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Capítulo 4

-¿Y? ¿Por qué lo hiciste? -insiste en saber.

Reaccioné y tosí un poco más terminando de quitar el agua que molestaba en mis pulmones. Respiré profundo y agitada.

-¿Por qué más sería? No quiero seguir viviendo... -respondí acostándome por completo en el césped.

-Eso no fue lo que parecía...

-Me he tirado como has dicho, ¿qué otra cosa parecía?

Se acuesta a mi lado y ambos miramos al cielo sin decir más nada por un segundo, lo miré esperando su respuesta.

-Si realmente quisieras morir... entonces, ¿por qué te vi luchando por salir?

-¿No es una reacción normal al estarse ahogando? -cuestioné.

-Lo es, para las personas que aún quieren seguir viviendo, como tú.

No dije nada, en cambio me abracé a mí misma y tirité por el frío. Pocos segundos después siento cuando aquel desconocido deja sobre mi cuerpo su chaqueta que, aunque estuviera mojada, era mejor que solo mi vestido de pijama sin mangas. Se queda sentado junto a mí, mirando el río y sacando algo de su bolsillo, una caja de cigarrillos.

-Ah... carajo.

Los deja a un lado y resopla, se inclina hacia atrás sujetándose en sus manos apoyadas hacia atrás, levanta la mirada y mira al cielo. Yo me levanté, me acomodé su chaqueta y cubrí mi cuerpo con esta.

-Lamento hacer que te quedaras sin tus cigarrillos... -mencioné para decir algo.

Lo escuché reír por lo bajo, me mira con una sonrisa divertida.

-Eres la primera persona que se disculpa por algo así.

-Pues... tal vez sea así.

Volvimos a quedar en silencio. Aunque no era tan incómodo como la situación lo hacía parecer ver. Es más, fue relajante a comparación de mi casa. Suspiré bajando la mirada, pero al verlo de reojo me di cuenta de que me estaba mirando.

-¿Qué? -pregunté.

-Solo intento descubrir quién eres...

-Si quieres saber mi nombre pues solo...

-No me refiero a eso, al menos no ahora.

Me quedé callada, confundida de nuevo, pero suspiré.

-¿Descubriste algo hasta ahora?

-Sí... pero no voy a decírtelo.

Se levanta repentinamente y yo a su vez pero tratando de insistir en saber lo que ha descubierto sobre mí.

-¿Por qué no?

-¿Por qué querrías saber algo sobre ti que un extraño dice saber?

Su pregunta me dejó aún más confundida, la analicé por un segundo pero en ese corto tiempo él ya se estaba alejando.

-¡E..Espera!

Me acerqué a él y caminé a su lado, no dijo nada por eso y ni siquiera parecía quejarse. Nos alejamos de aquel río y regresamos a las calles de la ciudad, caminamos por estas hasta que llegamos a una de esas tiendas abiertas veinticuatro horas.

-¿Tu billetera no se ha mojado? -pregunté antes de entrar.

-Sí -responde simple y sin dejar de caminar.

Agarra un encendedor y una caja de cigarros nuevos.

-¿Cómo piensas pagar, entonces?

Llegamos a la caja donde atendía un chico cansado, pero al ver al que iba conmigo parece encontrar a un viejo amigo.

-Eh, Adler, ¿tan darte por aquí?

-Sí... Ocurrió algo de imprevisto, ¿me das estos y te los pago mañana? Ya sabes...

-Claro, no hay problema.

Parpadeé un par de veces mientras veía como ambos hablaban animados mientras el vendedor le daba las cosas sin costo alguno al tal Adler. ¿No lo despiden por esto, cierto? Bueno, por sus reacciones parece ser que ni siquiera es la primera vez que sucede, ni tampoco la segunda.

-Gracias amigo, nos vemos mañana.

-Adiós, y suerte...

Me escanea con la mirada y le guiña un ojo a Adler, supongo yo que creando escenarios equivocados en su cabeza de lo que cree que haré con él. Me sonrojé por la sorpresa pero seguí a Adler hasta afuera. Él abrió la nueva caja de cigarrillos, junto a su nuevo encendedor y fumó uno.

-Entonces, princesa... -se acomoda las cosas y suelta el humo por su boca.

-¿Por qué me dices así?

Balanceé mi mano como un abanico frente a mi rostro mientras hacia una mueca por el humo del cigarro y tosía. No me agradaba eso.

-No cualquier chica duerme con un vestido de ceda, o tiene una pulsera como esa -mira a esta y por acto seguido la agarré-. Me da a entender que eres hija de alguna de las familias ricachonas de la ciudad. Por lo tanto, te deben tratar como una.

Resoplé apartando la mirada y recordando que me trataban todo lo contrario a lo que él creía.

-No lo pienses tanto así...

Se queda en silencio pero le da otra calada a su cigarro mientras me mira.

-Sígueme.

Él se da vuelta y empieza a caminar. Lo vi alejarse hasta que se detuvo, me miró por encima de su hombro pero yo ya estaba a su lado.

-¿Sigues a cualquiera que te dice que lo sigas? -se cuestiona sonriendo.

-De igual forma pensaba matarme esta noche, ¿crees que me queda algo por perder por hacer tales cosas? No me importa nada ya... -me crucé de brazos.

-Tienes un punto, lo admito -da otra calada y expulsa el humo, esta vez hacia el otro lado-. Está bien, vamos.

-¿A dónde?

-Ya lo verás.

Camina sonriendo y yo lo seguí sin insistir. No tenía la necesidad de hacerlo, en su lugar me parecía emocionante que fuera sorpresa. Fuese lo que fuese, malo o bueno, ya no importaba. Pero agradecía haberlo seguido aquella noche.

-¿Un parque de diversiones? ¿Cerrado?

-Sep.

Él sigue adelante hasta estar frente a la puerta de red con candado y cadenas.

-¿Qué piensas hacer?

-Escalar, ¿puedes hacerlo tú?

Abrí los ojos de par en par y lo miré sorprendida, ¿quería entrar aquí en serio?

-¿Y si nos atrapan?

-Dijiste que ya no te importaba nada, ¿era mentira?

-Bueno...

Él empieza a escalar sin dejarme responder, pasa una pierna al otro lado y se queda sentado sobre la puerta de red, me mira sonriendo.

-Vamos, te divertirás, lo prometo.

Lo miré un segundo a él, luego atrás de mí temiendo porque aparezca el dueño, algún guardia o la policía; resoplé, escalé un poco hasta estar cerca de su mano y sujetarla. Me ayuda a subir hasta donde él, me sonríe y asiente. Adler baja de un salto mientras que a mí me costaba un poco.

-Te ayudaré, no te preocupes.

-¿Confiar en un extraño?

-¿Lo dices ahora que me has seguido hasta aquí? ¿No crees que ya confiaste suficiente?

-Eso es verdad...

Resoplé pensativa, entonces pasé al otro lado, aunque me detuve y lo miré un momento.

-Ni se te ocurra mirar debajo de mi vestido.

-Muy tarde, princesa, ya me has mostrado todo.

-¡Hm!

Me solté como idiota por querer sujetar la falda del vestido en mi absurdo intento de cubrirme, así que estaba de más decir que me había caído. Cerré los ojos esperando el golpe pero lo único que sentí fue cuando Adler me atrapó.

-Te tengo.

-I..Idiota.

Ne removí haciéndolo reír por el comentario y mi forma de actuar, no protestó para cuando me dejó en el suelo, me abracé a mí misma y acomodé su chaqueta para cubrirme. Lo fulminé con la mirada pero solté aire más calmada.

-Entonces... ¿qué hacemos ahora? Todo está apagado, genio.

-¿A qué juego quieres subirte?

-No lo sé... am... -miré a todos lados de brazos cruzados-...¿El carrusel?

Me mira enarcando una ceja y yo me encogí de hombros. Suspira divertido pero asiente.

-Okey, espera allí.

Se aleja de mí a pasos largos pero lentos, rodé los ojos y me fui hasta el juego. Me preguntaba qué haría, suponía que la caseta de energía estaría cerrada con llave así que no creía que conseguiría encenderla. A menos que también sea amigo y le pida ayuda a alguien de aquí.

-No entiendo nada de est... ¡Ah!

Me sobresalté cuando el carrusel se encendió de golpe junto a todos los demás juegos y la música empezó a sonar.

-¡¿Pero qué...?!

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