Capítulo 8
-¡Puah! El primer día se supone debe de ser divertido y relajante, ¡¿por qué no hicimos nada más que tareas y pruebas diagnósticas entonces?!
Naya levanta los brazos y mira al cielo como reclamándole al de arriba que el primer día de clases fue una mierda, como suele ser. Me reí por lo bajo mientras caminaba a su lado e íbamos por la plaza. Veíamos a varios niños o un poco mayores paseando en patinetas, bicicletas, patines y demás juguetes.
-Siempre ha sido así, por eso nadie que no sea nuevo se emociona por el primer día -mencioné.
-En mi antigua escuela, el primer día era sagrado, hasta la mayoría de personas no iba. O se hacían fiestas y los mayores llegaban con resaca o aún borrachos.
-Suena interesante.
-Lo era. Los guardias tenían que hacer un control de alcohol antes de que los alumnos ingresáramos. Era divertido ver como los aún borrachos negaban por su vida que no estaban borrachos.
Ella se ríe a carcajadas por los recuerdos que tenía de su antigua escuela.
-Si estabas bien ahí, ¿por qué te mudaste? -me atreví a preguntar.
-No confundas, era divertido ver, pero en realidad no me iba muy bien allí. Siempre me peleaba con los mimados de esa escuela, respondía a los profesores y no tenía buenas notas... Al final, me terminaron expulsando.
-¿En tu último año?
Asiente cruzándose de brazos, bufa pero se encoge de hombros para restarle importancia. Iba a seguir hablando cuando se detiene de golpe y sus ojos brillan.
-¡Ahí, ahí está! -volteé a ver al alquiler de carritos que había mencionado en la escuela- ¡Vamos!
Me agarra la mano y me jala hasta allí. Pide un carrito de dos, le da lo necesario y se sube en el asiento del conductor.
-¡Vamos, Keira, sube!
-Ya voy, ya voy.
Rodeé el carrito y me subí a su lado sonriendo. Ella empieza a pedalear e ir por todos lados mientras yo sostenía nuestras cosas. Parecía realmente divertida con todo esto, y... no podía mentir que a mí también me gustaba.
-Quisiera que manejar un auto sea tan fácil como esto.
-Pero si un auto es así, entonces te cansarás antes de llegar a donde debes -murmuré riendo leve.
-Es verdad... ¡Pero sería más fácil aún así!
-Te doy el punto.
-Hey, hay un vendedor de helados, ¿quieres?
-¡Sí! -me cubrí la boca con ambas manos y me sonrojé -. Quiero decir, sí...
-Se nota que eres tan fanática de los helados como yo, ¡así que no te contengas en demostrarlo!
Pedalea con rapidez hasta estacionarnos junto al vendedor. Le compramos dos helados y nos alejamos de nuevo. No iba a mentir de que en realidad me gustaba estar con Naya, era agradable.
-Ow, ya se acabó el tiempo del alquiler... hay que regresarlo... -menciona haciendo un puchero.
-Está bien, de igual forma se está haciendo tarde.
Asiente. Devolvemos el carrito al hombre y ella se estira por completo mientras caminamos y nos alejamos.
-Oye, quería preguntarte... ¿en serio eres modelo? -pregunté.
-Estudiante de, pero sí. Ya he ido a un par de sesiones de fotos pero aún me falta pasar por la pasarela -su rostro se ilumina- ¡Quisiera hacerlo!
-Estoy segura que lo harás.
-Gracias, yo también lo espero...
La caminata y la charla se alargan gracias a Naya. Me llevaba por todos lados mientras me preguntaba y contaba cosas, por fin no tengo que preocuparme por escoger un tema de conversación para no quedar en un silencio incómodo con alguien. Con Naya, eso no era un problema, se le ocurría todo tipo de temas sin tanta espera.
-Oye, dime... ¿Cómo conoces a Jena? Lamento la pregunta, pero en serio tengo curiosidad.
-No te preocupes... Pues... ella en realidad es mi hermana...
-¡¿Qué, en serio?!
-Sí... pero a ella no le gusta mencionarme.
-Es que ni siquiera se parecen, pero a decir verdad... ¿Quién quisiera ser hermana de esa loca?
Me cubrí la boca con una mano para aguantar la carcajada pero no lo conseguí del todo, Naya me sigue la risa hasta calmarnos.
-Tienes razón, así que me alegra no compartir sangre con ella.
-¿Ah?
-Descubrí, a mitad del año pasado, que en realidad soy... adoptada...
-Con razon... No podía creer que fueran hermanas -suspira-. ¿Y cómo te sentiste...? Digo, al enterarte.
Mi sonrisa se vuelve más pequeña al recordar el momento, bajé la mirada por un segundo.
-Me dolió, pero solo porque sabía que mi padre... no era mi padre. Al menos no biológico. Pero, ahora... supongo que le encuentro el lado positivo.
-¿Y no te entró la curiosidad de saber quiénes son tus padres? Si estoy siendo muy cruel dime y me detengo.
-Tranquila... -resoplé-. En realidad no, no sentí la necesidad de saberlo y creo que tampoco quiero.
Asiente comprendiendo, nos quedamos en silencio por un tiempo más hasta que volvió a romperlo con más temas de conversación que aligeraron el ambiente entre ambas. No nos dimos cuenta del paso del tiempo hasta que lo único que iluminaba las calles eran las farolas.
-Oh, mierda... debí de haber llegado a casa hace rato.
-Yo también...
-Debo irme, te acompañaría a tu casa para que no fueras sola...
-No te preocupes, estoy bien -sonreí.
-¡Oh, sí! -saca su teléfono del bolsillo-. Intercambiemos números, y me escribes que llegaste bien, ¿sí?
Asentí sacando mi teléfono. Intercambiamos ambos y anoté mi número en su teléfono antes de devolvérselo. Ella se despide de mí y se va corriendo hasta alcanzar un taxi e irse, aunque antes saca la cabeza por la ventana y sacude la mano. Hice lo mismo antes de girarme y caminar con dirección hasta mi casa.
Me puse mis audífonos y disfruté de la música y la soledad de las calles; a cualquiera le daría miedo caminar de noche y sola, a mí ma trae paz. De verdad que disfrutaba de estos momentos. Hasta que escuché pasos tras de mí que encendieron mis alarmas, traté de mirar por encima de mi hombro pero iba a ser muy obvia. Apreté mis manos con nerviosismo y aceleré mi caminar, el que estaba atrás también lo hizo. Empecé a trotar y al final terminé corriendo desesperada. Pero me alcanzó, me dejó contra una pared, iba a gritar pero cubrió mi boca.
-Keira, tranquila... soy yo...
Aparta su mano, yo fruncí el ceño mientras lo veía.
-¡¿Qué mierda... ?! Casi me muero del susto, idiota.
-Lo siento, no pretendía asustarte, solo no sabía como hablarte...
-¿Y seguirme como acosador fue una buena opción?
Lo aparté de mí de un empujón para mirarlo fulminante.
-¿Qué haces aquí, Chris?
-En realidad, y aunque no lo creas... te encontré de casualidad. Te vi y me preocupara que estuvieras sola a esta hora.
-Ah, que caballero... -me crucé de brazos y rodé los ojos-. No necesito tu preocupación.
-Solo... no quiero que te pase algo...
Hice una mueca de desagrado.
-Adiós, Chris.
Me alejé de él hacia la calle de nuevo pero me agarra la muñeca de la nada y me hace voltear.
-Keira, necesito hablar contigo...
-Yo no tengo nada de qué hablar, suéltame y déjame en paz.
-Por favor, Keira...
-¡No, Chris! ¡No quiero escucharte, déjame tranquila!
Un silbido llama nuestra atención, a la vez que una moto se estaciona junto a nosotros. El chico se quita el casco y yo abrí los ojos de par en par, pero él sonríe.
-Adler...
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