Capítulo 16
Me sorprendía que, aunque vayamos en moto, tardamos en ir al lugar donde Adler quería llevarme. Estaba comenzando a aburrirme un poco ya que no podía escucharlo bien si queríamos hablar. Aún así aproveché para recostarme contra su espalda y contemplar las calles vacías.
-Ya estamos cerca -avisa al fin.
Solté un disimulado suspiro de alivio al escucharlo, pero me di cuenta que el barrio en el que nos metimos pasaba de ser normal a uno que demostraba el dinero de las personas, un barrio de ricos. Hice una expresión de confusión que él claramente no pudo ver. No dije nada, siguió avanzando hasta estacionar frente a una de las mansiones y apagó la moto.
-¿Qué hacemos aquí? -pregunté cuando me quitó el casco y me arreglé el cabello.
-Es mi casa.
-¿Eh?
Mi expresión debió de ser divertida para él porque empezó a reír de labios cerrados, dejó el casco con la moto y me ayudó a bajar.
-Te mencioné que ya estamos bien.
-B..Bueno sí, pero no creí que tan bien... -me cubrí la boca al hablar sin pensar-. Lo siento, eso no sonó muy agradable.
-Descuida, princesa. Es normal que pienses así luego de lo que te conté.
Me indicó estirando su mano frente a él para que empezara a caminar. Nos acercamos a la entrada y él abrió la puerta, dejándome pasar a mí primero. Solté un suspiro al ver todo, la decoración me parecía más linda que la de mi casa. Creo que se debe porque allá la decoraron al estilo de mi madre y Jena.
-¿Y tu padre?
-Los viernes por la noche suele quedarse en su trabajo hasta el día siguiente. Una decisión suya.
-Ya veo... -murmuré.
Adler me sonríe y hace que fuera junto a él por los pasillos de aquella gran casa. Era extraño, estábamos solos, en casa de Adler, pudiendo hacer tantas cosas... pero no me sentía nerviosa.
-¿Qué planeas hacer? -cuestioné.
-Mira, podemos hacer varias cosas... -me mira con algo de picardía por el doble sentido, me sonrojé de nuevo-. Pero ¿qué te parece ver una película?
-Suena bien.
Asiente, subimos unas grandes escaleras y luego pasamos por pasillos hasta llegar a una de las habitaciones, donde al abrir la puerta noté que era la de Adler. Además de tener su aroma impregnado en todos lados, no fue difícil adivinar. Él se quita el abrigo y lo deja sobre el respaldo de la silla frente al escritorio.
-¿Vas a quedarte ahí todo el tiempo? -se ríe de mí.
Entré tímidamente y me acerqué sin saber que hacer o dónde sentarme, opté por hacerlo en su cama. Él va hasta su armario y rebusca entre sus cosas hasta sacar un poco de ropa. Yo solo lo observaba, entonces se gira y me tiende la ropa.
-Creo que vas a estar mejor con esto.
Miré la ropa, me costó unos segundos analizar la situación pero lo agarré un poco lenta.
-Gracias...
-Tienes el baño allí, princesa.
Me levanté y fui a cambiarme a este. Me miré en el espejo, claramente todo me quedaba muy grande, pero era cómodo... aparte de que el aroma de Adler era relajante. No pude evitar pegar un poco la remera a mi nariz y aspirar. Suspiré profundo y abrí la puerta, pero la volví a casi cerrar cuando noté que él se estaba cambiando. Mi rostro ardía y sentí que iba a morir por la vergüenza... aunque él no me haya notado.
¿Y sí...?
Antes de que termine de pensar, noté que mi cuerpo ya se estaba moviendo y entreabría la puerta del baño, Adler se ajusta los shorts por los que se había cambiado y pasa a quitarse la remera por encima de su cabeza, los músculos de su espalda y brazos se marcaban perfectamente; se gira un poco, asustándome, pero no pude dejar de mirar. Vi su torso, sus abdominales marcados y su expresión relajada. Solté un suspiro profundo por verlo, y sin darme cuenta me quejé internamente cuando cubrió su cuerpo con una nueva remera.
Reaccioné por aquella queja de mi parte, me separé de la puerta y me di un leve golpe en la mejilla como reproche por lo que había hecho, ¿por qué me puse a espiar? ¿A caso era una acosadora pervertida? ¡Por Dios!
-¿Sucede algo, princesa?
-¡N..Nada!
-¿Segura? -parecía querer reír.
-S..Sí, estoy bien, ya salgo.
Me terminé de arreglar, corroborando que no había nada mal con nada de lo que traía puesto; no lo sé, tal vez como que no até bien el cordón de los shorts y en algún momento se me iban a caer, o algo así. Luego abrí la puerta y apenada salí del baño. Adler estaba junto a la puerta, de brazos cruzados y esperando, me mira arqueando una ceja pero me escanea de pies a cabeza, sonríe de lado y se despega de la pared.
-Traeré algo para comer o tomar, ¿me acompañas?
-Acabamos de comer hace no mucho... -mencioné.
-Son solo golosinas o cosas así, tampoco prepararemos una cena increíblemente grande.
Me encogí de hombros, él se aleja y ambos salimos de la habitación para volver a bajar y esta vez ir a la cocina, la cual era también muy linda. No tenía nada que envidiarle a Adler, salvo la decoración, aquí era mucho mejor que en casa.
-Si quieres... sé preparar tragos -su sonrisa pícara me hizo reír entre dientes.
-Nunca he bebido.
-Aprenderás conmigo entonces, claro que si es lo que quieres.
Se apoya por la isla de la cocina, volví a notar como sus músculos se marcaba; me di una bofetada mental cuando me encontré a mí misma escaneándolo sin pudor. Él sonríe con arrogancia, me sonrojé y aparté la mirada.
-B..Bueno, por probar no pierdo nada...
-Así se habla, princesa.
Él se gira y empieza a pasearse por la cocina con bastante maestría, pero no agarró ni una botella, sino que empezó por comida. Lo miré confundida.
-Antes de beber, hay que comer un poco. O sino se te sube más el alcohol que sangre a la cabeza.
-Entiendo...
-Sé que no tienes mucha hambre, así que te haré algo que aunque parezca poco te sentará bien.
-No me imaginaba esto de ti... -pensé en voz alta y cuando me di cuenta me avergoncé.
-Nadie lo espera, pero... te sorprenderá saber que trabajé en un restaurante. Aprendí varias cosas.
-¿Cuántos trabajos has tenido? -pregunté.
Antes de responder, él me guía y me sienta en la mesada de la cocina para no mantenerme todo el tiempo parada mientras él se paseaba.
-Varios. Convengamos que empecé a buscar trabajo a los trece años.
-Trece años... ¿Cuánto tiempo fuiste cocinero?
-En realidad empecé siendo lavaplatos, luego mesero y finalmente cocinero. Todo eso me costó dos años.
Él hablaba despreocupadamente, mirando lo que hacían sus manos o a veces desviando la mirada a mí. Estaba fascinada por su destreza que no me di cuenta cuando ya había acabado, me entregó algo que olía tan bien y no se parecía en nada a lo que haya probado antes.
-Disfrútalo, princesa.
-Gracias.
Me entregó un tenedor, ya que ni siquiera necesitaba un cuchillo. Podía cortar aquella pequeña porción con solo aquel utensilio, metí el primer bocado a mi boca y casi soltaba el plato por la sorpresa de lo bien que sabía.
-Dios... Esto está muy bueno...
-Lo está, ¿cierto? -se recuesta de brazos cruzados contra la isla de la cocina, sonriendo arrogante.
Habían dos de aquello recién hecho, terminé el primero sintiéndome satisfecha increíblemente, entonces lo miré a él.
-¿No quieres?
-¿Estás bien con uno solo? -asentí sonriendo.
Él agarra el plato y con el mismo tenedor empieza a comer. No tardó mucho, cuando termina de comer limpia las cosas y ahora sí fue a buscar las bebidas.
-¿Qué harás? -pregunté curiosa.
-Un trago que seguro te encantará.
-¿Ya lo habías hecho? -asiente-. No me digas, fuiste un bartender.
Sonríe y me guiña un ojo dándome a entender de que había acertado. Mezcla un par de tragos, le pone limón y luego lo agita por un tiempo antes de servirlo en dos copas como todo un profesional. Me tiende una, la agarré sonriendo un poco y él choca su copa con la mía ligeramente.
-Por ti, princesa.
Le da un trago a su bebida mientras yo miraba el contenido y lo olía un poco, probé de este pero aunque ardiera un poco en mi garganta no era tan fuerte. Incluso sabía muy bien.
-¿Y? ¿Cómo está?
-Bueno, aunque creí que sería más fuerte... No me quejo, de verdad, está bien así.
-Lo sé, no iba a servirte algo tan fuerte en tu primera vez bebiendo. No lo ibas a aguantar -tuvo un cierto tono de desafío en su voz.
-¿En serio? No lo sabes.
Hablé antes de pensar, cuando la gente me decía tales cosas yo sentía que mi competitividad sr encendía.
-En realidad sí, vi a tantas personas de todo tipo en mis tiempos como bartender.
-Pero a mí no.
-¿Quieres algo más? No te lo recomiendo. Después de todo... estás en una casa extra y es tu primera vez bebiendo.
Se acerca a mí y me acorrala contra la mesada de la cocina. Me sentí nerviosa, ni siquiera podía mirarlo a los ojos. Tenía razón en querer hacerme cambiar de idea, pero ya me había tocado el orgullo.
-Sé que no me harías nada... Así que pruébame.
-Esas palabras con doble sentido me hacen querer aprovecharme... princesa -me sonrojé, él ríe-. Te ves tan linda cuando te sonrojas.
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