𝑷𝒓𝒆𝒇𝒂𝒄𝒆.
Jeon Jungkook era un joven de apenas veintitrés años, el cual había decidido mudarse a la ciudad de París para comenzar sus estudios universitarios referentes a literatura, eso no quería decir que en Busan, lugar del cual provenía, no haya encontrado dicha carrera pero él sabía que en Grenoble Alpes su futuro se vería más prestigioso.
Desde los diecisiete años compartía una sana relación con uno de sus dos mejores amigos de la infancia, Kim Taehyung, el cual había robado su gran corazón sin siquiera darse cuenta al respecto. Él lo amaba con locura, aquel chico siempre había estado para él en todos los momentos en que lo precisó y cuando no también, sabía que era la clase de persona sensible que podía colocar a cualquiera por delante de él si la situación lo ameritaba.
Recuerda muy bien cómo se quebró su alma al momento de marcharse, las lágrimas de aquel chico jamás se secaron en los recuerdos de Jeon, a pesar de haber pasado dos años de aquel suceso. Muchas personas, inclusive su otro mejor amigo, Jimin, le comentaban acerca de las relaciones a distancia y de su escasa seguridad acerca de su duración, aún así, él estuvo dispuesto a intentarlo. Hasta el momento se agradecía el haber ignorado cada una de las trabas impuestas en su camino.
Aquel día era viernes y la bella París se encontraba en pleno invierno, con ella la mañana frígida hizo que la piel de Jungkook se erice por completo, sintiendo satisfacción al colocar su saco una vez que se sentó en el taburete de la residencia. Sin darse cuenta, el maknae había comenzado a sonreír observando el pequeño calendario situado a un lado del refrigerador.
Era un veinte de julio, aquel día se cumplían seis años desde que había comenzado a salir con su pareja pero eso no era todo, la felicidad dominaba su cuerpo por completo porque sabía que Tae estaba yendo a verlo en ese mismo instante, ese joven se lo tuvo que hacer saber por más sorpresa que quiso aparentar ya que el vuelo se había atrasado y temía no llegar a tiempo pero aunque llegase una eternidad más tarde, Jungkook le esperaría sin ningún problema.
Uno de sus nuevos amigos y compañero de residencia, ingresó a la sala peinando un poco su cabello color gris, escondido bajo una gorra roja.
—¡Buen día, Kookie! —Palmeó la mesa con su mano libre y comenzó a guardar en su morral los libros que ocupó la noche pasada. —¿Llevamos café o piensas tomar otra cosa? —Ambos solían tomar café para calentar su cuerpo camino al campus porque aun sin estar demasiado lejos costaba mucho poder entrar en calor fácilmente.
Con efusividad sonrió señalando el café mientras se ponía de pie para poder arreglarse y de paso también poder tomar su bolso junto a su libro, el cual seguía sosteniendo en sus delgadas manos.
—¡Muchas gracias, Yoongi! —Su amigo le sonrió y sirvió los cafés en dos tazas térmicas para poder salir rumbo a su primera clase del día.
Mientras caminaban entre sorbos podían notar a muchos alumnos llegar en sus respectivas bicicletas y Jungkook se maldecía por dentro, si él hubiese conseguido alguna beca, tranquilamente podría usar su dinero en una, así podrían llegar a tiempo y no tendrían que soportar el martirio bajo el aire congelado.
Sin siquiera esperarlo apareció Nam, el amigo más extraño que pudo conocer allí dentro, lo único que ofrecía eran retos demasiados extremos. El primer día en que conoció al joven de pelo gris, aquel rubio se acercó para ofrecerles una especie de aventura, Jeon no accedió con demasiada confianza pero su amigo quiso ver de qué trataba.
Así comenzaron a entablar conversación, lo que en el comienzo fue un juego de trucos donde se podía llegar a perder el dinero del mes terminó con retos donde debían tirarse en un caudaloso arroyo y luchar contra la corriente, aquel que llegase a una de las rocas lo más rápido posible podía ganar. Ese día, el castaño vio pasar sus años de vida delante de él en poco tiempo y quiso llorar, sintió el verdadero temor a la muerte.
En varias ocasiones se vio llorando por el pánico que invadía su cuerpo, cada idea de Nam provocaba que su corazón quiera salir de su pecho. No había visto a Yoongi padecer lo mismo pero lo que había notado es que quedaba callado por un plazo de dos horas.
Al encontrarlo hicieron un ligero gesto con su cabeza, el cual correspondió mientras colocaba sus manos dentro de su saco color gris oscuro. Esa historia era repetitiva, siempre llegaban y se iban los tres juntos a menos que alguno comente que no podía asistir a alguna de las clases.
Ingresaron por las puertas de cristal luego de subir los escalones y Nam le saludó para poder irse hacia su respectivo salón, él cursaba ingeniería mientras que los otros dos chicos compartían la misma carrera, tal vez por eso eran tan unidos.
Ambos tomaron asiento al lado del otro en el auditorio y comenzaron a quitarse las camperas para luego proseguir dejando sus bolsos sobre el piso bien pulido y blanco con la luz dándole de lleno. Hacía frío dentro de aquella habitación pero los calefactores habían sido prendidos, al menos algún oleaje caliente se tenía que dar en breve.
—¿Por qué estás tan feliz? —Dejó su vaso ya vacío al costado de su bolso y juntó sus manos haciendo fricción con ellas para poder templarlas.
Jungkook rió, él ya le había comentado al respecto pero era de esperarse, su amigo siempre solía olvidarse de todo lo que se le decía. De todas formas, jamás se enojaba, él siempre lo tomaba con gracia porque entendía que estaban en plena cursada y el estudio podía serle pesado.
—Hoy llega Tae. —Apretó el brazo de su amigo para poder contener su emoción y Yoongi decidió darle un leve golpe para que le suelte.
—Cierto, era hoy, lo olvidé por completo. —Asintió levemente y quedó boquiabierto observando hacia el frente unos segundos. —¿A qué hora llegará?
El morocho tomó su celular y observó el horario de su último mensaje para poder calcular el momento exacto en el que podría arribar con más facilidad o al menos aproximarse a él lo suficiente.
—Pues... —Contó con sus dedos un par de minutos y el joven de pelo gris lo miró con seriedad tratando de entender por qué su amigo era tan inútil con las matemáticas. —Cerca de las ocho de la noche.
—Te acompaño, será tarde. —Miró hacia el frente abrazándose a sí mismo y Jeon se sorprendió, nunca hubiese esperado aquello por parte de él —Además, quiero conocer al famoso Tae Tae —expresó imitando la voz enamorada de Jungkook y rieron a la par luego de recibir un golpe por parte del morocho.
Las clases pasaron y llegaron las tres de la tarde, tal vez era demasiado pesado pero a ellos les era gratificante salir y encontrarse con un sol por detrás de las nubes encargado de poder brindarles una leve pausa en aquel clima gélido. Jeon pasaba su brazo por sobre el hombro de su amigo, el cual no había parado de quejarse por su profesor y su mala caligrafía, como habitualmente hacía pero debió esperar para continuar ya que Nam se coló entre ambos, separándolos de forma brusca, no es como si lo hiciera a propósito, ya era natural.
—Adivinen qué, amigos míos. —Sonrió feliz mientras abrazaba por los hombros a ambos chicos, los cuales tenían una seria mirada de confusión en sus rostros. —¡Nos espera una nueva aventura!
En ese momento exacto Jeon paró en seco y se colocó frente a él. —No, no pienso acceder a ningún reto más si no es leve.
Yoongi tomó el brazo de Nam y lo quitó de su hombro para imitar a su amigo, intentando hacerle entender al rubio que se habían sometido a varias actividades que no fueron del todo sanas y en donde sus vidas corrieron riesgo, más allá de que él lo haya querido o no.
—Chicos, no se me amarguen, esto que voy a proponer les va a encantar —comentó y aclaró su garganta mientras movía sus manos para generar suspenso pero no lo había logrado en lo absoluto—. Esta vez será la cueva de los siete nombres.
El morocho abrió sus ojos de forma efusiva mientras negaba velozmente con su cabeza, su amigo debía estar completamente loco, no pensaba hacerlo, esta vez no.
—Muy pocas personas ingresaron en ella —dijo el joven de pelo gris e hizo una pausa para mirar al morocho con su espanto a flor de piel. —, además ninguna de ellas comentó realmente qué hay allí, no pienso arriesgarme.
Se dio la vuelta tomando a su amigo del brazo para comenzar a caminar pero Nam corrió tras ellos intentando convencerlos y con ello frenarlos.
—Puedo incluirme también esta vez.
Frenaron en seco y voltearon dudosos, él jamás había intentado participar en ninguna de sus propias ideas, tenía que ser muy buena o era algún tipo de estrategia para hacer que ellos muerdan el anzuelo.
—Hagamos piedra, papel o tijera, los dos que pierden van a tener que entrar. —Juntó sus manos en un puño para comenzar a jugar y los observó. —¿Qué les parece?
Ellos aceptaron creyendo que su suerte tal vez cambiaría pero lo que ambos no sabían era que Nam les conocía. Yoongi en sus primeras vueltas no sacaba otra cosa que no fuese tijera o papel mientras que Jungkook vivía del papel. Quisieran o no, ambos terminarían viendo a Nam festejar siempre su victoria mientras ellos se miraban con cansancio pensando "aquí vamos de nuevo".
—Esto va tener que ser rápido, tengo que ir por Tae a las ocho al aeropuerto.
El rubio se le rió en la cara como si hubiese dicho el chiste del año mientras miraba su reloj. —¡Son las quince con quince, hay tiempo de sobra, Kookie!
Aquel tercio comenzó a caminar en dirección al lugar donde se situaba aquella cueva según lo que el celular de Nam informaba. Todavía no podían creer que ese chico haya estado indagando sobre ello en la clase, mucho menos la facilidad con la que ambos habían caído y habían perdido ante él.
Tardaron una hora en llegar y supieron que se encontraban lo suficientemente cerca porque las personas habían dejado de circular con normalidad por aquella zona, no había casi nadie, claramente no les era grato el estar cerca de allí.
Quedaron estáticos delante de aquel lugar, no parecía tener entrada, por lo que el morocho se sonrió internamente, tal vez corrían ventaja y podrían zafarse de aquella locura. De todas formas no se movieron en lo absoluto pero Namjoon se encargó de darles un empujón.
—Según investigué, este lugar causa alucinaciones —comentó a la vez que Jeon cerraba sus ojos mientras caminaba lentamente hacia delante de una pared con una larga escritura. —, por si acaso, no crean en todo lo que ven.
Delante de los jóvenes habían unas indicaciones realizadas con tiza en una de las rocas de aquella cueva y en un cuenco transparente yacían varias cajas diminutas de cerillos.
"Bienvenido a la cueva de los siete nombres.
Instrucciones:
1- Tome una de las cajas e ingrese por cualquier extremo.
2. Cada mil metros una luz roja se encenderá y prenderá el cerillo.
3. Cuando el cerillo se consume, no lo tire, conserve la limpieza del lugar.
4. Manténgase calmo.
5. No encienda nada si la luz no enciende.
6. Camine con cuidado para no lastimarse.
7. ... "
Al finalizar, tanto Yoongi como Jungkook compartieron una mirada deseándole suerte al otro sin siquiera decirlo mientras apretaban sus manos. Luego de aquello tomaron una caja de cerillos e ingresaron, el joven morocho por la derecha y su amigo por la izquierda.
→Prefacio*
Bueno, acá está el inicio de la historia, espero que les guste. Les dejo un besito y no se olviden de tomar agua. 💕
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