Capítulo único
Lamento mucho la tardanza, me emocioné un poco (mucho) y se me fue de las manos (además de que recordé porque me juré no haría de nuevo un 5+1), pero mejor tarde que nunca ¿no?.
La Kyman Valentine Week fue bastante divertida, y yo aprovecho cualquier excusa para escribir sobre una OTP ;)
El título alternativo era algo tipo '5 momentos en que sus acciones hablan más que sus palabras + 1 dónde sus palabras lo dicen todo' pero esto terminó siendo más al estilo '5 momentos en que fueron asquerosamente dulces el uno con el otro + 1 en que fueron aún más asquerosamente dulces el uno con el otro'. Me dio caries, de buena forma, pero tal vez se me pasó un poco la mano con lo fluff... en mi defensa a veces me gusta cuando son un desastre enamorado, ¿qué se le va a hacer?
También, entre una situación y otra hay un lapso de más o menos 5 años (el 2 es más o menos 5 años después del 1, el 3 del 2 y así) exceptuando el 5 del +1, entre esos dos hay un lapso de un año, aprox.
También, también, si notan un cambio del ritmo entre todo y el +1, es porque escribí el final primero :P
Día 7 - Te amo
Advertencias: No beteado (todavía), OoC (no voy a poner probable porque con tanta azúcar estoy segura de que me desvíe mucho de sus personalidades), fluff que da caries
-------------------
Ser amado
1.
Ir a casa de Cartman para jugar unas cuantas rondas de videojuegos se ha vuelto tan cotidiano para el grupo que, cuando los invita el viernes asegurando que tendrían la casa para ellos solos, ninguno se lo pensó dos veces.
Dado que la casa de Stan está demasiado lejos para ellos, la de Kenny nunca ha sido una verdadera opción, y la de Kyle ha empezado a ser demasiado 'pequeña' para albergar a cuatro preadolescentes en crecimiento, la de Cartman se convirtió en el lugar de reunión por defecto. Ayuda también que la señora Cartman nunca monitorea los juegos que eligen y que mantiene la despensa siempre llena con cualquier chuchería que pudieran desear a causa del creciente apetito de Cartman.
Sin embargo, este viernes, Kyle siente que hay algo diferente, aunque al principio le cuesta identificar por qué. No es sino hasta que está apunto de irse, su madre habiéndolo llamado insistentemente para que fuera a cenar, es que cae en cuenta de que es lo que está fuera de lugar.
Normalmente, entre una ronda y otra, la señora Cartman les pregunta si necesitan más botanas o las reemplaza sin hacer ningún comentario. Esta vez, el mismo Cartman había hecho múltiples pausas para mantener el cuenco de palomitas lleno y las latas de refresco circulando entre el grupo. Pensándolo bien, ni siquiera recuerda haber visto a la mujer cuando llegaron, pues habían estado demasiado entretenidos con ir directo al sótano, pero ahora cae en cuenta de ello.
—¿Ky? ¿Vienes? —Stan se detiene en la puerta, acomodando su abrigo—. Mamá dijo que te puede dejar en tu casa antes de dejar a Kenny.
—Se me quedó algo abajo, pero pueden irse sin mí, caminaré a casa —asegura, con un tono que espera sea lo suficientemente convincente. No sabe muy bien porque, pero algo le dice que no le haga saber que sospecha algo no está bien.
—Bueno, si estás seguro. Nos vemos mañana —agita su mano saliendo por la puerta. —¡Adiós culón! —grita a modo de despedida antes de cerrar tras él.
—¡No me llames culón, hippie! —protesta Cartman sobresaltando a Kyle, que no lo había escuchado subir del sótano, caminando a la cocina cargando los cuencos de las botanas.
Tal parece que el castaño no lo ve al pasar, por lo que Kyle se queda muy quieto en la sala, curiosidad carcomiendo su interés. La curiosidad se transforma en sorpresa al escuchar el distintivo sonido del lavavajillas al ser activado. ¿Qué diablos? Con cautela, se acerca a la cocina para echar un vistazo de que carajos está pasando, pero al llegar a la entrada de esta se topa con Cartman que estaba por salir. Ambos retroceden un paso, asustados por el repentino encuentro.
—Judío, ¿qué carajos haces aquí todavía? —por supuesto, Cartman es el primero en recuperarse de la impresión.
—Deje algo abajo —dice removiéndose sobre sus pies.
El castaño frunce el ceño, confundido por un segundo, antes de gruñir con hastío, caminando hacia el sótano arrastrando los pies. Kyle lo sigue de inmediato, valorando mentalmente como hacer la pregunta.
—¿Dónde está tu mamá? —cuestiona a mitad de las escaleras, decidiendo que no hay forma sutil de abordarlo.
Cartman se detiene, sin responder, apretando con fuerza el pasamanos. La falta de insultos o una respuesta sarcástica hace que una chispa de preocupación se encienda dentro de Kyle. Preocupación por el bienestar de la señora Cartman, por supuesto. No por su amigo-enemigo, claro está.
—Se los dije, no está en casa —finalmente responde, retomando el descenso por las escaleras.
—¿A qué hora regresa? —Kyle baja también, entrecerrando los ojos cuando Cartman se encoje de hombros. —¿No sabes? ¿cómo que no sabes?
—Exactamente eso Khal, no sé —dice, encogiéndose de hombros de nuevo.
—No puedes 'no saber', Cartman —rueda los ojos, siguiéndolo alrededor del sótano olvidando por completo que se supone debía buscar lo que 'dejó'—. Debe haberte dicho a qué hora iba a volver, ¿no?
No debería sorprenderle tanto que la mujer no estuviera en casa. Sin embargo, en circunstancias normales, Cartman se quejaría sin parar de la ausencia de su madre por verse obligado a cuidar él mismo de sus invitados, así fuera por unas horas. Que no haya dicho ni pío y su actitud defensiva le dejan en claro que las circunstancias parecen no ser normales, y Kyle no tiene ni la más mínima idea de como debería actuar al respecto.
Por un lado, no es su problema; puede sólo irse y volver a ver a Cartman el fin de semana o, incluso, el lunes y fingir que la preocupación no lo está carcomiendo. Por el otro...
—Si quieres puedo quedarme —dice deteniéndose junto al sofá, dónde pasaron las últimas horas jugando, cuando Cartman se deja caer en este con pesadez—. Puedo explicarle a mi mamá que me retrasaré un poco y...
—Vete al carajo, Kyle —el exabrupto del castaño lo hace callar de golpe, y por la expresión sorprendida en su rostro es probable que la intención de Cartman no haya sido responder de forma tan agresiva.
—¿A ti qué carajos te importa? No eres mi puta niñera, puedo cuidarme solo.
Cartman parece haber decidido que la mejor ruta es antagonizarlo, por lo que su rostro se contorsiona en un gesto hostil. Se pone en pie, rodeando el sofá, acercándose con un aire amenazante. Kyle retrocede instintivamente hasta que sus pies chocan con las escaleras.
—Tu mamita te está esperando, ¿no? así que lárgate y déjame en paz —gruñe bajo, empujándolo.
Kyle tropieza con el escalón a su espalda, pero logra sostenerse del pasamanos justo a tiempo. Se endereza, dispuesto a gritarle y mandarlo bien al carajo antes de irse. Al diablo con ser amable con el maldito malagradecido. Sin embargo, algo en la expresión del castaño lo hace pausar. La tensión en su cuerpo sugiere agresividad, si le diera la oportunidad sabe que van a terminar rodando por el suelo en una lluvia de puñetazos; a pesar de ello se niega a mirarlo a la cara, encontrando los escalones a su espalda más interesantes.
Si mira más de cerca, puede jurar que ve lágrimas formarse en sus ojos.
—No sabes dónde está o cuándo volverá —declara en voz baja, una oleada de ira recorriéndolo de arriba abajo por una razón completamente diferente.
No es una pregunta, pero Cartman no lo niega, su mirada desviándose hacia una de las esquinas del sótano. La falta de respuesta es respuesta más que suficiente para Kyle.
—Vamos a mi casa —su boca se mueve antes de que su cerebro termine de procesar lo que quiere hacer con la información que acaba de recibir.
Sin darse tiempo a que la sorpresa de sus palabras lo paralicen, toma la muñeca de Cartman con firmeza, se gira sobre sus talones y tira de él para arrastrarlo con él escaleras arriba. Cartman, aún aturdido, lo sigue sin protestar. No es hasta que llegan a la sala que parece recuperar el control de su cuerpo y se suelta bruscamente.
—Woah, woah, ¿qué carajos, judío? —Cartman se aparta, entrecerrando los ojos con desconfianza.
—No vas a quedarte aquí tu sólo. Vamos a mi casa —repite con más firmeza, tratando de ignorar como su corazón palpita con fuerza, haciéndole sentir un poco mareado.
—No puedes sólo... no voy a... —balbucea, buscando una respuesta ingeniosa con la que rebatirlo, pero no logra formular nada.
—Si puedo, y ya lo hice —Kyle se cruza de brazos, aplicando a sus palabras una confianza que no siente, seguro de que su madre va a matarlo por llevar un invitado no anunciado.
Quizá si le explica su razonamiento, su muerte sea postergada.
—¿Por qué diablos querría ir a tu casa judío de mierda? —Cartman vuelve a ponerse a la defensiva, no habiendo encontrado algo conque obligarlo a rescindir la invitación.
—Podemos jugar en mi consola luego de cenar —propone el pelirrojo con calma—. Podemos hacer una pijamada si quieres, incluso te dejaré leer mis comics nuevos si prometes no mancharlos con tus manos sudadas.
—¡No tengo manos sudadas! —protesta, indignado.
—Los dos sabemos que te sudan las manos, Cartman —Kyle rueda los ojos, tratando de no reír.
—Y no soy un maldito acto de caridad —continúa apretando los puños—. Si tanto quieres andar de filántropo, Kenny es tu hombre, no yo. No necesito tu lástima —escupe con rabia.
La habitación se queda en silencio por un momento, ambos jovenes mirándose con intensidad. Kyle no puede negar que las palabras le ofenden enormemente, y de nuevo se ve tentado a sólo irse y dejarlo a su suerte, pero la culpa no lo dejará dormir sabiendo que lo ha abandonado. Admitirse a sí mismo que su preocupación es genuina, sin embargo, no quiere decir que le va a dar esa ventaja a Cartman sobre su persona. Primero muerto.
—No es lástima, gordo de mierda —dice rechinando los dientes, acercándose a él para tomar su mano de nuevo—, pero no te voy a dejar aquí sólo. No te quiero escuchar mañana quejándote como un bebé que te estás muriendo de hambre. Los dos sabemos que no sabes ni freír un huevo.
Cartman protesta un poco más, maldiciéndolo con los insultos más coloridos que se le pueden ocurrir; a pesar de ello, el forcejeo que intenta aplicar no tiene la fuerza necesaria para aflojar el agarre del pelirrojo, y más que arrastrarlo Kyle sólo lo guía con algo de brusquedad a la puerta. Se detiene el tiempo suficiente para obligarlo a ponerse su abrigo y su bufanda, y abandona la casa para ir hacia la suya.
—Dios, eres un fastidio Khal, espero que lo sepas —masculla cuando van a medio camino, caminando a su lado habiendo aceptado su destino.
—Dime algo... —las palabras le fallan cuando, al girarse un poco para verlo, nota que sus manos siguen entrelazadas, lo que le hace sonrojarse ligeramente. Rápidamente mira al frente, obligándose a centrarse en el camino—. Dime algo que no hayas dicho antes —termina, carraspeando suavemente.
Si Cartman nota algo raro en su respuesta, no hace comentario al respecto.
2.
Sorprendentemente, y de alguna forma, la fiesta de graduación se ha mantenido relativamente tranquila. Sí, la música está lo suficientemente alta como para ensordecerlo, y la cantidad de adolescentes borrachos hace que moverse por la casa sea difícil, pero hasta ahora nadie ha iniciado una pelea, nadie ha tenido que ser sacado de emergencia al borde de un coma etílico, considerando que muchos empezaron el juego previo durante la graduación y no han llamado a la policía para quejarse por el ruido. A grandes rasgos, la fiesta va viento en popa.
Lo único malo, en opinión de Cartman, es que ya se a topado con unos cuantos grupos rememorando sus años escolares, llorando a moco tendido como si se fueran a morir al día siguiente en lugar de irse a la universidad. Rueda los ojos, evadiendo tanto como puede los cuerpos de sus compañeros de clase, yendo a buscar otra bebida con la esperanza de poder pasar el resto de la noche sin vomitar por tanta cursilería, o en su defecto algo entretenido que hacer. No ha dado ni dos pasos en dirección a la cocina y su atención es atraída a algo que tiene alto potencial de entretenimiento.
En una esquina, algo apartada de la masa de adolescentes entretenidos en su más honesto intento de 'bailar', ve a Kyle rodeado por Bebe y su grupo. Lo curioso no es eso, porque ya está acostumbrado a que, de alguna forma, las chicas encuentren a la zanahoria andante atractivo; no, lo que llama su atención es la forma en que las chicas ríen como idiotas, animando a otra que nunca ha visto en su vida a entablar una conversación con Kyle. Lo que realmente llama su atención es el lenguaje corporal del pelirrojo.
Siempre se lo ha dicho, se lo repetirá y, cuando estén en la universidad, se encargará de que no sea un obstáculo para él, pero Kyle es demasiado amable para su propio bien. O, bueno, amable no es el término con el que uno debería describir a una persona con el fusible más corto del mundo; la palabra adecuada es algo entre las líneas de 'correcto'. Demasiado moralista como para detener sus discursos cuando su compás moral lo empuja a corregir lo que cree que está mal, pero también demasiado educado como para salir por sí mismo de una situación que obviamente le incómoda.
Y Kyle está visiblemente incómodo.
A pesar de la distancia, Cartman puede ver como la sonrisa en el rostro del pelirrojo se vuelve más y más tensa con cada segundo que pasa, la forma en que aprieta su mandíbula, probablemente conteniéndose de decir algo grosero, Dios no quiera ofenda a una mujer, y como sus ojos se desvían de vez en cuando a su alrededor, buscando una excusa para escapar o alguien que lo saque de esa situación. Cartman, por supuesto, no va a perder la oportunidad de oro que se le ha puesto en bandeja de plata de jugar a caballero en blanca armadura.
¿Qué haría Kyle sin él? Probablemente arrancarle la cabeza a la pobre chica que trata de coquetear torpemente con el tipo más inepto románticamente en toda la escuela. No entendería una indirecta ni aunque lo golpee en la cara; créanle, lo ha intentado.
—¡Khal! —llama dramáticamente cuando está lo suficientemente cerca como para ser escuchado sin necesitar desgastar su garganta. Su corazón da un salto cuando, nada más verlo, el cuerpo de Kyle pierde parte de la tensión que estaba radiando segundos antes—. Tienes que venir a ver esto, alguien convenció a Butters de ver cuantos malvaviscos puede meter en su boca.
Pasa su brazo por el de Kyle, con toda la intención de arrastrarlo fuera de ahí sin brindar mayor explicación, lanzándole una mirada de disculpa a las chicas que parecen decepcionadas de que se esté llevando a su presa. Excepto por Bebe, que le lanza la mirada más desagradable que jamás le ha regalado, confirmando que todo ha sido idea de ella. En respuesta, le saca el dedo, riendo cuando rueda los ojos irritada, volviendo su atención a su grupo.
Una vez lo suficientemente lejos para que la manada de leonas no vaya a por ellos, Cartman deja escapar una carcajada. Por unos segundos Kyle lo mira como si hubiera perdido la cabeza, o tal vez está tratando de discernir si su excusa era real o no, pero pronto se une a sus risas, apoyándose contra él.
—Es la excusa más absurda que te has inventado en la vida —dice, chocando sus hombros. El movimiento hace que Cartman sea consciente de que sus brazos aún están unidos, cosa que le vuelca el corazón una vez más.
—La gente normal dice gracias, Khal —dice dramáticamente, guiándolo hacia la cocina para buscar su bien merecido trago.
—Gracias —el pelirrojo asiente, solemne por aproximadamente diez segundos—. Es la excusa más absurda que te has inventado en la vida. ¿De verdad alguien retó a Butters a ver cuantos malvaviscos podía meter en su boca?
—¿Quién sabe? No me sorprendería en lo absoluto si estuviera ahogándose en alguna esquina por aceptar un reto tan estúpido —comenta a la ligera, dejando ir el brazo del pelirrojo a regañadientes para poder servirles un trago.
—Lo dice el que se ha metido al menos quince malvaviscos al mismo tiempo en la boca —Kyle ríe, aceptando el vaso que le entrega.
—Récord invencible, no olvides eso —dice orgulloso, más por la carcajada que le arranca al otro que por el récord en sí. Ese fue un momento muy, muy estúpido, la última vez que fueron a acampar, casi muere ahogado. Ninguno de sus ingratos amigos hizo algo para ayudarlo, excepto Kyle obvio.
Pero siendo honestos, el pelirrojo no cuenta. Estos días, difícilmente puede considerar que son amigos. A veces se siente que están en un extraño entremedio y tiene demasiado miedo a arruinar las cosas como para dar el salto al otro lado.
—¿Quieres salir un rato al patio? —Kyle se inclina contra él para preguntar eso, dado que alguien ha puesto sus manos en el sistema de música y ha aumentado el volumen a un nivel insospechado. Está seguro de que dentro de poco les caerá la policía para acabar con la fiesta—, la música me va a reventar los tímpanos.
—Bieeen, pero sólo porque alguien tiene que salvarte de una nueva emboscada de las chicas —responde, fingiendo que es un gran problema acompañarlo.
Kyle golpea su hombro como represalia, para luego tomar su brazo y guiarlo nuevamente entre el mar de cuerpos hasta alcanzar la puerta que da hacia el patio. Fuera, el ruido es mucho más manejable y la brisa nocturna refresca sus rostros haciéndoles suspirar a la vez, a lo que comparten una sonrisa cómplice, caminando hacia las sillas de piscina, afortunadamente vacías, reclamando un par que están tan juntas que, al sentarse, sus brazos se rozan. A ninguno parece molestarle ese detalle.
—¿Estás listo para ir a la universidad la próxima semana? —Kyle es el primero en romper el silencio entre ambos, dando un pequeño trago a su vaso.
—Listísimo para pasarme los siguientes cuatro años siendo esclavo de nuestro sistema educativo y las deudas estudiantiles —responde con ligereza y algo de sarcasmo, dando dos largos tragos a su vaso. —¿Tú?
—Un poco nervioso —admite mirando el cielo, recostándose en la silla y estirando sus piernas, movimiento que distrae un poco a Cartman—, pero al menos estarás ahí conmigo, ¿verdad?
El pequeño deje de esperanza en su voz obliga a Cartman a tragarse la respuesta sarcástica que tiene en la punta de la lengua.
Kyle se pasó los últimos tres años calentándole la oreja con que debía pensar en su futuro, mejorar sus calificaciones y aplicar a una buena universidad, que quedarse atrapado en South Park claramente no era para él. Tal vez esas no fueron sus palabras exactas, el castaño sólo puede recordar la mitad de esas conversaciones porque estaba demasiado distraído haciéndose un mundo con esa hipotética vida universitaria a un lado de Kyle, pero habían sido efectivas. En contra de su mejor juicio había dado todo de sí para mejorar sus posibilidades de entrar en una buena universidad, aplicando secretamente a las mismas que aplicó el pelirrojo, y al final había conseguido entrar a la misma que Kyle eligió ir.
En una semana, ambos se irán a iniciar una vida universitaria con la esperanza de nunca volver a South Park para nada más que visitar a su familia. Y la única razón por la que realmente va a intentarlo está sentada a su lado, mirándolo expectante.
—Judío, no podrás deshacerte de mi ni aunque lo quieras —responde casi sin aliento, apartando la vista para ocultar el sonrojo que se apodera de sus mejillas, rogando porque la iluminación de la piscina no sea suficiente como para delatarlo. Y si lo hace puede culpar al alcohol.
—Es bueno saber que habrá un rostro conocido alrededor, aunque no compartamos cursos —Kyle choca sus manos con suavidad, sosteniendo su meñique con el suyo.
Si Cartman hubiera alzado la vista en lugar de concentrarse en el calor de la mano de Kyle contra la suya, habría visto que el pelirrojo comparte el mismo sonrojo que él.
Se pasan el resto de la noche sentados frente a la piscina, conversando de sus expectativas de la vida que les espera y haciendo apuestas amistosas sobre el destino del resto de sus compañeros. Cuando sus bebidas se acaban, ninguno se molesta en pararse para rellenarlas, prefiriendo acompañarse mutuamente. En algún punto, la música empieza a perder potencia, no sólo en volumen sino también en el tipo de música, cambiando a canciones más clásicas y luego, más lentas y románticas.
—Dios, ¿Clyde estará tratando de serenar a Bebe de nuevo? —pregunta Cartman enderezándose un poco para mirar hacia la casa, frunciendo el ceño.
—No me sorprendería —Kyle se gira también, alzando las cejas divertido.
—Que forma de terminar una fiesta. Alguien debería quitarle privilegios de estéreo. Mejor aún, alguien debería quitarle privilegios respiratorios...
—Cartman —Kyle lo interrumpe, y de inmediato Cartman se gira hacia él, cerrando la boca para escuchar lo que tiene que decir. Sus mejillas vuelven a enrojecer cuando un brillo pícaro se asoma en los ojos de Kyle por su reacción. Estúpido judío y su estúpida magia pelirroja.
—¿Bailamos? —la pregunta lo toma por sorpresa, y de haber estado a dentro probablemente pensaría que escuchó mal. Pero fuera la noche es relativamente silenciosa, el cantar de algunos grillos a la distancia y la música ahogada por las puertas y ventanas cerradas.
La mirada de Kyle le hace saber que no es una broma.
—Okey —responde poniéndose en pie, ofreciéndole una mano para ayudarlo a levantarse.
Las sorpresas no se acaban porque Kyle, una vez en pie, pasa sus brazos por su cuello, lo que lo fuerza a apoyar sus manos en sus caderas para guiar el baile. Baile que termina siendo ellos dos sólo balanceándose de un lado a otro, ni siquiera está seguro de si están siguiendo el ritmo de la música.
Cartman decide que eso no le importa mucho. La expresión relajada de Kyle y el brillo en sus ojos es más importante.
Y si en algún punto, mientras la música termina de morir y la actividad de la casa disminuye, terminan compartiendo un tímido beso, eso no es problema de nadie más que de ellos.
Supone que sus indirectas fueron recibidas después de todo.
3.
—Ya deja de moverte o nunca terminaré con esto —Kyle presiona el hombro de Cartman con fuerza, intentando que deje de moverse, pero cuando se queja por el dolor afloja un poco el agarre, recordándose que está herido.
—Si fueras menos brusco me movería menos —protesta el castaño, cruzándose de brazos—. Esa no es forma de tratar a tu asombroso novio luego de defender tu honor.
Sentado en su cama, enfurruñado como un niño pequeño, con el rostro amoratado y lleno de raspones no se ve tan asombroso como quiere creer. Kyle decide ser un poco benevolente con él no señalando lo obvio.
—Si mi estúpido novio fuera menos bruto y no se metiera en peleas innecesarias, no tendría que estar limpiando sus heridas —rebate, reemplazando el algodón que estaba usando por uno nuevo para limpiar otro de los raspones—. Y no necesito que defiendas 'mi honor' Eric, puedo cuidar de mí mismo.
Kyle no tiene muy en claro de cómo empezó todo, pues cuando llegó a la cafetería tras ser avisado por un compañero de clases de que Cartman estaba en problemas, la pelea ya estaba en su auge. Por supuesto, el castaño iba ganando cuando se interpuso entre él y el pobre imbécil que fue víctima de sus puños, pero un minuto más tarde y probablemente el tipo no la habría contado. Cartman, al parecer, no había medido su fuerza en ningún momento. Sin embargo, aunque quería acribillarlo a preguntas para entender qué diablos estaba pasando, entre sacarlo de ahí para evitar que el problema siguiera escalando y su necesidad de regañarlo de camino al dormitorio, no tuvo mucha oportunidad de cuestionar que diablos provocó el desastre. Lo único que le quedó claro, por algo que murmuró el castaño que no entendió del todo, es que de alguna forma la pelea tiene algo que ver con él.
No sabe cómo, exactamente, está relacionado con el otro estudiante como para provocar una reacción tan violenta, y Cartman se ha negado a dar explicaciones. De lo que está seguro es que los quejidos y murmullos enfurruñados del castaño son una táctica para irritarlo lo suficiente como para evitar que haga más preguntas al respecto. Desgraciadamente para el castaño, en los últimos años que llevan juntos, ha desarrollado una mayor tolerancia a sus tácticas de evasión y, con ello, mucha más paciencia para sacarle la información.
Pero Dios, no por ello es más fácil el proceso. Cuando se lo propone, sacarle información es como intentar sacarle agua a una piedra.
—No me parece que estés haciendo eso muy bien —murmura entre dientes. A Kyle le queda claro que no pretendía que lo escuchara, porque inmediatamente cierra los ojos con fuerza, maldiciendo.
—Ok, ya no puedes evadir la pregunta —desecha el algodón y saca un ungüento del kit de primeros auxilios que tiene a un lado, mirándolo serio mientras empieza a esparcirlo por sus heridas. —¿Por qué estabas peleando, Eric?
El castaño aparta la vista, apretando sus labios con fuerza negándose de nuevo a contestar. En represalia, presiona su dedo con más fuerza de la necesaria contra uno de los raspones al ponerle el ungüento, lo que le gana un pellizco en el brazo. No sabe qué pretendía Cartman con el gesto, pero terminan pellizcándose mutuamente, Kyle cuidando de no aplicar demasiada fuerza en partes dónde asume se tiene un moretón y Cartman intentando sacárselo de encima. En el medio forcejeo, Cartman termina cayendo hacia atrás en la cama, cosa que Kyle aprovecha para alzar su camiseta y evaluar los daños bajo esta.
—Khal, bebé, si lo que querías es tenerme a tu merced podías haberlo pedido más amablemente —Cartman sonríe coqueto, mirándolo con un brillo que Kyle conoce demasiado bien. Rueda los ojos y le indica que alce los brazos para quitarle la camiseta, sentándose a su lado para poner del ungüento en los moretones.
—No te va a funcionar para distraerme, culón, así que empieza a hablar —dice mirándolo con seriedad, una muda advertencia que más intentos de distraerlo no serán bien recibidos.
Cartman deja escapar un largo y dramático suspiro, cubriendo su rostro con sus manos, alargando las cosas un poco más. Kyle simplemente espera a que empiece a hablar, reorganizando el kit de primeros auxilios antes de cerrarlo y dejarlo en su escritorio, dándole tiempo a organizar sus ideas.
—El imbécil andaba de bocazas, insultándote —finalmente dice Cartman, justo cuando Kyle estaba por volver a presionarlo.
—¿Disculpa? —pregunta, pensando que tal vez lo escuchó mal.
—Estaba insultándote, hablando mal de ti y esparciendo rumores sobre tu persona —refunfuña cruzándose de brazos, apartando la vista—. Burlándose de tu cabello y tu religión.
Kyle lo mira con incredulidad, esforzándose por procesar las barbaridades que acaban de salir de su boca. Nope, no tiene ningún sentido.
—Eric... tu literalmente hiciste eso la mayor parte de nuestras vidas —siente la necesidad de recordarle—. Esta mañana te burlaste de mi cabello.
—¡Hey! Sólo hice una observación astuta al respecto —se defiende, enderezándose en la cama.
—Y, en caso de que lo hayas olvidado, no es como que hayas dejado de hacer chistes de judíos a mis expensas —continua, ignorando la mirada ofendida del castaño.
—¡Eso es diferente! Es nuestro sentido del humor, a este punto es ya un chiste interno —intenta razonar, apoyando sus manos en las rodillas de Kyle.
Como respuesta, el pelirrojo alza una ceja y Cartman suspira, aceptando que su argumento no es exactamente tranquilizador.
—No es la primera vez y, en mi defensa, ya le había advertido que esto pasaría si seguía metiéndose contigo —Cartman aprieta sus rodillas con suavidad.
—Eric, no puedes resolver las cosas peleándote, menos por mí, ya hemos hablado de esto, me prometiste qué...
—Uno de los dos tiene que hacerlo, y ambos sabemos que tu no puedes —le interrumpe con brusquedad y sus palabras le hacen callar.
Kyle lo mira abriendo la boca, buscando responder, pero nada sale así que la cierra. Espera unos segundos y lo intenta de nuevo, obteniendo el mismo resultado. La declaración lo ha dejado indudablemente sin palabras, no porque no pueda rebatirlo sino porque tiene razón. Aún se le dificulta eso de darle la razón cuando, aunque no le guste, está en lo cierto.
—Tu beca depende de que no te metas en problemas tú, no creas que no sé que esa es la condición que te pusieron para no expulsarte —continua, apartando la vista.
El pelirrojo traga con fuerza, asintiendo lentamente.
Se había metido en problemas un par de veces por su muy pequeño, casi insignificante, problema de ira. Ahora lo tiene mucho más controlado, pero al principio no lo había ayudado de nada. La última vez, sus acciones fueron tan extremas que la expulsión pendía de su cabeza y tras mucho rogar, sumado a lo que sea que haya hecho Cartman para cambiar la opinión del comité disciplinario, le habían concedido una oportunidad más, pero debía mantenerse a raya si quería mantener su beca y permanecer en la institución.
En su defensa, no notó que estaba moliendo a golpes al desgraciado hasta que era demasiado tarde. Una parte muy pequeña de él le sigue susurrando que merecido se lo tenía por meterse con Cartman. La legendaria regañina que le pegó su madre sugiere lo contrario.
—Eric —susurra cuando recupera la voz, apoyando sus manos sobre las del castaño, apretándolas con suavidad—. Es... no puedo creer que voy a decir esto, es lindo que quieras evitar que me meta en problemas, pero no puedes resolver las cosas con violencia o serás tú quién sea expulsado.
—Estoy casi a término, ¿Qué importa si lo hacen? —se encoge de hombros, pero la mirada de reproche que recibe por el descuidado comentario lo hace retroceder en sus palabras rápidamente—. Sería fácil terminar lo que me falta en otro lugar, ni que fuera complicado asegurarme que mi récord académico no se vea manchado, pero tu no tendrías la misma suerte.
La forma en que lo dice pica una vieja vena de curiosidad en Kyle. Todavía no sabe cómo diablos Cartman había llegado tan lejos pagando la universidad de su propio bolsillo, porque duda mucho que Liane tenga algo que ver. Y como siempre que resurge la curiosidad, la aplasta con fuerza, seguro de que no quiere saber de dónde sale el dinero.
—No sería divertido terminar nuestros estudios separados —dice con suavidad, esperando que eso logre convencerlo de usar su cabeza antes que sus puños—. Sólo prométeme que no volverás a hacerlo Eric.
El castaño lo mira por un momento, baja la vista a sus manos unidas y vuelve a mirarlo, suspirando dramáticamente.
—Bien judío, prometo que no volveré a meterme en problemas... de los que te puedas enterar.
—¡Eric! —suelta sus manos para tomar una almohada y golpearlo con ella.
—Ow, ¡Khal! No puedes hacerme esto, ¿no te da vergüenza golpear a un hombre herido? —protesta con voz quejumbrosa, intentando quitarle la almohada y protegerse de los golpes al mismo tiempo.
—¡Lo haría si no fueras tan molesto! —responde golpeando su abdomen, arrancándole el aire.
—Traicionado por el amor de mi vida, a lo que hemos llegado —jadea, bordeándolo para tomar la otra almohada.
—Eres imposible Eric —gruñe, evadiendo por muy poco un golpe cuando el consigue su objetivo, iniciando así una guerra.
Si en algún momento entre esa promesa y el momento de su graduación Cartman vuelve a hacerle entender a un par de personas que con Kyle no se deben meter, se encarga personalmente de que el pelirrojo no se entere de absolutamente nada.
4.
Eric se deja caer en la cama con un gruñido, agotado tras un largo día de trabajo. A su lado Kyle golpea suavemente su pie con el propio a modo de saludo, demasiado concentrado en su propio trabajo como para saludarlo apropiadamente. Hace un puchero ante la falta de efusividad por parte de su pareja, pero al girarse y notar el cansancio en el rostro del pelirrojo decide dejarlo ser, regresando el golpecito.
Se gira en la cama abrazando una almohada para estar más cómodo, observando a Kyle con atención. Tiene el ceño fruncido, de esa forma que siempre hace cuando está pensando en algo que no le gusta del todo, labios apretados en una tensa línea incluido; su laptop de trabajo está apoyada en su regazo, balanceándose precariamente, y Eric se distrae un poco mirando como sus dedos parecen volar por el teclado. De hecho, el sonido del tecleo y el calor que desprende el cuerpo de Kyle lo hace sentirse algo adormilado.
Parece que se ha quedado dormido, al menos por un momento, porque lo siguiente que sabe es que la mano de Kyle acaricia suavemente su cabello, masajeando su cuero cabelludo. Suspira, encantado con la atención, parpadeando lento alzando la vista hacia su pareja. El rostro del pelirrojo está un poco más relajado, aunque sigue concentrado en lo que está leyendo en la pantalla.
—¿Caso difícil? —pregunta, haciendo caso omiso de lo ronca que suena su voz. ¿Cuánto tiempo estuvo dormido?
—Más frustrante que difícil —Kyle lo mira por un segundo, sonriendo con suavidad. Sostiene la laptop con su otra mano y se inclina para besar su mejilla antes de regresar a la posición inicial. —¿Qué tal tu día en el trabajo?
—Lo mismo de siempre, clientes inútiles que no pueden tomar una jodida decisión y me hacen perder el tiempo —gruñe un poco, alzándose para sentarse junto a Kyle.
Apoya su mejilla en su hombro, importándole poco que en un rato seguramente se le va a entumecer el cuello, y toma su mano enlazando sus dedos. Tal parece que Kyle ha terminado de escribir, porque ahora sólo está leyendo un documento, subrayando cosas que supone son importantes; y asume que el documento que está leyendo no contiene información específica del caso, porque lo habría empujado para que deje de leer la pantalla.
Cosa que no tiene sentido, porque no entiende ni un carajo de lo que está leyendo. Diría que es por el cansancio, pero la verdad es que la terminología legal le entra por un oído y le sale por el otro. Era divertido cuando Kyle estaba estudiando y le repetía todo lo que leía para poder memorizarlo mejor, ¿intentar entenderlo sin la vocecita de su adorado judío poniéndolo en términos sencillos para él? No tanto.
—Hm, lamento escuchar eso cariño —Kyle apoya su mejilla contra su cabeza, apretando su mano. —¿Algo interesante aparte de clientes indecisos? No pueden ser peores que los míos —lo último lo dice cono un tono divertido, porque si de comparar se trata, ambos lidian con clientes difíciles.
La diferencia es que Kyle sólo tenía que aguantarlos al momento de prepararse para un juicio y el juicio en sí. Eric tiene que soportarlos hasta que el proyecto esté finalizado.
Hablando de proyectos...
—De hecho, sí —se endereza un poco. —¿Tienes algo que hacer el próximo viernes?
La pregunta toma un poco por sorpresa a Kyle, que lo mira parpadeando rápidamente. Le sostiene la mirada, esperando a que termine su proceso mental de tratar de adivinar a qué se debe la pregunta y revisar su agenda en su cabeza.
—Tendría que revisar —dice finalmente, poniendo la laptop a un lado para brindarle toda su atención—, aunque no estoy seguro de sí, si pregunto porque quieres saber, me darás una respuesta directa o no.
—Aww Khal, me conoces tan bien —sonríe besando su mejilla—. Tengo una... presentación, el próximo viernes, y tenemos permitido invitar personas externas.
—¿De un proyecto? —Kyle lo mira sorprendido.
—Puedes llamarlo así, sí —asiente, carraspeando suave, repentinamente consciente de sí mismo—. Puedes venir. Si quieres.
La verdad es que Eric quiere que Kyle vaya, pero al mismo tiempo espera que no pueda asistir. Le emociona la idea de tener al pelirrojo entre el publico y presumir de su talento, es una gran oportunidad para él; el problema es que teme arruinar las cosas en frente de Kyle y decepcionarlo. Lo que es ridículo, porque es el mejor en su estúpido estudio.
Considerando que es más una especie de concurso que de presentación en sí...
—Totalmente opcional, por eso pregunto si tienes algo que hacer. No podría soñar jamás con interrumpir tu muy apretada agenda —sonríe divertido cuando Kyle bufa, y no se inmuta al recibir un almohadazo, cosa que parece la solución del pelirrojo para todo cuando lo exaspera y divierte a partes iguales.
—No puedo prometer que estaré ahí, Eric —dice luego de un momento, jugando con su cabello para deshacer el desastre que causó con la almohada—. Pero envíame los detalles y veré que puedo hacer.
Eric sonríe ampliamente, toma su rostro en sus manos y le planta un beso, riendo cuando el pelirrojo lo patea quejándose de que huele a sudor y al estúpido ambientador de su oficina. No protesta mucho cuando lo obliga a levantarse ir al baño, prometiendo que pediría algo para cenar para ambos, pesé a que, por lo que nota al mirar el reloj en la mesita de noche, es bastante tarde para ello.
Al final, el viernes en la mañana, Kyle le informa que no podrá asistir. Eric le asegura que no hay problema con ello, obligándose a no dejar ver la decepción que la noticia le causa. De todas formas, sólo para que sepa que tal vez llegaría más tarde de lo usual porque no sabe hasta que hora se extienda el evento, le envía los detalles de dónde se llevaría a cabo antes de partir para allá.
Mientras ajusta los detalles finales en el puesto que le asignaron para colocar su maqueta, no puede evitar sentirse algo decaído. Supone que de haberle dicho a Kyle que se trataba de un concurso nacional para arquitectos, y que su estudio lo había escogido específicamente a él para representarlos, el hombre habría hecho lo posible para presentarse, pero si lo hubiera hecho entonces habría sentido que lo estaba obligando a ir por él. Ugh, definitivamente el tipo de racionalización de Kyle se le ha pegado; gajes de tener tanto tiempo juntos.
Mira su maqueta, notando que no puede estar más derecha de lo que ya está y decide darse una vuelta por el área de exposición en lo que espera inicie el proceso de presentación. Según el itinerario que le habían entregado a los participantes, era casi de los últimos en presentar, pues los organizadores habían decidido darle la oportunidad a los arquitectos independientes a presentar primero. Eso no ayuda mucho a los repentinos nervios que empiezan a carcomerlo al notar los excelentes trabajos a su alrededor.
El suyo es mejor, de eso está seguro, pero saberlo no significa que los jueces vayan a pensar lo mismo.
Saca su teléfono para repasar una vez más su presentación, pese a que se lo sabe ya de memoria, pero se distrae al ver un mensaje de Kyle. En el mensaje, el pelirrojo se disculpa nuevamente por no poder acompañarlo, deseándole buena suerte en su presentación.
Sé que lo harás excelente, serían unos idiotas si no pudieran ver eso.
Lo último le hace sonreír, sintiéndose un poco más tranquilo al saber que tiene el apoyo de su pareja, aunque no lo tenga físicamente ahí.
En algún punto entre ir de una esquina a otra revisando las maquetas, llaman a que entren al salón para dar inicio a las presentaciones. Siguiendo al resto de participantes toma la decisión que lo mejor, para su salud mental y sus nervios, es desconectarse del resto de presentaciones hasta que sea su turno de subir al escenario. Decisión de la que luego se arrepiente pues casi pierde su momento de subir por no prestar atención.
Es posible que sus nervios sean más grandes de lo que imaginaba.
Frota sus manos en sus pantalones mientras sube al escenario, aceptando el pointer que el participante anterior le entrega. Traga con fuerza, mira la pantalla a la espera de que su presentación cargue y, cuando lo hace, se gira hacia el público respirando hondo.
'Tu puedes' se dice, iniciando su presentación. 'Has hecho cosas más difíciles en público, sabes de lo que estás hablando. Todo va a salir bien'
Su monólogo interno de automotivación no sirve de mucho y las palabras le fallan al notar que está perdiendo el interés de los jueces. El publico no le interesa tanto, lo que no entiendan de lo que dice lo pueden ver en la pantalla, ¿pero los jueces? ¿Qué decidirán si su proyecto vale la pena o no? No puede permitirse perderlos.
El sonido de una puerta al abrirse lo distrae lo suficiente como para recuperar la respiración. Al mirar hacia la entrada del auditorio su corazón se detiene por un segundo, antes de acelerarse. Parado allí, disculpándose torpemente por la interrupción mientras mira alrededor en busca de un asiento vacío, está Kyle; su silencio, y por ende el del resto de la sala, debe llamar su atención porque alza la vista hacia él algo sobresaltado. Sin embargo, cuando sus ojos se encuentran, el rostro de Kyle se relaja y una sonrisa confiada se extiende por su rostro; le hace una seña de que todo estará bien antes de sentarse.
Permanece un segundo más en silencio, permitiéndole a su corazón correr desbocado por un momento, pero rápidamente retoma el control de sus emociones y remontar la presentación con más energía y confianza. Ya más relajado, se mueve por el escenario explicando cada detalle de su proyecto, asegurándose de no dejar ningún cabo suelto o algo que pudieran usar los jueces para descartar su trabajo durante la ronda de preguntas que se vendrá después. Cada tanto, mira hacia Kyle que observa la pantalla con una expresión confundida, pero con una sonrisa orgullosa en los labios. Y cada que sus miradas se encuentran, la sonrisa del hombre se hace más grande.
Cuando todo termina y se reúnen afuera, justo cuando los jueces se retiran para deliberar, lo primero que hace Eric es abrazarlo con tanta fuerza que le arranca todo el aire. Kyle simplemente le regresa el abrazo, palmeando su espalda con suavidad.
—Creí que no vendrías —dice bajo, apartándose, sus ojos desbordados en adoración y agradecimiento.
—¿Honestamente? Creí que no alcanzaría a llegar a tu presentación —admite, sonriendo apenado—. Fue un infierno liberar mi agenda, y probablemente tenga que trabajar unas horas extras este y el próximo fin de semana, pero no podía sólo no venir y apoyarte.
Si no estuvieran rodeados de un mar de extraños, Eric lo besaría hasta el final de los tiempos. De hecho, no es el mar de extraños lo que lo detiene, sino el otro montón de cosas que desea hacer con el pelirrojo en ese instante.
—Debo decir que no entendí ni mierda de lo que estabas hablando —Kyle continua, ignorante del camino peligroso que están tomando los pensamientos de Eric—, pero supongo que es algo bastante bueno porque había un grupo a mi lado criticando tu presentación, pero luego parece que se mordieron la lengua porque luego de un rato no dijeron ni pío.
—Si te hace sentir mejor, yo a veces no entiendo ni la mitad de lo que hablas tú cuando te preparas para un caso y me usas como jurado de práctica —admite casi sin aliento, apretando el abrazo para entretener sus manos con su chaqueta y no desviarlas más abajo.
—Supongo que ya estamos a mano —Kyle ríe, tratando de soltarse, empezando a sentirse consciente de las miradas que están atrayendo hacia ellos.
—Eric, ¿por qué no me enseñas tu...? —empieza, carraspeando suavemente.
—Gracias —lo corta de golpe, apretando el abrazo antes de dejarlo ir—. Por venir.
Kyle lo mira por un largo segundo, antes de sonreír.
—No tienes nada que agradecer —responde, palmeando su pecho—. Ahora, ¿la maqueta?
—Por supuesto, por supuesto —carraspea un poco, alisando su chaqueta. Toma la mano de Kyle y lo guía hacia su maqueta—. Notarás que es la mejor de todas.
—No lo pongo en duda —comenta con algo de sarcasmo, rodando los ojos, a lo que Eric le da un codazo.
Kyle ríe y los últimos nudos de tensión en su cuerpo se deshacen, alivio recorriendo sus venas como un sedante. En ese instante no le importa mucho los resultados del concurso, con saber que el pelirrojo está ahí para él es suficiente.
No gana el concurso, quedando en segundo lugar por muy poco. Lo que sí se lleva es un par de propuestas de algunos de los jueces para trabajar con su estudio, y específicamente con él a través de su estudio, en otros proyectos. Como Eric lo ve, sigue siendo una victoria.
El orgullo en la mirada de Kyle es sólo la cereza del pastel.
5.
Eric está actuando raro. Bueno, más raro de lo usual.
Es como se suele comportar 'raro' a su alrededor cuando está planeando una sorpresa y le cuesta contenerse para no contarle lo que tiene en mente y echarlo a perder, mezclado con la forma 'rara' en que actúa cuando intenta ocultarle algo que sabe no le va a gustar o no va a aprobar. Sin embargo, al mismo tiempo hay algo diferente en ese 'raro', lo suficiente como para que lo haya notado y ansiedad se haya instalado en su interior. No poder sonsacarle que diablos se trae entre manos sólo empeora las cosas.
La cosa es que, tal vez, Kyle no se habría dado cuenta del cambio en la actitud de Eric si no lo hubiera hecho tan dolorosamente obvio, y ahora que lo ha notado no puede evitar repasar sus interacciones de los últimos meses y descubrir que lleva meses así.
Había empezado con cosas pequeñas, como quedarse perdido en sus pensamientos mientras cenaban o veían una película, o estar distraído mientras Kyle le contaba sobre su día en el trabajo. Eso progresó a topárselo hablando para sí mismo, y luego a mantener su teléfono sobre él en todo momento, sobresaltándose con cada notificación o bloqueando la pantalla cada vez que se acercaba demasiado. La gota que derramó el vaso y lo alertó de que algo estaba pasando fue hace unas semanas, cuando Eric empezó a llegar a casa cada vez más tarde de lo usual. ¿Su excusa? Trabajo, por supuesto.
Y, por supuesto, Kyle sabía que trabajo no podía ser porque conocía su horario al derecho y al revés. No que, por supuesto, lo haya revisado o lo tenga pendiente todo el tiempo, sino que de los dos Eric siempre ha tenido un horario más estable, al menos que estuviera trabajando en un proyecto que requiriera toda su atención. Sin embargo, cuando esas cosas pasaban, era inevitable que Kyle lo supiera porque, primero el nivel de quejas sobre la incompetencia de su equipo o lo estúpido que es el cliente aumentaban, y segundo porque cada tanto Eric le mostraba su progreso para saber su opinión. No porque Kyle supiera algo de arquitectura, pero porque a veces 'necesitaba una opinión externa' y 'él jamás lo traicionaría filtrando sus diseños para que otros arquitectos puedan robárselo'.
En resumen, lo que sea que lo tenga actuando de la forma en la que actúa es cualquier cosa menos trabajo. Y Kyle está empezando a perder la paciencia con tanto secretismo.
—Algo se trae entre manos —comenta jugando con su almuerzo, enfurruñado por el dolor de cabeza que la situación le provoca.
—Ky, estoy seguro de que no es gran cosa —Stan intenta sonar optimista, pero la mirada sombría del pelirrojo lo hace encogerse un poco—. Quiero decir, ¿cuándo fue la última vez que hizo algo realmente estúpido? ¿eh?
—Las vacaciones de hace dos años —señala Kenny, bebiendo de su batida con una expresión relajada. Si Kyle no supiera que el rubio de verdad lo considera un amigo, diría que está disfrutando de su miseria—. Creo recordar que casi llaman a la policía en el hotel. Que suerte que su novio es abogado.
Kyle gruñe bajo, apoyando su frente en la mesa.
Incapaz de descubrir la verdad por sí mismo, y no queriendo confrontar a Eric hasta no aclarar su mente, no fuera que esté sacando las cosas de proporción, había llamado a sus amigos para reunirse y contarles lo que estaba pasando. Sin embargo, está empezando a sentir que hablar con ellos y discutir las cosas consigo es lo mismo. Hasta el momento, no han aportado nada nuevo ni han aliviado su ansiedad.
—Siento que me voy a volver loco —se queja, golpeando suave su frente contra la mesa. —¿Por qué le cuesta tanto simplemente decirme que pasa?
—Vamos Ky, no puede ser tan malo —Stan palmea su hombro—. Estoy seguro que hay una explicación muy lógica y muy buena.
—¿Y si está metido en problemas? —alza la vista sin apartarse demasiado de la mesa, sintiéndose cansado. —¿O paso algo en el trabajo? Si es algo con lo que pueda ayudar, pero no puedo hacerlo porque es demasiado terco para contarme...
—Wow, ¿Cartman no contándote algo? Estás exagerado un poco ahí, Kyleski —dice Kenny con un tono burlón, con toda intención de animarlo—. Sería algo sin precedentes, juraría que te cuenta hasta mis secretos.
Kyle le lanza una mirada contrariada, a lo que el rubio alza sus manos suspirando exageradamente.
—¿Tal vez está preparando una sorpresa para su aniversario? —sugiere Stan, enderezándose un poco.
—Ya tenemos todo planeado —responde con un suspiro, levantando la cabeza para apoyarla en sus manos—. Esta vez haremos algo más tranquilo, dudo que sea eso.
Stan y Kenny comparten una mirada que lo hace enderezarse, frunciendo el ceño.
—¿Ustedes saben algo? —cuestiona, posando la vista en Stan, sabiendo que sería más fácil sacarle la información a él que a Kenny.
—Nada que no nos hayas contado ya —Stan se apresura a aclarar, sonriendo nerviosamente—. Creo que lo mejor sería que hables directamente con Cartman...
—O esperar a que él te diga algo. No puedes ser tan desconfiado hermano —añade Kenny, deslizando el plato olvidado de Kyle a su lado de la mesa.
—No desconfío de él, es sólo qué... —Kyle aprieta sus manos en el borde de la mesa, apartando la vista.
—¿Sólo qué...? —insiste Kenny, ladeando la cabeza.
—Me recuerda... a cuando solía hacer algo increíblemente estúpido y no quería que me enterara para que no pudiera detenerlo —frota su rostro con frustración.
—Eso no suena a que no desconfías de él —señala Kenny.
—¡No lo hago! —golpea la mesa con ambas manos, exasperado, luchando consigo mismo por poner en mejores palabras lo que siente—. Me molesta que me esté ocultando algo.
—Mejor dicho, te preocupa —corrige Stan.
—Me preocupa —asiente, tragando con fuerza.
Por supuesto que le preocupa. Está tan acostumbrado ya a que se apoyen mutuamente cuando las cosas se ponen difíciles, que ahora se siente fuera de sus aguas.
Sumado a eso, está el hecho de que había olvidado lo que se sentía que Eric le ocultara cosas, por lo que volver a sentirse así, como si lo estuviera apartando, le sienta terrible. Está también que una parte de él quiere desviar sus pensamientos a posibilidades mucho más oscuras, más devastadoras, y se le está empezando a dificultar mantenerse más o menos positivo.
—Todo va a estar bien —Stan toma su mano, apretándola con fuerza—. Duele admitirlo, pero Cartman te adora, no haría algo lo suficientemente estúpido como para lastimarte.
—Y si lo hace, le pateamos el trasero —agrega Kenny, sonriendo ampliamente intentando transmitirle calma.
El gesto no ayuda mucho la verdad, pero Kyle agradece el intento de todas formas.
Kyle regresa a casa con la mente aún hecha un lio, pero un poco más tranquilo que cuando salió. Supone que Stan tiene razón, ¿no? lo mejor sería hablar con Eric directamente en lugar de dejar su imaginación correr. ¿Pero qué se supone que le diga? No quiere que, al igual que Kenny, piense que no confía en él. Se pasea de un lado a otro, repasando las diferentes formas en que puede iniciar la conversación sin sonar confrontativo, pero a la vez dejar muy en claro que van a hablar del asunto sí o sí.
Así lo encuentra Eric un par de horas después, murmurando para sí mismo caminando de un lado al otro en la sala. Confundido, cierra la puerta con cuidado, dejando sus cosas a un lado, acercándose a él.
—¿Khal? —llama con suavidad.
—¡Eric! —el pelirrojo se detiene, llevando una mano a su pecho, sorprendido por su llegada.
—¿Todo bien? Te ves algo estresado —Eric apoya sus manos en sus hombros, mirándolo de arriba abajo con preocupación.
—Estoy bien —Kyle niega, apartándose—. No, espera, no lo estoy. Necesito hablar contigo. Siéntate.
—¿Ok? —alza una ceja, caminando hacia el sofá y se deja caer en el gruñendo suave—. Te escucho.
Kyle respira hondo, camina un poco más de un lado a otro antes de volver a respirar, mirándolo de frente.
—Me estás ocultando algo —anuncia, no encontrando una mejor forma para empezar.
—¿Khal? —Eric se tensa, enderezándose en el sofá.
—Permíteme hablar —pide, uniendo sus manos al frente en un gesto que Eric ha bautizado como su 'pose de abogado'—. Has estado actuando muy raro estos últimos meses. Más raro de lo que considero normalmente raro para ti. Inicialmente pensé que podrías estar estresado por algo en el trabajo, algo lo con la suficiente seriedad como para que tengas que mantener tus quejas para ti mismo hasta avanzar gran parte de ese hipotético proyecto en que estuvieras trabajando.
Inevitablemente, empieza a caminar de un lado a otro dejando ir sus manos, empezando a gesticular a medida que habla.
—Pero entonces dejaste de prestar atención a nuestras conversaciones, y te quedas mucho tiempo con la cabeza en las nubes. Lo que no sería raro, porque a veces haces eso cuando estás perdido en perfeccionar tus diseños —se detiene un segundo para mirarlo—, pero también has estado más al pendiente de tu teléfono de lo usual, lo que sí es sospechoso.Nunca he revisado tu teléfono y nunca lo he usado para nada más de lo que te digo que lo usaré cuando lo pido prestado, por lo que no entiendo porque repentinamente estás tan sobre protector con el.
—Kyle...
—Entonces decidí que no podía ser trabajo —continúa caminando, incapaz de sostenerle la mirada por más tiempo—, pero no es algo personal porque tu vida personal soy yo, literalmente. O sea, somos nosotros. Y los chicos, pero con los chicos es raro que hables por ti solo, al menos que sea para jugar a medianoche con Kenny cuando deberías estar durmiendo...
—Ok Kyle, espera... —Eric alza sus manos.
—Nunca me has ocultado algo por tanto tiempo, no desde que estamos juntos al menos, no al menos que tengas una buena intención para ello o pienses que voy a regañarte. Pero hemos pasado por mucho y sabes que voy a apoyarte en lo que sea —toma una bocanada de aire, maldiciéndose al sentir lágrimas formarse en sus ojos—. Bueno, no lo que sea, no es muy divertido tener que sacarte de la cárcel.
—Hey, eso fue una sola vez y ni siquiera fue mi culpa —Eric protesta, pero sacude rápidamente la cabeza al ver que se está distrayendo—. Khal, necesitas respirar. No es la gran cosa.
—¡Pero si es la gran cosa! —protesta alzando la voz—. Si es la gran cosa porque es muy difícil... estoy tratando de no pensar... no pensar que podría ser algo malo.
—Khal —Eric se pone en pie, acercándose a él, sintiendo como su estómago se torna en un nudo al verlo tan estresado.
—No es... confío en ti, Eric, lo hago, pero se siente terrible pensar que estás pasando por algo y no puedo ayudar porque no sé —su respiración suena errática a sus propios oídos, y la habitación empieza a dar vueltas, pero ahora que empezó no puede parar de hablar, el estrés inducido por ansiedad de las últimas semanas desbordándose de él—. Necesito saber que pasa, si hay algo que pueda hacer. Necesito...
Eric sostiene su rostro de repente, apretando sus mejillas con suavidad, girándolo para que queden frente a frente.
—Kyle, mírame —pide limpiando las lágrimas que corren por sus mejillas. Avergonzado, Kyle mira a cualquier lugar menos a él—. Kyle.
Incapaz de escapar, y sin muchas ganas de hacerlo realmente, Kyle lo mira a los ojos. Eric lo mira con los ojos aguados, un mar de paciencia extendiéndose en su mirada y la vergüenza que siente por su arrebato lo golpea con más fuerza. Cuando tiene toda su atención, Eric toma una bocanada de aire que el pelirrojo imita inmediatamente; ambos respiran a la vez, con el castaño marcando el ritmo hasta que la de Kyle se acompasa y las lágrimas se detienen.
—¿Mejor? —Eric pregunta con suavidad, a lo que Kyle asiente, sintiéndose algo aéreo luego de ese subidón de adrenalina—. Ok, espera aquí y no te muevas —deja un beso en su frente antes de apartarse y caminar hacia la habitación.
Kyle lo ve ir, demasiado anonadado como para protestar o moverse. Por suerte, antes de que su mente pueda volver a remontar la oleada de ansiedad, Eric regresa. El castaño toma su mano y lo hace sentarse en el sofá, sentándose a su lado enlazando sus dedos.
—Quería que fuera una sorpresa, pero debo admitir que pase por alto lo increíblemente paranoico que puedes ser —comienza, apretando su mano con suavidad—. Sí, te he estado ocultando algo.
—Eric...
—Eh, déjame terminar judío neurótico —pica su nariz antes de que pueda continuar y lanzarse de cabeza a otro discurso desordenado—. Como te decía, quería que fuera una sorpresa y totalmente me la voy a cobrar después porque hayas arruinado mis planes, pero si esto va a aliviar tu cabecita entonces no importa.
—Eric, ¿qué...? —Kyle parpadea cuando Eric suelta su mano, la gira y coloca algo sobre esta.
En su sorpresa, le toma un momento entender que acaba de pasar. Parpadeando lento, baja la vista a su mano y su respiración se corta. El objeto que Eric ha dejado ahí es nada más y nada menos que una caja, pequeña y de terciopelo verde.
—Pensaba hacer la pregunta en nuestro aniversario, cliché lo sé, pero para ese momento habré hecho el tevilá así que me pareció adecuado —el castaño se remueve un poco, nervioso porque Kyle aún no ha dicho nada.
Por su parte, Kyle no puede dejar de mirar la caja, su corazón corriendo desbocado por una razón completamente diferente a la de hace unos momentos. Finalmente, cuando termina de procesar lo que acaba de pasar, alza la vista, sorprendido.
—¿Tevilá? —pregunta, a lo que Eric asiente—. Eric, ¿vas a...?
—Sip —Eric asiente, sonriendo suave.
—¿Y vas a...? —vuelve a asentir—. Oh Dios —susurra, cubriendo su rostro, avergonzado.
—Lo sé, debes sentirte bastante estúpido por arruinar mi propuesta de matrimonio —Eric intenta sonar jocoso, pero al notar que el rostro de Kyle, en lugar de enrojecer aún más palidece, maldice en voz baja—. Ok, no, nada de sobre pensarlo, estaba bromeando.
—Lo siento —Kyle traga con fuerza, apretando la caja—. Eric, en verdad lo siento...
—Viéndolo de tu punto de vista, yo también hubiera enloquecido un poco si tu de pronto te comportaras de una forma que es poco tu —Eric sostiene sus manos, la caja con el anillo cayendo en el sofá—. Ok no, me hubiera vuelto muy loco. Probablemente no habría aguantado tanto sin saber que carajos estaba pasando.
—Han sido... unas semanas bastante malas —confiesa Kyle, riendo bajo por lo ridículo de la situación. Se siente tan estúpido.
—De verdad, había olvidado que te haces un mundo ahí arriba —Eric choca suavemente sus frentes, sonriendo cuando eso hace reír a Kyle.
Permanecen así unos minutos más, respirando lentamente. Luego de un rato, Eric se endereza llevando una de sus manos a sus labios para dejar un beso.
—Entonces, ¿qué dices? —pregunta con suavidad, mirándolo a los ojos.
—¿Qué digo de qué? —responde con otra pregunta, un poco confundido.
—Luego de arruinar mi sorpresa no puedo creer que me harás decirlo —el castaño gruñe bajo, pero la sonrisa que empieza a formarse en sus labios cuenta una historia muy diferente a la irritación que trata de transmitir.
Al entender a qué se refiere, Kyle le regresa la sonrisa, enderezándose.
—Me parece que me lo debes —dice apretando sus manos antes de soltar una, señalándole la caja—. Te prometo dejar hacer el espectáculo que ahora sé estabas planeando para nuestro aniversario.
Eric recupera la caja, suspirando dramáticamente antes de abrirla, diversión brillando en sus ojos.
—Kyle Broflovski, ¿te casas conmigo? —pregunta, riendo cuando Kyle golpea su hombro.
—Eres imposible —Kyle también ríe, ofreciéndole su mano para que le coloque el anillo—, pero sí, acepto casarme contigo.
Eric le pone el anillo para luego abrazarlo con fuerza y besarlo apasionadamente. Kyle se termina de relajar, regresando el abrazo con la misma fuerza y el beso con aún más pasión.
+1
El sonido de risas y copas al chocar llena el salón. Un mar de rostros conocidos y otros no tan familiares compartiendo una burbuja de felicidad. Eric mira a su alrededor, en busca de un rostro en específico, pero, al no encontrarlo, se disculpa de la conversación que tiene rato ignorando para ir en busca de su esposo. Ignora la mirada picara que le regala Kenny y la sonrisa conocedora de Stan, tomando dos copas de uno de los meseros en su camino a la salida más cercana.
Al salir, la brisa nocturna golpea su rostro enfriando su piel, un contraste agradable luego de horas sintiendo sus mejillas arder por la sonrisa que no ha podido borrar en un largo rato, o el alcohol empezando a hacer sus efectos. No le toma mucho tiempo encontrar lo que está buscando, sus ojos y todo su cuerpo naturalmente girándose en dirección al hombre como si de un imán se tratase. Sentado en un banco, las manos apoyadas en los bordes del mismo a su espalda inclinándose ligeramente hacia atrás para darle espacio a sus largas piernas, se encuentra Kyle, mirando hacia el cielo con una expresión que Eric no puede ver claramente. Se detiene un momento, admirando como la luz de la luna lo ilumina, lo relajado que está su cuerpo, los rebeldes rizos rojizos escapando de su prisión de gel, aunque eso último es probable que haya sido más su culpa que porque el peinado no haya sido hecho para aguantar toda la noche.
Inevitablemente, su sonrisa se amplia y su cuerpo vuelve a moverse, acercándose al pelirrojo con pasos firmes para anunciar su presencia y no asustarlo. Kyle no lo mira, pero de inmediato se endereza para hacerle espacio en el banco.
—Señor Broflovski —llama con diversión, tomando asiento a su lado mientras le ofrece una de las copas que lleva. Esta vez Kyle se gira hacia él.
—Señor Broflovski —responde con la misma diversión en su voz, aceptando la copa. La sonrisa que se extiende por sus labios ilumina todo su rostro, sus ojos brillando con intensidad y el corazón de Eric se derrite por lo que podría ser la milésima vez en todo el día.
Los efectos sobre su corazón pueden ser también, supone, por el hecho de escuchar a Kyle llamarlo 'Broflovski' por primera vez, con tanta naturalidad. No puede esperar a escucharlo un millón de veces más, a que el cambio se haga oficial y poder restregárselo en la cara a todo el mundo. Su decisión de adoptar el apellido había tomado por sorpresa al pelirrojo, así como a todos los invitados, cuando en la parte civil había anunciado el cambio.
—Acostúmbrate a ello, judío —no puede evitar decir, chocando sus hombros juntos.
—Hey, ahora también eres judío —le recuerda riendo alrededor del borde de la copa, apoyándose contra él.
—Mi querido Khal, eso sólo me da más derechos para llamarte judío —dice, bebiendo de su copa, mirando de reojo como el pelirrojo rueda los ojos.
—Ah, todo fue un complot para seguir justificando tus pésimos chistes de judíos, ya veo —Kyle deja su copa a un lado, tomando la mano de Eric y enlazados sus dedos—. Debí suponerlo.
—Primero, mis chistes son los mejores —su tono es petulante, pero el brillo en sus ojos traiciona cualquier indicio de seriedad en sus palabras—, en segundo lugar, ese fue el plan todo el tiempo —alza sus manos unidas para besar sus nudillos, sonriendo ante el bufido incrédulo que recibe como respuesta.
—Eres un idiota —susurra, apretando su mano con suavidad.
—Soy tu idiota —responde de inmediato, soltando su mano para poder abrazar su cintura.
—Aja, lo que digas —Kyle lo abraza de regreso, su cabeza encontrando el lugar que le corresponde en el espacio entre su cuello y su hombro.
Eric toma su otra mano, pegándolos tanto como le es posible, apoyando su mejilla contra el cabello de Kyle, mirando hacia el horizonte.
Permanecen así, sosteniéndose el uno al otro en silencio, por un largo rato. El sonido de la fiesta a sus espaldas los envuelve, las risas y la música como ruido de fondo que se acompasa con sus respiraciones. Luego de un rato, Eric se gira un poco, besando la frente de Kyle, que debe estar más borracho de lo que imagina porque deja escapar una risita poco propia de él. El sonido hace que su corazón se acelere, felicidad radiando de sus cuerpos con una intensidad que empieza a sofocarlo, de buena manera.
—Hey, ¿Eric? —Kyle es el primero en romper el silencio, apartándose lo suficiente del abrazo como para verlo.
Por un momento, Eric entra en pánico al notar que las mejillas del pelirrojo están húmedas, lágrimas haciendo sus ojos brillar un poco más que antes, preguntándose que carajos hizo en los últimos minutos de silencio como para hacerlo llorar. Sin embargo, su preocupación se reduce cuando Kyle deja ir su mano para poder sostener su mejilla, pegando sus frentes.
—¿Eric? —repite, más bajo, deslizando sus dedos con suavidad por su mejilla.
—¿Kyle? —responde, igual de bajo, alzando su mano libre para también acariciar su mejilla.
Kyle se inclina un poco, alzando el rostro hasta rozar sus labios, arrancándole el aliento.
—Te amo —susurra antes de besarlo.
Eric no pierde tiempo en responder al beso. No es, ni de cerca, el primero que han compartido en sus años juntos, pero por alguna razón se siente diferente, cargado de algo que no pueden nombrar, ¿será por qué ahora son esposos? ¿por qué carga consigo la promesa de un largo futuro juntos?
Se separan cuando el aire se hace necesario, riendo como tontos enamorados. Quizá lo sean.
—Hey, ¿Kyle? —susurra dejando un pequeño beso en su frente, apretando suavemente su cintura.
—¿Eric? —la respuesta suena húmeda, lágrimas contenidas, pero con un tono de humor, sabiendo lo que se viene.
—Te amo.
Comparten una suave sonrisa, abrazándose con fuerza. En algún momento tendrán que regresar a la fiesta, seguir compartiendo con sus familiares y amigos hasta que llegue el momento de partir a su Luna de Miel.
Por ahora, disfrutarán de su burbuja.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro