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Accidente

Desperté en mi cama, asustado y sudando y lo primero que hice es escupir sangre, escupí mucha sangre. Cuando dejé de escupir sangre, miré a mi lado y vi al muñeco, estaba en la misma posición de siempre; me baje de la cama y camine tambaleándome, estaba mareado y me dolía la cabeza, pero no podía parar, o eso creo. Me busqué en los bolsillos y por suerte el pedazo del espejo seguía en mi bolsillo y estaba intacto, lo agarré y lo puse, yo me puse alegre y contento, ya llevo tres piezas; pero la felicidad duro porque, mi cabeza empezó a doler tanto que no me podía sostener, así que me acosté un rato para descansar. Me desperté cuando un rayo de sol me dio en la cara, miré a mi izquierda y vi el muñeco, yo me asusté y caí al suelo y me mojé del líquido negro viscoso.

- maldito muñeco.

Me levanté del suelo y miré mi habitación, en busca de algo nuevo en la habitación, pero no encontré nada, todo seguía idéntico como la otra vez. Salí de la habitación y me di cuenta que líquido no salía de mi habitación, una barrera invisible evitara que saliera fuera de mi habitación. Caminé hacía la puerta de mis padres y la intenté abrir, pero eso fue imposible, luego fui a la habitación de mi hermano e intenté abrirla puerta, pero esta tampoco abría, estaba solo en mi casa. Yo me dirigí a la cocina para comer algo, cuando vi una nota con unas llaves, agarré las llaves y le í la nota que decía: ¿Sabes conducir? Abajo te espera tu carro. Yo estaba confundido, no sabía conducir, pero ya empecé esto, así que voy a seguir. Agarré una galleta y salí de la casa, comía mi galleta mientras encontraba el auto, lo primero que pensé fue que iba a ser mi carro, pero cuando me dirigí el carro de mi familia, no estaba, seguramente mi madre se lo llevo para comprar algo, o quizás mi padre, aunque no lo creo, también puede ser mi hermano que utilizó el carro para recoger a un amigo o para ir a una fiesta, nunca se sabe. Presioné el botón de abrir las puertas de las llaves y sonó como un carro detrás de mí pitó, yo miré para atrás y volví a presionar, vi como las luces de un carro se prendieron, un carro que estaba tapado debajo de una lona, era un Chevrolet chevelle del setenta y dos. Abrí la puerta del carro y entré, encendí el auto y miré las dos palancas, la más larga era el acelerador, así que lo presioné y el carro acelero un poco, el otro era el freno de toda la vida, también había una tercera palanca que no tenía ni idea que hacía, así que no la tocaré. Esté la palanca de cambios, que no se usarla, pero se me las posiciones por lo menos, así que cuando me digan que la cambien a segunda, yo la cambiaré y obviamente se retroceder. Aceleré poco y moví la cabrilla hacía la izquierda para salir, lentamente empecé a salir del parqueadero hasta llegar al portón para salir de mi casa. Él portero me vio y me saludo, yo le devolví el saludo y me abrió el portón, yo aceleré un poquito más que la anterior vez y giré, pasé lentamente por las calles, no tenía mucha confianza y me daba miedo chocar con alguien, además no sabía dónde ir, así que lo primero que se me ocurrió es ir a la casa de Javier para verlo y presumir mi nuevo carro, así que prendí la radio y me dirigí hacía su casa.

- gire a la derecha – yo miré a mi radio – y miré adelante – yo miré al frente y frené en seco, casi me chocó – cuando se ponga en verde, vas a la izquierda.

- ¿Quién eres?

- solo has lo que digo.

- ¿Está bien? – él semáforo se puse en verde y yo giré a la izquierda.

- ahora, gira a la izquierda.

- ¿Quién eres? Y ¿Qué pasa? – yo frené el carro, estando cerca de pegarle al carro de enfrente.

- ¿Quieres saber la verdad? Solo haz lo que te pida, es muy sencillo – el semáforo se puso en verde y yo giré a la izquierda – ahora, vez el carro rojo, el Ford fiesta.

- sí, está literalmente enfrenté de mí.

- quiero que lo sigas, no lo pierdas.

- pues es simple, está enfrenté de mí, es imposible perderlo – él carro aceleró rápidamente, sin importarle que el semáforo estuviera en rojo.

- ¡Síguelo!

- ¿Quieres que pase en rojo?

- ¡Solo síguelo mierda! – yo aceleré y lo seguí, por suerte no me chocaron – no lo pierdas.

- ¿Quién va a ahí? – de repente sonó música en la radio.

- disfruta la música, esto te calmara.

Yo seguí al auto de rojo, se detuvo en un semáforo en rojo y yo me detuve detrás de él, pero el auto se fue a la izquierda, invadiendo el carril contrario. Yo con temor lo seguí, por suerte los carros salían a un lado y no tuve que esquivarlo, solo manejé recto hasta alcanzarlo, por suerte no hubo ni herido ni muertos y todos tenía buenos reflejos para esquivarnos. Llegamos a una rotonda y él giro a la derecha y en la segunda salida siguió derecho, yo lo seguí, no podía perderlo, aunque estoy dudando, prefiero vivir. El intentó perderme, pero no me dejé, lo seguía detrás como su sombra y era bastante divertido, aunque peligroso para las personas. Al final ambos terminamos en una larga carretera de dos direcciones, había tres carriles de nuestro lado y tres carriles del lado contrario; el auto acelero, pero no me iba a perder tan fácil, así que yo aceleré todo lo que el carro podía, el giró a la izquierda para esquivar un carro y yo giré a la derecha, luego él giró a la derecha y yo aceleré, pude estar a su lado y ver la ventana del copiloto, pero no pude ver a nadie, los vidrios estaban muy oscuros y no podía ver quien era, solo pude ver un poco su forma. Yo miré al frente y frené un poco, casi me choco con un carro que no vi por haber visto el carro, yo giré a la derecha y aceleré de nuevo, vi cómo se movió a la izquierda dos veces y fue al carril contrario, yo giré a la derecha y aceleré y rápidamente me giré a la derecha, porque había otro carro en ese carril, hacía que antes que los tres carros se alinearan, me cambié de carril. Miré un momento a mi izquierda y vi el carro rojo, esquivando los carros para evitar morir, yo lo alcancé, iba a su misma velocidad, pero el giró rápidamente a la derecha y me chocó, me hizo perder el control. Yo frené un poco y me choqué contra un carro, pero no enfrente, sino de lado, pero va a necesitar más que eso para poderme detener. Yo volví a acelerar y en unos minutos volví a estar detrás de él, yo estaba esperando a que se moviera para otro carril, pero no hizo eso, el carro frenó de golpe, para que yo lo golpeara por detrás, pero yo alcancé a ver eso y rápidamente giré para la izquierda y lo pude esquivar sin que lo chocará, pero detrás de mí había un camión, camión intentó evitarlo, pero no pudo y le dio por la espalda, lo que le hizo perder el control y terminar en el carril contrario. Luego un carro que iba rápido le golpeó y lo hizo voltearse. Yo iba a bajarme para ver qué pasaba, hasta que un auto me chocó del lado, lo que me hizo moverme un poco hacía un lado; por suerte no me paso nada gracias al cinturón, pero el golpe me dejo en shock y me zumbaba un oído. Delante de mí estaba el auto chocado, yo me preocupé e intenté salir por la puerta del conductor, pero no se podía abrir. Me quité el cinturón y empecé a pasar de puesto.

- te cuidado.

- ¿Gracias?

- cuando te acerques al accidente te empezaras a sentir mal.

- no me importa, tengo que saber que esas personas están bien.

- no esperaba mucho menos de ti, sé que vas a hacer lo correcto, eso es lo que haces.

- ¿Qué? – la radio se quedó callada.

Yo abrí la puerta y caí al suelo, pensé que no me había lastimado, pero mi pierna estaba sangrando, tenía un pedazo del vidrió clavado en la pierna. Me apoyé en el carro y me levanté y caminé un poco gracias al carro. Me acerqué al carro y me agaché, no vi a nadie, solo tres maniquís, maniquís muy feos, el conductor y el de atrás a la derecha estaba bien, pero el de atrás a la izquierda, había perdido su cabeza. Eso me relajó, nadie salió herido, pero ¿Cómo conducían? Porque son maniquís y no se pueden mover, o eso espero. Pero algo me capto mi atención, vi el vidrió que estaba roto delante de ellos, pero uno se veía diferente, uno reflejaba. Yo me agaché y agarré el pedazo de vidrió que era diferente, pero cuando lo hice, el maniquí que estaba en el puesto de conductor me agarró la mano y no me dejo irme, yo me asusté y lo golpeé en la cara, no me podía soltar, el maniquí me agarraba muy fuerte y no me pude soltar, agarré un pedazo de vidrió y se lo clavé en la mano, lo que hizo que me soltará y por alguna razón empezara a sangrar. Yo me levanté y empecé a sentirme mareado, muy mareado, intenté caminar, pero mis piernas no respondían y me caí al suelo, pero no me iba rendir, me arrastré por el suelo, mientras lo hacía, escuchaba gritos de dolor, de terror, pero cuando miraba atrás de mí, no había nada, nadie estaba gritando, luego miré a mi alrededor y me di cuenta de algo, todos los carros habían desaparecido. Luego de un tiempo de arrastrarme, llegué al carro, con dificultad me subí al él y me senté un momento para respirar.

- ¿Estás bien? – yo cerré los ojos.

- sí, solo me mareé.

- te advertí que no fueras.

- tenía que ver si estaban bien.

- al final lo lograste, gracias por todo, mira dentro de la cajuela, ahí encontraras un regalo para ti – yo lo abrí y encontré otro pedazo de espejo.

- gracias, esto me ayudará, eso creo.

- solo, ten confianza en ti, como tuviste en mí.

- ¿Nos conocemos? – volví a cerrar los ojos.

- no, es la primera vez que hablamos – su voz sonaba triste – ahora duerme y descansa, pero primero guarda tu premio en tu bolsillo – guarde los dos pedazos de espejo en mi bolsillo.

- gracias.

- no, gracias a ti, por estar conmigo, por invertir tu tiempo en mí, por ser lo mejor de mí.

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