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Platicar con la nube.

Me sentía algo cansada, como cuando te avientas una maratón o cuando te corretea un perro y tienes que correr para que no te muerda. Bueno así me sentía.

Me moví hacia un lado ya que sentía que me estaba cansando de estar en una sola posición, algo chocó en mi rostro, más bien era algo haciéndome cosquillas. Abrí los ojos sorprendida.

Frente a mí estaba esa persona que hacía que mi corazón latiera a mil, la cual me quitaba la respiración con solo sonreír, Giotto, quien dormía plácidamente a mi lado, tenía unas ojeras de un color morado suave, parecía que estaba muy cansado.

Con mi mano acaricié un poco su cabello, se sentía muy suave, se removió un poco abriendo los ojos, me miró parpadeando varias veces.

-Despertaste- me sonrió y se incorporó un poco.

-Buenos días, ¿Cuánto tiempo tengo así? -

-Dos días, el doctor dijo que solo era cansancio-

- ¿En serio duré tanto tiempo durmiendo? - no lo podía creer.

-Sí... lo siento, fue mi culpa que pasara todo eso, te prometí que estaría contigo, pero...- lo calle poniendo un dedo en sus labios.

-No es tu culpa, yo no tuve cuidado de los extraños, sabía que no debería de confiar en nadie y platiqué con él pensando que era amable, lo siento- avergonzada baje la mirada.

-Entonces ambos tuvimos la culpa, pero en si, debí ser más precavido en tu protección sabiendo que podían ir por ti en cualquier momento-

Sonreí, sabía que no desistiría sobre la culpa y siempre buscaría alguna excusa para atormentarse, me acerque a él para darle un beso suave en sus labios.

No me separó, al contrario, me acercó un poco más hacia él, había extrañado besarlo, sentía como si tuviera mucho tiempo sin hacerlo, sus labios cálidos y suaves los cuales me hacían olvidar todo y dejaban mi mente en blanco, solo disfrutando del momento.

Sonriendo nos alejamos un poco, acaricie su mejilla.

-Tengo algo para ti- se levantó de la cama para ir hacia un cajón, ahora que lo pienso no estaba en mi cuarto, más bien en el de Giotto.

Se acercó hasta mí, sentándose de nuevo a mi lado, me enseño una cajita de terciopelo negro, se parecía al del collar. Triste toqué mi cuello, no estaba. Lo miré.

-No te preocupes, mira. - abrió la cajita, dejándome ver el collar intacto. - Cuando fui a buscarte lo encontré, pero estaba roto, lo mandé a arreglar en el tiempo que estuviste dormida, quería que lo tuvieras de nuevo contigo- me lo puso teniendo cuidado de que no se atorara con mi cabello.

-Muchas gracias, siento mucho no ser tan cuidadosa, prometo cuidarla siempre-

-No lo hagas si eso te pone en peligro, un collar siempre será remplazado pero tú jamás, piensa en eso, piensa en mí, si tú me faltaras... no sabría cómo seguir-

Sonreí tristemente, si él supiera que un día tendría que formar una familia, tener una esposa, la cual no sería yo, tendría un hijo, nietos, bisnietos, tátara nietos, uno de ellos es Tsunayoshi.

No podía decirle eso, claramente, solo tenía que guardar silencio, y si el poder estar a su lado y sentir algo de su amor me haría sufrir, lo aceptaría, con mucho gusto.

Pasaron los días y el trabajo para Giotto fue aumentando después de lo que sucedió en aquella fiesta, se había ganado enemigos peligrosos, pero también aliados muy valiosos, los cuales le mandaban siempre cartas y algunos regalos en forma de respeto por su alianza.

Como siempre la seguridad era extrema ya que no querían perderme de vista de nuevo, las sirvientas siempre estaban conmigo haciéndome compañía, pero me sentía sola, Giotto casi no estaba conmigo, solo un par de veces lo vi y eso solo porque fui a buscarlo para llevarle el té, los demás guardianes también estaban ocupados, iban y venían de la mansión.

Una vez salió una persona que había visto antes, bueno, en el manga, Cozarto Simon, se veía tan alegre como lo describía, me daba envidia que se pudiera llevar bien con Giotto, sentía esta opresión.

-Señorita, traeremos el té y aperitivos, por favor esperé aquí- me dijeron las sirvientas mientras me sentaban en la silla del jardín, donde tenía una sombra gracias a un árbol, no pude responderles ya que salieron rápidamente.

Les hice caso, me quedé sentada ahí, pensando en todo y en nada a la vez. No sabía cuánto tiempo tenía ya aquí, a veces perdía la noción del tiempo y también a veces no recordaba a mi propia madre, eso me asustaba. No sabía que pasaría si permanecía más tiempo en este lugar, tal vez perdería todos mis recuerdos, en ningún momento me puse a buscar una manera de poder encontrar una forma de regresar.

Más delante de donde estaba iba caminando Alaude, con su mirada seria como siempre, me levanté y fui hasta él corriendo, quería hablar con él, tal vez podría ayudarme, él era una persona respetable además de reservada, sé que Giotto no sospecharía de él.

-Alaude- saludé respirando algo agitada.

Me miró, solo un par de veces habíamos cruzado miradas y aun recordaba esa vez que me había salvado.

- ¿Qué pasa? - miró hacia atrás de mí, buscando a las sirvientas.

-Solo quería hablar contigo, no me escape ni nada, lo juro- alce las manos.

- ¿De qué? - frunció el entre cejo, sabía que no le gustaba hablar mucho de que digamos.

-Es un tema algo serio, es sobre mí -

Guardó silencio por unos segundos, mirándome directamente a los ojos, debatiéndose si quedarse a hablar conmigo o solo irse de ahí.

-Está bien, vamos a otro lugar- asentí.

Caminé junto a él, lo seguía por detrás, a veces tenía que correr para seguirle el paso. Llegamos a un lugar algo apartado de la mansión, la cual parecía ser el lugar de trabajo de Alaude, mire todo a mi alrededor.

-Nadie nos molestara aquí, habla, tengo trabajo por hacer-

Asentí y tomé asiento en la silla que estaba frente al escritorio de él, donde se había sentado.

-Es sobre como llegue aquí-

-Pensé que no tenías memoria- me miró con recelo.

-Y en verdad no la tengo, al menos una parte, pero se cómo llegué, se dé dónde vengo, y como los conozco, solo qué, si te lo cuento, no podrías decirlo a nadie más, podría ser peligroso-

- ¿Qué tanto? -

-Mucho, tanto que podría cambiar las cosas, te contaré todo, lo juro-

-Empieza- asentí y tomé aire.

Le platiqué todo, de donde venia, como había llegado y el hecho de que no sabía a ciencia cierta muy bien como lo había hecho, también le expliqué algunas cosas de como los conocía, al principio pensó que estaba loca, que estaba mal aun por lo que me había pasado días atrás del secuestro, alterada le explique más de diez veces que era la pura verdad, le expliqué algunas cosas que solo ellos podrían saber, quedó convencido pero aún tenía esa duda en su rostro de si creerme de verdad. Era por eso por lo que sabía muchas cosas y que podría ser peligroso estar en el bando equivocado.

Al terminar de explicarle guardó silencio, se giró para mirar la pared la cual tenía muchos papeles en ella, muchas con marcas rojas de diferentes países. Típico del líder de CEDEF.

-Bien, supongamos que te creo, ¿Qué es lo que quieres? -

-Quiero que me ayudes a encontrar una forma de volver a donde pertenezco, si me quedo lo que yo conozco no existirá, Giotto tiene un destino y no es conmigo, gracias a eso podrán pasar cosas y encontrar a un sucesor de Vongola digno, por favor-

-Es difícil encontrar una forma si lo que me cuentas parece absurdo-

-Lo sé, pero tengo que encontrarla a toda costa-

- ¿Aun si eso significa sacrificarte? -

-Si es por el bien de Giotto y de Vongola, sí, estoy dispuesta- contesté firme y segura de mí.

-Bien, veré que puedo hacer, por ahora trata de no meterte en problemas, sería un gran peligro que estés en manos equivocadas, sabiendo lo que sabes, sería la destrucción completa de Vongola- asentí en forma afirmativa.

Se puso a ojear unas cosas que tenía ahí, esa fue mi señal de irme, sonriendo me levanté y me dirigí hacia la salida.

-Gracias- musite antes de salir.

Ahora que le había contado a alguien más lo que me pasaba me sentía algo más ligera, sin tanto peso para mi sola, pero aún tenía que mantener el secreto de la persona que amo, aun sabiendo que un día en cualquier momento podría desaparecer de su vida.

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