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Capítulo 7

-Es nuestro último año antes de iniciar la universidad... No me avergüences, y recuerda, no eres mi hermana. Ni siquiera adoptiva.

No respondí, solo asentí manteniendo la cabeza agachada, ella rueda los ojos pero su expresión cambia cuando ve a Chris esperando por ella en la entrada de la escuela. Jena corre hasta él para abrazarlo y besar sus labios. Parecían querer comerse, literalmente. Pasé junto a ellos sin hacerles caso, ya ni siquiera sentía dolor cuando los veía a ambos juntos.

Llegué hasta mi nuevo casillero y guardé mis cosas, encontré entonces el lobo de peluche que... en realidad no sabía porqué lo había traído. Suspiré y lo iba a meter de nuevo en mi mochila para llevarlo y dejarlo en casa, pero no lo hice... hice una mueca y lo dejé dentro del casillero, por alguna razón lo quería ahí. Tal vez para cuando abra mi casillero, verlo y recordar que fue esa noche que lo conseguí cuando mi padre había muerto. Quería sentirme miserable...

Cerré mi casillero y empecé a andar hacia la clase que me tocaba ahora.

-¡Cuidado!

No me di cuenta cuando una chica golpea conmigo, ambas caímos al suelo y mis cosas esparcidas a nuestro alrededor.

-¡Lo siento!

-Está bien...

Ella sr apresura a juntar todo y me lo entrega, pude verla mejor. Una chica de piel morena, cabello negro y hecho trenzas africanas, ojos claros... y muy hermosa.

-Debo irme, lo siento de nuevo, ¡adiós!

Se levanta y sale corriendo otra vez. Sujeté mis cosas contra mí mientras veía en la dirección por donde fue aquella chica que jamás había visto. Resoplé dejando de lado aquello y retomé mi camino hasta mi clase, por suerte no llegaba tarde. Es más, fui la primera en llegar, pude elegir el lugar en el que me iba a sentar y me recosté en la mesa para descansar un momento en el que llegaban todos los demás. Cosa que no tardó en suceder, cuando el estruendoso sonido del timbre comienza, todos aparecieron y fueron tomando sus lugares. Veía a los mismos compañeros de siempre, hasta la última.

-¡Hola! Eres la chica que choqué... Lo siento de nuevo por eso, ¿está ocupado?

Miré el lugar a mi lado que ella estaba apuntando, saqué mi mochila mientras negaba y ella se sienta feliz y sonriendo.

-Soy Naya, ¿y tú?

-Keira.

-Lindo nombre, te sienta bien.

Ella parecía querer seguir hablando pero todos callan cuando entra el profesor de la primera hora. Se presenta, como siempre hacen cuando es el primer día de clases, aunque la mayoría de nosotros lo conocíamos. Y como lo conocíamos, lo odiamos. Es de esos profes que no le importa nada, dará clases y un montón de trabajos para la casa o presentaciones. No importa si es el primer día.

-Empiecen a copiar.

Todos se quejan pero él no hace caso, saca sus cosas al igual que nosotros y a la par que él comenzaba a escribir, nosotros le seguíamos.

-No puedo creerlo, ¡es el primer día! -se queja Naya en susurros.

-Sí, pues a él no es que le importe...

-Es injusto, yo no recuerdo nada de lo que di el año pasado, ¡y ni creo que hayamos dado las mismas cosas!

-¿Quieres... am... ayuda? -hablé un poco bajo pero ella me había escuchado, junta sus manos como implorando.

-¡Por favor!

Asentí. Ambas terminamos de copiar luego del profesor, le fui explicando a Naya pregunta por pregunta hasta que ambas terminamos el trabajo, ella parecía feliz y emocionada.

-¡Gracias! Sinceramente creí que ya comenzaría dejando en blanco todas las tareas.

-No fue nada.

Ambas nos levantamos para ir a entregar los trabajos, el profesor nos escanea con la mirada, pero más a Naya, parecía no creerse que haya terminado; a mí me conocía, por eso no le sorprendía que yo ya tuviese todo completo y siendo la primera.

-Tiene suerte, señorita Naya, ha elegido bien su lugar.

-Sí, ¿verdad? Gracias otra vez Keira.

Sorpresivamente me abraza con fuerza, casi me aplasta por toda esa gran fuerza que usó. Volví a susurrar un "no fue nada" y ella se separa de mí; el profesor nos corrige a ambas y firma las tareas antes de dejarnos ir a nuestros lugares y dejarnos el tiempo libre en lo que los demás terminaban. Y sabía que esto sería hasta el final de la clase.

-Oye, ¿qué haces después de clases? Me encantaría conocerte, ¿sabes? Me has caído increíble.

Por un momento me quedé mirándola confundida, no he hablado casi y solo la he ayudado un poco, no me conocía pero ¿ya le caía bien?

-Pues... no hago nada, creo...

-¡Bien! ¿Vamos a la plaza? Creo que han habilitado un alquiler de carritos.

-Bueno...

-¡Chris, amor! -sentí que me empujaban hasta que golpeé accidentalmente a Naya.

-Lo siento... -murmuré mientras me enderezaba y trataba de mirar hacia Jena que saltaba a los brazos de Chris y lo besaba.

-¿Y esa loca, acaso está... ? ¿Jena?

Miré confundida a Naya pero Jena también la volteó a ver y parece haber visto un fantasma por un segundo antes de sonreír como realmente una loca.

-¡Naya...! Hace tiempo no te veía.

-¿S..Se conocen? -pregunté sin mirar a Chris que me estaba viendo.

-Sí... Nos conocimos en un curso de modelaje.

-Se puede decir que somos muy amigas, ¿o no, Naya? -me sentí incómoda cuando Jena la abraza como si fueran amigas de toda la vida-. ¿Qué fue de ti? Desapareciste por unos años y ahora estás aquí.

-Sí, mis padres me llevaron de intercambio a Francia.

-¡Eso es genial!

Ahora todo está teniendo sentido, Jena no se juntara con Naya si no fuera porque sabe que su familia tiene dinero. Me alegra decir que no soy parecida a Jena porque ella es alguien bastante... racista. Incluso ahora pude notar su mueca de desagrado cuando abrazaba a Naya, sin que ella se diera cuenta.
Miré de reojo a Chris, seguía con su vista fija en mí y eso ya colmó mi paciencia. No dije nada, solo me di vuelta y me fui sin llamar mucho la atención, al menos por un par de pasos.

-Keira... -Chris intenta acercarse a mí pero lo volteé a ver con todo el odio que una persona dolia puede demostrar, haciéndolo detener sus pasos y bajar la mirada.

Naya me mira sorprendida y confundida a la vez que pasaba su vista por Chris y por mí un par de veces. Jena me fulmina y esa fue mi luz de salida para seguir alejándome de ellos. No sabía que Naya era amiga de Jena... de haberlo sabido creo que no me hubiera acercado. Jena sigue siendo cuidadosa con sus amistades, no se juntaría con alguien amable.

"Aves del mismo plumaje vuelan juntas."

Recordé aquella frase que había leído en un libro de la biblioteca de mi padre hace un par de años. Aquellas frases siempre podía apreciarlas en la vida real, en cada cosa que me pasara o veía que pasara a otros. Siempre recuerdo alguna con varias situaciones.

-¡Espera, Keira!

Hice una mueca pero me detuve y dejé que Naya me alcanzara.

-¿Qué? -sin que pudiera controlarlo había usado un tono de voz amargo y molesto.

-¿Qué pasa? ¿Por qué de pronto actúas así?

Me avergoncé por mi actitud y bajé la mirada un segundo.

-Lo siento, no fue mi intención... Tengo cosas que hacer, adiós.

-Espera... -agarra mi muñeca antes de que me alejara-. ¿Conoces a Jena?

-Se podría decir...

-¿Y... te agrada...?

Me volteé rápido y sorprendida por aquella pregunta; claro, a mí me parece ridículo porque sé como es mi hermana, pero ella no sabe qué somos.

-No, no me agrada para nada.

Ella suelta un suspiro de alivio profundo, cosa que me confundió mucho más que lo anterior, cuando supe que se conocían.

-Gracias al cielo...

-¿Eh?

-Es cierto que nos conocimos en ese curso de modelaje, pero de eso a que seamos muy amigas... -cruza sus brazos en una cruz mientras hace una mueca y niega-...no, nada que ver.

-¿Ella por qué diría eso...?

-Fui educada, pero me di cuenta de sus intenciones. No dejé pasar por alto las señales, Keira. Pude distinguir su trato amargo cuando me conoció, a su trato agradable de cuando se enteró de que mis padres tienen dinero.

-Oh...

Ahora me sentía más avergonzada por sacar mis propias conclusiones sin preguntar o conocerla. Apoyé mi mano sobre mi nuca y resoplé.

-Lo siento, te juzgué antes de conocerte.

-No te preocupes, suele suceder. Pero si de verdad quieres que te perdone, entonces acepta la ida a la plaza después de la escuela.

Naya sonríe ampliamente, demostrando tan buenas intenciones conmigo... No pude contener la leve sonrisa que apareció curvada en mis labios, asentí y ella chilla emocionada.

-¡Bien! ¡Gracias!

Nuevamente suena el timbre del cambio de hora, interrumpiendo su festejo.

-Uh, tenemos que irnos.

Caminamos en dirección a la clase nuevamente pero esta vez Naya me narraba la historia de como había conocido a Jena y lo mal que le había caído. Por fin había encontrado a alguien con mi misma opinión... quisiera desahogarme con ella tan bien como ella lo hacía ahora, pero algo me impedía y solo me dejaba escucharla, ¿qué era?

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