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Parte 15

Al día siguiente, Claire cumplió más el voto de silencio conmigo que con los chicos. No sé por qué. Cuando estábamos todas en las taquillas antes de ir a comer, incluso le dio la nueva combinación a Janet en vez de dármela a mí.

En el caso de que Claire se pusiera enferma, por ejemplo, Janet podría abrir su taquilla, recoger todas sus cosas y llevárselas a su casa. En realidad, yo vivo más cerca de Claire que Janet.

El año pasado, cuando Claire estuvo enferma, no sólo le llevé todos los días los deberes, sino que cada día tenía algo para ella: una vez una pulsera hecha con clips, otra, un adivinador de la fortuna de origami que pasé todo el día haciéndolo para ella. Nada de valor. Nada importante. Entonces yo era la única que sabía su combinación secreta.

Janet abrió sus ojos brillantes mientras miraba la nueva combinación de Claire antes de doblar el papel y guardarlo en el bolsillo. Me dedicó una amplia sonrisa, como si me pidiera perdón. Como si a mí me importara que Claire le hubiera dado a ella la combinación. Yo estaría encantada de ahorrarme todo el trabajo de hacerle regalos y llevarle los deberes si se pone enferma este año.

Lo único que podía pasar era que Janet se la dijera a los chicos. No estaba demasiado segura de que Janet hubiera cumplido al cien por cien el voto de silencio que habíamos acordado. Al confiar en la bocaza de Janet, tal vez Claire acabaría con todos los chicos de la escuela hurgando en su taquilla. De echo, Janet había anunciado su propia combinación en voz alta: 1-10-0. Cualquiera que tuviera una taquilla cerca de la nuestra podía robarle todo cuando quisiera. Janet no tiene sentido de la privacidad ni de la intimidad.

Recuerdo que pensé: «Si Claire me odia, ¿qué voy hacer?» Luego pensé en maneras de recuperarla.

-Bueno, mi padre ha vuelto a hacer una de las suyas -dije.

-¡Oh, no! -susurró Claire, y me dedicó aquella postura tan típica de su madre para mostrar compasión que consiste en mover la cabeza y torcer la boca a un lado. Al menos todavía se preocupa por mí. En aquella ocasión no desvíe la mirada como suelo hacer siempre que Claire actúa así.

-¿Qué ha pasado? -preguntó Janet.

-No lo entenderías-le contesté. -Tu familia es perfecta. -

Anoté mi nueva combinación en un pedazo de papel y se lo di a Olivia. «Puedo dar mi combinación a quienquiera, igual que Claire, y Olivia es más honesta que nadie. « Es el tipo de persona a quien cualquiera le daría su número de combinación secreta.

-Esta es mi combinación -le dije a Olivia.

-Gracias -me contestó Olivia.

Ella no pudo darme la suya porque Olivia tiene una taquilla que se cierra con llave. Los demás todos tenemos candados con combinación. El año pasado quizá pensaba que era tonta por hacer algo diferente, pero ahora me da igual. Si prefiere tener una llave, que la tenga. Qué generosa soy... Observé cómo giraba la llave con suavidad, con sus largos dedos delgados. Es la persona más delicada que conozco. En definitiva, es una buena persona a quien puedo confiarle mi combinación.

Claire cerró su taquilla.

-Mi familia no tiene nada de perfecta -se lamento Janet.

Me apoye en la taquilla de Olivia.

-¿Los Henry?. Son todos tan felices, simpáticos y monos que dan asco -dije

-Aja. Todo el mundo lo cree -coincidió Claire. Y me sonrió.

«Gracias a Dios»,pensé.
Janet se estiró la camiseta y se movió inquieta.

-¿Mi familia? Por favor... -le dedico una amplia sonrisa a Claire.

-Admítelo, Janet -le dije -No tenéis problemas. Janet no supo qué responder, de modo que me preguntó qué había hecho mi padre.

-Anoche llamó para decir que este mes tampoco podrá mandarnos el cheque, y bla, bla, bla... -

Nadie dijo nada. Empezamos a caminar hacia la cafetería. Todavía podía oír a mi madre diciéndome: «Tienes el don de arruinar cualquier conversación, Génesis. »

-Tendríais que haber oído a mi madre. Se pudo histérica. Y luego dice que yo soy una mal hablada -añadí, para animar un poco el ambiente.

Claire me rodeó con un brazo. Yo no la aparté. Me gusto que lo hiciera, aunque tuve que agacharme un poco, porque en el verano había crecido varios centímetros.

Nos sentamos a nuestra mesa para comer. Mientras abríamos las bolsas de la comida, Claire y Olivia me miraron compasivas, así que Janet tuvo que meterse para llamar la atención.

-Mi familia no es tan perfecta como creen ustedes -murmuró.

-Ya,bueno... -dije.

Estaba sonriendo, como hace siempre, pero por primera vez noté tensión en su cara y no dejaba quieta sus manos, como si estuviera muy nerviosa

-Mi hermana Carla se ha perforado el ombligo. Y mi padre lo ha visto. -dijo Janet con voz temblorosa.

Claire dejó de mirarme y miró boquiabierta a Janet.

-¿Le ha dado un ataque? -pregunte.

-Por supuesto -contestó Janet con la boca llena -. ¿Recuerdas cuando estábamos hablando por teléfono? -le dijo a Claire.

Claire asintió con un movimiento de cabeza. De modo que deduje que la noche anterior habían hablado por teléfono. Volví a dejar mi bocadillo en la bolsa.

Janet también asintió con un movimiento de cabeza mientras tragaba.

-Era mi padre. Le estaba gritando a Carla. Le dijo que le daba de plazo hasta hoy para quitárselo. Y ella le contestó que se trata de su cuerpo y que no pensaba quitárselo, que él no puede obligarla. Mi padre le dijo que por supuesto que puede obligarla. Mientras se discutían, Claire y yo estábamos hablando por teléfono -dijo.

«Hurra por ti», pensé.

-Es cierto. Lo oí todo -nos susurró Claire a Olivia y a mí.
Olivia abrió una bolsa de galletitas saladas.

-Estoy de acuerdo con tu hermana. Aunque sea desagradable, se trata de su cuerpo -dijo a Janet, y me ofreció galletitas.

Acepté una.

-Tal vez... -añadí mientras la mordisqueaba. Esperaron a que terminara de masticar. No suelo hablar con la boca llena -. Pero tu hermana no debería dramatizar tanto -

Janet se encogió de hombros.

-Bueno, de todas formas, ya veis que mi familia no tiene nada de perfecta -dijo.

De repente, Tomy y Jona se sentaron a nuestra mesa.

Yo ni siquiera les había visto acercarse. Cuando se sentaron en el banco, Claire le estaba diciendo a Janet: «Debes de estar preocupada.»

-¿Por qué?. ¿Que ha pasado?-preguntó Tomy.

Me miró con la barbilla alzada, como si yo fuera a romper voto de silencio para explicárselo.

-Nada -dije.

Claire rodeó a Janet con un brazo. Jona pasó la mano por delante de mí y agarró un par de galletitas saladas de Olivia. «Perdón, ¿acaso soy invisible?»

-Podrías pedirles -le dije.

Jona dejó de masticar y depósito de nuevo las galletitas mordisqueadas en la caja de Olivia.

-Lo siento -dijo, y se levantó.

-Hasta luego -dijo Tomy y se marcharon.

-Muy luego -dijo Janet.

Aquello me hizo gracia. «Es realmente divertida», pensé. Así que le pregunte si su padre va realmente a comprobar que su hermana se haya quitado el aro del ombligo. Janet asintió con cara de asco.

-Esta noche. Seguro que montarán un numerito -dijo e intentó sonreír

Claire, que no sabe nada sobre familias destrozadas, le dijo a Janet:

-Si necesitas salir de casa, puedes llamarme y venir a la mía. -

-O a la mía. A cualquier hora-me ofrecí.

Claire me sonrió.

-Mi casa esta más cerca. Puedes venir en bici, si quieres -dijo Olivia.

Janet nos dijo a las tres que somos las mejores. Entonces, los Levit nos lanzaron un puñado de papeles. Nos reímos y se los de volvimos.

Después de clase, en vez de irme directamente a casa, me fui al shoping. Llevaba el dinero en el bolsillo y, en cuanto entre y comprobé que no había nadie conocido, lo puse sobre el mostrador.

-Espera un momento aquí quieta -dijo la señora Nesli, la propietaria de la tienda -

Odio que las personas mayores se crean que siempre pueden decirles a los chicos lo que deben hacer. Mire hacia el techo y esperé mientras contaba en silencio hasta diez.

-¿Podría dármelo, por favor?-

-¿El qué? -

-Lo que tenia reservado. La Barbie -susurré.

-¡Ah! -dijo en un tono de voz tan alto que resonó en toda la tienda. -La muñeca. Si -se agacho para sacarla de debajo del mostrador. Recé para que se diera prisa porque tenia miedo de que entraran todas las personas a quien conozco: Janet, Tomy, mi hermano...

La señora Nesli daba vueltas una y otra vez a la caja de la muñeca.

-veinte dolares -dije finalmente, aunque sabía perfectamente que darle prisas todavía era peor.

-¿Estás segura?-inspeccionó la caja.
-¡Ah! Aquí esta tienes razón-

Le di el montón de dolares que había ahorrado y que había puesto encima del mostrador. Registro la venta en la máquina registradora y metió la caja en una bolsa de papel roja.

Le arrebate la bolsa de la manos y casi salí sin el cambio.

En vez de colocar la caja en la rejilla de la bicicleta, condujeron hasta casa con una sola mano, mirando la caja de vez en cuando.

«Es mía -pensé-. Al fin.»

Mi muñeca no llevaba un vestido a la moda ni un par de zapatos decentes; le habían puesto un vestido corto rosa de mala calidad y unas zapatillas de deporte a juego. Las otras muñecas, las que iban mejor vestidas, valían el doble y me había costado tanto ahorrar para poder comprarme aquella muñeca que ya no podía esperar más. Estaba tan contenta que casi no pude esperar a llegar a casa. La muñeca iba atada a la caja con un montón de cuerdas de plástico y con una lengüeta en la cabeza. Tuve que utilizar unas tijeras. Liberarla llevaba su tiempo. La cabellera estaba cocida a la caja con una pieza de plástico. Tuve miedo de estropearla. Busque las instrucciones. Sólo había una frase en la parte de abajo: las muñecas no se tienen solas.

«Bueno -pensé -. Me da igual si se tiene en pie o no. De todas formas, la voy a tener escondida debajo de la cama durante toda su vida.»

Pero primero tenia que saber como sacar la cabellera de la caja. «¿Como lo hace la gente? ¿Por qué tenían que coserle el pelo a la caja? Menuda tontería.»

Supongo que cualquier madre sabía cómo hacerlo. Una madre sabría sacarla de allí, pero la mía tardaría algunas horas en llegar y, además me había prohibido las barbies hacia muchos años. Tenía que arreglármelas sola.

Cerré los ojos y tire de la muñeca. Apreté los dientes, haciendo fuerza para sacar la lengüeta de plástico del cartón al que estaba cocida. Cuando abrí los ojos ya la había liberado. Y solo se había despeinado un poco.

No me importaba que fuera Barbie de segunda categoría. Era mi primera Barbie, mi única Barbie. De todas formas, ya soy demasiado mayor para jugar con muñecas. Le acomode el pelo con suavidad.

-Hola. Soy Génesis -susurré
Me sentí comí una idiota. La levante y la admire.
-Tienes un aspecto algo hortera, pero me encantas y cuidare de ti -susurré. Me entraron ganas de llorar. Que tonta...

Me senté en mi habitación y trate de imaginar como podía jugar con mi Barbie. Moví todas sus articulaciones, pero no tenía más ropa ni ningún accesorio. No podía hacer demasiadas cosas con ella...






alwaysar _TheMask








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