Piadoso del huérfano, lo dirigió hasta una vertiente alrededor de lo que parecía ser maquinaria pesada; un ascensor de propiedades magnas. Sin dirigirse una sola palabra ambos bajaron hasta lo más profundo del séptimo círculo, un lugar frío y solitario donde yacían una infinita cantidad de árboles. Lo que más destacaba, es que atados a cada uno de ellos o unidos por completo en una convalecencia del sufrimiento se encontraban cuerpos de humanos.

"¿Que es esto?" el niño respiró profundamente y escupió su pregunta, vacilante.

"Séptimo círculo, segundo giro. Donde aquellos que son violentos consigo mismo son acompañados y liberados"

"¿Liberados? Pues a mí me parece que son prisioneros, véanse sus rostros de sufrimiento"

"Puedes pensarlo así si quieres, pero ellos no son presos de sus pecados, simplemente deciden que este es el lugar en el que quieren estar"

"¿Y porque harían algo tan descabellado? No tiene sentido morir para venir a este horrido lugar"

"Es cierto, aún así, hay personas que realmente necesitan un espacio de profunda solitud y frío para encontrar el calor y la paz dentro de sus corazones"

"¿Y después que? Ya perdieron su vida, no pueden regresar"

"Después pueden finalmente descansar de su dolor"