-¡Mamá, mamá! ¡Quiero esto! -Jena gritaba emocionada y caprichosa mientras señalaba una caja con muchas muñecas y vestuarios dentro.
-Claro, cariño. Lo que quieras -sonríe mamá.
-¡Y esto! ¡Esto también!
En un instante el carrito de súper estaba más que lleno con las cosas que Jena quería, en lugar de lo que necesitábamos y estaba anotado en la lista de compras. Vi todo eso y me atreví a preguntar tímidamente a mi madre.
-Mhm... Mamá... ¿puedo tener esto, por favor?
Sostuve entre mis manos un caballo de peluche que ni siquiera costaba más de diez dólares. Jena deja de gritar y me mira junto a mi madre, pero sus miradas eran las de siempre.
-¿Y tú para qué quieres eso? Si ni lo necesitas. Venga, déjalo donde lo encontraste y vamos.
-Pero mamá, ¡yo lo quiero! -Jena me arrebata el peluche y se lo enseña a mamá sonriendo.
Su rostro cambia de inmediato y se agacha hasta la altura de mi hermana para acariciar su cabeza y agarrar el peluche.
-Por supuesto, es tan lindo.
Jena sonríe y ríe emocionada por todas sus cosas nuevas, mientras que yo agaché la cabeza y apreté mi ropa con ambas manos. Quería llorar por sentirme frustrada, pero no lo hice. Mamá se aleja con Jena a su lado y yo detrás. Fuimos a por el resto de cosas que había que comprar y luego a pagar en la caja. Miré a todos lados pero una bolsita de dulces llama mi atención, se veía tan dulce... y era la última.
-Mamá...
Ella rueda los ojos y me mira cansada, dudé, me sentí mal pero apenada apunté a la bolsita de dulces. Antes de que terminara de apuntar, Jena lo agarra.
-Mami, comprame esto, es muy rico.
-Claro que sí.
-P..Pero yo... yo lo vi primero y...
-Ay, Keira, no seas egoísta niña. Tu hermana ya lo agarró, tuviste que haberlo dicho antes en lugar de solo apuntar.
Cerré la boca de golpe queriendo gritar y patalear como Jena cuando hace sus berrinches, pero eso a mí nunca me funcionó. Quería demostrar mi frustración de alguna forma, y sin darme cuenta empecé a llorar. Primero fueron las lágrimas y luego los sollozos, la gente que pasaba me miraba con lástima y a mi mamá juzgándola.
-Apuesto a que todo eso es para su hermana y nada para ella...
-Una madre con favoritas no es una madre.
-Que sinvergüenza.
Mamá me mira fulminante ante los comentarios de los demás, no era mi intención causarle problemas pero no podía contener mis emociones. Jena también estaba molesta conmigo y rodó lo ojos.
-En la casa hablamos.
Lloré más fuerte pero por miedo, sabía que esa frase nunca traía nada bueno. Ella paga todo rápido y tratando de ocultar la rojez de su rostro por la vergüenza de que todos la juzgaran por mi culpa. Salimos rápidamente, pero mamá me agarraba del brazo con fuerza.
-¡No, mamá! ¡Suéltame, me duele! ¡Mamá!
-Si te portaras tan bien como tu hermana no pasaríamos por esto. ¡Me has hecho pasar vergüenza!
Me lanza contra nuestro auto con furia, yo caí al suelo al tropezar con mis propios pies y lloré aún más.
-¡Deja de llorar! -apreté mis labios con fuerza.
Mamá mete las cosas al auto, casi tirándolas. Jena pasa a mi lado molesta.
-Otra vez hiciste enojar a mamá.
Se sube al auto y yo me levanté del suelo, sacudí mi ropa y mis rodillas raspadas. Dolía, pero ya no quería llorar. Me subí junto a ellas y mamá aceleró. El silencio que se había hecho era realmente incómodo, aún quería llorar pero no me animaba a hacerlo. Jena, en cambio, comía los caramelos que mamá le compró, los que yo quería. La miraba hacerlo pero ni siquiera podía pedirle uno ya que sabía que no me lo iba a dar.
Llegamos a casa, todavía en silencio, salimos del auto y un par de sirvientas salieron a recoger las compras. Entramos en la casa y yo estaba por ir a mi habitación pero mamá me agarra del cabello.
-¿A dónde vas?
-M..Mamá...
Ella me jala hasta su habitación, las empleadas no hacían nada por miedo a mi madre, me miraron con lástima y continuaron con sus labores. Volví a rogarle a mi mamá que me soltara mientras lloraba, pero no lo hizo hasta llegar a la habitación.
-¡Cállate! ¡Por tu culpa he quedado mal frente a muchas personas! ¡¿Tienes idea de la vergüenza por la que pasé allá?!
-¡P..Pero mamá, yo no hice nada...! -lloré en el suelo.
-¡Eres egoísta! ¡Haces esas escenas solo por un maldito dulce! Pero ahora vas a ver...
Ella se acerca al armario y saca uno de los cinturones de cuero. Lloré más fuerte y quise correr, pero ella me agarra el brazo.
-¡Mamá, por favor! ¡No, mamá!
Me empezó a golpear, haciéndome gritar y llorar mas fuerte. El ardor que dejaba el cinturón en mi piel era horrible, pero no se comparaba con el dolor que sentía por dentro... por saber que mi madre me odiaba y no saber la razón. ¿Qué tenía Jena que yo no? ¿Qué hice yo para merecerme tal trato? Nunca he hecho berrinches por algo hasta ahora, jamás he discutido porque mamá consistiera más a mi hermana que a mí.
¿Por qué soy yo a la que mamá no quiere?
Ni en ese momento lo supe, ni tampoco años después. Solo sabía que todo continuaba, que mamá me golpearía y odiaría siempre y cuando papá no estuviera cerca. Que Jena haría hasta lo imposible porque mamá me castigara a mí y no a ella. Si Jena rompía algo, yo era la culpable. Tampoco importaba lo que hiciera para enorgullecer a mamá, mi hermana siempre era su favorita.
-Mamá, he suspendido cuatro materias... -Jena le muestra sus calificaciones mientras hace una expresión de cachorrito.
-Tranquila, mi amor. Las notas no definen quien eres, estoy segura de que la próxima vez te irá mejor.
Ella besa su frente y la abraza con fuerza. Yo me sentí bien, y orgullosa le mostré a mamá las mías.
-Yo no he suspendido nada, mira mamá. Además, soy la mejor de mi clase.
Ella agarra mis calificaciones y las mira sin emoción alguna, luego rueda los ojos.
-¿Y lo dices así? ¿A caso quieres restregarle a tu hermana que eres mejor? ¡No seas una arrogante! Además, es tu responsabilidad sacar buenas notas. No tienes nada de especial.
-Pero...
-Vete a tu habitación, no cenarás por querer hacer sentir mal a Jena con tus comentarios de sabelotodo.
Deja caer el papel a un lado y yo lo fui a recoger con la cabeza agachada para ocultar mis ojos cristalizados. Jena y mamá se abrazan y hacen planes para ir a cenar fuera, yo las miré un segundo pero me fui a mi habitación para encerrarme allí. Esto era solo una de las cosas que pasaban todos los días, y ni siquiera era la peor parte.
-Oh por Dios, sobrina... Te ves tan hermosa... -todas mis tías estaban al rededor de Jena, halagándola.
-Marie, Jena es simplemente perfecta... Te ha salido espectacular.
-Lo sé, estoy tan orgullosa de ella. Es lo mejor que me ha pasado nunca.
Me levanté de la mesa, llamando la atención.
-Disculpen...
Me excuse y me alejé de allí para irme a mi habitación.
-¿Y a Keira qué le pasa?
-Déjenla, está en esos días del mes, seguro.
Ellas se ríen mientras yo me ahogaba en mi propia tristeza. Me quedé sobre la cama, me puse los audífonos y callé las risas de las personas en mi casa con la música. Que era lo único que me ayudaba cuando papá no estaba.
Que tampoco es que pasara seguido, porque siempre tenía trabajos que hacer fuera del país. No lo culpaba de nada, y al contrario de lo que muchos pensarán, yo lo amo muchísimo. Siempre que está me consciente y me trae obsequios de sus viajes, intenta estar al tanto de todo y ser mi mejor compañía.
-¿Quieres este o este? -papá me muestra dos conjuntos de ropa.
-Este.
-Te quedará hermoso.
Me sonríe al igual que yo a él y fui a probármelo. Me quedaba algo suelto pero aún así me miraba y me gustaba lo que veía en el espejo. Salí del probador sonriendo ampliamente pero los rostros de mi madre y hermana me hicieron falsificar mi sonrisa.
-Wau, como lo suponía. Te queda hermoso.
-¿En serio? -cuestioné mirándome.
-Absolutamente. ¿No es cierto, Marie?
Mamá sonríe a papá pero me mira sin estar convencida.
-Sí... está muy bonito, pero... bueno, no sé... Yo la veo algo ajustado para su talla.
-Sí, hermanita... ¿no te es muy justo? -Jena me mira cruzada de brazos.
-Yo...
-Pues si te sientes un poco justo entonces pediremos un talle más, ¿no crees? -papá llama a la chica que atendía aquí y le pregunta por un talle más.
-Lo siento, ese conjunto es muy exigido, ya no nos quedan más talles...
-Es una pena, no podemos comprar algo que lo vaya a dejar en uno o dos días -menciona mamá y Jena salta.
-¡Puedo probármelo! Digo, aunque yo sea la mayor soy talles menos que Keira.
-Es cierto, pero... ¿Keira, qué opinas? -papá me mira.
-Está bien... digo, tienen razón, me siento apretaba en esta talla.
Sonreí poco y forzada y entre al probador, me miré de nuevo al espejo pero ya no me veía bien... me veía mal, apreté mi estómago sintiendo la grasa en este. Me cambié rápido y le di el conjunto a Jena quien salió modelandolo con mamá aplaudiendo.
-¡Tan hermosa, Jena!
-Te ves muy bien -papá sonríe y me mira de reojo.
-Estás muy linda, hermana...
Ella sonríe con arrogancia y sigue posando antes de sacarse fotos y que mamá también se las tomara. Papá intentó mostrarme más ropa pero yo ya no quería nada, sentía que nada me quedaría bien. Y nos fuimos de allí. Paseamos todo el día, aprovechando que papá estaba con nosotras, pero Jena quería tener el momento solo para ella. No dije nada, nunca me he quejado y dejé que lo hiciera.
No sabía porque lo hacía, pero si Jena quería algo, simplemente tenía que dárselo. Sin quejarme, sin hacer muecas, sin reaccionar. Siempre ha sido así, y ni siquiera ahora puedo cambiar eso.
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