las paredes, apareció de repente, igual que las paredes; yo me acerqué a la ventana y vi a Javier con una mujer, en el salón, solos.
- ¿Cómo estuvo tu fin de semana? – intenté encontrarme, pero no me vi, eso solo significa una cosa, les di espacio personal para que estén solos.
- bien, tranquilo, lo único emocionante fue salir contigo – vi a Javier y lo vi feliz, muy feliz y algo nervioso.
- ¿Hiciste la tarea? – Javier puso cara de sorpresa.
- ¿Había tarea? – típico de Javier, no sé acuerda de la tarea y si se acuerda, nunca la hace, yo normalmente no me acuerdo ni que comí ayer.
- claro – ella se río.
- ya sabes que no me acuerdo de las tareas, además me da pereza hacer las tareas.
- ¿Tienes algo que hacer está semana? – vamos Javier, tú puedes.
- no, tengo la semana libre, normalmente tengo la semana.
- yo también, pero adivino que no es por voluntad propia.
- ¿A qué te refieres?
- te he visto, sola, nunca comes con nadie, de hecho, te seguí hasta aquí, quería comer con Manuel y sus amigos, pero, te vi quedándote aquí, sola, así que me quedé contigo.
- ¿Por qué? – porque sabe lo que es estar solo.
- porque se lo que es estar solo, lo he vivido, durante mucho tiempo y sé que no es lo mejor, te sientes inferior, te sientes sin importancia.
- vaya, yo no me siento así – Javier sonrió.
- me alegro, me alegro, pero me quedaré contigo, si quieres claro.
- tú presencia no me molesta, de hecho, me agrada, me gusta estar a tú lado – yo sonreí, era hermoso ver como Javier conseguía una pareja.
- a mí también.
Las luces se apagaron y luego se volvieron a prender, Javier y la otra mujer desaparecieron, el salón también cambió, las sillas estaban en el suelo y había varios libros y lápices en el suelo. Yo me alejé un poco de la ventana, me giré y de repente aparecí dentro del salón que estaba viendo, sin ninguna explicación; yo miré a mi alrededor y vi un letrero que decía salida de color verde y señalaba un armario que estaba en el salón. Yo me quedé quieto, mirando todo a mi alrededor, todo era tan normal, no veía nada fuera de lo normal, sin contar el letrero verde de salida; lo primero que hice fue dirigirme a la puerta del salón, para salir de aquí, pero cuando toqué la manilla de la puerta, me electrocuté y me lanzo hacía atrás. Yo me levanté algo adolorido y miré a mi alrededor, nada había cambiado; tuve una nueva idea, algo que puede funcionar. Agarré una silla del salón y le pegué a la puerta varias veces, una y otra vez, hasta que la silla se rompió. Me alejé y vi una ventana, yo corrí rápidamente y la intenté abrir, pero era imposible, estaba pegada al marco. Me cansé de tirar de la ventana, entonces primero le golpeé con los puños a la venta, intentando romperla, pero no pude romperla, así que cambié de estrategia, agarré una silla y empecé a pegarle a las ventanas, intentando romper cualquier ventana, pero no pude, todos eran vidrios antibalas o algún vidrió muy resistente. Solo me quedaba una forma de salir, el armario. Yo me acerqué dudoso al armario, pero no tenía más opción; agarré la manilla del armario y no me paso nada, por un momento pensé que me iba a electrocutar, pero no paso nada. Pero, cuando estaba abriendo la puerta, alguien pateo la puerta y la puerta me golpeó en la cara, perdí el equilibrio por el golpe y caí al suelo; del armario salió el chico del mazo, ahora su mascara cambio, por una de oso.
- te encontré mi pequeño ratoncito.
- déjame en paz.
- no, aún no hemos acabado el juego.
- yo no decidí jugar.
- lastima, así es la vida, a veces la gente decide por ti.
- solo vete – me levanté – no quiero pelear.
- yo sí, la vida es una pelea, una pelea constante, si te rindes, ya no tendrás más, se acabó.
- estás loco – me empecé a alejar de él.
- qué curioso, eso dijo mi psiquiatra – él golpeó el suelo con su mazo – también dijo cosas como falta de atención y psicopatía, creo.
- por favor, solo quiero ver a mi amigo.
- tú amigo ya no existe, el murió hace años.
- eso no es cierto, estás mintiendo.
- mi pequeño ratoncito está confundido, quizás unos cuantos golpes en la cabeza lo haga volver, quizás lo haga entender.
Me hice detrás de una mesa, él estaba al otro lado de la mesa y puso su mazo en su hombro y se quedó quieto, mirándome fijamente. Yo me moví a la izquierda y él hizo lo mismo, poniéndose adelanté de mí, intenté confundirlo y pasar por él, pero donde yo iba, él iba conmigo y él problema era que él estaba más cerca del armario y tenía que pasar encima de él para salir de aquí. Yo me quedé quieto por unos minutos, pensando en una estrategia para evadirlo, cuando el rompió la mesa con su mazo y empezó a perseguir; yo corrí hacía atrás y me metí debajo de una mesa, él golpeo la mesa donde estaba rompiéndola, pero yo sabía que haría eso. Cuando él se acercó a la mesa, yo rodeé a la izquierda y aproveché para correr hacia el armario. Él inmediatamente me siguió, escuchaba como arrastraba su mazo; atravesé el armario y aparecí en un hospital, de nuevo, se volvió a escuchar el sonido de un monitor cardiaco, también escuchaba lágrimas y discusiones, y olía a rosas. Al final del pasillo veía una puerta doble, pero a mis lados se escuchaban golpes, yo miré de reojo por unos cuantos segundos y vi la forma de alguien, golpeando la ventana. Atravesé la puerta doble casi sin ningún problema, mi corazón latía rápidamente, sentía adrenalina y mis pies ardían, mi cuerpo quería parar, pero, mi cuerpo quería parar, pero tenía que seguir corriendo. No presté atención en donde estaba y empecé a correr, debí haber visto a los lados antes de correr por idiota, porque un carro paso delante de mí rápidamente, por suerte no me atropello. Me caí para atrás por miedo y miré a los lados, estaba en una carretera bastante oscura; a delante de mí había una puerta, en mitad de la calle. Miré para atrás y vi como él se acercaba rápidamente, volví a mirar a los lados y noté que todos los carros iban a la misma dirección, entonces miré a mi izquierda y vi como un carro pasaba rápidamente y cuando paso, corrí rápidamente; no me importaba si me atropellaban, quería salir de aquí. Al final llegué a la puerta y entré, sin que me atropellara. Miré para atrás, por un momento y vi como todo paso, solo paso en unos cuantos segundos, pero lo vi como todo pasa lentamente; él estaba corriendo detrás de mí, estaba como un metro o medio detrás de mí, una gran camioneta roja lo atropelló, haciéndolo volar por los cielos, en un solo segundo, él había desaparecido, no sé dónde cayó ni donde fue, solo lo vi ver atropellado, vi su cara de sorpresa y de dolor; él carro perdió el control y se terminó volteando y dando vueltas en el aire, quería verlo, quería ver si las personas estaban bien, pero esto no era real, no hay nadie dentro de los carros y si lo hubiera, antes de llegar, alguien me atropellaría antes de si quiera llegar al carro, además ¿Qué podría ser yo? No soy capaz de ayudar, lo mejor es dejar que los profesionales se ocupen. Cerré la puerta con seguro, y seguí adelante. Miré a los lados y reconocí el lugar, era un hospital, el hospital donde yo nací; pero esta vez estaba oscuro y se escuchaba pequeños murmullos, murmullos de lamento. Escuché algo caerse, yo me asusté y miré rápidamente para atrás, pero no vi a nadie. Luego se escuchó un pequeño clic, yo volví a mirar para atrás y vi una luz, yo me dirigí hacía la luz que venía en una de las habitaciones, yo miré por la ventana y vi a Javier en nuestro salón, solo, como de costumbre. Pero las luces parpadearon y todos mis compañeros aparecieron, todos menos yo.
- lo siento, pero tu destino como representante del grupo es de ser olvidado – Javier sonrió – nadie lo recordará.
- ¿Por qué?
- obviamente por el buen trabajo que hiciste estúpido.
- pero bueno están invitados a mi fiesta.
- ¿Dónde será? – Javier los miro con odio y con unas cuantas lágrimas en sus ojos.
- pues en mi casa.
- ¿Será tan loca como la otra? – Javier apartó la mirada, no fue ni la anterior, no fue ni invitado.
- sí, recuerdo que estábamos todos, que rico, fue una de las mejores fiestas y ni hablemos del alcohol – mi compañera se besó los dedos – perfecto.
- y, pero no se tiren el alcohol encima como hizo Vicky ¿Cómo hiciste que tus padres no olieran? – Javier puso su brazo en la mesa y se acostó en su brazo.
- no lo sé, creo que no lo olieron, quizás sí, pero no me dijeron nada y seguí saliendo a fiestas, que es lo que importa.
- sí, aunque parecías un poco borracha.
- fue mi primer vino o lo que sea y tomamos aguardiente ¿Cómo quieres que no me afecte? – se empezó a escuchar pequeños gritos de dolor, de sufrimiento, una respiración rápida y unos pequeños susurros que no entendí.
- ¿Primero a los dieciséis? Yo lo perdí a los catorce, Carlos se los puede afirmar.
- es verdad, Valentín y yo fuimos a tomar algo por ahí, el vendedor que es buena onda, nos dio una botella de whisky, obviamente le pagamos por ella.
- ¿Se la tomaron toda? – Javier se levantó por un momento la cara para acomodarse el cabello y vi las lágrimas que le brotaban de las mejillas, como sus ojos se cristalizaban y su intentó de ocultarlo.
- no boba, pendeja, retrasada – ella se río – solo dos o tres tragos, no pudimos más, aunque quisiéramos, no pudimos tomar más, estábamos en nuestro limite – la profesora entró a la habitación.
- hola, por favor siéntense – todos hicieron caso y se sentaron en su puesto – lo siento por la demora, estuve hablando con la directora.
- ¿Sobre qué? – Javier seguía en la misma posición, nadie notaba que estaba llorando y se escuchaba bastante alto, pero nadie le prestaba atención.
- cosas sin importancia – Javier levantó la cara y se secó las lágrimas – solo hablando sobre temas privados.
- por favor, díganos, está es la última clase ¿Qué nos vas a enseñar? Hablemos un ratico – Javier volvió a llorar, pero está vez si cubrirse.
- es que no puedo, porque es algo sobre ustedes.
- ¿Malo o bueno? – Javier seguía llorando, pero nadie lo vi, nadie lo escuchó.
- muy bueno, o eso esperamos, solo les diré ¿En qué día estamos? Solo les daré esa pista.
- puede ser cualquier cosa.
- ahí la sorpresa – Javier seguía llorando, pero nadie lo veía, estaba tan alejado, tan distante, que nadie le ponía atención.
- eso es una trampa.
- la vida no es justa, ustedes que se quejan de que no aprenden nada, ya aprendieron algo el día de hoy.
Las luces se apagaron y se prendieron rápidamente, todos habían desaparecido, solo había un muñeco de osito, el de osito de Javier. Luego se volvieron a apagar y a aprender las luces y alguien apareció enfrente mío, provocándome un susto; luego de gritar por unos segundos, lo miré con detenimiento, tenía la cara partida, destrozada, se le salía un ojo, la mandíbula estaba descolocada, había perdido una oreja y, por último, parte de su cabeza estaba aplastada. Luego empecé a ver su cuerpo, su cuello estaba roto y le salía un poco su hueso, su brazo izquierdo estaba destrozada, colgaba de su hombro, todo estaba mirando donde no debería, se había roto todo su brazo. Él puso su mano derecho en el vidrio, este brazo estaba bastante bien, pero su mano derecha le falta el dedo meñique, el de dedo de la mitad estaba roto y miraba un poco a la izquierda y le salía un hueso en la muñeca, podía ver su hueso fuera de la muñeca y parecía que no le afectara. Su torso estaba bastante bien, por lo menos por donde venía, lo único raro que veía era que estaba ladeado, seguramente se rompió una costilla. Sus piernas sufrieron lo peor, la pierna derecha se había desprendido de su cuerpo y solo le quedaba un pedazo de arriba, la otra pierna estaba hecha pedazos, parte de la carne que tenía había desaparecido, solo quedaba el hueso, que no estaba mejor y un poco de carne; su rodilla está hecha pedazos, pero de alguna manera se mantiene en pie.
- ¿Te gusta mi nuevo look? – él intentó sonreír, vi que perdió varios dientes.
- no, estás horrible.
- gracias.
- ¿Qué quieres de mí?
- nada, solo me divierto, solo eso, soy alguien que ha vivido amargado, ya no quiero ser esa persona, ahora me divierto, como a mí me gusta.
- déjame en paz.
- siempre ignoras lo que pasa alrededor, pero está vez tienes escusa, la adrenalina que te provoco y mi simple presencia te deja con una sola idea, sobrevivir.
- ¿Cuál es tú maldito punto? No veo que vas a ningún lado.
- que no ves a tu alrededor, por correr de mí, no notas las señales.
- vete a la mierda.
- sabes, cuando estás enojado, lo mejor que puedes hacer es soltar un grito, soltar tu rabia, dejarlo ir.
- ¿Qué es lo que quieres? – lo miré enojado.
- esto solo es el principio ratoncito, nos veremos después.
Las luces se apagaron y se prendieron rápidamente y él había desaparecido. Yo miré rápidamente detrás de mí, esperando que estuviera ahí, pero no, no había nada, solo estaba la soledad y la oscuridad. Empecé a volver a caminar, está vez más rápido y mirando detrás de mí, con cierto miedo a ver algo que no me guste. Atravesé la puerta que estaba al final y caminé, luego de un tiempo me di cuenta que era el mismo pasillo que acababa de atravesar, volví a pasar por las puertas dobles que estaban al final del pasillo y volví al mismo lugar. Pero está vez algo cambiado, se escuchaba pequeños susurros, no podía oír lo que decía, pero decían algo. Volví a atravesar la puerta y los susurros se volvieron más fuertes, alcancé a escuchar varios nombres, como Carolina, Andrea, Javier, Mateo y mi nombre; Atravesé otra vez las puertas y los susurros eran más fuertes, empezaban a sonar como voces normales. Llegué por tercera o cuarta vez a la puerta, pero no pude abrir la puerta, estaba cerrada y era imposible tirar la puerta.
- maldito inútil.
- mira lo que provocas, intentaste ayudar a Carolina y saliste mal, herido y no pudiste ayudarla - ¿Carolina? ¿Será la del colegio? – mejor te desapareces, nadie te extrañará.
- intentaste amar a alguien, intentaste ser pareja de Mateo, Isa, Andrea, Emiliana, con Juliana y Jacobo – la voz se detuvo un momento – y más que no me acuerdo, muchos más y siempre has fracasado, ríndete, jamás vas a tener una pareja – empecé a buscar otra salida, pero no había otra.
- ni si quiera tienes a alguien en quien contar tus problemas – las luces del lugar empezaron a explotar, quedándome a oscuras.
- fracaso en todo, intentando ponerte una máscara, pero ni así, no puedes encajar, no puedes causar un impacto a los demás, siempre vas a ser un fantasma.
- ¿Crees que alguien te va a querer? Ni si quiera puedes conseguir amigos ¿Crees que va a conseguir una novia? Eso ya es una fantasía.
- has esperado durante diez años a que lo noten, ha intentado todo lo que podía, todo lo que veía en la tele y nada funciono – el pasillo se empezó a enfriar rápidamente, un frio infernal.
- quizás tú eres el problema, de hecho, me equivoco, estoy seguro que tú eres el problema.
- inservible, inútil y, sobre todo, desperdicio, no eres lo suficiente normal para encajar y tampoco eres lo suficiente anormal para destacar, no eres nada, te hundes solo, estás solo – mis manos empezaron a temblar por el frio, empecé a pegarle a las ventanas, para intentar romperlas.
- siempre huyendo, siempre esquivando los problemas.
- ¡¿Y qué quieres que haga?! ¡¿Dime que hacer y lo hago?! Si eso me saca de este lugar ¡Lo haré! – me sentía muy cansado, todo mi cuerpo temblaba.
- que te defiendas.
- ¡Ni si quiera se dé que me hablas!
- si sabes, pero lo ignoras, no lo quieres aceptar.
- no te conozco.
- no, no me conoces, pero yo a ti si, te conozco demasiado, se lo gallina que eres, defiéndete, cumple lo metas, has lo que siempre quisiste hacer.
- ¡Está bien! ¡Voy a defenderme! ¡Haré lo que siempre he querido hacer! – no sabía a qué se refería, pero necesitaba salir de aquí, no sentía mis manos y seguramente no soportaré un minuto más aquí adentro.
- está bien, espero que cumplas eso, te estaré vigilando – las puertas se abrieron – cada vez que te gire, ahí estaré, aunque no me veas – salí de la habitación.
- vete al infierno.
- he estado todo el tiempo en ese lugar.
Salí de la habitación y está vez la habitación si cambio, ahora estaba dentro de un salón y al fondo había un casete, yo camine y lo agarré; miré a mi alrededor y no note nada raro, todo estaba normal. Me giré y camine hacía la salida, pero escuché un golpe, me giré donde venía el ruido, pero solo vi una ventana y nada más, pero igual me quedé mirando a la ventana, por si algo aparece. Vi como una piedra golpeaba la ventana, yo me asusté un poco y me acerqué, miré por la ventana y no vi a nadie, intenté abrir la puerta, pero no lo logre abrir; volví a esperar que esa persona lanzara la roca, pero no lo hicieron, entonces me giré e iba a caminar hacia la salida. Pero algo me agarró del hombro y del pelo de la cabeza y me jaló hacía atrás.
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